C.
Formular la Nueva Psicología.
El
tercer efecto que se producirá al estudiar los rayos será doble. No
sólo llegaremos a comprender algo de la parte interna de la
historia, o a adquirir una idea de las cualidades divinas que surgen
de los tres aspectos y determinan las formas de expresión en el
plano físico, sino que tendremos un método práctico de análisis
para llegar a una correcta comprensión de nosotros mismos como
entidades animadoras, y a una comprensión más inteligente de
nuestros semejantes. Por ejemplo, cuando comprobamos por el estudio
que la tendencia de nuestro rayo de alma es de poder o voluntad, pero
que el rayo que rige a la personalidad es el de devoción, entonces
podemos medir con más exactitud nuestras oportunidades, capacidades
y limitaciones y determinar con más precisión nuestra vocación y
servicio, nuestro debe y haber y nuestro verdadero valor y fortaleza.
Cuando podemos agregar a ese conocimiento un análisis que nos
permita comprender que el cuerpo físico reacciona preeminentemente
al rayo del alma, mientras que el cuerpo emocional está bajo la
influencia del rayo de la personalidad, históricamente en
manifestación en ese momento, entonces estamos en posición de
juzgar con acierto nuestro problema, y podemos ocuparnos más
inteligentemente de nosotros mismos, de nuestros hijos, amigos y
asociados. Descubriremos que somos capaces de colaborar más
inteligentemente con el Plan, a medida que trata de manifestarse en
determinada época.
Es
una verdad muy conocida que el verdadero significado de "sicología"
es "lo que dice el alma". Es el sonido que puede ser
emitido por un rayo determinado, el cual produce un efecto en la
materia. Esto es en cierto modo difícil de expresar, pero si tenemos
en cuenta que cada uno de los siete rayos emite su propio sonido, y
al hacerlo pone en movimiento esas fuerzas que deben actuar al
unísono con él, podrá solucionarse toda la cuestión del libre
albedrío del hombre, de su destino eterno y de su poder de
autofirmación. A medida que proseguimos trataremos de responder a
estos interrogantes.
Algunos
de los puntos que trataré de aclarar no podrán ser sustanciados ni
comprobados por ustedes, por lo tanto, sería prudente aceptarlos
como hipótesis activas, a fin de comprender lo que trato de decir.
Otros puntos que mencionaré podrán ser verificados en sus propias
experiencias de la vida, y demandarán el reconocimiento de la mente
concreta, o podrán producir una reacción que traerá como
consecuencia una intensa convicción que emanará de sus Yoes
intuitivamente conscientes. De todos modos, lean lentamente; apliquen
las leyes de analogía y de correspondencia; hagan un análisis de sí
mismos y de sus hermanos; procuren vincular lo que digo con el
conocimiento que puedan poseer de las teorías modernas, y recuerden
que cuanto más vivan realmente como almas, tanto más captarán lo
que se trata de impartir.
A
medida que estudian no olviden el concepto fundamental de que todo
trabajo oculto se ocupa de la energía -unidades de energía, energía
contenida en las formas y corrientes de energía que afluyen; estas
energías llegan a ser poderosas y encarnan nuestro propósito
mediante el empleo del pensamiento, pues siguen las líneas bien
definidas de las corrientes mentales del grupo.
Debe
recordarse, sin embargo, que en la región del pensamiento se produce
la separación entre la magia blanca y la magia negra. Utilizando el
poder del pensamiento se puede observar cómo actúan los dos
aspectos de la magia y, por lo tanto, verificar que no existe magia
negra, en sí, hasta que se llega al reino de la mente. Nadie puede
ser mago negro hasta que la voluntad y el pensamiento no trabajen al
unísono, hasta que el control mental y el trabajo creador de la
mente enfocada puedan comprobarse. Se ha dicho repetidas veces que el
mago negro es muy raro, y esto es verdad porque el pensador creador
que tiene el poder de aplicar la voluntad en forma sostenida, también
es raro.
Permítaseme
explicarlo. Es necesario pensar en forma clara sobre estas cosas,
porque a medida que estudiamos la sicología del microcosmos y
llegamos a comprender sus impulsos y energías de rayo, debemos
lógicamente ver con claridad el camino a seguir, a fin de hollar el
sendero del altruismo, que conduce a ser consciente del grupo, y no
el sendero del individualismo que lleva oportuna e inevitablemente (a
medida que el aspecto mental se organiza) al sendero de la izquierda,
de la magia negra.
