viernes, 20 de diciembre de 2019

UNA PRECIOSA UTOPÍA Y COMO TAL IMPOSIBLE DE CONSEGUIR.. PARTE FINAL DE TENER Y SER. ERICH FROMM


VIII. CONDICIONES DEL CAMBIO HUMANO Y CARACTERÍSTICAS DEL
HOMBRE NUEVO
Si es correcta la premisa de que sólo un cambio fundamental del carácter humano de un predominio del modo de tener a un predominio del modo de ser puede salvarnos de una catástrofe psicológica y económica, se plantea la siguiente pregunta: ¿Es posible un cambio del carácter en gran escala? Si es así, ¿de qué modo puede lograrse?

Yo sostengo que el carácter humano puede cambiar si existen estas condiciones:

1. Sufrimos y nos damos cuenta de ello.

2. Reconocemos el origen de nuestro malestar.

3. Reconocemos que existe una manera de aliviar nuestro malestar.

4. Reconocemos que para aliviar nuestro malestar debemos seguir ciertas normas de vida y cambiar nuestra presente conducta.

Estos cuatro puntos corresponden a las Cuatro Nobles Verdades, que son la base de las enseñanzas del Buda y que se relacionan con la condición general de la existencia humana, pero no con los casos de malestar humano producidos por circunstancias sociales o individuales específicas.

El mismo principio del cambio que caracteriza los métodos del Buda también fundamenta el concepto marxista de salvación. Para comprender esto es necesario advertir que para Marx, como él mismo dijo, el comunismo no era la meta final, sino un paso en el desarrollo histórico que había de liberar a los seres humanos de las condiciones socioeconómicas y políticas que los deshumanizan y los vuelven prisioneros de las cosas, de las máquinas y de su codicia.
El primer paso de Marx fue mostrar al proletariado de su época (la clase más alienada y miserable) que sufría. Trató de destruir las ilusiones que tendían a ocultarle la conciencia de su miseria. Si el segundo paso fue mostrar las causas de este sufrimiento, que considera que estaban en la naturaleza del capitalismo y en la codicia, en la avaricia y la dependencia que impone el sistema capitalista.

Este análisis de las causas del sufrimiento de los obreros (pero no sólo suya) aportó el principal impulso a la obra de Marx: analizar la economía capitalista.

Su tercer paso fue demostrar que el sufrimiento de los obreros podía eliminarse si se suprimían las condiciones del sufrimiento. En el cuarto paso, mostró la nueva práctica de la vida, el nuevo sistema social, libre del sufrimiento que ocasionaba necesariamente el antiguo sistema.

El método curativo de Freud era esencialmente similar. Los pacientes consultaban a Freud porque sufrían, y porque tenían conciencia de ello; pero generalmente no sabían de qué sufrían. Por lo general la primera tarea del psicoanalista es ayudar a los pacientes a renunciar a sus ilusiones acerca de sus sufrimientos, y enseñarles en qué consiste realmente su malestar. El diagnóstico de la naturaleza del malestar, individual o social, es materia de interpretación, y pueden diferir las opiniones de los intérpretes. La idea que tienen los pacientes de las causas de su sufrimiento usualmente es el dato menos fidedigno para el diagnóstico. La esencia del proceso psicoanalítico consiste en ayudar a los pacientes a que adviertan las causas de su malestar.

Como consecuencia de estos conocimientos, los pacientes pueden pasar a la siguiente etapa: saber que su malestar puede curarse, siempre que se eliminen sus causas. Según Freud, esto significaba aliviar la represión de ciertos sucesos de la infancia. Sin embargo, el psicoanálisis tradicional parece no estar esencialmente de acuerdo con la necesidad del cuarto paso. Muchos psicoanalistas parecen creer que el conocimiento de lo reprimido tiene un efecto terapéutico. Desde luego, a menudo sucede así, en especial cuando el paciente muestra síntomas circunscritos, como síntomas obsesivos o histéricos; pero yo no creo que puedan lograrse efectos durables con las personas que sufren un malestar general y que necesitan un cambio de carácter, a menos que modifiquen su conducta de acuerdo con el cambio de carácter que desean lograr.

Por ejemplo, un individuo puede analizar hasta el día del juicio su dependencia de los otros, pero con los conocimientos obtenidos no logrará nada si se encuentra en la misma situación práctica en que vivió antes de obtener estos conocimientos. Mostraré un ejemplo sencillo: una mujer cuyo sufrimiento es producido por una dependencia de su padre, aunque tenga conocimientos de las
causas profundas de su dependencia, realmente no cambiará a menos que ella cambie de conducta; por ejemplo, si se separa de su padre, si no admite sus favores, y si acepta los riesgos y las penas que implican estos pasos prácticos para lograr su independencia. El conocimiento que no se aplica a la práctica es ineficaz.

EL HOMBRE NUEVO
La función de la sociedad nueva es alentar el surgimiento de un Hombre nuevo, ser cuya estructura de carácter tendrá las siguientes cualidades:

* Disposición a renunciar a todas las formas de tener, para poder ser plenamente.

* Sentir seguridad, tener un sentimiento de identidad y confianza basados en la fe en lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en vez de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar al mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones.

* Aceptar el hecho de que nadie ni nada exterior al individuo le da significado a su vida, sino que esta independencia radical y la no cosidad pueden llegar a ser la condición de la actividad plena dedicada a compartir e interesarse por sus semejantes.
* Estar plenamente presente donde uno se encuentra.

* Sentir la alegría que causa dar y compartir, y no acumular y explotar.

* Amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones, sabiendo que no es sagrada la cosa ni el poder, ni lo que está muerto, sino la vida y todo lo que contribuye a su desarrollo.

* Tratar de reducir en la mayor medida posible la codicia, el odio y los engaños.

* Vivir sin adorar ídolos y sin engaños, porque se ha alcanzado una situación en que no se requieren engaños.

* Desarrollar la capacidad de amar, y el pensamiento crítico, no sentimental

* Desprenderse del narcisismo y aceptar las trágicas limitaciones inherentes a la existencia humana.

* Hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir.
* Saber que para alcanzar esta meta, es necesaria la disciplina y respetarla realidad.

* Saber que ningún desarrollo es sano si no ocurre en una estructura, pero conocer también la diferencia entre la estructura como atributo de la vida, y el "orden" como atributo de no vivir, de la muerte.

* Desarrollar la imaginación, no para escapar de las circunstancias intolerables, sino para anticipar las posibilidades reales, como medio para suprimir las circunstancias intolerables.

* No engañar, pero tampoco dejarnos engañar por los otros; se puede admitir ser llamado inocente, pero no ingenuo.

* Conocerse, y no sólo el yo que uno conoce, sino también el yo que no conoce, aunque tenga un conocimiento vago de lo que no conoce.

* Percibir la unión con la vida, y por consiguiente renunciar a la meta de conquistar a la naturaleza, someterla, explotarla, violarla, destruirla, y en vez de esto tratar de comprender y cooperar con la naturaleza.

* Gozar de una libertad no arbitraria, sino que ofrezca la posibilidad de ser uno mismo, y no un atado de ambiciones, sino una estructura delicadamente equilibrada que en todo momento se enfrenta a la alternativa de desarrollarse o decaer, vivir o morir.

* Saber que el mal y la destrucción son consecuencias necesarias de no desarrollarse.

* Saber que sólo muy pocos han alcanzado la perfección en todas esas cualidades, y sin la ambición de "alcanzar la meta", reconociendo que esta ambición sólo es otra forma de codiciar, de tener.

* Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin importar el avance que el destino nos permita realizar, porque vivir tan plenamente como se puede resulta tan satisfactorio que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no.

Sugerir qué pueden hacer los que viven en el actual mundo industrial, cibernética y burocrático (ya sea en su versión "capitalista" o "socialista") para salvarse de la forma de existencia de tener y aumentar el campo de ser, no se encuentra dentro del alcance de este libro. De hecho, se requeriría un libro completo, que podría titularse apropiadamente: El arte de ser; pero ya se han publicado muchos libros en años recientes sobre cómo lograr el bienestar; algunos son útiles, y muchos otros causan daño por su falsedad, y explotan el nuevo mercado que complace el deseo público de librarse de un malestar. Algunos libros valiosos, que pueden ser útiles al que tenga un serio interés en el problema de alcanzar el bienestar, se enumeran en la
Bibliografía.

IX. CARACTERÍSTICAS DE LA SOCIEDAD NUEVA
UNA NUEVA CIENCIA DEL HOMBRE

El primer requisito para la posible creación de la sociedad nueva es advertir las dificultades casi insuperables a que debe enfrentarse este intento. La vaga conciencia de esta dificultad probablemente es una de las principales razones de que se hagan muy pocos esfuerzos por realizar los cambios necesarios. Muchos piensan: "¿Para que esforzarnos por lo imposible? Actuemos antes bien como si el curso que seguimos nos llevara al lugar seguro y feliz que indican nuestros mapas." Los que inconscientemente desesperan pero que aún se ponen la máscara del optimismo no necesariamente son sabios; pero los que no han renunciado a la esperanza sólo pueden triunfar si son realistas, si dejan todos los engaños y evalúan plenamente las dificultades. Esta serenidad establece la diferencia entre las "utopías" de la vigilia y las de los sueños.
Sólo mencionaré unas cuantas dificultades que deben resolverse para crear la
sociedad nueva:

* Tendría que resolverse el problema de cómo continuar el modo de producción industrial sin padecer una centralización total, o sea, sin terminar en un fascismo anticuado o, más probablemente, en un fascismo tecnológico "sonriente".

* Se debería combinar una Plantación total con un alto grado de centralización, y renunciar a la "economía del mercado libre", que en gran parte se ha convertido en una ficción.

* Se tendría que renunciar a la meta de un crecimiento ilimitado, y cambiarla por un crecimiento selectivo, para no correr el riesgo de un desastre económico.

* Tendrían que crearse condiciones de trabajo y un espíritu general en que los estímulos eficaces no fueran las ganancias materiales, sino otras satisfacciones psíquicas.

* Debería fomentarse el progreso científico y, al mismo tiempo, impedir que por sus aplicaciones prácticas se convirtiera en un peligro para la especie humana.

* Se tendrían que crear unas condiciones en que se gozara de bienestar y alegría, y no la satisfacción del afán del placer máximo.

* Tendría que ofrecerse una seguridad básica a los individuos sin que dependieran de una burocracia para mantenerse.

* Deberían restaurarse las posibilidades de la iniciativa individual en la vida, y no en los negocios (donde apenas existe ya, de cualquier manera).

Así como en el desarrollo de la técnica algunas dificultades parecían insuperables, hoy día las dificultades antes mencionadas parecen insuperables; pero las dificultades de la técnica no resultaron insuperables, porque se estableció una nueva ciencia que proclamó el principio de la observación y el conocimiento de la naturaleza como condiciones para dominarla (Francis Bacon: Novum Organum, 1620). Esta "ciencia nueva" del siglo XVII ha atraído a las inteligencias más brillantes de los países industrializados hasta hoy día, e hizo que se realizaran las utopías técnicas que había soñado la mente humana.

Hoy día, casi tres siglos después, requerimos una nueva ciencia enteramente distinta. Necesitamos una Ciencia Humanista del Hombre, que sea la base de una Ciencia y un Arte Aplicados a la Reconstrucción Social.

Las utopías técnicas (por ejemplo, volar) se lograron con la nueva ciencia de la naturaleza. Puede realizarse la utopía humana de la Época Mesiánica: una nueva humanidad unida que viva en forma solidaria y en paz, libre de la determinación económica, de las guerras y de la lucha de clases, siempre que las mismas energías, inteligencia y entusiasmo que empleamos para lograr nuestras utopías técnicas las apliquemos en la realización de la utopía humana. No se pueden construir submarinos leyendo las obras de Julio Verne; no puede crearse una sociedad humanista leyendo a los Profetas.

Nadie puede decir si se realizará este cambio de la supremacía de la ciencia natural a una nueva ciencia social. Si es así, aún tendremos oportunidad de sobrevivir, pero esto dependerá de un factor: de cuántos hombres y mujeres brillantes, estudiosos, disciplinados e interesados se sientan atraídos por el nuevo desafío a la mente humana, y por el hecho de que en esta época la meta no es dominar la naturaleza, sino la técnica, las fuerzas sociales irracionales y a las instituciones que amenazan la supervivencia de la sociedad occidental, si no de toda la especie humana.

Estoy convencido de que nuestro futuro depende de si, al tener conciencia de la crisis presente, las mejores inteligencias se dedican a crear una nueva ciencia humanista del Hombre. Sólo su esfuerzo concertado ayudará a resolver los problemas ya mencionados aquí, y a alcanzar las metas que hemos examinado.

