viernes, 18 de octubre de 2019

EL EXILIO EN BABILONIA. ACLARANDO LA HISTORIA



Quizá alguno se ha preguntado alguna vez, de dónde sacaron los judíos los fundamentos de su historia. Pues aquí tenemos una posible fuente.

El exilio en Babilonia
El reino del norte de Israel había luchado de principio a fin y acabó por venirse abajo en 721 a.C. cuando fue invadido por los asirios. Judá perduró un siglo y medio más. El 15 y 16 de marzo de 597 a.C. el gran rey babilonio Nabucodonosor tomó Jerusalén, capturó al rey y nombró a un nuevo rey títere llamado Zedekiah. El verdadero rey, Jehoiachin, fue enviado al exilio junto con su corte y con los intelectuales del país, con el propósito de impedir que los que se quedaban pensaran siquiera en rebelarse contra sus nuevos gobernantes.

Aunque la Biblia nos proporciona varias cifras, es muy probable que más de tres mil personas fueran llevadas a Babilonia; en unas tablillas cuneiformes con listas de pagos halladas en Babilonia relativas a raciones de aceite y grano para los cautivos, se nombra específicamente al rey Jehoiachin y a sus cinco hijos como los destinatarios.

El hecho de que Jehoaichin no haya sido ejecutado hizo creer a muchos judíos que algún día le permitirían regresar a su país, y existen pruebas que indican la probabilidad de que las intenciones originales de Nabucodonosor eran ésas precisamente. El nuevo rey títere no fue tan dócil como los babilonios pensaron y estuvo tentado a ponerse de parte de los enemigos de Babilonia, los egipcios, para así liberar a Judá. Al principio siguió los consejos que le daban los vencedores y no les causó dificultades. Por desgracia, las presiones en su corte a favor de los egipcios forzaron una rebelión en 589 a.C, lo que obligó a Nabucodonosor a atacar las ciudades de Judá, iniciando el sitio de Jerusalén el siguiente mes de enero. Zedekiah sabía que en esa ocasión no habría misericordia y se defendió durante dos años y medio, pero, a pesar de un intento de las fuerzas egipcias de alejar a los babilonios, la ciudad fue tomada en julio de 586 a.C. Jerusalén y su templo fueron devastados.

Zedekiah fue llevado ante Nabucodonosor a Riblah, en Babilonia, donde se le obligó a presenciar la muerte de sus hijos, y mientras miraba aterrorizado le arrancaron los ojos. Con esta última terrible visión cauterizada en su mente, se le condujo encadenado, a Babilonia. De acuerdo con Jeremías (52.29), unas ochocientas treinta y dos personas más fueron condenadas al exilio por ese entonces.

Los exiliados de Judá sentirían admiración por Babilonia como un lugar maravilloso. Era una ciudad cosmopolita y espléndida, que abarcaba ambas riberas del Eufrates en forma de cuadro y medía, según se cuenta, veinticuatro kilómetros cuadrados. El historiador griego Herodoto visitó la ciudad en el siglo V a.C y describió su grandeza, con cuadrículas de calles perfectamente alineadas y edificios que tenían tres o cuatro pisos de altura Nuestra primera reacción ante tal descripción hizo suponer que el griego exageraba, pero después descubrimos que su afirmación de que las murallas de la ciudad eran tan anchas que permitían el paso de un carruaje jalado por cuatro caballos fue comprobada por excavaciones recientes.

Este apoyo arqueológico que acredita a Herodoto como testigo fidedigno hizo que apreciáramos lo impresionante que era Babilonia. Leímos que dentro de esas murallas gigantescas había grandes parques y entre sus grandiosas construcciones se encontraba el palacio real con sus famosos jardines colgantes, que eran terrazas piramidales sembradas de árboles e inundadas de flores traídas de todo el mundo conocido.

También se encontraba la elevada Zigurat de Bel, pirámide escalonada con siete pisos en forma de torre, revestidos con los colores del sol, la luna y cinco planetas, y con un templo sobre su cúspide. Esta construcción fue sin lugar a dudas la fuente de inspiración de la leyenda de la Torre de Babel, donde se dice que la humanidad perdió la capacidad de comunicarse entre sí en un mismo idioma. Babel era el término sumerio que significa "entrada a dios", el cual dotaba al sacerdocio babilonio de un vínculo entre los dioses y lo terrenal. Es sorprendente que la Torre de Babel aún exista, aunque es una deforme ruina.

