PARA MEDITAR
La sexta
pregunta:
Me
estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés
en las mujeres. ¿Qué
debo hacer?
Señor,
¡siga
perdiendo su interés!
Eso está
perfectamente bien, no hay nada de malo en ello. Y tenga la seguridad
de que ninguna mujer le echará
de menos. Por el contrario, estarán
todas muy contentas.
Pero, sobre
todo en Occidente, desde que Freud abrió
la caja de Pandora, ha surgido la idea de que hay que permanecer
sexuales hasta el mismo fin, porque el sexo es un sinónimo
de la vida. De manera que, incluso si tienes setenta u ochenta años,
tienes que seguir interesado en el sexo. Si pierdes el interés
en el sexo, eso significa que estás
perdiendo el interés
en la vida, eso significa que ya no eres necesario, eso significa que
ahora eres inútil.
Puedes caerte muerto o ir al parlamento, pero eres inútil.
Esta idea de
que el sexo y la vida son sinónimos
no tiene ningún
fundamento. El sexo y la vida son sinónimos
a cierta edad. En la infancia no son sinónimos,
en la juventud son sinónimos,
en la vejez vuelven a no ser sinónimos.
Son fases. El niño
no está
interesado, el joven sí
está
interesado..., y su único
interés
es el sexo.
Pero en
Occidente prosigue un esfuerzo por permanecer joven: no deberías
envejecer. La gente sigue engañándose
a sí
misma de muchas maneras con que sigue siendo joven. Se encuentran una
y otra vez nuevas panaceas, nuevos tipos de elixires que te
mantendrán
joven para siempre, y la gente es tan tonta que siempre está
dispuesta a aceptar cualquier sandez para seguir siendo joven. La
vejez es considerada como una especie de enfermedad. Ser viejo
significa estar enfermo... en Occidente. Eso no es correcto.
La vejez
tiene sus propias cosas bellas, sus propios tesoros, de igual manera
que la juventud tiene sus propias cosas bellas y tesoros. Y
ciertamente, los tesoros que encuentra una persona mayor son mucho
más
valiosos que los tesoros de la juventud, porque el anciano ha vivido
su juventud. Ha conocido todo eso, ha visto eso, ha pasado por ello.
Ha vivido la ilusión
y ha conocido la desilusión
de todo ello. Ahora es más
sabio que nunca; se está
volviendo inocente de nuevo. Cuando desaparece el sexo alcanzas un
tipo de inocencia: te vuelves un niño
de nuevo..., y un niño
maduro.
En Oriente
tenemos una visión
de la vida totalmente diferente. En Oriente hemos respetado a los
viejos, no a los jóvenes,
porque los viejos están
en su punto culminante: el viaje de la vida que llega a su objetivo.
En Occidente los viejos son solo algo a desechar; los viejos solo
sirven para echarlos a alguna chatarrería.
Hacéis
casas para los ancianos en las que vais amontonándolos,
o en los hospitales. Nadie quiere tener nada que ver con los
viejos..., como si fueran insignificantes, inútiles.
Y han vivido toda su vida, y han aprendido muchos secretos de la
vida: pueden ser grandes maestros; solo ellos pueden ser maestros.
En Oriente
éste
ha sido el camino tradicional, que la persona mayor debe ser la
maestra de los jóvenes,
porque ha vivido, crecido, comprendido. Puede darte una dirección
mejor, con más
madurez, con más
claridad. La vejez es la edad para prepararse para la muerte. Y ésa
es la mayor preparación,
porque vas a emprender el viaje más
largo... a lo desconocido. Si permaneces interesado en el sexo, te
mantendrá
distraído
de la muerte. Eso es lo que está
sucediendo en Occidente.
En Occidente
la gente aún
no ha aceptado que la muerte forma parte de la vida. La muerte es un
tabú,
igual que el sexo era un tabú
hace cien años.
Nadie hablaba del sexo hace cien años.
Era imposible hablar de ello o escribir sobre ello. Era un tabú
tal que en la era victoriana las damas solían
cubrir también
las patas de las sillas..., porque son piernas, y las piernas no
debían
ser mostradas.
Freud
introdujo una gran revolución.
El mundo está
esperando otro Freud que destruya el tabú,
aún
más
grande, de la muerte. Él
destruyó
el tabú
del
sexo, y el mundo es mucho mejor debido a ello. Freud es uno de los
grandes benefactores. Es necesario otro Freud que destruya otro
tabú...
que es más
grande.
Hay que
aceptar la muerte. Al aceptar la muerte comienzas a aceptar la vejez.
Y en la aceptación
hay relajación.
Y cuando ya no estás
interesado en el sexo, puedes enfocar toda tu atención
en la muerte. Recuerda, el sexo y la muerte son polos opuestos; si
permaneces interesado en el sexo, ¿cuándo
te prepararás
para la muerte? Tu atención
permanecerá
enfocada en el sexo y morirás
sin ninguna preparación.
La
meditación
es una preparación
para la muerte. Ahora prepárate
para la muerte: medita. Ya no estás
interesado en las mujeres; bien. Ahora interésate
en tu propio ser. La mujer está
fuera de ti; ése
es un interés
en el otro. O, si eres una mujer, entonces el hombre está
fuera de ti, y ése
es su interés
en el otro. Ahora interésate
en ti mismo: ahora lánzate
al descubrimiento de ti mismo, ahora emprende un viaje interior.
Preguntas:
«Me
estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés
en las mujeres. ¿Qué
debo
hacer?»
Pierde el interés.
Deja que suceda. No intentes crearlo innecesariamente. Si se está
yendo
por sí
mismo, es hermoso.
He oído
que...
Al volver a
su piso muy tarde, Max, de setenta y seis años,
se sobresaltó
al encontrar a una chica de unos dieciocho años
saqueando el apartamento.
«¡Jovencita,
eres una ladrona!»,
dijo. «Voy
a llamar a la policía.»
«Señor»,
imploró
ella, «si
me detienen de nuevo, me encerrarán
durante años.
¡Por
favor, no llame a la policía!».
«Lo
siento, pero tengo que hacerlo»,
contestó
Max.
«Mire»,
sollozó
ella, «haré
cualquier cosa. Le entregaré
mi cuerpo».
«De
acuerdo»,
dijo el anciano, «quítate
la ropa y métete
en la cama».
La chica lo
hizo y Max no tardó
en seguirla. Lo intentó
y lo intentó
y lo intentó
durante unos veinte minutos. Exhausto y vencido, al final desistió.
«Es
inútil»,
suspiró
Max. «No
puedo hacerlo. Tendré
que llamar a la policía.»
Y tú
me preguntas qué
hacer: «¿Qué
debo hacer?»
¿Quieres
llamar a la policía?
Ya basta. Deja ya esas tonterías;
abandona la obsesión.
Ahora dirige tu energía
hacia la muerte: ahora mira a la muerte cara a cara, ahora
encuéntrate
con la muerte. Y encontrarse con la muerte es la mayor experiencia de
la vida. Y si puedes encontrarte con la muerte, llegarás
a saber que eres inmortal, que solo el cuerpo muere y que tú
nunca mueres. Y una vez que lo has sabido, estás
listo, listo para el viaje. Y cuando llegue la muerte irás
a ella riéndote
y bailando y cantando.
Y un hombre
que puede ir a la muerte riendo, bailando y cantando, con oración,
con meditación,
llega a conocer el mayor orgasmo que existe en el mundo. El orgasmo
sexual no es nada, porque en el orgasmo sexual solo una parte
minúscula
de tu energía
vital deja tu cuerpo y sientes una gran relajación.
En la muerte toda tu energía
vital deja el cuerpo. Ningún
orgasmo sexual puede compararse a ese orgasmo cósmico,
a ese orgasmo total que te trae la muerte.
No te
pierdas la muerte. La muerte te va a dar el mayor regalo de la vida,
el regalo de despedida. Pero solo unas pocas personas lo alcanzan,
porque nadie está
listo para él.
La muerte te pilla desprevenido. Y estás
tan asustado, y estás
tan ocupado con el sexo que te aferras a la vida.
¿Sabes
que sucede casi siempre...? En Oriente ha sido uno de los secretos
para conocer a un hombre. Cuando muere un hombre, si se está
aferrando demasiado a la vida y aún
está
interesado en el sexo, morirá
con una erección.
Eso muestra que el pobre hombre murió
sin estar preparado; incluso en la muerte estaba lleno de fantasías
sexuales. Sucede casi siempre. A menos que te hayas convertido en un
gran meditador, te sucederá
también
a ti, que cuando te estés
muriendo fantasearás
con el sexo: estarás
haciendo el amor, al menos en tu imaginación.
Ésa
no es la manera de morir. Eso insulta a la muerte e insulta a Dios y
te insulta a ti mismo.
Deja que
desaparezca el sexo; ya es hora. Relájate
en la no-sexualidad. La no-sexualidad te centrará.
Deja de perseguir a las mujeres y empieza a perseguirte a ti mismo;
no puedes hacer las dos cosas. Y prepárate:
la muerte puede abatirte en cualquier momento. Nunca se sabe cuándo
va a llegar: prepárate,
permítete
disfrutar la meditación
todo lo posible. Transforma tu energía
sexual en energía
meditativa. Es la misma energía,
solo cambia la dirección:
ya no fluye hacia abajo y hacia fuera, empieza a fluir hacia dentro y
hacia arriba. Y esta misma energía
abre en ti el capullo de la flor dorada. Este es todo el secreto.
Ahora has
llegado naturalmente al punto apropiado, y me estás
preguntando: «¿Qué
debo hacer?»
Estás
pidiendo alguna receta para volver a crear la sexualidad que está
desapareciendo. Estás
pidiendo algún
apoyo, estás
pidiendo alguna ayuda, para poder seguir jugando el mismo juego
tonto..., incluso en la vejez.
Está
bien cuando eres joven, porque entonces eres tonto. Es muy raro
volverse alerta, consciente y meditativo cuando se es joven. Si
puedes hacerlo, tienes una genialidad excepcional. Pero si ni
siquiera puedes volverte meditativo en la vejez, entonces eres
simplemente estúpido,
completamente estúpido.
Está
bien hacer el tonto cuando eres joven. Esa necedad forma parte del
crecimiento, te ayuda. La mujer o el hombre externo se convierten en
un espejo; te reflejan, te ayudan a ver quién
eres. El amor es muy revelador. Pero al final uno tiene que llegar a
verse a sí
mismo dentro, no en un espejo. Hay que dejar incluso el espejo. Hay
que estar solo. Y la pureza de la soledad es infinita. Y el gozo de
la soledad es eterno.
Ahora ha
llegado el momento. Deja que se vaya este interés
en las mujeres y de pronto descubrirás
que surge en ti otro interés...;
es casi simultáneo:
el interés
en la meditación.
Y entonces puedes tener el último
regalo que puede darte la vida: una muerte meditativa, una muerte en
satori,
en
samadhi,
en
éxtasis,
y conocerás
la experiencia orgásmica
total. Esa experiencia es suficiente; entonces nunca volverás
a la vida, al cuerpo, a esta prisión.
En Oriente
éste
ha sido nuestro objetivo: cómo
no volver a nacer. Porque todo este proceso de nacer y morir una y
otra vez es un proceso aburrido. Es absolutamente fútil.
En último
término,
es solo un sueño,
y ni siquiera es un sueño
agradable, sino una pesadilla.
Mi
sugerencia para ti es: has vivido tu vida, has visto los placeres del
cuerpo, has sondeado las relaciones y has aprendido lo que se podía
aprender de ello; ahora es el momento de ir hacia dentro.
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