Las metas generales como "socialización de los medios de producción" se han convertido en los lemas socialistas y comunistas que básicamente ocultan la ausencia del socialismo. "La dictadura del proletariado" o de una "élite intelectual" no es algo menos nebuloso o equívoco que el concepto de "una economía de mercado libre", o de "naciones libres". Los primeros socialistas y comunistas, desde Marx hasta Lenin, no tenían planes concretos para una sociedad socialista o comunista; esto fue la gran flaqueza del socialismo.

Las nuevas formas sociales que serán la base del bienestar no surgirán si no hacemos muchos diseños, modelos, estudios y experimentos, que empiecen a reducir el abismo entre lo necesario y lo posible. Esto posteriormente requerirá planes a largo plazo y en grande escala, y proposiciones a corto plazo para las primeras etapas. El problema consiste en la voluntad y el espíritu humanista de los que trabajen en ello; además, cuando la gente tiene una visión y simultáneamente reconoce lo que puede hacer paso a paso y de manera concreta para lograrlo, siente aliento y entusiasmo, en vez de miedo.

Si se desea que las esferas económicas y políticas de la sociedad se sometan al desarrollo humano, el modelo de la nueva sociedad debe determinarse por los requerimientos de los individuos no alienados, tentados a ser. Esto significa que los seres humanos no vivirán en una pobreza inhumana (que aún constituye el principal problema de la mayoría de los pueblos) ni serán obligados (como es la tendencia del mundo individual) a convertirse en Homo consumens por las leyes inherentes a la producción capitalista, que exigen el crecimiento continuo de la producción y, por ello, imponen un consumo creciente. Si los seres humanos desean ser libres y dejar de mantener con su consumo patológico a la industria, se requerirá un cambio radical del sistema económico: debemos terminar con la situación actual en que sólo es posible una economía saludable al precio de tener seres humanos enfermos. La tarea consiste en construir una economía saludable para un pueblo saludable.

El Primer paso decisivo hacia esta meta es que la producción se dedique al beneficio de "un consumo sano". La fórmula tradicional "producción para el uso y no para las ganancias" no basta, porque no especifica a qué tipo de uso se refiere: al saludable o al patológico. En este punto surge una dificultad práctica: ¿Quién determinará cuáles necesidades son saludables y cuáles patológicas? De una cosa podemos estar seguros: no hay que pensar siquiera en obligar a los ciudadanos a consumir lo que el Estado decide que es lo mejor (aunque sea lo mejor). La vigilancia burocrática que impide por la fuerza el consumo sólo hace que el pueblo tenga más deseos de consumir. El consumo sano sólo puede lograrse si un número creciente de personas desean cambiar sus normas de consumo y su estilo de vida. Esto sólo es posible si se les ofrece un tipo de consumo más atractivo que el que ya conocen. Esto no puede lograrse de la noche a la mañana, ni imponerse por decreto, sino que requerirá un lento proceso educativo, y en éste el gobierno debe desempeñar un papel importante.

La función del Estado es establecer normas para un consumo sano, opuestas al consumo patológico e indiferente. En principio, estas normas pueden establecerse.
La Administración de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos ofrece un buen ejemplo: determina qué alimentos y medicinas son dañosos, basando su dictamen en la opinión especializada de científicos de varios campos, a menudo después de prolongados estudios. De manera similar, la evaluación de otros artículos de consumo y servicios podría estar a cargo de un conjunto de psicólogos, antropólogos, sociólogos, filósofos, teólogos y representantes de varios grupos sociales y de consumidores.

El examen de lo que fomenta la vida y de lo que es nocivo para ella requiere una investigación incomparablemente mayor que la necesaria para resolver los problemas de dicha Administración. La investigación básica de la naturaleza de las necesidades, que apenas existe, tendrá que ser realizada por la nueva ciencia del Hombre.

Necesitamos determinar qué necesidades se originan en nuestro organismo, cuáles son resultado del progreso cultural, cuáles son expresiones del desarrollo del individuo, cuáles son sintéticas, impuestas por la industria al individuo; cuáles vuelven al individuo "activo" y cuáles "pasivo", cuáles se basan en la patología y cuáles en la salud psíquica.

En contraste con la existente Administración de Alimentos, las decisiones del nuevo cuerpo de expertos humanistas no serían impuestas por la fuerza, sino que servirían sólo como guías, y serían presentadas a los ciudadanos para que las discutieran. Ya hemos advertido bien el problema de los alimentos sanos y los insalubres; los resultados de las investigaciones de los especialistas ayudarán a que la sociedad conozca mejor si las otras necesidades son sanas o patológicas.

El público advertirá que la mayor parte del consumo engendra pasividad; que la necesidad de velocidad y de novedad, que sólo puede ser satisfecha con el consumismo, refleja inquietud, y huida interna de sí mismo; la gente, advertirá que buscar nuevas cosas para hacer o artefactos más nuevos para usarlos sólo es un medio para evitar el contacto consigo mismo y con otras personas.

El gobierno puede facilitar mucho este proceso educativo subsidiando la producción de los artículos y servicios deseables hasta que éstos puedan producirse con ganancias económicas. Una gran campaña educativa en favor del consumo sano tendría que acompañar estos esfuerzos. Es de esperar que un esfuerzo coordinado para estimular el apetito del consumo sano probablemente cambie las pautas de consumo. Aunque se eviten los métodos de lavado de cerebro de la publicidad que hoy día usa la industria (y ésta es condición esencial), parece razonable esperar que este esfuerzo tenga un efecto no muy inferior al de la propaganda industrial.
Una objeción común a todo el programa de consumo selectivo (y de producción)
según el principio de "¿Qué fomenta el bienestar?", es que en la economía de mercado libre los consumidores obtienen precisamente lo que desean, y por ello no se necesita una producción "selectiva". Este argumento se basa en el supuesto de que los consumidores desean lo que es bueno para ellos, lo que, desde luego, es patentemente falso (en el caso de las medicinas, o quizá aun de los cigarrillos, nadie presentaría este argumento). Este argumento pasa por alto el hecho importante de que los deseos de los consumidores son manipulados por los productores. A pesar de las marcas en competencia, el resultado total de la publicidad es estimular el deseo de consumir. Las empresas se ayudan mutuamente en esta influencia básica por medio de su publicidad; el comprador sólo ejerce secundaria y dudosamente el privilegio de elegir entre varias marcas que compiten. Un ejemplo común que ofrecen quienes afirman que los deseos de los consumidores son todopoderosos, es el fracaso del "Edsel" de la Compañía Ford; pero este fracaso del Edsel no altera el hecho de que aun la propaganda para éste fue una propaganda para comprar automóviles, con la cual se beneficiaron todas las marcas, excepto el infortunado Edsel. Además, la industria influye en el gusto al no producir artículos más sanos para el público, pero menos lucrativos para la industria.

El consumo sano sólo es posible si se logra reducir radicalmente el derecho de los
accionistas y de los directivos de las grandes empresas a determinar su producción solamente basándose en las ganancias y en la expansión.

Estos cambios pueden efectuarse por medios jurídicos sin alterar las constituciones de las democracias occidentales (hay muchas leyes que limitan los derechos de propiedad privada en bien del beneficio público). Lo que importa es el poder de dirigir la producción, y no la propiedad del capital. A largo plazo, los gustos de los consumidores decidirán qué debe producirse, después de que se elimine el poder sugestionador de la publicidad. Las empresas existentes deberán adaptar sus instalaciones para satisfacer las nuevas demandas, o donde esto no sea posible, el gobierno deberá invertir el capital necesario para producir los nuevos artículos y servicios deseados.

Todos estos cambios sólo pueden hacerse gradualmente, y con el consentimiento de la mayoría de la población. Equivalen a una nueva forma de sistema económico, diferente del capitalismo actual, del capitalismo de Estado centralizado soviético, y de la burocracia sueca de seguridad social total.

Obviamente, desde el principio, las grandes compañías usarán su enorme poder para tratar de impedir estos cambios. Sólo el deseo abrumador de los ciudadanos de un consumo sano podrá vencer la resistencia de las empresas.

Una manera eficaz, de que los ciudadanos muestren el poder del consumidor es organizar un movimiento militante de consumidores que use como arma la amenaza de "una huelga de consumidores". Supongamos, por ejemplo, que el 20% de la población norteamericana que consume autos decidiera no comprarlos, por considerar que, en comparación con el excelente transporte público, el automóvil particular es económicamente un desperdido, ecológicamente venenoso, y psicológicamente dañoso, como una droga que crea un sentimiento artificial de poder aumenta la envidia y nos ayuda a huir de nuestro yo. Aunque sólo un economista podría determinar cuán importante sería esta amenaza económica para la industria automovilística (y, desde luego, para las compañías petroleras), es evidente que si ocurriera una huelga de consumidores, una economía nacional basada en la producción de automóviles se vería en graves problemas. Desde luego, nadie le desea esto a la economía norteamericana; pero esta amenaza, si resulta verosímil (por ejemplo, dejar de usar automóviles durante un mes), les ofrecería a los consumidores una poderosa palanca para introducir cambios en todo el sistema de producción.

La gran ventaja de una huelga de consumidores es que no requerirían una acción del gobierno, y sería difícil de combatir (a menos que el gobierno decidiera obligar a los ciudadanos a comprar lo que no desean), y no se necesitaría esperar a que se lograra el acuerdo del 51% de los ciudadanos para poner en vigor las medidas gubernamentales. En realidad, una minoría de 20% sería extremadamente eficaz para introducir cambios. La huelga de consumidores podría superar los lineamientos y los lemas políticos; conservadores, liberales y humanistas de "izquierda" podrían participar, ya que un estímulo podría unirlos a todos: el deseo de un consumo sano y humanista. Como primer paso para suspender la huelga de los consumidores, los líderes del movimiento de consumidores radical y humanista negociarían con la industria (y con el gobierno) para exigir cambios. Su método sería básicamente el mismo que el usado en las negociaciones para impedir una huelga de trabajadores o para terminarla.

Lo difícil de ello es hacer conscientes a los consumidores de que esto 1) sería una protesta parcialmente inconsciente contra el consumismo y 2) que tendrían gran poder potencial si se organizaran los consumidores humanistas. Este movimiento de consumidores sería la manifestación de una democracia genuina: los individuos se expresarían directamente y tratarían de cambiar el curso del desarrollo social, de una manera activa y no enajenada. Esto se basaría en la experiencia personal, y no en lemas políticos.

Pero ni siquiera un movimiento de consumidores eficaz bastará mientras el poder de las grandes compañías continúe siendo tan enorme como lo es hoy. Hasta el remanente de democracia que aún existe está condenado a rendirse al fascismo tecnocrático, a convertirse en una sociedad de autómatas bien alimentados que no piensan (el mismo tipo de sociedad que fue tan temido con el nombre de "comunismo"), a menos que se destruya el poder que tienen sobre el gobierno y la población las compañías gigantescas (que se vuelven cada día más fuertes) por medio del dominio de las ideas y por medio del lavado de cerebro.

Los Estados Unidos tienen una tradición de disminuir el poder de las empresas gigantescas, expresada en sus leyes antimonopolistas. Un poderoso movimiento de la opinión pública podría lograr que el espíritu de estas leyes se aplicara a las poderosas compañías existentes, para que éstas se dividieran en unidades más pequeñas.

Para lograr una sociedad basada en el modo de ser, todos sus miembros deben participar activamente en su funcionamiento económico y como ciudadanos. Por ello, nuestra liberación del modo de existencia de tener sólo es posible mediante la plena realización de una democracia que permita la participación en la política y en la industria.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA INDUSTRIA DEL HOLOCAUSTO . (EL GRAN CHANTAJE)

extraído del Periódico Jaque Mate
del Sitio Web Scribd
Una mayoría ignora que el holocausto es la base de la financiación de Israel y, por tanto, del conflicto que aqueja Oriente Medio.
Medalla Nazi Sionista acuñada por orden de Goebbels en 1933,
para conmemorar la expedición Nazi-Sionista a Palestina.
Un nuevo dato que hace preciso investigar a fondo las oscuras conexiones entre sionismo y III Reich
El holocausto es definido como un suceso único e irrepetible, sin parangón en la historia y que por ello ha de ser recordado de manera única para evitar que suceda de nuevo.
En principio, las organizaciones que representan familiares de las víctimas de la supuesta matanza, recibieron hasta el año 2000, en concepto de indemnización por parte del gobierno alemán, 60.000 millones de dólares. La realidad es que organizaciones como el Congreso Judío Americano, la logia masónica Bi’nai Brith y la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías contra Alemania se han ocupado de gestionar ese dinero.
El estado alemán regala abundante material militar a Israel que, complementado con las ingentes sumas que le regala EE.UU., constituyen gran parte de la riqueza israelí, basada en la extorsión y la especulación sobre un hecho histórico que diversos estudiosos, algunos encarcelados por ello, ponen en duda.
Entre ellos hay también judíos, como el norteamericano Norman Finkelstein, autor de La industria del holocausto.Este libro aclara, con todo lujo de citas, documentos y declaraciones, cómo los judíos sionistas vienen extorsionando a los alemanes desde 1952 obteniendo fondos así para armarse. La madre del autor del libro, Norman Finkelstein, que sobrevivió al gueto de Varsovia, sólo recibió 3.500 dólares, mientras que, como reconoce el propio autor, muchas personas que jamás habían estado encerrados en los campos, recibieron cientos de miles de dólares.
En una comparecencia parlamentaria de 23 de febrero del 2000, el gobierno alemán reconoció que sólo alrededor del 15% del dinero entregado a la Conferencia de Solicitudes Materiales llegó a las víctimas realmente. ¿A dónde fue ese dinero?
A través de las organizaciones citadas, acabó en el estado de Israel, que lo ha utilizado para armarse hasta los dientes y convertirse en el ejército más potente de la zona. Así pues, el holocausto es el culpable de las bombas que diariamente matan a palestinos y libaneses.
En España tenemos un ejemplo paradigmático: se demostró hace pocos años, que el presidente de la Asociación de Víctimas de Mauthausen, el español Enric Marco Batlló no vivió el holocausto. Un gran escándalo que se cerró con la boca pequeña, pese a que el citado Marco llegaba a llorar en muchos de los actos benéficos que organizaba. Desde su condición de judío, Finkelstein reconoce que el holocausto con mayúsculas como suceso histórico, único e irrepetible, empezó a gestarse a finales de los cincuenta-sesenta.
Hasta entonces, ni a los propios judíos les interesaba demasiado, y este hecho coincidió con la llegada de esos fondos. A ello contribuyeron tremendamente varios libros supuestamente autobiográficos, que se han demostrado falsos.
Tanto The Painted Bird, del exiliado polaco Jerzy Korsinsky (un relato de las andanzas de un niño por la Polonia rural) como Fragments, de Binjamin Wilkomirsky, basado en el anterior, son inventados, con el agravante de que el segundo fue galardonado con diversos premios de literatura judía, ni siquiera es hebreo.
Finkelstein argumenta que el holocausto con mayúscula fue una construcción ideológica para fundamentar el apoyo de Estados Unidos a Israel y, de paso, acallar al resto del mundo.
El reputado escritor israelí, Boas Evron, afirma:
“la conciencia del holocausto es en realidad un adoctrinamiento propagandístico oficial, una producción masiva de consignas y falsas visiones del mundo, cuyo verdadero objetivo no es en absoluto la comprensión del pasado sino la manipulación del presente”.
Esta manipulación se basa en su concepción de hecho irrepetible y sin parangón, a la manera de una religión mistérica.
Elie Wiesel afirma que el holocausto,
“es imposible de comprender ni de describir, y nunca será comprendido ni transmitido”.
Es de reseñar que la palabra holocausto aparece 219 veces en el Antiguo Testamento, y era el sacrificio “en principio de animales” que el pueblo judío realizaba a Jehová.
Esa singularidad del holocausto proporcionó al pueblo judío el estado de Israel pero ni siquiera existe unanimidad respecto a la existencia de ese pueblo.
El escritor judío Arthur Koestler refutó a mediados del siglo XX la existencia de un pueblo judío originario de Palestina al descubrir para el granpúblico el origen de los judíos askhenazis, que se establecieron en el Este de Europa (Alemania, Polonia, repúblicas bálticas, Rusia, Hungría, Ucrania, Georgia) y cuyo origen se remonta al pueblo khazar, original de la orilla del Mar Caspio, y que fue expulsado por las huestes de Gengis Khan.
En el siglo IX, teniendo que elegir entre el imperio islámico y el bizantino, su monarca decidió convertirse al judaísmo, arrastrando a su pueblo a esa religión. Esa es la explicación de que una gran parte delos israelitas tengan los ojos azules y la tez blanca, pues son de raza aria, como sus antecesores, los khazares.
Este mismo argumento ha sido refrendado por el historiador israelí, Shlomo Sand, quien afirma:
“El pueblo judío es una invención” en su bestseller Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío.
El holocausto ha dado al estado judío una coartada ante el resto de seres humanos, lo que, para Boas Evron,
“equivale a todas luces a cultivar deliberadamente la paranoia... Esta mentalidad perdona de antemano cualquier trato inhumano que se inflija a los no judíos, ya que la mitología dominante sostiene que todo el mundo colaboró con los nazis para destruir a la comunidad judía”.
El penúltimo capítulo de esta película que tanto afecta a la realidad que vivimos es el asunto del oro judío en las cuentas de Suiza.
Un día, las organizaciones sionistas empezaron a hablar de que muchos judíos depositaron en
bancos suizos su dinero y oro pero, a consecuencia de su desaparición, esas cuentas no fueron reclamadas por sus familiares.
Los sionistas (Elie Wiesel, Simon Wiesenthal y después, el Consejo de comunidades judías) se acercaron a los banqueros suizos y les dijeron que querían 20.000 millones de dólares, amenazándoles con una ola de demandas; no en vano el 40% de los despachos de abogados punteros de Nueva York, son judíos. [Curiosamente, Hitler no invadió Suiza, y eso que allí viven alemanes...].
Los banqueros suizos respondieron que lo máximo que podían hacer era realizar una auditoria y, después de soportar el acoso de los medios de comunicación mundiales, ofrecieron 600 millones, aunque el valor de las cuentas se situaba entre 170 y 269 millones de dólares.
Los sionistas les respondieron con argumentos pesados: los bancos norteamericanos controlados por judíos amenazaron con retirar sus fondos de pensiones de bancos suizos. Al final, después de varios años y 600 millones de dólares empleados para defenderse de la industria del holocausto, los banquerosconvinieron en pagar 1.250 millones.
El acuerdo iba encaminado a reparar a tres grupos de personas: reclamantes de cuentas inactivas domiciliadas en Suiza, aquellos a los que este país había negado asilo y víctimas del régimen de trabajo esclavista.
Para justificar el dinero que reclamaban, las organizaciones sionistas aumentaron enormemente la cifra tradicional de supervivientes del holocausto (100.000) con lo que, de paso, desmontaban el mito de que nadie salía vivo de allí y ¡acercaban las cifras a lo que mantenían los negacionistas del exterminio judío! Así, a finales del año2000, de acuerdo a las organizaciones judías, había el doble de supervivientes del holocausto que en 1945.
Cosas como éstas, son las que hicieron decir a la madre de Finkelstein:
“si todas las personas que dicen haber sobrevivido el holocausto, lo hicieron: ¿a quién mató Hitler?”.
Otros de los datos que quizás llamarán la atención es que en EE.UU. existen siete grandes museos del holocausto (ninguno sobre los genocidios de indios o negros que, al fin y al cabo, son de allí) y más de cuatrocientas cátedras universitarias sobre el tema, aparte de que el día del holocausto se celebra en todos los estados.
Actualmente, son muchos los países que encarcelan a los investigadores del holocausto que no aceptan la versión oficial de los hechos. La razón, según el disidente Ernst Zundel es que “el holocausto es la espada y el escudo del estado de Israel”.
Con él se defiende (compra armas gracias a las reparaciones alemanas) y con él ataca a quien ponga en duda la legitimidad del estado de Israel y su acción en Palestina.
El polémico - y falso - ‘Diario de Anna Frank’Estudiada en los colegios de medio mundo como la autobiografía de una niña judía recluida en su casa de Ámsterdam para evitar ser capturada por los nazis, la veracidad de El diario de Ana Frank se enfrenta a una serie de evidencias imposibles de rebatir.
En 1959, una publicación sueca pone en duda la veracidad del relato en una serie de artículos que serían reproducidos por la revista americana Economic Council Setter del 15 de abril de ese mismo año.
Unos años antes, el 2 de octubre de 1955, el diario New York Times hablaba de que en el diario original había “aproximadamente 150 inscripciones" propias de una jovencita (“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) con pocas referencias políticas. Sin embargo, el diario que se publicó contiene 293 páginas, plagadas de referencias políticas que presuponen un conocimiento de la historia impropio de una niña y con un estilo más propio de un adulto.
El propio padre de la niña, Otto Frank, reconoció que el relato que publicó se había filtrado previamente de las referencias criticas a la madre (propias de una niña) y que al menos tres personas lo habían corregido: la escritora judía Anneliese Schütz, Isa Cauven y, por fin y sobre todo, el periodista holandés Albert Cauven.
El propio semanario oficialista alemán, Der Spiegel, reconoció:
“el diario en su conjunto no es auténtico y aquello que ha hecho emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Anna Frank. En la edición, el diario ha sido transformado por numerosas manipulaciones...”
La investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el diario publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas),que proceden de cuatro diferentes fuentes:
cuatro del diario original, cinco de un libro de relatos, 69 de dos diarios, que la Dra. Hübner define como primera elaboración del Diario y99 procedentes de hojas sueltas, que la investigadora define como segunda elaboración del Diario.
La prueba definitiva de la falsedad del diario que contribuyó a crear el holocausto en el imaginario colectivo, es el pleito en el que se enzarzaron el escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Ana Frank, Otto, por los “derechos de autor de la obra, El diario de Ana Frank”.
El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”.
El pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la dramatización escenográfica y venta del diario. El juez era el también judío Samuel L. Coleman, quien dictaminó en la sentencia que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank”.
Entre la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción juris tantum de que el diario “es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir...”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película - del mismo título que la obra - aparecen también escenas escritas por él, no estaban contenidas en el diario original.
Pero no acaba aquí todo, la prueba definitiva de la falsedad del diario de Anna Frank es que en él había tinta de bolígrafo como lo determinaron unos expertos que acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original. Según estos, parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo–inventado en 1949 y cuya aparición en el mercado data como temprano de1951– algo imposible al haber fallecido Anne Frank de tifus en 1945.
Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso diario.
Ante ello, el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico y técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner.
El español Pedro Varela pasó cinco años en la cárcel por defender todas las evidencias expuestas.¿Cuántos murieron realmente?
La cifra de muertos en el holocausto ha ido variando a lo largo de las décadas. Durante mucho tiempo, se habló de un millón y, hasta hace poco, se cifraba en seis millones.
Coartada perfectaEl holocausto es la coartada perfecta para que Israel actúe impunemente,
tachando de antisemita a cualquier persona, estado o institución que ose criticar o plantar cara a sus innumerables agresiones
Poca gente sabe que los sionistas colaboraron con los nazis, así como que hubo muchos judíos en la cúpula militar nazi. La razón es que ambos tenían un objetivo común: un estado judío independiente; una nueva patria.
La Industria del Holocausto
Fuente: “Palestina Libre”
del Sitio Web MusulmanesAndaluces
Un autor judío norteamericano denuncia la explotación interesada del holocausto judío con fines políticos y económicos por parte de varias organizaciones sionistas
