Con esta entrada, doy por finalizado mi viaje por el pensamiento de este sabio, pues así se le puede calificar. Me ha gustado el tono cercano que utiliza. La frescura que desprende su concepción del ser humano y muchas de las cosas que he transcrito. Hay algunas con las que no estoy de acuerdo, pero, como estoy cansada de discusiones eruditas que no me enriquecen y me levantan dolor de cabeza, me las guardo para mí. Con la misma intención las he puesto a vuestra disposición. Ya sabéis que comparto conforme leo, y escribo por compartir.
Me volveré con los Frisones, que todavía nos queda el segundo libro.
EL
INVESTIGADOR CIENTÍFICO Y EL BUSCADOR RELIGIOSO
Hacer
girar la llave
Le
preguntaron a un gran maestro: «¿Qué
es el Buda?»
«La
mente es el Buda»,
contestó. Cuando
el mismo discípulo
volvió a hacerle
la misma pregunta muchos años
después, dijo:
«No Buda, no
mente.»
«Entonces,
¿por qué
dijiste anteriormente "La mente es el Buda"?»
«¡Para
que el bebé deje
de llorar! Una vez que el bebé
ha dejado de llorar, digo: no mente, no Buda.»
La
filosofía es
solo un juguete, un juguete para que el bebé
deje de llorar. Y también
la teología. En
realidad, la religión
se constituye de experiencia, de experimentación;
no tiene nada que ver con la especulación.
En su esencia natural es la ciencia de lo interno; es tan científica
como cualquier otra ciencia. La diferencia entre la religión
y la ciencia no es su metodología,
sino solo su objeto.
La
ciencia observa el mundo objetivo en el que fluye nuestra energía,
en el que fluye nuestra luz. La religión
investiga lo subjetivo, donde nuestra luz no está
fluyendo pero se puede hacer que fluya. Por eso la ciencia es más
fácil que la
religión. No
pienses ni un solo momento que la religión
es más simple
que la ciencia. Es una ciencia más
elevada; ¿cómo
va a ser más
simple que la ciencia? Es una ciencia superior.
Primero
la luz tiene que fluir hacia dentro; entonces cae en tu ser, entonces
se revela tu ser y puedes entrar en tu ser. Y entrar en el propio ser
es entrar en el reino de Dios. Ahí,
tú no existes y
existe Dios: tú
sólo existes en
la sombra. Cuando la luz fluye hacia fuera, existes sólo
en la sombra. Existes porque permaneces inconsciente de tu verdadero
ser. Tu verdadero ser es el ser supremo. Tu verdadero ser es un Ser
con S mayúscula.
No tiene nada que ver contigo; es el ser de todo. Pero para eso tiene
que tener lugar una gran transformación.
La
naturaleza te ha preparado para el flujo hacia fuera. La función
de la naturaleza ha terminado. Con el hombre, la naturaleza ha
alcanzado su clímax; ahora nada más
va suceder de manera natural a menos que el hombre tome la decisión
de ir más lejos
que la naturaleza. La naturaleza te ha llevado al punto desde el que
eres capaz de valerte por ti mismo. El hombre ya no es un niño,
el hombre se ha hecho adulto. Ahora la naturaleza ya no será
tu madre; no es necesario.
La
evolución
natural se ha detenido con el hombre. Esto es un hecho. Incluso los
científicos
están tomando
cada vez más
conciencia de ello: durante miles de años
nada le ha sucedido al hombre, el hombre ha permanecido igual; como
si el trabajo de la naturaleza estuviera hecho. Ahora el hombre tiene
que hacerse cargo del futuro desarrollo. Eso es la religión.
Religión
significa que el hombre empieza a valerse por sí
mismo, se vuelve el responsable de su propio ser, empieza a buscar y
a indagar y a inquirir la realidad: ¿quién
soy? Y esto no debería
ser solo por curiosidad.
La
filosofía es por
curiosidad. La religión
es una búsqueda
muy sincera, muy auténtica;
es una investigación.
Y hay una gran diferencia entre curiosidad e investigación.
La curiosidad es infantil, tan solo un niño
con picor en la cabeza; quisieras rascarte y luego te sientes
satisfecho. La filosofía
es ese rascarse; la religión
es una cuestión
de vida y muerte. En la filosofía
nunca te implicas, permaneces distanciado. Juegas con los juguetes,
pero no es una cuestión
de vida y muerte. Acumulas conocimientos, pero nunca los practicas.
