miércoles, 24 de agosto de 2016

LA RELIGIÓN PROHIBIDA (8)

13. CAIN, EL INMORTAL
Todos conocemos lo que ocurrió después de la “caída” del hombre, según el Génesis. Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y tuvieron hijos. Primero Caín y luego Abel. Todos sabemos que “Dios no aceptaba los sacrificios que le dedicaba Caín y sí aceptaba los de Abel”. Entonces Caín,
lleno de celos, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Todos sabemos eso, siempre hemos pensado “que malo que es Caín”, “mató al hermano, que horrible”. Caín era el malo y Abel era el bueno, esa es la interpretación que nos llega por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Incluso San Agustín, cuando nos da su interpretación del mito de Caín y Abel, equipara a Caín con los judíos y a Abel con Cristo.
Dice San Agustín que los judíos mataron a Cristo así como Caín mató a Abel. San Agustín, como la mayoría, continúa la tradición de que Abel era el bueno y Caín el malo. Está muy claro en la biblia, Caín es castigado por Dios, es desterrado. Esto es visto como algo lógico y normal: Caín es el malo y Abel el bueno. La interpretación Gnóstica es totalmente distinta, ahora la vamos a ver. En primer lugar, la Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de Adán, que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con la Serpiente, con Lucifer. La Serpiente Lucifer fecundó a Eva con su aliento. Ó sea que Caín no fue un niño totalmente humano, nacido de la carne. Tuvo algo Espiritual muy grande, porque su padre era Lucifer, proveniente del mundo incognoscible del Espíritu. Por el contrario, Abel fue hijo de Adán y Eva, o sea que Abel sí fue un hijo de la carne.
Tenemos ahora una primera diferencia entre ambos hermanos: Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva y de Lucifer, la Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del Espíritu y la carne. Abel, por el contrario, es hijo solamente de la carne. Eso en primer lugar, ahora tenemos que Caín
no es alguien malo, es alguien superior, es alguien importante, mucho más que Abel.
En segundo lugar, tanto Caín como Abel realizan sacrificios al dios creador para complacerlo, ofrendándole cosas que le agradan a él. Caín le sacrifica elementos vegetales y Abel animales, corderos por ejemplo. Según la biblia, esto último es lo que más agrada al creador: la sangre del animal muerto y el olor a carne quemada del cadáver. Al creador, dice la biblia, le gustaban los sacrificios que le dedicaba Abel y no los de Caín. Pareciera que Caín no sentía muchos deseos de complacer al creador, pues le ofrecía unas pocas semillas sin mucha devoción, como si no estuviera realmente convencido de la conveniencia de realizar sacrificios. Lógicamente, los sacrificios de Abel eran aceptados por el creador y los de Caín no. Caín sentía rechazo por los sacrificios dedicados al creador, por su origen, porque era hijo de Lucifer, porque poseía en su interior la chispa divina del Ángel de la Luz. Por eso no realizaba bien los sacrificios al creador, le repugnaba hacerlo, pues él no pertenecía a este mundo creado. Abel en cambio, quien no era de naturaleza Espiritual sino animal, realizaba bien lo sacrificios, los que sí eran del agrado del creador.
Una antigua leyenda nos relata lo que dijo en un momento Abel a su hermano Caín: “Mi sacrificio, mi ofrenda fue aceptada por Dios porque yo le amo, tu ofren da en cambio fue rechazada porque tu le odias”. Ahora está todo bien claro, ¡Cómo no va a odiar al creador si es un hijo del Espíritu, si su naturaleza es Espiritual! Ahí está bien claro. Todas estas leyendas y mitos que rodean al Génesis nos dicen muchas cosas. A través de ellos caemos en cuenta que mucha información nos ha sido tergiversada y ocultada. También son muy interesantes otras palabras que Caín dice a su hermano. En una pequeña frase está resumida toda la posición de él. Estas palabras son clave: “No hay ley, ni juez” (Targumín Palestiniano, Gen., 4:8). Caín está negando la autoridad del dios creador y que deba rendirle culto y obediencia.
Posteriormente vemos que Caín asesina a su hermano Abel. Esto es algo muy profundo porque significa que el Espíritu rechaza, destruye, asesina al alma. Abel, presentado como puro amor y devoción en la biblia, según los Gnósticos representa al alma del hombre. Caín, por el contrario,
es el representante del Espíritu, por eso su hostilidad y su odio. La hostilidad y el odio propios del Espíritu, pues el Espíritu realmente aborrece este mundo impuro, plagado de mandamientos injustos y absurdos. Por eso la resistencia de Caín a realizar sacrificios, por eso su desobediencia
a los mandatos del creador. Caín y Abel son tan opuestos e irreconciliables como lo son el Espíritu y el alma.
El alma es amor puro, no el Amor Verdadero sino lo que conocemos como amor, lo que creemos que es el amor, lo que nos han dicho que es el amor, que en realidad es odio. El Espíritu es lo contrario, es percibido como odio puro, hostilidad y venganza. Al haber sido encadenado a esta creación satánica sólo puede sentir hostilidad y odio, es decir, lo que los hombres ordinarios conocen como odio. El Espíritu, que es Amor Puro, sólo puede sentir aversión y repugnancia ante esta asquerosidad. Por eso desea destruirla, porque para Él la creación es una monstruosidad deforme que no debió haber existido jamás. Esto es lo que simboliza el asesinato de Abel por su hermano Caín.
Caín, con todos sus actos se ha emancipado totalmente del creador y de su propio cuerpo y alma. A través de sus actos contra el dios creador y contra su medio hermano Abel, se ha emancipado de una vez y para siempre del dios inferior y de su creación impura y defectuosa. Con sus actos se ha transformado en un opositor, en un enemigo eterno del demiurgo y de su obra.
Todo este episodio de Caín y Abel, tal como está en el Génesis bíblico y en leyendas como las del midrash judío, entre otras, ha sido interpretado por los Gnósticos de una manera totalmente opuesta a la aceptada.
Después de cometer su Acto Supremo, dice la biblia que Caín fue maldecido por dios y expulsado de ese lugar. “Maldecido y expulsado”, el mismo destino de la Serpiente del paraíso. Fue lógico que así sucediera, porque Caín se había convertido en un opositor absoluto del dios creador,
pero además ocurrieron otras cosas muy interesantes que vamos a destacar aquí.
En primer lugar, vemos que Caín ha sido maldecido y desterrado por el dios creador. Eso que pudiera parecer un castigo, para un Gnóstico es todo lo contrario. Ser maldecido y desterrado por el creador es un honor para un Gnóstico. Es la reacción lógica del demiurgo frente a quien lo ha desafiado y abofeteado, frente a quien se ha hecho igual o superior a él. Caín es un desterrado porque se ha transformado totalmente, se ha desterrado exitosamente por sí mismo y ya no pertenece a este mundo aunque siga habitándolo. La biblia dice que el creador lo desterró, pero
Caín es un emancipado, un liberado en vida, que con sus actos maldijo al creador y se desterró a sí mismo de esta creación abominable.
En segundo lugar, cuentan algunas leyendas judías que el creador ha castigado para siempre a Caín con la falta de sueño, condenándolo a no poder dormir, a la vigilia permanente. Para un Gnóstico eso no es un castigo sino un triunfo. Estar siempre despierto es una ventaja, una virtud, un logro importante. Caín se ha despertado por sí mismo, desobedeciendo los preceptos del creador y “asesinando” a su alma.
En tercer lugar, la biblia dice que el creador protegió a Caín, no permitiendo que nadie le hiciera daño o matara. Este es otro dato muy interesante. Dicen los Gnósticos que el hombre que se ha transformado en puro Espíritu, aunque siga habitando el cuerpo físico es un inmortal, un intocable.
Nada ni nadie puede dañarlo, nadie puede atacarlo, ya no tiene miedo, pues está por encima de todo y ya nunca morirá. Está en este mundo pero fuera de este mundo. Está fuera de la materia y fuera del tiempo, ya no forma parte de la creación. Es un desterrado de este mundo por propia voluntad. El dios creador ya no lo puede dañar, porque Caín se ha vuelto superior a él.
En cuarto lugar, la biblia dice que el creador puso una marca en Caín, un signo para que todos lo reconocieran y no le hicieran daño. Antiguas leyendas judías dicen que ese signo era un cuerno en la frente. Un cuerno en la frente significa poder, el poder que proviene del Espíritu, el poder
que lo distingue de los demás hombres. Esa dureza en la frente significa que el Espíritu se ha liberado y ha tomado posesión del cuerpo, solidificándolo, Espiritualizándolo. Nadie le puso una marca a Caín. Caín la consiguió por sí mismo. Cuando esto ocurre, lo advierten los demás hombres y la creación entera. Todo Espíritu liberado de la prisión de la materia tendrá esa marca por toda la eternidad. Ya nunca será el Espíritu que era antes del encadenamiento a la materia. Esa marca característica es el cuerpo transformado, duro como el diamante, a quien el Espíritu ha transmutado en inmortal y eterno. Este será su eterno recuerdo, la prueba imperecedera de su paso por el infierno y de su triunfo sobre él.
Podemos encontrar distintas síntesis sobre la explicación Gnóstica del mito de Caín, en el libro que hemos citado de Monseñor Meurin sobre la masonería. También en “Le dieu rouge”, de Robert Ambelain y en “Atheism in Christianity”, de Ernst Bloch. Asimismo, en el libro “Los mitos hebreos”, de Graves y Patai hay datos interesantes.
Pero la interpretación Gnóstica más profunda sobre este mito se halla en “El misterio de Belicena Villca”, la extraordinaria novela de Nimrod de Rosario.


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