La Vereda Procesional que conducía a la gran Puerta de Ishtar haría que los ojos de los exiliados se llenaran de admiración. Era monumental y estaba cubierta de azulejos barnizados de un azul brillante sobre los cuales se podían ver leones, toros y dragones en alto relieve. Estos animales representaban a los dioses de la ciudad, siendo Marduk la deidad dragón más importante entre ellos, seguida por Adad, el dios del cielo en forma de toro, e Ishtar, la diosa del amor y la guerra, simbolizada por un león.

Para los sacerdotes y nobles deportados de Jerusalén, esta nueva existencia tuvo que haber sido muy extraña: sentirían gratitud al no ser ejecutados por la espada, y al mismo tiempo, tristeza por la pérdida de sus tierras y su Templo. Aun así, se sintieron impresionados con lo que veían y escuchaban en la ciudad más grande de Mesopotamia, una metrópolis que haría sentir que Jerusalén y su Templo eran muy poca cosa. Seguramente fue un choque cultural similar al que sintieron los inmigrantes judíos provenientes de pequeños poblados europeos, cuando llegaban por barco a la ciudad de Nueva York a principios del siglo XX.

El tipo de vida en Babilonia les pudo resultar ajeno, pero pronto se dieron cuenta de que su teología les era sorprendentemente familiar. Sus propias leyendas estaban basadas en sucesos egipcio-cananeos y las de los babilonios derivaban de una antigua fuente sumeria común; los judíos pronto se percataron de que ahora podrían llenarse los vacíos que se encontraban en sus historias tribales sobre la creación y el diluvio.
Los dignatarios que fueron desarraigados, que estaban acostumbrados a administrar un reino, ahora se encontraban dispersos en un territorio ajeno, donde con frecuencia se les forzaba a realizar tareas domésticas. Como seres acostumbrados a gobernar un estado, ahora sólo les quedaba reflexionar sobre las injusticias de la vida; sin embargo, la gran mayoría de ellos sencillamente aceptó que la vida era cruel y trató de sacar el mejor partido posible dentro de su mala situación. De hecho, muchas familias judías se integraron por completo al estilo de vida de la gran ciudad, y permanecieron en ella aun después de la terminación de su cautiverio.

Al contrario de lo que se piensa, los judíos de aquel tiempo no eran monoteístas y aunque vieran a Jehová como el dios especial de su nación, también adoraron a los dioses babilonios una vez que se les deportó a su nuevo hogar. En aquel entonces era normal mostrar respeto al dios o dioses de los países que se visitaban como un acto de prudencia, ya que se consideraba que las deidades tenían poder en sus tierras. La zona de influencia de Jehová era Jerusalén y no hay pruebas de que ni sus seguidores más fervientes hayan construido su propio templo durante el cautiverio.

Si bien la mayoría de esos judíos se conformaron con su nueva vida, un pequeño grupo de los deportados estaba conformado por sacerdotes filósofos y fundamentalistas del Templo de Salomón, a quienes sólo puede describírseles como personas abrumadas por su destino frustrado, y que buscaron racionalizar su situación tan bien como les fue posible. Se ha aceptado en forma generalizada que fue precisamente ahí, durante el cautiverio en Babilonia, donde se escribieron la mayor parte de los cinco libros de la Biblia, una apasionada búsqueda del propósito y la herencia de su pueblo. Sirviéndose de la información sobre el inicio del tiempo proporcionada por sus captores, los judíos pudieron reconstruir la forma en que Dios creó el mundo y la humanidad, así como obtener detalles sobre eventos posteriores, como el Diluvio.

Los escritos de estos primeros judíos eran una combinación de fragmentos de hechos históricos precisos, trozos de memorias culturales corruptas y mitos tribales, cimentados entre sí por sus propias invenciones originales generadas con el fin de llenar incómodos vacíos históricos. Desde luego, es difícil distinguir qué partes pertenecían a qué, pero los investigadores modernos han tenido una gran capacidad para identificar las verdades y ficciones probables, así como para clasificar los estilos e influencias de los autores.