Recientemente ha sido publicado en EE.UU. un libro titulado The Holocaust Industry, donde se denuncia la explotación de la persecución de los judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El autor del libro, Norman G. Finkelstein, considera que extraer dinero en el nombre de las victimas judías del Holocausto, reduce su martirio a una especie de casino de Montecarlo.
Finkelstein es un judío, nacido en Brooklyn, Nueva York. Sus padres fueron los únicos miembros de la familia que sobrevivieron al guetto de Varsovia y a los campos nazis. Su interés en el holocausto judío es, pues, próximo. Filkelstein no oculta su indignación por el modo en el que el genocidio nazi ha sido explotado y convertido en una "industria". Finkelstein se muestra también indignado por el modo en que el holocausto,
"ha sido utilizado para justificar las criminales políticas de Israel y el apoyo de EE.UU. a tales políticas".
Es interesante comprobar como de ser "un tema tabú" para las elites judías norteamericanas hasta finales de los años cincuenta, la Solución Final se convirtió en una industria a mediados de los años sesenta cuando el holocausto nazi fue "descubierto" por dichas elites y convertido en el
Holocausto (con letra mayúscula).
En su libro, Finkelstein habla acerca de aquella notable transformación.En 1957, 12 años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, el sociólogo Nathan Glazer llevó a cabo una encuesta y averiguó que "la Solución Final nazi había tenido efectos poco notables en la vida interior de la comunidad judía norteamericana".Esta situación se mantuvo en 1961, cuando un simposio sobre conciencia judía ignoró completamente este tema. Las principales organizaciones judías se oponían en aquel entonces al recuerdo del holocausto nazi, ya que el hurgar en el pasado podía suponer complicaciones. En ese tiempo las elites judías de EE.UU. estaban intentando ganar influencia y poder dentro del sistema.
De este modo "se adhirieron estrechamente a la política oficial norteamericana".
Alemania Occidental era entonces un estrecho aliado de EE.UU. en guerra fría y el liderazgo judío norteamericano escogió olvidar el holocausto. Mas aún, el Congreso Mundial Judío y la Liga Anti-difamación ayudaron a contener la "ola anti-alemana" que imperaba entre los judíos norteamericanos.
Así, aunque una minoría de judíos de izquierda hablaban acerca de la persecución nazi, las principales organizaciones judías ignoraron estas afirmaciones, que eran consideradas "propias de la causa comunista", y buscaron distanciarse de ellas. Por el contrario, estas organizaciones dirigieron sus criticas contra Rusia y denunciaron el "tradicional antisemitismo ruso".
Los lideres judíos deseaban congraciarse con la política oficial estadounidense y probar que eran norteamericanos leales y anticomunistas.Durante la crisis de Suez de 1956, cuando el entonces presidente Eisenhower obligo a Israel a retirarse del Sinaí,
"la actitud de los lideres judíos de EE.UU. fue la de aconsejar a Israel que se plegara a los deseos de Eisenhower".
EE.UU. era el líder y los judíos norteamericanos sus leales seguidores.Todo comenzó a cambiar tras la guerra de junio de 1967. Impresionado por la victoria Israelí "EE.UU. decidió incorporar a Israel a su esquema estratégico". De repente, los judíos norteamericanos "descubrieron a Israel" y "recordaron el holocausto".
La industria que surgió en junio de 1967 creció tras la guerra de Octubre de 1973, no solo a causa del revés Israelí, sino también por la certidumbre de que la devolución de las tierras egipcias capturadas en 1967 no podría ser evitada.
"El poder judío en EE.UU. alcanzo su punto mas álgido en aquellos años", según Filkenstein.
El novelista judío norteamericano Philip Roth afirmo entonces que los niños judíos no heredaban,
"un cuerpo de leyes, un idioma o una religión", sino "un estado psicológico que podía resumirse en una frase: los judíos son mejores".
Para estos "mejores" judíos, el Holocausto sirvió como una excusa para "deslegitimar cualquier critica contra los judíos" y para "respaldar la pretensión de los judíos de ser un pueblo elegido". Una vez que esto se logro, la industria del Holocaustocomenzó a buscar fines económicos y a recaudar dinero.
¿Como se logro hacer esto? Los suizos fueron "puestos de rodillas" mediante "una desvergonzada campana de vilipendio".
Después le tocó el turno a Alemania. Las empresas privadas alemanas hicieron frente a varias acciones legales en agosto de 1998 y hacia finales de ese año, los alemanes habían accedido a constituir un fondo de 5.100 millones de dólares Para atender a las demandas de los "trabajadores esclavos" de la era nazi. Las empresas alemanas decidieron capitular tras comprobar "cuan irresistible podía ser una pretensión que utilizara el Holocausto como fundamento".
La industria del Holocausto tiene en la actualidad en su punto de mira a otros países como Austria u otros del antigua bloque soviético (que dicho sea de paso fueron también victimas de la agresión nazi). Los responsables políticos polacos temen que una reclamación de este tipo "podría poner al país en una situación de bancarrota”.¿Quien es un "superviviente del Holocausto"?
Definidos como "aquellos que sufrieron el trauma de los guetos judíos , los campos de concentración y los campos de mano de obra esclava" el numero do judíos que sobrevivieron a la guerra fue calculado en unos 100.000. Sin embargo, dado que el gobierno alemán pagaba dinero a los supervivientes, "muchos judíos fabricaron un pasado falso" para recibir el dinero, según Filkenstein.
Stuart Eizenstat, jefe de la delegación norteamericana en las negociaciones sobre el trabajo esclavo en Alemania, en mayo de 1999, señalo el numero de judíos y no judíos supervivientes era de "unos 70.000 a 90.000 personas". Sin embargo, según la oficina del primer ministro Israelí, "el numero de superviviente vivos del Holocausto se acerca al millón". La definición ha sido ahora extendida para incluir también a "los que lograron huir de los nazis".
Así por ejemplo, mas de 100.000 judíos polacos que se refugiaron en la Unión Soviética, podrían incluirse aquí.Estas cifras "revisadas" son útiles por dos razones. Por un lado, suponen "nuevas reclamaciones masivas en demanda de reparaciones". Además, Filkenstein dice en su libro que esto permite a las organizaciones encargadas de la restitución conservar e invertir los fondos obtenidos, ya que la gran mayoría de "supervivientes" es irreal.
La ironía de esto es que las cifras de supervivientes del holocausto crece sin cesar en lugar de disminuir.
"Una forma de negar el holocausto", en palabras de Filkenstein.
Si el método de recolección de fondos fue bastante vulgar, no menos escandalosa fue la distribución de los fondos obtenidos. Filkenstein da varios ejemplos de ello. En diciembre de 1999, dos años después de que los suizos accedieran a la entrega de 1.250 millones de dólares, menos de la mitad de los 200 millones del Fondo Especial para las Victimas Necesitadas del Holocausto, establecido en febrero de 1997, había sido distribuido entre las victimas.Y mientras unos 7.000 millones de dólares destinados a las compensaciones permanecían en poder del Congreso Mundial Judío, la Conferencia de Reclamaciones estaba pidiendo que una gran parte del dinero fuera apartada para su propio "fondo especial".Por otro lado, el Rabino Israel Singer de la Organización de Restitución Mundial Judía se opuso a entregar cantidad alguna a los supervivientes del holocausto y, en su lugar, propuso que el dinero de las compensaciones fuera destinado a,
"paliar las necesidades de todo el pueblo judío, y no las de aquellos judíos que fueron lo bastante afortunados para sobrevivir al Holocausto y vivir hasta una edad avanzada" (!).
El Congreso Mundial Judío quiere que casi la mitad del dinero entregado como compensación por los suizos sea reservado para las organizaciones judías y la "educación en el Holocausto".El Centro Simón Weisenthal dice que si se da dinero a,
"algunas organizaciones judías que sean merecedoras de ello", una parte de él "debería ir a los centros educativos judíos".
Del mismo modo, las organizaciones reformistas y ortodoxas (dos ramas del judaísmo) afirman que,
"los millones de judíos muertos habrían preferido que su rama del judaísmo fuera la beneficiaria financiera" .
Además, el personal de estas organizaciones. las celebridades implicadas y los abogados están haciendo su propio agosto con estos temas. Así por ejemplo, el secretario ejecutivo de la Conferencia de Reclamaciones, Saul Kagan, recibe un salario anual de 105.000 dólares (unos 19 millones de pesetas).
El antiguo senador por Nueva York (y uno de los autores de la ley que penaliza las inversiones extranjeras en Irán y Libia), Alfonse D'Amato, que participó en las demandas contra bancos alemanes y austriacos, recibió pluses de 350 dólares por hora. En los primeros seis meses estos ingresos ascendieron a 103.000 dólares.El antiguo secretario de Estado en la época del presidente George Bush, Lawrence Eagleburger, que preside en la actualidad la Comisión Internacional de Reclamaciones por el Holocausto, recibe un salario anual de 300.000 dólares (unos 54 millones de pesetas).El autor y Premio Nóbel Elie Wiesel recibe unos 25.000 dólares (unos 4, 5 millones de pesetas) por pronunciar conferencias acerca del Holocausto. Lo que el dice acerca del Holocausto es, sin embargo, mas interesante que sus ingresos.
Según él, el Holocausto es un "misterio".
Se sitúa,
•"fuera, sino mas allá de la Historia"
•"desafía el conocimiento y la descripción"
•"no puede ser explicado ni visualizado"
•"no puede ser comprendido ni transmitido"
•"marca una destrucción de la historia"
•"una mutación a escala cósmica"
En resumen, "no es comunicable": "no podemos ni siquiera hablar acerca de el". De este modo habla Elie Wiesel acerca del Holocausto.No es sorprendente, pues, que el miembro de la Knesset israelí, Michael Kleiner llamara a la Conferencia de Reclamaciones,
"una organización deshonesta, que se conduce con secreto profesional y manchada por la corrupción moral".
"Es un cuerpo de oscuridad", añadió, "que esta maltratando a los supervivientes del Holocausto judío y a sus herederos, mientras que se asienta sobre una enorme cantidad de dinero que pertenece a individuos privados. Sin embargo, esta haciendo todo para heredar el dinero aunque ellos están todavía vivos".
El holocausto judío ha producido un considerable impacto en EE.UU..
Hasta mediados de los años sesenta el holocausto judío apenas era mencionado en este país, pero hoy muchos más norteamericanos han oído hablar del holocausto que de Pearl Harbor o el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima o Nagasaki. Las universidades tienen cátedras para el estudio del Holocausto y 17 estados requieren o recomiendan que las escuelas desarrollen programas sobre él.The New York Times raramente deja pasar un día sin publicar alguna historia relacionada con el Holocausto y el numero de estudios referidos a este tema se estiman en mas de 10.000. Filkenstein contrasta esto con la muerte de 10 millones de congoleños que perecieron entre los años 1891 y 1911 a manos de los colonialistas europeos, que deseaban apoderarse de los recursos de marfil y caucho del Congo. El primer estudio acerca de este holocausto congoleño
apareció solo en 1998 y no recibió un gran eco informativo.Mas contradicciones: Pocos presidentes norteamericanos dejan de mencionar la maldad que supuso el Holocausto judío. Sin embargo, ellos olvidan su propio pasado de genocidios contra los pueblos de Guatemala, Vietnam o Irak, por poner solo algunos ejemplos.
Cuando se le preguntó a la ex-secretaria de Estado Madeleine Albright acerca del sufrimiento del pueblo de Irak a causa de las sanciones, ella manifestó que "la elección era dura, pero el precio merecía la pena" con el fin de conseguir sus objetivo.Del mismo modo, el presidente Jimmy Carter invocó el Holocausto cuando se refirió al llamado boat People de Vietnam (es decir aquellos vietnamitas que abandonaron Vietnam en barco para huir del régimen comunista), pero olvidó mencionar al Holocausto para hablar del boat people haitiano, que huía de los escuadrones de la muerte de su país.El impacto mas significativo del holocausto nazi ha sido, sin embargo, la cuestión Palestina. Los sionistas norteamericanos han explotado la persecución nazi contra los judíos pare acallar
extraído del Periódico Jaque Mate
del Sitio Web Scribd
Una mayoría ignora que el holocausto es la base de la financiación de Israel y, por tanto, del conflicto que aqueja Oriente Medio.
Medalla Nazi Sionista acuñada por orden de Goebbels en 1933,
para conmemorar la expedición Nazi-Sionista a Palestina.
Un nuevo dato que hace preciso investigar a fondo las oscuras conexiones entre sionismo y III Reich
El holocausto es definido como un suceso único e irrepetible, sin parangón en la historia y que por ello ha de ser recordado de manera única para evitar que suceda de nuevo.
En principio, las organizaciones que representan familiares de las víctimas de la supuesta matanza, recibieron hasta el año 2000, en concepto de indemnización por parte del gobierno alemán, 60.000 millones de dólares. La realidad es que organizaciones como el Congreso Judío Americano, la logia masónica Bi’nai Brith y la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías contra Alemania se han ocupado de gestionar ese dinero.
El estado alemán regala abundante material militar a Israel que, complementado con las ingentes sumas que le regala EE.UU., constituyen gran parte de la riqueza israelí, basada en la extorsión y la especulación sobre un hecho histórico que diversos estudiosos, algunos encarcelados por ello, ponen en duda.
Entre ellos hay también judíos, como el norteamericano Norman Finkelstein, autor de La industria del holocausto.
Este libro aclara, con todo lujo de citas, documentos y declaraciones, cómo los judíos sionistas vienen extorsionando a los alemanes desde 1952 obteniendo fondos así para armarse. La madre del autor del libro, Norman Finkelstein, que sobrevivió al gueto de Varsovia, sólo recibió 3.500 dólares, mientras que, como reconoce el propio autor, muchas personas que jamás habían estado encerrados en los campos, recibieron cientos de miles de dólares.
En una comparecencia parlamentaria de 23 de febrero del 2000, el gobierno alemán reconoció
que sólo alrededor del 15% del dinero entregado a la Conferencia de Solicitudes Materiales llegó a las víctimas realmente. ¿A dónde fue ese dinero?
A través de las organizaciones citadas, acabó en el estado de Israel, que lo ha utilizado para armarse hasta los dientes y convertirse en el ejército más potente de la zona. Así pues, el holocausto es el culpable de las bombas que diariamente matan a palestinos y libaneses.
En España tenemos un ejemplo paradigmático: se demostró hace pocos años, que el presidente de la Asociación de Víctimas de Mauthausen, el español Enric Marco Batlló no vivió el holocausto. Un gran escándalo que se cerró con la boca pequeña, pese a que el citado Marco llegaba a llorar en muchos de los actos benéficos que organizaba. Desde su condición de judío, Finkelstein reconoce que el holocausto con mayúsculas como suceso histórico, único e irrepetible, empezó a gestarse a finales de los cincuenta-sesenta.
Hasta entonces, ni a los propios judíos les interesaba demasiado, y este hecho coincidió con la llegada de esos fondos. A ello contribuyeron tremendamente varios libros supuestamente autobiográficos, que se han demostrado falsos.
Tanto The Painted Bird, del exiliado polaco Jerzy Korsinsky (un relato de las andanzas de un niño por la Polonia rural) como Fragments, de Binjamin Wilkomirsky, basado en el anterior, son inventados, con el agravante de que el segundo fue galardonado con diversos premios de literatura judía, ni siquiera es hebreo.
Finkelstein argumenta que el holocausto con mayúscula fue una construcción ideológica para fundamentar el apoyo de Estados Unidos a Israel y, de paso, acallar al resto del mundo.
El reputado escritor israelí, Boas Evron, afirma:
“la conciencia del holocausto es en realidad un adoctrinamiento propagandístico oficial, una producción masiva de consignas y falsas visiones del mundo, cuyo verdadero objetivo no es en absoluto la comprensión del pasado sino la manipulación del presente”.
Esta manipulación se basa en su concepción de hecho irrepetible y sin parangón, a la manera de una religión mistérica.
Elie Wiesel afirma que el holocausto,
“es imposible de comprender ni de describir, y nunca será comprendido ni transmitido”.
Es de reseñar que la palabra holocausto aparece 219 veces en el Antiguo Testamento, y era el sacrificio “en principio de animales” que el pueblo judío realizaba a Jehová.
Esa singularidad del holocausto proporcionó al pueblo judío el estado de Israel pero ni siquiera existe unanimidad respecto a la existencia de ese pueblo.
El escritor judío Arthur Koestler refutó a mediados del siglo XX la existencia de un pueblo judío originario de Palestina al descubrir para el gran
público el origen de los judíos askhenazis, que se establecieron en el Este de Europa (Alemania, Polonia, repúblicas bálticas, Rusia, Hungría, Ucrania, Georgia) y cuyo origen se remonta al pueblo khazar, original de la orilla del Mar Caspio, y que fue expulsado por las huestes de Gengis Khan.
En el siglo IX, teniendo que elegir entre el imperio islámico y el bizantino, su monarca decidió convertirse al judaísmo, arrastrando a su pueblo a esa religión. Esa es la explicación de que una gran parte delos israelitas tengan los ojos azules y la tez blanca, pues son de raza aria, como sus antecesores, los khazares.
Este mismo argumento ha sido refrendado por el historiador israelí, Shlomo Sand, quien afirma:
“El pueblo judío es una invención” en su bestseller Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío.
El holocausto ha dado al estado judío una coartada ante el resto de seres humanos, lo que, para Boas Evron,
“equivale a todas luces a cultivar deliberadamente la paranoia... Esta mentalidad perdona de antemano cualquier trato inhumano que se inflija a los no judíos, ya que la mitología dominante sostiene que todo el mundo colaboró con los nazis para destruir a la comunidad judía”.
El penúltimo capítulo de esta película que tanto afecta a la realidad que vivimos es el asunto del oro judío en las cuentas de Suiza.
Un día, las organizaciones sionistas empezaron a hablar de que muchos judíos depositaron en bancos suizos su dinero y oro pero, a consecuencia de su desaparición, esas cuentas no fueron reclamadas por sus familiares.
Los sionistas (Elie Wiesel, Simon Wiesenthal y después, el Consejo de comunidades judías) se acercaron a los banqueros suizos y les dijeron que querían 20.000 millones de dólares, amenazándoles con una ola de demandas; no en vano el 40% de los despachos de abogados punteros de Nueva York, son judíos. [Curiosamente, Hitler no invadió Suiza, y eso que allí viven alemanes...].
Los banqueros suizos respondieron que lo máximo que podían hacer era realizar una auditoria y, después de soportar el acoso de los medios de comunicación mundiales, ofrecieron 600 millones, aunque el valor de las cuentas se situaba entre 170 y 269 millones de dólares.
Los sionistas les respondieron con argumentos pesados: los bancos norteamericanos controlados por judíos amenazaron con retirar sus fondos de pensiones de bancos suizos. Al final, después de varios años y 600 millones de dólares empleados para defenderse de la industria del holocausto, los banqueros
convinieron en pagar 1.250 millones.
El acuerdo iba encaminado a reparar a tres grupos de personas: reclamantes de cuentas inactivas domiciliadas en Suiza, aquellos a los que este país había negado asilo y víctimas del régimen de trabajo esclavista.
Para justificar el dinero que reclamaban, las organizaciones sionistas aumentaron enormemente la cifra tradicional de supervivientes del holocausto (100.000) con lo que, de paso, desmontaban el mito de que nadie salía vivo de allí y ¡acercaban las cifras a lo que mantenían los negacionistas del exterminio judío! Así, a finales del año2000, de acuerdo a las organizaciones judías, había el doble de supervivientes del holocausto que en 1945.
Cosas como éstas, son las que hicieron decir a la madre de Finkelstein:
“si todas las personas que dicen haber sobrevivido el holocausto, lo hicieron: ¿a quién mató Hitler?”.
Otros de los datos que quizás llamarán la atención es que en EE.UU. existen siete grandes museos del holocausto (ninguno sobre los genocidios de indios o negros que, al fin y al cabo, son de allí) y más de cuatrocientas cátedras universitarias sobre el tema, aparte de que el día del holocausto se celebra en todos los estados.
Actualmente, son muchos los países que encarcelan a los investigadores del holocausto que no aceptan la versión oficial de los hechos. La razón, según el disidente Ernst Zundel es que “el holocausto es la espada y el escudo del estado de Israel”.
Con él se defiende (compra armas gracias a las reparaciones alemanas) y con él ataca a quien ponga en duda la legitimidad del estado de Israel y su acción en Palestina.
El polémico - y falso - ‘Diario de Anna Frank’
Estudiada en los colegios de medio mundo como la autobiografía de una niña judía recluida en su casa de Ámsterdam para evitar ser capturada por los nazis, la veracidad de El diario de Ana Frank se enfrenta a una serie de evidencias imposibles de rebatir.
En 1959, una publicación sueca pone en duda la veracidad del relato en una serie de artículos que serían reproducidos por la revista americana Economic Council Setter del 15 de abril de ese mismo año.
Unos años antes, el 2 de octubre de 1955, el diario New York Times hablaba de que en el diario
original había “aproximadamente 150 inscripciones" propias de una jovencita (“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) con pocas referencias políticas. Sin embargo, el diario que se publicó contiene 293 páginas, plagadas de referencias políticas que presuponen un conocimiento de la historia impropio de una niña y con un estilo más propio de un adulto.
El propio padre de la niña, Otto Frank, reconoció que el relato que publicó se había filtrado previamente de las referencias criticas a la madre (propias de una niña) y que al menos tres personas lo habían corregido: la escritora judía Anneliese Schütz, Isa Cauven y, por fin y sobre todo, el periodista holandés Albert Cauven.
El propio semanario oficialista alemán, Der Spiegel, reconoció:
“el diario en su conjunto no es auténtico y aquello que ha hecho emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Anna Frank. En la edición, el diario ha sido transformado por numerosas manipulaciones...”
La investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el diario publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas),que proceden de cuatro diferentes fuentes:
cuatro del diario original, cinco de un libro de relatos, 69 de dos diarios, que la Dra. Hübner define como primera elaboración del Diario y99 procedentes de hojas sueltas, que la investigadora define como segunda elaboración del Diario.
La prueba definitiva de la falsedad del diario que contribuyó a crear el holocausto en el imaginario colectivo, es el pleito en el que se enzarzaron el escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Ana Frank, Otto, por los “derechos de autor de la obra, El diario de Ana Frank”.
El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”.
El pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la dramatización escenográfica y venta del diario. El juez era el también judío Samuel L. Coleman, quien dictaminó en la sentencia que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank”.
Entre la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción juris tantum de que el diario “es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir...”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película - del mismo título que la obra - aparecen también escenas escritas por él, no estaban contenidas en el diario original.
Pero no acaba aquí todo, la prueba definitiva de la falsedad del diario de Anna Frank es que en él había tinta de bolígrafo como lo determinaron unos expertos que acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original. Según estos, parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo–inventado en 1949 y cuya aparición en el mercado data como temprano de1951– algo imposible al haber fallecido Anne Frank de tifus en 1945.
Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso diario.
Ante ello, el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico y técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner.
El español Pedro Varela pasó cinco años en la cárcel por defender todas las evidencias expuestas.
¿Cuántos murieron realmente?
La cifra de muertos en el holocausto ha ido variando a lo largo de las décadas. Durante mucho tiempo, se habló de un millón y, hasta hace poco, se cifraba en seis millones.
Coartada perfecta
El holocausto es la coartada perfecta para que Israel actúe impunemente,
tachando de antisemita a cualquier persona, estado o institución que ose criticar o plantar cara a sus innumerables agresiones
Poca gente sabe que los sionistas colaboraron con los nazis, así como que hubo muchos judíos en la cúpula militar nazi. La razón es que ambos tenían un objetivo común: un estado judío independiente; una nueva patria.
La Industria del Holocausto
Fuente: “Palestina Libre”
del Sitio Web MusulmanesAndaluces
Un autor judío norteamericano denuncia la explotación interesada del holocausto judío con fines políticos y económicos por parte de varias organizaciones sionistas
Recientemente ha sido publicado en EE.UU. un libro titulado The Holocaust Industry, donde se denuncia la explotación de la persecución de los judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El autor del libro, Norman G. Finkelstein, considera que extraer dinero en el nombre de las victimas judías del Holocausto, reduce su martirio a una especie de casino de Montecarlo.
Finkelstein es un judío, nacido en Brooklyn, Nueva York. Sus padres fueron los únicos miembros de la familia que sobrevivieron al guetto de Varsovia y a los campos nazis. Su interés en el holocausto judío es, pues, próximo. Filkelstein no oculta su indignación por el modo en el que el genocidio nazi ha sido explotado y convertido en una "industria".
Finkelstein se muestra también indignado por el modo en que el holocausto,
"ha sido utilizado para justificar las criminales políticas de Israel y el apoyo de EE.UU. a tales políticas".
Es interesante comprobar como de ser "un tema tabú" para las elites judías norteamericanas hasta finales de los años cincuenta, la Solución Final se convirtió en una industria a mediados de los años sesenta cuando el holocausto nazi fue "descubierto" por dichas elites y convertido en el Holocausto (con letra mayúscula).
En su libro, Finkelstein habla acerca de aquella notable transformación.
En 1957, 12 años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, el sociólogo Nathan Glazer llevó a cabo una encuesta y averiguó que "la Solución Final nazi había tenido efectos poco notables en la vida interior de la comunidad judía norteamericana".
Esta situación se mantuvo en 1961, cuando un simposio sobre conciencia judía ignoró completamente este tema. Las principales organizaciones judías se oponían en aquel entonces al recuerdo del holocausto nazi, ya que el hurgar en el pasado podía suponer complicaciones. En ese tiempo las elites judías de EE.UU. estaban intentando ganar influencia y poder dentro del sistema.
De este modo "se adhirieron estrechamente a la política oficial norteamericana".
Alemania Occidental era entonces un estrecho aliado de EE.UU. en guerra fría y el liderazgo judío norteamericano escogió olvidar el holocausto. Mas aún, el Congreso Mundial Judío y la Liga Anti-difamación ayudaron a contener la "ola anti-alemana" que imperaba entre los judíos norteamericanos.
Así, aunque una minoría de judíos de izquierda hablaban acerca de la persecución nazi, las principales organizaciones judías ignoraron estas afirmaciones, que eran consideradas "propias de la causa comunista", y buscaron distanciarse de ellas. Por el contrario, estas organizaciones dirigieron sus criticas contra Rusia y denunciaron el "tradicional antisemitismo ruso".
Los lideres judíos deseaban congraciarse con la política oficial estadounidense y probar que eran norteamericanos leales y anticomunistas.
Durante la crisis de Suez de 1956, cuando el entonces presidente Eisenhower obligo a Israel a retirarse del Sinaí,
"la actitud de los lideres judíos de EE.UU. fue la de aconsejar a Israel que se plegara a los deseos de Eisenhower".
EE.UU. era el líder y los judíos norteamericanos sus leales seguidores.
Todo comenzó a cambiar tras la guerra de junio de 1967. Impresionado por la victoria Israelí "EE.UU. decidió incorporar a Israel a su esquema estratégico". De repente, los judíos norteamericanos "descubrieron a Israel" y "recordaron el holocausto".
La industria que surgió en junio de 1967 creció tras la guerra de Octubre de 1973, no solo a causa del revés Israelí, sino también por la certidumbre de que la devolución de las tierras egipcias capturadas en 1967 no podría ser evitada.
"El poder judío en EE.UU. alcanzo su punto mas álgido en aquellos años", según Filkenstein.
El novelista judío norteamericano Philip Roth afirmo entonces que los niños judíos no heredaban,
"un cuerpo de leyes, un idioma o una religión", sino "un estado psicológico que podía resumirse en una frase: los judíos son mejores".
Para estos "mejores" judíos, el Holocausto sirvió como una excusa para "deslegitimar cualquier critica contra los judíos" y para "respaldar la pretensión de los judíos de ser un pueblo elegido". Una vez que esto se logro, la industria del Holocausto comenzó a buscar fines económicos y a recaudar dinero.
¿Como se logro hacer esto? Los suizos fueron "puestos de rodillas" mediante "una desvergonzada campana de vilipendio".
Después le tocó el turno a Alemania. Las empresas privadas alemanas hicieron frente a varias acciones legales en agosto de 1998 y hacia finales de ese año, los alemanes habían accedido a constituir un fondo de 5.100 millones de dólares Para atender a las demandas de los "trabajadores
esclavos" de la era nazi. Las empresas alemanas decidieron capitular tras comprobar "cuan irresistible podía ser una pretensión que utilizara el Holocausto como fundamento".
La industria del Holocausto tiene en la actualidad en su punto de mira a otros países como Austria u otros del antigua bloque soviético (que dicho sea de paso fueron también victimas de la agresión nazi). Los responsables políticos polacos temen que una reclamación de este tipo "podría poner al país en una situación de bancarrota”.
¿Quien es un "superviviente del Holocausto"?
Definidos como "aquellos que sufrieron el trauma de los guetos judíos , los campos de concentración y los campos de mano de obra esclava" el numero do judíos que sobrevivieron a la guerra fue calculado en unos 100.000. Sin embargo, dado que el gobierno alemán pagaba dinero a los supervivientes, "muchos judíos fabricaron un pasado falso" para recibir el dinero, según Filkenstein.
Stuart Eizenstat, jefe de la delegación norteamericana en las negociaciones sobre el trabajo esclavo en Alemania, en mayo de 1999, señalo el numero de judíos y no judíos supervivientes era de "unos 70.000 a 90.000 personas". Sin embargo, según la oficina del primer ministro Israelí, "el numero de superviviente vivos del Holocausto se acerca al millón". La definición ha sido ahora extendida para incluir también a "los que lograron huir de los nazis".
Así por ejemplo, mas de 100.000 judíos polacos que se refugiaron en la Unión Soviética, podrían incluirse aquí.
Estas cifras "revisadas" son útiles por dos razones. Por un lado, suponen "nuevas reclamaciones masivas en demanda de reparaciones". Además, Filkenstein dice en su libro que esto permite a las organizaciones encargadas de la restitución conservar e invertir los fondos obtenidos, ya que la gran mayoría de "supervivientes" es irreal.
La ironía de esto es que las cifras de supervivientes del holocausto crece sin cesar en lugar de disminuir.
"Una forma de negar el holocausto", en palabras de Filkenstein.
Si el método de recolección de fondos fue bastante vulgar, no menos escandalosa fue la distribución de los fondos obtenidos. Filkenstein da varios ejemplos de ello. En diciembre de 1999, dos años después de que los suizos accedieran a la entrega de 1.250 millones de dólares, menos de la mitad de los 200 millones del Fondo Especial para las Victimas Necesitadas del Holocausto, establecido en febrero de 1997, había sido distribuido entre las victimas.
Y mientras unos 7.000 millones de dólares destinados a las compensaciones permanecían en poder del Congreso Mundial Judío, la Conferencia de Reclamaciones estaba pidiendo que una gran parte del dinero fuera apartada para su propio "fondo especial".
Por otro lado, el Rabino Israel Singer de la Organización de Restitución Mundial Judía se opuso a entregar cantidad alguna a los supervivientes del holocausto y, en su lugar, propuso que el dinero de las compensaciones fuera destinado a,
"paliar las necesidades de todo el pueblo judío, y no las de aquellos judíos que fueron lo bastante afortunados para sobrevivir al Holocausto y vivir hasta una edad avanzada" (!).
El Congreso Mundial Judío quiere que casi la mitad del dinero entregado como compensación por los suizos sea reservado para las organizaciones judías y la "educación en el Holocausto".
El Centro Simón Weisenthal dice que si se da dinero a,
"algunas organizaciones judías que sean merecedoras de ello", una parte de él "debería ir a los centros educativos judíos".
Del mismo modo, las organizaciones reformistas y ortodoxas (dos ramas del judaísmo) afirman que,
"los millones de judíos muertos habrían preferido que su rama del judaísmo fuera la beneficiaria
financiera" .
Además, el personal de estas organizaciones. las celebridades implicadas y los abogados están haciendo su propio agosto con estos temas. Así por ejemplo, el secretario ejecutivo de la Conferencia de Reclamaciones, Saul Kagan, recibe un salario anual de 105.000 dólares (unos 19 millones de pesetas).
El antiguo senador por Nueva York (y uno de los autores de la ley que penaliza las inversiones extranjeras en Irán y Libia), Alfonse D'Amato, que participó en las demandas contra bancos alemanes y austriacos, recibió pluses de 350 dólares por hora. En los primeros seis meses estos ingresos ascendieron a 103.000 dólares.
El antiguo secretario de Estado en la época del presidente George Bush, Lawrence Eagleburger, que preside en la actualidad la Comisión Internacional de Reclamaciones por el Holocausto, recibe un salario anual de 300.000 dólares (unos 54 millones de pesetas).
El autor y Premio Nóbel Elie Wiesel recibe unos 25.000 dólares (unos 4, 5 millones de pesetas) por pronunciar conferencias acerca del Holocausto. Lo que el dice acerca del Holocausto es, sin embargo, mas interesante que sus ingresos.
Según él, el Holocausto es un "misterio".
Se sitúa,
"fuera, sino mas allá de la Historia"
"desafía el conocimiento y la descripción"
"no puede ser explicado ni visualizado"
"no puede ser comprendido ni transmitido"
"marca una destrucción de la historia"
"una mutación a escala cósmica"
En resumen, "no es comunicable": "no podemos ni siquiera hablar acerca de el". De este modo habla Elie Wiesel acerca del Holocausto.
No es sorprendente, pues, que el miembro de la Knesset israelí, Michael Kleiner llamara a la Conferencia de Reclamaciones,
"una organización deshonesta, que se conduce con secreto profesional y manchada por la corrupción moral".
"Es un cuerpo de oscuridad", añadió, "que esta maltratando a los supervivientes del Holocausto judío y a sus herederos, mientras que se asienta sobre una enorme cantidad de dinero que pertenece a individuos privados. Sin embargo, esta haciendo todo para heredar el dinero aunque ellos están todavía vivos".
El holocausto judío ha producido un considerable impacto en EE.UU..
Hasta mediados de los años sesenta el holocausto judío apenas era mencionado en este país, pero hoy muchos más norteamericanos han oído hablar del holocausto que de Pearl Harbor o el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima o Nagasaki. Las universidades tienen cátedras para el estudio del Holocausto y 17 estados requieren o recomiendan que las escuelas desarrollen programas sobre él.
The New York Times raramente deja pasar un día sin publicar alguna historia relacionada con el Holocausto y el numero de estudios referidos a este tema se estiman en mas de 10.000. Filkenstein contrasta esto con la muerte de 10 millones de congoleños que perecieron entre los años 1891 y 1911 a manos de los colonialistas europeos, que deseaban apoderarse de los recursos de marfil y caucho del Congo. El primer estudio acerca de este holocausto congoleño apareció solo en 1998 y no recibió un gran eco informativo.
Mas contradicciones: Pocos presidentes norteamericanos dejan de mencionar la maldad que supuso el Holocausto judío. Sin embargo, ellos olvidan su propio pasado de genocidios contra los pueblos de Guatemala, Vietnam o Irak, por poner solo algunos ejemplos.
Cuando se le preguntó a la ex-secretaria de Estado Madeleine Albright acerca del sufrimiento del
pueblo de Irak a causa de las sanciones, ella manifestó que "la elección era dura, pero el precio merecía la pena" con el fin de conseguir sus objetivo.
Del mismo modo, el presidente Jimmy Carter invocó el Holocausto cuando se refirió al llamado boat People de Vietnam (es decir aquellos vietnamitas que abandonaron Vietnam en barco para huir del régimen comunista), pero olvidó mencionar al Holocausto para hablar del boat people haitiano, que huía de los escuadrones de la muerte de su país.
El impacto mas significativo del holocausto nazi ha sido, sin embargo, la cuestión Palestina. Los sionistas norteamericanos han explotado la persecución nazi contra los judíos pare acallar cualquier critica contra Israel y sus políticas moralmente indefendibles. Esta tesis pro-israelí ha calado en las elites norteamericanas.
Esta alianza entre esta elite y lo, judíos sionistas se debe más al oportunismo que al altruismo.
Finkelstein cree que,
"cuando estas elites decidan que Israel es una carga onerosa o que los judíos estadounidenses ya no son necesarios para sus intereses, el lazo se romperá".
“Si Israel perdiera el favor de EE.UU., muchas de estos lideres (judíos) qué ahora defienden tenazmente a Israel denunciarían públicamente al Estado Israelí y a los judíos norteamericanos por haber convertido a Israel en una religión.
Y si las elites norteamericanas decidieran atacar a los judíos norteamericanos por convertir a Israel en una religión, no deberíamos sorprendernos si los lideres judíos de este país actuaran exactamente coma hicieron sus predecesores durante el holocausto nazi", señala Filkenstein.
El menciona en concreto a Yithak Zuckerman, uno de los organizadores de la insurrección del gueto de Varsovia en 1943, que afirmó:
"Los judíos llevan a los judíos a la muerte".
Filkenstein afirma pretender,
"restaurar el holocausto nazi como un tema racional de investigación", puesto que "solo así será posible aprender de él".
En lo que se refiere a los fallecidos, el más noble gesto seria, según el autor,
"preservar su memoria, aprender de su sufrimiento y dejarlos, finalmente, descansar en paz".
El libro de Filkenstein ha tenido una interesante acogida en EE.UU.: un silencio casi total (solo dos párrafos en The Chicago Sunday Times) y en el Reino Unido ha habido una respuesta similar.
El gran valor de esta obra descansa, sin embargo, en la separación que el autor establece entre el verdadero holocausto judío, y la desvergonzada explotación que de él han hecho algunos círculos sionistas.
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cualquier critica contra Israel y sus políticas moralmente indefendibles. Esta tesis pro-israelí ha calado en las elites norteamericanas.Esta alianza entre esta elite y lo, judíos sionistas se debe más al oportunismo que al altruismo.
Finkelstein cree que,
"cuando estas elites decidan que Israel es una carga onerosa o que los judíos estadounidenses ya no son necesarios para sus intereses, el lazo se romperá".
“Si Israel perdiera el favor de EE.UU., muchas de estos lideres (judíos) qué ahora defienden tenazmente a Israel denunciarían públicamente al Estado Israelí y a los judíos
norteamericanos por haber convertido a Israel en una religión.
Y si las elites norteamericanas decidieran atacar a los judíos norteamericanos por convertir a Israel en una religión, no deberíamos sorprendernos si los lideres judíos de este país actuaran exactamente coma hicieron sus predecesores durante el holocausto nazi", señala Filkenstein.
El menciona en concreto a Yithak Zuckerman, uno de los organizadores de la insurrección del gueto de Varsovia en 1943, que afirmó:
"Los judíos llevan a los judíos a la muerte".
Filkenstein afirma pretender,
"restaurar el holocausto nazi como un tema racional de investigación", puesto que "solo así será posible aprender de él".
En lo que se refiere a los fallecidos, el más noble gesto seria, según el autor,
"preservar su memoria, aprender de su sufrimiento y dejarlos, finalmente, descansar en paz".
El libro de Filkenstein ha tenido una interesante acogida en EE.UU.: un silencio casi total (solo dos párrafos en The Chicago Sunday Times) y en el Reino Unido ha habido una respuesta similar.
El gran valor de esta obra descansa, sin embargo, en la separación que el autor establece entre el verdadero holocausto judío, y la desvergonzada explotación que de él han hecho algunos círculos sionistas.
extraído del Periódico Jaque Mate
del Sitio Web Scribd
Una mayoría ignora que el holocausto es la base de la financiación de Israel y, por tanto, del conflicto que aqueja Oriente Medio.
Medalla Nazi Sionista acuñada por orden de Goebbels en 1933,
para conmemorar la expedición Nazi-Sionista a Palestina.
Un nuevo dato que hace preciso investigar a fondo las oscuras conexiones entre sionismo y III Reich
El holocausto es definido como un suceso único e irrepetible, sin parangón en la historia y que por ello ha de ser recordado de manera única para evitar que suceda de nuevo.
En principio, las organizaciones que representan familiares de las víctimas de la supuesta matanza, recibieron hasta el año 2000, en concepto de indemnización por parte del gobierno alemán, 60.000 millones de dólares. La realidad es que organizaciones como el
Congreso Judío Americano, la logia masónica Bi’nai Brith y la Conferencia sobre Solicitudes Materiales Judías contra Alemania se han ocupado de gestionar ese dinero.
El estado alemán regala abundante material militar a Israel que, complementado con las ingentes sumas que le regala EE.UU., constituyen gran parte de la riqueza israelí, basada en la extorsión y la especulación sobre un hecho histórico que diversos estudiosos, algunos encarcelados por ello, ponen en duda.
Entre ellos hay también judíos, como el norteamericano Norman Finkelstein, autor de La industria del holocausto.
Este libro aclara, con todo lujo de citas, documentos y declaraciones, cómo los judíos sionistas vienen extorsionando a los alemanes desde 1952 obteniendo fondos así para armarse. La madre del autor del libro, Norman Finkelstein, que sobrevivió al gueto de Varsovia, sólo recibió 3.500 dólares, mientras que, como reconoce el propio autor, muchas personas que jamás habían estado encerrados en los campos, recibieron cientos de miles de dólares.
En una comparecencia parlamentaria de 23 de febrero del 2000, el gobierno alemán reconoció que sólo alrededor del 15% del dinero entregado a la Conferencia de Solicitudes Materiales llegó a las víctimas realmente. ¿A dónde fue ese dinero?
A través de las organizaciones citadas, acabó en el estado de Israel, que lo ha utilizado para armarse hasta los dientes y convertirse en el ejército más potente de la zona. Así pues, el holocausto es el culpable de las bombas que diariamente matan a palestinos y libaneses.
En España tenemos un ejemplo paradigmático: se demostró hace pocos años, que el presidente de la Asociación de Víctimas de Mauthausen, el español Enric Marco Batlló no vivió el holocausto. Un gran escándalo que se cerró con la boca pequeña, pese a que el citado Marco llegaba a llorar en muchos de los actos benéficos que organizaba. Desde su condición de judío, Finkelstein reconoce que el holocausto con mayúsculas como suceso histórico, único e irrepetible, empezó a gestarse a finales de los cincuenta-sesenta.
Hasta entonces, ni a los propios judíos les interesaba demasiado, y este hecho coincidió con la llegada de esos fondos. A ello contribuyeron tremendamente varios libros supuestamente autobiográficos, que se han demostrado falsos.
Tanto The Painted Bird, del exiliado polaco Jerzy Korsinsky (un relato de las andanzas de un niño por la Polonia rural) como Fragments, de Binjamin Wilkomirsky, basado en el anterior, son inventados, con el agravante de que el segundo fue galardonado con diversos premios de literatura judía, ni siquiera es hebreo.
Finkelstein argumenta que el holocausto con mayúscula fue una construcción ideológica para fundamentar el apoyo de Estados Unidos a Israel y, de paso, acallar al resto del mundo.
El reputado escritor israelí, Boas Evron, afirma:
“la conciencia del holocausto es en realidad un adoctrinamiento propagandístico oficial, una producción masiva de consignas y falsas visiones del mundo, cuyo verdadero objetivo no es en absoluto la comprensión del pasado sino la manipulación del presente”.
Esta manipulación se basa en su concepción de hecho irrepetible y sin parangón, a la manera de una religión mistérica.
Elie Wiesel afirma que el holocausto,
“es imposible de comprender ni de describir, y nunca será comprendido ni transmitido”.
Es de reseñar que la palabra holocausto aparece 219 veces en el Antiguo Testamento, y era el sacrificio “en principio de animales” que el pueblo judío realizaba a Jehová.
Esa singularidad del holocausto proporcionó al pueblo judío el estado de Israel pero ni siquiera existe unanimidad respecto a la existencia de ese pueblo.
El escritor judío Arthur Koestler refutó a mediados del siglo XX la existencia de un pueblo judío originario de Palestina al descubrir para el gran
público el origen de los judíos askhenazis, que se establecieron en el Este de Europa (Alemania, Polonia, repúblicas bálticas, Rusia, Hungría, Ucrania, Georgia) y cuyo origen se remonta al pueblo khazar, original de la orilla del Mar Caspio, y que fue expulsado por las huestes de Gengis Khan.
En el siglo IX, teniendo que elegir entre el imperio islámico y el bizantino, su monarca decidió convertirse al judaísmo, arrastrando a su pueblo a esa religión. Esa es la explicación de que una gran parte delos israelitas tengan los ojos azules y la tez blanca, pues son de raza aria, como sus antecesores, los khazares.
Este mismo argumento ha sido refrendado por el historiador israelí, Shlomo Sand, quien afirma:
“El pueblo judío es una invención” en su bestseller Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío.
El holocausto ha dado al estado judío una coartada ante el resto de seres humanos, lo que, para Boas Evron,
“equivale a todas luces a cultivar deliberadamente la paranoia... Esta mentalidad perdona de antemano cualquier trato inhumano que se inflija a los no judíos, ya que la mitología dominante sostiene que todo el mundo colaboró con los nazis para destruir a la comunidad judía”.
El penúltimo capítulo de esta película que tanto afecta a la realidad que vivimos es el asunto del oro judío en las cuentas de Suiza.
Un día, las organizaciones sionistas empezaron a hablar de que muchos judíos depositaron en bancos suizos su dinero y oro pero, a consecuencia de su desaparición, esas cuentas no fueron reclamadas por sus familiares.
Los sionistas (Elie Wiesel, Simon Wiesenthal y después, el Consejo de comunidades judías) se acercaron a los banqueros suizos y les dijeron que querían 20.000 millones de dólares, amenazándoles con una ola de demandas; no en vano el 40% de los despachos de abogados punteros de Nueva York, son judíos. [Curiosamente, Hitler no invadió Suiza, y eso que allí viven alemanes...].
Los banqueros suizos respondieron que lo máximo que podían hacer era realizar una auditoria y, después de soportar el acoso de los medios de comunicación mundiales, ofrecieron 600 millones, aunque el valor de las cuentas se situaba entre 170 y 269 millones de dólares.
Los sionistas les respondieron con argumentos pesados: los bancos norteamericanos controlados por judíos amenazaron con retirar sus fondos de pensiones de bancos suizos. Al final, después de varios años y 600 millones de dólares empleados para defenderse de la
industria del holocausto, los banqueros
convinieron en pagar 1.250 millones.
El acuerdo iba encaminado a reparar a tres grupos de personas: reclamantes de cuentas inactivas domiciliadas en Suiza, aquellos a los que este país había negado asilo y víctimas del régimen de trabajo esclavista.
Para justificar el dinero que reclamaban, las organizaciones sionistas aumentaron enormemente la cifra tradicional de supervivientes del holocausto (100.000) con lo que, de paso, desmontaban el mito de que nadie salía vivo de allí y ¡acercaban las cifras a lo que mantenían los negacionistas del exterminio judío! Así, a finales del año2000, de acuerdo a las organizaciones judías, había el doble de supervivientes del holocausto que en 1945.
Cosas como éstas, son las que hicieron decir a la madre de Finkelstein:
“si todas las personas que dicen haber sobrevivido el holocausto, lo hicieron: ¿a quién mató Hitler?”.
Otros de los datos que quizás llamarán la atención es que en EE.UU. existen siete grandes museos del holocausto (ninguno sobre los genocidios de indios o negros que, al fin y al cabo, son de allí) y más de cuatrocientas cátedras universitarias sobre el tema, aparte de que el día del holocausto se celebra en todos los estados.
Actualmente, son muchos los países que encarcelan a los investigadores del holocausto que no aceptan la versión oficial de los hechos. La razón, según el disidente Ernst Zundel es que “el holocausto es la espada y el escudo del estado de Israel”.
Con él se defiende (compra armas gracias a las reparaciones alemanas) y con él ataca a quien ponga en duda la legitimidad del estado de Israel y su acción en Palestina.
El polémico - y falso - ‘Diario de Anna Frank’
Estudiada en los colegios de medio mundo como la autobiografía de una niña judía recluida en su casa de Ámsterdam para evitar ser capturada por los nazis, la veracidad de El diario de Ana Frank se enfrenta a una serie de evidencias imposibles de rebatir.
En 1959, una publicación sueca pone en duda la veracidad del relato en una serie de artículos que serían reproducidos por la revista americana Economic Council Setter del 15 de abril de ese mismo año.
Unos años antes, el 2 de octubre de 1955, el diario New York Times hablaba de que en el diario original había “aproximadamente 150 inscripciones" propias de una jovencita (“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) con pocas referencias políticas. Sin embargo, el diario que se publicó contiene 293 páginas, plagadas de referencias políticas que presuponen un conocimiento de la historia impropio de una niña y con un estilo más propio de un adulto.
El propio padre de la niña, Otto Frank, reconoció que el relato que publicó se había filtrado
previamente de las referencias criticas a la madre (propias de una niña) y que al menos tres personas lo habían corregido: la escritora judía Anneliese Schütz, Isa Cauven y, por fin y sobre todo, el periodista holandés Albert Cauven.
El propio semanario oficialista alemán, Der Spiegel, reconoció:
“el diario en su conjunto no es auténtico y aquello que ha hecho emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Anna Frank. En la edición, el diario ha sido transformado por numerosas manipulaciones...”
La investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el diario publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas),que proceden de cuatro diferentes fuentes:
cuatro del diario original, cinco de un libro de relatos, 69 de dos diarios, que la Dra. Hübner define como primera elaboración del Diario y99 procedentes de hojas sueltas, que la investigadora define como segunda elaboración del Diario.
La prueba definitiva de la falsedad del diario que contribuyó a crear el holocausto en el imaginario colectivo, es el pleito en el que se enzarzaron el escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Ana Frank, Otto, por los “derechos de autor de la obra, El diario de Ana Frank”.
El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”.
El pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la dramatización escenográfica y venta del diario. El juez era el también judío Samuel L. Coleman, quien dictaminó en la sentencia que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank”.
Entre la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción juris tantum de que el diario “es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir...”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película - del mismo título que la obra - aparecen también escenas escritas por él, no estaban contenidas en el diario original.
Pero no acaba aquí todo, la prueba definitiva de la falsedad del diario de Anna Frank es que en él había tinta de bolígrafo como lo determinaron unos expertos que acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original. Según estos, parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo–inventado en 1949 y cuya aparición en el mercado data como temprano de1951– algo imposible al haber fallecido Anne Frank de tifus en 1945.
Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso diario.
Ante ello, el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del
papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico y técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner.
El español Pedro Varela pasó cinco años en la cárcel por defender todas las evidencias expuestas.
¿Cuántos murieron realmente?
La cifra de muertos en el holocausto ha ido variando a lo largo de las décadas. Durante mucho tiempo, se habló de un millón y, hasta hace poco, se cifraba en seis millones.
Coartada perfecta
El holocausto es la coartada perfecta para que Israel actúe impunemente,
tachando de antisemita a cualquier persona, estado o institución que ose criticar o plantar cara a sus innumerables agresiones
Poca gente sabe que los sionistas colaboraron con los nazis, así como que hubo muchos judíos en la cúpula militar nazi. La razón es que ambos tenían un objetivo común: un estado judío independiente; una nueva patria.
La Industria del Holocausto
Fuente: “Palestina Libre”
del Sitio Web MusulmanesAndaluces
Un autor judío norteamericano denuncia la explotación interesada del holocausto judío con fines políticos y económicos por parte de varias organizaciones sionistas
Recientemente ha sido publicado en EE.UU. un libro titulado The Holocaust Industry, donde se denuncia la explotación de la persecución de los judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El autor del libro, Norman G. Finkelstein, considera que extraer dinero en el nombre de las
victimas judías del Holocausto, reduce su martirio a una especie de casino de Montecarlo.