Esas
almas fuertes que conscientemente y a sabiendas entran en los reinos
de la fuerza espiritual y toman de allí lo que necesitan y desean,
tienen que trabajar con inteligencia para que pueda haber la
consiguiente y sensata distribución de fuerza dentro de una zona
elegida. Quienes saben que forman parte de las filas de aspirantes y
poseen la perseverancia que los llevará adelante hacia la meta,
deben recordar que tienen la responsabilidad de agregar su cuota a la
suma total, lo cual se lleva a cabo cada vez que piensan en el grupo,
escriben a un aspirante o meditan.
Extiendan
la idea, comenzando desde el estudiante de un grupo hasta el grupo
mismo, considerándolo como una unidad grupal dentro de un grupo
mayor. Así tendrán una perfecta analogía de la forma en que los
Grandes Seres trabajan actualmente. Por lo tanto, consideren que todo
el trabajo que realizan es grupal, que causa efectos inevitables y
contribuye a la potencialidad de la forma mental del grupo.
La
segunda cosa que quisiera explicar concierne a las pruebas que
inevitablemente se realizan ahora entre aspirantes y discípulos.
Esto no es sólo una prueba sobre el lugar que ocupan en el Sendero,
sino más bien la capacidad de vivir en el mundo como ciudadanos de
otro reino y como custodios de aquello que el mundo como regla
general no reconoce. Hasta donde se aplique esa prueba y hasta donde
pueda medirse, señalaré que no se la aplica como algunos creen por
la afiliación en algún grupo, ni por su determinación fija de
hollar el Sendero, sino porque la propia alma del aspirante lo ordenó
antes de reencarnar y su voluntad era que debería lograrse cierta
medida de desarrollo, desconocido hasta entonces, alcanzar cierto
grado de desapego de la forma y adquirir cierta preparación que lo
liberará de la vida de la forma. Es totalmente falsa la idea de que
un renovado esfuerzo hacia la meta de la luz espiritual ocasione
trastornos o produzca desastres. El grado de disciplina a que debe
ajustarse un discípulo es decidido y conocido por su alma antes de
reencarnar, lo cual está determinado por la ley.
Ahora
trataremos de investigar el problema de las unidades de energía y la
mutua interacción que subsiste en el tema de los rayos. Cada grupo
en el mundo es un núcleo para el enfoque y la interacción de los
siete tipos de fuerza, así como cada ser humano es el punto de
reunión para los siete tipos de energía -dos en el ascendente y
cinco menos poderosos. Cada grupo puede ser, por lo tanto, un centro
creador, y producir aquello que es la expresión de las energías
controladoras y del pensamiento dirigido de los pensadores del grupo.
Según el punto de vista de Quienes observan y guían, cada grupo
construye algo que sea relativamente tangible y esté regido por
ciertas leyes constructivas. El gran trabajo de los Constructores
prosigue con firmeza. Frecuentemente, lo que se construye es
incipiente, fútil, amorfo, sin propósito, y no sirve a los dioses
ni a los hombres. La raza como un todo está entrando en una era en
que la mente se convierte en un poderoso factor; la mayoría está
aprendiendo a mantener la mente firme en la luz y, en consecuencia,
es receptora de ideas hasta ahora desconocidas. Si un grupo de mentes
pueden atraerse mutuamente y fusionarse en una síntesis adecuada, y
si (en sus meditaciones individuales y diarias) se mantienen
enfocadas y orientadas en lo que puede ser aprehendido, se captarán
grandes conceptos y se intuirán grandes ideas.
Los
hombres pueden aprender a pensar -como grupo- y llevar a la
manifestación las ideas intuidas sobre la verdad y la belleza del
Plan; de esa manera podrá construirse una bella creación que
incorpore un principio divino. Reflexionen sobre esto, traten de
capacitarse para registrar tales ideas, entrénense para formularlas
en pensamientos y trasmitirlas, a fin de que otros puedan también
captarlas. Tal la naturaleza del verdadero trabajo que deben realizar
los nuevos grupos, y los estudiantes que puedan captar hoy esta idea,
tendrán la oportunidad de realizar algo de este trabajo precursor.
El
individuo avanzado y equilibrado siempre ha sido capaz de intuir y
concretizar ideas. Los grupos de estudiantes que meditan en forma
sincronizada deben ahora tratar de hacer lo mismo. El empeño
demostrado en sincronizar el esfuerzo no se relaciona con el elemento
tiempo, sino con la unidad de intensión y de propósito.
En
el reino de la intuición existen cosas maravillosas; hoy es
posible hacer contacto con dicho reino. La raza tiene ahora el
privilegio de hacer contacto con "esa nube de cosas conocibles",
a la cual se refirió el antiguo vidente Patanjali en su cuarto libro
de los Aforismos; la raza por medio de sus numerosos aspirantes puede
hoy precipitar esa "nube", para que los cerebros humanos de
todas partes puedan registrar ese contacto. Hasta ahora esto había
sido el privilegio del raro e iluminado vidente. Así se introducirá
la Nueva Era y penetrará el nuevo conocimiento en la mente de la
humanidad.
Esto
puede ser demostrado prácticamente si quienes se interesan por este
Tratado sobre los Siete Rayos logran armonizarse y pensar con
claridad, y con mente equilibrada e iluminada tratan de comprender lo
que es relativamente un nuevo aspecto de la verdad.
Al
comprometerme a revelar algo sobre los siete rayos siento la
necesidad de recordar, a quienes emprenden este estudio, que
cualquier conjetura que se hace respecto a la fuente de origen de los
rayos no será útil hasta que cada estudiante desarrolle el aparato
de respuesta y ese mecanismo sensible que le permitirá registrar
campos de contacto más amplios de lo que es posible ahora. Muchas
personas se encuentran todavía en la etapa inicial donde se registra
la percepción de un campo de expresión que saben que existe -el
campo de percepción del alma-, pero que aun no constituye para ellas
el campo natural de expresión.
Teóricamente
conocen mucho sobre esto, pero desconocen los efectos prácticos del
conocimiento aplicado. Otros son conscientes de la conciencia, del
reino del alma y de una casual reacción a una impresión de ese
reino, pero aún no son la conciencia misma ni están tan
identificados con el alma como para que desaparezca la conciencia de
todo lo demás. Su meta y objetivo es lograrlo.
Además
quiero recordarles que el curso que sigue la mónada (un aspecto de
la energía que se halla en uno de los tres rayos principales) puede
dividirse más o menos en tres partes, las cuales conducen a una
cuarta:
1.
La realización de una unidad inferior, es decir, la unidad de la
naturaleza forma. El alma en esta unidad se identifica tan
íntimamente con el aspecto material que no establece diferencia
alguna, cree que es la forma, y no se conoce como alma. Esto con
frecuencia llega a su máxima expresión en determinada vida donde se
manifiesta plenamente la personalidad, donde el alma está totalmente
centrada en las reacciones de la personalidad, y la vida inferior es
tan fuerte y vital que se expresa en forma potente y material.
2.
La consiguiente y dolorosa diferenciación de la conciencia en una
dualidad realizada. En esta condición el hombre es consciente de lo
que se denomina su dualidad esencial; sabe que es espíritu-materia,
vida-forma y el alma en manifestación. Durante esta etapa, que
abarca muchas vidas y conduce al hombre por el sendero de probación
y del discipulado hacia la tercera iniciación, el centro de gravedad
(si así puedo denominarlo) cambia constantemente, sale de la forma y
se centra cada vez más en el alma. Hay una acrecentada conciencia de
que existe una Realidad que envuelve y al mismo tiempo extingue a la
dualidad.
Recuerden
que toda la historia de la evolución es la historia de la conciencia
y de la creciente expansión del principio de "llegar a ser
consciente", de manera que desde el microscópico interés del
hombre consciente de sí mismo -porque vamos a confinar la
explicación dentro de los límites del cuarto reino de la
naturaleza- tenemos una inclusividad que se desarrolla lentamente, y
que lo llevará finalmente a la conciencia del Cristo cósmico.
3.
La elevada realización de la unidad sigue a este sentido de dualidad
y, en esta etapa final, se pierde la sensación de ser el alma y el
cuerpo. La conciencia se identifica con la Vida que mora internamente
en el planeta y en el sistema solar. Cuando esto sucede, se registra
un estado del ser que está más allá de las palabras, de la mente y
de la forma. El gran vidente judío trató de explicar estas tres
etapas con las palabras, Yo- Soy-Ese-Yo-Soy. Lo expresó en forma
concisa y adecuada. ¡ Si tuviéramos el desarrollo necesario para
comprenderlo ! La tercera etapa -en cualquier forma que se entienda-
desafía toda explicación e insinúa un cuarto tipo de comprensión,
el de la Deidad misma, sobre la cual no podemos hacer conjeturas.
2.
Vida - Cualidad - Apariencia
En
el estudio de los rayos debe recordarse que nos ocupamos de la
expresión vida por intermedio de la
materia-forma. La unidad superior será reconocida sólo
cuando se perfeccione esta relación dual. La teoría de la Vida Una
podrá mantenerse, pero no me ocupo fundamentalmente de la teoría,
sino de lo que puede ser conocido, siempre que haya progreso y se
aplique la verdad en forma inteligente. Me ocupo de las posibilidades
y de lo que puede realizarse. Muchas personas hablan y piensan hoy en
términos de esa Vida Una, pero no son más que palabras e ideas,
pues la verdadera percepción de esa Unidad esencial sigue siendo un
sueño y una fantasía. Dondequiera se plasme esta realidad en
palabras, se acentúa la dualidad y se acrecienta la controversia
espiritual, empleando la palabra en su significado fundamental y no
en su significado común antagónico. Tomemos, por ejemplo, las
palabras: "Creo en la Vida Una" o "para mí sólo
existe una Realidad", y observen cómo expresan la dualidad en
su terminología. La vida no puede ser expresada en palabras y
tampoco su perfección. El proceso de "llegar a ser" que
conduce a "ser" es un hecho cósmico, que incluye a todas
las formas, y ningún hijo de Dios está aún exento de ese proceso
mutable. Mientras reside en la forma no puede conocer lo que es la
Vida, aunque, cuando haya dado ciertos pasos y actúe con plena
conciencia en los planos superiores del sistema podrá, con plena
conciencia, comenzar a vislumbrar a esa grandiosa Realidad. En el
transcurso de las épocas ciertos grandes iniciados han cumplido su
función de reveladores y han mantenido ante los ojos de los
discípulos precursores de la vida, el ideal de la Unicidad y de la
Unidad. Esto ha sido simplemente un cambio progresivo del foco de
atención de una forma a otra, para obtener, desde un punto de vista
más elevado, una nueva vislumbre de una posible verdad. Cada era (y
la actual no es una excepción) creyó que su captación de la
Realidad y su sensibilidad a la Belleza interna eran mejores y
estaban más cerca que nunca de la Verdad. La más elevada
comprensión de lo que se denomina la Vida Una es la percepción (del
iniciado de grado superior) que ha alcanzado del Logos encarnado, la
Deidad, y Su identificación con la conciencia de ese estupendo
Creador Que trata de expresarse por medio del sistema solar. Ningún
iniciado del planeta puede identificarse a sí mismo con la
conciencia de ese Identificado Ser (en el sentido esotérico del
término) quien en el Bhagavad Gita, dice: "Habiendo
compenetrado toda el universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo
permanezco”.
Les
recomiendo que reflexionen y consideren cuidadosamente estos
pensamientos y procuren que haya una constante expansión del sentido
de percepción y una creciente capacidad para hacer contactos
comprensivos con esa Verdad, Realidad y Belleza emergentes que el
universo manifiesta. Al mismo tiempo eviten los lirismos místicos
sobre la Vida Una, que sólo son la negación de toda captación
mental y la lujuria de una percepción sensual muy desarrollada y de
naturaleza emocional de alto grado.
Todas
las consideraciones hechas en este Tratado sobre los Siete Rayos se
mantendrán necesariamente dentro del pensamiento, lo cual significa
percibir la dualidad. Emplearé el lenguaje de la dualidad, pero no
porque trate de recalcarla en
desmedro
de la unidad (pues ésta es para mí algo real y la vislumbro como
algo más que una posibilidad), sino porque todos los aspirantes,
discípulos e iniciados, hasta la tercera iniciación –como lo he
dicho anteriormente- oscilan como un péndulo entre los pares de
opuestos espíritu y materia. No me refiero a los pares de opuestos
sino a las dualidades del plano astral o emocional -reflejos
ilusorios de los verdaderos pares de opuestos- fundamentales de la
manifestación. Consideraré el material que es de valor práctico y
puede ser captado por la inteligencia iluminada del hombre medio. Es
necesario que los estudiantes, que buscan la iluminación y la
correcta captación de la verdad, no pongan el énfasis
frecuentemente sobre ciertos aspectos y presentaciones de la verdad,
diciendo que unos son espirituales y otros mentales. En el reino
denominado mental se halla el gran principio de la separatividad,
produciéndose también allí la gran unificación. Las palabras del
iniciado Pablo tienen aquí un lugar apropiado: "Que la mente
que estuvo en Cristo esté en vosotros", y agrega en otra parte
que el "Cristo había hecho en sí mismo de dos un nuevo
hombre". Por medio de la mente se formula la teoría, se
distingue la verdad y se capta la Deidad. Cuando hayamos avanzado más
en el Sendero sólo veremos el espíritu en todas partes; el aforismo
expresado por ese gran discípulo H.P.B. que dice "materia es
espíritu en el punto inferior de su actividad cíclica", y
"espíritu en materia en el séptimo plano" el superior,
será con el tiempo una realidad en nuestra conciencia. Esto es una
frase intelectual que tiene todavía muy poco significado, excepto
que enuncia una verdad que no puede ser comprobada. Todo lo que
existe es la expresión de la conciencia espiritual, la cual
espiritualiza a través de su vida inherente a todas las formas
materia.
La
larva o el gusano que desarrolló su pequeña vida en una masa de
sustancia en descomposición constituye una manifestación
espiritual, como también lo es un iniciado que cumple con su destino
en un conjunto de formas humanas, las cuales cambian rápidamente.
Todo es Deidad manifestada; todo es expresión divina; todo es una
especie de percepción sensible y de respuesta al medio ambiente, por
lo tanto, un modo de expresarse conscientemente.
Los
Siete Rayos son la primera diferenciación de la divina triplicidad
Espíritu- Conciencia-Forma, y
proporciona todo el campo de expresión para la Deidad manifestada.
Se nos dice en las Escrituras del mundo que la interacción o la
relación entre Padre-Espíritu y Madre-Materia produce eventualmente
un tercero, el Hijo, o aspecto conciencia. A ese Hijo, producto de
ambos, se lo define esotéricamente como "el Uno que fue
tercero, pero que es segundo". La razón de dicha terminología
reside en que primero existían los dos aspectos divinos
Espíritu-Materia, o materia impregnada de vida, y únicamente cuando
estos dos lograron su mutua unidad (observen la necesaria ambigüedad
de esta frase) surgió el Hijo. El esotérico, sin embargo, considera
al Espíritu-Materia como la primera unidad, y al Hijo, el segundo
factor. Este Hijo, la vida divina encarnada en la materia y, por
consiguiente, el que produce la diversidad y la inmensidad de formas,
es la personificación de la cualidad divina. Podríamos por lo tanto
emplear, para mayor claridad, los términos de Vida-
Cualidad-Apariencia, que pueden reemplazarse por la
triplicidad más común Espíritu- Alma-Cuerpo
o Vida-Conciencia-Forma.
Utilizaré
la palabra Vida cuando me refiera al
Espíritu, a la energía, al Padre, al
primer aspecto de la Divinidad y a ese Fuego eléctrico, dinámico y
esencial que produce todo lo que existe, Fuente y Causa sustentadora
y originadora de toda manifestación.
Utilizaré
la palabra Apariencia para expresar lo
que llamamos materia, forma o manifestación
objetiva; es esa apariencia ilusoria, tangible y externa
animada por la vida. Éste es el tercer aspecto, la Madre,
salvaguardada y fertilizada por el Espíritu Santo o la Vida, unida a
la sustancia inteligente. Es el fuego por fricción -fricción
efectuada por la vida y la materia y su interacción, que produce un
constante cambio y mutación.
