Hay que hacer un esfuerzo bastante grande y pararse hasta que las palabras inunden el cerebro, para darse cuenta de que lo que se relata a continuación es el proceso de la Creación que hemos leído en muchas otras obras. En esta ocasión, el problema lo presentan los conceptos, pero discurre de la misma forma que siempre. Uno-Tres. Siete.
Me gustaría hacer hincapié en la alusión a la música, que me recuerda el Sillmarilión de Tolkien. Dónde hay música, hay medida, hay orden establecido, hay ley. Podríamos ver una necesidad de sincronización entre los diversos trabajos a llevar a cabo al mismo tiempo, para que éste se considere terminado. Incluso la disfunción que se produce cuando alguien quiere actuar por su cuenta: hay que volver a empezar. De esta forma, la creación de nuestro Universo ocupa un período de tiempo muy superior a los 7 días que nos transmite la Biblia. Los Constructores se comunican con el Uno de forma mental, puesto que, en principio, todos son espíritus, y cada uno de ellos ve en la mente del Uno la tarea encomentada.
Recomiendo una lectura muy lenta y no pasar de una Estanza sin haber comprendido la anterior.
ESTANZA
I
El
Secreto del Fuego se halla oculto en la segunda letra de la Palabra
Sagrada. El misterio de la vida se halla oculto en el corazón.
Cuando vibra el punto inferior, cuando el sagrado triángulo
resplandece, cuando el punto, el centro medio y el ápice se unen y
circula el Fuego, cuando arde el triple ápice, entonces los dos
triángulos -el mayor y el menor- se fusionan en una sola llama, que
todo lo consume.
ESTANZA
II
“AUM”
dijo el Poderoso Uno, y pronunció la Palabra. Las séptuples olas de
la materia se disolvieron y aparecieron variedad de formas. Cada una
ocupó su lugar en su esfera designada. Esperaron que entrara la
sagrada corriente y las colmara. Los Constructores respondieron al
sagrado sonido. En colaboración musical se abocaron al trabajo.
Construyeron en muchas esferas, comenzando por la tercera. En este
plano se inició su trabajo. Construyeron la envoltura átmica y la
enhebraron a su Primario.
“AUM”
dijo el Poderoso Uno. “Que prosiga el trabajo. Que los
constructores del aire continúen con el plan.” El Señor de los
Devas y los Constructores del plano del aire trabajaron con las
formas dentro de esa esfera que ciertamente les pertenece. Intentaban
establecer la unión en su grupo asignado. Sus manos producían
rápidamente los moldes. El sagrado plano de conjunción, el cuarto
gran plano, se convirtió en la esfera, dentro del círculo mayor,
que señalaba la meta para el hombre.
“AUM”
dijo el Poderoso Uno, exhalando hacia el quinto, el plano de la
tierra ardiente, el lugar de encuentro del fuego. Entonces se escuchó
una nota cósmica debajo del sonido del sistema. El fuego interno y
el fuego externo se encontraron con el fuego ascendente. Los
guardianes del fuego cósmico y los devas del calor fohático
vigilaron las formas que permanecían amorfas, esperando un punto en
el tiempo. Los constructores de menor grado, devas que trabajaban con
la materia, moldearon las formas. Éstas se dividieron en cuatro
grupos. Permanecieron en absoluto silencio en los triples niveles.
Vibraron, respondieron a la tónica, sin embargo, permanecieron
estériles y yermas.
“AUM”
dijo el Poderoso Uno, “que afluyan también las aguas”. Los
constructores de la esfera acuosa, que habitan en la humedad,
produjeron las formas que se mueven en el reino de Varuna. Crecieron
y se multiplicaron. Oscilaban en constante flujo. Cada reflujo en el
movimiento cósmico aumentaba el interminable fluir. Se observaban
las ondulaciones de las formas.
“AUM”
dijo el Poderoso Uno, “que los Constructores se ocupen de la
materia”. Lo que estaba en estado líquido se solidificó. Se
construyeron las formas sólidas. La corteza se enfrió. Las rocas se
endurecieron. Los constructores crearon la confusión para producir
las diversas formas de maya. Cuando se completaron los estratos
rocosos, el trabajo terminó. Los constructores de grado inferior
anunciaron que el trabajo había llegado a su fin. Del estrato rocoso
surgió el otro estrato. Los constructores del segundo acordaron que
ya estaba realizado el trabajo. El primero y el segundo, en el camino
ascendente, permanecieron en forma cuádruple. Aquellos cuya vista
era penetrante percibieron parcialmente a los cinco internos.