He
oído que...
Había
una vez un eminente erudito confuciano. Era un caballero de casi
ochenta años y
se decía que no
tenía igual en
conocimiento y entendimiento.
Entonces
corrió el rumor
de que muy lejos de allí
había surgido
una nueva doctrina que era aún
más profunda que
su conocimiento. Al anciano caballero esto le pareció
intolerable y decidió
que había que
zanjar la cuestión
de una manera u otra.
A
pesar de su edad, emprendió
un largo viaje. Tras meses de penalidades en el camino, llegó
a su destino, se presentó
y refirió el
propósito de su
visita.
Su
anfitrión, que
era un maestro de la nueva escuela Zen, se limitó
a citar: «Evitar
hacer el mal, hacer todo el bien posible: ésta
es la enseñanza
de los budas.»
Al
oír esto, el
caballero confuciano se puso furioso: «He
venido hasta aquí
a pesar de los peligros y los riesgos de un viaje tan largo y
accidentado, y pese a mi avanzada edad, ¡y
tú simplemente
citas una pequeña
rima que cualquier niño
de tres años
sabe de memoria! ¿Te
estás burlando
de mí?»
Pero
el maestro Zen contestó:
«No me estoy
burlando de usted, señor.
Por favor, considere que aunque es verdad que cualquier niño
de tres años
conoce este verso, incluso un hombre de ochenta años
pasa por alto vivir de acuerdo a ello.»
La
religión no es
una cuestión de
saber, sino de vivir de acuerdo a ella. La religión
es la vida, y a menos que la vivas, no sabrás
nada acerca de lo que es. Y para vivir la religión
hay que dejar de filosofar y hay que empezar a experimentar. Hay que
convertirse en un laboratorio. El laboratorio del científico
está fuera; el
laboratorio de la persona religiosa es su propio ser: su propio
cuerpo, su propia alma, su propia mente. El científico
tiene que concentrarse en el objeto sobre el que está
experimentando: su trabajo tiene que hacerlo con los ojos abiertos.
El trabajo de la religión
hay que hacerlo con los ojos cerrados: hay que concentrarse en uno
mismo.
Y
la complejidad es grande, porque en el mundo de la religión
el experimentador y lo experimentado son el mismo; de ahí
la complejidad, de ahí
la rareza, de ahí
la incomprensibilidad, de ahí la
falta de lógica.
El conocedor y lo conocido son el mismo en el mundo de la religión.
En el mundo de la ciencia el conocedor está
separado, lo conocido está
separado; las cosas están
bien definidas, demarcadas. Pero en la religión
todo se funde, todo se transforma en todo lo demás;
¡ni siquiera el
conocedor puede permanecer separado! La religión
no te da conocimiento separado del conocedor. Te da experiencia, no
separada del conocedor, sino como la esencia misma del conocedor.
Para
ser un buscador religioso hay que dejar de filosofar; hay que
desechar todos los conocimientos a priori, porque todo conocimiento a
priori es un obstáculo.
Detiene tu investigación,
tu investigación
se vuelve deshonesta: se envenena desde el mismo comienzo. ¿Cómo
vas a investigar si ya has concluido? Ser cristiano y ser religioso
es imposible, o ser hindú
y ser religioso es imposible. ¿Cómo
vas a ser religioso si eres hindú?
Ser hindú
significa que ya has concluido, ya has decidido qué
es la verdad. ¿Qué
sentido tiene ahora la investigación?
¿Qué
vas a investigar? Lo único
que estarás
haciendo será
encontrar apoyos, argumentos a favor de lo que ya has concluido. Y
puede que tu conclusión
sea errónea;
nadie lo sabe, porque tu conclusión
no es tuya, te la ha dado la sociedad.
A
la sociedad le interesa mucho darte conclusiones. A la sociedad no le
interesa darte consciencia para que puedas concluir por ti mismo.
Antes de que te vuelvas consciente, antes de que comience ninguna
investigación,
la sociedad te atiborra de todo tipo de conclusiones, para detener
la investigación,
porque el que investiga es peligroso para la sociedad. El que no
investiga es conveniente, el que no investiga es obediente.
Simplemente recoge las órdenes,
los mandatos, y los sigue. Es conformista, es convencional. Una vez
que has atiborrado la mente de alguien con una creencia, le has
drogado; la creencia es una droga. Empieza a creer, sigue creyendo...
Poco a poco empieza a pensar que su creencia es su experiencia.
La
creencia es un sistema de hipnosis. Sigues sugestionando al niño:
«Eres hindú,
eres hindú»; le
llevas al templo, le guías
en ceremonias religiosas, supuestamente religiosas, y poco a poco
queda condicionado con la idea de que es hindú,
y de que todo lo que es hindú
es bueno y todo lo que no es hindú
es malo.
Y
se hace lo mismo en todo tipo de sociedad: has drogado al niño;
su fuente misma de consciencia ha sido envenenada. Y si crees algo,
empieza a parecer que es verdad. Si empiezas a creer algo,
encontrarás todo
tipo de apoyos para ello, todo tipo de argumentos para sustentarlo:
tu ego se involucra. No es solo una cuestión
de verdad, en el fondo es una cuestión
de: «¿Quién
tiene razón, yo
o tú? ¿Cómo
voy a estar equivocado yo? Tengo que tener razón».
Y optas por todo lo que te respalda. Y la vida es tan compleja que
puedes encontrar todo tipo de cosas en la vida..., elijas lo que
elijas, decidas lo que decidas. Si eres pesimista, encontrarás
todo tipo de argumentos en la vida que sustenten el pesimismo. Si
eres optimista, hay todo tipo de argumentos disponibles para ti.
La
vida es dual, la vida es paradójica,
la vida es multidimensional. Por eso existen tantos tipos de
filosofías,
«ismos»,
teologías, en el
mundo. Y cada teología
vive confinada por sus propias conclusiones y se siente perfectamente
bien.
Solo
en esta era les está
resultando un poco difícil
a los creyentes, y esto es una gran bendición,
porque han tomado conciencia también
de otros creyentes. Ahora el hindú
no está tan
complacido de sí
mismo, no puede estarlo: sabe que hay cristianos. Y el cristiano no
puede seguir creyendo que tiene la única
patente de la verdad, porque sabe que existen los mahometanos y los
taoístas y los
budistas y ¿quién
sabe?
Esta
era está muy
confusa; nunca ha sido así antes.
Pero recuerda: esta confusión
es una gran bendición;
algo está en
camino, algo tremendamente importante va a suceder. Este caos en la
mente es el principio de un nuevo amanecer. En el futuro las personas
no serán
mahometanas ni hindúes
ni budistas. Serán
investigadoras. La creencia está
desapareciendo y la oscuridad de la creencia está
desapareciendo. En el futuro nadie va a creer. La gente investigará,
y cuando encuentre, confiará.
La creencia es prestada; la confianza es la propia experiencia.
Lo
que enseño aquí
es ese tipo de religión
que va a suceder más
y más en el
futuro. Os estoy trayendo el futuro en el presente: os estoy haciendo
investigadores puros, sin ningún
sistema de creencias, listos para entrar en la investigación
pero sin ninguna conclusión,
abiertos a lo que pueda ser la verdad, dispuestos a aceptarla...,
pero solo abiertos a aceptar la verdad.
El
hombre que cree es un hombre cerrado: sus ventanas y puertas están
cerradas, vive en una especie de prisión.
Tiene que vivir en una especie de prisión;
si abre las ventanas y las puertas y entra el sol y entra el viento y
entra la lluvia, es posible que sus sistemas de creencias se
perturben. Si la verdad entra por todos los lados, le resultará
imposible proteger su creencia. Tiene que esconderse de la verdad;
tiene que vivir en un mundo acotado, sin ventanas, para que nada le
perturbe, para que pueda seguir creyendo, sin perturbaciones. Esto es
bueno para la sociedad, pero muy arduo para la salud del individuo.
La
sociedad te ha estado dando juguetes para que juegues con ellos;
igual que tú les
das juguetes a los niños
para que cuando se involucren en el juego no te molesten. Los padres
están a gusto:
el padre puede leer el periódico,
la madre puede trabajar en la cocina..., el niño
está ocupado con
los juguetes.
En
India, en los pueblos, ésta
ha sido la práctica
habitual: las mujeres pobres que tienen que trabajar en los campos
tienen que llevar con ellas a sus hijos pequeños.
Si los hijos son lo suficientemente mayores pueden jugar solos, pero
si son muy pequeños
y no pueden jugar solos son una constante distracción
para la madre. Llorarán,
tienen hambre o se han orinado o tienen frío,
y la madre tiene que venir y ocuparse de ellos continuamente, y esto
la distrae del trabajo y el jefe no lo permitirá.
De modo que la práctica
corriente es darle un poco de opio al niño.
Entonces el niño
está
profundamente dormido en el sopor gozoso que le ha dado el opio,
soñando bellos
sueños, y la
madre puede seguir trabajando sin distracciones. Esto es bueno para
el trabajo, esto es bueno para la madre, esto es bueno para el
propietario; pero es muy arriesgado y peligroso para la salud del
niño. Para su
futuro esto es también
venenoso. Pero esto es lo que ha estado sucediendo.
La
sociedad te da creencias para que no necesites experimentar, para que
no te distraigas con la investigación,
porque la investigación
tomará tanta
energía de ti
que no podrás
ser un buen empleado o un buen jefe de estación
o un buen cobrador o un buen policía.
Tu investigación
te distraerá;
estarás más
interesado en lo interno y tu interés
en lo externo empezará
a desaparecer.
La
sociedad quiere que vivas una vida extrovertida; la sociedad quiere
que seas eficiente en el mundo, que seas más
productivo en el mundo; que la producción
sea buena o mala no importa. Si trabajas en una fábrica
en la que se crean bombas, tienes que ser eficiente y productivo. Si
trabajas en el ejército
tienes que ser eficiente y siempre obediente. Estés
donde estés, que
el trabajo sea bueno o malo no importa; tienes que obedecer lo que
haya decidido la sociedad, tienes que estar bajo control.
Si
empiezas a investigar, entonces hay peligro: te volverás
cada vez más
introvertido, tus prioridades cambiarán,
tus valores serán
diferentes. Puede que no te preocupes mucho por el dinero, puede que
no te preocupes mucho por el poder, puede que no sigas siendo
ambicioso, puede que ya no seas posesivo, puede que tu interés
por la propiedad desaparezca. Empezarás
a buscar riquezas internas, el reino de Dios interno. Pero entonces
serás cada vez
menos eficiente para la sociedad, y la sociedad no puede permitirse
eso; aunque será
un mundo mejor, en el que hay más
personas introvertidas y que van a su aire, en vez de ser traídas
y llevadas por otros para que hagan sus cosas. Será
un mundo mejor, en el que las personas son más
meditativas. Entonces los políticos
no podrán armar
tantos líos como
han estado armando en el pasado. Las guerras desaparecerán
automáticamente
si las personas son más
introvertidas. Entonces ¿quién
querrá luchar y
quién querrá
matar y asesinar?
Y
la violencia se pinta de tal modo que parece bella. Asesinato en
nombre de la «nación»,
asesinato en nombre del islam, asesinato en nombre del
cristianismo..., y entonces el asesinato se vuelve bello. El
asesinato es el asesinato; no importa que asesines por el
cristianismo o por la iglesia o por el país
o por la nación.
Ésas son
simplemente excusas para asesinar, excusas para ser destructivo,
excusas para estar loco.
Cada
diez años
estalla una gran guerra en el mundo, porque en cada periodo de diez
años la gente
acumula tanto pus en su ser que tiene que salir a borbotones.
Acumulan tanto veneno en su ser que ya no pueden contenerlo. Explota
una locura, una locura global.
Si
las personas fueran más
introvertidas, las guerras desaparecerían,
la política
desaparecería.
Si las personas fueran más
introvertidas, por supuesto, no serían
tan eficientes; pero no es necesario: serían
más felices.
Puede que no estén
tan ocupadas continuamente, ocupadas locamente con cosas, pero serán
más felices, más
alegres, celebrarán
más. Crearán
suficiente de lo que es necesario, no se preocuparán
por lo innecesario.
Pero
estamos demasiado preocupados por lo innecesario, lo que no es
necesario en absoluto. Nos podemos permitir no tenerlo. Pero no
podemos, porque nos han adiestrado de tal manera que tenemos que
seguir corriendo y apresurándonos.
No conocemos otra forma de ser.
La
sociedad te droga con creencias y mata tu investigación
desde el mismo comienzo. Religión
significa revivir tu investigación;
religión
significa llevarte de vuelta a tu fuente original.
Y
recuerda: no es curiosidad; es una búsqueda
muy sincera. Vivir sin conocerse a uno mismo es casi sinónimo
de estar muerto. ¿Cómo
vas a vivir realmente sin saber quién
eres? ¿Qué
significará la
vida si no te conoces a ti mismo? ¿Qué
harás
contigo mismo si no sabes quién
eres? ¿Cómo
decidirás cuál
va a ser tu destino? Sí,
habrá mucho
ruido, pero no habrá
música. Habrá
mucho cálculo,
pero no habrá
celebración. Y
habrá muchas
idas y venidas de aquí
para allá, pero
no habrá ninguna
llegada. Entre el nacimiento y la muerte vivirás
en una especie de tensión
constante, pero no conocerás
la belleza, la bendición
de la vida y la existencia, porque ni siquiera pudiste conocer la
belleza y la bendición
de tu ser interno, que es lo más
cercano que se puede conocer, lo primero que hay que conocer.
El
primer paso hacia la vida es el del autoconocimiento. No puede ser
solo curiosidad. Hay demasiadas personas que preguntan por
curiosidad, pero la curiosidad nunca puede transformar tu vida; de
nuevo, es solo una comezón
que puede satisfacerse muy fácilmente.
Había
una vez un posadero que, aunque parezca extraño,
era incapaz de ganarse la vida. Nada de lo que intentaba surtía
efecto. Intentó imponer
en su casa una gestión
totalmente nueva, pero eso también
fue en vano. Desesperado, consultó
a una mujer sabia.
«Es
muy sencillo»,
le dijo ella mientras se embolsaba la tarifa. «Debe
cambiar el nombre de su posada.»
«Pero
ha sido El León
Dorado durante siglos»,
replicó él.
«Debe
cambiar el nombre»,
dijo ella. «Debe
llamarla Las Ocho Campanas y el letrero debe tener una hilera de
siete campanas.»
«¿Siete?»,
dijo él. «¡Pero
eso es absurdo! ¿De
qué servirá
eso?»
«Vaya
a casa y lo verá»,
le dijo la mujer sabia.
De
manera que se fue a casa e hizo lo que le había
dicho. E inmediatamente todo viajero que pasaba por allí
se paraba a contar las campanas y luego se apresuraba a entrar en la
posada a hacer ver el error, cada uno de ellos, según
parece, creyendo que era el único
que se había
dado cuenta de ello, y todos deseando descansar después
de su esfuerzo.
Y
el posadero engordó
e hizo fortuna.
Así
es la gente. La posada se llama Las Ocho Campanas y el símbolo
tiene solo siete campanas: suficiente para despertar la curiosidad de
la gente, suficiente para mantenerla ocupada. Pero este tipo de
curiosidad no te va a llevar a ninguna parte.
La
gente pregunta acerca de Dios, la gente pregunta acerca de la verdad;
pero se puede ver en sus ojos, en la manera en que preguntan, que no
hablan en serio. Igual que la gente habla del tiempo, la gente habla
también de Dios;
es conversación
educada. Nadie parece estar implicado, nadie parece estar buscando
apasionadamente. Y a menos que tu búsqueda
contenga una gran pasión,
un tremendo compromiso, una absoluta implicación,
no serás capaz
de conocer los secretos de tu ser, porque habrá
que trabajar mucho. La persona curiosa no puede trabajar tanto. La
curiosidad no es suficiente para llevarte lejos; su energía
es muy pequeña,
muy diminuta. Solo una pasión
sincera por saber puede llevarte a través
de todas las dificultades que serán
necesarias. Es una tarea escarpada.
De
modo que lo primero para comprender El
secreto de la Flor Dorada es: no ser
filosófico, no
estar drogado por la sociedad, no creer y tampoco descreer. Recuerda:
cuando digo «No
creas», no estoy
diciendo que deberías
descreer; descreer es otra forma de creer, una forma negativa. Cuando
digo «No creas»,
estoy diciendo que hay que desechar tanto la creencia como el
descreimiento. Tienes que estar simplemente abierto, sin ninguna
conclusión.
