jueves, 25 de agosto de 2016

LA RELIGIÓN PROHIBIDA (9)



14. LOS PLANES DEL DIOS CREADOR




Según los Gnósticos, el dios creador tiene muchos planes, que unidos constituyen su Gran Plan, para eso ha creado el universo y al hombre. Para alcanzar sus objetivos está llevando adelante un experimento evolucionario en el que intervienen el cuerpo, el alma y el Espíritu del hombre. Va ensayando, va probando, y si tiene éxito extenderá ese modelo a todo su universo creado. De lo contrario deberá anular este proyecto y comenzar todo de nuevo, como tantas veces lo ha hecho, para volver a ensayar otra cosa. Es que nunca podrá lograr una copia perfecta de lo que imagina es el mundo incognoscible, al que trata en vano de imitar. Indudablemente, en este último experimento ha obtenido un logro que, aunque imperfecto, tiene su importancia.

Después de millones de años de ensayos infructuosos, en unos pocos miles de años ha dado un paso notable en la evolución de su máxima obra: el hombre. Después de millones de años de estancamiento evolutivo en que el homínido humano vivió como un animal más, en los últimos 30.000 años avanzó más que en toda su historia. Los Gnósticos adjudican esta mutación o “creación”, este gran salto evolutivo, a la utilización de Espíritus de gran pureza, provenientes del mundo increado. El dios creador ha modelado un cuerpo de barro y con su soplo lo ha dotado de un elemento anímico, el alma. A ese alma, a ese soplo del creador, le ha adosado un Espíritu, el cual ha sido atraído mediante engaños y encarcelado contra su voluntad en ese engendro satánico de barro y aliento: el cuerpo y el alma del hombre. ¡Es la energía divina del Espíritu prisionero lo que impulsó e impulsa la evolución del animal-hombre! ¿Y para qué quiere el creador que este ser evolucione? Para que se transforme paulatinamente en él. Para eso ha elaborado sus mandamientos. Él quiere que el hombre se transforme en él, que se haga igual a él, al creador. El cuerpo y el alma estarían muy gozosos de que así ocurriera, porque son parte de él, pero no así el Espíritu. El Espíritu tiene otro origen y otro destino. Mientras el Espíritu se halle encadenado está todo bien, va propulsando la evolución. Pero si un solo Espíritu se liberara se perturbaría todo el plan. Por eso es tan necesario que la tiranía del demiurgo sea absoluta, que todo conocimiento que pueda despertar al hombre, haciéndole recordar quién es realmente, sea prohibido. Porque sería un conocimiento peligroso, tan peligroso que podría hacer trastabillar el plan del dios creador. Según la Gnosis, un solo Espíritu, no se necesitan muchos, un solo Espíritu que pueda liberarse quitaría fuerza a todo este sistema y le quitaría fuerzas al dios creador para seguir adelante con sus planes. Ese Espíritu sería un salvador, un salvador del mundo y un salvador de los demás Espíritus. Propiciaría la liberación no sólo de los demás hombres sino de todo el universo, de las incontables miríadas de chispas divinas, provenientes del mundo increado y eterno que se hallan aprisionadas aquí, en esta gran máquina ciega, para hacerla funcionar y evolucionar. Este sistema creado por el demiurgo, no puede funcionar si no posee estas partículas del mundo Espiritual esclavizadas, aprisionadas aquí. Dicen los Gnósticos que de todas estas partículas Espirituales, las que están aprisionadas en el ser humano son las más importantes en categoría y en pureza Espiritual.

El demiurgo ha creado y armado todo esto y lo impulsa a evolucionar. Para que evolucione hacia él, con el ser humano a la cabeza. Si el experimento con el hombre fracasara, echaría mano a otra de sus criaturas y volvería a intentarlo nuevamente. Dijimos que el demiurgo desea que los hombres evolucionen hasta transformarse en él, hasta hacerse iguales a él.

Para que cada alma, aliento de él, y cada cuerpo de barro puedan regresar a él, transformándose en él. Este es el objetivo final que el demiurgo tiene reservado para el hombre. Por todo esto, le es fundamental que el Espíritu aporte su energía sin poder liberarse jamás. Por todo esto, el demiurgo necesita que los hombres permanezcan semidormidos y confundidos. Para que sigan acercándose a ciegas hcia él, hacia el creador, quien con engaños y castigos los atrae hacia sí. Para que todo este sistema funcione, es necesario que los hombres continúen creyendo que el creador es el único dios que existe y que es un dios bueno.

Sostienen los Gnósticos que si un hombre llega a ese punto evolutivo en que se fusiona con su creador, en ese mismo instante su Espíritu pierde toda posibilidad de liberarse mientras dure este universo.







15. MUERTE Y REENCARNACION




En todo este proceso evolutivo que el dios creador ha ideado y está propulsando, tiene mucha importancia la muerte y la reencarnación de los seres humanos. Cuando un ser humano muere, muerto ya el cuerpo físico, el alma es separada del cuerpo llevando consigo al Espíritu encadenado, pues el Espíritu está encadenado al alma y no al cuerpo. Está unido al cuerpo a través del alma. Después de la muerte física, el alma se retira llevando consigo a ese Espíritu. Lleva ese Espíritu a otros planos y allí continúa siendo castigada. Para los Gnósticos este mundo es el infierno, está lleno de castigos y sufrimientos desde el nacimiento hasta la muerte. Pero después de la muerte el sufrimiento continúa, e incluso puede hacerse más intenso todavía. Es castigada el alma por todas las conductas que ha tenido aquí en la Tierra, mientras estaba en el cuerpo físico. El sufrimiento continúa. El alma es golpeada, castigada, “limpiada” dicen algunos, hasta que es trasladada a un nuevo cuerpo para continuar sufriendo. Nadie se salva del infierno, ni siquiera con la muerte. Cuando el alma se ha separado del cuerpo sigue sufriendo, y a veces más que antes. Continúan los apaleamientos y castigos.

Y así, a través de sucesivas muertes y reencarnaciones se va modelando la conducta del ser humano. Se engaña a los hombres diciéndoles que estos castigos son para su bien, que de esta manera los hombres van “mejorando”, “evolucionando”, “se van haciendo más buenos”, “más puros”, “más santos”, “más parecidos a su creador”. A su satanás creador.




Pregúntenle a ese satanás creador, a quien llaman “Juez Justo” y “Dios de Amor” por qué se mueren los niños. Pregúntenle también por qué inventó tantos virus y enfermedades. Nada responderá, porque además de injusto es sordo y ciego. Los Gnósticos sostienen que el creador se alimenta de las emanaciones producidas por el dolor y los llantos de los hombres. Con los castigos, el demiurgo pretende que los hombres se “perfeccionen” paulatinamente. “Perfeccionarse” significa parecerse cada vez más al demiurgo, al creador. Los castigos cesarán cuando el hombre se rinda ante el creador y acepte ser como él, renunciando a su Espíritu.




Esto último es lo que sucede también cuando un hombre o una comunidad de hombres decide hacer una “alianza” o pacto de sangre con el demiurgo, a fin de que sus sufrimientos disminuyan un poco. En estos casos, el hombre o grupo de hombres involucrados en el pacto, se comprometen a renunciar al Espíritu a cambio de poder o riquezas materiales. Esos hombres renuncian a Todo, a cambio de muy poco. Hay que estar loco o muy desesperado para hacer pactos o alianzas con el demiurgo diabólico. Habrán firmado su sentencia de muerte Espiritual y serán desintegrados cuando todo lo creado desaparezca.




¿Qué debemos hacer para parecernos al creador? Eso se halla escrito en todos los “libros sagrados”, inspirados por él. Allí está todo lo que hay que hacer: “adorar al creador”, “amar al prójimo”, “no comer tal cosa”, “poner la otra mejilla”, etc., etc. Aunque algún precepto carezca de sentido no importa, con obedecerlos es suficiente. Está bien claro lo que el hombre debe hacer para agradar al creador. Lo que ocurre es que se trata de cosas difíciles de realizar, pues cada hombre tiene un Espíritu encerrado

en su interior que está gritándole que se oponga al demiurgo y no le obedezca. Por supuesto que algunos hombres escuchan la voz de su Espíritu más que otros. Para eso están los castigos. Para eso existen las muertes y reencarnaciones sucesivas. Algunos hombres necesitan ser más castigados que otros para ser doblegados. A través de los sufrimientos, llega el momento en que el hombre se entrega, se rinde, acepta ser como el creador de la materia. Lo hace para que cesen las torturas, no por otra cosa. Pero al rendirse deberá renunciar a su Espíritu.

Deberá anular su Espíritu para demostrarle al creador que su convencimiento es absoluto, que su conversión no es fingida. Al hacerlo, su Yo Espiritual queda absolutamente anulado, es la muerte Espiritual. Ya no escuchará más esa voz interior que le gritaba que se opusiera, que nunca se rindiera, que luchara siempre hasta ser libre, y que él apenas oía. Ha triunfado el alma, ha triunfado el demiurgo. Este hombre se ha convertido en “un santo”, en “un ejemplo digno de ser imitado”. Para el creador es motivo de gran júbilo y alegría cuando ya no existe nada en el hombre que pueda ser reflejo del Espíritu. Se produce en ese hombre un vacío que es llenado por dios. Ese hombre se ha transformado en “un representante de Dios en la Tierra”, en “un Dios viviente”, igual a su creador. Ese es uno de los aspectos más importantes del “Gran Plan” del dios creador. Para eso creó la materia y el tiempo, para eso ha creado todo este universo, para eso lo ha creado al hombre, para eso aprisionó Espíritus Eternos.

Cuando el hombre se ha fusionado con dios, o se ha “perdido en Dios”, como dicen las religiones, ese Espíritu ha concluido su función allí. Pero, lejos de ser liberado, será amarrado nuevamente por el demiurgo al alma de otro hombre que se halle en un nivel evolutivo inferior, a fin de continuar utilizándolo para propulsar la evolución. Para seguir usándolo en ese objetivo de la creación: la fusión del hombre con su creador.

Los Espíritus sólo serán liberados cuando el creador decida dar por terminada su creación, posiblemente dentro de miles de millones de años. Tal vez algún Espíritu pueda liberarse antes por sus propios medios, pero eso es muy difícil. El demiurgo, sabiendo que la huída de uno solo de sus prisioneros sería catastrófica para él y para su creación, ha tomado mucha precauciones pasra que esto no suceda.

Ante todo, para que este proyecto funcione es necesario que los hombres permanezcan dormidos. Es necesario que ningún Yo Espiritual pueda manifestarse y decir “estoy en desacuerdo”, “este no es mi mundo”, “esta no es mi vida”, “este no es mi destino”, “este mundo es el infierno”. Hemos dicho que del sufrimiento no se salva nadie. Ni aún suicidándose es posible escapar de los castigos con que el satanás creador amonesta a sus criaturas. Cuerpos y almas pertenecen al creador durante toda su vida y después de su muerte también. La única solución está en la liberación del Espíritu. Es esta la tarea más difícil e importante que puede acometer un hombre medianamente despierto.

Decíamos que el creador necesita que los hombres permanezcan dormidos para concretar su plan. Por lo tanto, cualquier hombre o libro que procure despertar y liberar a los Espíritus deberá ser eliminado. Por eso todo este saber, esta Gnosis, ha sido tan perseguido y acallado. El demiurgo necesita que los hombres no despierten, para conducirlos como sonámbulos, a través de sucesivas
reencarnaciones, a ese punto culminante de la evolución en que, cansados de tanto sufrimiento aceptan renunciar a su Yo Divino, a su Espíritu Eterno, para disolverse en su creador.














No hay comentarios:

Publicar un comentario