Utilizaré
la palabra Cualidad para expresar el
segundo aspecto, el Hijo de Dios, el Cristo
cósmico encarnado en la forma -forma que vino a la existencia
por la relación espíritu materia. Dicha interacción produce la
Entidad sicológica denominada el Cristo. El Cristo cósmico nos
demostró su perfección, en lo que a la familia humana concierne,
mediante el Cristo histórico. Esta entidad sicológica puede poner
en función activa una cualidad que existe dentro de todas las formas
humanas, la cual esotéricamente puede "eliminar las formas"
y atraer tanto la atención, que oportunamente será considerada el
factor principal y que constituye todo lo existente.
Tal
verdad respecto a la vida, a la cualidad y a la forma, está bien y
claramente evidenciado en la historia del Cristo de Galilea.
Continuamente recordaba a su pueblo que Él no era lo que aparentaba
ser, y tampoco era el Padre en el Cielo, y todos los que Lo aman y
conocen se refieren a Él en términos de cualidad. Nos demostró la
cualidad del amor de Dios, y personificó en Sí mismo no sólo lo
que había desarrollado de las cualidades de los siete rayos, sino
también -como lo hacen muy pocos hijos de Dios- el principio
fundamental del rayo del Logos solar mismo, la cualidad del Amor.
Esto lo estudiaremos más detenidamente cuando consideremos el
segundo Rayo de Amor-Sabiduría.
Los
siete rayos son la personificación de siete tipos de fuerza que nos
demuestran las siete cualidades de la Deidad. Estas siete
cualidades tienen por consiguiente un séptuple efecto sobre la
materia y las formas que existan en todas partes del universo, y
también una séptuple interrelación entre sí.
Vida,
cualidad y apariencia, forman una síntesis en el universo
manifestado y en el hombre encarnado, y el resultado de esta síntesis
es séptuple, dando origen a siete tipos de formas cualificadas que
surgen en cada plano y en cada reino. Debe recordarse que todos los
planos, que desde nuestro pequeño punto de vista consideramos
amorfos, no lo son en realidad. Nuestros siete planos son sólo siete
subplanos del plano físico cósmico. No nos ocuparemos de los
planos, excepto en su relación con el desarrollo del hombre, ni del
macrocosmos, ni de la vida en desarrollo del Cristo cósmico.
Limitaremos totalmente nuestra atención al hombre y a sus reacciones
sicológicas hacia las formas cualificadas, en tres direcciones:
hacia las formas que existen en los reinos subhumanos de la
naturaleza, aquellas con las cuales está asociado en la familia
humana, las de la Jerarquía guiadora, y las del mundo de las almas.
Los siete tipos de rayo deben ser estudiados en su totalidad desde el
punto de vista humano, porque este tratado está destinado a
proporcionar al hombre un nuevo acercamiento sicológico mediante la
comprensión de las energías, siete en total, y sus cuarenta y nueve
diferenciaciones, las cuales lo animan y hacen de él lo que es. Más
adelante, a medida que estudiemos cada tipo de rayo, someteremos al
hombre a un detenido análisis y estudiaremos su forma de reaccionar
en estas tres direcciones.
Estos
siete rayos son las siete corrientes de fuerza que emergen de una
energía central después que (desde el punto del tiempo) fue
establecido ese vórtice de energía. Entonces entre el espíritu y
la materia se produjo la interacción, y la forma, o apariencia, del
sistema solar inició su proceso de llegar a ser -proceso que conduce
oportunamente a ser. Esta idea es antigua y verídica. En los
escritos de Platón y de los iniciados que antiguamente sentaron las
proposiciones fundamentales que guiaron a la mentalidad humana
durante épocas, se hace referencia a los siete eones y a las siete
emanaciones, a la vida y a la naturaleza de los "Siete Espíritus
que están ante el Trono de Dios". Estas grandes Vidas, actuando
dentro de los límites del sistema solar, reunieron en Sí la
sustancia que necesitaban para la manifestación, y construyeron las
formas y apariencias mediante las cuales podían expresar mejor Sus
cualidades innatas. Dentro de Su radio de influencia reunieron todo
lo que ahora existe. Este conglomerado de material cualificado
constituye Su cuerpo de manifestación, así como el sistema solar es
el cuerpo de manifestación de los aspectos de la Trinidad.