Sencillamente tienes que ser consciente de tu ignorancia, sin ningún
conocimiento que oculte tu ignorancia. Tienes que ser inocente,
inocentemente ignorante. Tienes que decir: «No
sé.»
Todos
los enfoques correctos empiezan con esto: «No
sé.»
Si ya «sabes»
cualquier cosa sin saber, si eres un erudito, entonces esa creencia
misma será un
obstáculo; esa
creencia misma creará
experiencias que no son verdaderas. Y cuando estás
drogado por una creencia —y
la creencia es como el LSD o la marihuana o el hachís—,
cuando estás
drogado por una creencia, ésta
crea su propio mundo proyectado, da libre juego a tu imaginación.
Y cuando tu imaginación
empieza a entretenerse contigo, ya no formas parte de la realidad:
has creado un mundo privado y separado; eres un idiota.
Ése
es el significado de la palabra «idiota»:
alguien que vive en un mundo privado, que tiene su propia realidad,
que ha roto completamente con lo real; alguien cuya imaginación
se ha vuelto tan real para él
que la realidad simplemente ha desaparecido de su visión.
Y eso es lo que sucede cuando tomas LSD o marihuana u otros tipos de
drogas: se crea un pequeño
mundo de fantasía
en ti, lleno de color; al menos parece muy colorido cuando estás
perdido en la droga. Y cuando estás
en la droga, todo lo que experimentas parece ser la verdad suprema.
Cada
día viene a mí
alguien que me dice: «Gracias
a las drogas tomé
conciencia de lo hermoso que es el mundo.»
De lo que tomaste conciencia es solo de tu mundo de ensueño;
las drogas simplemente te quitan tu facultad crítica.
Las drogas solo drogan tu razón,
y entonces tu mundo de ensueño
abre todas sus puertas y fluye en todas las direcciones. Y cuando no
está funcionando
la facultad crítica,
cuando no está
funcionando la razón
y la imaginación
se apropia de la escena y tiene absoluto poder autónomo,
parece que es la verdad suprema. No lo es. No tiene nada que ver con
la verdad.
La
verdad solo está
disponible para los que están
completamente no drogados; no solo químicamente,
sino también
religiosamente. Los que están
completamente no
drogados, solo ellos, tienen la capacidad de conocer la verdad.
He
oído que...
Bajo
la influencia del óxido
nitroso, el gran psicólogo
William James llegó
a la «verdad»
suprema. Él fue
uno de los primeros que experimentaron, y en aquellos días
la gente no tomaba drogas.
Bajo
la influencia del óxido
nitroso, sintió
que había dado
con la verdad suprema. Era un gran psicólogo
y también un
gran filósofo,
pero hizo algo que muy pocas personas hacen: lo escribió
inmediatamente en su cuaderno de notas. Todavía
tenía el
suficiente sentido para saber que algo de inmenso valor había
surgido en su consciencia y que tenía
que escribirlo inmediatamente. ¿Quién
sabe? Puede que lo olvidase cuando saliera de la experiencia de la
droga. De manera que lo escribió
y esperó el
momento en que desaparecieran la droga y su impacto para poder leer
la verdad suprema que había
encontrado. Pensaba que se había
convertido en un Buda o un Cristo, que había
visto a Dios o que había
visto algo que vieron los visionarios de los Upanishads, o Lao Tse, o
Zaratustra, o Mahoma... Algo de esa importancia.
Pero
se quedó
sorprendido y desconcertado cuando volvió
a sus cabales y miró
su cuaderno. Lo que había
escrito era esto:
«Hogamus,
Higamus,
El
hombre es polígamo.
Higamus,
Hogamus,
La
mujer es monógama.»
Ésta
era la verdad suprema que había
encontrado.
Cualquier
cosa absurda puede parecer suprema cuando no estás
en tus cabales, cuando la razón
no está
funcionando, cuando la facultad crítica
se ha dormido completamente... Cualquier estupidez. Pero en ese
momento no es estúpida;
en ese momento parece la verdad suprema.
