101
Entonces dijo Jesús: "La
penitencia es regresarse de la vida malvada, puesto que debe darse
vuelta a cada sentido al contrario el que tenía mientras pecaba.
Pues en vez de placer debe haber lamento; en vez de risa, llanto; en
vez de banquetes, ayunos; en vez de dormir, vigilias; en vez de
descanso, actividad; en vez de lujuria, castidad; que el relato de
historias divertidas sea cambiado en oración, y a la avaricia en
caridad".
Entonces contestó el que escribe:
"Pero si les preguntan cómo debemos lamentar, cómo debemos
llorar, cómo debemos ayunar, cómo debemos mostrar actividad, cómo
debemos permanecer castos, cómo debemos hacer oración y dar
limosnas: ¿qué respuesta darán ellos ?. ¿Y cómo harán
penitencia correctamente si ellos no saben como arrepentirse ?".
Jesús respondió: "Bien has preguntado, oh Bernabé , y deseo
contestar completamente a todo si Dios quiere. Así hoy te hablaré
acerca de la penitencia en general, y lo que digo a uno lo digo para
todos.
Sabed entonces que la penitencia
más que cualquier cosa debe ser hecha por puro amor a Dios; de lo
contrario será vano arrepentirse. Así que os hablaré por medio de
una parábola. Todo edificio, si se quitan sus cimientos, cae
arruinado; ¿es esto cierto ?". "Es cierto, contestaron los
discípulos.
Entonces dijo Jesús: "El
cimiento de nuestra salvación es Dios, sin El Cual no hay salvación.
Cuando el hombre ha pecado, él ha perdido el cimiento de su
salvación; así que es necesario que empiece desde los cimientos.
Decídme, si vuestros esclavos os han ofendido, y vosotros sabéis
que ellos no se apenan por haberos ofendido, sino que se apenan por
haber perdido su recompensa, ¿los perdonáis? Ciertamente no. Os
digo que así hará Dios a quienes se arrepienten por haber perdido
el Paraíso. Satanás el enemigo de todo bien, tiene gran
remordimiento por haber perdido el Paraíso y ganado el infierno,
pero sin embargo él nunca encontrará misericordia, ¿y sabéis por
qué? Porqué él no tiene amor a Dios. ¡No! él odia a su Creador.
102
Verdaderamente os digo, que todo
animal por su propia naturaleza, si pierde lo que desea, lamenta el
bien perdido. entonces, el pecador que sea verdaderamente penitente
debe tener gran deseo de castigarse por lo que ha obrado en oposición
a su creador: en tal manera que cuando el rece no se atreva siquiera
a anhelar el paraíso de Dios, ni que El lo libere del infierno, sino
que en confusión de mente, se postre ante Dios y diga en su oración:
"Mira al culpable, oh Señor, que te ha ofendido sin ninguna
causa al mismo tiempo cuando debería haber estado sirviéndote. Por
lo tanto aquí el busca que lo que él ha hecho sea castigado por tu
mano, y no por la mano de Satanás, Tu enemigo: para que el impío no
se regocije de Tus creaturas. Castiga, corrige como Te plazca, oh
Señor, ya que Tú nunca me darás tanto tormento como el que este
malvado merece". Entonces el pecador, asiéndose a esta manera
(de pertinencia), encontrará mayor misericordia de Dios en
proporción a su anhelo de Justicia. Ciertamente, un sacrilegio
abominable es la risa del pecador; tanto que este mundo fue
justamente llamado "Valle de Lágrimas" por nuestro padre
David.
Hubo un rey que adoptó como hijo
uno de sus esclavos, al cual él hizo dueño de todo lo que poseía.
Ahora, sucedió que por engaño de un hombre malvado el miserable
cayó de la gracia del rey, así que él sufrió grandes miserias, no
solo en lo que poseía, sino que fue despreciado, y era privado de
todo lo que ganaba cada día trabajando. ¿Pensáis un hombre así
reiría alguna vez?. No, seguramente,
contestaron los discípulos, ya que si el rey lo hubiese
sabido habría provocado que lo matara, viéndolo reírse de la
indignación del rey, sino que es probable que él llorase día y
noche.
Entonces Jesús lloró diciendo: Ay del Mundo!, pues está seguro de un tormento eterno. Oh
humanidad miserable!, ya que Dios te ha escogido como a un hijo,
concediéndote el paraíso, opero tú, oh desgraciada, por operación
de Satanás caíste de la gracia de Dios, y fuiste arrojada fuera del
Paraíso y condenada al mundo sucio, donde consigues todas las cosas
con esfuerzo, y toda buena obra te es quitada por el continuo pecar.
Y el mundo tontamente ríe, y , lo que es peor, el que es mayor
pecador se ríe más que el resto. Será, por lo tanto, como habéis
dicho: que Dios dará la sentencia de muerte eterna para el pecador
que se ríe de sus pecados y no llora por ellos.
103
El llanto del pecador debe ser
como el de un padre que llora por su hijo que está a punto de morir.
Oh locura del hombre, que llora encima del cuerpo del cual ha partido
el alma, pero no llora por el alma de la que , por el pecado, ha
partido la misericordia de Dios! Decidme, si el marinero, cuando su
barco ha sido hundido por una tormenta, pudiese, con llorar,
recuperar todo lo que él perdió, ¿qué haría? Es cierto que él
lloraría amargamente. Pero yo os digo en verdad, que en cada cosa
por la que un hombre llora él peca, excepto solamente cuando él
llora por su pecado. Puesto que cada miseria que llega al hombre
viene a él de parte de Dios para su salvación, así que él debería
alegrarse por ellas. Pero el pecado viene del Demonio para la
condenación del hombre, pero de eso no se entristece el hombre.
Ciertamente aquí os podéis dar cuenta de que el hombre busca la
pérdida y no la ganancia.
Dijo Bartolomé: "Señor,
¿que hará el que no pueda llorar ya que su corazón es extraño al
llanto?. Jesús contestó: No todos los que derraman lágrimas
lloran, oh Bartolomé. Como que Dios vive, se hallan hombres de cuyos
ojos no ha caído ni una lágrima, pero ellos han llorado más que
mil de los que derraman lágrimas. El llanto de un pecador es un
consumirse de aflicción terrenal por la vehemencia de la pena. Tanto
que justo como la luz del sol conserva contra la putrefacción a lo que es expuesto a ella, así este consumirse conserva el alma contra
el pecado. Si Dios concediese al verdadero penitente tantas lágrimas
como agua tiene el mar, él desearía muchas más: y así ese deseo
consume esa pequeña gota que él quisiese derramar, como un horno
ardiente consume una gota de agua. Pero aquellos que rompen a llorar
inmediatamente son como el caballo que corre más rápido entre más
ligera sea su carga.
104
Verdaderamente hay hombres que
tienen tanto el sentimiento interno como las lágrimas externas. Pero
quien sea así, será un Jeremías. Al llorar, Dios mide más el
sufrimiento que las lágrimas. Entonces dijo Juan: "Oh maestro,
¿cómo pierde el hombre todas las otras cosas por las que llora,
aparte del pecado, al llorar por ellas?".
Jesús contestó: "Si Herodes
te diera un manto para que se lo guardases, y después te lo pidiese,
¿tendrías razón para llorar?". No, dijo Juan. Entonces, dijo
Jesús: "¿tiene el hombre menos razón para llorar cuando
pierde algo, o no tiene lo que él quisiera; pues todo viene de la
Mano de Dios? ¿Acaso no tienes como tuyo propio al pecado; y por eso
deberías llorar, y no por otra cosa".
Dijo Mateo: "Oh maestro, tú
has confesado ante toda Judea que Dios no tiene similitud humana, y
ahora tú has dicho que el hombre recibe de la Mano de Dios;
entonces, si Dios tiene manos El tiene una similitud con el hombre.
Jesús respondió: "Estas en
un error, oh Mateo, y muchos han errado así, al no saber el sentido
de las palabras. Puesto que el hombre no debería considerar la
(forma) exterior de las palabras, sino el sentido, viendo que el
lenguaje humano es como si fuera un intérprete entre nosotros y
Dios. Ahora, ¿no sabéis que cuando Dios quiso hablar a nuestros
padres sobre el Monte Sinai, y nuestros padres gritaron: "Háblanos
oh Moisés, y no dejes que Dios nos hable, o moriremos"? ¿Y que
Dios a través de Isaias el profeta, sino que, tan lejos como está
el cielo de la tierra, así están los caminos de Dios distantes de
los caminos de los hombres, y los pensamientos de Dios de los
pensamientos de los hombres?
105
Dios es tan inconmesurable que
tiemblo al describirlo. pero es necesario que os haga una
proposición. Os digo, entonces, que los cielos son nueve y que ellos
están distantes uno del otro desde la Tierra. Por lo tanto la Tierra
está distante del cielo más alto un viaje de 4500 años. Yo os digo
entonces, que (la Tierra) es en proporción al primer cielo como la
punta de una aguja, y el primer cielo en manera similar es en
proporción al segundo como un punto, y similarmente todos los cielos
son inferiores cada uno al siguiente. Pero todo el tamaño de la
Tierra con el de todos los cielos es en proporción al Paraíso como
un punto, no!, como un grano de arena. ¿Es esta la grandeza
inconmesurable?.
Los discípulos respondieron: "Si,
seguro". Entonces dijo Jesús: Como que Dios vive, ante Cuya
Presencia comparece mi alma, el Universo ante Dios es pequeño como
un grano de arena, y Dios es tantas veces mayor (que él) como granos
de arena tomaría llenar todos los cielos y el Paraíso, y más,
ahora, considerad vosotros si Dios tiene cualquier proporción con el
hombre, el cual es un pequeño trozo de barro que se para sobre la
Tierra. Cuidáos entonces, de tomar el sentido y no las palabras
llanas, si es que deseáis tener vida eterna. Los Discípulos
contestaron: "Dios solo puede conocerse a sí mismo, y
verdaderamente es como dijo Isaias el profeta: "El está oculto
a los sentidos humanos".
Jesús respondió: "Así es
cierto, cuando estemos en el Paraíso conoceremos a Dios, como aquí
uno conoce al mar por una gota de agua salada. Volviendo a mi
discurso, os digo que solamente por el pecado debería llorar uno, ya
que al pecar el hombre traiciona a su Creador. ¿Pero cómo va a
llorar el que asiste a banquetes y fiestas? El llorará tanto como el
hielo da fuego! Es necesario que convirtáis los banquetes en ayunos
si deseáis tener el dominio de vuestros sentidos, ya que aún así
tienen dominio nuestro Dios".
Dijo Tadeo: "Así entonces,
¿tiene Dios sentidos sobre los cuales tener dominio?. Respondió
Jesús: "Volvéis a decir: "¿Dios tiene esto?, ¿Dios es
así?. Decidme, ¿tiene sentidos el hombre?". "Si",
contestaron los discípulos. "os engañáis", Dijo Jesús,
"porque el es ciego, sordo, mudo y mutilado, ¿donde esta su
sentido? ¿Y cuando un hombre está desmayado?. Entonces estaban
perplejos los discípulos; cuando Jesús dijo: "Tres cosas hay
que forman un hombre: éstas son, el alma, el sentido y la carne,
cada una por separado. Nuestro Dios creó el cuerpo y el alma como
habéis oído, pero vosotros no habéis oído como creó el sentido.
Por lo tanto mañana, si place a Dios, yo os contaré todo". Y
habiendo dicho esto Jesús dio gracias a Dios, y oró por la
salvación de nuestro pueblo, diciendo cada uno de nosotros: Amén".
106
Cuando él hubo terminado la
oración a la aurora, Jesús se sentó bajo una palmera, y allí sus
discípulos se acercaron a él. Entonces dijo Jesús: "Como que
Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, muchos están
engañados acerca de nuestra vida. Puesto que tan cercamente están
unidos el alma y el sentido, que la mayor parte de los hombres
afirmen que el alma y el sentido son la misma cosa, dividiéndolo por
operación y no por esencia, llamándole el alma sensitiva,
vegetativa e intelectual. Pero verdaderamente os digo, el alma es
una, la cual piensa y vive. Oh tontos, ¿Donde va ha encontrar el
alma intelectual sin vida? Seguramente, nunca. Pero la vida sin
sentidos puede ser hallada fácilmente, como puede verse el
inconsciente cuando lo abandona el sentido".
Tadeo contestó: "Oh maestro,
cuando el sentido deja al hombre, un hombre no tiene vida".
Jesús respondió: "Eso no es cierto, ya que el hombre es
privado de la vida cuando el alma parte; ya que el alma no regresa
más al cuerpo, excepto por milagro. Pero el sentido parte por razón
del temor que recibe, o por razón de gran pena que el alma tiene.
Para el sentido creó Dios el placer, y por eso sólo vive el, tal
como el cuerpo vive por el alimento y el alma vive por el
conocimiento y el amor. El sentido es entonces rebelde contra el
alma, a través de la indignación que tiene al ser privado del
placer del Paraíso debido al pecado. Por lo tanto hay la mayor
necesidad de nutrirlo con placer espiritual para el que no quiera que
viva de placer carnal. ¿Entendéis? en verdad os digo, que Dios
habiéndolo creado lo condenó al infierno y a nieve y hielo
intolerables; porque él dijo que era Dios; pero cuando El lo privó
de sustento, quitándole su alimento, él confesó que era un esclavo
de Dios y la obra de sus Manos. Y ahora decidme, ¿cómo obra el
sentido en el impío? Ciertamente, es como Dios en ellos: viendo que
ellos siguen al sentido, abandonando la razón y la Ley de Dios. Por
lo tanto ellos se vuelven abominables, y no obran nada bueno.
107
Y así la primera cosa que sigue a
penar por el pecado es ayunar. Ya que él ve que un cierto alimento
lo pone enfermo, como él teme a la muerte, después de lamentar
haberlo comido, lo abandona, para que no lo vuelva a poner enfermo,
Así debería hacer el pecador. Al darse cuenta de que el placer lo
hizo pecar en contra de Dios su Creador al seguir al sentido en estas
cosas buenas del mundo, que se apene por haber hecho eso, ya que ello
lo privó de Dios, de su vida, y le da la muerte eterna del Infierno.
Pero como el hombre mientras vive tiene necesidad de tomar estas
cosas buenas del mundo, ayunar es necesario aquí, Así que proceda a
mortificar al sentido y a reconocer a Dios como su Señor. Y cuando
él ve que el sentido aborrece los ayunos, que le ponga enfrente la
condición del infierno, donde no hay placer en absoluto, sino sólo
se recibe sufrimiento infinito; que ponga ante él las delicias del
Paraíso, que son tan grandes que un grano de las delicias es mayor
que todas las del mundo. Y entonces así se calmará más fácilmente;
porque es mejor contentarse con poco para recibir mucho que estar
desbocado en lo poco y lo privado de todo y vivir en tormento.
Deberíais recordar al rico glotón
para ayunar bien. Ya que él deseando aquí en la Tierra agasajarse
deliciosamente cada día, fue privado eternamente incluso de una
simple gota de agua; mientras que Lázaro, estando contento con
migajas aquí en la tierra, vivirá eternamente en plena abundancia
de las delicias del Paraíso. Pero que el penitente sea cauteloso:
porque Satanás busca anular toda buena obra, y más en el penitente
que en los demás, porque el penitente se ha revelado contra él, y
el de ser su fiel esclavo se ha convertido en un rebelde enemigo. Por
lo tanto Satanás tratará de provocar que él no ayune, de alguna
manera como bajo el pretexto de enfermedad, y cuando esto no le valga
él lo invitará al ayuno extremoso, para que él caiga enfermo y
después viva deliciosamente. Y si él no triunfa en esto, el tratará
de hacer que su ayuno sea simplemente abstención de alimento físico,
para que sea cómo el mismo, que nunca come pero siempre peca.
Como que Dios vive, es abominable
privar al cuerpo de alimento y llenar el alma con orgullo,
despreciando a los que no ayunan, y considerándose uno mejor que
ellos. Decidme, ¿presumirá el enfermo de la dieta que le fue
impuesta por el médico, y llamará locos a los que no se ponen a
dieta? Seguramente no, sino que el se sentirá apenado por la
enfermedad por cuya razón tuvo que ser puesto a dieta. Así os digo,
que el penitente no debería penar por el pecado de su ayuno, y
despreciar a los que no ayunan; sino que él debería penar por el
pecado por razón del cual el ayuna. Tampoco debe el penitente que
ayuna procurarse (cuando rompe el ayuno) alimentos delicados, sino
que debe contentarse con alimentos austeros. ¿Acaso un hombre le da
alimentos delicados al perro que muerde y al caballo que patea? No,
ciertamente, sino más bien al contrario. Y que sea suficiente para
vosotros acerca del ayuno.
108
Escuchad, entonces, a lo que os
diré acerca de la vigilia. Justo como hay dos clases de sueño, es
decir el del cuerpo y el del alma, también así debéis ser
cuidadosos de vigilar que mientras que el cuerpo está en vigilia el
alma no duerma, ya que esto sería un error gravísimo. Decidme, en
parábola: hay un hombre que mientras camina se golpea contra una
roca, y para evitar golpearla otra vez con el pie, él la golpea con
su cabeza. ¿Cuál es el estado de ese hombre?>>.
<>, contentaron los discípulos, <>.
Entonces dijo Jesús: <>.
Andrés respondió: <>.
109
Jesús contestó: Así os
digo que deberíamos mantener en vigilia con el alma a la luz de la
justicia (la cual) es nuestro Dios, y no jactarnos de la vigilia del
cuerpo. Es ciertísimo, por lo tanto, que el sueño corporal debe ser
evitado tanto como sea posible, pero (evitarlo) completamente es
imposible, estando pesados la carne y el sentido con alimento y la
mente con negocios. Por lo tanto el que quiera dormir poco evite
mucho negocio y mucha comida. Como que Dios vive, ante cuya Presencia
comparece mi alma, es lícito dormir algo cada noche, pero nunca es
lícito olvidar a Dios y a Su terrible Juicio: y el sueño del alma
es ese olvido>>.
Entonces contestó el que
escribe:"Oh maestro, ¿como podemos tener siempre a Dios en la
memoria? Ciertamente, ello nos parece imposible". Dijo Jesús
con un suspiro: Esta es la mayor miseria del hombre puede
sufrir, oh Bernabé, ya que el hombre no puede aquí en la Tierra
tener a Su Creador siempre en la memoria; excepto los que son santos,
ya que ellos siempre tienen a Dios en mente, porque ellos tienen en
ellos la luz de la gracia de Dios, así que ellos no pueden olvidar a
Dios. Pero decidme, ¿habéis visto a aquellos que tallan piedras,
como mediante la práctica constante han aprendido a golpear de
manera que hablan unos con otros y al mismo tiempo están golpeando
con la herramienta de hierro que labra la piedra sin mirar al hierro,
y sin embargo no se golpean las manos? Haced vosotros de manera
similar. Desead ser santos si queréis vencer completamente esa
miseria de olvido. Cierto es que el agua horada las rocas más duras
con una sola gota golpeándolas por un largo período.
¿Sabéis por qué vosotros no
habéis vencido esa miseria? Porque no os habéis dado cuenta de que
es pecado. Yo os digo entonces que es un error, cuando un príncipe
te da un regalo, oh hombre, que cierres los ojos y le vuelves la
espalda. Así se equivocan quienes olvidan a Dios, puesto que en todo
tiempo el hombre recibe de Dios dones y misericordia.
110
Ahora decidme, ¿os concede Dios
en todo tiempo sus Favores? Sí, seguramente; ya que incesantemente
El os proporciona el aliento por medio del cual vivis. En verdad, en
verdad os digo, cada vez que vuestro cuerpo recibe aliento vuestro
corazón debería decir: "Gracias a Dios!".
Entonces dijo Juan: Es muy
cierto lo que dices, oh maestro; enséñanos por lo tanto la forma de
llegar a esa bendita condición. Jesús respondió:
"Verdaderamente os digo, uno puede alcanzar esa condición por
poderes humanos, sino más bien por la misericordia de Dios nuestro
Señor. Es verdad, ciertamente, que el hombre debería desear el bien
para que Dios se lo dé. Decidme, cuando estáis a la mesa, tomarías
esas carnes que ni siquiera quisieseis mirar?. No, seguramente. Así
os digo que vosotros deseáis la santidad, haceros santos en menos
tiempo que el guiñar de un ojo, pero para que el hombre pueda ser
sensible del don y del donante, nuestro Dios quiere que esperemos y
pidamos.
¿Habéis visto a quienes
practican tirar al blanco? Seguramente tiran muchas veces en vano.
Sin embargo, ellos nunca desean disparar en vano, sino que siempre
tienen la esperanza de dar en el blanco. Ahora haced esto, vosotros
los que queráis tener a nuestro Dios en mente, y cuando olvidéis,
lamentádlo; porque Dios os dará gracia para lograr todo lo que he
dicho.
El ayuno y la vigilia espiritual
están tan unidos entre sí que, si uno rompe la vigilia,
inmediatamente se rompe el ayuno. Puesto que al pecar el hombre rompe
el ayuno del alma, y olvida a Dios. Así es que la vigilia y el ayuno
en cuanto al alma son siempre necesarios para nosotros y para todos
los hombres, ya que para nadie es lícito pecar. Pero el ayuno del
cuerpo y sus vigilias, creedme, no son posibles en todo tiempo, ni
para todas las personas. Porque hay gentes enfermas y ancianas,
mujeres encintas, hombres que son puestos a dieta, niños y otros que
son de complexión débil. Puesto que ciertamente todos, así como se
visten de acuerdo a su propia medida, deberían escoger su (manera
de) ayuno. Porque justos como las ropas de un niño no son adecuadas
para un hombre de 30 años, tampoco los ayunos y vigilias de uno son
adecuadas para el otro.
111
Pero tened cuidado ya que Satanás
usará toda su fuerza (para hacer lo que suceda) que vosotros
(estéis) despiertos durante la noche, y después estés durmiendo
cuando por orden de Dios deberíais estar rezando y escuchando la
palabra de Dios. Decidme, ¿le gustaría a alguno de vosotros que un
amigo suyo se comiera la carne y le diera los huesos?. Pedro
contestó: No maestro, pues ése tal no debería ser llamado
amigo, sino uno que se burla.
Jesús contestó con un suspiro: Has dicho bien la verdad, oh Pedro, ya que verdaderamente
todo el que guarda vigilia con el cuerpo más de lo que es necesario,
durmiéndose o teniendo su cabeza pesada de cansancio cuando debería
estar rezando o escuchando las Palabras de Dios, ese miserable se
burla de Dios su Creador, y así es culpable de ese pecado. Más aún,
él es un ladrón, viendo que él roba el tiempo que debería ser
dado a Dios, y lo gasta cuando, y tanto como le place.
En un recipiente del mejor vino un
hombre dio a sus enemigos a beber cuando el vino estaba en lo mejor,
pero cuando el vino bajó a las heces él lo dio a su amo para que
bebiera. ¿Qué, creéis, hará el amo a su sirviente cuando lo sepa
todo, y el sirviente esté ante él?. Seguramente, él lo azotará y
lo matará en justa indignación según las leyes del mundo. Y ahora,
¿que hará Dios al hombre que pasa lo mejor de su tiempo en
negocios, y lo peor en oración y en el estudio de la Ley?. Ay del
mundo, porque con esto y con mayor pecado está pensado su corazón!.
Entonces, yo os digo que la risa debería convertirse en llanto, los
banquetes en ayunos, y el sueño en vigilia, yo abarco en tres
palabras todo lo que habéis oído - que aquí en la Tierra uno
debería llorar, y que el llanto debería ser del corazón, porque
Dios nuestro Creador fue ofendido; que deberíais ayunar para tener
dominio sobre el sentido, y vigilar para no pecar; y que el llanto
físico y el ayuno y la vigilia físicos deben ser tomados de acuerdo
a la constitución de cada uno.
112
Habiendo dicho esto Jesús dijo:
"Es necesario que busquéis de las frutas del campo la sustancia
para sostener vuestra vida, ya que hace ocho días que no hemos
comido pan. Por lo tanto rezaré a nuestro Dios, y os esperaré con
Bernabé. Así todos los discípulos y apóstoles partieron
de cuatro en cuatro y de seis en seis según dijo Jesús. Se quedó
allí con Jesús el que escribe; y entonces Jesús, suspirando, dijo:
Oh Bernabé, es necesario que yo te revele grandes secretos, los
cuales, después que parta del mundo, tu deberás revelárselos a
este. Entonces contestó el que escribe, llorando, y dijo: Déjame llorar, maestro y otros hombres también, porque somos
pecadores. Y tú que eres un santo y profeta de Dios, no es bueno
para tí llorar tanto.
Jesús contestó: "Creeme
Bernabé, que no puedo llorar tanto como debería. Porque si los
hombres no me hubiesen llamado Dios, yo habría visto a Dios aquí
como El será visto en el Paraíso, y habría estado a salvo para no
temer el Día del Juicio. Pero Dios sabe que yo soy inocente, ya que
nunca he tenido el pensamiento de ser tenido por más que un pobre
esclavo. No, yo te digo que si yo hubiese sido llamado Dios yo habría
sido llevado al Paraíso cuando parta el mundo, mientras que ahora ya
no iré allí sino hasta el Día del Juicio. Debes saber, oh Bernabé,
que por esto debo yo tener gran persecución, y seré vendido por uno
de mis discípulos por 30 monedas. Por lo tanto estoy seguro de que
el que me venderá será matado en mi lugar, ya que Dios me llevará
de la Tierra, y cambiará la apariencia del traidor de manera tal que
todos creerán que él es yo; no obstante, cuando él muera una
muerte mala, yo viviré en ese deshonor por un largo tiempo en el
mundo. Pero cuando Mohamed venga, el sagrado Mensajero de Dios, esa
infamia será eliminada. Y esto lo hará Dios porque yo he confesado
la verdad del Mesías; y El me dará esta recompensa, de que se sepa
que yo esté vivo y que soy ajeno a esa muerte de infamia.
Entonces contestó el que escribe: Oh maestro, dime quién es el miserable, ya que quisiera
ahorcarlo para que muera. Tómalo con calma,
respondió Jesús, porque Dios así lo quiere, y él no puede
hacer de otra manera; pero mira que cuando mi madre esté afligida
por ese evento tú le digas la verdad, para que ella sea consolada.
Entonces contestó el que escribe: todo esto haré, oh
maestro, si Dios quiere.
113
Cuando los discípulos vinieron,
traían piñones, y por la Voluntad de Dios ellos hallaron una buena
cantidad de dátiles. Así después de la oración del mediodía
ellos comieron como Jesús. Entonces los apóstoles y los discípulos,
viendo triste al que escribe, temieron que fuera necesario que Jesús
partiese pronto del mundo. Pero entonces Jesús lo consoló,
diciendo: No temáis, porque todavía no ha llegado mi hora
de partir de vosotros. Yo viviré con vosotros todavía un poco más.
Por lo tanto debo yo enseñarlos ahora, para que vayáis, como he
dicho, a través de todo Israel predicando penitencia, para que Dios
tenga misericordia del pecado de Israel. Que todos por lo tanto se
cuiden del lujo, y hagan mucha más penitencia; porque todo árbol
que no de buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
Hubo un ciudadano que tuvo un
viñedo, y en medio de él tenía un jardín, el cual tenía una
hermosa higuera; entonces después de tres años el propietario se
dio cuenta de que ésta no daba fruto, y viendo que los otros árboles
daban fruto él dijo a su labrador: "Corta ese mal árbol ya que
gasta el suelo".
El trabajador contestó: "No
es así, mi señor, ya que es un árbol hermoso". "Ten
cuidado", dijo el dueño, "porque a mi no me interesan las
bellezas inútiles. Deberías saber que la palma y el bálsamo, los
cuales hice rodear con vallas costosas, pero cuando éstos no dieron
fruto, sino hojas que se amontonaban y pudrían el suelo enfrente de
la casa, hice que ambos fueran quitados. ¿Y cómo perdonaré a una
higuera lejos de la casa, que estorba en mi jardín y viñeda donde
todos los demás árboles dan fruto? Ciertamente ya no la toleraré".
Entonces dijo el trabajador: "Señor, el suelo es tan rico.
Espera, por lo tanto, un año más, ya que yo podaré las ramas de la
higuera, y le quitaré la tierra rica, poniéndola en tierra pobre
con piedras, y así dará fruto". El dueño contestó: "Ahora
ve y hazlo; ya que yo esperaré, y la higuera dará fruto".
¿Entendéis esta parábola?.
Los discípulos contestaron: No señor; por lo tanto
explícanosla.
114
Jesús respondió: "En verdad
os digo, que el dueño que es Dios, y el trabajador es su Ley. Dios,
entonces, tenía en el Paraíso la palma y el bálsamo; ya que
Satanás es la palma y el primer hombre el bálsamo. A ellos los
arrojó fuera porque ellos no dieron fruto en buenas obras, sino que
dijeron palabras impías que fueron la condenación de muchos angeles
y muchos hombres. Ahora que Dios tiene al hombre en el mundo, en
medio de sus Creaturas que adoran a Dios, todos ellos, de acuerdo a
su precepto: y el hombre, digo, al no dar fruto, Dios lo cortará y
lo entregará al infierno, viendo que él no disculpó al ángel ni
al primer hombre, castigando al ángel eternamente, y al hombre por
un tiempo. Pero entonces la ley de Dios dice que el hombre tiene
demasiadas cosas buenas en esta vida, y así es necesario que sufra
tribulaciones y sea privado de bienes terrenales, para que él pueda
hacer buenas obras. Así que nuestro Dios espera al hombre a que sea
penitente.
Verdaderamente os digo, que
nuestro Dios ha condenado al hombre a trabajar, para que, como dijo
Job, el amigo y profeta de Dios. "Como el pájaro nació para
volar y el pez para nadar, así el hombre nació para trabajar".
Por lo tanto que cada uno trabaje, de acuerdo a su cualidad. Ahora
decidme, si David nuestro padre y Salomón su hijo trabajaron con sus
manos, ¿que deben hacer los pecadores?". Dijo Juan: Maestro,
trabajar es una cosa buena, pero eso deben hacer los pobres.
Jesús respondió: Sí,
porque ellos no pueden hacer de otra forma. ¿Pero no sabes que el
bueno, para ser bueno, debe estar libre de necesidad?. Así el sol y
los otros planetas están fortalecidos por los preceptos de Dios de
manera que ellos no puedan hacer de otra forma, así que ellos no
tienen mérito. Decidme, ¿acaso dijo Dios cuando dio el precepto de
trabajo: "el hombre podrá vivir del sudor de su frente"?
¿Y dijo Job que" como el pájaro nació para volar, así el
hombre nació para trabajar". Por lo tanto (solamente) el que no
sea hombre está libre de este precepto. Seguramente por ninguna otra
razón son todas las cosas costosas, pero hay una gran multitud de
ociosos: si éstos trabajasen, algunos atendiendo la tierra y algunos
pescando en el agua, habría la mayor abundancia en el mundo. Y de la
falta de ello será necesario rendir cuentas en el terrible Día del
Juicio.
115
Que el hombre me diga otra cosa.
¿Qué ha traído él al mundo, por razón de lo cual pueda él vivir
del ocio?. Cierto es que él nació desnudo, e incapaz de cualquier
cosa. Entonces, de todo lo que él ha hallado, el no es el dueño,
sino el despensero. Y el tendrá que rendir cuentas de ello en ese
terrible día. La lujuria abominable, que hace al hombre como las
bestias brutas, debería ser temida grandemente; ya que el enemigo es
de la propia casa de uno, así que no es posible entrar en ningún
lugar sin que tu enemigo entre también. Ah, cuántos han perecido
por la lujuria!. Por la lujuria vino el Diluvio, tanto que el mundo
pereció ante la misericordia de Dios y sólo fueron salvados Noé y
83 personas humanas.
Debido a la lujuria castigó Dios
a las tres malvadas ciudades de donde escaparon solo Lot y sus dos
hijas. Por la lujuria de la tribu de Benjamín fue casi extinguida. Y
yo os digo verdaderamente que si yo os narrase cuántos han perecido
debido a la lujuria, el espacio de cinco días no sería
suficiente.
Santiago dijo: Oh maestro,
¿qué significa la lujuria?. Jesús contestó: La
lujuria es un deseo desbocado de amor, el cual, no estando dirigido
por la razón, rompe los límites del intelecto y afecto humanos; así
que el hombre, no conociéndose así mismo, ama lo que él debería
odiar. Creedme, cuando un hombre ama una cosa, no porque Dios le haya
dado esa cosa, sino como su dueño, él es un fornicador; porque el
alma, que debería vivir en unión con su Creador, él la ha unido a
la creatura. Y así Dios lamenta a través de Isaías, el profeta,
diciendo: "Tú has cometido fornicación, con muchos amantes; no
obstante, regresa a mí y yo te recibiré". Como que Dios vive,
ante Cuya Presencia comparece mi alma, si no hubiera lujuria interna
dentro del corazón del hombre, él no caería en la externa; ya que
si se quita la raíz del árbol muere rápidamente. Que el hombre se
contente por lo tanto con la esposa que el Creador le dio, y que
olvide a toda otra mujer.
Andrés contestó: "Cómo
puede un hombre olvidar a las mujeres si vive en la ciudad donde hay
tantas de ellas?. Jesús replicó: Oh Andrés, cierto
es que el que vive en la ciudad ella le hará daño; ya que la ciudad
es una esponja que absorbe toda iniquidad.
116
El hombre debe vivir en la ciudad
tal como el soldado vive cuando tiene enemigos alrededor de la
fortaleza, defendiéndose contra todo asalto y siempre temiendo la
traición por parte de los ciudadanos. Aun así, digo, que rechace
toda tentación externa de pecado, y tema al sentido, ya que éste
tiene un deseo supremo de cosas impuras. ¿Pero cómo se va a
defender si él no controla al ojo, el cual es el origen de todo
pecado carnal? Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi
alma, el que no tenga ojos corporales está seguro de no recibir
castigo excepto sólo en tercer grado, mientras que el que tiene ojos
lo recibe hasta séptimo grado.
En el tiempo del profeta Elías
sucedió que Elías vio un hombre ciego que lloraba, un hombre de
buena vida, y le preguntó diciéndole: "¿Por qué lloras, oh
hermano?". El ciego contestó: "Lloro porque no puedo ver a
Elías el profeta, el santo de Dios". Entonces Elías lo
reprendió, diciendo: "Cesa de llorar, oh hombre, porque al
llorar tú pecas". El ciego contestó: "Ahora dime, ¿es
pecado ver a un santo profeta de Dios, que resucita al muerto y hace
que descienda fuego del cielo?". Elías respondió: "Tú no
dices la verdad, ya que Elías no es capaz de hacer nada de lo que
dices, ya que él es un hombre como tú, ya que todos los hombres del
mundo no pueden hacer que nazca una mosca".
Dijo el ciego: "Tú dices
esto, un hombre, porque Elías debe haberte reprendido por algún
pecado tuyo, así que lo odias". Elías contestó: "Quiera
Dios que digas la verdad; ya que, oh hermano, si yo odiase a Elías
yo amaría a Dios, y entre más odie yo a Elías más amo a Dios".
Entonces el hombre ciego se enojó grandemente, y dijo: "Vive
Dios que tú eres un hombre impío! ¿Puede entonces ser amado Dios
mientras que uno odia a los profetas de Dios? Lárgate porque ya no
te escucharé!.
Elías contestó: "Hermano,
ahora puedes ver con tu intelecto cuán mala es la vista física.
Porque tú deseas vista para ver a Elías, y odias a Elías con tu
corazón". El ciego respondió: "Ahora vete porque tú eres
el diablo, que me haría pecar contra el santo de Dios".
Entonces Elías dio un suspiro, y dijo con lágrimas: "Tú has
hablado la verdad, oh hermano, ya que mi carne, que tú deseas ver,
te separa de Dios". Dijo el ciego: "Yo no deseo verte; no,
si tuviera ojos los cerraría para no verte".
Entonces dijo Elías: "Sabe
hermano que yo soy Elías!". el ciego contestó: "Tú no
dices la verdad". Entonces dijeron los discípulos de Elías:
"hermano, él es en verdad el profeta de Dios, Elías".
“Que me diga", dijo el ciego, "si él es el profeta, ¿de
qué linaje soy, y cómo me volví ciego?".
117
Elías respondió: "Tú eres
de la tribu de Leví; y porque tú, al entrar al templo de Dios,
miraste lujuriosamente a una mujer, estando tú cerca del santuario,
nuestro Dios te quitó la vista". Entonces el ciego dijo
llorando: "Perdóname, oh santo profeta de Dios, porque he
pecado al hablar contigo; puesto que si yo te hubiera visto hubiera
pecado".
Elías contestó: "Que Dios
te perdone, oh hermano, porque en cuanto a mí yo se que tú me
dijiste la verdad, viendo que entre más me odio más amo a Dios.
Porque Elías no es tu Creador, sino Dios; por lo tanto, en lo que a
ti respecta, yo soy el diablo", dijo Elías llorando, "porque
yo tengo que alejarte de tu Creador. Llora entonces, oh hermano,
porque tú no tienes la luz que podía hacerte distinguir la verdad
de lo falso, y que si tu hubieses tenido eso tú no habrías
despreciado mi doctrina. Por lo tanto te digo, que muchos desean
verme y vienen desde lejos para verme, pero desprecian mis palabras.
Por lo tanto sería mejor para ellos, para su salvación, que no
tuviese ojos, viendo que todo el que encuentra placer en la creatura,
sea él quien sea, y no buscar encontrar placer en Dios, ha hecho un
ídolo en su corazón, y ha abandonado a Dios".
Entonces dijo Jesús, suspirando: Habéis entendido todo lo que dijo Elías?. Los
discípulos contestaron: En general, hemos entendido, y
estamos asombrados por el conocimiento de aquí en la Tierra hay muy
pocos que no son idólatras.
118
Entonces dijo Jesús: Decís
la verdad, porque ahora estaba Israel deseos de establecer la
idolatría que ellos tienen en sus corazones, al considerarme Dios;
muchos de los cuales han despreciado ahora mi enseñanza, al decir
que yo podía hacerme soñar todo de Judea, si yo me confesase a
Dios, y que estoy loco por querer vivir en pobreza entre lugares
desiertos, y no vivir continuamente entre príncipes en la vida
delicada. Oh hombre infeliz, que aprecias la luz que es común en las
moscas y hormigas y desprecias la luz que es común sólo a los
ángeles y profetas y amigos de Dios!
Si, entonces, uno no cuida al ojo,
oh Andrés, yo te digo que es imposible no caer de cabeza en la
lujuria. Por eso Jeremías el profeta, llorando vehementemente, dijo
en verdad: "Mi ojo es un ladrón que se roba mi alma". Por
eso David nuestro padre rezaba con el mayor anhelo a Dios nuestro
Señor que dirigiese su vista a otra parte para que no viera la
vanidad, ya que en verdad todo lo que tiene un fin es vano. Decidme,
entonces, si uno tuviese dos monedas para comprar pan, ¿las gastaría
para comprar humo?. Seguramente que no, viendo que el humo lastima
los ojos y no da sustento al cuerpo. Que así haga entonces el
hombre, ya que con la vista externa de sus ojos y la vista interna de
su mente él trate de conocer a Dios su Creador y complacer su
Voluntad, y no haga de las creaturas su fin, lo cual lo hace perder
al Creador.
119
Porque verdaderamente cada vez que
un hombre mira una cosa y olvida a Dios, el cual la hizo para el
hombre, él ha pecado; ya que si un amigo tuyo te diese algo para
guardarlo en memoria suya, y tú lo vendieses y olvidases a tu amigo,
tú has pecado contra tu amigo. Así hace el hombre; ya que cuando él
mira a la creatura y no tiene en la memoria al Creador , Quien la
creó por amor al hombre, él peca contra Dios su Creador, por
ingratitud.
Por lo tanto el que mire a las
mujeres y olvide a Dios, quién creó a la mujer por el bien del
hombre, él la amará y deseará. Y hasta tal grado irrumpirá esta
lujuria suya, que él amará todo como la cosa amada; así que
entonces viene ese pecado del cual es una vergüenza acordarse. Si,
entonces, el hombre pone una venda ante sus ojos, él será el amo
del sentido, el cual no puede desear lo que no le es mostrado. Ya que
así estará la carne sujeta al espíritu, porque así como el barco
no puede moverse sin el viento, así la carne sin el sentido no puede
pecar.
Entonces que sea necesario para el
penitente el relato de historias divertidas en oración, lo muestra
la razón misma, aún cuando no fuera también un precepto de Dios.
Porque en cada palabra vana el hombre peca, y nuestro Dios borra el
pecado gracias a la oración. Porque la oración es el abogado del
alma; la oración es la medicina del alma; la oración es la defensa
del corazón; la oración es el alma de la fé; la oración es la
rienda del sentido; la oración es la sal de la carne que no la deja
corromperse por el pecado. Y os digo que la oración es la mano de
nuestra vida, con la cual el hombre que reza se defenderá en el Día
del Juicio: ya que él cuidará a su alma del pecado aquí en la
tierra, y preservará su corazón para que no sea tocado por los
malos deseos; ofendiendo a Satanás ya que él mantendrá a su
sentido dentro de la Ley de Dios y su carne caminará en rectitud,
recibiendo de Dios todo lo que pida.
Como Dios vive, ante Cuya
Presencia estamos, un hombre sin oración no puede ser un hombre de
buenas obras, tal como un hombre mudo no puede apelar por su causa
ante un hombre ciego; tal como una llaga no puede ser curada sin
ungüento; como un hombre no puede defenderse sin movimiento, ni
atacar a otro sin armas, navegar sin timón, o preservar la carne
muerta sin sal. Porque verdaderamente el que no tiene mano no puede
recibir. Si el hombre pudiera convertir el estiércol en oro y el
barro en miel, ¿qué haría?. Entonces, quedándose Jesús
callado, los discípulos contestaron: Nadie haría otra cosa
más que hacer oro y miel.
Entonces dijo Jesús: ¿Entonces
por qué no cambiaría el hombre las pláticas vanas por la oración?.
¿Acaso le ha sido dado tiempo por Dios para ofender a Dios?. Ya que
¿qué príncipe le daría a su súbdito una ciudad para que éste
pudiera hacerle la guerra?. Como que Dios vive, si el hombre supiese
de qué manera es transformada el alma por las pláticas vanas, él
se morderá la lengua con sus dientes para cortársela antes que
hablar. ¡Oh mundo miserable!, ya que hoy los hombres no se congregan
a rezar, pero en los porches del templo y en el templo mismo tiene
Satanás allí el sacrificio de la plática vana, y lo que es peor,
de cosas de las que no pueden hablar sin vergüenza.
120
El fruto de las palabras vanas es
éste: que debilita el intelecto de tal manera que no está listo
para recibir al verdad; así como un caballo acostumbrado a cargar
sólo una onza de lana no puede cargar 100 libras de piedras. Pero lo
que es peor es el hombre que pasa su tiempo en bromas y chistes.
Cuando él está dispuesto a rezar, Satanás pondrá en su memoria
esos mismos chistes, tanto que cuando él debería llorar por sus
pecados para hacer que Dios tenga misericordia y ganar el perdón por
sus pecados, al reírse él hace que Dios se enoje; El Cual lo
castigará y expulsará.
Entonces, ¡hay de los que bromean
y hablan vanamente! Pero si nuestro Dios odia a los que bromean y
platican vanamente, ¿cómo considerará a los que murmuran y
calumnian a sus prójimos, y en qué condición estarán los que
tratan con el pecado como un negocio sumamente necesario? ¡Oh mundo
impuro, no puede concebir cuán gravemente serás castigado por Dios!
Por lo tanto, aquel que quiera hacer penitencia, algo, debe dar sus
palabras a precio de oro.
Sus discípulos contestaron: Pero cómo va alguien a comprar las palabras de un hombre a
precio de oro? Seguramente nadie. ¿Y cómo hará el penitencia? ¡Es
cierto que él se volverá codicioso!. Jesús respondió: Vosotros tenéis vuestros corazones tan pesados que yo no soy
capaz de levantarlos. Por ello en cada palabra es necesario que yo os
diga el significado. Pero dad gracias a Dios, Quien os ha dado la
gracia de conocer los misterios de Dios. Yo no digo que el penitente
deba vender sus palabras, sino que yo digo que cuando él hable él
debe pensar que él está arrojando oro. Ya que ciertamente,
haciéndolo así, tal como el oro es gastado en cosas necesarias, así
el hablará (solamente) cuando sea necesario hablar. Y justo como
nadie gasta oro en una cosa que le hará daño a su cuerpo, así que
no hable él de algo que pueda hacerle daño a su alma.
121
Cuando el gobernador ha arrestado
a un prisionero el cual examina mientras el notario escribe el caso,
decidme, ¿cómo habla ese hombre?. Los discípulos
contestaron: El habla con temor y va al grano, para no
hacerse sospechoso, y él tiene cuidado de no decir algo que pudiera
desagradar al gobernador, sino que trata de decir algo que pudiera
hacerlo quedar libre. Entonces contestó Jesús: Esto
debe hacer el penitente, entonces, para no perder su alma. Porque
Dios le ha dado dos ángeles a cada hombre como notarios: uno escribe
lo bueno, y el otro lo malo que el hombre hace. Si entonces un hombre
quiere recibir misericordia que mida sus palabras más que como se
mide el oro.
122
En cuanto a la avaricia, debe ser
convertida en limosnas. En verdad os digo, que así como la plomada
tiene el centro como su fin, así el avaro tiene el infierno como su
fin, ya que es imposible para los avaros que posean cualquier bien en
el Paraíso. ¿Sabéis por qué?. Yo os lo diré. Como que Dios vive,
ante Cuya Presencia comparece mi alma, el avaro, aunque esté
silencioso con su lengua, con sus obras dice: "No hay otro dios
más que yo". Tanto que como todo lo que él tiene está
dispuesto a gastarlo para su propio placer, sin considerar su
principio ni su fin: que él nació desnudo y que al morir deja todo.
Ahora decidme; si Herodes os diese
un jardín que cuidar, y quisieseis consideraros como dueños, sin
enviarle fruto alguno a Herodes enviase por frutas vosotros
corrieseis a sus mensajeros, decidme, ¿estaríais haciéndoos reyes
de ese jardín? Claro que sí. Ahora os digo que así el hombre avaro
se hace así mismo dios sobre las riquezas que Dios le ha dado.
La avaricia es una sed del
sentido, el cual habiendo perdido a Dios a través del pecado ya que
él vive por el placer, y siendo incapaz de deleitarse con Dios Quien
está oculto para él se rodea de cosas temporales a las cuales
considera sus dioses; y entre más se fortalece más se ve privado de
Dios. Y así la conversión del pecado viene de Dios, Quien le da la
gracia para arrepentirse. Como dijo nuestro padre David: "Este
cambio viene de la diestra de Dios".
Es necesario que yo os diga de qué
clase es el hombre, si queréis saber como debe hacerse la
penitencia. Y así hoy demos gracias a Dios, Quien nos dio la gracia
de comunicar Su Voluntad por mi palabra.
Entonces el levantó sus manos y
rezó diciendo: Señor Dios Todopoderoso y Misericordioso,
Quien en misericordia nos creó, dándonos el rango de hombres, Tus
siervos, con la fe de tu Verdadero Mensajero, Te agradecemos por Tus
beneficios y quisiéramos solamente adorarte todos los días de
nuestra vida, lamentando nuestros pecados, rezando y dando limosnas,
ayunando y estudiando Tu palabra, instruyendo a quienes son
ignorantes de Tu Voluntad, soportando al mundo por amor a Ti y por
amor a Tu mensajero para quien Tú nos creaste, y por amor a todos
los santos y profetas. Los discípulos contestaban siempre: Así sea. Así sea Señor. Así sea, oh nuestro Dios
Misericordioso.
123
Cuando fue el día, el viernes en
la mañana, Jesús, después de la oración, reunió a sus discípulos
y les dijo: Sentémonos; ya que así como en este Día Dios
creó al hombre del barro de la tierra; así os diré que cosa es el
hombre, si Dios quiere. Cuando todos estuvimos sentados,
Jesús dijo otra vez: Nuestro Dios para mostrar a Sus
creaturas Su Bondad y Misericordia y Su Omnipotencia, con Su
Generosidad y Justicia, hizo una composición de cuatro cosas
contrarias la una a la otra, y las unió en un objeto final, el cual
es el hombre - y esas cosas son la tierra, el aire, el agua y el
fuego - para que cada uno pudiera templar a la opuesta. Y Él hizo de
estas cuatro cosas un recipiente, el cual es el cuerpo del hombre, de
carne, de huesos, sangre, médula y piel, con nervios y venas, y con
todas sus partes internas; y allí Dios colocó el alma y el sentido,
como las dos manos de esta vida: dando como alojamiento al sentido
cada parte del cuerpo, ya que él se difunde allí como aceite. Y el
alma le dio él como alojamiento el corazón, donde, unida con el
sentido, debe gobernar la vida entera.
Dios, habiendo creado así al
hombre, puso en él una luz que se llama razón, la cual debía unir
la carne, el sentido y el alma en un solo fin - trabajar para el
servicio de Dios. Entonces, poniendo El esta obra en el Paraíso, y
siendo reducida la razón por el sentido por operación de Satanás,
la carne perdió su reposo, el sentido perdió la delicia por la cual
vivía, y el alma perdió su belleza.
Habiendo llegado el hombre a tal
situación, el sentido, que no encuentra reposo en el trabajo, sino
que busca el deleite, al no ser controlado por la razón, siguió la
luz que los ojos le mostraban; pero, no siendo los ojos capaces de
ver sino las vanidades, él se engañó a sí mismo, y así,
escogiendo cosas terrenales, pecó. Así es necesario que por la
misericordia de Dios la razón del hombre sea nuevamente iluminada,
para distinguir el bien del mal y para distinguir el verdadero
deleite: sabiendo lo cual, el pecado se convierte a la penitencia.
Por lo tanto os digo verdaderamente, que si Dios nuestro Señor no
ilumina el corazón del hombre, los razonamientos de los hombres no
sirven de nada.
Juan contestó: ¿Entonces
para qué fin sirve el habla del hombre. Jesús replicó: El hombre como hombre no vale nada para convertir al hombre a
la penitencia; sino que el hombre como un medio que Dios usa
convierte al hombre; así que viendo que Dios obró en una manera
secreta en el hombre para la salvación del hombre, uno debería
escuchar a todo hombre, para que entre todos pueda ser recibido aquél
en quien Dios nos habla.
Santiago contestó: Oh
maestro, si acaso viniere un falso profeta y un maestro embustero
pretendiendo instruirnos, ¿qué debemos hacer?.
124
Jesús respondió en parábola: Un hombre va a pescar con una red, y allí atrapa él muchos
peces, pero aquellos que son malos él los arroja a lo lejos.Un
hombre salió a sembrar, pero solo el grano que cayó en buena tierra
dio semilla. Así debéis hacer vosotros, escuchando a todos y
recibiendo sólo la verdad, viendo que sólo la verdad da fruto para
la vida eterna.
Entonces dijo Andrés: ¿Pero
cómo puede distinguirse la verdad?. Jesús respondió: Todo lo que esté de acuerdo en el libro de Moisés, eso
recibidlo como cierto; viendo que Dios es uno, la verdad es una; por
lo tanto se sigue que la doctrina es una y el significado de la
doctrina es uno; y por lo tanto la fe es una. En verdad os digo que
si la verdad no hubiese sido borrada del libro de Moisés, Dios no
habría dado a David nuestro padre el segundo. Y si el libro de David
no hubiese sido contaminado, Dios no me habría encomendado el
Evangelio; ya que el Señor nuestro Dios es incambiable, y sólo ha
hablado un mensaje a todos los hombres. Por lo tanto, cuando el
Mensajero de Dios venga, el vendrá a limpiar todo con lo que los
impíos hayan contaminado mi libro.
Entonces contestó el que escribe: Oh maestro, ¿qué ha de hacer un hombre cuando la Ley sea
hallada contaminada y hable un falso profeta?. Jesús
respondió: Grande es tu pregunta, oh Bernabé: por lo tanto
te digo que en un tiempo así pocos se salvan, viendo que los hombres
no consideran su fin, el cual es Dios. Como que Dios vive, ante Cuya
Presencia comparece mi alma, toda doctrina que haga al hombre
desviarse de su fin, el cual es Dios, es una doctrina muy mala. Por
lo tanto hay tres cosas que debes considerar en una doctrina - a
saber, amor hacia Dios, piedad hacia el prójimo, y odio hacia uno
mismo, el cual ha ofendido a Dios, y lo ofende cada día. Por lo
tanto toda doctrina que sea contraria a estas tres cosas principales,
evítala, porque es malísima.
125
Regresaré ahora a hablar acerca
de la avaricia; y os digo que cuando el sentido quiera adquirir una
cosa o guardarla tenazmente, la razón debe decir: "Esa cosa
tendrá fin". Es cierto que si ella tendrá fin es una locura
quererla. Por lo tanto es más adecuado para uno querer y conservar
aquello que no tendrá fin.
Que la avaricia sea cambiada a
limosnas, distribuyendo justamente lo que un hombre haya adquirido
injustamente. Y que él haga tal lo que su mano derecha dé, la mano
izquierda no lo sepa. Porque los hipócritas cuando dan limosnas
desean ser vistos y elogiados por el mundo. Pero verdaderamente ellos
son vanos, viendo que para quien un hombre trabaja él recibe su
salario. Si, entonces, un hombre quiere recibir algo de Dios, debe él
servir a Dios solamente. Y ved que cuando hagáis caridad,
consideréis que estáis dándole a Dios todo lo que dais por amor de
Dios. Por lo tanto no seáis lentos en dar, y dad de lo mejor que
tengáis, por amor de Dios.
Decidme, ¿deseáis vosotros
recibir algo que sea malo? Ciertamente no. ¡Oh polvo y cenizas!
Entonces ¿como tenéis fe en vosotros si dais algo malo por amor a
Dios?. Sería mejor no dar nada que dar una cosa mala; porque al no
dar tendréis alguna excusa según el mundo; pero al dar una cosa sin
valor, dejando lo mejor para vosotros mismos, ¿cuál será la
excusa?. Y esto es todo lo que tengo para deciros acerca de la
penitencia.
Bernabé contestó: ¿Cuánto
debe durar la penitencia?. Jesús respondió: En
tanto que un hombre está en el estado de pecado él siempre debe
arrepentirse y hacer penitencia por ello. Por lo tanto como la vida
humana siempre peca, así siempre se debe hacer penitencia; a menos
que toméis más en cuenta a vuestros zapatos que a vuestra alma, ya
que cada vez que vuestros zapatos están rotos vosotros los
remendáis.
126
Habiendo reunido Jesús a sus
discípulos, los envió de dos en dos por la región de Israel,
diciendo: Id y predicad como lo habéis oído.
Entonces ellos se inclinaron y él puso sus manos sobre las cabezas,
diciendo: En el nombre se Dios, dad saludos a los enfermos,
expulsad a los demonios, y desengañad a Israel acerca de mí,
diciéndoles lo que yo dije ante el sumo sacerdote.
Ellos partieron entonces, todos
ellos excepto el que escribe, con Santiago y Juan: y fueron todos por
la Judea, predicando penitencia tal como Jesús les había dicho,
curando todo tipo de enfermedades, tanto que en Israel fueron
confirmadas las palabras de Jesús de que Dios es Uno y Jesús es
profeta de Dios. Cuando ellos vieron a tal multitud, hacían lo que
Jesús hacía en cuanto a curar a los enfermos.
Pero los hijos del demonio
encontraron otra manera de perseguir a Jesús, y esto fue los
sacerdotes y escribas. Así que ellos empezaron a decir que Jesús
aspiraba a la monarquía sobre Israel. Pero ellos temían a la gente
común, así que conspiraban contra Jesús secretamente.
Habiendo pasado por Judea los
discípulos regresaron a Jesús, el cual los recibió como un padre
recibe a sus hijos, diciendo: Decidme, ¿cómo ha obrado el
Señor nuestro Dios?. ¡Ciertamente he visto a Satanás caer bajo
vuestros pies y a vosotros pisotéandolo como el viñador pisando las
uvas!.
Los discípulos respondieron: Oh
maestro, hemos sanado a incontables personas enfermas, y expulsamos a
muchos demonios que atormentaban a los hombres. Dijo Jesús: Dios os perdone, oh hermanos, porque habéis pecado al decir
"hemos sanado", viendo que es Dios quien ha hecho todo.
Entonces dijeron ellos: "Hemos hablado tontamente; por lo tanto,
enséñanos como hablar".
Jesús contestó: En toda
obra buena decid: "Dios ha hecho" y en toda mala decid: "Yo
he pecado". Así haremos, le dijeron los
discípulos. Entonces dijo Jesús: Qué dijo entonces Israel,
habiendo visto que Dios hace por manos de tantos hombre lo que Dios
hizo por mis manos?.
Los discípulos contestaron: Ellos dicen que hay un Dios solamente y que tú eres el
profeta de Dios.
Jesús respondió con cara alegre: ¡Bendito sea el Santo Nombre de Dios, el Cual no ha
despreciado el deseo de mí, Su siervo!. Y cuando él hubo
dicho esto ellos se retiraron a descansar.
127
Jesús partió del desierto y
entró a Jerusalén; y así que todas las gentes corrieron al templo
para verlo. Entonces después de la lectura de los Salmos Jesús
subió al pináculo donde los escribas solían subir, y, habiendo
hecho señal de silencio con la mano, dijo: Bendito sea el
santo Nombre de Dios - oh hermanos - Quien nos creó del barro de la
tierra, y no de espíritu llameante. Porque cuando nosotros pecamos
encontramos misericordia ante Dios, la cual Satanás nunca
encontrará, ya que por su soberbia él es incorregible, diciendo que
él es siempre noble, ya que él es espíritu llameante.
¿Habéis oído, hermanos, lo que
dijo nuestro padre David acerca de nuestro Dios, que El recuerda que
somos polvo y que nuestro espíritu se va y no regresa de nuevo, por
lo tanto El tiene misericordia de nosotros? Benditos sean los que
conozcan estas palabras, ya que ellos no pecarán contra su Señor
eternamente, ya que después de que pecan ellos se arrepienten, así
que su pecado no permanece. Ay de los que se ensalzan, porque ellos
serán humillados a los carbones ardientes del infierno. Decidme
hermanos, ¿cuál es la causa de la autoexaltación? ¿Hay acaso bien
alguno aquí en la Tierra? No, por seguro, ya que como dijo Salomón,
el profeta de Dios: "Todo lo que hay bajo el sol es vanidad".
Pero si las cosas del mundo no nos dan razón para ensalzarnos en
nuestro corazón, mucho menos nos da razón nuestra vida; ya que está
cargada de muchas miserias, ya que todas las creaturas inferiores al
hombre pelean contra nosotros. ¡Oh, cuantos han sido matados por el
calor ardiente del verano; cuántos han sido por la escarcha y el
frío del invierno; cuántos han sido matados por el relámpago y el
granizo; cuántos se han ahogado en la mar por la furia de los
vientos; cuantos han muerto de peste, de hambre, o porque han sido
devorados por las bestias salvajes, mordidos por las serpientes,
ahogados por el alimento! ¡oh hombre infeliz, que se exalta a sí
mismo habiendo tanto que lo aqueja, estando las creaturas acechándolo
en todo lugar! ¿Pero que diré de la carne y el sentido, que desean
sólo iniquidad; del mundo, que no ofrece más que pecado, de los
malvados, que, sirviendo a Satanás, persiguen a quien vive de
acuerdo con la Ley de Dios?. Cierto es, hermanos, que si el hombre,
como dijo nuestro padre David, considerase con sus ojos la eternidad,
él no pecaría.
Ensalzarse en el corazón no es
sino poner un candado a la piedad y la misericordia de Dios, para que
él no perdone. Porque nuestro padre David dijo que nuestro Dios
recuerda que no somos más que polvo y que nuestro espíritu se va y
no regresa otra vez. El que se ensalza a sí mismo, entonces, niega
que él es polvo, y por lo tanto, no conociendo su origen, él no
pide ayuda, y así hace enojar a Dios, Quien puede ayudarlo. Como que
Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, Dios perdonaría a
Satanás si Satanás conociese su propia miseria y pidiese
misericordia a su Creador, Quien es Bendito eternamente.
128
Entonces, hermanos, yo, un hombre,
polvo y barro, que camina sobre la Tierra, os digo: Haced penitencia
y conoced vuestros pecados, Yo digo, hermanos, que Satanás, por
medio de los soldados romanos, os engañó cuando dijisteis que yo
era Dios. Por lo, tanto tened cuidado y no los creáis, viendo que
ellos han caído bajo la maldición de Dios, adorando a los dioses
falsos y mentirosos; así como nuestro padre David invocó una
maldición sobre ellos, diciendo: "Los dioses de las naciones
son plata y oro, la obra de sus manos; que tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen, tienen nariz y no huelen, tienen boca y no
comen, tienen lengua y no hablan, tienen manos y no tocan, tienen
pies y no caminan". Por lo tanto dijo David nuestro padre,
rezando a nuestro Dios vivo: "Que como ellos sean los que los
hacen y los que en ellos confían".
¡Oh soberbia sin precedente, este
orgullo del hombre, que siendo creado por Dios de la tierra olvida su
condición y quisiera hacer a Dios a su propio gusto! Así él
silenciosamente se burla de Dios, tal como si dijera: "No tiene
caso servir a Dios". Porque así lo muestran los sus obras. A
esto desea Satanás reduciros, oh hermanos, al hacer que creáis que
yo soy Dios; ya que, no siendo capaz de crear una mosca, y siendo
temporal y mortal, no os puedo dar nada de utilidad, viendo que yo
mismo tengo necesidad de todo. ¿Cómo, entonces, podría yo ayudaros
en todas las cosas, como es propio de Dios?.
¿Podremos entonces nosotros, que
tenemos como nuestro Dios al gran Dios que creó al Universo con su
Palabra, burlarnos de los gentiles y sus dioses?. Hubo dos hombres
que vinieron aquí al templo a rezar: uno era un fariseo y el otro un
publicano. El fariseo se acercó al santuario, y rezando con su cara
levantada decía: "Gracias te doy, oh Señor Dios mío, porque
no soy como otros hombres, pecadores, que hacen toda maldad, y
especialmente este publicano; ya que yo ayuno dos veces a la semana y
doy el diezmo de lo que poseo". El publicano permanecía
alejado, postrado en el suelo, y golpéandose al pecho decía con la
cabeza agachada: "¡Señor, yo no soy digno de mirar al cielo ni
a Tu Santuario, porque yo he pecado mucho; ten misericordia de mí".
Verdaderamente os digo que el
publicano salió del templo en mejor estado que el fariseo, ya que
nuestro Dios lo justificó, perdónale todos sus pecados. Pero el
fariseo salió en peor estado que el publicano, porque nuestro Dios
lo rechazó, viendo sus obras como una abominación.
129
¿Acaso el hacha se jacta de haber
cortado el bosque donde un hombre ha puesto un jardín?. No,
seguramente, ya que el hombre hizo todo, sí, e hizo el hacha, con
sus manos. Y tú, oh hombre, ¿te jactarías de haber hecho algo que
es bueno, viendo que es nuestro Dios te creó de barro y obró en tí
todo el bien que es hecho?. ¿Y por qué desprecias tú a tu prójimo?
¿Qué no sabes que si Dios no te hubiese protegido de Satanás tú
serías peor que Satanás?
¿No sabes acaso que un sólo
pecado cambio al ángel más bello en el demonio más repulsivo; y
que al hombre más perfecto que ha existido en el mundo - el cual fue
Adán - el pecado lo cambió en un ser miserable, sometiéndolo a lo
que nosotros sufrimos, junto con toda su descendencia? ¿Que decreto,
entonces, tienes tú, en virtud del cual puedas vivir a tu placer sin
ningún temor? ¡ay de ti, oh barro!, porque ya que tú has exaltado
a tí mismo por encima de Dios, Quien te creó, tú serás humillado
bajo los pies de Satanás, el cual está acechándote.
Y habiendo dicho esto, Jesús
rezó, levantando sus manos al Señor, y las gentes dijeron: Así
sea! ¡Así sea!. Cuando el hubo terminado su oración
descendió del pináculo. Entonces fueron traídos ante él muchos
enfermos a los cuales él curó, y partió del templo. Entonces
Simón, un leproso a quien Jesús había sanado, lo invitó a comer
pan. Los sacerdotes y escribas, quienes odiaban a Jesús, reportaron
a los soldados romanos lo que Jesús había dicho contra sus dioses.
Porque ciertamente ellos estaban buscando cómo matarlo, pero no
encontraban cómo, ya que ellos temían a la gente.
Jesús, habiendo entrado a la casa
de Simón, se sentó a la mesa. Y mientras él estaba comiendo, he
aquí una mujer llamada María, una pecadora pública, entró a la
casa, y se dejó caer al suelo atrás de los pies de Jesús, y los
lavó con sus lágrimas, los untó con un precioso ungüento, y los
secó con los cabellos de su cabeza. Simón se escandalizó, con
todos los comensales, y ellos dijeron: Si este hombre fuera
un profeta él sabría quién y de qué clase es esta mujer, y no le
permitiría tocarlo. Entonces dijo Jesús: Simón,
tengo una cosa que decirte. Simón respondió: Habla
maestro, ya que yo deseo tu palabra.
130
Jesús dijo: Hubo un
hombre que tenía dos deudores. Uno le debía a su acreedor 50
monedas y el otro 500. Entonces, cuando ninguno de los dos tenía con
qué pagar, el acreedor, movido a compasión, le perdonó la deuda a
cada uno. ¿Cuál de ellos amará más a su acreedor?. Simón
contestó: Aquel al que le fue perdonada la deuda mayor.
Dijo Jesús: Has dicho
bien; yo te digo, por lo tanto, mira a esa mujer y a ti mismo; porque
vosotros dos eráis deudores de Dios; uno por la lepra del cuerpo, y
la otra por la lepra del alma, que es el pecado. Dios nuestro Señor,
movido a compasión a través de mis oraciones, quiso sanar tu cuerpo
y su alma. Tú, por lo tanto, me amas poco, porque tú has recibido
poco como regalo. Y así, cuando yo entré a tu casa tú no me
besaste ni ungiste mi cabeza. Pero esta mujer inmediatamente al
entrar yo en tu casa se puso a mis pies, los cuales ella lavó con
lágrimas y los ungió con ungüento preciosos. Por lo tanto en
verdad te digo, que muchos pecados le son perdonados a ella, porque
ella amó mucho. Y volviéndose a la mujer él dijo: Vete
en paz, porque el Señor nuestro Dios ha perdonado tus pecados; pero
vé que no peques más. Tu fe te ha salvado.
131
Sus discípulos se acercaron a
Jesús después de la oración de la noche, y dijeron: Oh
maestro, ¿cómo debemos escapar de la soberbia?. Jesús
contestó: Habéis visto a un hombre pobre invitado a comer
pan en la casa de un príncipe?. Juan contestó: Yo
he comido pan en la casa de Herodes. Porque antes de conocerte yo iba
a pescar, y solía vender el pescado a la familia de Herodes.
Entonces, un día cuando él estaba en un banquete, habiendo llevado
yo un buen pescado, él me hizo quedarme y comer allí.
Entonces dijo Jesús: Ahora,
¿cómo pudiste comer pan con infieles? ¡Que Dios te perdone, Juan!
pero dime, ¿Cómo te comportaste a la mesa? ¿Trataste de tener el
lugar más honorable? ¿Pediste la comida más delicada? ¿Hablaste a
la mesa cuando no te preguntaban? ¿Te consideraste más digno de
sentarte a la mesa que los demás?. Juan contestó: <.
Jesús gritó: Detente
Juan, porque temo que Dios te arroje al abismo, como a Abiram por tu
soberbia!. Los discípulos temblaron de temor por las
palabras de Jesús; cuando el dijo otra vez: Temamos a Dios,
que él no nos arroje al abismo por nuestra soberbia. Oh hermanos,
¿habéis oído de Juan qué es lo que se hace en la casa de un
príncipe? ¡Ay de los hombre que entran al mundo, ya que como ellos
viven en soberbia ellos mueren en desprecio y entrarán a la
confusión!. Porque este mundo es una casa donde Dios agasaja a los
hombres, donde han comido todos los santos y profetas de Dios. Y
verdaderamente os digo, todo lo que un hombre recibe, él lo recibe
de Dios. Por lo tanto el hombre debería comportarse con la más
profunda humildad; conociendo su propia vileza y la grandeza de Dios,
con la gran generosidad con que El nos sustenta. Por lo tanto no es
lícito para el hombre decir: "Ah, ¿porque se hace y se dice
esto en el mundo?", sino más bien considerarse a sí mismo como
él es en verdad, indigno de pararse en el mundo ante la mesa de
Dios. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, no
hay nada tan pequeño recibido aquí en el mundo de la mano de Dios,
sino que en pago el hombre debería pasar su vida para el amor de
Dios.
Como que Dios vive, tú no
pecaste, oh Juan, al comer con Herodes, ya que fue la disposición de
Dios que así lo hicieras, para que tú pudieses ser nuestro maestro
y el maestro de todo el que tema a Dios, Haced así, dijo
Jesús, ara que podáis vivir en el mundo como Juan vivió
en la casa de Herodes cuando el comió pan con él, ya que así
estaréis en verdad libres de toda soberbia.
132
Caminando Jesús a lo largo del
mar de Galilea fue rodeado por una gran multitud de gente, así que
él se subió a un pequeño bote que estaba solo a corta distancia de
la costa, y ancló cerca de la tierra para que la voz de Jesús
pudiese ser escuchada. Entonces todos se acercaron al mar, y
sentándose esperaron su palabra. El entonces abrió la boca y dijo: He aquí que un sembrador fue a sembrar, y entonces cuando el
sembraba algunas de las semillas cayeron en el camino, y estas fueron
pisoteadas bajo los pies de las gentes y comidas por los pájaros;
algunas cayeron sobre las rocas, y entonces cuando germinaron, como
no tenían humedad, fueron quemadas por el sol; algunas cayeron en el
seto, y entonces cuando germinaron las espigas ahogaron a la semilla;
y algunas cayeron en buena tierra, y entonces dieron fruto, hasta 30,
60 y 100 veces.
Otra vez habló Jesús: He aquí que el padre de una familia sembró buena semilla en su campo;
entonces, cuando los sirvientes del buen hombre dormían, vino el
enemigo del hombre su amo y sembró malas hierbas sobre la buena
semilla. Entonces, cuando el grano germinó, se vió brotar entre el
grano una gran cantidad de malas hierbas. Los sirvientes vinieron al
amo y dijeron: "Oh señor, ¿no sembraste tu buena semilla en tu
campo? ¿Por qué entonces ha brotado allí una gran cantidad de
cizaña?" El amo respondió: "Buena semilla sembré yo,
pero mientras los hombres dormían el enemigo del hombre vino y
sembró malas hierbas sobre el grano".
Dijeron los sirvientes: "¿Quieres
que vayamos y arranquemos la cizaña de entre el grano?". El amo
respondió: "No lo hagáis, porque podríais arrancar el grano
con ellas; pero esperad hasta que llegue el tiempo de la cosecha.
Porque entonces iréis y arrancaréis la cizaña de entre el grano, y
arrojaréis las hierbas al fuego para quemarlas, pero el grano lo
pondréis en mi granero">>.
Otra vez dijo Jesús: Salieron
muchos hombres a vender higos. Pero cuando ellos llegaron al mercado,
he aquí que las gentes no buscaban buenos higos sino hojas bonitas.
Por lo tanto los hombres no fueron capaces de vender sus higos. Y
viendo esto, un malvado ciudadano dijo: "En verdad puedo
volverme rico". Entonces él llamó a sus dos hijos y dijo: "Id
y colectad una gran cantidad de hojas con higos malos". Y éstas
ellos vendieron por su peso en oro, porque los hombres estaban muy
complacidos con las hojas. Entonces las gentes, comiendo los higos
(malos), se enfermaron de una grave enfermedad.
Otra vez dijo Jesús: He
aquí que un ciudadano tenía una fuente, de la cual todos los
ciudadanos vecinos tomaban agua para lavar sus impurezas; pero el
ciudadano dejaba que sus propias ropas se pudrieran.
Otra vez dijo Jesús: Salieron
dos hombres a vender manzanas. Uno escogió vender la cáscara de las
manzanas por su peso en oro, no importándole nada la sustancia de
las manzanas. El otro quiso dar las manzanas, recibiendo sólo un
poco de pan por su viaje. Pero las gentes compraban las cáscaras de
las manzanas por su peso en oro, no importándoles el que estaba
dispuesto a dárselas, no, incluso lo despreciaban.
Y así ese día habló Jesús a la
multitud en parábolas. Entonces habiéndolos despedido, él fue con
sus discípulos a Naím, donde él había resucitado al hijo de la
viuda; el cual, con su madre, lo recibió en su casa y lo atendió.
133
Sus discípulos se acercaron a
Jesús y le preguntaron, diciendo: Oh maestro, dínos el
significado de las parábolas que tu hablaste a las gentes.
Jesús respondió: La ora de la oración se acerca; por lo
tanto cuando haya terminado la oración de la noche yo os diré el
significado de las parábolas.
Cuando la oración hubo terminado,
los discípulos se acercaron a Jesús y él les dijo: El
hombre que sembró la semilla, sobre el camino, sobre las rocas,
sobre las espinas, sobre la buena tierra, es el que enseña la
Palabra de Dios, la cual cae sobre un gran número de hombres. Cae
sobre el camino cuando llega a los caminos de los marineros y los
mercaderes, los cuales por la razón de los largos viajes que hacen,
y la variedad de naciones con quienes tienen trato, tienen la Palabra
de Dios borrada de su memoria por Satanás. Cae sobre las piedras
cuando llega a los oídos de los cortesanos, ya que por razón de la
gran ansiedad con que ellos sirven al cuerpo de un príncipe la
Palabra de Dios no se hunde en ellos. Puesto que, aunque quizás
ellos tengan algo de memoria de ella, tan pronto como tienen alguna
tribulación la Palabra de Dios se va de sus memorias: ya que, como
ellos no sirven a Dios, ellos no pueden esperar ayuda de Dios.
Cae entre espinas cuando llega a
los oídos de los que aman su propia vida, porque, aunque la palabra
de Dios crezca ante ellos, cuando crecen los deseos carnales ellos
ahogan la buena semilla de la palabra de Dios, ya que los placeres
carnales hacen que los hombre olviden la Palabra de Dios. La que cae
en buena tierra es cuando la Palabra de Dios llega a los oídos del
que teme a Dios, y entonces da el fruto de la vida eterna.
Verdaderamente os digo, que en toda condición cuando el hombre teme
a Dios la Palabra de Dios fructificará en él.
De la parábola del padre de una
familia, en verdad os digo que él representa a Dios nuestro Señor;
padre de todas las cosas, ya que El creó todas las cosas. Pero El no
es un padre a la manera de la naturaleza, porque El es incapaz del
movimiento, sin el cual la generación es imposible. Es entonces,
nuestro Dios, a quien pertenece este mundo; y el campo dónde él
siembra es la Humanidad, y la semilla es la Palabra de Dios. Así
cuando los maestros son negligentes al predicar la Palabra de Dios,
al estar ocupados en los negocios del mundo, Satanás siembra el
error en el corazón de los hombres, de donde vienen incontables
sectas de doctrina impía. Los santos y profetas gritan: "Oh
Señor, ¿no les diste tú, entonces, buena doctrina a los hombres?
¿Por qué entonces, hay tantos errores?".
Dios contesta: "Yo he dado
buena doctrina a los hombres, pero mientras que los hombres han
desistido de la vanidad Satanás ha sembrado errores para anular mi
Ley". Los santos dicen: "Oh Señor, nosotros dispersaremos
estos errores destruyendo a los hombres". Dios responde: "No
lo hagáis, porque los fieles están íntimamente unidos a los
infieles por parentesco que los justos serán perdidos con los
infieles. Pero esperad hasta el Juicio, porque en ese tiempo los
infieles serán reunidos por mis ángeles y serán arrojados al fuego
con Satanás, mientras que los buenos fieles vendrán a Mi Reino".
Cierto es, muchos padres infieles engendrarán hijos fieles, por bien
de los cuales Dios espera al mundo que se arrepienta.
134
Los que llevan buenos higos son
los verdaderos maestros que predican la buena doctrina, que se
complace en las mentiras, busca de los maestros hojas de palabras
bellas y adulación. Viendo lo cual, Satanás se une con la carne y
el sentido, y trae una gran cantidad de hojas; o sea, una cantidad de
cosas mundanas, con lo cual él cubre el pecado; recibiendo lo cual,
el hombre se pone enfermo y listo para la muerte eterna.
El ciudadano que tiene agua y da
agua a los demás para que laven sus impurezas, pero deja que sus
propias ropas se pudran, es el maestro que a los demás predica la
penitencia pero él mismo vive todavía en pecado. ¡Oh hombre
miserable, porque no los ángeles sino su propia lengua escribe en el
aire el castigo que es adecuado para él!
Si uno tuviera la lengua de un
elefante, y el resto de su cuerpo fuera tan pequeño como una
hormiga, ¿no sería esto algo monstruoso? Sí, seguramente. Ahora yo
os digo, verdaderamente, que más monstruoso es el que predica
penitente a los demás, pero él mismo no se arrepiente de sus
pecados.
Los dos hombres que venden
manzanas son: el uno, el que predica por amor a Dios, por lo que él
no adula a nadie, sino que predica la verdad, buscando sólo los
medios de vida como un hombre pobre. Como que Dios vive, ante Cuya
Presencia comparece mi alma, dicho hombre no es recibido por el
mundo, sino más bien que despreciado. Pero el que vende la cáscara
por su peso en oro, y tira la manzana, es el que predica para
complacer a los hombres; y, así adulando al mundo, él arruina el
alma que sigue su adulación. ¡Ah, cuántos han perecido por esta
causa!.
Entonces contestó el que escribe
y dijo: ¿Cómo debería escuchar la palabra de Dios; y como
puede uno conocer al que predica por amor a Dios?. Jesús
contestó: El que predica debería ser escuchado como si
fuera Dios quien hablase, cuando él predique buena doctrina; porque
Dios está hablando a través de su boca. Pero el que no reprueba los
pecados, teniendo respeto de personas, adulando a los hombres en
particular, debe ser evitado como una horrible serpiente, ya que en
verdad él envenena el oído humano. ¡Entendéis vosotros?
Verdaderamente os digo, que así como un hombre herido no tiene
necesidad de vendas bonitas para envolver sus heridas, sino más bien
de un buen ungüento, así tampoco el pecador tiene necesidad de
palabras bellas, sino más bien de unos buenos reproches, para que él
pueda cesar de pecar.
135
Entonces dijo Pedro: Oh
maestro, dime cómo los perdidos serán atormentados, y cuánto
tiempo estarán en el infierno, para que el hombre pueda huir del
pecado. Jesús respondió: Oh Pedro, es una gran cosa
lo que has preguntado, no obstante, si place a Dios, yo te
contestaré. Sabed, por lo tanto, que el infierno es uno, sin embargo
tiene siete centros, ya que siete son las puertas del infierno que
Satanás ha generado; así hay siete castigos allí.
Porque el soberbio, que es el más
alto en corazón, será hundido en el centro más bajo, pasando por
todos los centros encima de él, y sufriendo en todos ellos todos los
dolores que hay allí. Y como aquí buscaba él ser más alto que
Dios, al desear actuar según su propia manera, contrario a lo que
Dios ordena, y no deseando reconocer a nadie por encima de él, así
allí será puesto él bajo los pies de Satanás y sus demonios, los
cuales le pisotearán como son pisadas las uvas cuando se hace el
vino, y él será siempre burlado y despreciado por los diablos.
El envidioso, que aquí se
disgusta por el bienestar de su prójimo y se regocija por su
desgracia, bajará al sexto centro, y allí será mordido por las
fauces de un gran número de serpientes infernales. Y le parecerá
que todas las cosas en el Infierno se alegran de su tormento, y se
quejan de que él no haya caído hasta el séptimo centro. Porque
aunque los condenados sean incapaces de alegría alguna, así la
Justicia de Dios hará que así le parezca al miserable hombre
envidioso, Como cuando le parece a uno en un sueño que es espoleado
por alguien y siente tormento por ello - así será el objeto puesto
ante el miserable hombre envidioso. Ya que cuando no hay alegría en
absoluto le parecerá a él que todos se regocijan por su desgracia,
y lamentan que no le haya ido peor.
El codicioso descenderá al quinto
centro, donde él sufrirá suma pobreza, como sufrió el rico
festejador. Y los demonios, para mayor tormento, le ofrecerán lo que
él desee, y cuando él lo tenga en sus manos otros demonios con
violencia se lo arrebatarán de las manos con estas palabras:
"Recuerda que tú no dabas por amor de Dios, así Dios no quiere
que tú ahora recibas". ¡Oh hombre infeliz!, ahora él se
encontrará en esa condición en la que él recordará la pasada
abundancia y mire la penuria del presente; ¡y que con los bienes que
entonces él no tenga él podría haber adquirido delicias eternas!
Al cuarto centro irá el
lujurioso, donde los que transforman el camino que les fue dado por
Dios estarán como el grano que se cuece en el estiércol ardiente
del demonio. Y allí serán ellos abrazados por horribles serpientes
infernales. Y los que hubieren pecado con rameras, todos estos actos
de impureza serán transformados para ellos en unión carnal con las
furias infernales; las cuales son demonios como mujeres, cuyo cabello
es serpientes, cuyos ojos son azufre llameante, cuya boca es
venenosa, cuya lengua es cortante, cuyo cuerpo está rodeado todo con
ganchos de púas como los que se usan para atrapar a los peces
tontos, cuyas garras son como las de dos grifos, cuyas uñas son
navajas, y cuyos órganos genitales tienen dentro fuego. Entonces con
éstas todos los lujuriosos gozarán las brasas infernales que serán
su lecho.
Al tercer centro bajará el
perezoso que no trabaja ahora. Aquí hay ciudades construidas y
palacios inmensos, que tan pronto como son terminados tienen que ser
demolidos inmediatamente, porque una sola piedra no está colocada
correctamente. Y estas piedras enormes son colocadas sobre los
hombros del perezoso, el cual no tiene libre las manos para refrescar
su cuerpo al caminar y aliviar la carga, ya que la pereza le habrá
quitado la fuerza a sus brazos, y sus piernas están encadenadas con
serpientes infernales. Y lo que es peor, detrás de él están los
demonios, quienes lo empujan, y lo hacen caer muchas veces al suelo
bajo el peso; ni nadie lo ayuda a levantarlo; no, siendo demasiado
para levantar, una doble cantidad es colocada sobre él.
Al segundo centro descenderá el
glotón. Ahora hay allí escasez de alimento, en tal grado que no
habría nada para comer sino escorpiones vivos y serpientes vivas,
los cuales dan tal tormento que sería mejor nunca haber nacido para
comer ese alimento. En verdad le son ofrecidas por los demonios, en
apariencia, carnes delicadas; pero ya que ellos tienen sus manos y
pies atados con grilletes de fuego, ellos no pueden extender la mano
en la ocasión que la carne le es presentada. Pero lo que es peor,
esos mismos escorpiones que él come devorarán su estómago, y no
siendo capaces de salir rápidamente, abrirán las partes internas
del glotón. Y cuando ellos salen sucios e impuros, como ellos son,
ellos son comidos otra vez.
El colérico desciende al primer
centro, donde él es insultado por todos los demonios y por todos los
condenados que van más bajo que él. Ellos lo golpean y pinchan,
haciéndole yacer sobre el camino por donde ellos pasan, plantándole
sus pies en la garganta. Sin embargo no es capaz de defenderse, ya
que él tiene sus manos y pies atados. Y lo que es peor, él no es
capaz de dar escape a su ira insultando a otros, ya que su lengua
está atrapada por un gancho, como el que usa el vendedor de pescado.
En este maldito lugar habrá un
castigo general, común a todos los centros, como la mezcla de varios
granos para hacer una hogaza. Ya que el fuego, el hielo, la tormenta
de truenos, relámpagos, azufre, frío, viento, frenesí, terror,
serán todos unidos por la Justicia de Dios, y en tal manera que el
frío no templará al calor ni el fuego al hielo, sino que cada uno
dará tormento al miserable pecador.
136
En este lugar maldito vivirán los
infieles eternamente; tanto que si el mundo estuviera lleno con
granos de mijo, y un sólo pájaro una vez en cien años se llevase
un solo grano para vaciar el mundo - si cuando estuviera vacío fuera
posible que los infieles fueran a ir al Paraíso, ellos descansarían
felices. Pero no hay esta esperanza, ya que su tormento no puede
tener fin, ya que ellos no estuvieron dispuestos por amor de Dios a
poner fin a su pecado. Pero los fieles tendrán consuelo, porque su
tormento tendrá fin.
Los discípulos se atemorizan al
oír esto, y dijeron: Señor, ¿entonces los fieles deben
entrar al infierno?. Jesús respondió: Todos, sean
quienes sean, deben entrar al infierno. Es cierto, sin embargo, que
los santos y profetas de Dios irán allí para mirar, sin sufrir
castigo alguno; y los justos, sólo sufriendo temor. ¿Y qué digo
yo? Os digo que allí irá incluso el Mensajero de Dios,para
contemplar la Justicia de Dios. Entonces en Infierno arderá ante su
presencia. Y ya que el tiene carne humana, todos los que tengan carne
humana y estén siendo castigados, en tanto que el Mensajero de Dios
permanezca allí para contemplar el infierno, durante ese tiempo
estarán ellos sin castigo. Pero él permanecerá allí solo lo que
toma cerrar y abrir los ojos. Y esto lo hará Dios para que toda
creatura sepa que ella ha recibido beneficio del Mensajero de Dios.
Cuando el vaya allí todos los
demonios gritarán, y tratarán de esconderse debajo de las brasas
ardientes, diciendo unos a otros: "Volad, volad, que aquí viene
Mohammed nuestro enemigo!". Al oír lo cual Satanás se golpeará
la cara con ambas manos, y gritando dirá: "¡Tú eres más
noble que yo, a mi pesar, y eso es injusto!".
En cuanto a los fieles, los cuales
son en 72 grados, aquellos de los últimos dos grados, los cuales
hayan tenido la fe sin obras - uno entristeciéndose por las buenas
obras, y el otro deleitándose en el mal - ellos vivirán en el
infierno 70.000 años. Después de esos años vendrá al infierno el
Angel Gabriel, y los oirá diciendo: "Oh Mohammed, donde están
tus promesas hechas a nosotros, diciendo que quienes tengan tu fe no
vivirán en el infierno eternamente?". Entonces el ángel de
Dios regresará al Paraíso, y habiéndose acercado con reverencia al
Mensajero de Dios le marrará lo que oyó. Entonces su Mensajero le
hablará a Dios y dirá: "Señor, Dios mío, recuerda la promesa
hecha a mí, Tu siervo, acerca de los que recibieron mi fe, de que
ellos no vivirán eternamente en el Infierno". Dios responderá:
"Pide lo que quieras, oh Mi amigo, ya que Yo te daré todo lo
que pidas".
137
Entonces el mensajero de Dios
dirá: "Oh Señor, hay entre los fieles quienes han estado en el
Infierno 70.000 años. ¿Donde, Señor, está tu misericordia? Te
ruego, Señor, que los libres de esos amargos castigos".
Entonces Dios ordenará a los cuatro ángeles favoritos de Dios que
vayan al infierno y saquen a todo el que tenga la fe de Su Mensajero,
y los conduzca al paraíso. Y esto ellos harán. Y será tal la
ventaja de la religión del Mensajero de Dios, que quienes hayan
creído en él, aún cuando no hayan hecho ninguna buena obra, ya que
ellos murieron en esta fe, irán al Paraíso después del castigo del
que he hablado.
138
Cuando la mañana llegó,
temprano, todos los hombre de la ciudad, con las mujeres y los niños,
acudieron a la casa donde estaba Jesús con sus discípulos, y le
rogaron diciendo: Señor, ten piedad de nosotros, porque este
año los gusanos se han comido el grano, y no recibiremos pan alguno
en nuestra tierra.
Jesús contestó: Oh qué
miedo el vuestro! ¿No sabéis que Elías, el siervo de Dios,
mientras continuó la persecución de Ahab durante tres años, no vio
pan, alimentándose sólo de hierbas silvestres? David nuestro padre,
el profeta de Dios, por dos años comió frutas y hierbas silvestres,
andando perseguido por Saúl, tanto que solamente dos veces comió
pan él.
Los hombres respondieron: Señor,
ellos eran profetas de Dios, alimentados de placer espiritual, y por
lo tanto ellos soportaron bien; pero ¿como vivirán estos
pequeños?, y ellos le mostraron la multitud de sus hijos.
Entonces Jesús tuvo compasión de su miseria, y dijo: ¿Cuánto
falta para al cosecha?. Ellos respondieron: Veinte
días. Entonces dijo Jesús: Ved que durante estos
veinte días nos dediquemos al ayuno y la oración; ya que Dios
tendrá misericordia de vosotros. En verdad os digo, Dios ha
provocado esta escasez porque aquí empezó la locura de los hombres
y el pecado de Israel cuando ellos dijeron que yo era Dios, o hijo de
Dios.
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