miércoles, 26 de julio de 2017

FE, CONFIANZA,DUDA (FILOSOFÍA ORIENTAL) OSHO

SOLO PARA MEDITAR


La primera pregunta:

Últimamente, varios amigos me han preguntado si era escéptico con respecto a sannyas, el ashram y Tú. Tuve que admitir la verdad y dije: «Sí, a veces lo soy.» Esto ha hecho que me sienta culpable. ¿He cometido algún delito sacrílego e imperdonable o es natural ser escéptico al no estar seguro? No sé si estás iluminado. Solo siento tu belleza y tu confianza.


Bhava, la fe le tiene miedo a la duda; miedo, porque la ha reprimido. Y todo lo que reprimas te seguirá dando miedo, porque siempre está ahí, en lo hondo de ti, esperando a tomar venganza, y en cuanto surja la oportunidad explotará en ti con toda su fuerza. La fe se asienta sobre un terremoto y cada día la duda se hace más fuerte, porque cada día tienes que reprimirla. Tarde o temprano, es más de lo que puedes reprimir, es más que tu fe. Entonces simplemente se deshace de tu fe.

Pero la confianza no le tiene miedo a la duda, porque la confianza no está en contra de la duda. La confianza usa la duda, la confianza sabe usar la energía contenida en la duda misma. Ésa es la diferencia entre la fe y la confianza. La fe es falsa; crea un tipo falso de religión, crea hipócritas. La confianza tiene una belleza y una verdad sublimes. Crece con la duda, usa la duda como abono, transforma la duda. La duda es su amiga, la duda no es su enemiga.

Y a menos que tu confianza haya pasado por muchas dudas, permanecerá impotente. ¿De dónde va a sacar la fuerza, de dónde va a sacar la integración? Si no hay retos, permanecerá débil.

La duda es un reto. Si tu confianza puede responder al reto, puede hacerse amiga de tu duda, crecerá por medio de ella. Y no serás una persona dividida, dudando en lo más hondo y siendo creyente sólo en la superficie; tendrás un tipo de unidad, serás un individuo, indiviso. Y esa individualidad es lo que se llama «alma» en las religiones antiguas.

Al alma se llega por la duda, no creyendo. La creencia es solo una máscara: estás escondiendo tu rostro original. La confianza es una transformación: cada vez tienes más luz. Y como estás usando la duda como reto, como oportunidad, nunca hay represión. Poco a poco, la duda desaparece, porque su energía ha sido tomada por la confianza.

En realidad, la duda no es otra cosa que la confianza que crece; la duda es confianza en camino. Piensa siempre en la duda de esa manera: que la duda es confianza en camino. La duda es una indagación y la confianza es la consumación de esa indagación. La duda es la pregunta y la confianza es la respuesta. La respuesta no está en contra de la pregunta; no habrá posibilidad de ninguna respuesta si no hay ninguna pregunta. La pregunta ha creado la ocasión para que suceda la respuesta.

Así que, por favor, nunca te sientas culpable a mi alrededor. Estoy totalmente en contra de cualquier tipo de culpabilidad. La culpabilidad es absolutamente errónea. Pero ha sido utilizada por los sacerdotes, los políticos y los puritanos a lo largo de los tiempos, durante siglos. La culpabilidad es una estrategia, una estrategia para explotar a las personas: haz que se sientan culpables. Una vez que hayas logrado que se sientan culpables, serán tus esclavos. Debido a la culpabilidad, nunca estarán lo suficientemente integradas; debido a la culpabilidad permanecerán divididas. Debido a la culpabilidad nunca serán capaces de aceptarse a sí mismas, estarán siempre censurándose. Debido a la culpabilidad estarán dispuestas a creer en cualquier cosa. Harán cualquier cosa para librarse de la culpabilidad. Repetirán cualquier tontería, cualquier ritual sin sentido para librarse de la culpabilidad.

A lo largo de los siglos, el sacerdote ha hecho que la gente se sienta culpable. Todas las denominadas religiones existen por tu culpabilidad, no existen por la existencia de Dios. No tienen nada que ver con Dios y Dios no tiene nada que ver con ellas; existen por tu culpabilidad. Tienes miedo, sabes que estás mal: tienes que buscar la ayuda de alguien que no esté mal. Sabes que eres indigno: tienes que doblegarte, tienes que servir a los que son dignos. Sabes que no puedes confiar en ti mismo, porque estás dividido.

Solo una persona indivisa puede confiar en sí misma: en su sensación, en su intuición. Tú estás siempre vacilando, temblando por dentro; necesitas alguien en quien apoyarte. Y cuando te apoyas en alguien, cuando te vuelves dependiente de alguien, permaneces infantil, nunca creces. Tu edad mental sigue siendo la de un niño. Nunca alcanzas ninguna madurez, nunca llegas a ser independiente. Y el sacerdote no quiere que te vuelvas independiente. Si eres independiente te ha perdido; si eres dependiente eres todo su mercado, todo su negocio.

Estoy absolutamente en contra de cualquier tipo de culpabilidad. Recuérdalo siempre: si empiezas a sentirte culpable acerca de algo a mi alrededor, lo estás haciendo por ti mismo. Estás cargando aún con las voces de tus padres, de los sacerdotes que hay dentro de ti; todavía no me has oído, aún no me has escuchado. Quiero que estés totalmente libre de toda culpabilidad. Cuando estás libre de culpabilidad, eres una persona religiosa. Ésa es mi definición de una persona religiosa.

Usa la duda... La duda es bella. Porque solo a través de la duda alcanza madurez la confianza. ¿Cómo va a ser de otra manera? Tiene que ser bella. Solo a través de la duda se centra la confianza; solo a través de la duda germina, florece la confianza. Es la noche oscura de la duda la que acerca más a ti la mañana dorada. La noche oscura no está en contra del amanecer; la noche oscura es el útero del amanecer. El amanecer está gestándose en el ser mismo de la noche oscura.

Piensa en la duda y la confianza como complementarias: como lo son el hombre y la mujer, como lo son la noche y el día, el verano y el invierno, la vida y la muerte. Piensa siempre en esos pares, inevitablemente, en términos de complementariedad; nunca pienses en términos de oposición; aunque pueden parecer opuestos en la superficie, en el fondo son amigos, ayudándose mutuamente.

Piensa en una persona que no tiene confianza: tampoco tendrá ninguna duda, porque no tiene nada sobre lo que dudar. Piensa simplemente en una persona que no tiene confianza en absoluto: ¿cómo va a dudar?, ¿qué puede dudar? Solo una persona con confianza tiene algo que dudar. Porque confías, por eso dudas. Tu duda demuestra tu confianza, no a la inversa. Piensa en una persona que no puede dudar: ¿cómo va a confiar? Si ni siquiera es capaz de dudar, ¿cómo va a ser capaz de confiar? La confianza es la forma más elevada de la misma energía; la duda es el peldaño más bajo de la misma escalera y la confianza es el peldaño más alto de la misma escalera. Usa la duda, úsala con alegría.

No hay necesidad de sentirse culpable en absoluto. Es perfectamente humano y natural sentir grandes dudas acerca de mí a veces y grandes dudas acerca de lo que está pasando aquí. Es perfectamente humano; no hay nada extraordinario en ello. Si no sucede, entonces hay algo que parece que no es normal. Pero recuerda que hay que llegar a la confianza: usa la duda, pero no olvides el objetivo, no olvides el peldaño más alto de la escalera. Incluso si estás en el más bajo, mira el más alto: tienes que llegar allí. De hecho, la duda te está empujando hacia eso, porque nadie puede sentirse a gusto con la duda.

¿No lo has observado? Cuando hay duda hay desasosiego. No cambies ese desasosiego, no interpretes ese desasosiego como culpabilidad. Sí, hay desasosiego, porque la duda quiere decir que no te sientes seguro acerca del terreno que pisas. La duda quiere decir que eres ambiguo, la duda quiere decir que aún no eres una unidad; ¿cómo vas a estar a gusto? Eres una multitud: no eres una persona, eres muchas personas; ¿cómo vas a estar a gusto? Debe de haber mucho ruido dentro de ti; una parte de ti te tira en esta dirección y otra parte en aquella dirección. ¿Cómo vas a crecer si tiran de ti en tantas direcciones simultáneamente? Tendrá que haber desasosiego, tensión, angustia, ansiedad.

Nadie puede vivir con la duda y en la duda. La duda te empuja hacia la confianza. La duda dice: «Ve y encuentra un lugar en el que puedas relajarte, en el que puedas ser, totalmente.» La duda es tu amiga. Dice simplemente: «Éste no es tu hogar. Sigue; busca, explora, indaga.» Crea el afán de indagar, de explorar.

En cuanto empiezas a considerar la duda como una amiga, una ocasión, no en contra de la confianza sino empujándote hacia ella, de pronto la culpabilidad desaparece, hay una gran alegría. Incluso cuando dudas, dudas con alegría, dudas conscientemente, y usas la duda para encontrar la confianza. Es absolutamente normal.

Dices: «No sé si estás iluminado.» ¿Cómo vas a saberlo? No hay forma de saberlo a menos que te ilumines. ¿Cómo vas a saber lo que me ha sucedido a menos que te suceda a ti también? Está absolutamente bien que sientas que no puedes confiar en mí a veces. El milagro es que a veces puedes confiar: esos pocos momentos serán suficientes. No te preocupes: la confianza tiene un poder tan infinito. La confianza es como la luz y la duda es como la oscuridad. Tan solo una pequeña vela de confianza es suficiente para destruir la oscuridad de siglos.

La oscuridad no puede decir: «He vivido en este lugar durante tanto tiempo, no puedo irme tan fácilmente. Y no puedo irme tan solo por esta pequeña vela.» Incluso una pequeña vela tiene más potencial que la oscuridad de generaciones, de siglos, de miles de vidas. Pero tendrá que irse... Cuando llega la luz, tiene que irse.

Esos pocos momentos de confianza no importa que sean pocos y a grandes intervalos, no te preocupes son suficientes para destruir todas tus dudas poco a poco. Y con «destruir» simplemente quiero decir liberar la energía contenida en la duda. Se rompe la cáscara llamada duda... y dentro de ti encontrarás la energía pura para confiar. Una vez que se libere, habrá cada vez más confianza disponible para ti.

Dices: «No sé si estás iluminado.» Está muy bien que no creas. Si empiezas a creer dejarás de buscar. Un creyente nunca avanza: ya ha creído. Por eso hay millones de personas rezando en las iglesias, los templos, las mezquitas, los gurudwaras, pero su oración sale de la creencia. Como sale de la creencia, esos millones de personas siguen siendo irreligiosas: no tratan de alcanzar a Dios, no buscan a Dios...; ya han aceptado. Su aceptación es poco convincente; no han luchado por ella, no se la han ganado.

Tienes que luchar, tienes que esforzarte, tienes que ganártelo. No hay nada en la vida que no tenga un precio; tienes que pagar el precio. Ellos no han pagado el precio... ¿y piensan que solo por rezar en un templo lo alcanzarán? Son tontos redomados, están perdiendo el tiempo. Toda su oración es solo una ilusión.

La persona verdaderamente religiosa no puede creer; busca. Como no puede creer, permanece en la duda, y nadie puede estar tranquilo con dudas. Tienes que buscar e indagar y encontrar. La duda sigue carcomiendo tu ser, te sigue acuciando: «Busca, indaga, encuentra, y no te contentes hasta que lo hayas encontrado.»

Es bueno que no puedas creer. Solo recuerda: no hay necesidad de creer y no hay necesidad de descreer. Y eso es lo que está sucediendo. Y estoy contento.

Dices: «Solo siento tu belleza y tu confianza.»

Eso es todo lo que se requiere. Eso es suficiente, más que suficiente. Eso se convertirá en la barca a la otra orilla... si puedes sentir mi amor, si puedes sentir mi confianza en ti, si puedes sentir mi esperanza en ti, si puedes ver que ha sucedido algo hermoso..., aunque no sepas exactamente qué es. No puedes definirlo y no puedes explicarlo, pero si puedes siquiera sentir ese algo del más allá... Eso es la belleza. La belleza es siempre del más allá.

Cuando ves una rosa y dices: «Qué hermosa», ¿qué quieres decir? Estás diciendo que has visto algo del más allá, algo invisible se ha vuelto visible para ti. No puedes demostrarlo. Si hay alguien a tu lado que niega ver ninguna belleza en la rosa, no puedes demostrárselo; no hay manera. Tendrás que encogerte de hombros. Dirás: «Entonces no se puede hacer nada. Yo lo veo y tú no, y eso es todo.»

No puedes ir a un científico a que diseccione la rosa y descubra si contiene belleza o no. No la contiene. La belleza no está contenida en la rosa. La belleza es del más allá; simplemente danza sobre la rosa: los que tienen ojos la verán, los que no tienen ojos no la verán. Puedes llevar la rosa a un farmacéutico: la diseccionará, descubrirá todo lo que hay en la rosa; pero la belleza no está en la rosa. La rosa fue solo una ocasión para que descendiera la belleza del más allá. La rosa fue solo una pantalla para que la belleza jugara sobre ella. La rosa fue solo un escenario para que sucediera la obra. No es la obra misma. Te llevas la rosa, diseccionas la rosa, la cortas en pedazos, encuentras todos sus componentes; pero la belleza no es un componente de la rosa, aunque sin la rosa la belleza no puede descender.

Es como cuando sale el sol por la mañana y los rayos bailan en el estanque de los lotos. No ves los rayos mismos, no puedes verlos. Eso es lo que dice El secreto de la Flor Dorada: no puedes ver la esencia, no puedes ver la vida; lo único que puedes ver son las consecuencias.

¿Has visto alguna vez la luz misma? No, nunca la has visto. Si piensas que has visto la luz misma, no has pensado en ello, no has reflexionado sobre ello. Has visto cosas alumbradas, no has visto la luz misma. Has visto el estanque alumbrado, has visto el loto alumbrado, has visto la cara alumbrada de tu mujer o tu marido o tu hijo. Has visto el mundo alumbrado, pero ¿has visto la luz misma? Si no hay nada sobre lo que la luz pueda jugar, no podrás verla.

Por eso, en el momento en que los astronautas se alejan de la Tierra, incluso durante el día, el cielo es oscuro, absolutamente oscuro, porque no se puede ver la luz misma y no hay nada sobre lo que la luz puede jugar. Por eso es oscuro el espacio infinito. Ves la luz sobre las estrellas porque las estrellas se vuelven el campo de juego de la luz, pero lo que rodea a las estrellas es todo oscuridad, porque no hay nada que obstruya la luz. Y a menos que la luz sea obstruida, no puedes verla.

No puedes ver la iluminación, solo puedes ver su consecuencia. No puedes ver lo que me ha sucedido, pero puedes ver que me ha sucedido algo; algo como X. Tampoco hay necesidad de llamarlo iluminación, X servirá. Ha sucedido algo misterioso. Y cuanto más me sientas, más consciente te volverás de ello, y cuanto más consciente de ello te vuelvas, algo en tu interior empezará a responder a ello. Lo que me ha sucedido a mi puede provocar un proceso en ti. No puede ser la causa de tu iluminación, recuerda. Tu iluminación no será el efecto de mi iluminación. No hay una relación de causa y efecto entre el maestro y el discípulo; hay un tipo de relación totalmente diferente.

En este mismo siglo, Carl Gustav Jung fue capaz de ahondar en el misterio de ese tipo diferente de relación. Él la llama «sincronicidad». La causa y efecto es una relación científica, la sincronicidad es una relación poética. Lo que se quiere decir con sincronicidad es que si algo ha sucedido en alguna parte y te haces disponible a ello, permaneces vulnerable a ello; algo paralelo puede empezar a responder en ti. Pero no ha sido la causa de ello, no puede causarlo.

Es como si alguien está tocando una música muy hermosa y surge en ti un gran deseo de bailar: no está causado por la música, es una respuesta paralela en ti. Se ha activado algo que estaba profundamente dormido en ti: la energía de bailar; no ha sido causado, sólo activado, provocado, inspirado. Es sincronicidad. Si es una causa, le sucederá a todo el mundo.

Por ejemplo, estás aquí, tres mil sannyasins están presentes. Estoy disponible para todos vosotros, pero no todos vosotros estáis disponibles para mí o, incluso si estáis disponibles para mí, estáis disponibles de maneras diferentes. La cualidad difiere, la cantidad difiere. Si puedo ser la causa de vuestra iluminación, entonces los tres mil os iluminaréis. Sin embargo, no soy la causa, solo puedo ser un agente catalítico. Pero para eso tenéis que estar abiertos a mí. Si yo fuera la causa, no habría necesidad de que estuvierais abiertos a mí. El fuego arde, esté la madera abierta o no; es una causa. El agua se evapora cuando se calienta a cien grados; no importa que esté abierta al calor o no.

La causa y efecto es una relación ciega; es materialista, es entre materia y materia. Pero la sincronicidad no es material; es espiritual, es poética, es una historia de amor. Si te abres a mí, empezará a pasarte algo. Y recuerda, yo no soy la causa de ello. No necesitas darme las gracias, no necesitas estarme agradecido. Yo no soy la causa de ello. Si alguien es la causa de ello, eres tú, porque te abriste a mí. Yo no habría podido hacerlo solo. Yo no hago nada. Lo único que se necesita es: estoy presente; estate tú también presente aquí y algo empezará a suceder. Y nadie lo está haciendo; ni yo lo estoy haciendo ni tú lo estás haciendo. Yo estoy disponible, tú te haces disponible, y estas dos energías entran en una historia de amor; empiezan a bailar juntas.

De manera que no te preocupes de no poder saber acerca de mi iluminación. Esto es suficiente. Dices: «Solo siento tu belleza y tu confianza.» Esto servirá. Y cuando haya sucedido en ti, lo sabrás. Para conocer a un Buda hay que volverse un Buda; para conocer a un Cristo hay que volverse un Cristo.


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