Aldous
Huxley dice que cuando tomó
LSD por primera vez estaba sentado en una habitación
muy corriente y justo enfrente de él
había una silla
muy corriente. Cuando el LSD empezó
a surtir efecto en su sistema, en su química,
la silla empezó
a parecer tan hermosa que no podía
dar crédito a
sus ojos: nunca había
visto algo tan bello en su vida. Era luminosa; la luz irradiaba de la
silla en todas las direcciones..., multicolor, psicodélica.
La silla es la misma silla; solo tu imaginación
está creando
todo el juego. Es solo que el LSD te ha vuelto loco. Ha
eliminado cualquier posibilidad de ser crítico.
Por
eso digo que la creencia está
en contra de la duda, pero la confianza no está
en contra de la duda. La confianza crece con la duda, la creencia
crece reprimiendo la duda. Ésa
es la razón por
la que la creencia es una especie de droga. Eso es exactamente lo que
hace la droga: reprime tu facultad de dudar, que solo te mantiene
alerta para que no te vuelvas un idiota, para que no seas una víctima
de tu propia imaginación.
Y eso es lo que las religiones han estado haciendo a lo largo de los
tiempos. Dicen: «No
dudes. Si dudas irás
al infierno. ¡Cree!
Si llega la duda, reprímela,
apártala.
Simplemente sigue creyendo. Y creer»,
dicen, «es ver.
Si crees, verás».
La
verdad es un fenómeno
totalmente diferente. Surge de una consciencia no drogada, una
consciencia abierta, que ni cree ni descree, sin ninguna conclusión
sujeta a ella, simplemente libre, inocente.
La
duda sigue siendo útil.
Hasta que llegas a la verdad, la duda ayuda. La duda es amiga de la
confianza. El proceso mismo de la duda te ayuda a no volverte víctima
de tu imaginación;
de lo contrario, la imaginación
ha estado haciendo estragos.
Por
ejemplo, si has nacido hindú
y has estado leyendo acerca de la kundalini,
entonces tu imaginación
puede crear toda la experiencia: cualquier día,
desde la base de la columna, la serpiente empezará
a desenrollarse y con un gran sonido
callado ascenderá
hasta el séptimo
chakra. Y
si alguna vez has creído
en ello, la experiencia te parecerá
tan real que no puedes dudar sobre ella. Pero Jesús
nunca oyó hablar
de la kundalini, Mahoma nunca supo nada acerca de ella..., ni
siquiera Buda, que había
nacido hindú.
Pero como era un hombre que investigaba sinceramente y había
desechado todas las creencias, nunca se topó
con la kundalini. Mahavira nunca supo nada sobre ella, Zaratustra no
habló de ella.
De modo que ¿qué
ha sucedido? ¿Se
la perdieron? Es una creencia; si crees en siete chakras, esos siete
chakras se convertirán
en hechos en tu vida. Si crees en cualquier cosa, empezarás
a verla.
Gopi
Krishna, que se ha convertido en un proponente de la energía
kundalini en la era moderna, dice que estuvo esforzándose
durante trece años,
sentándose y
esperando a que ascendiera la kundalini. Trece años
es mucho tiempo. Si puedes creer en la kundalini durante trece años
y puedes esperar y puedes seguir observando profundamente la base de
tu columna, no es un milagro que suceda.
Entonces
un día sucedió:
la serpiente se desenrolló,
ascendió
rápidamente con
mucha energía,
penetró en el
cerebro con un sonido, el sonido rugiente de una cascada..., y desde
entonces Gopi Krishna piensa que ha salido a la luz su genialidad.
Piensa que si asciende tu kundalini te convertirás
en un genio. Pero no veo qué
ha hecho su genialidad. Sí,
escribe algunos poemas estúpidos,
muy corrientes, de muy mala calidad. Si eso es la genialidad, será
mejor que la gente mantenga su kundalini
bien abajo, reprimida. Si todo el mundo se vuelve un poeta de cuarta
categoría, eso
no será una
buena situación.
¿Qué
tipo de genialidad sale a la luz?
Así
no se va a ninguna parte; eso son solo imaginaciones. Y si crees en
cierta cosa, empezarás
a verla; ése es
el peligro. Ni empieces con la creencia. Ésa
es la visión del
Tao: investiga, experimenta y espera a que la conclusión
llegue por sí
misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario