viernes, 21 de abril de 2017

DOCTRINA ESOTÉRICA. TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO(II)

Hay que hacer un esfuerzo bastante grande y pararse hasta que las palabras inunden el cerebro, para darse cuenta de que lo que se relata a continuación es el proceso de la Creación que hemos leído en muchas otras obras. En esta ocasión, el problema lo presentan los conceptos, pero  discurre de la misma forma que siempre. Uno-Tres. Siete.
Me gustaría hacer hincapié en la alusión a la música, que me recuerda el Sillmarilión de Tolkien. Dónde hay música, hay medida, hay orden establecido, hay ley. Podríamos ver una necesidad de sincronización entre los diversos trabajos a llevar a cabo al mismo tiempo, para que éste se considere terminado. Incluso la disfunción que se produce cuando alguien quiere actuar por su cuenta: hay que volver a empezar. De esta forma, la creación de nuestro Universo ocupa un período de tiempo muy superior a los 7 días que nos transmite la Biblia. Los Constructores se comunican con el Uno de forma mental, puesto que, en principio, todos son espíritus, y cada uno de ellos ve en la mente del Uno la tarea encomentada.
Recomiendo una lectura muy lenta y no pasar de una Estanza sin haber comprendido la anterior.



ESTANZA I
El Secreto del Fuego se halla oculto en la segunda letra de la Palabra Sagrada. El misterio de la vida se halla oculto en el corazón. Cuando vibra el punto inferior, cuando el sagrado triángulo resplandece, cuando el punto, el centro medio y el ápice se unen y circula el Fuego, cuando arde el triple ápice, entonces los dos triángulos -el mayor y el menor- se fusionan en una sola llama, que todo lo consume.

ESTANZA II
AUM” dijo el Poderoso Uno, y pronunció la Palabra. Las séptuples olas de la materia se disolvieron y aparecieron variedad de formas. Cada una ocupó su lugar en su esfera designada. Esperaron que entrara la sagrada corriente y las colmara. Los Constructores respondieron al sagrado sonido. En colaboración musical se abocaron al trabajo. Construyeron en muchas esferas, comenzando por la tercera. En este plano se inició su trabajo. Construyeron la envoltura átmica y la enhebraron a su Primario.

AUM” dijo el Poderoso Uno. “Que prosiga el trabajo. Que los constructores del aire continúen con el plan.” El Señor de los Devas y los Constructores del plano del aire trabajaron con las formas dentro de esa esfera que ciertamente les pertenece. Intentaban establecer la unión en su grupo asignado. Sus manos producían rápidamente los moldes. El sagrado plano de conjunción, el cuarto gran plano, se convirtió en la esfera, dentro del círculo mayor, que señalaba la meta para el hombre.

AUM” dijo el Poderoso Uno, exhalando hacia el quinto, el plano de la tierra ardiente, el lugar de encuentro del fuego. Entonces se escuchó una nota cósmica debajo del sonido del sistema. El fuego interno y el fuego externo se encontraron con el fuego ascendente. Los guardianes del fuego cósmico y los devas del calor fohático vigilaron las formas que permanecían amorfas, esperando un punto en el tiempo. Los constructores de menor grado, devas que trabajaban con la materia, moldearon las formas. Éstas se dividieron en cuatro grupos. Permanecieron en absoluto silencio en los triples niveles. Vibraron, respondieron a la tónica, sin embargo, permanecieron estériles y yermas.

AUM” dijo el Poderoso Uno, “que afluyan también las aguas”. Los constructores de la esfera acuosa, que habitan en la humedad, produjeron las formas que se mueven en el reino de Varuna. Crecieron y se multiplicaron. Oscilaban en constante flujo. Cada reflujo en el movimiento cósmico aumentaba el interminable fluir. Se observaban las ondulaciones de las formas.

AUM” dijo el Poderoso Uno, “que los Constructores se ocupen de la materia”. Lo que estaba en estado líquido se solidificó. Se construyeron las formas sólidas. La corteza se enfrió. Las rocas se endurecieron. Los constructores crearon la confusión para producir las diversas formas de maya. Cuando se completaron los estratos rocosos, el trabajo terminó. Los constructores de grado inferior anunciaron que el trabajo había llegado a su fin. Del estrato rocoso surgió el otro estrato. Los constructores del segundo acordaron que ya estaba realizado el trabajo. El primero y el segundo, en el camino ascendente, permanecieron en forma cuádruple. Aquellos cuya vista era penetrante percibieron parcialmente a los cinco internos.

AUM” dijo el Poderoso Uno, y contuvo Su Aliento. La chispa que existía en los habitantes del tercero dio impulso a un mayor crecimiento. Los constructores de las formas inferiores manipularon el maya más denso, fusionaron su producto con las formas construidas por los seres acuosos. La materia y el agua fusionadas produjeron, a su debido tiempo, el tercero. Así continuó la ascensión. Los constructores trabajaron unidos. Llamaron a los guardianes de la zona ígnea. La materia y el agua se mezclaron con el fuego, y conjuntamente con la chispa interna, dentro de la forma, se fusionaron.

El Poderoso Uno miró hacia abajo. Aprobó las formas. Surgió la demanda por mayor luz. Nuevamente recogió el sonido. Elevó hacia niveles superiores la tenue chispa de luz. Se escuchó otro tono, el sonido del fuego cósmico, oculto en los Hijos de Manas, quienes se dirigieron a sus Primarios. Los cuatro inferiores, los tres superiores y los cinco cósmicos se reunieron en la gran inhalación. Se formó una nueva envoltura.

ESTANZA III
La gran Rueda giró sobre sí misma. Las siete ruedas menores precipitadamente vinieron a la existencia. Giraron como su Madre, sobre sí mismas, internamente y hacia adelante. Todo lo que existe fue. Las diversas ruedas unificadas eran una. A medida que giraba la gran Rueda, ardía el fuego interno. El contacto dio vida a la primera rueda. Circuló. Surgieron un millón de hogueras. Se solidificó la cualidad de la materia, pero aún no vino la forma a la existencia. Se irguieron los Hijos de Dios, escudriñaron la profundidad de la Llama, extrajeron de su corazón la sagrada Piedra de Fuego, de allí pasaron a la siguiente.

Al girar nuevamente la gran Rueda lanzó la segunda. Otra vez ardió la llama, atrajo hacia su corazón a la Piedra y continuó girando. Volvieron a erguirse los Hijos de Dios y escudriñaron dentro de la llama. “La forma no es apta”, dijeron, “retírenla del fuego".

La gran Rueda giró con más rapidez; azul y blanca surgió entonces la llama. Los Hijos de Dios descendieron otra vez y una rueda menor giró. Siete veces giró y siete veces aumentó el calor. Se hizo más sólida la masa informe y se sumergió más profundamente la Piedra. La Piedra sagrada descendió hasta el corazón del fuego más recóndito. Esta vez el trabajo se realizó mejor, y el producto fue más perfecto. En la séptima revolución la tercera rueda devolvió la Piedra. Triple la forma, rosada la luz y séptuple el eterno principio.
Surgiendo de la gran Rueda, desde la bóveda celeste, vino a la luz la rueda menor que se constituyó en la cuarta. El eterno Lhas miró hacia abajo y se adelantaron los Hijos de Dios. Arrojaron la Piedra sagrada en lo más profundo de la muerte. Surgió el aplauso de los Chohanes. El trabajo llegó a un punto decisivo. Del abismo de la oscuridad externa extrajeron la Piedra, que ahora era transparente, pura, de color rosa y azul.

Las revoluciones de la quinta rueda y su actividad sobre la Piedra, la hicieron aún más apta. El tinte fusionador era amarillo, anaranjado el fuego interno, hasta que el amarillo, el rosa y el azul mezclaron sus tonos sutiles. Las cuatro ruedas conjuntamente con la mayor trabajaron sobre la Piedra, hasta que todos los Hijos de Dios aclamaron, diciendo, “El trabajo ha sido realizado”.

ESTANZA IV
En la quinta revolución de la gran Rueda se llegó al período destinado a La rueda menor, que respondió a esa quinta gran vuelta: Pasó a través del ciclo y entró en la paz. Las ruedas menores se presentaron y realizaron similarmente Su trabajo. La gran Rueda recogió nuevamente las chispas emanantes. Las Cinco se abocaron al trabajo, las dos menores se ocuparon de los detalles. La Piedra había reunido el fuego y brilló con llama ondulante La envoltura externa no satisfizo la necesidad hasta que la sexta y séptima ruedas la hicieron pasar a través de sus fuegos.

Los Hijos de Dios emergieron de su fuente de origen, observaron el séptuple trabajo y lo aprobaron. La Piedra fue engarzada sola. La gran Rueda giró con doble revolución El cuarto Señor de los Doce mayores manejó el trabajo del Séptuple fuego. “No es apto” dijo, “fusionen esta Piedra dentro de la rueda que comenzó a girar” Los señores de los siete mayores arrojaron la Piedra dentro de la Rueda giratoria. Los señores del quinto y sexto mayores arrojaron también su Piedra Dentro del fuego, en la esfera más recóndita, se fusionaron ambas a medida que la gran Rueda giraba a través del espacio, conduciendo a los siete menores. El cuarto, el quinto y el sexto se mezclaron, fusionaron y compenetraron.

Termino el eón, el trabajo fue realizado Se detuvieron las estrellas. El Eterno Uno exclamó al cielo más excelso: “Expongan el trabajo. Presenten las Piedras.” Y he aquí que las Piedras eran una.

ESTANZA V
Llegó el momento manvantárico, la hora que marcaba el solemne punto de conjunciónesperado por todas las Tríadas; llegó dentro del tiempo estipulado. He aquí, que el trabajo fue realizado.

La hora que esperaron, durante milenios, los siete grupos “purúshicos”, vibrando cada uno al sonido de la Palabra e intentando adquirir más poder, pasó en un instante; he aquí, que el trabajo fue realizado:

El Primer Grado fue aclamado poderosamente pues consideraron que el momento era propicio; se emitió la triple nota que reverberó tres veces. El eco llegó a su destino. Lo devolvieron tres veces. Inquieta la esfera azul sintió la vibración y en respuesta sacudió su somnolencia, apresurándose a obedecer al llamado.

El Segundo, con sabia insistencia, al oír al Primero emitir el sonido, sabiendo que la hora había llegado, repitió el sonido con una nota cuádruple. Esta reverberación cuádruple recorrió la gama de las esferas. Nuevamente fue emitida. Tres veces se emitió la nota, repercutiendo a través de los cielos. En la tercera entonación llegó la respuesta al llamado. Vibrante, como afinada cuerda, respondió el eterno Primario. El azul respondió a lo denso y satisfizo la necesidad.

Trémula la esfera oyó que el Tercero recogía y enviaba la nota; un pleno acorde hizo impacto en los oídos de los Custodios de la Llama. Los Señores de la Llama se incorporaron y se prepararon. Era la hora decisiva. Los siete Señores de las siete esferas aguardaban el resultado reteniendo el aliento. El gran Señor de la cuarta esfera aguardó lo que llegaba. Lo inferior estaba preparado. Lo superior sumiso. Los Cinco grandes esperaban el punto equidistante de fusión. Ascendió la nota fundamental. Lo profundo respondió a lo recóndito. El quíntuple acorde esperó la respuesta de Aquellos cuya hora había llegado. Oscurecióse el espacio entre las esferas. Dos de ellas brillaron. Los triples treinta y cinco consideraron que era exacta la distancia; lanzaron destellos cual llama intermitente; he aquí, que el trabajo fue realizado. Los Cinco grandes se reunieron con los Tres y los Cuatro. Se logró el punto intermedio. Llegó la hora del sacrificio, el sacrificio de la Llama que había perdurado durante eones. Los eternos Unos penetraron en el tiempo. Los Custodios comenzaron Su tarea; he aquí, que el trabajo prosigue.

ESTANZA VI
Dentro de la oscura caverna el cuádruple buscaba a tientas expansión y mayor luz. No descendía luz desde arriba, y la penumbra lo invadía todo. Era total la oscuridad que lo circundaba. Hasta el centro más recóndito del corazón, trémulo, carente de cálida Luz, se introdujo furtivamente el frío de la absoluta oscuridad. Sobre la oscura caverna brilló la luz del día, sin embargo, no la vio el cuádruple, ni tampoco prevaleció la luz.

La destrucción de la caverna precede a la luz del día. Grande debe ser la destrucción. Ni ayuda ni luz oculta se encuentran dentro de la caverna. Alrededor del cuádruple yace la bóveda de piedra; debajo de él amenaza la raíz de las tinieblas, totalmente densas; sobre él y a su lado sólo se ve lo mismo.

Los triples Custodios saben y observan. El cuádruple está ya preparado; la densidad completa su tarea; el vehículo también está preparado. Sonó la trompeta de la destrucción. Enceguecedor era el poder de la llama que se aproximaba. El sismo místico sacudió la caverna; las Llamas ígneas desintegran a maya, y he aquí, que el trabajo está realizado. Se desvanecen las tinieblas y las penumbras; hendido quedó el techo de la caverna. Penetra la luz de la vida; el calor inspira. Los Señores que observan, ven cómo se inicia el trabajo. El cuádruple se convierte en siete. El canto de las llamas se eleva a toda la creación.
Ha llegado el momento de la realización. Prosigue nuevamente el trabajo. La creación sigue su camino mientras se acrecienta la luz dentro de la caverna.

ESTANZA VII
Se yergue la caverna de rara belleza, de color tornasolado. Brillan sus paredes de tinte azulado, bañadas en luz rosada. El tinte azul irradia sobre la totalidad, y todo fulgura. Dentro de la caverna de color iridiscente, en abovedado círculo, permanece el quíntuple Uno, clamando por mas luz. Lucha por expandirse, y se esfuerza por alcanzar el día.

Los Cinco llaman al Sexto y al Séptimo mayores. La belleza circundante no satisface la necesidad. El calor interno sólo es suficiente para nutrir el anhelo por obtener el Fuego. Los Señores de la Llama observan, y en voz alta cantan: “El momento ha llegado, el momento esperado. Que la Llama se convierta en Fuego y que brille la luz.” El esfuerzo de la Llama, dentro de la caverna de cristal, se acrecienta. Surge el llamado de ayuda para otras almas flamígeras. Llega la respuesta.

El Señor de la Llama, el Anciano, el Poderoso Señor del Fuego, el Punto Azul dentro del diamante oculto, el Joven de los Eternos Eones ayuda en el trabajo. La ígnea luz interna y el expectante fuego externo -conjuntamente con el CETRO- se reúnen en la esfera de cristal; he aquí, que el trabajo está realizado. Se raja el cristal y vibra.

Siete veces se emprende el trabajo. Siete veces se realizan los esfuerzos. Siete veces se aplica el Cetro, sostenido por uno de los Señores de la Llama. Tres son los toques menores; cuatro la ayuda divina. Al final del cuarto, se termina el trabajo y se desmorona la caverna. La interna e ígnea llama se infiltra a través de las agrietadas paredes. Asciende hasta su Fuente de origen. Se fusiona con otro fuego; otro punto azul halla su lugar dentro de la diadema logoica.

ESTANZA VIII
Los Tres mayores, cada uno dentro de sus propias siete ruedas menores, en la espiral evolutiva, giran dentro del Eterno Ahora. Se mueven como uno. Los Señores cósmicos, desde su elevado lugar, observan el pasado, controlan el Ahora, y reflexionan sobre el Día que será con nosotros.

El Lhas del Sonido perdurable, producto del tiempo que fue, trasciende el séptuple despliegue. Dentro del “Círculo no se pasa” se emite la Palabra de Amor. Los séptuples Señores, con vibración exacta, prosiguen su trabajo. Emiten cada uno una nota del insondable acorde logoico. Cada uno Informa debidamente a Su gran Señor. Mediante el solemne aliento se construyen las formas, coloreadas en exacta proporción, y la flama interna se revela a sí misma con acrecentada luz.

El Señor Azul, quien reunió a todos dentro del arco búdico, emite Su nota. Los otros seis retornan a su fuente de origen, mezclando Sus variados colores dentro de su Primario. Fue agregado azul al verde y rápidamente se observa su culminación. La vibración del tercero se une al uno. El azul se mezcla con el anaranjado y en esa sabia fusión se observa el inmutable esquema. Al amarillo y al rojo, al púrpura y al fundamental les corresponde la vibración del séptimo, ajustada a la del Primario.

Cada uno de los siete Señores, dentro de Sus siete esquemas, amoldados al segundo círculo kármico, fusionan sus esferas migratorias y mezclan sus miríadas de átomos. Las formas a través de las cuales Ellos trabajan, el millón de esferas menores y la causa de la separación y de la maldición de los Asuras, se desintegran cuando se emite la Sagrada Palabra desde un punto en el tiempo.

Surge la vida logoica. Se funden entre sí las corrientes de color. Quedan rezagadas las formas, y Parabrahma aparece en toda Su plenitud. El Señor del Tercer cósmico pronuncia una Palabra desconocida. La séptuple palabra menor forma parte del acorde mayor.

El Ahora se convierte en el tiempo que fue. El eón se disuelve en el espacio. Se oye la Palabra de Acción. Le precede la Palabra de Amor. El Pasado controla la forma. El Ahora hace evolucionar la vida. El Día que será, pronuncia la Palabra de Poder. La forma perfeccionada y la vida que evoluciona encierran el tercer secreto de la gran Rueda. Es el misterio oculto de la acción viviente. Misterio perdido en el Ahora, pero conocido por el Señor de la Voluntad cósmica.

ESTANZA IX
Los treinta mil millones de Observadores se negaron a responder al llamado. “No penetraremos en las formas”, dijeron, “hasta el séptimo eón”. Los sesenta mil millones obedecieron al llamado y tomaron las formas designadas. Los rebeldes se regocijaron internamente y buscaron la paz praláyica, hasta el séptimo eón. Pero los siete grandes Señores convocaron a los grandes Chohanes, y con el eterno Lhas del tercer cielo cósmico entraron en debate. Entonces se produjo el veredicto. Los rezagados de las esferas más elevadas escucharon su eco a través del esquema. “No será en el séptimo eón, sino el séptimo decimocuarto que volverá nuevamente la oportunidad. El primero será el último y perderán tiempo durante eones.”

Los obedientes Hijos de la Mente hicieron contacto con los Hijos del Corazón y la evolución continuó su camino en espiral. Los Hijos del poder permanecieron en su lugar designado, aunque el karma cósmico obligó a un puñado de ellos a unirse a los Hijos del Corazón. En el séptimo decimocuarto eón, Los Hijos de la Mente y del Corazón, absorbidos por
la llama infinita, se unirán a los Hijos de la Voluntad, durante la manifestación manvantárica.

Tres veces girará la rueda.

En el centro se encuentran los budas de actividad, ayudados por los señores del amor, y a continuación de su trabajo dual llegarán los radiantes señores del poder. Los budas de la creación han surgido del pasado. Los budas del amor ya se están
reuniendo. Los budas de la voluntad, al finalizar la última vuelta de la tercera rueda mayor, vendrán al ser en una llamarada. Entonces se habrá consumado el fin.

ESTANZA X
El Quinto progresó, y de los restos del Cuarto se multiplicó y reprodujo. Subieron las aguas. Todo se hundió y sumergió. Los restos sagrados, en su lugar asignado, surgieron más tarde de la zona de seguridad Retrocedieron las aguas. Apareció la tierra sólida en ciertos lugares predestinados. El Quinto sobrepasó la Tierra Sagrada, y en sus quíntuples grupos se desarrolló el Quinto inferior. pasaron de una etapa a otra. Los Señores custodios, reconociendo los “rupas” formados, hicieron una señal al Cuarto que circulaba, quien siguió su camino apresuradamente. Cuando la quinta rueda menor había recorrido la mitad del camino y los cuatro menores poblaban la tierra, se irguieron los Señores de Oscura Intención, exclamando: “La fuerza no irá en esa dirección. Las formas y los “rupas” del tercero y cuarto dentro de su correspondiente Quinto, se asemejaban demasiado al arquetipo. El trabajo es demasiado bueno”.

Construyeron otras formas. Pidieron fuego cósmico. Los siete profundos fosos del averno vomitaron sombras animadoras. Los séptuples entrantes pusieron orden en todas las formas –las blancas, las negras, las rojas y las morenas. El periodo de destrucción se extendió por todas partes. El trabajo fue lamentablemente dañado. Los Choanes del plano superior observaron en silencio el trabajo. Los Asuras y los Chaitanes, los Hijos del Mal cósmico y los Rishis de las constelaciones oscuras reunieron sus huestes menores, oscuros engendros del averno. Oscurecieron todo el espacio.
* * * * *
Con el advenimiento del Enviado del cielo la paz reinó en la tormenta. El planeta tambaleó y vomitó fuego. Una parte se elevó. Otra cayó. La forma se transformó. Millones tomaron otras formas o ascendieron hasta el lugar de espera designado. Esperaron hasta que les llegara nuevamente el momento de progresar.
* * * * *
Los Tres primitivos crearon los monstruos, las grandes bestias y las formas malignas. Acecharon sobre la superficie de la esfera. Los Cuatro acuosos crearon dentro de la esfera acuosa reptiles y engendros de maligno renombre, producto de su karma. Llegaron las aguas y arrasaron con los progenitores del engendro liquido.

Los Cinco divisivos construyeron en la esfera de rupa las concretas formas mentales. Las expelieron, estas poblaron los cuatro inferiores y al igual que la negra y maligna nube, oscurecieron la luz del día, ocultando a los tres superiores.
* * * * *
Se libró la guerra desatada en el planeta. Ambos contendientes descendieron al infierno. Luego llegó el Conquistador de la forma. Extrajo el Fuego Sagrado y purificó los niveles del cuerpo. El fuego destruyó las tierras en la época del Sexto menor. Cuando apareció el Sexto la tierra había cambiado. La superficie del globo circuló a través de otro ciclo. Los hombres del Quinto superior dominaron a los tres inferiores. El trabajo fue transferido al plano donde permanecía el Peregrino. El triángulo menor, dentro del huevo áurico inferior, se convirtió en el centro de la disonancia cósmica.

ESTANZA XI
La rueda de la vida gira dentro de la rueda de la forma externa. Circula la materia de Fohat, su fuego endurece todas las formas. La rueda invisible gira en rápidas revoluciones, dentro de la lenta envoltura externa, hasta desgastar la forma. Los cuarenta y nueve fuegos arden en el centro interno. Los treinta y cinco vórtices ígneos circulantes se extienden a lo largo de la periferia del círculo. Entre los dos pasan, en secuencia ordenada, las llamas de variados colores.

Los grandes Triángulos en su exacta ubicación ocultan el secreto de la rueda de la vida. Irradia el fuego cósmico, dirigido desde la segunda esfera y controlado por el Regidor del rayo fusionante. Las huestes de la tercera esfera circundante, en distintos grados, señalan a los tres inferiores.

La rueda de la vida todavía gira dentro de la forma. Los devas del cuarto hacen contacto con los treinta y cinco y los mezclan con los cuarenta y nueve centrales. Trabajan arriba, tratando de fusionar el todo. Aquellos que en miríadas de formas giran dentro de las ruedas de menor magnitud, se esfuerzan por ascender. El todo es uno, sin embargo, en las esferas inferiores aparecen sólo las formas. Por su diversidad parece imposible llegar a comprenderlas o entenderlas.

La mayoría circula. Las formas se construyen, llegan a ser demasiado sólidas, son quebrantadas por la vida y luego circulan nuevamente. Pocas son las que giran manteniendo a la mayoría en el calor del movimiento. El uno abarca todo y conduce todo lo que está en tensa actividad, al corazón de la paz cósmica.