Las largas historias han sido analizadas en profundidad por grupos de expertos pero, para nosotros, los pequeños fragmentos de información extraña son los que nos proporcionan algunas de las claves más importantes sobre los orígenes. Encontramos la influencia de Sumeria y Egipto en lugares inesperados. Por ejemplo, la figura de Jacob, el padre de José, antecedería a la influencia egipcia, aun cuando existen indicios claros de que los que escribieron sobre él ya veían el mundo tal como era después del Éxodo de Egipto. En el Génesis 28:18 se nos dice que Jacob erigió una columna para comunicar a la Tierra con los Cielos en Betel, a unos quince kilómetros al norte de Jerusalén, y más tarde, en el Génesis 31:45, que construyó una segunda columna, posiblemente en Mizpah, que se localizaba en las montañas de Galeed, al este del río Jordán. La identificación de estas columnas evoca fuertemente la teología que Moisés trajo consigo desde los dos reinos del Alto y Bajo Egipto. Es poco probable que alguno de esos pueblos identificados en la Biblia existieran durante los tiempos de Jacob, y cuando uno analiza el significado literal de los nombres de esos poblados, queda claro que fueron creados para cumplir con los requerimientos de la historia. Betel significa casa de Dios, que sugiere un punto de enlace entre el cielo y lo terrenal, y Mizpah significa torre de vigilancia, que es un sitio de protección contra las invasiones.

La mayoría de los occidentales piensan en los nombres como si fueran etiquetas abstractas y cuando se espera el nacimiento de un infante, los padres pueden adquirir un libro de nombres de donde elegir el que les agrade. Pero a lo largo de la historia en general, los nombres no han sido una designación placentera o popular, sino que han transmitido significados importantes. Es muy significativo notar que el desaparecido filólogo semita, John Allegro, descubrió que el nombre Jacob deriva directamente del término sumerio IA-AGUB, que significa columna o, en forma más literal, piedra erguida.

Al escribir la historia de su pueblo, los hebreos dieron a sus personajes más importantes títulos que conferían sentidos específicos, que para los lectores modernos son simples nombres personales. Creemos que los autores del Génesis confirieron una gran importancia al personaje de Jacob, y cuando las escrituras cambian su nombre por el de Israel, esto señala al lector contemporáneo que las columnas del nuevo reino estaban en su sitio y que la nación estaba preparada para tener su propio nombre. Esto era un precedente necesario para el establecimiento de una auténtica monarquía.



jueves, 17 de octubre de 2019

EL COLAPSO DE LA CIVILIZACIÓN EGIPCIA. BUSCANDO RESPUESTAS.


Hace unos meses, me preguntaba yo la razón por la que Jahvé odiaba tanto a las mujeres. Todavía no sé las causa, pero, como a muchos buscadores, una pregunta te puede plantear mil. Llegué a Egipto buscando sus misterios y repasando su historia. Y me acordé de los hicsos, un pueblo que había gobernado la zona pero sobre los que nuestros antiguos libros de historia no daban más noticias. Y, una segunda pregunta me surgió: ¿serían los hicsos judíos? Pues no lo eran, pero sí hebreos. Y no lo eran porque en el tiempo en que ellos ocuparon Egipto, procedentes de Siria y Palestina, el judaísmo no se había inventado. Sobre esto nos instruye la parte que he seleccionado para hoy del libro que nos ocupa: LA CLAVE SECRETA DE HIRAM". Que lo disfrutéis y os ayude a ordenar vuestras ideas, como a mí me está ayudando.


El colapso de la civilización egipcia
Al estudiar el desarrollo de Egipto llegamos al punto más bajo en la historia de esa nación, a mediados de la Era de Bronce, alrededor del final del tercer milenio a.C. Egipto entró en un periodo de decadencia continua, con un gobierno débil y una ruptura social; muchos extranjeros provenientes del desierto se asentaron en el territorio, el robo se convirtió en un hecho cotidiano y el estilo de vida desenfadado de la población dio paso a la desconfianza y a la tendencia a valerse por sí mismos más que confiarle al Estado las tareas de seguridad. Poco a poco el vigor y espíritu que forjó a Egipto se desvaneció, dejando al país expuesto a merced de los extranjeros. La invasión fue una consecuencia inevitable y los egipcios fueron dominados por los hicsos. Estos invasores no desembarcaron en forma repentina del Nilo ni exigieron una rendición inmediata; el proceso fue mucho más lento. Se infiltraron en la sociedad egipcia de manera sutil y por un largo periodo hasta encontrarse en una posición ventajosa para forzar su dominio sobre los Dos Territorios.

La historia nos proporciona algunas fechas específicas sobre la pérdida del vigor nacional, llamadas hoy el Segundo Periodo Intermedio, entre los años 1780 y 1560 d.C, al final de una etapa más amplia de la historia egipcia conocida como el Reino Medio.

Descubrimos que el término hicsos no significaba Reyes Pastores; de hecho, se deriva del término egipcio hikau-khoswet, que quiere decir príncipes del desierto. Se cree que éstos eran una mezcla de pobladores provenientes de Asia, sobre todo semitas, que procedían de Siria y Palestina. La toma final del poder tuvo una débil resistencia que provocó la quema de poblados rebeldes y la destrucción de los templos, culminando con el saqueo total de Menfis, la capital egipcia de alrededor del año 1720 a.C. Los hicsos no eran creyentes de Ma'at y al principio, en su búsqueda de poder, reprimieron con crueldad a cualquiera que representara un obstáculo para sus objetivos; pero una vez que se establecieron, no fueron tiranos opresores y las autoridades egipcias accedieron a colaborar con ellos. Ya en el siglo XVIII a.C. habían extendido su dominio hasta el Alto Egipto.

Provenientes en su mayoría de los países que en la actualidad forman Israel y Siria, los hicsos hablaban el mismo lenguaje semita occidental, al igual que el pueblo que más tarde llegó a ser conocido como los israelitas. La pregunta que nos vino a la mente fue: ¿eran los hicsos de hecho judíos? La respuesta es negativa, pero no en todo el sentido de la palabra, ya que el concepto del judaismo no existía en aquellos tiempos. Las tribus nómadas dispersas que los egipcios denominaban los habiru (hebreos) representaban una gama de rasgos asiáticos semitas que de ninguna manera conformaban una raza definida. Sin embargo, es muy probable que los pueblos hicsos/habiru, en fechas posteriores, formaran parte de una cooperativa tribal que con el tiempo se convirtió en las tribus de Israel y después el pueblo judío. Existen diversas razones para creer que hay una conexión directa entre los hicsos y los judíos, sin menospreciar el hecho de que la primera mención en la Biblia del pueblo judío coincide de forma muy precisa con el periodo en que los egipcios echaron a los hicsos fuera de sus tierras hacia Jerusalén. Las evidencias geológicas actuales comienzan a demostrar que la composición desértica del Medio Oriente es un fenómeno reciente, y que hace apenas cinco o seis mil años el terreno que rodeaba a Egipto era un área verde y fértil. Los registros muestran que hubo periodos de cambios dramáticos y repentinos en el clima durante el segundo milenio a.C, los cuales provocaron sequías que representaron grandes problemas climáticos en todo el medio Oriente. Como creyentes del principio de Ma'at, los egipcios fueron generosos y abastecieron a los nómadas habiru con agua y tierras, para que sus rebaños pastaran cuando las condiciones más allá del Delta del Nilo se tornaban insoportables.

Se da un claro ejemplo en el pasaje 12:10 del Génesis:
Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abraham a Egipto, para morar allá, porque era grande el hambre en la tierra

Durante el periodo de decadencia de la sociedad egipcia, el control sobre el número de asiáticos que solicitaban agua era deficiente y se les permitió la entrada en grandes cantidades pero no se les exigía abandonar esas tierras una vez satisfechas sus necesidades. A falta de una política de inmigración el país fue invadido por el pueblo nómada; además, a ellos les precedieron pobladores más ambiciosos, que veían la oportunidad de obtener grandes ganancias aprovechando la confusión generalizada. Estos habitantes semitas de la ciudad, los hicsos, eran mejores combatientes que los egipcios y poseían un armamento más avanzado, como los carruajes tirados por caballos que les permitían obtener todo lo buscaban, sin enfrentar ningún tipo de resistencia por parte de la pacífica población local.

martes, 15 de octubre de 2019

LA FIGURA DE ABRAHAM, EL PRIMER JUDÍO



El libro cuenta la búsqueda de dos recién investidos en la masonería, del significado y doctrina oculta en los ritos y comportamientos masónicos. Como toda búsqueda, ésta les lleva a estudiar e investigar pueblos y culturas cada vez más primitivas en el tiempo. Me ha parecido interesante este estudio sobre el dios de Abraham y la apropiación por parte de los judíos de doctrinas, leyendas e historias que no les pertenecían y que, a lo largo de 1700 años se habían ido transmitiendo de forma oral.

DEL LIBRO "LA CLAVE SECRETA DE HIRAM"

La figura de Abraham, el primer judío
Una vez que Abraham decidió abandonar Ur, era natural que se dirigiera hacia el norte siguiendo la ruta de los dos ríos, en busca de un nuevo hogar en el cual pudiera estar en paz con su Dios. El Antiguo Testamento señala que hasta que Abraham apareció en escena, los ancestros de Israel servían a otros dioses Josué 24:2), lo que apenas sorprende pues Yahvé (Jehová), el dios de los judíos (y con el tiempo de los cristianos), estaba en un futuro tan lejano para ellos como las computadoras personales para William Caxton. Incluso después de que Jehová dio a conocer a Su pueblo elegido, la lealtad hacia Él fue, en el mejor de los casos, un poco forzada por lo menos mil años, ya que otros dioses eran igual de populares. Cuando a los israelitas les llegó el momento de escribir la historia y la herencia de su pueblo, reexaminaron inmensos periodos de tiempo y confirmaron antiguas tradiciones orales ajustando los detalles que deberían incluirse.

Es probable que Abraham fuese incitado a dejar su ciudad natal, Ur, debido a que los nómadas del norte sin dios que se responsabilizaban de la vida cotidiana ya no le resultaban aceptables; en aquel entonces, el descontento político se expresaba siempre como disgusto teológico. Según la Biblia, Abraham abandonó el orden creado por el hombre, en donde la ley de Dios había sido rechazada. Esto se refiere a la destitución de los representantes de Dios en la Tierra, el rey de Ur y sus sacerdotes.

Por lo general, Abraham es considerado como la primera figura histórica en la Biblia; en contraste, Adán, Eva, Caín, Abel y Noé representan a pueblos y épocas que encarnan ideas y tradiciones hebreas anteriores y referidas a los inicios de la vida en la Tierra. Es probable que su viaje a la tierra de Canaán, haciéndose pasar por un viajero errante, sea cierto y que en el camino sostuviera graves discusiones con su dios personal, quien, como es natural, viajó con él desde Sumeria.

La descripción de Abraham como un nómada semejante a ellos tiene mucho sentido ya que él y la gente con la que viajaba no tenían tierra propia. El nombre hebreo se deriva, según nuestros descubrimientos, del término habiru (a veces aparece también como apirü) que al parecer era una palabra derogatoria usada por los egipcios para describir a las tribus semitas que vagaban errantes como los beduinos.

Como vimos, la historia de los judíos reclama su descendencia de Sem, el hijo de Noé, quien a su vez, era un personaje de la leyenda sumeria, y finalmente de Abraham, quien dejó Sumeria para encontrar la tierra prometida. Dado que no hay rastros de los habitantes de Sumeria, creemos que muchos de ellos emigraron al norte y al oeste para integrarse como parte importante a los pueblos errantes que se convirtieron en la nación judía Sin embargo, las evidencias muestran que los judíos no son una raza, ni siquiera una nación histórica, como llegaron a pensar; son una amalgama de grupos semitas que encontraron similitudes en la falta de un estado propio y adoptaron una historia teológica basada en un subgrupo sumerio. Tal vez uno de cada diez israelitas en los tiempos de David y Salomón era de origen sumerio y una parte muy pequeña de ellos descendía de Abraham, quien lógicamente no fue el único sumerio que viajó a Canaán y Egipto durante la segunda mitad del segundo milenio a.C. Los habiru se distinguían de los nómadas de Egipto porque eran asiáticos y vestían extrañas ropas, usaban barba y hablaban una lengua extranjera

Abraham es considerado la clave de la fundación de Israel ya que su dios le prometió un nuevo hogar para su pueblo en la tierra identificada después como la parte norte del Fértil Creciente llamada Canaán. Dada la naturaleza antes descrita de las deidades sumerias, es probable que Abraham fuera un sacerdote con un dios particular que era su compañero y guardián.