“AUM”
dijo el Poderoso Uno, y contuvo Su Aliento. La chispa que existía en
los habitantes del tercero dio impulso a un mayor crecimiento. Los
constructores de las formas inferiores manipularon el maya más
denso, fusionaron su producto con las formas construidas por los
seres acuosos. La materia y el agua fusionadas produjeron, a su
debido tiempo, el tercero. Así continuó la ascensión. Los
constructores trabajaron unidos. Llamaron a los guardianes de la zona
ígnea. La materia y el agua se mezclaron con el fuego, y
conjuntamente con la chispa interna, dentro de la forma, se
fusionaron.
El
Poderoso Uno miró hacia abajo. Aprobó las formas. Surgió la
demanda por mayor luz. Nuevamente recogió el sonido. Elevó hacia
niveles superiores la tenue chispa de luz. Se escuchó otro tono, el
sonido del fuego cósmico, oculto en los Hijos de Manas, quienes se
dirigieron a sus Primarios. Los cuatro inferiores, los tres
superiores y los cinco cósmicos se reunieron en la gran inhalación.
Se formó una nueva envoltura.
ESTANZA
III
La
gran Rueda giró sobre sí misma. Las siete ruedas menores
precipitadamente vinieron a la existencia. Giraron como su Madre,
sobre sí mismas, internamente y hacia adelante. Todo lo que existe
fue. Las diversas ruedas unificadas eran una. A medida que giraba la
gran Rueda, ardía el fuego interno. El contacto dio vida a la
primera rueda. Circuló. Surgieron un millón de hogueras. Se
solidificó la cualidad de la materia, pero aún no vino la forma a
la existencia. Se irguieron los Hijos de Dios, escudriñaron la
profundidad de la Llama, extrajeron de su corazón la sagrada Piedra
de Fuego, de allí pasaron a la siguiente.
Al
girar nuevamente la gran Rueda lanzó la segunda. Otra vez ardió la
llama, atrajo hacia su corazón a la Piedra y continuó girando.
Volvieron a erguirse los Hijos de Dios y escudriñaron dentro de la
llama. “La forma no es apta”, dijeron, “retírenla del fuego".
La
gran Rueda giró con más rapidez; azul y blanca surgió entonces la
llama. Los Hijos de Dios descendieron otra vez y una rueda menor
giró. Siete veces giró y siete veces aumentó el calor. Se hizo más
sólida la masa informe y se sumergió más profundamente la Piedra.
La Piedra sagrada descendió hasta el corazón del fuego más
recóndito. Esta vez el trabajo se realizó mejor, y el producto fue
más perfecto. En la séptima revolución la tercera rueda devolvió
la Piedra. Triple la forma, rosada la luz y séptuple el eterno
principio.
Surgiendo
de la gran Rueda, desde la bóveda celeste, vino a la luz la rueda
menor que se constituyó en la cuarta. El eterno Lhas miró hacia
abajo y se adelantaron los Hijos de Dios. Arrojaron la Piedra sagrada
en lo más profundo de la muerte. Surgió el aplauso de los Chohanes.
El trabajo llegó a un punto decisivo. Del abismo de la oscuridad
externa extrajeron la Piedra, que ahora era transparente, pura, de
color rosa y azul.
Las
revoluciones de la quinta rueda y su actividad sobre la Piedra, la
hicieron aún más apta. El tinte fusionador era amarillo, anaranjado
el fuego interno, hasta que el amarillo, el rosa y el azul mezclaron
sus tonos sutiles. Las cuatro ruedas conjuntamente con la mayor
trabajaron sobre la Piedra, hasta que todos los Hijos de Dios
aclamaron, diciendo, “El trabajo ha sido realizado”.
ESTANZA
IV
En
la quinta revolución de la gran Rueda se llegó al período
destinado a La rueda menor, que respondió a esa quinta gran vuelta:
Pasó a través del ciclo y entró en la paz. Las ruedas menores se
presentaron y realizaron similarmente Su trabajo. La gran Rueda
recogió nuevamente las chispas emanantes. Las Cinco se abocaron al
trabajo, las dos menores se ocuparon de los detalles. La Piedra había
reunido el fuego y brilló con llama ondulante La envoltura externa
no satisfizo la necesidad hasta que la sexta y séptima ruedas la
hicieron pasar a través de sus fuegos.
Los
Hijos de Dios emergieron de su fuente de origen, observaron el
séptuple trabajo y lo aprobaron. La Piedra fue engarzada sola. La
gran Rueda giró con doble revolución El cuarto Señor de los Doce
mayores manejó el trabajo del Séptuple fuego. “No es apto”
dijo, “fusionen esta Piedra dentro de la rueda que comenzó a
girar” Los señores de los siete mayores arrojaron la Piedra dentro
de la Rueda giratoria. Los señores del quinto y sexto mayores
arrojaron también su Piedra Dentro del fuego, en la esfera más
recóndita, se fusionaron ambas a medida que la gran Rueda giraba a
través del espacio, conduciendo a los siete menores. El cuarto, el
quinto y el sexto se mezclaron, fusionaron y compenetraron.
Termino
el eón, el trabajo fue realizado Se detuvieron las estrellas. El
Eterno Uno exclamó al cielo más excelso: “Expongan el trabajo.
Presenten las Piedras.” Y he aquí que las Piedras eran una.
ESTANZA
V
Llegó
el momento manvantárico, la hora que marcaba el solemne punto de
conjunciónesperado por todas las Tríadas; llegó dentro del tiempo
estipulado. He aquí, que el trabajo fue realizado.
La
hora que esperaron, durante milenios, los siete grupos “purúshicos”,
vibrando cada uno al sonido de la Palabra e intentando adquirir más
poder, pasó en un instante; he aquí, que el trabajo fue realizado:
El
Primer Grado fue aclamado poderosamente pues consideraron que el
momento era propicio; se emitió la triple nota que reverberó tres
veces. El eco llegó a su destino. Lo devolvieron tres veces.
Inquieta la esfera azul sintió la vibración y en respuesta sacudió
su somnolencia, apresurándose a obedecer al llamado.
El
Segundo, con sabia insistencia, al oír al Primero emitir el sonido,
sabiendo que la hora había llegado, repitió el sonido con una nota
cuádruple. Esta reverberación cuádruple recorrió la gama de las
esferas. Nuevamente fue emitida. Tres veces se emitió la nota,
repercutiendo a través de los cielos. En la tercera entonación
llegó la respuesta al llamado. Vibrante, como afinada cuerda,
respondió el eterno Primario. El azul respondió a lo denso y
satisfizo la necesidad.
Trémula
la esfera oyó que el Tercero recogía y enviaba la nota; un pleno
acorde hizo impacto en los oídos de los Custodios de la Llama. Los
Señores de la Llama se incorporaron y se prepararon. Era la hora
decisiva. Los siete Señores de las siete esferas aguardaban el
resultado reteniendo el aliento. El gran Señor de la cuarta esfera
aguardó lo que llegaba. Lo inferior estaba preparado. Lo superior
sumiso. Los Cinco grandes esperaban el punto equidistante de fusión.
Ascendió la nota fundamental. Lo profundo respondió a lo recóndito.
El quíntuple acorde esperó la respuesta de Aquellos cuya hora había
llegado. Oscurecióse el espacio entre las esferas. Dos de ellas
brillaron. Los triples treinta y cinco consideraron que era exacta la
distancia; lanzaron destellos cual llama intermitente; he aquí, que
el trabajo fue realizado. Los Cinco grandes se reunieron con los Tres
y los Cuatro. Se logró el punto intermedio. Llegó la hora del
sacrificio, el sacrificio de la Llama que había perdurado durante
eones. Los eternos Unos penetraron en el tiempo. Los Custodios
comenzaron Su tarea; he aquí, que el trabajo prosigue.
ESTANZA
VI
Dentro
de la oscura caverna el cuádruple buscaba a tientas expansión y
mayor luz. No descendía luz desde arriba, y la penumbra lo invadía
todo. Era total la oscuridad que lo circundaba. Hasta el centro más
recóndito del corazón, trémulo, carente de cálida Luz, se
introdujo furtivamente el frío de la absoluta oscuridad. Sobre la
oscura caverna brilló la luz del día, sin embargo, no la vio el
cuádruple, ni tampoco prevaleció la luz.
La
destrucción de la caverna precede a la luz del día. Grande debe ser
la destrucción. Ni ayuda ni luz oculta se encuentran dentro de la
caverna. Alrededor del cuádruple yace la bóveda de piedra; debajo
de él amenaza la raíz de las tinieblas, totalmente densas; sobre él
y a su lado sólo se ve lo mismo.
Los
triples Custodios saben y observan. El cuádruple está ya preparado;
la densidad completa su tarea; el vehículo también está preparado.
Sonó la trompeta de la destrucción. Enceguecedor era el poder de la
llama que se aproximaba. El sismo místico sacudió la caverna; las
Llamas ígneas desintegran a maya, y he aquí, que el trabajo está
realizado. Se desvanecen las tinieblas y las penumbras; hendido quedó
el techo de la caverna. Penetra la luz de la vida; el calor inspira.
Los Señores que observan, ven cómo se inicia el trabajo. El
cuádruple se convierte en siete. El canto de las llamas se eleva a
toda la creación.
Ha
llegado el momento de la realización. Prosigue nuevamente el
trabajo. La creación sigue su camino mientras se acrecienta la luz
dentro de la caverna.
ESTANZA
VII
Se
yergue la caverna de rara belleza, de color tornasolado. Brillan sus
paredes de tinte azulado, bañadas en luz rosada. El tinte azul
irradia sobre la totalidad, y todo fulgura. Dentro de la caverna de
color iridiscente, en abovedado círculo, permanece el quíntuple
Uno, clamando por mas luz. Lucha por expandirse, y se esfuerza por
alcanzar el día.
Los
Cinco llaman al Sexto y al Séptimo mayores. La belleza circundante
no satisface la necesidad. El calor interno sólo es suficiente para
nutrir el anhelo por obtener el Fuego. Los Señores de la Llama
observan, y en voz alta cantan: “El momento ha llegado, el momento
esperado. Que la Llama se convierta en Fuego y que brille la luz.”
El esfuerzo de la Llama, dentro de la caverna de cristal, se
acrecienta. Surge el llamado de ayuda para otras almas flamígeras.
Llega la respuesta.
El
Señor de la Llama, el Anciano, el Poderoso Señor del Fuego, el
Punto Azul dentro del diamante oculto, el Joven de los Eternos Eones
ayuda en el trabajo. La ígnea luz interna y el expectante fuego
externo -conjuntamente con el CETRO- se reúnen en la esfera de
cristal; he aquí, que el trabajo está realizado. Se raja el cristal
y vibra.
Siete
veces se emprende el trabajo. Siete veces se realizan los esfuerzos.
Siete veces se aplica el Cetro, sostenido por uno de los Señores de
la Llama. Tres son los toques menores; cuatro la ayuda divina. Al
final del cuarto, se termina el trabajo y se desmorona la caverna. La
interna e ígnea llama se infiltra a través de las agrietadas
paredes. Asciende hasta su Fuente de origen. Se fusiona con otro
fuego; otro punto azul halla su lugar dentro de la diadema logoica.
ESTANZA
VIII
Los
Tres mayores, cada uno dentro de sus propias siete ruedas menores, en
la espiral evolutiva, giran dentro del Eterno Ahora. Se mueven como
uno. Los Señores cósmicos, desde su elevado lugar, observan el
pasado, controlan el Ahora, y reflexionan sobre el Día que será con
nosotros.
El
Lhas del Sonido perdurable, producto del tiempo que fue, trasciende
el séptuple despliegue. Dentro del “Círculo no se pasa” se
emite la Palabra de Amor. Los séptuples Señores, con vibración
exacta, prosiguen su trabajo. Emiten cada uno una nota del insondable
acorde logoico. Cada uno Informa debidamente a Su gran Señor.
Mediante el solemne aliento se construyen las formas, coloreadas en
exacta proporción, y la flama interna se revela a sí misma con
acrecentada luz.
El
Señor Azul, quien reunió a todos dentro del arco búdico, emite Su
nota. Los otros seis retornan a su fuente de origen, mezclando Sus
variados colores dentro de su Primario. Fue agregado azul al verde y
rápidamente se observa su culminación. La vibración del tercero se
une al uno. El azul se mezcla con el anaranjado y en esa sabia fusión
se observa el inmutable esquema. Al amarillo y al rojo, al púrpura y
al fundamental les corresponde la vibración del séptimo, ajustada a
la del Primario.
Cada
uno de los siete Señores, dentro de Sus siete esquemas, amoldados al
segundo círculo kármico, fusionan sus esferas migratorias y mezclan
sus miríadas de átomos. Las formas a través de las cuales Ellos
trabajan, el millón de esferas menores y la causa de la separación
y de la maldición de los Asuras, se desintegran cuando se emite la
Sagrada Palabra desde un punto en el tiempo.
Surge
la vida logoica. Se funden entre sí las corrientes de color. Quedan
rezagadas las formas, y Parabrahma aparece en toda Su plenitud. El
Señor del Tercer cósmico pronuncia una Palabra desconocida. La
séptuple palabra menor forma parte del acorde mayor.
El
Ahora se convierte en el tiempo que fue. El eón se disuelve en el
espacio. Se oye la Palabra de Acción. Le precede la Palabra de Amor.
El Pasado controla la forma. El Ahora hace evolucionar la vida. El
Día que será, pronuncia la Palabra de Poder. La forma perfeccionada
y la vida que evoluciona encierran el tercer secreto de la gran
Rueda. Es el misterio oculto de la acción viviente. Misterio perdido
en el Ahora, pero conocido por el Señor de la Voluntad cósmica.
ESTANZA
IX
Los
treinta mil millones de Observadores se negaron a responder al
llamado. “No penetraremos en las formas”, dijeron, “hasta el
séptimo eón”. Los sesenta mil millones obedecieron al llamado y
tomaron las formas designadas. Los rebeldes se regocijaron
internamente y buscaron la paz praláyica, hasta el séptimo eón.
Pero los siete grandes Señores convocaron a los grandes Chohanes, y
con el eterno Lhas del tercer cielo cósmico entraron en debate.
Entonces se produjo el veredicto. Los rezagados de las esferas más
elevadas escucharon su eco a través del esquema. “No será en el
séptimo eón, sino el séptimo decimocuarto que volverá nuevamente
la oportunidad. El primero será el último y perderán tiempo
durante eones.”
Los
obedientes Hijos de la Mente hicieron contacto con los Hijos del
Corazón y la evolución continuó su camino en espiral. Los Hijos
del poder permanecieron en su lugar designado, aunque el karma
cósmico obligó a un puñado de ellos a unirse a los Hijos del
Corazón. En el séptimo decimocuarto eón, Los Hijos de la Mente y
del Corazón, absorbidos por
la
llama infinita, se unirán a los Hijos de la Voluntad, durante la
manifestación manvantárica.
Tres
veces girará la rueda.
En
el centro se encuentran los budas de actividad, ayudados por los
señores del amor, y a continuación de su trabajo dual llegarán los
radiantes señores del poder. Los budas de la creación han surgido
del pasado. Los budas del amor ya se están
reuniendo.
Los budas de la voluntad, al finalizar la última vuelta de la
tercera rueda mayor, vendrán al ser en una llamarada. Entonces se
habrá consumado el fin.
ESTANZA
X
El
Quinto progresó, y de los restos del Cuarto se multiplicó y
reprodujo. Subieron las aguas. Todo se hundió y sumergió. Los
restos sagrados, en su lugar asignado, surgieron más tarde de la
zona de seguridad Retrocedieron las aguas. Apareció la tierra sólida
en ciertos lugares predestinados. El Quinto sobrepasó la Tierra
Sagrada, y en sus quíntuples grupos se desarrolló el Quinto
inferior. pasaron de una etapa a otra. Los Señores custodios,
reconociendo los “rupas” formados, hicieron una señal al Cuarto
que circulaba, quien siguió su camino apresuradamente. Cuando la
quinta rueda menor había recorrido la mitad del camino y los cuatro
menores poblaban la tierra, se irguieron los Señores de Oscura
Intención, exclamando: “La fuerza no irá en esa dirección. Las
formas y los “rupas” del tercero y cuarto dentro de su
correspondiente Quinto, se asemejaban demasiado al arquetipo. El
trabajo es demasiado bueno”.
Construyeron
otras formas. Pidieron fuego cósmico. Los siete profundos fosos del
averno vomitaron sombras animadoras. Los séptuples entrantes
pusieron orden en todas las formas –las blancas, las negras, las
rojas y las morenas. El periodo de destrucción se extendió por
todas partes. El trabajo fue lamentablemente dañado. Los Choanes del
plano superior observaron en silencio el trabajo. Los Asuras y los
Chaitanes, los Hijos del Mal cósmico y los Rishis de las
constelaciones oscuras reunieron sus huestes menores, oscuros
engendros del averno. Oscurecieron todo el espacio.
*
* * * *
Con
el advenimiento del Enviado del cielo la paz reinó en la tormenta.
El planeta tambaleó y vomitó fuego. Una parte se elevó. Otra cayó.
La forma se transformó. Millones tomaron otras formas o ascendieron
hasta el lugar de espera designado. Esperaron hasta que les llegara
nuevamente el momento de progresar.
*
* * * *
Los
Tres primitivos crearon los monstruos, las grandes bestias y las
formas malignas. Acecharon sobre la superficie de la esfera. Los
Cuatro acuosos crearon dentro de la esfera acuosa reptiles y
engendros de maligno renombre, producto de su karma. Llegaron las
aguas y arrasaron con los progenitores del engendro liquido.
Los
Cinco divisivos construyeron en la esfera de rupa las concretas
formas mentales. Las expelieron, estas poblaron los cuatro inferiores
y al igual que la negra y maligna nube, oscurecieron la luz del día,
ocultando a los tres superiores.
*
* * * *
Se
libró la guerra desatada en el planeta. Ambos contendientes
descendieron al infierno. Luego llegó el Conquistador de la forma.
Extrajo el Fuego Sagrado y purificó los niveles del cuerpo. El fuego
destruyó las tierras en la época del Sexto menor. Cuando apareció
el Sexto la tierra había cambiado. La superficie del globo circuló
a través de otro ciclo. Los hombres del Quinto superior dominaron a
los tres inferiores. El trabajo fue transferido al plano donde
permanecía el Peregrino. El triángulo menor, dentro del huevo
áurico inferior, se convirtió en el centro de la disonancia
cósmica.
ESTANZA
XI
La
rueda de la vida gira dentro de la rueda de la forma externa. Circula
la materia de Fohat, su fuego endurece todas las formas. La rueda
invisible gira en rápidas revoluciones, dentro de la lenta envoltura
externa, hasta desgastar la forma. Los cuarenta y nueve fuegos arden
en el centro interno. Los treinta y cinco vórtices ígneos
circulantes se extienden a lo largo de la periferia del círculo.
Entre los dos pasan, en secuencia ordenada, las llamas de variados
colores.
Los
grandes Triángulos en su exacta ubicación ocultan el secreto de la
rueda de la vida. Irradia el fuego cósmico, dirigido desde la
segunda esfera y controlado por el Regidor del rayo fusionante. Las
huestes de la tercera esfera circundante, en distintos grados,
señalan a los tres inferiores.
La
rueda de la vida todavía gira dentro de la forma. Los devas del
cuarto hacen contacto con los treinta y cinco y los mezclan con los
cuarenta y nueve centrales. Trabajan arriba, tratando de fusionar el
todo. Aquellos que en miríadas de formas giran dentro de las ruedas
de menor magnitud, se esfuerzan por ascender. El todo es uno, sin
embargo, en las esferas inferiores aparecen sólo las formas. Por su
diversidad parece imposible llegar a comprenderlas o entenderlas.
La
mayoría circula. Las formas se construyen, llegan a ser demasiado
sólidas, son quebrantadas por la vida y luego circulan nuevamente.
Pocas son las que giran manteniendo a la mayoría en el calor del
movimiento. El uno abarca todo y conduce todo lo que está en tensa
actividad, al corazón de la paz cósmica.
ESTANZA
XII
Los
Benditos Seres ocultan Su triple naturaleza, pero revelan Su triple
esencia mediante los tres grandes grupos de átomos. Tres son los
átomos y triple la radiación. El núcleo interno del Fuego se
oculta a sí mismo y sólo es conocido a través de la irradiación y
de aquello que irradia. Sólo después de consumirse la hoguera y
cuando ya no se sienta su calor, podrá conocerse el fuego.
ESTANZA
XIII
A
través de la franja color violeta que circunda el Firmamento pasa el
globo de color púrpura oscuro. Pasa y no retorna. Es hechizado por
el color azul. Tres veces lo envuelve el azul y cuando se ha
completado el círculo, el púrpura desaparece y se fusiona con el
rosa, y nuevamente atraviesa el sendero. Tres son los grandes colores
del ciclo que se consideran como el cuarto: violeta, azul y rosa con
el fundamental púrpura en rotación.
Cuatro
son los colores secundarios en el ciclo de discriminación, donde
tiene lugar la rotación. Está circundado hasta su punto medio, y
algo más allá. La franja que surge es amarilla, anaranjada la nube
que oculta y verde la vivificación. Sin embargo, el momento no ha
llegado todavía. Muchos son los fuegos circulantes, y muchas las
rondas giratorias, pero sólo cuando los colores complementarios
reconozcan su fuente de origen y el todo se amolde a los siete, se
contemplará la culminación. Entonces se observará cada color
correctamente adaptado y el cese de la rotación.
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