Finkelstein es un judío, nacido en Brooklyn, Nueva York. Sus padres fueron los únicos miembros de la familia que sobrevivieron al guetto de Varsovia y a los campos nazis. Su interés en el holocausto judío es, pues, próximo. Filkelstein no oculta su indignación por el modo en el que el genocidio nazi ha sido explotado y convertido en una "industria".
Finkelstein se muestra también indignado por el modo en que el holocausto,
"ha sido utilizado para justificar las criminales políticas de Israel y el apoyo de EE.UU. a tales políticas".
Es interesante comprobar como de ser "un tema tabú" para las elites judías norteamericanas hasta finales de los años cincuenta, la Solución Final se convirtió en una industria a mediados de los años sesenta cuando el holocausto nazi fue "descubierto" por dichas elites y convertido en el Holocausto (con letra mayúscula).
En su libro, Finkelstein habla acerca de aquella notable transformación.
En 1957, 12 años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, el sociólogo Nathan Glazer llevó a cabo una encuesta y averiguó que "la Solución Final nazi había tenido efectos poco notables en la vida interior de la comunidad judía norteamericana".
Esta situación se mantuvo en 1961, cuando un simposio sobre conciencia judía ignoró completamente este tema. Las principales organizaciones judías se oponían en aquel entonces al recuerdo del holocausto nazi, ya que el hurgar en el pasado podía suponer complicaciones. En ese tiempo las elites judías de EE.UU. estaban intentando ganar influencia y poder dentro del sistema.
De este modo "se adhirieron estrechamente a la política oficial norteamericana".
Alemania Occidental era entonces un estrecho aliado de EE.UU. en guerra fría y el liderazgo judío norteamericano escogió olvidar el holocausto. Mas aún, el Congreso Mundial Judío y la Liga Anti-difamación ayudaron a contener la "ola anti-alemana" que imperaba entre los judíos norteamericanos.
Así, aunque una minoría de judíos de izquierda hablaban acerca de la persecución nazi, las principales organizaciones judías ignoraron estas afirmaciones, que eran consideradas "propias de la causa comunista", y buscaron distanciarse de ellas. Por el contrario, estas organizaciones dirigieron sus criticas contra Rusia y denunciaron el "tradicional antisemitismo ruso".
Los lideres judíos deseaban congraciarse con la política oficial estadounidense y probar que eran norteamericanos leales y anticomunistas.
Durante la crisis de Suez de 1956, cuando el entonces presidente Eisenhower obligo a Israel a retirarse del Sinaí,
"la actitud de los lideres judíos de EE.UU. fue la de aconsejar a Israel que se plegara a los deseos de Eisenhower".
EE.UU. era el líder y los judíos norteamericanos sus leales seguidores.
Todo comenzó a cambiar tras la guerra de junio de 1967. Impresionado por la victoria Israelí "EE.UU. decidió incorporar a Israel a su esquema estratégico". De repente, los judíos norteamericanos "descubrieron a Israel" y "recordaron el holocausto".
La industria que surgió en junio de 1967 creció tras la guerra de Octubre de 1973, no solo a causa del revés Israelí, sino también por la certidumbre de que la devolución de las tierras egipcias capturadas en 1967 no podría ser evitada.
"El poder judío en EE.UU. alcanzo su punto mas álgido en aquellos años", según Filkenstein.
El novelista judío norteamericano Philip Roth afirmo entonces que los niños judíos no heredaban,
"un cuerpo de leyes, un idioma o una religión", sino "un estado psicológico que podía resumirse en una frase: los judíos son mejores".
Para estos "mejores" judíos, el Holocausto sirvió como una excusa para "deslegitimar cualquier critica contra los judíos" y para "respaldar la pretensión de los judíos de ser un pueblo elegido". Una vez que esto se logro, la industria del Holocausto comenzó a buscar fines económicos y a recaudar dinero.
¿Como se logro hacer esto? Los suizos fueron "puestos de rodillas" mediante "una desvergonzada campana de vilipendio".
Después le tocó el turno a Alemania. Las empresas privadas alemanas hicieron frente a varias acciones legales en agosto de 1998 y hacia finales de ese año, los alemanes habían accedido a constituir un fondo de 5.100 millones de dólares Para atender a las demandas de los "trabajadores esclavos" de la era nazi. Las empresas alemanas decidieron capitular tras comprobar "cuan irresistible podía ser una pretensión que utilizara el Holocausto como fundamento".
La industria del Holocausto tiene en la actualidad en su punto de mira a otros países como Austria u otros del antigua bloque soviético (que dicho sea de paso fueron también victimas de la agresión nazi). Los responsables políticos polacos temen que una reclamación de este tipo "podría poner al país en una situación de bancarrota”.
¿Quien es un "superviviente del Holocausto"?
Definidos como "aquellos que sufrieron el trauma de los guetos judíos , los campos de concentración y los campos de mano de obra esclava" el numero do judíos que sobrevivieron a la guerra fue calculado en unos 100.000. Sin embargo, dado que el gobierno alemán pagaba dinero a los supervivientes, "muchos judíos fabricaron un pasado falso" para recibir el dinero, según Filkenstein.
Stuart Eizenstat, jefe de la delegación norteamericana en las negociaciones sobre el trabajo esclavo en Alemania, en mayo de 1999, señalo el numero de judíos y no judíos supervivientes era de "unos 70.000 a 90.000 personas". Sin embargo, según la oficina del primer ministro Israelí, "el numero de superviviente vivos del Holocausto se acerca al millón". La definición ha sido ahora extendida para incluir también a "los que lograron huir de los nazis".
Así por ejemplo, mas de 100.000 judíos polacos que se refugiaron en la Unión Soviética, podrían incluirse aquí.
Estas cifras "revisadas" son útiles por dos razones. Por un lado, suponen "nuevas reclamaciones masivas en demanda de reparaciones". Además, Filkenstein dice en su libro que esto permite a las organizaciones encargadas de la restitución conservar e invertir los fondos obtenidos, ya que la gran mayoría de "supervivientes" es irreal.
La ironía de esto es que las cifras de supervivientes del holocausto crece sin cesar en lugar de disminuir.
"Una forma de negar el holocausto", en palabras de Filkenstein.
Si el método de recolección de fondos fue bastante vulgar, no menos escandalosa fue la distribución de los fondos obtenidos. Filkenstein da varios ejemplos de ello. En diciembre de 1999, dos años después de que los suizos accedieran a la entrega de 1.250 millones de dólares, menos de la mitad de los 200 millones del Fondo Especial para las Victimas Necesitadas del Holocausto, establecido en febrero de 1997, había sido distribuido entre las victimas.
Y mientras unos 7.000 millones de dólares destinados a las compensaciones permanecían en poder del Congreso Mundial Judío, la Conferencia de Reclamaciones estaba pidiendo que una gran parte del dinero fuera apartada para su propio "fondo especial".
Por otro lado, el Rabino Israel Singer de la Organización de Restitución Mundial Judía se opuso a entregar cantidad alguna a los supervivientes del holocausto y, en su lugar, propuso que el dinero de las compensaciones fuera destinado a,
"paliar las necesidades de todo el pueblo judío, y no las de aquellos judíos que fueron lo bastante afortunados para sobrevivir al Holocausto y vivir hasta una edad avanzada" (!).
El Congreso Mundial Judío quiere que casi la mitad del dinero entregado como compensación por los suizos sea reservado para las organizaciones judías y la "educación en el Holocausto".
El Centro Simón Weisenthal dice que si se da dinero a,
"algunas organizaciones judías que sean merecedoras de ello", una parte de él "debería ir a los centros educativos judíos".
Del mismo modo, las organizaciones reformistas y ortodoxas (dos ramas del judaísmo) afirman que,
"los millones de judíos muertos habrían preferido que su rama del judaísmo fuera la beneficiaria financiera" .
Además, el personal de estas organizaciones. las celebridades implicadas y los abogados están haciendo su propio agosto con estos temas. Así por ejemplo, el secretario ejecutivo de la Conferencia de Reclamaciones, Saul Kagan, recibe un salario anual de 105.000 dólares (unos 19 millones de pesetas).
El antiguo senador por Nueva York (y uno de los autores de la ley que penaliza las inversiones extranjeras en Irán y Libia), Alfonse D'Amato, que participó en las demandas contra bancos alemanes y austriacos, recibió pluses de 350 dólares por hora. En los
primeros seis meses estos ingresos ascendieron a 103.000 dólares.
El antiguo secretario de Estado en la época del presidente George Bush, Lawrence Eagleburger, que preside en la actualidad la Comisión Internacional de Reclamaciones por el Holocausto, recibe un salario anual de 300.000 dólares (unos 54 millones de pesetas).
El autor y Premio Nóbel Elie Wiesel recibe unos 25.000 dólares (unos 4, 5 millones de pesetas) por pronunciar conferencias acerca del Holocausto. Lo que el dice acerca del Holocausto es, sin embargo, mas interesante que sus ingresos.
Según él, el Holocausto es un "misterio".
Se sitúa,
"fuera, sino mas allá de la Historia"
"desafía el conocimiento y la descripción"
"no puede ser explicado ni visualizado"
"no puede ser comprendido ni transmitido"
"marca una destrucción de la historia"
"una mutación a escala cósmica"
En resumen, "no es comunicable": "no podemos ni siquiera hablar acerca de el". De este modo habla Elie Wiesel acerca del Holocausto.
No es sorprendente, pues, que el miembro de la Knesset israelí, Michael Kleiner llamara a la Conferencia de Reclamaciones,
"una organización deshonesta, que se conduce con secreto profesional y manchada por la corrupción moral".
"Es un cuerpo de oscuridad", añadió, "que esta maltratando a los supervivientes del Holocausto judío y a sus herederos, mientras que se asienta sobre una enorme cantidad de dinero que pertenece a individuos privados. Sin embargo, esta haciendo todo para heredar el dinero aunque ellos están todavía vivos".
El holocausto judío ha producido un considerable impacto en EE.UU..
Hasta mediados de los años sesenta el holocausto judío apenas era mencionado en este país, pero hoy muchos más norteamericanos han oído hablar del holocausto que de Pearl Harbor o el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima o Nagasaki. Las universidades tienen cátedras para el estudio del Holocausto y 17 estados requieren o recomiendan que las escuelas desarrollen programas sobre él.
The New York Times raramente deja pasar un día sin publicar alguna historia relacionada con el Holocausto y el numero de estudios referidos a este tema se estiman en mas de 10.000. Filkenstein contrasta esto con la muerte de 10 millones de congoleños que perecieron entre los años 1891 y 1911 a manos de los colonialistas europeos, que deseaban apoderarse de los recursos de marfil y caucho del Congo. El primer estudio acerca de este holocausto congoleño apareció solo en 1998 y no recibió un gran eco informativo.
Mas contradicciones: Pocos presidentes norteamericanos dejan de mencionar la maldad que supuso el Holocausto judío. Sin embargo, ellos olvidan su propio pasado de genocidios contra los pueblos de Guatemala, Vietnam o Irak, por poner solo algunos ejemplos.
Cuando se le preguntó a la ex-secretaria de Estado Madeleine Albright acerca del sufrimiento del pueblo de Irak a causa de las sanciones, ella manifestó que "la elección era dura, pero el precio merecía la pena" con el fin de conseguir sus objetivo.
Del mismo modo, el presidente Jimmy Carter invocó el Holocausto cuando se refirió al llamado boat People de Vietnam (es decir aquellos vietnamitas que abandonaron Vietnam en barco para huir del régimen comunista), pero olvidó mencionar al Holocausto para hablar del boat people haitiano, que huía de los escuadrones de la muerte de su país.
El impacto mas significativo del holocausto nazi ha sido, sin embargo, la cuestión Palestina. Los sionistas norteamericanos han explotado la persecución nazi contra los judíos pare acallar cualquier critica contra Israel y sus políticas moralmente indefendibles. Esta tesis pro-israelí ha calado en las elites norteamericanas.
Esta alianza entre esta elite y lo, judíos sionistas se debe más al oportunismo que al altruismo.
Finkelstein cree que,
"cuando estas elites decidan que Israel es una carga onerosa o que los judíos estadounidenses ya no son necesarios para sus intereses, el lazo se romperá".
“Si Israel perdiera el favor de EE.UU., muchas de estos lideres (judíos) qué ahora defienden tenazmente a Israel denunciarían públicamente al Estado Israelí y a los judíos norteamericanos por haber convertido a Israel en una religión.
Y si las elites norteamericanas decidieran atacar a los judíos norteamericanos por convertir a Israel en una religión, no deberíamos sorprendernos si los lideres judíos de este país actuaran exactamente coma hicieron sus predecesores durante el holocausto nazi", señala Filkenstein.
El menciona en concreto a Yithak Zuckerman, uno de los organizadores de la insurrección del gueto de Varsovia en 1943, que afirmó:
"Los judíos llevan a los judíos a la muerte".
Filkenstein afirma pretender,
"restaurar el holocausto nazi como un tema racional de investigación", puesto que "solo así será posible aprender de él".
En lo que se refiere a los fallecidos, el más noble gesto seria, según el autor,
"preservar su memoria, aprender de su sufrimiento y dejarlos, finalmente, descansar en paz".
El libro de Filkenstein ha tenido una interesante acogida en EE.UU.: un silencio casi total (solo dos párrafos en The Chicago Sunday Times) y en el Reino Unido ha habido una respuesta similar.
El gran valor de esta obra descansa, sin embargo, en la separación que el autor establece entre el verdadero holocausto judío, y la desvergonzada explotación que de él han algunos
círculos sionistas.