181
Jesús contestó: Bien has
dicho, oh hermano; así que dime, ¿quién creó de la nada al
hombre? Ciertamente fue Dios, Quien también le dio el mundo entero
para su beneficio. Pero el hombre al pecar lo gastó todo, por razón
de cuyos pecados todo el mundo se volvió contra el hombre, y el
hombre en su miseria no tiene nada qué dar a Dios sino obras
corrompidas por el pecado. Y que, al pecar cada día; él corrompe
sus propias obras, así que Isaías el profeta dice: "Nuestras
obras piadosas son 'como un trapo menstrual'". ¿Cómo,
entonces, tendrá mérito el hombre, viendo que él es incapaz de dar
satisfacción?. ¿Es, acaso, que el hombre no peca? Cierto es que
nuestro Dios dijo por su profeta David: "Siete veces al día cae
el virtuoso"; ¿cuántas, entonces, caerá el impío? Y si
nuestras obras piadosas son corruptas, ¡qué abominables son
nuestras impiedades! Como que Dios vive, no hay nada que el hombre
deba enviar más que decir: "Yo merezco". Que el hombre
conozca, hermano, las obras de sus manos, y él inmediatamente verá
su mérito. Toda cosa buena que sale de un hombre, ciertamente el
hombre no lo hace, sino que Dios lo obra en él; ya que su ser es de
Dios Quien lo creó. Lo que el hombre hace es contradecir a Dios su
Creador y cometer pecado, por lo que él no merece recompensa, sino
tormento.
182
No sólo creó Dios al hombre,
digo, sino que El lo creó perfecto. El le dio el mundo entero;
después de la partida del Paraíso El le dio dos ángeles para
cuidarlo, él le envió los profetas, El le otorgó la Ley, El le
otorgó la fe, cada momento El lo libra de Satanás, El está
dispuesto a darle el Paraíso; no, aún más, Dios quiere darse a si
Mismo al hombre. Considerad, entonces, la deuda, ¡es una gran
deuda!, una deuda para pagar la cual vosotros habríais tenido que
crear vosotros mismos al hombre de la nada, haber creado tantos
profetas como los que Dios envió, con un mundo y un Paraíso; no,
más aún, con un Dios grande y bueno como lo es nuestro Dios, y
dárselo todo a Dios. Así sería cancelada la deuda y quedaría para
vosotros solamente la obligación de dar gracias a Dios. Pero ya que
vosotros no sois capaces de crear una sola mosca, y viendo que hay
sólo un Dios que es Señor de todas las cosas, ¿cómo seréis
capaces de cancelar vuestra deuda? Ciertamente, si un hombre os
prestase cien monedas de oro, vosotros estaríais obligados a
restaurarle cien monedas de oro.
Por lo tanto, el sentido de esto,
oh hermano, es que Dios, siendo Señor del Paraíso y de todo, puede
decir lo que le plazca, y dar a quienquiera que El le plazca. Así
que, cuando El le dijo a Abrahán: "Yo seré tu gran
recompensa", Abraham no podía decir: "Dios es mi
recompensa", sino "Dios es mi regalo y mi deuda".
Entonces, cuando dés discursos a las gentes, oh hermano, tú
deberías explicar así este pasaje: que Dios le dará al hombre
tales y cuales cosas si el hombre obra bien. Cuando Dios te hable, oh
hombre, y diga: "Oh siervo Mío, tú has actuado bien por amor a
Mi, ¿qué recompensa pides tú de Mi, tu Dios"?, responde:
"Señor, viendo que yo soy la obra de Tus manos, no es adecuado
que haya pecado en mi, lo cual ama Satanás. Por lo tanto, Señor,
para Gloria Tuya propia, ten misericordia de la obra de Tus manos".
Y si Dios dice: "Yo te he
perdonado, y ahora quiere recompensarte", responde: "Señor,
yo merezco el castigo por lo que he hecho, y por lo que Tú has hecho
tu mereces ser glorificado. Castiga, Señor, en mi lo que he hecho, y
salva a lo que tú has obrado". Y si Dios dice: "¿Qué
castigo te parece adecuado por tu pecado?", contesta: "Tanto,
oh Señor, como sufrirán todos los condenados". Y si Dios dice:
"¿Por qué solicitas tú tan gran castigo, oh Mi siervo fiel?",
responde: "Porque cada uno de ellos, si hubieran recibido de Ti
tanto como yo recibí, te habrían servido más fielmente de lo que
yo he hecho".
Como que Dios vive, ante Cuya
Presencia comparece mi alma, ese hombre agradará más a Dios que
todos Sus santos ángeles. Ya que Dios ama la verdadera humildad, y
odia la soberbia.
Entonces el escriba dio gracias a
Jesús, y le dijo:Señor, vayamos a la casa de tu siervo, ya
que tu siervo te dará carne a ti y a tus discípulos. Jesús
respondió: Yo iré allí cuando me prometas llamarme
"hermano", y no "señor", y que tú seas mi
hermano, y no mi siervo. El hombre lo prometió, y Jesús fue
a su casa.
Mientras ellos estaban sentados a
la mesa, el escriba dijo: Oh maestro, tú dijiste que Dios
ama la verdades humildad. Dinos por lo tanto qué es humildad, y cómo
puede ser verdadera o falsa. Jesús contestó: En
verdad os digo que el que no se vuelva como un niño pequeño no
entrará en el Reino del cielo. Todos se asombraron al oís
esto, y ellos se dijeron unos a otros: ¿Pero cómo va a
volverse niño el que tiene 30 ó 40 años de edad? Ciertamente esto
es algo difícil de entender. Jesús respondió: Como
que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, mis palabras
son ciertas. Yo os digo que un hombre tiene necesidad de volverse
como un niño pequeño: ya que ésta es la verdadera humildad. Pues
si le preguntáis a un niño pequeño: "¿Quién hizo tus
ropas?", él contestará: "Mi padre". Si le preguntáis
de quien es la casa donde vive él, él dirá: "De mi padre".
SI decís: "¿Quién te da de comer?", él replicará: "Mi
padre". Si decís: "¿Quién te enseñó a caminar y a
hablar?", él contestará: "Me caí, y me descalabré".
Si decís: "Pero, ¿por qué te caíste?", él contestará:
"¿No veis que soy pequeño, por lo que no tengo la fuerza para
caminar y correr como un hombre grande?, así necesito que mi padre
me lleve de la mano para caminar firmemente. Pero para que yo pueda
caminar bien, mi padre me dejó por un rato, y yo, queriendo correr,
me caí". Si decís: "¿Y qué dijo tu padre?", él
responderá: "¿Por qué no caminaste despacio? Fíjate bien y
no te apartes de mi lado en lo futuro".
184
Decidme, ¿es eso
cierto?, dijo Jesús.Los discípulos y el escriba
contestaron: Es ciertísimo. Entonces dijo Jesús: El que en verdad reconoce a Dios como autor de todo bien, y a
si mismo como autor del pecado, será verdaderamente humilde. Pero el
que hable con la lengua como habla el niño, pero él contradice lo
mismo con sus actos, ciertamente tiene falsa humildad y verdadera
soberbia. Porque la soberbia está entonces en su cumbre cuando hace
uso de cosas humildes, para no ser reprendido y reprobado por los
hombres.
La verdadera humildad es una
pequeñez del alma por lo cual el hombre se conoce en verdad a si
mismo; pero la falsa humildad es una niebla del infierno que oscurece
así el entendimiento del alma, así que lo que el hombre debería
adjudicarse a sí mismo, se lo ascribe a Dios, y lo que él debería
ascribir a Dios, se lo adjudica a sí mismo. Así, el hombre de falsa
humildad dirá que él es un malvado pecador, pero cuando uno le dice
que él es un pecador él se enfurecerá contra el que se lo dijo, y
lo perseguirá.
El hombre de falsa humildad dirá
que Dios le dio todo lo que él tiene, pero que él, por su parte, no
ha dormido, sino hecho buenas obras. Y estos fariseos de la época
actual, hermanos, decidme cómo caminan. El escriba
respondió, llorando: Oh maestro, los fariseos de la época
actual tienen las ropas y el hombre de fariseos, pero en sus
corazones no engañarían a las gentes sencillas! ¡Oh tiempo
antiguo, qué cruelmente nos has tratado, que nos ha quitado a los
verdaderos fariseos y nos has dejado a los falsos!.
185
Jesús respondió: Hermano,
no es el tiempo el que ha hecho esto, sino más bien el mundo
malvado. Porque en todo tiempo es posible servir a Dios en verdad,
pero al acompañarlo con el mundo, o sea con las malas costumbres de
cada época, el hombre se vuelve malo.
¿No sabes acaso que Gehazi,
sirviente de Eliseo, el profeta, mintiendo, y avergonzando a su
maestro, tomó el dinero y las ropas de Naamán el sirio? Y sin
embargo Eliseo tuvo un gran número de fariseos que hoy en día
evitan toda buena obra y todo ejemplo santo: y el ejemplo de Gehazi
es suficiente para los que son reprobados por Dios. El
escriba contestó: Oh maestro, ¿qué diré yo? De seguro
muchos no lo creen, aunque está escrito por Daniel el profeta; pro
en obediencia a ti narraré la verdad.
Ageo tenía 15 años cuando,
habiendo vendido su patrimonio y habiéndolo dado a los pobres, salió
de Anathoth para servir al profeta Obadías. Ahora, el anciano
Obadías, que conocía la humildad de Ageo, lo usaba como un libro
con el cual enseñaba a sus discípulos. Por lo tanto él
frecuentemente le enviaba de regalo ropas y alimentos delicados, pero
Ageo siempre enviaba de vuelta al mensajero, diciendo: "Ve,
regresa a la casa, porque has cometido un error. ¿Me enviaría
Obadías estas cosas? Seguro que no; ya que él sabe que yo no hago
nada bueno, y solamente cometo pecados".
Y Obadías, cuando tenía algo
malo, solía dárselo al día siguiente a Ageo, para que él lo
viera. Entonces Ageo, cuando lo veía, se decía a si mismo: "Ahora,
mira, ciertamente Obadías te ha olvidado, ya que esta cosa es
solamente adecuada para mi, ya que yo soy peor que todos. Y no hay
nada tan vil que, recibiéndolo de Obadías, por cuyas manos Dios me
lo concede, no fuese un tesoro".
186
Cuando Obadías deseaba enseñar a
alguien cómo rezar, él llamaba Ageo y decía: "Recita aquí tu
oración para que todos puedan oír tus palabras". Entonces Ageo
decía: "Señor Dios de Israel, mira con misericordia a Tu
sirvo, el cual te invoca, ya que Tu lo creaste. Justo Señor Dios,
recuerda Tu Justicia y castiga los pecados de Tu siervo, para que yo
no contamine Tu obra, Señor Dios mío, yo no te puedo pedir las
delicias que Tu concediste a Tus siervos fieles, porque yo no hago
sino pecados. Por lo tanto, Señor, cuando Tú vayas a darle una
enfermedad a uno de Tus siervos, recuérdame a mi Tu siervo, para Tu
propia Gloria".
Y cuando Ageo hacia así,
dijo el escriba, Dios lo amaba tanto que a todos los que en
ese tiempo estaban con él Dios les dio el don de la profecía. Y
nada pedía Ageo en oración que Dios le negase.
187
El buen escriba lloraba al decir
esto, como llora el marinero cuando vé su barca rota. Y él dijo: Oseas, cuando fue a servir a Dios, era príncipe de la tribu
de Neftalí, y tenía 40 años. Y así, habiendo vendido su
patrimonio y dándoselo a los pobres, fue a ser discípulo de Ageo.
Oseas estaba tan inflamado de la caridad que para todo lo que le
pedían él decía: "Esto me dio Dios para ti, oh hermano,
¡acéptalo, por lo tanto!". Por esa razón él pronto quedó
con sólo dos vestidos, o sea, una túnica de saco y un manto de
pieles. El vendió, digo, su patrimonio y lo dio a los pobres, porque
de otra manera nadie podría ser llamado fariseo.
Oseas tenía el libro de Moisés,
el cual leía con gran entusiasmo. Un día Ageo le dijo: "Oseas,
¿quién te quitó todo lo que tenías?". Sucedió que un
discípulo de un profeta vecino iba a ir a Jerusalén, pro no tenía
manto. Así que, habiendo oído de la caridad de Oseas, fue a verlo,
y le dijo: "Hermano, quisiera ir a Jerusalén para hacer un
sacrificio a nuestro Dios, pero no tengo un manto, así que no sé
qué hacer".
Cuando él oyó esto, Oseas dijo:
"Perdóname, hermano, porque yo he cometido un gran pecado
contra ti: ya que Dios me dio un manto para que te lo diera a ti, y
yo lo había olvidado. Ahora por lo tanto acéptalo, y ruega a Dios
por mí". El hombre, creyendo esto, aceptó el manto de Oseas y
partió. Y cuando fue a casa de Ageo dijo: "¿Quién te quitó
tu manto?". Oseas replicó: "El libro de Moisés".
Ageo estuvo muy complacido de oír esto, ya que él se dio cuenta de
la bondad de Oseas.
Sucedió que un hombre pobre fue
asaltado por ladrones y dejado desnudo. Entonces Oseas, al verlo, se
quitó su propia túnica y se la dio al desnudo, quedando él con un
pequeño pedazo de piel de cabra sobre sus partes privadas. Entonces,
como él no iba a ver a Ageo, el buen Ageo pensó que Oseas estaba
enfermo. Así que él fue con dos discípulos a verlo: y ellos lo
encontraron envuelto en hojas de palma. Entonces dijo Ageo: "Dime
ahora, ¿por qué no has ido a visitarme?". Oseas respondió:
"El libro de Moisés se llevó mi túnica, y temí ir sin túnica
a verte". Así que Ageo le dio otra túnica.
Sucedió que un hombre joven,
viendo que Oseas leía el libro de Moisés, lloró, y dijo: Yo
también aprendería a leer si tuviera un libro". Oyendo lo
cual, Oseas le dio el libro diciendo: "Hermano, este libro es
tuyo, ya que Dios me lo dio para que yo se lo diera a uno que,
llorando, desease un libro". El hombre le creyó, y aceptó el
libro.
188
Había un discípulo de Ageo cerca
de Oseas; y él, queriendo ver si su propio libro estaba bien
escrito, fue a visitar a Oseas, y le dijo: "Hermano, toma tu
libro y veamos si es igual al mío". Oseas contestó: "Me ha
sido quitado". "¿Quién te lo quitó?", dijo el
discípulo.Oseas respondió: "El libro de Moisés". Oyendo
esto, el otro fue a ver a Ageo y le dijo: "Oseas se ha vuelto
loco, ya que él dice que el libro de Moisés le quitó el libro de
Moisés". Ageo contestó: "Dios quisiera, oh hermano, que
yo estuviera loco de manera similar, ¿y que todos los locos fueran
como Oseas!".
Ahora, los ladrones sirios,
habiendo arrasado la tierra de Judea, agarraron al hijo de una pobre
viuda, que vivía cerca del Monte Caramelo, donde vivían los profetas
y fariseos. Sucedió, por casualidad, que habiendo ido Oseas a cortar
leña se encontró a la mujer, que estaba llorando. Entonces él de
inmediato empezó a llorar; ya que siempre que veía que alguien reía
él reía, y cuando él veía llorar a alguien él lloraba. Oseas
entonces le preguntó a la mujer la razón de su llanto, y ella le
contó todo. Entonces dijo Oseas: "Ven, hermana, ya que Dios
quiere darte tu hijo". Y ambos fueron a Hebrón, donde Oseas se
vendió a si mismo, y dio el dinero a la viuda, la cual, no sabiendo
cómo había obtenido él ese dinero, lo aceptó y rescató a su
hijo.
El que había comprado a Oseas lo
llevó a Jerusalén, donde él tenía una morada, no conociendo a
Oseas. Ageo, al ver que Oseas no podía ser hallado, quedó afligido.
Entonces el ángel de Dios le contó cómo había sido llevado como
esclavo a Jerusalén.
El buen Ageo, cuando oyó esto,
lloró por la ausencia de Oseas como una madre llora por la ausencia
de su hijo. Y habiendo llamado a dos discípulos él fue a Jerusalén.
Y por la Voluntad de Dios, a la entrada de la ciudad él encontró a
Oseas, quien iba cargado de pan para llevarlo a los trabajadores en
la viña de su amo. Habiéndola reconocido, Ageo dijo: "Hijo,
¿cómo es que has abandonado a tu anciano padre, el cual te busca
lamentándose?".
Oseas contestó: "Padre, fui
vendido". Entonces dijo Ageo enojado: "Que Dios te perdona,
oh padre mío; porque el que me vendió es tan bueno que si él no
estuviera en el mundo nadie podría llegar a ser santo".
"¿Quién, entonces, es él?", dijo Ageo. Oseas respondió:
"Oh padre mío, fue el libro de Moisés".
Entonces el buen Ageo quedó como
fuera de sí mismo, y dijo: "¡Quiera Dios, hijo mío, que el
libro de Moisés me vendiera a mi también con todos mis hijos, tal
como te vendí a ti!".
Y Ageo fue con Oseas a la casa de
su amo, el cual, cuando vio a Ageo, dijo: "Bendito sea nuestro
Dios, Quien envió Su profeta a mi casa"; y él corrió a
besarle la mano. Entonces dijo Ageo: "Hermano, besa la mano de
tu esclavo al que compraste, porque él es mejor que yo". Y él
le narró todo lo que había pasado; así que el amo le dio la
libertad a Oseas. Y eso es todo lo que tú quisiste que te contara,
oh maestro, dijo el escriba.
189
Entonces dijo Jesús: Esto
es cierto, ya que me lo asegura Dios. Por lo tanto, para que cada uno
sepa que ésta es la verdad, ¡en el nombre de Dios que el sol se
quede quieto, y no se mueva durante 12 horas?. Y así
sucedió, para gran terror de todo Jerusalén y Judea. Y Jesús dijo
al escriba: Oh hermano, ¿qué quieres aprender de mi, si
tienes tanto conocimiento? Como que Dios vive, esto es suficiente
para la salvación del hombre, ya que la humildad de Ageo, con la
caridad de Oseas, cumplen toda la Ley y las enseñanzas de todos los
profetas.
Dime hermano, cuando viniste a
preguntarme al Templo, ¿pensaste, acaso, que Dios me había enviado
a destruir la Ley y los profetas?. Cierto es que Dios no haría esto,
ya que El es incambiable, y por lo tanto lo que Dios ordenó como
camino de salvación para el hombre, eso hizo que los profetas lo
dijeran. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma,
si el libro de Moisés con el libro de nuestro padre David no
hubiesen sido corrompidos por las tradiciones humanas de los falsos
fariseos y doctores, Dios no me habría dado Su Palabra. ¿Y para qué
hablar del libro de Moisés y el libro de David? Toda profecía han
corrompido ellos, tanto que hoy en día una cosa no es intentada
porque Dios la hubiese ordenado, sino que los hombres miran a si los
doctores la dijeron, y si los fariseos la observan, como si Dios
estuviera equivocado, y los hombres no pudiesen errar.
¡Ay, entonces, de esta generación
infiel, porque sobre ellos caerá la sangre de cada profeta y hombre
justo, con la sangre de Zacarías hijo de Baraquías, a quien ellos
mataron entre el templo y el altar!. ¿A qué profeta no han
perseguido ellos?. ¿A qué hombre justo han dejado ellos que muera
de muerte natural? ¡Escasamente a uno! Y ahora ellos intentan
matarme. Ellos se jactan de ser hijos de Abraham, y de poseer el
hermoso Templo. Como que Dios vive, ellos son hijos de Satanás, y
por lo tanto ellos hace su voluntad; por lo tanto el Templo, con la
ciudad santa, será arruinado, tanto que no quedará del Templo
piedra sobre piedra.
190
Dime, hermano, tú que eres un
doctor experto en la Ley, ¿en quién fue hecha la promesa del Mesías
a nuestro padre Abrahán?. ¿En Isaac o en Israel?. El
escriba respondió: Oh maestro, temo decirte esto, debido a
la pena de muerte. Entonces dijo Jesús: Hermano, me
aflijo de haber venido a comer pan en tu casa, ya que tú amas esta
vida actual más que a Dios tu Creador; y por esta causa tú temes
perder tu vida, pero no temes perder la fe y la vida eterna, las
cuales se pierden cuando la lengua habla contrario a lo que el
corazón sabe de la Ley de Dios.
Entonces el buen escriba lloró, y
dijo: Oh maestro, si yo hubiera sabido cómo dar fruto, yo
habría predicado muchas cosas que he dejado de decir ya que podría
surgir la sedicción entre la gente.
Jesús respondió: Tu no
deberías respetar ni a las gentes, ni a todo el mundo, ni a todos
los santos, ni a todos los ángeles, cuando causase ofensa a Dios.
Así que deja que todo el mundo perezca antes que ofender a Dios a tu
Creador, y no lo conserves con el pecado. Porque el pecado destruye y
no conserva, pero Dios es Poderoso para crear tantos mundos como
granos de arena hay en el mar, y más.
191
El escriba entonces dijo: Perdóname, oh maestro, porque he pecado. Dijo Jesús: Que Dios te perdone; porque contra El pecaste.
Entonces dijo el escriba: Yo he visto un libro antiguo
escrito por mano de Moisés y de Josué el que hizo detenerse el sol
como tú lo has hecho, siervos y profetas de Dios, y dicho libro es
el verdadero libro de Moisés. Allí está escrito que Ismael es el
padre del Mesías, e Isaac el padre del mensajero de Mesías. Y así
decía el libro, que dijo Moisés: "Señor Dios de Israel,
Poderoso y Misericordioso, manifiesta a Tu siervo el esplendor de Tu
Gloria". Así que entonces Dios le mostró a Su Mensajero en
brazos de Ismael, y a Ismael en brazos de Abraham. Cerca de Ismael
estaba Isaac, en cuyos brazos había un niño, quien con su dedo
apuntaba al Mensajero de Dios, diciendo: "Ese es para el cual
Dios creó todas las cosas".
Entonces Moisés gritó con
alegría: "¡Oh Ismael, tú tienes en tus brazos a todo el
mundo, y el Paraíso! Acuérdate de mi, siervo de Dios, para que yo
halle gracia a la vista de Dios por medio de tu hijo, para el cual
Dios hizo todo".
192
En este libro no se encuentra que
Dios coma la carne de las reses u ovejas; en ese libro no se
encuentra que Dios haya limitado Su Misericordia solamente a Isaac,
sino más bien que Dios tiene misericordia de todo hombres que busque
a Dios su Creador sinceramente.
Todo ese libro yo no pude leer,
debido al sumo sacerdote, en cuya biblioteca estaba yo, el cual me lo
prohibió, diciendo que un ismaelita lo había escrito.
Entonces dijo: Jesús: Ten cuidado de no volver a retener la
verdad, porque en la fe del Mesías Dios dará la salvación a los
hombres, y sin ella nadie será salvado.
Y entonces terminó Jesús su
discurso. Entonces, cuando ellos estaban sentados a la mesa, he aquí
que María, la que lloró a los pies de Jesús, entró a la casa de
Nicodemo (ya que ése era el nombre del escriba), y llorando se puso
a los pies de Jesús, diciendo: Señor, tu sierva, que a
través de ti encontró misericordia con Dios, tiene una hermana, y
un hermano que ahora yace enfermo en peligro de muerte.
Jesús contestó: ¿Dónde
está tu casa? Dime, ya que yo iré a rezar a Dios por la salud de
él. María respondió: Betania es el hogar de mi
hermano y mi hermana, ya que mi propia casa está en Magdala: mi
hermano, por lo tanto, está en Betania. Dijo Jesús a la
mujer: Ve tú inmediatamente a la casa de tu hermano, y
espérame allí, ya que yo acudiré a curarlo. Y no temas, ya que él
no morirá. La mujer partió, y habiendo llegado a Betania
encontró que su hermano había muerto ese día, así que lo
tendieron en el sepulcro de sus padres.
193
Jesús permaneció dos días en
casa de Nicodemo, y al tercer día partió hacia Betania; y cuando él
estaba cerca del pueblo envió a dos de sus discípulos por delante,
para anunciar su llegada a María. Ella salió corriendo del pueblo,
y cuando ella hubo hallado a Jesús, dijo, llorando: Señor,
tú dijiste que mi hermano no morirá; pero ahora él ha estado
sepultado cuatro días. ¡Ojalá que hubieses venido antes de que yo
te llamara, ya que entonces él no habría muerto!.
Jesús contestó: Tu
hermano no está muerto, sino que duerme, así que yo vengo a
despertarlo. María respondió, llorando: Señor, de
ese sueño él será despertado el Día del Juicio por el ángel de
Dios sonando su trompeta. Jesús contestó: María,
créeme que él se levantará antes de ese día, ya que Dios me ha
dado poder sobre su sueño; y en verdad te dijo que él no regreso
muerto, ya que sólo está muerto el que muere sin hallar
misericordia con Dios. María regresó rápidamente a
anunciar a su hermana Martha la llegada de Jesús.
Sucedió entonces que estaban
reunidos allí a la muerte de Lázaro un gran número de judíos de
Jerusalén, y muchos escribas y fariseos. Martha, habiendo oído de
su hermana María de la llegada de Jesús, se levantó de prisa y
salió corriendo, y entonces la multitud de judíos, escribas, y
fariseos, la siguieron para consolarla, ya que ellos supusieron que
ella iba al sepulcro a llorar sobre su hermano. Entonces, cuando ella
llegó al lugar donde Jesús le había hablado a María, Martha dijo
llorando: Señor, ¡ojalá que hubieses estado aquí, porque
entonces mi hermano no habría muerto!.
María entonces llegó llorando;
así que Jesús derramó lágrimas, y dijo suspirando: ¿Dónde
lo habéis colocado?. Ellas respondieron: Ven y
mira. Los fariseos se dijeron entre ellos: Ahora
bien, este hombre, que resucitó al hijo de la viuda en Naim, ¿por
qué dejó que este hombre muriera, habiendo dicho que él no
morirá?.
Habiendo llegado Jesús al
sepulcro, donde todos estaban llorando, dijo: No lloréis,
porque Lázaro duerme, y yo vengo a despertarlo. Los fariseos
se decían unos a otros: ¡Ojalá que tú durmieras así!.
Entonces dijo Jesús: Mi hora aún no ha llegado; pero cuando
llegue yo dormiré de manera similar, y seré despertado
rápidamente. Entonces dijo Jesús: Retirad la piedra
del sepulcro.
Dijo Martha: Señor, el ya
hiede, pues ha estado muerto cuatro días. Dijo Jesús: ¿Para qué entonces he venido aquí, Martha? ¿No crees tú
en mi, que yo lo despertaré?. Martha contestó: Yo
sé que tú eres el santo de Dios, Quien te envió a este mundo.
Entonces Jesús levantó sus manos
al cielo, y dijo: Señor Dios de Abraham, Dios de Ismael e
Isaac, Dios de nuestro padres, ten misericordia de la aflicción de
estas mujeres, y da gloria a Tu santo Nombre. Y cuando todos
hubieron contestado ¿Amén, Jesús dijo con voz
fuerte Lázaro, sal de allí. Entonces el que estaba
muerto se levantó; y Jesús dijo a sus discípulos: ¡Desatádlo!,
ya que él estaba envuelto en el sudario con la tela sobre su cara,
tal como nuestros padres solían enterrar a sus muertos.
Una gran multitud de los judíos y
algunos de los fariseos creyeron en Jesús, ya que el milagro fue
grande. Los que permanecían en su incredubilidad partieron y fueron
a Jerusalén y anunciaron al jefe de los sacerdotes la resurrección
de Lázaro, y cómo muchos se habían vuelto nazarenos; ya que así
llamaban ellos a los que eran movidos al arrepentimiento a través de
la Palabra de Dios que Jesús predicaba.
194
Los escribas y fariseos se
aconsejaron con el sumo sacerdote para matar a Lázaro; ya que muchos
renunciaron a sus tradiciones y creyeron en la palabra de Jesús,
debido a que el milagro de la resurrección de Lázaro fue grande,
viendo que Lázaro tenía conversación con los hombres, y comía y
bebía. Pero como él era poderoso, teniendo seguidores en Jerusalén,
y siendo dueño con su hermana de Magdala y Betania, ellos no sabían
qué hacer. Jesús entró a Betania, a la casa de Lázaro, y Martha,
con María, le sirvieron.
María, sentada un día a los pies
de Jesús, estaba escuchando a sus palabras, y entonces Martha le
dijo a Jesús: Señor, ¿no vés que mi hermana no te cuida,
ni te proporciona lo que debes comer tú y tus discípulos?.
Jesús contestó: Martha, Martha, no te fijes en lo que tú
deberías hacer; ya que María ha escogido una parte que no le será
quitada nunca.
Jesús, sentado a la mesa con una
gran multitud que creía en él, habló, diciendo: Hermanos,
sólo tengo un poco de tiempo para permanecer con vosotros, ya que
está cerca la hora de que yo parta del mundo. Por lo tanto os traigo
a la memoria las palabras de Dios dadas a Ezequiel el profeta,
diciendo: "Como que Yo, vuestro Dios, vivo eternamente, el alma
que peca, morirá, peor si el pecador se arrepiente él no morirá
sino que vivirá". Así que la muerte actual no es muerte, sino
más bien el final de una larga muerte: así como el cuerpo se separa
del sentido durante un desmayo, aunque tenga al alma dentro de sí,
no tiene otra ventaja sobre los muertos y enterrados excepto ésta,
que el cuerpo enterrado espera que Dios lo resucite, mientras que el
inconsciente espera que el sentido regrese. Mirad, entonces, la vida
presente que es muerte, al no tener percepción de Dios.
195
Los que crean en mi no morirán
eternamente, ya que a través de mi palabra ellos percibirán a Dios
dentro de ellos, y por lo tanto lograrán su salvación. ¿Qué es la
muerte sino un acto que la naturaleza hace por orden de Dios? Tal
como sería si uno tuviera un pájaro amarrado, y detuviera la cuerda
con la mano; cuando la cabeza desea que el pájaro se escape volando,
¿qué hace? Ciertamente que naturalmente le ordena a la mano que el
pájaro se escape volando, ¿qué hace? Ciertamente que naturalmente
le ordena a la mano que se abra; y así de inmediato el ave se escapa
volando. "Nuestra alma>>, como dijo el profeta David, "es
como una golondrina liberada de la trampa del cazador", cuando
el hombre vive bajo la protección de Dios. Y nuestra vida es como
una cuerda con la que la naturaleza detiene al alma atada al cuerpo y
el sentido del hombre. Por lo tanto cuando Dios desea, y ordena a la
naturaleza que abra, la vida se rompe y el alma se escapa a las manos
de los ángeles a quienes Dios ordenó que reciban las almas.
Que, entonces, los amigos no
lloren cuando su amigo muere; ya que Dios así lo ha querido. Pero que
él llore sin cesar cuando él peque, porque así el alma muere, ya
que se separa de Dios, la verdadera Vida. Si el cuerpo es horrible
sin su unión con el alma, mucho más terrible es el alma sin la
unión con Dios, el Cual con Su Gracia y Misericordia la embellece y
vivifica.
Y habiendo dicho esto Jesús dio
gracias a Dios; y entonces Lázaro dijo: Señor, esta casa
pertenece a Dios mi Creador, con todo lo que El me ha dado en
custodia, para el servicio de los pobres. Por lo tanto, ya que tú
eres pobre, y tienes un gran número de discípulos, ven tú a vivir
aquí cuando de plazca, y tanto como te plazca, ya que el siervo de
Dios te servirá y administrará tanto como se necesite, por amor a
Dios.
196
Jesús se alegró cuando oyó
esto, y dijo: ¡Vé ahora qué buena cosa es morir! Lázaro
ha muerto una vez solamente, y ha aprendido tal doctrina como no es
conocida a los hombres más sabios del mundo que han crecido entre
libros. Dios quiera que todo hombre muriera una vez solamente y
regresase al mundo, como Lázaro, para que los hombres pudieran
aprender a vivir.
Juan contestó: Oh
maestro, ¿me está permitido decir una palabra? Di
mil palabras, respondió Jesús, porque tal como un
hombre está obligado a dispensar sus bienes en el servicio de Dios,
asimismo está él obligado a dispensar doctrina; y mucho más está
él obligado a hacerlo si la palabra tiene poder para mover una alma
a la penitencia, mientras que los bienes no pueden devolver la vida a
los muertos. Así que es un asesino el que tiene poder para ayudar a
un pobre y, como él no lo ayuda, el pobre muere de hambre; pero más
grave asesino es el que por medio de la Palabra de Dios podía haber
convertido al pecador al arrepentimiento, y no lo convierte, sino que
se queda, como dice Dios, "como un perro mudo". Contra
éstos dice Dios: "El alma del pecador que perece porque tú
ocultaste Mi Palabra, Yo la requerir? de tus manos, oh siervo
infiel". ¿En qué condición, entonces, están ahora los
escribas y fariseos que tienen la llave y no quieren entrar, sino que
impiden el paso a todos los que quisieran entrar a la vida eterna?.
Tú me pides, oh Juan, permiso
para decir una palabra, habiendo escuchado 100,000 palabras mías. En
verdad te digo, yo estoy obligado a escucharte 10 veces por cada una
que tú me hayas escuchado. Y el que no escuche a otro, cada vez que
él hable él pecará; ya que nosotros deberíamos hacer a los demás
lo que nosotros quisiéramos para nosotros mismos, y no a los otros
lo que a nosotros no nos gustaría recibir.
Entonces dijo Juan: Oh
maestro, ¿por qué no ha concedido Dios esto a los hombres, que
ellos mueran una vez y regresen como Lázaro ha hecho, para que ellos
puedan aprender a conocerse a si mismos y a su Creador?.
197
Jesús respondió: Dime,
Juan; hubo un dueño de una casa que le dio una hacha perfecta a uno
de sus sirvientes para que derribara el bosque que obstruía la vista
de su casa. Pero el trabajador olvidó el hacha, y dijo: "Si el
amo me diera una hacha vieja yo cortaría fácilmente la madera".
Dime, Juan, ¿qué dijo el amo? Seguramente que él se enojó, y tomó
el hacha vieja y lo golpeó en la cabeza, diciendo: "¡Tonto y
estúpido! Te di una hacha con la cual pudiste haber derribado el
bosque sin cansancio, ¿buscas tú esta hacha, con la cual uno debe
trabajar con gran esfuerzo, y todo lo que se corta se desperdicia y
no sirve para nada? Yo quiero que cortes el bosque de manera tal que
el trabajo sea bueno". ¿Es eso cierto?.
Juan respondió: Es
ciertísimo. Entonces dijo Jesús: Dijo Dios: "Como
que Yo vivo eternamente, Yo he dado una buena hacha a cada hombre, la
cual es la visión del entierro de un muerto. El que cuide bienes
esta hacha elimina el bosque del pecado de su corazón sin dolor; por
lo tanto ellos reciben Mi Gracia y Misericordia; dándoles el mérito
de la vida eterna por sus buenas obras. Pero el que olvida que él es
mortal, aunque una vez tras otra vé morir a otros, y dice: 'Si yo
viera la otra vida, yo haría buenas obras', Mi ira caerá sobre él,
y así lo afligiré con muerte tal que él nunca recibirá bien
alguno". Oh Juan, dijo Jesús, ¡cuán grande es
la ventaja del que de la caída de los demás aprende a pararse sobre
sus pies!.
198
Entonces dijo Lázaro: Maestro,
verdaderamente te digo, que yo no puedo concebir la pena que merece
el que una vez tras otra vé al muerto siendo llevado a la tumba y no
tiene a Dios nuestro Creador. Ese, por las cosas de este mundo, las
cuales él debería abandonar por entero, ofende a su Creador Quien
lo da todo. Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros me llamáis Maestro, y hacéis bien, ya que Dios os
enseña a través de mi boca. Pero ¿cómo llamaréis a Lázaro? En
verdad él es aquí maestro de todos los maestros que enseñan
doctrina en este mundo. Yo ciertamente os he enseñado cómo
deberíais vivir bien, pero Lázaro os enseñará cómo morir bien.
Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, él ha
recibido el don de la profecía; por lo tanto escuchad a sus
palabras, las cuales son las verdad. Y tanto más deberíais
escucharlo, como que vivir bien es vano si uno muere malamente.
Dijo Lázaro: Oh maestro,
te agradezco que hagas que la verdad sea apreciada, por lo tanto Dios
te dará gran mérito. Entonces dijo el que escribe: Oh
maestro, ¿cómo había Lázaro diciendo la verdad al decirte "Tú
tendrás mérito, si tu dijiste a Nicodemo que el hombre no merece
nada sino castigo? ¿Serás tú, según eso, castigado por Dios?.
Jesús contestó: Dios quiera que yo reciba el castigo de
Dios en este mundo, ya que yo no lo he servido tan fielmente como yo
estaba obligado a hacer. Pero Dios me ha amado tanto, por Su
Misericordia, que todo castigo me es retirado, tanto que yo sólo
seré atormentado en otra persona. Porque el castigo era adecuado
para mi, ya que los hombres me han llamado Dios; pero como yo he
confesado, no sólo que yo no soy Dios, como es la verdad, sino que
también he confesado que yo no soy el Mesías, por lo tanto Dios ha
alejado de mi el castigo, y hará que un malvado lo sufra en mi
nombre, así que la vergüenza será sólo mía. Así que yo te digo,
oh Bernabé, que cuando un hombre habla de lo que Dios le dará a su
prójimo, que diga que su prójimo lo amerita; pero que se fije que,
cuando él hable de lo que Dios le dará a él mismo, que no diga:
"Dios me dará". Y que se fije de no decir: "Yo
merezco", ya que Dios se complace en otorgar Su Misericordia a
Sus siervos cuando ellos confiesan que emeritarán el infierno por
sus pecados.
199
Dios es tan Rico en Misericordia
que, así como el agua de mil mares, si hubiera tantos, no podría
apagar una chispa de las llamas del infierno, sin embargo una sola
lágrima de uno que se lamenta por haber ofendido a Dios apaga el
infierno entero, por la gran misericordia con que Dios lo socorre.
Dios, por lo tanto, para confundir a Satanás y para manifestar Su
propia Generosidad, quiere llamar mérito en presencia de Su
Misericordia cada buena obra de Su siervo fiel, y quiere que él
hable así de su prójimo. Pero de sí mismo un hombre debe cuidarse
de decir: "Yo tengo mérito"; ya que él sería
condenado.
200
Jesús entonces se volvió hacia
Lázaro, y dijo: Hermano, es necesario que permanezca sólo
un tiempo corto en el mundo, por lo tanto cuando yo esté cerca de tu
casa yo no iré nunca a otro lugar, ya que tú me atenderás, no por
amor a mi, sino por amor a Dios.
Estaba cerca la Pascua de los
judíos; así que Jesús dijo a sus discípulos: Vayamos a
Jerusalén a comer el cordero pascual. Y él envió a Pedro y
Juan a la ciudad, diciendo: Vosotros hallaréis una hembra de
asno con un pollino cerca de la puerta de la ciudad: soltádla y
traédla aquí; porque es necesario que yo entre montado a Jerusalén.
Y si alguien os pregunta diciendo: "¿Para qué el soltáis?",
decidles: "El maestro tiene necesidad de ella", y ellos os
permitirán traerla aquí.
Los discípulos fueron, y
encontraron todo lo que Jesús les había dicho, y entonces trajeron
a la burra y el pollino. Los discípulos entonces pusieron sus mantos
sobre el pollino, y Jesús se montó sobre él. Y sucedió que,
cuando los hombres de Jerusalén oyeron que Jesús de Nazaret venía,
los hombres salieron con sus hijos ansiosos por ver a Jesús,
llevando en las manos ramas de palmera y olivo, cantando: ¡Bendito
sea le que viene a nosotros en el nombre de Dios! ¡Hossana, hijo de
David!. Habiendo entrado Jesús a la ciudad, los hombres
extendían sus túnicas bajo las patas del asno, cantando: ¡Bendito
sea el que viene a nosotros en el nombre de Dios! ¡Hossana, hijo de
David!.
Los fariseos reprocharon a Jesús,
diciendo: ¿No vés lo que éstos dicen? ¡Haz que se
callen!. Entonces dijo Jesús: Como que Dios vive,
ante Cuya Presencia comparece mi alma, si los hombres se callaran;
las piedras gritarían contra la infidelidad de los malvados
pecadores. Y cuando Jesús hubo dicho esto todas las piedras
de Jerusalén gritaron con gran ruido: ¡Bendito sea el que
viene a nosotros en el nombre del Señor Dios!. No obstante,
los fariseos permanecieron aún incrédulos y, habiéndose reunido,
se aconsejaron para atraparlo en sus palabras.
201
Habiendo entrado Jesús al Templo,
los escribas y fariseos trajeron ante él a una mujer acusada de
adulterio. Ellos se decían entre ellos: Si él la salva, es
contrario a la ley de Moisés, y así lo tendremos como culpable, y
si él condena, es contrario a su propia doctrina, ya que él predica
misericordia. Así que ellos vinieron a Jesús y dijeron: Maestro, hemos hallado a esta mujer en adulterio. Moisés
ordenó que debería ser apedreada. ¿Qué dices Tú?.
Entonces Jesús se inclinó y arrodilló y con su dedo hizo un espejo
en el cual cada uno veía sus propias iniquidades. Como ellos todavía
insistían en la respuesta, Jesús se levantó y, apuntando al espejo
con su dedo, dijo: Aquél de vosotros que esté libre de
pecado, que sea el primero en apedrearla Y otra vez él se
hincó, formando el espejo. Los hombres, al ver esto, salieron uno
por uno, empezando por el más anciano, ya que ellos se avergonzaron
al ver sus abominaciones.
Habiéndose levantado Jesús, y no
viendo a nadie sino a la mujer, dijo: Mujer, ¿dónde están
los que te condenaban?. La mujer contestó: Señor,
ellos se han ido, y si tú me perdonas, como que Dios vive, yo ya no
pecaré. Entonces dijo Jesús: ¡Bendito sea Dios!
Vete en paz y no peques más, ya que Dios no me envió a
condenarte.
Entonces, estando reunidos los
escribas y fariseos, Jesús les dijo: Decidme: si uno de
vosotros tuviera cien ovejas, y perdiera una de ellas, ¿no iríais
vosotros a buscarla, dejando a las 99? Y cuando él las encontrase,
¿no la podríais sobre vuestros hombros y, habiendo convocado a
vuestros vecinos, les diríais: "Alegráos conmigo, porque he
encontrado la oveja que yo había perdido"? Seguramente que lo
haríais.
Ahora decidme, ¿amará menos
nuestro Dios al hombre, para quien él hizo el mundo? Como que Dios
vive, asimismo hay alegría por un pecador que se arrepiente; ya que
los pecadores dan a conocer la misericordia de Dios.
202
Decidme, ¿por quién es más
amado el médico: por los que nunca han tenido ninguna enfermedad, o
por aquéllos a quienes el médico ha curado de graves
enfermedades?. Le dijeron los fariseos: ¿Y cómo va
a amar al médico el que está sano? Seguramente él lo amará sólo
porque no está enfermo; y no habiendo tenido conocimiento de la
enfermedad él sólo amará poco al médico. Entonces con
vehemencia de espíritu habló Jesús, diciendo: Como que
Dios vive, vuestras propias lenguas condenan vuestra soberbia, tanto
como que nuestro Dios es amado más por el pecador que se arrepiente,
que por los justos. Porque el justo no tiene conocimiento de la
Misericordia de Dios. Así que hay más regocijo en la presencia de
los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente que por 99
personas rectas.
¿Dónde están los justos en
nuestro tiempo? Como que Dios vive, grande es el número de los
injustos, siendo su condición como la de Satanás. Los
escribas y fariseos contestaron: Nosotros somos pecadores,
así que Dios tendrá misericordia de nosotros. Y esto lo
decían para tentarlo; ya que los escribas y fariseos consideraban el
mayor insulto el ser llamados pecadores. Entonces dijo Jesús: Me
temo que seáis justos injustos. Porque si habéis pecado y negáis
vuestro pecado, llamándoos justos a vosotros mismos, vosotros sois
injustos; y si en vuestro corazón os consideráis justos a vosotros
mismos, y con vuestra lengua decís que sois pecadores, entonces
vosotros sois doblemente justos injustos.
Entonces los escribas y fariseos
al oír esto se confundieron y partieron, dejando a Jesús con sus
discípulos en paz, y ellos fueron a casa de Simón el leproso, cuya
lepra había limpiado y curado Jesús. Los ciudadanos habían reunido
a los enfermos en casa de Simón y le rogaron a Jesús que sanase a
los enfermos.
Entonces Jesús, sabiendo que su
hora estaba cercana, dijo: Llamad a los enfermos, tantos como
haya, porque Dios es Poderoso y Misericordioso para curarlos.
Ellos respondieron: No sabemos que haya más enfermos en
Jerusalén. Jesús respondió llorando: ¡Oh
Jerusalén, oh Israel, lloro por ti, porque tú no conoces a tu
visitante! ¡Porque yo hubiera querido reunirte al amor de Dios tu
Creador, como una gallina reúne a sus pollitos bajos sus alas, pero
tú no quieres!. Así que Dios te dice esto:
203
"Oh ciudad, de corazón duro
y perversa de mente, Yo te he enviado a Mi siervo, con el fin de que
él convierta a la verdad de tu corazón, y que arrepientas; pero tú,
oh ciudad de confusión, has olvidado todo lo que Yo hice a Egipto y
al Faraón por amor a ti, oh Israel. Muchas veces lloraste tú a Mi
siervo para que él curase tu cuerpo de enfermedad, pero tú trataste
de matar a Mi siervo porque él quería curar tu alma de pecado.
¿Quedarás tú sola, entonces, sin ser castigada por Mi? ¿Vivirás
tú, entonces, eternamente? ¿Y te librará de Mis Manos tu soberbia?
Seguro que no. Porque Yo traeré príncipes con un ejército contra
ti, y ellos te rodearán con fuerza, y de tal manera Yo te entregaré
en manos de ellos que tu soberbia caerá al infierno.
Yo no perdonaré a los ancianos ni
a las viudas, Yo no perdonaré a los niños, sino que Yo os entregaré
a todos al hambre, la espada, y la vergüenza: y el Templo, donde Yo
he mirado con misericordia, lo desolaré Yo junto con la ciudad,
tanto que vosotros seréis sólo una fábula, una ilusión y un
proverbio entre las naciones. Así se está juntando Mi ira sobre ti,
y Mi indignación no duerme".
204
Habiendo dicho esto, Jesús dijo
otra vez: ¿No sabéis que hay otros enfermos? Como que Dios
vive, hay más pocos en Jerusalén que tienen sus almas sanas que los
que están enfermos en sus cuerpos. Y para que conozcáis la verdad,
yo os digo, ¡oh enfermos, en el nombre de Dios, que la enfermedad os
deje!. Y cuando él hubo dicho esto, ellos fueron curados
inmediatamente.
Los hombres lloraron cuando oyeron
acerca de la Ira de Dios sobre Jerusalén, y rogaron pidiendo
misericordia, y entonces Jesús dijo: Dice Dios: "Si
Jerusalén llora pro sus pecados y hace penitencia, caminando en Mis
Caminos. Yo nunca más recordaré sus iniquidades, Yo no le haré
nada del daño que he dicho. Pero Jerusalén llora por su ruina y no
por haberme deshonrado, por lo que ella ha blasfemado Mi nombre entre
las naciones. Por lo tanto es MI Furia encendida mucho más. Como que
Yo vivo eternamente, si Job, Abraham, Samuel, David y Daniel, Mis
siervos, con Moisés, rogasen por esta gente, Mi Ira sobre Jerusalén
no sería aplacada". Y habiendo dicho esto, Jesús se
retiró entrando a la casa, mientras que todos se quedaron
atemorizados.
205
Mientras que Jesús cenaba con sus
discípulos en la casa de Simón el leproso, he aquí que María la
hermana de Lázaro entró a la casa y, habiendo roto el sello de un
recipiente, vertió perfume sobre la cabeza y ropas de Jesús. Al ver
esto, Judas el traidor quiso impedir a María que hiciese tal cosa,
diciendo: ve y vende el perfume y Tráeme el dinero para que yo pueda
darlo a los pobres?. Dijo Jesús: Por qué le impides que lo haga?
Déjala en paz, porque a los pobres siempre los tendréis con
vosotros, pero a mí no tendréis siempre.
Judas contestó: Oh maestro, este
perfume podría haber sido vendido por 300 monedas; mira entonces
cuántas gentes pobres podrían haber ayudado. Jesús respondió: Oh
Judas, yo conozco tu corazón: ten paciencia por lo tanto, y yo te
daré todo.Todos comían con temor, y los discípulos estaban
afligidos, porque ellos supieron que Jesús debería partir pronto de
ellos. Pero Judas estaba indignado porque él sabía que estaba
perdiendo 30 monedas por el perfume no vendido, ya que él robaba la
décima parte de todo lo que le daban a Jesús.
El fue a encontrarse con el Sumo
sacerdote, quien estaba reunido con un gran número de sacerdotes,
escribas y fariseos: a quienes Judas habló, diciendo: Qué me
daréis, si yo entrego en vuestras manos a Jesús, el que quiere
hacerse rey de Israel?. Ellos contestaron: Cómo lo vas a entregar en
nuestras manos?. Dijo Judas: Cuando yo sepa que él sale de la ciudad
a rezar os lo diré, y os conduciré al lugar donde él se encuentre;
ya que aprehenderlo en la ciudad sería imposible sin disturbios.El
sumo sacerdote respondió: Si tú lo entregas en nuestras manos,
nosotros te daremos 30 monedas de oro, y tú verás qué bien te
trataremos.
206
Cuando el día llegó, Jesús
subió al templo con una gran multitud de gente. Entonces el sumo
sacerdote se acercó a él, diciendo: Dime, oh Jesús, has olvidado
todo lo que confesaste de que tú no eres Dios, ni hijo de Dios, ni
siquiera el Mesías?. Jesús respondió: Claro que no, yo no lo he
olvidado; porque ésta es mi confesión la cual diré ante el juicio
de Dios en el día del juicio. Porque todo lo que está escrito en el
libro de Moisés es ciertísimo, tanto que como solo Dios nuestro
Creador es Dios, y yo soy el siervo de Dios y deseo servir al
mensajero de Dios a quien vosotros llamáis Mesías.
Dijo el sumo sacerdote: Entonces
por qué vienes al templo con una multitud tan grande?, buscas,
acaso, hacerte rey de Israel? ten cuidado, o de lo contrario algún
peligro podría caerte. Jesús contestó: Si yo buscara mi propia
gloria y deseara mi porción en este mundo, yo no habría huido
cuando la gente de Naím quería hacerme rey. Créeme,
verdaderamente, que yo no busco nada en este mundo.
Entonces dijo el sumo sacerdote:
Queremos saber alguna cosa acerca del Mesías. Y entonces los
sacerdotes, escribas y fariseos hicieron un círculo alrededor de
Jesús, Jesús contestó: Cuál es esa cosa que tú quieres saber
acerca del Mesías? es acaso la mentira? ten por seguro que yo no te
diré la mentira. Pues si yo hubiese dicho la mentira yo hubiera sido
adorado por ti, y por los escribas y fariseos con todo Israel: pero
como yo os digo la verdad vosotros me odiáis y tratáis de matarme.
Dijo el sumo sacerdote: Ahora
sabemos que tienes el diablo en tu espalda; porque tú eres un
samaritano, y no tienes respeto al sacerdote de Dios.
207
Jesús respondió: Como que Dios
vive, yo no tengo al diablo en mi espalda, sino que yo busco expulsar
al demonio. Así que, por esta causa el demonio agita al mundo contra
mí, porque yo no soy de este mundo, sino que busco que Dios sea
glorificado,Quien me envío al mundo. Por lo tanto oídme, y os diré
quien tiene al demonio en su espalda. Como que Dios vive, ante cuya
presencia comparece mi alma, el que trabaja según la voluntad del
demonio, él tiene al demonio en su espalda, el cual le ha puesto las
riendas de su voluntad y lo cabalga a su gusto, haciéndolo correr
hacia toda inequidad.
Así como una ropa cambia de
nombre cuando cambia de propietario , aunque todo es la misma tela;
así también los hombres, aunque ellos sean de un material, son
diferentes por razón de las obras que actúan en el hombre. Si yo he
pecado, por qué no me reprendéis como a un hermano, en lugar de
odiarme como a un enemigo? en verdad los miembros de un cuerpo se
ayudan unos con otros cuando están unidos con la cabeza, y los que
son cortados de la cabeza no pueden dar socorro. Porque las manos de
un cuerpo no sienten el dolor de los pies de otro cuerpo, sino al de
cuerpo al que están unidas. Como que Dios vive, ante cuya Presencia
comparece mi alma, el que teme y ama a Dios su Creador tiene el
sentimiento de misericordia sobre aquellos sobre quienes Dios su
cabeza, tienen misericordia; y ya que Dios no desea la muerte del
pecador, sino que espera que cada uno se arrepienta, si vosotros
fueseis de ese cuerpo al que yo estoy incorporado, como que Dios
vive, vosotros me ayudaríais a actuar según mi cabeza.
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