ESTANZA XII
Los Benditos Seres ocultan Su triple naturaleza, pero revelan Su triple esencia mediante los tres grandes grupos de átomos. Tres son los átomos y triple la radiación. El núcleo interno del Fuego se oculta a sí mismo y sólo es conocido a través de la irradiación y de aquello que irradia. Sólo después de consumirse la hoguera y cuando ya no se sienta su calor, podrá conocerse el fuego.

ESTANZA XIII
A través de la franja color violeta que circunda el Firmamento pasa el globo de color púrpura oscuro. Pasa y no retorna. Es hechizado por el color azul. Tres veces lo envuelve el azul y cuando se ha completado el círculo, el púrpura desaparece y se fusiona con el rosa, y nuevamente atraviesa el sendero. Tres son los grandes colores del ciclo que se consideran como el cuarto: violeta, azul y rosa con el fundamental púrpura en rotación.
Cuatro son los colores secundarios en el ciclo de discriminación, donde tiene lugar la rotación. Está circundado hasta su punto medio, y algo más allá. La franja que surge es amarilla, anaranjada la nube que oculta y verde la vivificación. Sin embargo, el momento no ha llegado todavía. Muchos son los fuegos circulantes, y muchas las rondas giratorias, pero sólo cuando los colores complementarios reconozcan su fuente de origen y el todo se amolde a los siete, se contemplará la culminación. Entonces se observará cada color correctamente adaptado y el cese de la rotación.


miércoles, 19 de abril de 2017

SENECA, DE LA PROVIDENCIA DIVINA.


No sé por qué razón, las escuelas morales que surgieron entre la decadencia de Atenas y la aparición del Cristianismo son muy desconocidas, cuando toda la Iglesia que habría de surgir, bebió de sus fuentes y las agotó. Los pensadores, cínicos, epicúreos, estoicos, eclécticos, escépticos, etc. se centran sobre todo en buscar una forma de que el hombre pase la vida, por lo menos, de forma provechosa, si bien se diferencian en lo que consideran vida provechosa. Séneca, cordobés y preceptor de Nerón (que le salió algo rana), es uno de los autores más agradables de leer, porque tiene una expresión clara y estructurada, aunque no podemos decir que estas escuelas se caractericen por su metodología. Para asumir su pensamiento, hay que bucear en muchas de sus obras hasta encontrar respuestas, si las estás buscando. De todas formas, su lectura nunca será un tiempo perdido.
El texto es corto, pero se alarga por tantas aclaraciones que nos ofrece el traductor. Podía haberlas quitado, pero me parecieron muy interesantes y, por otra parte, no me gusta modificar un texto que otro ha escrito o ha preparado. Me he limitado a cambiar el formato para poderlo publicar. La doctrina de Séneca va en negro y las notas en verde.



S O B R E L A P R O V I D E N C I A
S É N E C A
Ediciones elaleph.com
Editado por elaleph.com
Traducción de: Ángel J. Cappelletti
ã 2000 – Copyright www.elaleph.com
Todos los Derechos Reservados

S O B R E L A P R O V I D E N C I A

A Lucilio

Por qué les suceden ciertas desgracias a los hombres buenos siendo así que hay una Providencia.

I. 1- Me has preguntado, Lucilio, por qué, si el mundo es regido por la Providencia, les suceden muchos males a los hombres buenos. Esto podría ser contestado fácilmente en el contexto de una obra en la cual intentáramos demostrar que la Providencia preside el Universo y que Dios se interesa por nosotros.1 Pero ya que te place desgajar del todo una pequeña parte y solucionar una sola contradicción, dejando a un lado la discusión delconjunto,2 he de hacer algo que no es difícil: defenderéla causa de los dioses.3

1 Séneca proyectaba en este momento, como dice René Waltz, un tratado sobre la Providencia. El presente “diálogo” no es quizás sino un primer esbozo de aquella obra, que no llegó a escribir o que, por lo menos, no pudo acabar.

2- Más que superfluo resulta demostrar en la presente ocasión que una obra tan grande no se conserva sin guardián; que la reunión y la separación de los astros no constituyen movimientos fortuitos;4 que los productos del azar con frecuencia se descomponen y pronto chocan entre sí;5 que esta insuperada velocidad que arrastra tantas cosas en la tierra y en el mar, tantas luminarias clarísimas de preordenado brillo6, surge por imperio de una Ley eterna;7 que este orden no es propio de la materia errante; que los cuerpos reunidos casualmente no están con tanta sabiduría suspendidos como para que el enorme peso de la tierra permanezca inmóvil y contemple a su alrededor la huida del rápido cielo,8 como para que los mares infiltrados en los valles ablanden las tierras y no sufran incremento alguno por los ríos,9 como para que de semillas pequeñísimas nazcan enormes seres.

2 La exigencia del conocimiento sistemático, que se hizo sentir con tanta fuerza en los estoicos antiguos (en Crisipo, sobre todo), se insinúa también aquí, en el asistemático Séneca.

3 La expresión causam deorum agam (defenderé la causa de los dioses) pertenece al lenguaje forense. No debe olvidarse que Séneca fue educado ante todo, según los deseos de su padre, para el ejercicio de la oratoria, cuyo principal escenario era el foro.

4 Los astros se mueven según movimientos uniformes y propios. El sol, por ejemplo, según la astronomía estoica, tiene un movimiento helicoidal.

5 Quizás haya aquí una alusión a la física epicúrea, según la cual los átomos, que forman todas las cosas, se reúnen al azar.

6 Se refiere al movimiento circular de los astros y de a tierra, que arrastra consigo a cuantas cosas hay sobre esos cuerpos celestes sin producir confusión entre ellas.
7 La Ley eterna se identifica con la Razón universal y con Dios.


3-Ni siquiera aquellos fenómenos que parecen confusos e inciertos- me refiero a las lluvias y a las nubes, 10 al estallido de los rayos que se quiebran11 y al fuego que se derrama de los rotos vértices de las montañas, a los temblores del suelo sacudido12 y a los demás hechos originados en la agitada región que rodea la tierra13- suceden sin razón, aunque sean repentinos, sino que tienen también sus causas, no menos que aquellos otros que, por aparecer en sitios insólitos, son considerados milagros, como las aguas calientes que se hallan en medio de las ondas marinas y las nuevas extensiones de islas que repentinamente surgen en medio del vasto mar.14

8 Según la astronomía estoica en el centro del Universo (único, finito,esférico) se halla, inmóvil, la tierra (esférica). Más arriba está la región que corresponde al elemento agua (el lugar de los vapores, las exhalaciones, etcétera). Por encima de ésta, viene la región del fuego y del éter. Dentro de la misma se hallan las esferas de la luna, del sol y de los planetas, que giran en torno a la tierra. En la parte más exterior está la zona de las estrellas fijas.

9 “Los antiguos- dice R. Waltz- creían en una especie de circulación ininterrumpida de las aguas en la superficie de la tierra: del mar éstas pasaban, por infiltración, a los ríos, y de los ríos retornaban al mar.” De las aguas terrestres trata Séneca en el libro III de las Cuestiones naturales.

10 Sobre las nubes, cfr. Cuestiones naturales, II. 30, 4; I. 3, 13; I. 4, 4; I. 5, 3;
I. 5. 4; I. 5, 7-9; I. 5, 5, 11-14. Véase asimismo la segunda parte del libro IV.

11 Sobre los rayos, cfr. Cuestiones naturales, I. 1, 6; I. 14, 4; II 31; II 52-53; II 32-51; Cartas, 107, 3; Plinio, Historia natural, II, 112-3; 135-46.

12 Sobre los terremotos, cfr. Cartas, 91, 1. El libro VI de las Cuestiones naturales está especialmente dedicado a dichos fenómenos. Del mismo tema trataba Séneca en uno de sus escritos perdidos. (Cfr. Introducción, II) (Cfr. Chatelain, “Théories antiques sur les tremblements de terre”, en Mélanges d'Archéologie et d`Histoire, 1909.)


4- Y, en verdad, si se observa cómo quedan desnudas las playas cuando el mar se repliega sobre sí mismo y cómo en breves momentos vuelven a ser cubiertas ¿se podrá creer que, por obra de un ciego movimiento, las olas ora se contraen y se vuelven sobre sí mismas, ora irrumpen y con gran rapidez retornan a su sitio, siendo así que crecen conforme a medidas fijas, decrecen en la hora y el día señalado y son más amplias o más reducidas según la intensidad con que las atrae la luna, a cuyo arbitrio está sujeto el desborde del Océano?15 Queden estas cosas reser-

13 En el libro I de las Cuestiones naturales se ocupa Séneca de diversos fenómenos meteorológicos. Sobre los vientos, en particular, véase también Cuestiones naturales III. 12, 4; II. 12,5; II 20, 3 y el libro V.

14 Sobre la formación de nuevas islas, cfr. Cuestiones naturales, II. 26, 4-6; Plinio, Historia natural, II. 86-9.

15 Posidonio, uno de los principales representantes del estoicismo medio, “fue el primero en explicar las marcas por la acción conjunta del sol y de
la luna, y en llamar la atención sobre la pleamar y bajamar”. (G. Sarton, Historia de la ciencia, Buenos Aires, 1965, IV, p. 317.)

Queden estas cosas reservadas para su oportunidad,16 tanto más cuanto que tú no dudas de la Providencia sino que te quejas de ella.

5- Te he de reconciliar con los dioses,17 que son buenos con los buenos. En efecto, la naturaleza jamás consiente que las cosas buenas perjudiquen a los buenos. Entre los hombres buenos y los dioses hay una amistad que establece la virtud. ¿Amistad digo? Más todavía: una mutua atracción y una semejanza, ya que el hombre bueno sólo se diferencia del dios por la duración de la vida; es su discípulo, su imitador y su verdadera progenie, que aquel padre magnífico,18 guardián nada laxo de las virtudes, educa, como los padres severos, con mayor dureza.19
16 Se refiere a la obra sistemática que, como dijimos (cfr. nota l), se proponía escribir sobre la Providencia.

17 La frase in gratiam te reducam cum diis (te he de reconciliar con los dioses) expresa el sentido de la otra frase que hallamos al comienzo (I. 1), causam deorum agam (defenderé la causa de los dioses). Nos muestra al mismo tiempo, que el propósito del diálogo es la “teodicea”.

18 Todas estas expresiones por las cuales Dios aparece como amigo, maestro, modelo y padre del hombre, fueron acogidas con regocijo por el pensamiento cristiano. Se explica así cómo Lactancio (Instituciones cristianas, VI. 24) pudo escribir, refiriéndose a Séneca “¿Qué podía haber dicho de más verdadero quien hubiese conocido a Dios que lo que fue dicho por este hombre que ignoraba la verdadera religión?” (¿Quid serius dici potuit ab eo qui Deum nosset quam dictum est ab homine verae religionis ignaro?)

19 El autor tiene aquí presentes, sin duda, los ideales y los métodos pedagógicos tradicionales de los romanos. (Cfr. P. Monroe, Historia de la pedagogía, Madrid, I, p. 24-9-50.)

6- Así, cuando vieres a los hombres buenos y gratos a los dioses sufrir, sudar, transitar por difíciles senderos, y a los malos entregarse a los goces y abandonarse a los placeres, considera que nosotros nos complacemos en la modestia de nuestros hijos y en la desvergüenza de los de nuestros esclavos, que a los unos los refrenamos con más ardua disciplina y a los segundos los criamos en la licencia.20 Lo mismo debe pensar tú de Dios: no tiene al hombre bueno en medio de deleites, lo somete a prueba, lo endurece, lo prepara para sí.

II. 1- ¿Por qué les suceden a los hombres buenos muchas adversidades? Nada malo puede sucederle a un hombre bueno: los contrarios no se mezclan.21

20 Séneca traiciona aquí sus principios fundamentalmente igualitarios. Hacia aquella misma época escribía, en una de sus epístolas:¿Quieres considerar que ése, al que llamas tu esclavo, ha nacido de las mismas simientes que tú, goza del misino cielo, respira lo mismo, vive lo mismo, y muere lo mismo que tú?” (Vis tu cogitare istum quem servum tuum vocas, ex iisdem seminibus ortum, eodem frui caelo, aeque spirare, aeque vivere, aeque mori?) (Cartas a Lucilio, 47 10.) Y, sin embargo, aquí por debajo del noble filósofo estoico, asoma su rostro el miembro de la clase señorial, que ve en los esclavos una especie esencialmente inferior, infrahumana, en cuanto parece incapaz de acceder a las virtudes que se consideran propias del hombre verdadero.

21 La idea de la incompatibilidad de los contrarios, que ya está implícita en la proposición anterior: “la naturaleza jamás consiente que las cosas buenas perjudiquen a los buenos” (I. 5), proviene de la lógica aristotélica o, en todo caso, del sentido común. Contradice evidentemente la doctrina de Heráclito, a la cual tanto deben, sin embargo, lo estoicos y el mismo Séneca. (Cfr. Epicteto, Manual, 36.)

22 He aquí, expresado en pocas palabras, el ideal estoico del sabio: Éste no es dominado por la realidad exterior sino que, más poderoso que ella,
permanece impasible y se le impone. (Cfr. Epicteto, Manual, l.)

23 La comparación del hombre virtuoso con el atleta se repite más adelante (II. 8; III. 4; IV. 4) y es uno de los símiles predilectos de los moralistas estoicos y luego también de los primeros escritores cristianos desde San Pablo (Corintios, IX. 24-26, etc.). (Cfr. Marco Aurelio, III. 4; VII. 61, etc.)

Del mismo modo que tantos ríos, tan grande cantidad de lluvias caídas de lo alto, tanto vigor de fuentes medicinales, no cambian el sabor del mar y ni siquiera lo modifican, así el ímpetu de las cosas adversas no subvierte el ánimo del varón fuerte: éste permanece en su estado y todo cuanto sucede lo tiñe con su propio color, pues es más poderoso que todas las realidades externas.22

2- Y no digo que no las siente, sino que las supera. Calmo y tranquilo, enfrenta sus embates. Todas las adversidades son para él ejercitaciones. ¿Qué hombre verdadero y ansioso de la virtud no desea, por otra parte, los trabajos propios del justo y no está dispuesto a cumplir sus deberes exponiéndose al peligro? Para qué hombre activo no es castigo el ocio?

3- Vemos que los atletas que se preocupan por su fuerza luchan con los más fuertes rivales23 y exigen a quienes los preparan para el certamen que empleen todas sus fuerzas contra ellos; toleran que se los golpee y maltrate y si no encuentran contendientes parejos se enfrentan con varios al mismo tiempo.

4- Se marchita la virtud sin adversario. Sólo se ve cuan grande es y cuánto vale, cuando demuestra qué es lo que puede aguantar. Sábete que esto mismo es lo que los hombres buenos deben hacer: no temer las cosas duras y difíciles, no quejarse del destino, tomar cuanto sucede como un bien y dirigirlo hacia el bien. No interesa lo que sobrellevas, sino cómo lo sobrellevas.24

5- ¿No ves cuán diferente es el cariño de los padres y el de las madres? Aquellos mandan despertar temprano a los hijos para que vayan a sus labores, no toleran que permanezcan ociosos ni siquiera los días feriados, les hacen brotar sudor y a veces lágrimas; las madres, en cambio, los estrechan contra el pecho, desean que permanezcan a la sombra, que nunca se entristezcan, que nunca lloren,que nunca se cansen.25


24 En otras palabras: no interesa lo externo sino lo interno; no importa la materialidad del hecho sino la disposición del alma. (Cfr. Marco Aurelio, VII. 59.)

25 El autor nos brinda aquí un cuadro un tanto esquemático de las relaciones paterno-filiales y materno-filiales dentro de la familia romana de la época imperial. Estas observaciones de psicosociología doméstica se complementan con las que ha hecho un poco antes (I. 6) acerca de las relaciones padre-hijo y padre-hijo de esclavo.


6- Dios tiene un ánimo paterno hacia los hombres buenos y los ama con reciedumbre: “Que con trabajos, dice, con dolores, con desdichas sean acosados, a fin de que logren la verdadera fortaleza.” Los animales cebados en la inactividad se debilitan, y desfallecen no sólo ante el trabajo sino también ante el movimiento y ante su propio peso.26 Una imperturbada felicidad no tolera ningún choque. Quien, por el contrario, ha sostenido una incesante lucha con sus desgracias, está endurecido por las desdichas y no cede ante mal alguno; aun caído, pelea de rodillas.

7- ¿Te asombras tú de que aquel dios que tanto ama a los buenos, que los quiere tan perfectos y excelentes como sea posible, les asigne un destino con el que puedan ejercitarse? Yo, en verdad, no me asombro de que alguna vez experimente el deseo de contemplar a los grandes hombres luchando contra una calamidad.

8-Nos causa a veces placer el hecho de que un joven de espíritu valiente reciba con un venablo a la fiera que se precipita contra él, de que enfrente intrépido el ataque del león, y este espectáculo es tanto más grato cuanto más ilustre es quien lo ofrece.27 Tales complementan con las que ha hecho un poco antes (I. 6) acerca de las relaciones padre-hijo y padre-hijo de esclavo hazañas no son capaces de atraer la atención de los dioses; son cosas pueriles y pasatiempos propios de la volubilidad humana.

26 “Séneca piensa sin duda en las aves cuyo engorde describe en otro lugar (Cartas, 122, 4)”, anota R. Waltz.
27 Adviértase aquí, otra vez, la manifestación del espíritu de clase, ese mismo espíritu que, en el tratado Sobre los beneficios, IV. 30, 4, hace decir a Séneca que un noble, sea cual fuere su conducta, se salva a la sombra de sus ilustres antepasados.


He aquí un espectáculo digno de que Dios, aunque esté absorbido por sus obras, le preste atención; he aquí un dúo28 digno de Dios: un hombre valeroso en lucha con la mala suerte, especialmente si él mismo la ha provocado.

9- No veo- repito- qué podría hallar Júpiter de más bello en la tierra, si a ella quisiera volver su atención, que el espectáculo de un Catón,29 que quebrantado ya más de una vez su partido, se mantiene sin embargo, erecto en medio de las ruinas de la república:

28 Los romanos, aclara R. Waltz, denominaban “par” a dos gladiadores que luchaban entre sí.

29 Marco Porcio Catón, llamado el Uticense, para diferenciarlo de su antepasado Catón el Censor, nació en el año 95 a. C. Según la biografía que de él nos ha dejado Plutarco, fue desde sus años mozos fuerte de cuerpo y limpio de alma. Casi naturalmente, pues, se habría inclinado al estoicismo, filosofía cuyo estudio emprendió con Atenodoro y Antipatro de Tiro, cuando era tribuno militar en Macedonia. Al volver a Roma (65 a. C.) fue elegido cuestor, y en tal cargo sobresalió pronto como uno de los más honrados y eficientes funcionarios de la Urbe. En el año 62 a. C. ocupó, junto con Cicerón, el cargo de tribuno. Al producirse la conspiración de Catilina se puso del lado de Cicerón y logró para los conjurados la máxima pena. César, a cuyas ambiciones se había opuesto (no menos que a las de Pompeyo y Craso), quiso alejarlo de Roma y lo envió a Chipre, con la misión de apoderarse de los bienes del rey Tolomeo. A su retorno, en el año 55 a. C., después de haber entregado al tesoro público la gran fortuna arrebatada al soberano oriental, prosiguió su lucha contra los triunviros. Primero sostuvo contra Pompeyo y Craso la candidatura de Domicio Enobarbo al consulado, después se opuso a la ley Treboniana, que confería el gobierno de España a Pompeyo y el de Siria a Craso; más tarde sostuvo que César debía ser entregado a los germanos, pues los había derrotado violando deslealmente una tregua concertada con ellos. En el año 54 fue elegido pretor y entre otras medidas administrativas ejemplares hizo que fueran devueltos los bienes fraudulentamente conseguidos por los partidarios de Sila. Aunque en el fondo estaba contra la guerra civil, cuando ésta estalló se puso del lado de Pompeyo. Mientras César avanzaba hacia Roma, Catón se unió a Pompeyo en Sicilia. De allí fue enviado a Asia. Al producirse la batalla de Farsalia, estaba al mando de las tropas de Durazzo. Después de la muerte de Pompeyo marchó con sus soldados a Cirene, a fin de unirse a Escipión. Cuando éste fue derrotado por César en Tapso (16 de abril del 46 a.C.), decidió resistir en Útica. Finalmente, comprendiendo la inutilidad de esta heroica oposición, se suicidó, no sin antes haber facilitado la huida de sus secuaces. (Cfr. Gerlach, M. Porcus Cato der Jüngere, Basilea, 1866; G. Boissier, Ciceron et ses amis, París, 1923,p. 293 ss.; Ed. Meyer, Caesars Monarchie und das Principat des Pompeius, Stuttgart, 1919, p. 218-21; E. Ciaceri, Cicerone e i suoi tempi, Milán, 1926-30).

10- “Aunque todas las cosas- dice- hayan caído al mismo tiempo bajo el dominio de un solo individuo, 30 aunque la tierra esté vigilada por sus legiones y los mares por sus flotas, aunque los soldados de César sitien nuestras puertas,31 Catón tiene por donde salir; con una sola mano se abrirá ancho camino hacia la libertad. Este hierro, puro e inocente aun en la guerra civil, producirá por fin obras buenas y nobles: la libertad que no pudo darle a la patria, se la dará a Catón. ¡Emprende, alma mía,

30 Esto es, aunque, ya superado el momento del triunvirato, Julio César sea el único gobernante de Roma y de Occidente.

31 Se refiere sin duda a las puertas de Útica, ciudad en la que Catón se había encerrado para resistir a los triunfantes ejércitos de César (cfr. nota
29).

la obra largamente meditada; arráncate de los asuntos humanos! 32 Ya Petreyo y Yuba se lanzaron el uno contra el otro: valiente e ilustre pacto fatal que no sienta bien, sin embargo, a nuestra grandeza.33 Tan vergonzoso es para Catón pedir la muerte como pedir la vida.”

11- Evidente resulta para mí que los dioses contemplaron con gozo cómo aquel hombre, acérrimo vengador de sí mismo,34 se preocupaba por la salvación de los demás y preparaba la fuga de los que se batían en retirada,35 cómo se dedicaba al estudio, aun durante la última noche36, cómo se clavaba la espada en el santo pecho, cómo esparcía sus vísceras y hacía salir fuera, con su propia mano, a aquella alma santísima, que no había merecido ser contaminada por el hierro.37

32 12 Véase el elogio del suicidio, al final de la obra (VI. 7-9).

33 Según una versión más verosímil- dice R. Waltz-, Petreyo fue muerto por Yuba y éste se hizo matar después por un esclavo.

34 “Acérrimo vengador de sí mismo” (acerrimus sui vindex) se refiere a la muerte que Catón se ha de dar por propia mano, a fin de no caer en poder de sus enemigos (cfr. nota 37).

35 Catón, antes de suicidarse, procuró que sus secuaces, sitiados con él en Útica, pudieran huir (cfr. nota 29).

36 La noche que precedió al día de su suicidio Catón se encerró en su aposento y se dedicó a leer el Fedón de Platón, donde se trata de la inmortalidad del alma.

37 Catón, según dijimos (nota 29), se clavó una espada con la intención de darse muerte. Sin embargo, como acudieran luego algunos amigos y le hicieran vendar la herida por un médico, él desgarró las vendas y aun la herida. Un cuadro de Ribera, el “Spagnoletto”, que pertenece a la Galería San Telmo de Sevilla, representa este episodio.

12- Creo que por ese motivo la herida fue poco certera y eficaz: no les bastó a los dioses inmortales contemplar una sola vez a Catón; su virtud fue retenida y de nuevo evocada para que se manifestara en un papel más difícil, pues es más fácil ir a la muerte con firme ánimo que volver a buscarla. ¿Por qué no habían de contemplar con gusto a un alumno suyo que se marchaba con tan ilustre y memorable salida? La muerte consagra a aquellos cuya salida alaban hasta los mismos que la temen.