Esta
idea podrá captarse mejor si se recuerda que todo ser humano
constituye a su vez un conjunto de átomos y células que componen la
forma, en la cual están diseminados órganos y centros de vida
diferenciados, que actúan con ritmo y relación, pero poseen
distintas influencias y diferentes propósitos. Este conglomerado de
formas animadas tiene la apariencia de una entidad o vida central,
caracterizada por su propia cualidad que actúa de acuerdo al grado
de evolución, impresionando así con su radiación y vida a todo
átomo, célula y organismo dentro del radio de su influencia
inmediata y también a cada ser humano con quien se pone en contacto.
El hombre constituye una entidad síquica, una Vida que, mediante la
influencia irradiatoria, ha construido una forma, la ha matizado con
Su cualidad síquica, presentando así en el mundo circundante una
apariencia que persistirá durante todo el tiempo que viva en esa
forma.
Esta
afirmación abarca también la historia de la vida y la aparición
cualificada de uno de los siete rayos. Dios, Rayo, Vida y Hombre, son
todas entidades sicológicas y constructoras de formas. En
consecuencia, una gran vida sicológica está apareciendo a través
de un sistema solar, y siete vidas sicológicas, cualificadas por
siete tipos de fuerza, también están apareciendo por intermedio de
los siete planetas. Cada vida planetaria repite la misma técnica de
manifestación, vida, cualidad y apariencia, y en su segundo aspecto
cualitativo se manifiesta como una entidad sicológica. Cada ser
humano es una réplica en miniatura de todo el plan.
También
es espíritu, alma y cuerpo; vida, cualidad y apariencia. Cobra su
apariencia con su cualidad y la anima con su vida. Debido a que todas
las apariencias son expresiones de la cualidad, y las menores están
incluidas en las mayores, cada forma de la naturaleza y cada ser
humano pertenece a uno de los siete rayos cualificadores, y su
apariencia en la forma fenoménica está matizada por la cualidad de
su rayo fundamental y cualificado predominantemente por el rayo de
esa vida particular de cuya emanación surgió, pero incluirá
también, en forma secundaria, los otros seis tipos de rayo. Por lo
tanto, aceptemos -como analogía simbólica-, la realidad de una Vida
Central (externa y fuera del sistema solar y, sin embargo, dentro de
él durante el proceso de manifestación). Que decide dentro de Sí
misma tomar forma material y encarnar. Así se establece un vórtice
de fuerza como paso preliminar, entonces tenemos al mismo tiempo a
Dios Inmanente y a Dios Trascendente. Este vértice, resultado de su
actividad inicial, se manifiesta por intermedio de lo que llamamos
sustancia (utilizando un término técnico de la ciencia moderna, lo
mejor que podemos hacer por ahora), o a través del éter del
espacio. La consecuencia de esta interacción activa de la vida y la
sustancia es que se constituye una unidad básica. Padre y Madre se
han unido. Dicha unidad está caracterizada por la cualidad. Por
medio de esta triplicidad de vida, cualidad y forma, la Vida central
evoca y manifiesta conciencia, es decir, responde conscientemente a
todo lo que acontece, pero en un grado que resulta imposible
conocerlo, debido a que estamos limitados por nuestra actual y muy
poco desarrollada etapa de evolución.
Quienes
estudian este tratado deben tener en cuenta que es necesario
familiarizarse, desde el comienzo, con estos cuatro factores
condicionantes -vida -cualidad- apariencia- y su
resultado o síntesis, que denominamos Conciencia. Por eso,
siempre hablamos de lo que está fuera de la apariencia y de lo que
es consciente de esa apariencia. Esto involucra la percepción de su
desarrollo material, la consiguiente expresión adecuada y también
la percepción de su desarrollo síquico. Ningún estudio sobre los
rayos es posible si no se conocen estos cuatro factores. Captaremos
el tema con mayor facilidad si aprendemos a considerarnos como una
exacta (aunque todavía no desarrollada) expresión y reflejo de este
cuaternario inicial y creador. Somos vidas que aparecen, expresan
cualidad y lentamente se dan cuenta del proceso y objetivo a medida
que nuestras conciencias se asemejan cada vez más a la de la
Divinidad Misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario