Por lo tanto yo digo que aquí
Amós el profeta de Dios habla del mal que el mundo llama mal; ya que
si él hubiera usado el lenguaje de los justos él no habría sido
entendido por el mundo. Porque todas las tribulaciones son un bien,
ya sea porque ellas purgan el mal que hemos hecho, o son un bien
porque nos hacen restringirnos de hacer el mal, o son un bien porque
hacen que el hombre conozca la condición de esta vida, para que
podamos amar y anhelar la vida eterna. Por ello, si el profeta Amós
hubiera dicho: "No hay bien en la ciudad sino el que Dios ha
obrado", él habría dado ocasión de desesperación al
afligido, ya que ellos se considerarían en tribulación y a los
pecadores como prósperos. Y, lo que es peor, muchos, creyendo que
Satanás tiene tal soberanía sobre el hombre, habrían temido a
Satanás y le habrían adorado, para así no sufrir tribulaciones.
Amós por lo tanto hizo como hace el intérprete romano, quien no
considera sus palabras como uno hablando en presencia del sumo
sacerdote, sino que considera la voluntad y el negocio del judío que
no sabe hablar el idioma romano.
162
Si Amós hubiera dicho: "No
hay bien en la ciudad sino el que Dios ha hecho", como que Dios
vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, él habría cometido un
gravísimo error, ya que el mundo no considera bueno sino las
iniquidades y los pecados que son hechos en el camino de la vanidad.
Por lo tanto los hombres habrían actuado mucho más inicuamente,
creyendo que no hay ningún pecado ni maldad "que Dios no haya
hecho", al oír lo cual la Tierra tiembla. Y cuando
Jesús hubo dicho esto, inmediatamente sucedió un gran terremoto,
tanto que todos cayeron como muertos. Jesús los levantó,
diciendo: Ved ahora si os dije la verdad. Que esto, entonces,
sea suficiente para vosotros; que Amós, cuando él dijo que "Dios
ha hecho mal en la ciudad", hablando con el mundo, habló de las
tribulaciones, las cuales sólo los pecadores llaman mal. Hablemos
ahora de la predestinación, de la cual deseáis saber, y dé lo cual
os hablaré cerca del Jordán, del otro lado, si Dios quiere.
163
Jesús fue al desierto más allá
del Jordán con sus discípulos, y cuando hicieron la oración del
mediodía él se sentó cerca de una palmera, y a la sombra de la
palmera sus discípulos se sentaron. Entonces dijo Jesús: Tan
secreta es la predestinación, oh hermanos, que yo os digo,
verdaderamente, que sólo por un hombre será claramente conocida. El
es a quien la nación busca para quien los secretos de Dios son tan
claros que, cuando él venga al mundo, benditos será quienes
escuchen sus palabras, ya que Dios los cubrirá con Su Misericordia
tal como esta palmera nos da sombra. Si tal como este árbol nos
protege del ardiente calor del sol, asimismo la Misericordia de Dios
protegerá de Satanás a quienes crean en este hombre.
Los discípulos contestaron: Oh
maestro, ¿quién será ese hombre del que hablas, que vendrá al
mundo?. Jesús respondió con corazón alegre: El es
Mohammed, el Mensajero de Dios, y cuando el venga al mundo, así como
la lluvia hace que la tierra dé fruto cuando no ha llovido por un
largo tiempo, asimismo será el ocasión de buenas obras entre los
hombres, a través de la abundante misericordia que él traerá.
Porque él es una nube blanca llena de la Misericordia de Dios, cuya
misericordia dejará caer Dios sobre los fieles como lluvia.
164
Yo entonces os diré ahora lo poco
que Dios me ha concedido conocer acerca de esta misma predestinación.