III. 1- Pero, en el texto que a continuación viene, he de mostrar hasta qué punto estos que parecen males no lo son en realidad. Ahora afirmo lo siguiente: las cosas que tú llamas crueles, odiosas y abominables, aprovechan primero a los mismos a quienes les suceden, después al Universo, del cual se preocupan los dioses más que de los individuos. Además, aquellos a quienes les suceden las aceptan, y dignos de verdadero mal serían si así no lo hiciesen. A esto añadiré que tales cosas, conforme al Destino, les suceden a los buenos por la misma razón por la cual ellos son buenos. Te convenceré luego de que nunca debes compadecer al hombrebueno: él, en efecto, puede ser tenido por desdichado, pero no puede serlo.38

2- De todas las proposiciones que he presentado la más difícil de aceptar es la que expuse primero: que las cosas que nos aterrorizan y hacen temblar redundan en provecho de los mismos a quienes les suceden. “¿Redunda en su provecho-dirás tú- el ser desterrados, el ser reducidos a la pobreza, el ser privados de hijos y esposa, el ser infamados y debilitados? Si te asombras de que estas cosas puedan redundar en provecho de alguien, te asombrarás de que algunos sean curados con hierro y fuego,39 no menos que con hambre y sed. Pero si pudieras advertir que a algunos, para darles salud, se les roen los huesos, se les enrollan y extraen las venas, se les amputan los miembros que no pueden permanecer adheridos al cuerpo sin que se produzca la perdición del todo, también estarías de acuerdo en que ciertas desgracias redundan en bien de quienes las padecen, tanto como ¡por Hércules! ciertos goces, que son alabados y apetecidos, resultan perjudiciales para quienes con ellos se deleitan, a semejanza de las indigestiones, las borracheras y los demás abusos que matan a través del placer.

38 El plan aquí trazado no es seguido con mucho rigor, como lo hace notar Waltz. (Cfr. Introducción III.)

39 Cfr. Heráclito, Fragmento 58, Diels; Esquilo, Agamenón 849 ss.; Hipócrates, Sobre el régimen, I. 15 (Littré, VI. 490); Jenofonte, Memorables, I. 2,54; Platón, Gorgias, 521 e; Marco Aurelio, V. 8.

3- Entre muchas magníficas palabras de nuestro Demetrio40 cuéntase ésta, de la que tengo una impresión reciente, pues suena y vibra todavía en mis oídos: “Nada me parece más desgraciado dijo- que aquel a quien nunca le ha sucedido una desgracia”. Éste, en efecto, no ha podido ponerse a prueba a sí mismo. Aunque todas las cosas se realicen según su deseo, y aun antes de su deseo, sin embargo, los dioses tienen un mal concepto de él: no se lo ha juzgado digno de vencer alguna vez a la fortuna, la cual rehuye a los más cobardes, como si dijera: “¿Por qué he de enfrentarme a semejante adversario? En seguida depondrá las armas. Contra él no es necesario todo mi poder, con una ligera amenaza será rechazado, no es capaz de

40 Demetrio fue un filósofo cínico, amigo y maestro de Séneca, el cual lo menciona con admiración en varios pasajes de sus obras. Consecuente con la filosofía social y política del cinismo, que Goettling ha llamado “la filosofía del proletariado griego”, se mostró contrario a la monarquía absoluta, por lo cual el emperador Vespasiano lo confinó en una isla. Séneca se refiere a él no sin motivo en este lugar, ya que los dos elementos más característicos del pensamiento de Demetrio son: 1) la idea de la virtud concebida como “esfuerzo” (ponos), al modo de Antístenes, lo cual supone una valorización del dolor y de la adversidad como obstáculos necesarios a vencer 2) la idea- en verdad más estoica que propiamente cínica- de un orden universal, establecido por la Providencia. Que el sabio debe acatar plenamente. (Sobre Demetrio véase H. von Arnim, en Pauly-Wissowa, Real Encyclopüdie der klassischen Alterturwwissenschaft. Stuttgart, 1893, IV, col. 2843-4.)

resistir mi mirada. Búsquese otro con el cual podamos medir fuerzas. Me avergüenza pelear con un hombre dispuesto a ser vencido.”

4- El Gladiador considera deshonroso que se lo enfrente a uno más débil y sabe que vence sin gloria quien vence sin peligro. Lo mismo hace la fortuna: busca a los más fuertes como contrincantes.41 A algunos los pasa por alto con desdén; ataca al más duro y justo, contra el que puede desplegar su fuerza: con Mucio utiliza el fuego42 con Fabricio la pobreza,43 con Rutilio el

41 Cfr. II. 3 y nota 23.

42 Cayo Mucio Escévola se hizo célebre en la historia romana por un episodio acaecido durante el sitio de Roma por los etruscos (507 a. C.). Con el propósito de dar muerte al rey Porsena se dirigió al campamento enemigo, pero por error mató a uno de sus secretarios. Capturado y llevado a presencia del soberano, colocó su mano derecha sobre un bracero encendido, queriendo así castigar el error de la misma. Informó luego a Porsena que en Roma había otros trescientos mozos decididos a repetir su intento. El rey, admirando su audacia y temiendo a un tiempo su amenaza, lo dejó en libertad y levantó el sitio. El Senado de Roma premió luego el gesto de Mucio, otorgándole un predio a orillas del río Tíber. Desde entonces se lo conoció con el apelativo de Escévola, que quiere decir “zurdito”. Constituye en la historia romana un símbolo del valor heroico. (Cfr. G. de Sanctis, Storia dei romani, I, Turín, 1907, p. 4.49 SS.)

43 Cayo Fabricio Luscino, militar romano, fue elegido cónsul en el 282 a.C. Luchó victoriosamente contra varios pueblos itálicos (samnitas, lucanos, brucios, etc.). Enviado como embajador ante el rey Pirro, después de la batalla de Heraclea, éste pretendió corromperlo con dinero, para que le negociara una paz favorable. Fabricio, a pesar de ser hombre muy pobre, se negó a ello. Tampoco logró amedrentarlo Pirro, al enfrentarlo con un amenazador elefante. En el año 278, fue cónsul por segunda vez. En 279 se lo eligió censor y como tal emprendió una severa campaña contra el lujo y la molicie. Se lo considera como un arquetipo

destierro44 con Régulo los tormentos,45 con Sócrates veneno,46 con Catón la muerte.47 Un gran ejemplo no lo encuentra sino la mala fortuna.
5- ¿Es desdichado Mucio porque apoya su mano derecha sobre el fuego del enemigo y él mismo se impone un castigo por su error, porque con la mano quemada hace huir a un rey a quien no pudo hacer retroceder con la mano armada? ¿Pues qué? ¿Más feliz sería si calentara la mano en el seno de su amante?

44 Rufo Rutilio, estadista romano del siglo II a.C., tuvo un largo y brillante cursus honorum. Primero fue tribuno en el ejército de Escipión; luego, pretor (III a.C.); más tarde, cónsul (106 a.C.), legado y, por fin, procónsul en Asia. En el ejercicio de este último cargo, su honestidad lo llevó a reprimir las exacciones de los recaudadores de impuestos y otros funcionarios. Éstos, acusándolo de graves irregularidades administrativas, lograron que se lo desterrase. Vivió sus últimos días en Mitilene y jamás quiso retornar a Roma. (Cfr. E. País, Delle guerre puniche a Cesare Augusto, Roma, 1918, p. 35 ss.)

45 Marco Atilio Régulo fue cónsul en el año 256 a.C. y actuó como general durante la primera guerra púnica. Habiendo vencido a los cartagineses en la batalla naval de Ecnomo, fue luego derrotado y hecho prisionero por aquellos, quienes lo enviaron a Roma, a negociar la paz, no sin antes haberle hecho prometer que volvería. Pero él, seguro de que la paz era en aquel momento contraria a los intereses de Roma, aconsejó a sus conciudadanos que continuaran la guerra. Al volver a Cartago, fue sometido por eso a crueles tormentos. (Cfr. E. País, Ricerche sulla storia e il diritto publico di Roma, Roma, 1921, Iv, p. 411).

46 Bien sabido es que Sócrates, acusado de impiedad (asebeie), de introducir nuevos dioses y de corromper la juventud, fue condenado por el tribunal de los Quinientos a beber la cicuta. (Cfr. Platón, Apología de Sócrates; Critón; Diógenes Laercio, Vida de los filósofos, II.)

47 Para la vida y la muerte de Catón de Útica una de las fuentes principales es la obra de Plutarco titulada Catón el menor (Cato minor.)

6- ¿Es histórico de la probidad y la austeridad romana. (Cfr. K.Beloch, Rómische Geschichte, Berlín, 1926, p. 485). desdichado Fabricio porque trabaja su campo en cuanto queda libre de los negocios públicos, porque emprende la guerra tanto contra Pirro como contra las riquezas, porque come junto al fuego las raíces y hierbas que él mismo, anciano honrado por el triunfo, arrancó al limpiar el terreno? ¿Pues qué? ¿Sería más feliz si acumulara en su vientre peces de lejanas costas y extrañas aves, si levantase la pereza de su estómago afectado por la náusea con mariscos de los mares Superior e Inferior,48 si circundase, con enorme cúmulo de frutas, extraordinarias piezas salvajes, cobradas con gran estrago de cazadores?49

7- ¿Es desdichado Rutilio porque quienes los condenaron serán acusados durante todos los siglos; porque prefirió que se lo privara de la patria antes que del exilio, porque fue el único que le negó algo al dictador Sila y porque no sólo, retrocedió sino que huyó más lejos cuando se lo volvió a llamar? ¡Ay de aquellos- dijo- a quienes sorprendió en Roma tu felicidad!50

48 Se refiere, como aclara Waltz, al mar Adriático y al mar Tirreno, respectivamente. 49 Cfr. Cartas, 122, 18; 95, 41; 47, 2; Cuestiones naturales, IV. 13,7, Sobre los beneficios, VII. 26,4; Consolación a Helvia, X. 5; X. 10; Sobre la tranquilidad del alma, I. 8, etcétera.

50 Los grandes éxitos políticos del dictador Lucio Cornelio Sila y su inaudita fortuna como hombre público le valieron el sobrenombre de felix

Observen la abundante sangre derramada en el Foro, las cabezas de los senadores sobre la fuente de Servilio (éste es, en efecto, el depósito mortuorio de la proscripción silana51), las bandas de sicarios que vagan en todas partes por la ciudad y los muchos millares de ciudadanos romanos asesinados en el mismo sitio a pesar de la palabra empeñada, más aún, en nombre de esta misma palabra. Observen estos hechos los que no son capaces de exiliarse.

8- ¿Pues qué? ¿Es feliz L. Sila, porque al bajar al Foro se le abre paso con la espada, porque tolera que se le muestren las cabezas de los varones consulares, porque para el precio del asesinato por medio del cuestor y a expensas del tesoro público52? Y todo lo hace aquel que promovió la ley Cornelia.53 (feliz). Esta felicitas (felicidad) estuvo a punto de resucitar la monarquía en Roma. (Cfr. J. Carcopino, SyIla ou la monarchie manquée, París, 1931.).

51 El lacus Servilianus es, como dice Waltz, una de las fuentes que proveen a Roma de agua corriente. Los restos de muchas de las innumerables víctimas de Sila eran depositados en torno a esa fuente.

52 Sobre la sangrienta dictadura de Sila, véase H. Last y R. Gardner, Cambridge Ancient History, 1932, IX, p. 261 ss.; M. A. Levi, Silla, Milán, 1924.

53 Varias de las leyes de Sila se denominaron “ley Cornelia” (lex Cornelia). Así, llevaba este nombre una ley agraria por la que se otorgaban tierras a los veteranos del ejército del mismo Sila; otra denominada “ley Cornelia sobre las falsificaciones” (lex Cornelia de falsis) que castigaba tanto la falsificación de testamentos como el soborno; otra, llamada “ley Cornelia judicial” (lex Cornelia iudiciaria), que fijaba el número de las recusaciones de jurados que se podían hacer, etcétera. Aquí Séneca se refiere, sin duda, a la “ley Cornelia sobre los asesinos y los envenenadores” (lex Cornelia de sicariis et veneficis), por la cual se condenaba a la deportación (y luego a la pena capital) a los asesinos y a los envenenadores, como así también a quienes traficaban en venenos.

54 Mecenas era miembro de una vieja y noble familia etrusca. Durante la batalla de Filipos trabó amistad con Octaviano, quien lo consideró pronto como su primer consejero. Cuando éste ascendió al trono imperial, abandonó toda actividad política y diplomática. Se rodeó entonces de los mejores ingenios literarios de la época (Virgilio, Horacio, Propercio, etcétera), protegió su labor y estimuló su producción. Por antonomasia su nombre se vincula así al estímulo de las artes y las letras. (Cfr. G. Boissier, Nouvelles promenades archéologiques, París, s/f., p. 6-16.)

55 Mecenas, fallecido en el año 8 a.C., padeció durante sus últimos años una serie de trastornos neuróticos y particularmente un prolongado insomnio, que procuraba aliviar con toda clase de sedantes. (Cfr. Cartas, 19,9; 92,35; 114,4; 120,19.)




9- Pasemos a Régulo. ¿En qué lo perjudicó la fortuna al hacerlo modelo de fidelidad, modelo de resistencia? Los clavos se hunden en su piel y dondequiera que apoya su fatigado cuerpo recibe una herida, sus ojos permanecen abiertos en una perpetua vigilia: cuanto mayor sea el tormento tanto más grande será la gloria. ¿Quieres saber cuán poco se arrepintió de haber estimado en tanto su virtud? Haz que se restablezca y envíalo al Senado: ha de sostener la misma opinión.

10- ¿Consideras, pues, más feliz a Mecenas,54 que angustiado por sus amores y lamentándose de los diarios rechazos de una mujer malhumorada, busca el sueño en armónicos sonidos que se escuchan levemente a lo lejos?55 Aunque se adormezca con vino, aunque distraiga su mente angustiada con el susurro de las aguas y laengañe con mil placeres, estará tan insomne en su lecho de plumas como aquel en la cruz. Pero aquel tiene el consuelo de soportar el tormento por la justicia y quita los ojos del padecimiento para fijarlos en la causa del mismo; a éste, podrido por los placeres y agobiado por una excesiva felicidad, lo atormenta, más que lo que padece, la causa de tal padecimiento.
11- Los vicios no han llegado a posesionarse de la humanidad hasta el punto de que podamos poner en duda que, si a la mayoría de los hombres les fuera dado elegir su destino, preferirían nacer Régulos antes que Mecenas, o que, si alguno se atreviera a decir que hubiese preferido nacer Mecenas antes que Régulo, ése mismo, aunque no lo dijera, preferiría haber nacido Terencia.56
12- ¿Consideras que Sócrates fue tratado porque bebió, no de otro modo que si fuera un brebaje de inmortalidad, la poción que le había sido preparada por los poderes públicos y porque discurrió sobre la muerte hasta queésta llegó.57¿Se le infirió un mal porque la sangre se le heló e invadido poco a poco por el frío la fuerza vital cesó en sus venas?

56 Terencia fue la mujer de Mecenas. Su infidelidad amargó la vida de
éste y llegó inclusive a provocar el enojo de Augusto, empeñado en restaurar
la santidad del hogar romano. (Cfr. Cartas, 114,6.)

13-¡Cuánto más digno de envidia es éste que aquellos a quienes se les sirve de beber en una piedra preciosa, a quienes un libertino acostumbrado a tolerarlo todo, de cercenada o dudosa virilidad, les deslíe la suave nieve en vaso de oro! Éstos han de vomitar cuanto bebieron, abatidos y gustando repetidas veces el sabor de su propia bilis; aquel, en cambio, alegre y gustoso, apurará el veneno.

14- Por lo que toca a Catón ya se ha dicho bastante,58 y el consenso humano confesara que le tocó en suerte la más alta felicidad a éste, a quien la naturaleza designó para enfrentarse con las cosas más temibles: “¿Es peligrosa la enemistad de los
poderosos? Opóngase al mismo tiempo a Pompeyo, a César y a Craso.59 ¿Es duro ser pospuesto a los hombres peores? Sea estimado en menos que Vatinio. 60

57 Sobre los últimos momentos de Sócrates y sobre las pláticas que mantuvo con sus discípulos acerca de la inmortalidad, véase el Critón de Platón.

58 Cfr. 11. 9-12.

59 Catón se opuso a los tres hombres más poderosos de Roma, Pompeyo, César y Craso, aunque finalmente en la guerra civil se decidió por el primero. (Cfr. nota 29.)

60 Cuando Catón, después de haber fracasado en su intento de hacer elegir cónsul a Domicio Enobarbo, quiso a su vez ser elegido pretor, a fin de contrarrestar la acción de los cónsules Pompeyo y Craso, se vio vencido por Vatinio, hombre despreciable y vil.

61 Este párrafo es una prosopopeya de la Naturaleza.


¿Es doloroso verse mezclado en guerras civiles? Luche a través de todo el orbe por la causa justa con tanta mala suerte como constancia. ¿Es penoso suicidarse? Hágalo. ¿Qué he de conseguir con esto? Que todos sepan que no son males estos de los cuales he considerado digno a Catón.61

IV. 1- La prosperidad llega también a la plebe y a los temperamentos vulgares, pero someter al yugo las calamidades y terrores de los mortales es propio de un hombre grande. En cambio, ser siempre feliz y pasar por la vida sin ninguna punzada en el alma, equivale a ignorar la mitad de la naturaleza.
2- ¿Eres hombre valiente? ¿Pues cómo lo sé yo, si la suerte no te da oportunidad de demostrar tu virtud? Has bajado a los campos olímpicos, pero nadie estuvo contigo: tienes una corona, pero no una victoria. No te felicito como a hombre fuerte sino como a quien ha conseguido el consulado o la pretura: se te ha honrado.

3- Lo mismo puedo decirle también al hombre bueno, si ninguna circunstancia un tanto difícil le concedió ocasión de mostrar la fuerza de su espíritu: “Te considero infeliz62 porque nunca fuiste infeliz. Atravesaste la vida sin adversario; nadie sabrá de qué fuiste capaz, ni siquiera tú mismo”. En efecto, para conocerse a sí mismo se hace necesaria una prueba: nadie llega a saber si es capaz de algo mientras no intenta. Por eso algunos se ofrecieron a sí mismos a las desgracias, que tardaban en venir, y buscaron una ocasión de hacer brillar su virtud, que estaba por esconderse en la oscuridad.

4- Se alegran a veces- digo- los hombres valientes con la adversidad, del mismo modo que los bravos soldados con la guerra. Yo he oído al gladiador63 Triunfo, en tiempos de Tiberio César, quejarse por la escasez de los juegos públicos: “¡Qué precioso tiempo se pierde!”, exclamaba. La virtud se muestra ávida de peligros y piensa en la meta a la cual tiende, no en lo que ha de

62 Séneca es uno de los maestros de la antítesis, que aprendió con gran destreza de su padre, dice Paul Barth. “Parece como si siempre quisiera dar forma intuitiva a la eterna lucha y oposición de las cosas que creó y conserva la vida, según el espíritu de Epicuro. Aquello que no se expresa de modo antitético se le antoja romo y pálido. Por el contrario, se sumerge en lo que puede considerarse en forma antitética, aun cuando en el fondo sea de poca importancia... Es más, llega a considerar la antítesis como contradicción lógica, para hacerla aún más importante. Te considero infeliz- dice- porque nunca fuiste infeliz” (op. cit., p. 30-31.)

63 En realidad, no dice “gladiador”, en general, sino “murmillo”, nombre que designa, en especial, al gladiador “cuyo casco, como hace notar Waltz, estaba adornado con un pez (mormilos)”.

padecer, ya que aun lo que ha de padecer es parte de su gloria. Los militares se glorían de sus heridas; alegres muestran la sangre que fluye de la coraza, y aunque quienes retornan sanos y salvos de la batalla hayan hecho lo mismo, más se considera al que vuelve lesionado.

5- Dios- vuelvo a decir- favorece a quienes desea que sean lo más virtuosos posible siempre que les brinda ocasión de hacer algo con valor y firmeza, para lo cual es preciso que se dé alguna circunstancia difícil: podrás juzgar al piloto en la tempestad y al soldado en la batalla. ¿Cómo puedo saber en qué medida eres capaz de luchar contra la pobreza si nadas en la abundancia? ¿Cómo puedo saber cuánta presencia de ánimo tienes para hacer frente a la maledicencia y el odio del pueblo, si envejeces en medio de aplausos, si un favor inexpugnable, preparado por cierta inclinación de los ánimos hacia ti, te sigue? ¿Cómo puedo saber con qué entereza has de soportar la pérdida de tus hijos, si ves a todos los que has criado? Te he oído consolar a otros; recién te hubiera podido conocer al ver cómo te consolabas a ti mismo, cómo te vedabasa ti mismo el dolor.64
64 “Es fácil para todos, mientras estamos sanos, dar buenos consejos a los enfermos” (Facile omnes, cum valemus, rectta consilia aegrotis damus), dice Terencio (La Andriana, 309.)

6- No os aterroricéis, os ruego, por estas desgracias con que los dioses inmortales acicatean los espíritus: la calamidad es ocasión de la virtud. Con razón se podría llamar desdichados a quienes se ven entorpecidos por una excesiva felicidad, a quienes una inerte calma inmoviliza, como en un mar tranquilo. Todo cuanto les sucediere será nuevo para ellos: las desgracias aprietan más a quienes nunca las ha experimentado. Pesado es el yugo para los cuellos tiernos; el novato palidece ante la posibilidad de una herida, el veterano contempla con serenidad su propia sangre, pues sabe que con frecuencia ha vencido después de haberla derramado.65

7- De ese modo Dios endurece, somete a prueba y ejercita a los que aprecia y ama; en cambio, a los que parece consentir y perdonar los conserva, indefensos, para las desgracias que les han de venir. Os equivocáis, en efecto, si creéis que alguien está exceptuado: a aquel que durante largo tiempo fue feliz le tocará su parte; cuantos parecen exentos son dejados para más tarde.


65 Así como antes señalamos (nota 23) la frecuencia con que se repite en este diálogo, y en general en la literatura estoica, la comparación del hombre virtuoso con el atleta, aquí cabe hacer notar lo mismo acerca del símil con el soldado. (Cfr. VI. 1, VI. 4, etc.) Véase también del mismo Séneca, Cartas, 96,5. Asimismo, Epicteto, III, 24,34.

8- ¿Por qué aflige Dios a los mejores con mala salud, con llanto o con otras desgracias? Porque también en los campamentos militares se confían las tareas peligrosas a los más valientes: el jefe envía las tropas más escogidas para tender al enemigo una emboscada nocturna, para explorar el camino o para asaltar una posición estratégica. Ninguno de los que parten para tales misiones dice: “El general no me aprecia”, sino: “Me tiene en buen concepto”. Digan lo mismo todos aquellos a quienes se ordena sufrir lo que hace llorar a flojos y cobardes: “Hemos sido juzgados por Dios dignos de probar cuánto puede soportar la naturaleza humana”.

9- Huid de los placeres66, huid de la muelle felicidad con la cual se debilitan los espíritus, como adormecidos en una perpetua ebriedad, a no ser que sobrevenga algo que les haga recordar el destino del hombre. A aquel a quien los vidrios protegieron siempre del viento,67 a aquel cuyos pies permanecieron calientes en medio de fomentos cambiados con frecuencia,68 a aquel

66 Cfr.. Cartas, 90,16; 119,15; 55,1; Epicteto, Manual, 34.

67 Los romanos de la época imperial utilizaban el vidrio para diversos fines. En arquitectura lo usaban para decorar muros. Parece, sin embargo, que no eran capaces de lograr grandes planchas uniformes y así muchasveces lo suplantaban por la piedra specularia, traída de Capadocia, que deja pasar una luz lechosa y suave. (Cfr. R. Peyre, L’Empire Romain, París, 1894, p. 277.)

68 Estos fomentos eran, sin duda, equivalentes a las estufillas o a las botellas de agua caliente que aún hoy suelen usarse durante el invierno, para calentar la parte inferior de las piernas y los pies.

Cuyos comedores atemperó el calor dispuesto por debajo y esparcido en las paredes69 un ligero vientecillo no lo tocará sin peligro.
10- Siendo así que todos los excesos son peligrosos, el exceso de felicidad es el más peligroso de todos, conmueve el cerebro, llama la mente a vanas imágenes, extiende una amplia capa de tinieblas entre lo verdadero y lo falso.70¿Por qué no ha de ser preferible soportar, con ayuda de la virtud una continua desdicha, que ser quebrantado por infinitos y desmesurados goces? Suave es la muerte por inanición,71 de indigestión se revienta.

11- Los dioses siguen con los hombres buenos la misma regla que los preceptores con sus discípulos, pues exigen un esfuerzo más grande a aquellos en quienes depositan una más firme esperanza. ¿Crees acaso que los lacedemonios detestan a sus hijos porque ponen a prueba su carácter haciéndolos azotar públicamente?72

69 La arquitectura romana de la época imperial había logrado sistemas bastante satisfactorios de calefacción.

70 “Antes quisiera volverme loco que caer bajo el dominio del placer”, decía Antístenes, según refiere Diógenes Laercio. (Vida de los filósofos, VI, 1,3)

71 Cfr. Cartas, 70,9; 77,9. Según una tradición antigua, que deriva de Hermipo (Diógenes Laercío, op. cit., IX, 43), Demócrito se habría dejado
morir por inanición. (Cfr. Locrecio, Sobre la naturaleza, 111, 1039; Ateneo, Epítome, 11, p. +6, etc.)

72 Esta prueba se llevaba a cabo ante el altar de Artemis Ortia, todos los años, y con frecuencia acababa con la muerte de los flagelados, dice R.Waltz. (Sobre Artemís Ortia véase M. P. Nfisson, Geschichte der Griechischen Religion, Munich, 1955, p. 487 ss.

Los mismos padres los exhortan a que aguanten con valor los latigazos y cuando están ya hechos pedazos y medio muertos les ruegan que perseveren, brindando sus heridas a nuevas heridas.

12- ¿Qué tiene de extraño que Dios ponga duramente a prueba a los espíritus generosos? La demostración de la virtud nunca es fácil. ¿La fortuna nos azota y despedaza? Soportémosla: no es crueldad; se trata de un certamen y cuanto más frecuentemente participemos en él más fuertes seremos. La parte más firme del cuerpo es aquella que un continuo uso pone en movimiento. Debemos brindarnos a la fortuna para que ella contra ella misma nos endurezca: poco a poco nos volverá iguales a ella y la familiaridad con el peligro hará que podamos despreciarlo.

13- Así, los marineros tienen cuerpos duros para enfrentarse al mar, las manos de los agricultores están curtidas. Por medio del padecimiento llega el alma a despreciar el padecimiento de los males. Podrás darte cuenta de lo que éste puede hacer en nosotros, si consideras cuánto suele ayudar el esfuerzo a naciones indigentes y endurecidas por la pobreza.
14- Mira todos esos pueblos que lindan con la paz romana,73 quiero decir, los germanos y las tribus nómadas que nos salen al paso junto al Ister74: un perpetuo invierno y un triste cielo los oprimen, un suelo estéril malamente los sustenta; se
defienden de la lluvia con una techumbre de paja o de hojas de árboles, brincan sobre lagunas endurecidas por el hielo y cazan fieras para alimentarse.

15-¿Te parecen desdichados? Nada hay de desdichado en lo que la costumbre ha hecho natural, pues poco a poco llega a producir placer aquello que se comenzó por necesidad. No tienen habitación ni casa alguna, fuera de aquella en la que los ubicó un día la fatiga; su comida es grosera y han de procurársela con las manos; horrenda es la dureza de su clima;sus cuerpos permanecen desnudos;75 esto que a ti te parece una calamidad es la vida de tantos pueblos.

73 Esto es, con el Imperio Romano, en cuyo territorio reinaba la paz, por oposición a los países bárbaros, donde los pueblos guerreaban continuamente entre sí.

74 El Danubio fue conocido por los griegos ya desde la época más antigua, con el nombre de Ister (Istros). Sin embargo, aquellos sólo conocían de él la parte cercana a la desembocadura y tenían ideas muy erróneas respecto a su curso, que sólo fue enteramente conocido en épocas del Imperio Romano. Los latinos, especialmente los poetas, adoptan a veces el nombre griego (Istrus, Hister), pero más tarde usan indiscriminadamente ambos nombres, Ister o Danubious. (Cfr. W. Smith, Dictionary of Greek and Roman Geography, Londres, 1854, p. 750.) (Cfr. Cuestiones naturales, 1, Praef. g.) “En la Corografia de Agripa- hace notar P. Oltramare-, eran sobre todo en el curso inferior y las bocas del Danubio los que llevaban el nombre de Ister (Hister).”

16- ¿Te asombras de que, para hacerlos más firmes, se vapulee a los hombres buenos? No hay árbol sólido y fuerte fuera de aquel contra el que choca un viento continuo, pues gracias a la misma violenta sacudida se afirma y echa más hondas raíces; frágiles son los que en un abrigado valle crecieron. Les conviene, pues, a los mismos hombres buenos, para poder superar el miedo, vivir mucho tiempo rodeados de cosas que infunden temor y sobrellevar con ánimo sereno aquellos males que en realidad no lo son sino para quien mal los soporta.

V. 1- Añade ahora que a todos conviene que el mejor, por así decirlo, milite y preste servicio. Es propósito de Dios, lo mismo que del hombre sabio, mostrar que las cosas que el vulgo desea y las que teme no son ni buenas ni malas. Resultaría claro, en efecto, que son buenas, si sólo las concediera a los hombres buenos, y que son malas, si únicamente las
otorgara a los malos.

75 En la Germania, 2, Tácito reconoce que, aun cuando la tierra de los germanos sea desolada, áspera y triste, sus habitantes la aman y la añoran.

2- Detestable sería la ceguera si nadie hubiera perdido los ojos sino aquel a quien se le deben arrancar: estén, pues, privados de la vista Apio76 y Metelo77. Las riquezas no son un bien: poséalas, pues, hasta Elio, el rufián,78 para que los hombres vean también en el prostíbulo el dinero que consagraron en los templos.79 De ningún modo puede Dios distribuir mejor las cosas ardientemente deseadas que concediéndolas a los más desvergonzados y quitándolas a los más virtuosos.

3- Pero es inicuo que un hombre bueno sea mutilado, traspasado, atado, mientras los malos, con sus cuerpos intactos, andan libres y tranquilos. ¿Pues qué? ¿No es inicuo que los hombres valientes tomen las armas, pasen la noche en los campamentos y estén de pie delante de una empalizada, con las heridas vendadas, mientras en la ciudad permanecen seguros (Cfr. E. Paratore, Tácito, Milán, 1951, p. 289.)los degenerados y los que hacen de su desvergüenza una profesión?

76 Apio Claudio el Ciego fue censor y luego cónsul. Construyó el primer acueducto y la primera ruta militar. Reformó en sentido popular las leyes electorales. Se lo considera, además, como el primer cultor de la prosa latina. (Cfr. J. Beloch, Romische Geschichie, Berlín, 1926, p. 481 ss.)

77 Lucio Cecilio Metelo fue cónsul en 251 a.C.; venció a Asdrúbal en Panormo, arrebatándole algunos elefantes que llevó después a Roma. En el año 241 logró salvar el Palladium durante un incendio que devoró el templo de Vesta, ocasión en la cual- se dice- perdió la vista. Desde el año 243 fue pontifex maximus. (Cfr. G. de Sanctis, Storia dei Romani, Turín 1917, III, p. 262 ss.)

78 Personaje del cual nada sabemos, pero que, por lo que puede inferirse del texto, se dedicaba, sin duda, a comprar esclavas para dedicarlas a la prostitución.

79 Hay aquí, como señala Waltz, una “alusión al culto que los romanos tributaban a la diosa Pecunia”.

¿Pues qué? ¿No es inicuo que las más nobles vírgenes deban despertar durante la noche para cumplir sus funciones sagradas, mientras las impuras gozan de un profundísimo sueño?80

4- El esfuerzo llama a los mejores. El Senado sesiona muchas veces durante todo el día. Y, mientras tanto, el individuo más despreciable distrae su ocio en el Campo,81 se esconde en una taberna o gasta su tiempo en algún círculo social.82 Lo mismo sucede en esta gran república: los hombres buenos se esfuerzan, gastan y son gastados, y lo hacen con gusto. No son arrastrados por la fortuna, la siguen e igualan su marcha. Si pudieran conocer sus designios se le adelantarían.


80 Alude a las vírgenes Vestales, encargadas de mantener encendido perpetuamente, en el templo de Vesta, el fuego sagrado, que custodiaban por eso día y noche. (Cfr. G. Wissowa. Religion und Kultus der Rónwr, Munich, 1912, p. 504.)

81 El Campo de Marte era el lugar donde solían pasear y conversar, distrayendo sus ocios, los ciudadanos de Roma. “Después que Augusto dividió la ciudad en catorce regiones, el nombre de Campo de Marte se aplicó a la parte de la novena región (circus Flaminius) que estaba al este de la Via Lata”. (S. Ball Platner, The Topography and Monuments of Ancient Rome, Boston, 1904, p. 321.)

82 “Círculo” equivale aquí a reunión social, tertulia, etc. Cfr. Sobre los beneficios, VII, 22,2.

5- Recuerdo también haber oído estas esforzadas palabras a aquel valerosísimo varón Demetrio:83 “Una sola queja- decía- tengo contra vosotros, dioses inmortales: que no me hicisteis conocer antes vuestra voluntad, pues en tal caso me hubiera adelantado a estas tribulaciones para las que ahora comparezco, llamado por vosotros. ¿Queréis tomar mis hijos? A vosotros los he ofrecido. ¿Queréis alguna parte de mi cuerpo? Tomadla. No es gran cosa lo que os adelanto: pronto he de abandonarlo entero. ¿Queréis mi espíritu? ¿Por qué he de demorar en entregaros lo que me habéis dado? Con gusto pondré en vuestras manos cuanto pidiereis.84
6- ¿Qué sucede, pues? Hubiera preferido ofreceros esas cosas a tener que devolvéroslas. ¿Qué necesidad teníais de quitármelas? Podíais haberlas recibido. Pero, a decir verdad, tampoco ahora me las quitáis, pues nada se arrebata sino a quien algo retiene.” A nada se me obliga, nada soporto contra mi voluntad, no sirvo a Dios sino que me identifico con su querer, tanto más cuanto sé que todas las cosas suceden conforme a una ley segura, establecida desde la eternidad.

83 Cfr. nota 40.
84 Cfr. Epiceto, 1. 29, 10.

7- Los destinos nos guían y al tiempo que a cada uno le queda lo determinó ya su hora primera.85 Una causa depende de otra; una interminable serie86 arrastra los hechos privados y públicos. Por tanto, hay que tolerarlo todo con valor, porque nada nos cae encima por casualidad, como creemos, sino que nos viene necesariamente. Hace mucho que está determinado cuáles serán tus alegrías y cuáles tus llantos, y aunque las vidas de los individuos parezcan diferenciarse mucho entre sí, en conjunto todas se reducen a una sola cosa: recibimos dones perecederos porque somos perecederos.

8- ¿Por qué, pues, nos indignamos? ¿Por qué nos quejamos? Para eso hemos sido engendrados. Que la naturaleza use los cuerpos que le pertenecen como ella quiera; nosotros, contentos con todo lo que sucede y valerosos, pensemos que nada de lo nuestro perece. ¿Qué debe hacer el hombre bueno? Brindarse al Destino. Gran consuelo es ser arrastrado junto con el Universo: sea lo que fuere lo que nos ordena vivir y morir de esta manera, con la misma necesidad obliga también a los dioses; un irrevocable curso conduce al mismo tiempo las cosas humanas y las divinas.

85 Cfr. Sobre los beneficios, VI. 23.

86 Se refiere aquí a la “serie o cadena de las causas” sobre la cual trata especialmente Cicerón en su obra Sobre el destino (De fato). (Cfr. Marco Aurelio, 11. 3,1.)

El mismo creador y rector de todas las cosas trazó sin duda los destinos, pero los acata; obedece siempre, mandó una vez sola.87

9- Pero ¿por qué fue Dios tan injusto, al repartir los destinos, como para asignar a los hombres buenos la pobreza, las heridas y la muerte prematura? El artífice no puede cambiar la materia.88 Es un principio establecido: algunas cosas no pueden ser separadas de otras, están unidas, son inescindibles.89 Los temperamentos lánguidos y propensos al sueño o a una vigilia muy parecida al sueño están entretejidos con elementos inertes; para que se produzca un varón digno de tal nombre, es necesario un tejido más fuerte. El camino no será para él llano: será preciso que ande hacia arriba y hacia abajo, que sea sacudido por las olas y que gobierne su nave en medio de la tormenta; deberá mantener su curso contra la fortuna.

87 A propósito de esta proposición, dice P. Barth (op. cit., p. 5-2) que el fuego creador que se identifica con la Razón y con la Divinidad “domina todo cuanto acontece, tanto en el mundo vivo como en el inanimado, de suerte que resulta también idéntico a aquello que la creencia popular llama destino, esto es, la fuerza poderosa a que están subordinados los mismos dioses, según dice Homero”.

88 Cfr. Marco Aurelio, VI. 1; VI. 36; VII. 75. Séneca alude aquí al mismo tiempo a la materia prima de la obra artesanal y a la materia eterna del Universo, que el principio activo plasma, pero cuya esencia no puede cambiar.

89 Alusión a la doctrina estoica de los hechos “codestinados”, que aparece ya con Crisipo. (Cfr. Cicerón, Sobre el destino, XIII. 30.)

Le sucederán muchas cosas duras y escabrosas, pero él las suavizará y las nivelará.

10- El fuego prueba al oro, la desdicha a los hombres fuertes. Considera cuan alto debe ascender la virtud, advertirás que no se puede subir allí por sendas seguras. Viene primero un trecho difícil, que los aun [descansados caballos se esfuerzan con fatiga por subir a la mañana. La parte más alta está en medio del cielo, desde [donde yo mismo temo muchas veces mirar el mar y[la tierra y el pecho me tiembla con sobrecogido espanto. Al final hay un trecho descendente, que exige una firme conducción. Hasta la profunda Tetis, que sobre las sumisas olas, me recibe, suele temer que al principio caiga.90

11- Oído esto [Faetón] el animoso adolescente, dice: “El camino me agrada. Subo: tanto me importa ir allí, aun cuando haya de caer”. No desiste [Febo] de atemorizar a aquel espíritu osado:

90 Ovidio, Metamorfosis, II. 63-69

Aunque conserves el camino y ningún extravío [te traicione, tendrás que andar por entre los cuernos del Toro [enemigo, por entre los arcos de Hemonia y las fauces [del violento León.91 A lo cual aquel responde: “¡Unce los carros que me has dado! Las palabras con que crees aterrorizarme me empujan adelante. Deseo pararme, firme, allí donde el mismo Sol tiembla”. Es propio de un ser vil y cobarde marchar por lugares seguros: La virtud anda por las cumbres.

VI. 1- Con todo ¿por qué tolera Dios que les suceda algo malo a los hombres buenos? A decir verdad Él no lo tolera: los libera de todos los males, de los crímenes y las acciones deshonrosas, de los malos pensamientos y los ávidos designios, del ciego deseo y la codicia de los bienes ajenos. Los protege y los defiende. ¿O acaso se pretende que Dios vigile también el equipaje de los hombres buenos? Ellos mismos lo eximen de tal cuidado: desprecian las cosas exteriores.

2- Demócrito arrojó lejos de sí las riquezas92 considerándolas una carga para el alma justa.93 ¿Por qué te asombras, pues, si Dios tolera que le suceda al hombre bueno lo mismo que a veces el hombre bueno quiere que le suceda? Los hombres buenos pierden a sus hijos: ¿por qué no, cuando a veces también ellos mismos les dan muerte.94 Se los destierra: ¿por qué no, cuando a veces ellos mismos dejan la patria para no volver? Se los mata: ¿por qué no, cuando a veces ellos atentan contra su propia vida?

3- ¿Por qué padecen ciertas cosas crueles? Para enseñar a los otros a padecer: nacieron para ser ejemplo. Imagina, pues, que
Dios, les dice: “¿Qué queja podéis tener contra mí, vosotros, que os complacéis en la justicia?
92 Diógenes Laercio (Vida de los filósofos, IX, 35) dice que Demócrito “era el menor entre tres hermanos y cuando se trató de dividir la herencia paterna, cuentan los más que quiso para sí la parte más pequeña, que consistía en dinero contante y sonante, pues lo necesitaba para sus viajes, como sagazmente habían supuesto sus hermanos”. (Cfr. Eliano, Diversas historias, IV. 20.) En cambio Filón, Sobre la Pro-videncia, 11. 13, p. 52. Aucher, Sobre la vida contemplativa p. 473 M. trae una versión muy semejante a la de Séneca. ¡Cfr. Horacio, Epístolas, 1. 12, 12.) Tal vez Séneca y Filón, contemporáneos, hayan tomado este dato de una misma y desconocida fuente estoica.

93 En el diálogo Sobre la vida feliz, XXI, Séneca afirma que el sabio no siente amor por las riquezas, aunque las prefiera a la pobreza. En la Carta 115, 11, dice que el avergonzarse de la pobreza es señal de la más baja degeneración moral. (Cfr. P. Barth, op. cit., p. 208-9).

94 Pedro Fernández Navarrete, en su traducción, anota: “[El autor]” habló como gentil, que no es lícito por la patria potestad matar los hijos”.

A los otros los he rodeado de falsos bienes y entretuve sus vacíos espíritus con un largo y engañoso sueño: los adorné con oro, plata y marfil; adentro nada bueno tienen.

4- Esos a quienes crees felices, si los consideras no en lo que salta a la vista sino en lo que está oculto, son desdichados, sucios e indecentes; a semejanza de las paredes de sus casas, están cuidados sólo por fuera. Ésta no es felicidad sólida y sincera: es sólo revestimiento externo, y muy ligero por cierto. Así, mientras les es posible mantenerse en pie y mostrarse a su gusto, brillan y engañan, pero cuando sucede algo que los perturba y los pone de manifiesto, se hace patente cuan vasta y real fealdad escondía ese impropio esplendor.95

5- Os he dado bienes seguros, permanentes, que cuanto más uno los examina y por diversos lados los mira, mejores y más grandes parecen:96 os he permitido despreciar lo que se suele temer y mirar con desdén las pasiones. No brilláis por fuera, vuestros bienes están vueltos hacia adentro: de tal manera el Universo desprecia lo que es exterior a él, contento con mirarse a sí mismo. Dentro de vosotros he colocado todo vuestro bien; vuestra felicidad consiste en no necesitar la felicidad

95 Cfr. Sobre los remedios para lo imprevisto, X. 3.

6- Pero sobrevienen muchas cosas tristes, horribles, duras de tolerar. Como no podía sustraeros a ellas, he armado contra todas ellas vuestros espíritus. Soportadlas con valentía. En esto podéis superar a Dios: Él está más allá de los males, vosotros estáis por encima de ellos. Despreciad la pobreza: nadie vive tan pobre como ha nacido. Despreciad el dolor: o él será destruido o lo seréis vosotros. Despreciad la muerte: ella señala vuestro fin u os transfiere a otra vida.97 Despreciad la fortuna: no le he dado ningún dardo capaz de herir el alma.98

7- Ante todo he procurado que nadie os retenga contra vuestra voluntad: abierta está la salida. Si no queréis pelear, os es lícito huir. Por eso, de todas las cosas que he querido que os sean necesarias no hice ninguna más fácil que el morir. He colocado la vida en una pendiente: es arrastrada. Prestad un poco de atención y veréis cuán corto y expedito es el camino que

96 En el tratado Sobre los beneficios, IV. 1, escribe Séneca: “La virtud tiene su precio en sí misma” (Virtus sui ipsius pretium).

97 Cfr. Marco Aurelio, IV. 47; IV. 50; VI. 24; VII. 32; III. 3, etc.

98 “Ningún símil que eleve al sabio por encima de la humanidad lo encuentra [Séneca] demasiado atrevido”, dice, comentando esta frase, P. Barth (op. cit., p. 215).

99 Sobre el suicidio, cfr. Cartas, 12 y 70; Sobre la ira, III. 15. Séneca condena el temor a la muerte (Cartas, 101, 10; Cuestiones naturales, VI. 32) y, como todos los estoicos, considera el suicidio no sólo lícito sino también obligatorio cuando la vida llega a ser un obstáculo para la práctica de la virtud. En cambio, no lo admite cuando responde a un simple deseo de acabar con la existencia. Marco Aurelio opone (XI. 3) la disposición racional a dejar la vida (propia del sabio) y el deseo irracional de la muerte, buscada por pura emulación (por los cristianos).

100 Nótese que el autor relaciona aquí, aunque quizás no del todo conscientemente, el suicidio del justo con el sacrificio cruento que se ofrecía a los dioses. Marco Aurelio, por su parte (III. 4), afirma que el hombre que se esfuerza por ser justo puede ser considerado como sacerdote de los dioses.

101 Hay aquí, al parecer, un indicio de que Séneca, pese a ciertas expresiones que suenan a espiritualismo dualista, sigue manteniendo en el fondo la concepción psicológica de los antiguos estoicos, que consideraban al alma humana como un fragmento del fuego (o del éter) divino, no esencialmente diferente, sin embargo, del cuerpo.

102 Según la opinión de R. Waltz, Séneca se refiere aquí a la asfixia por carbón. Pero otros, como él mismo aclara, ven en estas palabras una alusión al suicidio de Porcia, que se había dado muerte tragando carbones encendidos. 103 Algunos autores, como Albertini, consideran que el diálogo está inconcluso.
(Cfr. Introducción, III.)

conduce a la libertad.99 No os he puesto para la salida dificultades tan grandes como para la entrada; la fortuna hubiera tenido sobre vosotros un gran poder si el hombre tardara en morir tanto como en nacer.

8- Que todo tiempo y todo lugar os enseñe cuán fácil es renunciar a la naturaleza y devolverle con desprecio su don junto a los mismos altares y a los solemnes ritos sacrificiales; mientras se implora la vida, aprended a conocer la muerte: los poderosos cuerpos de los toros caen con un pequeño tajo y un golpe de la mano del hombre echa por tierra a bestias de considerable vigor.100 Con un delgado hierro se rompe la comisura de la cerviz y una vez cortada la articulación que une la cabeza con el cuello, la enorme mole se precipita por tierra.

9- El espíritu no se oculta en las profundidades y para sacarlo afuera no se necesita el hierro.101 No es preciso explorar las entrañas con bién obligatorio cuando la vida llega a ser un obstáculo para la práctica de la virtud. En cambio, no lo admite cuando responde a un simple deseo de acabar con la existencia. una herida que penetre hasta lo más hondo: la muerte está allí no más. No he establecido un lugar fijo para los golpes fatales: cualquier camino es transitable. Eso mismo que se llama morir, el hecho de que el alma se separe del cuerpo, es más breve de lo que se necesita para captar tanta rapidez. Ya sea que un nudo os apriete la garganta, ya sea que el agua os impida respirar, ya sea que al caer os rompáis la cabeza contra el duro suelo, ya sea que el fuego al apagarse corte por la mitad la carrera del alma que sirve de vuelta,102 sea lo que fuere, pronto sucede. ¿No os avergonzáis? Largo tiempo teméis lo que tan rápido pasa”.