Al lector medio del Antiguo Testamento, judío o cristiano, se le puede perdonar la idea de que la tierra de Canaán era un merecido regalo de Dios a Su pueblo elegido, pero la toma eventual de la tierra prometida fue en realidad un robo. Si las palabras del Antiguo Testamento se toman al pie de la letra, entonces los judíos y su dios eran unos malvados. Ninguna justificación sobrenatural puede excusar la matanza de tantos habitantes nativos de esas tierras, como el Antiguo Testamento afirma que sucedió.

La mayoría de los cristianos tienen una vaga y confusa impresión de la historia de su Dios, quien fue con anterioridad Dios de los hebreos. Imaginan a su todopoderoso y amoroso Dios prometiéndole a Su pueblo elegido una hermosa tierra, llena de leche y miel (una especie de Sumeria o de Jardín del Edén redescubiertos), llamada Canaán. Pero Canaán no era un desierto deshabitado en donde nobles nómadas pudieran forjar su nueva patria, y Jehová no era un dulce benefactor: era un dios de las tormentas, un dios de la guerra. Estudios arqueológicos recientes revelaron que los habitantes de Canaán, de cuyas tierras se apoderaron los israelitas, tenían una civilización avanzada, con ciudades amuralladas e incontables pueblos y villas menores, y sofisticados sistemas de producción alimenticia, de manufacturas y comercio mundial. Si se aceptan las historias de la Biblia, el Dios original de los hebreos era en realidad sólo una cabeza visible que justificaba la invasión, el robo y la matanza y que, además, tenía mucho en común con Genghis Khan.

Nos asombra que muchos cristianos crean que el Antiguo Testamento es un registro de acontecimientos históricos verídicos, a pesar de que retrata a Dios como un maníaco vano y vengativo sin gota de compasión quien, además de ordenar la matanza de cientos de miles de hombres, mujeres y niños en las ciudades donde decretó arrasar a sus pobladores nativos, también era conocido por atacar a sus amigos sin razón aparente. En el Éxodo 4:24-25 leemos que Jehová decidió matar a Moisés poco después de ordenarle que partiera a Egipto para rescatar a los israelitas esclavizados. Esta muestra particular de su mal comportamiento, la relató una mujer que alegaba ser la prometida de Moisés. Este pasaje se reescribió después en el texto apócrifo Jubileos para excusar la culpa de Jehová y trasladarla a un espíritu llamado Mastema,una palabra que significa el lado hostil de la naturaleza de Jehová. No obstante, está claro en el libro del Éxodo que Dios asesinó al hijo de Moisés cuando el mal humor se apoderó de él.

Si bien hasta ahora nadie ha podido precisar con certeza la fecha de los viajes de Abraham, se acepta que existió entre el año 1900 a.C. y 1600 a.C. Si hubiera vivido durante el final de este periodo se habría encontrado en medio de la ocupación de Egipto por los llamados hicsos o Reyes Pastores, quienes invadieron y oprimieron a los egipcios durante más de doscientos años, alrededor de 1786 a 1567 a.C. Llegamos entonces a la conclusión de que, si existía una conexión entre Abraham y los semitas que ocuparon Egipto desde el área de Jerusalén, la historia empezaría a tener mucho sentido. Abraham partió con sus seguidores hacia Harán, una importante ciudad de la Siria actual ubicada en las riberas del río Balikh, en la ruta comercial de Sumeria al Eufrates. Desde ahí llevó a su grupo hacia la tierra de Canaán, la cual, por supuesto, es Israel. En alguna parte del camino a Abraham le inquietó haber hecho algo malo porque sintió que su dios personal estaba disgustado con él. Es probable que de esta manera intuyera que a su grupo le sobrevendría algún problema o incidente, y tradujo la calamidad como el resultado de la retirada de la protección de su dios debido a que estaba molesto. De hecho, el dios de Abraham estaba tan enfadado (lo que equivalía al tamaño del problema que enfrentaban) que sintió que la única salida era ofrecerle a su hijo Isaac en sacrificio Un pasaje en Miqueas 6:7 nos muestra la gravedad de la situación.

¿Daré a mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? En la historia de Abraham aparecen dos veces las palabras "después de estas cosas"; desde hace mucho tiempo se ha observado que ésos eran los momentos de mayor crisis, en los que el dios de Abraham tenía que ser apaciguado. De hecho, éste era uno de ellos. Por suerte para el joven Isaac, el problema se resolvió y su supersticioso padre cambió de opinión sobre la necesidad de matarlo. Sin embargo, hay un relato muy posterior que dice que Isaac fue sacrificado por Abraham y que después resucitó, retratándolo así como Jesucristo, un sufrido servidor que trae la salvación y redención a los demás.

Tuvieron que pasar entre mil y mil trescientos años para que la historia de Abraham se escribiera por primera vez, manteniéndose durante ese inmenso periodo como una leyenda tribal transmitida en forma oral. Cuando se escribió parecía natural que el dios de Abraham fuera Jehová, a pesar de que éste no fue introducido hasta los tiempos de Moisés. La terminología utilizada por Moisés cuando condujo a los israelitas fuera de Egipto, al decirles que su mensaje venía del dios de sus padres, es una forma sumeria usada sólo para referirse a un dios personal que pertenece a la casta de Abraham. Puesto que sólo una pequeña fracción de estos asiáticos desplazados (protojudíos) pudieron descender de Abraham, en ese momento todos ellos se habían apropiado ya de la leyenda y la adoptaron como una razón aceptable y noble para sus circunstancias.

Si Moisés se hubiera presentado ante estos esclavos en Egipto y les hubiera dicho que su mensaje provenía de Jehová o de un dios mundial que suprimía a todos los demás, habrían pensado que estaba loco. A diferencia de los personajes anteriores, Abraham no se convirtió en el origen de toda una tribu que tomó su nombre, sino que su dios personal, el dios de Abraham, se volvió la característica que distinguiría a su gente en el futuro

Encontramos en verdad sorprendente que la psique de un hombre sumerio creara las bases de las tres religiones monoteístas más importantes del mundo Para entonces, nuestra búsqueda nos había conducido al entendimiento del concepto de un dios personal y de un pueblo que tomó su herencia cultural de un hombre que dejó la ciudad sumeria de Ur llevándose a su dios con él Aunque hemos encontrado algunos comentarios sobre una posible ceremonia de resurrección relacionada con Isaac, el hijo del padre de los judíos, esta historia parecía ser bastante posterior

No había vínculos con la francmasonería, por lo que creímos que, antes de retomar el desarrollo del pueblo judío, teníamos que echar un vistazo a la mayor civilización antigua, surgida alrededor del Río Nilo. Abraham pasó tiempo en Egipto durante el periodo de formación de la nación judía y sabíamos que los judíos que le precedieron alcanzaron gran relevancia en la tierra de Egipto. Por lo tanto, el Antiguo Egipto tenía que ser el siguiente objetivo de nuestras pesquisas

CONCLUSIÓN
Fue sólo hasta que revisamos el desarrollo inicial de Dios, cuando nos dimos cuenta de lo poco que nos enseñaron de historia antigua. No sabíamos nada de Sumeria, el lugar de nacimiento de la civilización y donde surgieron por primera vez la escritura y la educación. Descubrimos que los sumerios eran los inventores de la columna y la pirámide, que se extendieron más allá de su propia tierra. La historia del Génesis acerca del Diluvio resultó ser casi mil años más antigua, de acuerdo con el relato sumerio de la creación conocido como el Enuma Elish

Fue de la ciudad sumeria de Ur de donde Abraham salió llevando consigo a su dios personal, conocido como "el Dios de sus padres",en algún momento entre los años 2000 y 1600 a C. Nos preguntamos si Abraham pudo contactar o coincidir con los reyes hicsos de Egipto que gobernaron desde 1786 hasta 1567 a C , pero no teníamos suficientes conocimientos sobre los egipcios para responder a esa pregunta Y, a pesar de algunas pistas sobre los personajes que figuran en la francmasonería, no encontramos otros lazos con la Ciencia moderna Si pretendíamos armar el rompecabezas, tendríamos que retroceder en el tiempo y estudiar la civilización de Egipto

Notas
1 Peake's Commentary on the Bible.
2 Mircea Eliade, Shamanism, Archaic Techniques ofEcstasy
3 John Sassoon, From Sutner to jerusalem 12"