Los fariseos dicen que todo ha sido así predestinado que él es el
efecto no puede volverse réprobo por ningún medio puede volverse
elegido; y que, tal como Dios ha predestinado las buenas obras como
el camino por el que caminarán los escogidos a la salvación,
asimismo El ha predestinado el pecado como el camino por el que los
réprobos caminarán hacia la condenación. Maldita sea la lengua que
dijo esto, con la mano que lo escribió, ya que esta es la fe de
Satanás. Por ello puede uno conocer de qué manera son los fariseos
del tiempo actual, ya que ellos son fieles siervos de Satanás.
¿Qué otra cosa puede significar
la predestinación sino una voluntad absoluta para poner fin a una
cosa de la que uno tiene los medios en la mano?, porque sin los
medios uno no puede destinar un fin. ¿Cómo, entonces, destinará la
casa el que no sólo carece de piedra y dinero qué gastar, sino que
ni siquiera tiene tierra como para poner el pie? Seguramente nadie
podría hacer eso. No más, entonces, os digo, es la predestinación,
que quita el libre albedrío que Dios le dio al hombre por Su pura
Generosidad, la ley de Dios. De cierto no es predestinación sino
abominación lo que estaríamos estableciendo.
Que el hombre es libre lo muestra
el libro de Moisés donde, cuando nuestro Dios dio la ley sobre el
Monte Sinai, El habló así: "Mi mandamiento no es en el cielo
que tú te debas excusar a ti mismo, diciendo: 'Pero, ¿quién nos
traerá el mandamiento de Dios?, y ¿quién, acaso, nos dará la
fuerza para observarlo?'. Ni está más allá del mar, que de manera
similar tú te debas excusar a ti mismo. Pero Mi mandamiento está
cerca de tu corazón, que cuando tú lo desees puedas observarlo".
Decidme, si el rey Herodes
ordenase a un anciano que se vuelva joven y a un enfermo que se ponga
sano, y cuando ellos no lo hicieran entonces él los mandará matar,
¿sería esto justo?. Los discípulos respondieron: Si
Herodes diera esta orden, él sería sumamente injusto e impío.
Entonces Jesús, suspirando, dijo: Estos son los frutos de
las tradiciones humanas, oh hermanos; porque al decir que Dios ha
predestinado al réprobo de tal manera que él no puede volverse
elegido, ellos blasfeman contra Dios diciendo que es impío e
injusto. Ya que El ordena al pecador que no peque, y cuando éste
peca, que se arrepienta; mientras que dicha predestinación le
arrebata al pecado el poder para no pecar, y lo priva por completo de
arrepentimiento.
165
Pero oíd lo que dijo Dios a
través de Joel el profeta: "Como que Yo vivo - dijo vuestro
Dios - Yo no deseo la muerte del pecado, sino que busco que él se
convierta al arrepentimiento". ¿Predestinará entonces Dios lo
que El no desea? Considerad lo que Dios dijo, y lo que dicen los
fariseos de esta época actual. Además, Dios dijo por el profeta
Isaías: "Yo he llamado, y vosotros no me escucharíais". Y
cuánto ha llamado Dios, oíd cómo lo dice El por el mismo profeta:
"Todo el día he extendido Mi mano hacia un pueblo que no cree
en Mi, sino que Me contradice". Y nuestros fariseos, cuando
dicen que los réprobos no pueden volverse elegidos; ¿qué dicen
ellos, entonces, sino que Dios se burla de los hombres tal como se
burlaría de un ciego el que le mostrase algo blanco, y como se
burlaría de un sordo el que le hablase al oído? Y que los efectos
pueden ser reprobados, considerad lo que dijo nuestro Dios por el
profeta Ezequiel: "Como que Yo vivo – dijo Dios - si el justo
abandona su rectitud y hace abominaciones, él perecerá, y Yo ya no
recordaré ninguna de sus obras piadosas; porque confiar en ellas lo
abandonará ante Mi y no lo salvará". Y de llamar a los
réprobos, ¿qué dijo Dios por el profeta Oseas sino esto: "Yo
invitaré a un pueblo no elegido, Yo los llamaré elegidos"?
Dios es Veraz, y no puede decir una mentira: ya que siendo Dios la
verdad, El dice la Verdad. Pero los fariseos de este tiempo actual
contradicen a Dios por completo.
166
Andrés replicó: ¿Pero
cómo ha de entenderse lo que Dios dijo a Moisés, de que El tendrá
misericordia de quien El se quiera apiadar y se endurecerá contra
quien quiera El endurecerse?. Jesús respondió: Dios
dijo esto para que el hombre no crea que él se salva por su propia
virtud, sino que se dé cuenta que la vida y la Misericordia de Dios
le fueron otorgados por Dios de Su Generosidad. Y El lo dijo para que
los hombres rechacen la opinión de que hay otros dioses aparte de
El. Sí, por lo tanto, El endureció al Faraón, El lo hizo porque
éste había afligido a nuestro pueblo y trató de reducirlo a la
nada destruyendo a todos los hijos varones de Israel; así que Moisés
estuvo a punto de perder la vida.
De acuerdo a esto, en verdad os
digo, que la predestinación tiene como sus cimientos a la ley de
Dios y el libre albedrío humarlo. Si, e incluso si Dios pudiese
salvar al mundo entero para que ninguno pereciese El no quería hacer
así ya que entonces privaría al hombre de la libertad, la cual El
preservó para él para que pudiese despreciar a Satanás, para que
este bulto de barro burlado del espíritu, aun cuando pecara como el
espíritu hizo, pueda tener poder para arrepentirse e ir a vivir en
ese lugar de donde el espíritu fue expulsado. Nuestro Dios desea,
digo, procurar con Su Misericordia el libre albedrío del hombre, y
no quiere abandonar a la criatura con Su Omnipotencia. Y así en el
Día del Juicio nadie será capaz de presentar excusa alguna por sus
pecados, ya que entonces se hará manifiesto a ellos cuánto ha hecho
Dios para la conversión de ellos, y con frecuencia los ha invitado
El al arrepentimiento.
167
Entonces, si vuestra mente no se
conforma con esto, y queréis decir otra vez: "¿Por qué es
así?", yo os develaré un "porque". Es éste.
Decidme, ¿por qué no puede una sola piedra descansar encima del
agua, y sin embargo la tierra firme entera descansa encima del agua?
Decidme, ¿por qué es que, mientras que el agua extingue al fuego, y
la tierra huye del aire, así que nadie puede unir tierra, aire,
agua, y fuego en armonía, no obstante ellos están unidos en el
hombre y se conservan armoniosamente?
Si, entonces, vosotros no sabéis
esto -no, todos los hombres, como hombres, no pueden saberlo - ¿cómo
entenderán ellos que Dios creó de la nada al Universo con una sola
palabra?. ¿Cómo entenderán ellos la eternidad de Dios? Seguramente
ellos de ninguna manera serán capaces de entender esto, ya que,
siendo finito el hombre y compuesto con su cuerpo, el cual, como dijo
el profeta Salomón, siendo corruptible, oprime al alma, y siendo las
obras de Dios proporcionales a Dios, ¿cómo serán ellos capaces de
comprenderlas?
Isaías, el profeta de Dios,
viendo que ello era así, exclamó, diciendo: "¡Verdaderamente
Tú eres un Dios oculto!". Y del Mensajero de Dios, cómo lo
creó Dios, el dijo: "Su generación, ¿quién la narrará?".
Y de las obras de Dios, él dijo: "¿Quién fue Su consejero?".
Por lo tanto Dios dijo a la naturaleza humana: "Así como el
cielo es exaltado sobre la Tierra, así son Mis Caminos exaltadas
sobre vuestros caminos y Mis Pensamientos sobre vuestros
pensamientos". Por lo tanto os digo, la manera de la
predestinación no está manifiesta a los hombres, y este hecho es
verdadero, como os lo he dicho.
¿Debe el hombre, entonces, porque
él no puede descubrir la manera, negar el hecho?. Ciertamente, yo
nunca he visto todavía a alguien que rechace la salud, aunque la
manera de ella no sea entendida. Porque aun ahora yo no sé cómo
Dios, por mi toque, sana a los enfermos.
168
Entonces dijeron los discípulos: Verdaderamente Dios habla en ti, ya que nunca hemos oído a
hombre alguno hablar como tú hablas. Jesús respondió: Creédme, cuando Dios me escogió para enviarme a la casa de
Israel, El me dio un libro como un espejo claro el cual descendió a
mi corazón de tal manera que todo lo qué yo hablo sale de ese
libro. Y cuando ese libro haya terminado de salir de mi boca, yo seré
llevado fuera del mundo.
Pedro contestó: Oh
maestro, ¿está lo que ahora dices escrito en ese libro?.
Jesús replicó: Todo lo que yo digo para el conocimiento de
Dios y el servicio de Dios, para el conocimiento del hombre y para la
salvación de la humanidad - todo ello sale de este libro, el cual es
mi Evangelio.
Dijo Pedro: ¿Está allí
escrita la gloria del Paraíso?.
169
Jesús respondió: Escuchad,
y yo os diré de qué manera es el Paraíso, y como vivirán allí
los santos y los fieles sin fin, porque esto es una de las mayores
bendiciones del Paraíso, ya que todo, por grande que sea, si tiene
un fin, se vuelve pequeño; si, se vuelve nada. El Paraíso es la
casa donde Dios almacena Sus delicias, las cuales son tan grandes que
el suelo que es pisado por los pies de los santos y bienaventurados
es tan precioso que una dracma de él es más preciosa que cien
mundos. Esas delicias fueron vistas por nuestro padre, David, profeta
de Dios, ya que Dios se las mostró, lo hizo que viera las glorias
del Paraíso: entonces, cuando él volvió en sí, se tapó los ojos
con ambas manos, y llorando dijo: "¡No miréis más a este
mundo, oh ojos míos, porque todo es vano, y no hay nada bueno!".
De estas delicias dijo Isaías el
profeta: "Los ojos de los hombres no han visto, sus oídos no
han oído, ni el corazón humano ha concebido, lo que Dios ha
preparado para los que lo aman". ¿Sabéis vosotros por qué
ellos no han visto, oído ni concebido dichas delicias? Es porque
mientras ellos viven, aquí abajo ellos no son dignos de contemplar
tales cosas. Así que, cuando nuestro padre David las vio
verdaderamente, yo os digo que él las vio con la luz divina. Como
que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, como las
delicias del Paraíso son infinitas y el hombre es finito, el hombre
no puede contenerlas; tal como una pequeña jarra de barro no puede
contener al mar.
¡Mirad, entonces, qué hermoso es
el mundo en el verano, cuando todas las cosas dan fruto! El campesino
mismo, intoxicado de alegría por razón de la cosecha por llegar,
hace resonar los valles y las montañas con su canto, ya que él ama
su labor supremamente. Levantad ahora vuestros corazones al Paraíso,
donde las cosas son fructíferas con frutos proporcionales al que los
cultivó.
Como que Dios vive, esto es
suficiente en cuanto al conocimiento del Paraíso, que sepáis que
Dios creó al Paraíso como hogar de Sus delicias. Ahora, ¿no creéis
que la bondad inconmensurable debe tener cosas inconmensaurablemente
buenas?, ¿o que la belleza inconmensurable ha de tener cosas
inconmesurablemente bellas? Tened cuidado, ya que erraréis
grandemente si no creéis esto.
170
Dios dice así al hombre que le
sirva fielmente: "Yo conozco tus obras, que tú haces para Mi.
Porque tú me sirves como Dios tu Creador, sabiendo que tú mismo
eres Mi obra, y no Me pides nada excepto gracia y misericordia para
servirme fielmente; porque tú no pones fin a tu servicio para Mi, ya
que tú deseas servirme eternamente; asimismo haré Yo, ya que Yo te
recompensaré como si tú fueras Dios, igual a Mi. Ya que no sólo
pondré Yo en tus manos la abundancia del Paraíso, sino que Yo me
daré a Mi mismo como un regalo; así que, así como tú quieres ser
Mi siervo por siempre, asimismo te daré tu premio por siempre".
171
¿Qué pensáis del
Paraíso?, dijo Jesús a sus discípulos, ¿hay una
mente que pueda comprender tales riquezas y delicias? Es necesario
que el hombre tenga un conocimiento tan grande como el de Dios si él
quiere conocer lo que Dios dará a Sus siervos. ¿Habéis visto
cuando Herodes hace un regalo a alguno de sus barones favoritos, de
qué manera se lo da?. Juan respondió: Yo lo he
visto dos veces; y ciertamente la décima parte de lo que él da
sería suficiente para un hombre pobre.
Dijo Jesús: Pero si un
pobre le diera un regalo a Herodes, ¿qué le daría?. Juan
contestó: Una o dos moneditas. Ahora, que
éste sea vuestro libro en el que estudiéis el conocimiento del
Paraíso, dijo Jesús, porque todo lo que Dios le ha
dado en este mundo actual para su cuerpo es como si Herodes le diera
una monedita a un pobre; pero lo que Dios le dará al cuerpo y al
alma en el Paraíso es como si Herodes diese todo lo que él tiene e
incluso su propia vida, a uno de sus sirvientes.
172
Dios dice así al que lo ama y lo
sirve fielmente: "Mira y medita acerca de las arenas del mar, oh
siervo Mío, cuántas son. Así que, si el mar te diese un solo grano
de arena, ¿te parecería pequeño? Claro que si. Como que Yo, tu
Creador, vivo, todo lo que Yo he dado en este mundo a todos los
príncipes y reyes de la Tierra es menos que un grano de arena que el
mar te diese, en comparación con lo que Yo te daré en Mi
paraíso".
173
Considerad, entonces,
dijo Jesús, la abundancia del Paraíso. Ya que si Dios ha
dado al hombre en este mundo una onza de bienestar, en el Paraíso El
le dará diez veces 100.000 cargas. Considerad la cantidad de frutos
que hay en este mundo, la cantidad de alimento, la cantidad de
flores, y la cantidad de cosas que sirven al hombre. Como que Dios
vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, así como el mar tiene
todavía arena arriba y abajo cuando uno toma un grano de él,
asimismo la calidad y cantidad de higos en el Paraíso es superior a
la clase de higos que comemos aquí. Y de manera similar toda otra
cosa en el Paraíso. Pero más aún, yo os digo que verdaderamente,
así como una montaña de oro y perlas es más preciosa que la sombra
de una hormiga, asimismo son las delicias del Paraíso más preciosas
que todas las delicias de los príncipes del mundo que ellos tiene y
tendrán hasta el Juicio de Dios, cuando el mundo llegue a su fin.
Pedro contestó: ¿Entrará,
entonces, al Paraíso el cuerpo que ahora tenemos?. Jesús
contestó: Ten cuidado, Pedro, o de lo contrario te volverás
un Saduceo; ya que los Saduceos dicen que la carne no resucitará, y
que no hay ángeles. Por lo tanto sus cuerpos y almas tienen negada
la entrada al Paraíso, y ellos están privados del servicio de los
ángeles en este mundo. ¿Acaso olvidaste cómo dijo Job, profeta y
amigo de Dios: "Yo sé que mi Dios vive; y en el último día yo
seré resucitado en mi carne, y con mis ojos yo veré a Dios mi
Salvador"?. Pero creédme, esta carne nuestra será purificada
tanto que no poseerá una sola propiedad de las que ahora tiene; ya
que será purgada de todo mal deseo, y Dios la reducirá a una
condición tal como la de Adán antes de que él pecado. Dos hombres
sirven a un amo en una y misma obra. Uno sólo vé el trabajo, y da
órdenes al segundo, y el segundo ejecuta todo lo que el primero
ordena.
¿Os parece justo digo, que el amo
recompense sólo al que vé y ordena, y arroje de su casa al que se
cansó trabajando? Seguro que no. ¿Cómo entonces soportará esto la
Justicia de Dios? El alma y el cuerpo con el sentido del hombre
sirven a Dios; el alma sólo vé y ordena el servicio, ya que el
alma, al no comer pan, no ayuna, el alma no camina, no siente frío
ni calor, no cae enferma, y no esmaltada, porque el alma es inmortal:
ella no sufre ninguno de los dolores corporales que el cuerpo sufre a
merced de los elementos. ¿Es, entonces, justo, digo yo, que sólo el
alma entre al Paraíso, y no el cuerpo, que tanto se ha cansado de
servir a Dios?.
Pedro contestó: ¿Pero
cómo ha de pecar el cuerpo sin el alma? Ciertamente es imposible.
Por lo tanto, al quitar la misericordia de Dios del cuerpo, tú
condenas el alma al infierno.
174
Como que Dios vive, ante Cuya
Presencia comparece mi alma, nuestro Dios prometió. Su Misericordia
al pecador, diciendo: "En la hora en que el pecador lamente su
pecado, Yo Mismo no recordaré jamás sus iniquidades". Ahora,
¿quién va a comer las carnes del Paraíso, si el cuerpo no va allí?
¿El alma? Seguramente no, ya que ella es espíritu. Pedro
contestó: Así entonces, los benditos comerán en el
Paraíso: ¿pero cómo será la carne eliminada de impurezas?.
Jesús respondió: ¿Pero
qué bendiciones tendrá el cuerpo si él no come ni bebe?
Seguramente es adecuado dar gloria en proporción a la cosa
glorificada. Pero tú te equivocas, Pedro, al pensar que esa carne
estará envuelta en impureza, porque este cuerpo en el tiempo actual
come carnes corruptibles, y así es que sale la putrefacción; pero
en el Paraíso el cuerpo será incorruptible, impasible, e inmortal,
y libre de toda miseria; y las carnes, que son sin defecto alguno, no
generarán ninguna putrefacción.
175
Dios dijo así en Isaías el
profeta, despreciando a los réprobos: "Mis siervos se sientan
ante Mi mesa en Mi casa y comerán festivamente, con alegría y con
el sonido de arpas y órganos, y Yo no dejaré que tengan necesidad
de cosa alguna. Pero vosotros que sois Mis enemigos seréis
expulsados lejos de Mi, y moriréis en la misería, mientras todo
siervo Mío os despreciará".
176
¿De qué sirve decir:
"Ellos comerán festejando"?, dijo Jesús a sus
discípulos; seguramente Dios habla claro. ¿Pero para qué
propósito son los cuatro ríos de precioso licor en el Paraíso, con
tantas frutas? Ciertamente, Dios no come, los ángeles no comen, el
alma no come, el sentido no come, sino más bien la carne, la cual es
nuestro cuerpo. Por lo tanto la gloria del Paraíso es para el cuerpo
las carnes, y para el alma y el sentido Dios y la conversación de
los ángeles y espíritus benditos. Esa gloria será revelada mejor
por el Mensajero de Dios, quien (ya que Dios creó todas las cosas
por amor a él) conoce todas las cosas mejor que ninguna otra
criatura.
Dijo Bartolomé: Oh
maestro, ¿será la gloria del Paraíso igual para todos los hombres?
Si es igual, no será justo, y si no es igual, los menores envidiarán
a los mayores. Jesús respondió: No será igual,
porque Dios es Justo; pero todos estarán contentos, porque no hay
envidia allí. Dime, Bartolomé: hay un amo que tiene muchos
sirvientes, y él vista a todos los sirvientes con la misma tela. ¿Se
quejan entonces los niños, que están vestidos con ropas de niño,
porque no tienen vestidos de hombres adultos? Claro que es lo
contrario, si los mayores quisieran ponerles sus ropas mayores ellos
se enojarían, porque, no siendo las ropas de su talla, ellos se
sentirían burlados. Ahora, Bartolomé, levanta tu corazón a Dios en
el Paraíso, y verás que toda gloria, aunque sea más para unos y
menos para otros, no producirá envidia alguna.
177
Entonces dijo el que escribe: Oh
maestro, ¿tiene el Paraíso luz del sol como la tiene este mundo?.
Jesús contestó: Así me ha dicho Dios, oh Bernabé: "El
mundo en que vivimos vosotros los hombres que sois pecadores tiene el
sol y la luna y las estrellas que lo adornan, para vuestro beneficio
y agrado; para esto los he creado Yo. ¿Crees, entonces, que la casa
donde vivan Mis fieles no será mejor? Ciertamente, te equivocas, al
pensarlo; porque Yo, tu Dios, soy el sol del Paraíso, y Mi mensajero
es la luna que recibe todo de Mi; y las estrellas son Mis profetas
que os han predicado Mi Voluntad. Por lo tanto Mis fieles, así como
ellos reciben Mi Palabra de Mis profetas aquí, de manera similar
obtendrán delicia y alegría de ellos en el Paraíso de Mis
delicias". Y que esto sea suficiente para
vosotros, dijo Jesús, en cuanto al conocimiento del
Paraíso.
178
Entonces Bartolomé dijo otra vez: Oh maestro, tenme paciencia si te pregunta una palabra.
Jesús respondió: Di lo que quieras. Dijo Bartolomé: El Paraíso es seguramente grande; ya que, habiendo allí
tantas cosas buenas, tiene que ser grande. Jesús respondió: El Paraíso es tan grande que ningún hombre puede medirlo.
En verdad os digo que los cielos son nueve, entre los cuales están
colocados los planetas, que están distantes el uno del otro 500 años
de viaje para un hombre: y la Tierra de manera similar está distante
del primer cielo un viaje de 500 años.
Pero deja tú de medir el primer
cielo, el cual es por sí mucho mayor que el mundo entero tal como la
Tierra entera es mayor que un grano de arena. Así también el
segundo cielo es mayor que el primero, y el tercero que el segundo, y
así hasta el último cielo, cada uno es similarmente mayor que el
siguiente. Y en verdad os digo que el Paraíso es mayor que toda la
Tierra y todos los cielos juntos, tal como la Tierra es mayor que un
grano de arena.
Entonces dijo Pedro: Oh
maestro, el Paraíso necesita ser mayor que Dios, ya que Dios será
visto dentro de él. Jesús respondió: Deténte,
Pedro, porque tú blasfemas sin saberlo.
179
Entonces vino el ángel Gabriel a
Jesús y le mostró un espejo brillante como el sol, en donde él vio
escritas estas palabras: Como que Yo vivo eternamente, así
como el Paraíso es mayor que todos los cielos y la Tierra, y como la
Tierra entera es mayor que un grano de arena, asimismo Yo soy más
Grande que el Paraíso; y tantas veces más como granos de arena
tiene el mar, y como gotas de agua hay en el mar, y como hojas de
pasto hay sobre el suelo, y como hojas hay en los árboles, y como
piel hay sobre los animales; y muchas veces más que los granos de
arena que llenarían los cielos y el Paraíso, y más.
Entonces dijo Jesús: Hagamos
reverencia a nuestro Dios el Cual es Bendito eternamente.
Entonces ellos inclinaron sus cabezas 100 veces y se postraron de
cara al suelo en oración.
Cuando la oración hubo terminado,
Jesús llamó a Pedro y le dijo y a todos los discípulos lo que él
había visto. Y a Pedro le dijo: Tu alma, que es mayor que
toda la Tierra, por un ojo vé el sol, el cual es mil veces mayor que
toda la Tierra.
Es verdad, dijo
Pedro. Entonces dijo Jesús: Asimismo, a través de los ojos
del Paraíso, verás tú a Dios nuestro Creador. Y habiendo
dicho esto, Jesús dio gracias a Dios nuestro Señor, rezando por la
casa de Israel y por la ciudad santa. Y todos contestaron: Así
sea, Señor.
180
Un día, estando Jesús en el
porche de Salomón, se acercó allí a él un escriba, uno de los que
hacía discursos a la gente, y le dijo: Oh maestro, he dado
muchas veces discursos a esta gente, y hay en mi mente un pasaje de
las Escrituras que no soy capaz de entender. Jesús contestó: ¿Y qué es?. Dijo el escriba: El que le dijo
Dios a Abrahán nuestro padre: "Yo seré tu gran recompensa".
Ahora, ¿cómo puede el hombre merecer tal recompensa?.
Entonces Jesús se alegró en
espíritu, y dijo: ¡Seguramente tú no estas lejos del Reino
de Dios! Escúchame, ya que yo te diré el significado de esa
enseñanza. Dios, siendo infinito, y el hombre finito, el hombre no
puede merecer a Dios -y ¿es esta tu duda, hermano?. El
escriba respondió, llorando: Señor, tú conoces mi corazón;
habla, por lo tanto, ya que mi alma desea oír tu voz.
Entonces dijo Jesús: Como que Dios vive el hombre no puede
merecer ni el pequeño aliento que él recibe cada momento.
El escriba estaba fuera de sí, al
oír esto, y similarmente lo discípulos se maravillaron, ya que
ellos recordaron lo que Jesús dijo, que cualquier cosa que ellos
dieran por amor a Dios, lo recibirían multiplicado cien veces.
Entonces dijo él: Si alguien te prestara cien monedas de
oro, y tú gastases esas monedas, ¿podrías decirle a ese hombre:
"Te doy una hoja seca de vid; dáme por lo tanto tu casa, porque
yo la merezco"?. El escriba respondió: No,
señor, porque él primero debería pagar lo que él debía, y
entonces, si él desease algo, él le debería dar cosas buenas,
¿pero de qué sirve una hoja seca?.
181
Jesús contestó: Bien has
dicho, oh hermano; así que dime, ¿quién creó de la nada al
hombre? Ciertamente fue Dios, Quien también le dio el mundo entero
para su beneficio. Pero el hombre al pecar lo gastó todo, por razón
de cuyos pecados todo el mundo se volvió contra el hombre, y el
hombre en su miseria no tiene nada qué dar a Dios sino obras
corrompidas por el pecado. Y que, al pecar cada día; él corrompe
sus propias obras, así que Isaías el profeta dice: "Nuestras
obras piadosas son 'como un trapo menstrual'". ¿Cómo,
entonces, tendrá mérito el hombre, viendo que él es incapaz de dar
satisfacción?. ¿Es, acaso, que el hombre no peca? Cierto es que
nuestro Dios dijo por su profeta David: "Siete veces al día cae
el virtuoso"; ¿cuántas, entonces, caerá el impío? Y si
nuestras obras piadosas son corruptas, ¡qué abominables son
nuestras impiedades! Como que Dios vive, no hay nada que el hombre
deba enviar más que decir: "Yo merezco". Que el hombre
conozca, hermano, las obras de sus manos, y él inmediatamente verá
su mérito. Toda cosa buena que sale de un hombre, ciertamente el
hombre no lo hace, sino que Dios lo obra en él; ya que su ser es de
Dios Quien lo creó. Lo que el hombre hace es contradecir a Dios su
Creador y cometer pecado, por lo que él no merece recompensa, sino
tormento.
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