domingo, 12 de marzo de 2017

HERMES TRISMEGISTOS, FILOSOFÍA HERMÉTICA, EL KYLBALION IV

CAPÍTULO VII
«EL TODO» EN TODO

«Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento.»
El Kybalion.

¡Cuan a menudo se ha oído a la mayoría repetir la afirmación de que su Deidad era «todo en todo», y cuán poco ha sospechado el íntimo significado oculto encerrado en esas palabras emitidas tan sin ton ni son! La presión comúnmente empleada es lo que ha quedado de la máxima hermética del epígrafe. Como dice El Kybalion: «El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento». Y si esto es así, tratemos de comprender lo que significa, dada su gran importancia.

En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades filosóficas, científicas y religiosas. Ya hemos dado la enseñanza hermética concerniente a la naturaleza mental del Universo —la verdad de que «el Universo es Mental, sostenido en la mente del TODO». Como dice El Kybalion en el pasaje citado: «todas las cosas están en el TODO». Pero nótese también la siguiente afirmación correlacionada: «Es igualmente cierto que el TODO está en todas las cosas». Esta contradicción aparente es conciliable según la ley de la Paradoja. Es, además, una afirmación hermética exacta sobre las relaciones que existen en el TODO y su Universo mental. Ya hemos visto como es que todo está en el TODO; examinemos ahora el segundo aspecto del asunto.

La doctrina hermética indica que el TODO es inminente e inherente al Universo, así como en toda
parte, partícula, unidad o combinación, dentro del universo. Los maestros suelen ilustrar este postulado, refiriéndose al Principio de Correspondencia. El instructor pide al estudiante que forme una imagen mental de algo, de una persona, una idea o alguna cosa que tenga forma mental, siendo el ejemplo preferido el de un autor que se esté formando una idea de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la imagen mental de lo que trata de expresar con su arte. En cada caso el estudiante verá que, aunque la imagen tiene existencia y ser únicamente dentro de su propia mente, sin embargo, el estudiante mismo, autor, pintor, o escultor es, en cierto sentido, inmanente en dicha imagen. En otras palabras, toda la virtud, vida, espíritu o realidad de la imagen mental se deriva de la «inmanente mente» del pensador. Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea.
Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear, Ricardo III, etc., existieron en la mente de Shakespeare en el momento de su concepción o creación. Y, sin embargo, Shakespeare existió también dentro de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción.
¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como Micawber, Oliver Twist, Uriah Heep?… ¿Es Charles Dickens o tiene cada uno de ellos un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Médicis, la Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios o representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores? La Ley de la Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens. Y mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a Micawber. El hombre, como Micawber, puede exclamar: «El espíritu de mi creador me es inherente, y, sin embargo, yo no soy Él». Esto es muy diferente de la chocante media-verdad que clamorosamente anuncian algunos medio-sabios, diciendo: «Yo soy Dios». Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep exclamando: «Yo soy Dickens», o a cualquier otro personaje de las obras de Shakespeare anunciando: «Yo soy Shakespeare». El TODO está en la lombriz, pero la lombriz está muy lejos de ser el TODO. Pero aunque la lombriz exista meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la mente del TODO, el TODO es inmanente a ella, así como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún misterio mayor que el encerrado en esa proposición: «Todo está en el TODO y el TODO está en todo?».

El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones dadas más arriba son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan la creación de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es la creación de una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las separa. Y, sin embargo, es sólo cuestión de grado —el mismo Principio es el que opera— el Principio de Correspondencia se manifiesta en cada una: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba».

Y en proporción a la realización que obtenga el hombre de la existencia del Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser se elevará en la escala de la vida. Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el reconocimiento, la realización y la manifestación del Espíritu interno. Recuérdese siempre esta definición (la del desenvolvimiento espiritual), porque contiene la verdad de toda verdadera Religión.

Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el Ser más elevado separado del Espíritu del TODO sólo por una sutilísima división, y por todas partes, a lo largo de esta escala de la vida, todo está en movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contradicciones. Éste es el mensaje del iluminado.
La doctrina hermética concerniente al proceso de la creación mental del Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto de ser, proyecta su voluntad hacia su aspecto de «Devenir» y el proceso de la creación comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminución gradual de intensidad vibratoria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energía vibrante, en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este proceso se llama involución porque el TODO se «envuelve» en su creación. Y esto tiene su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor o inventor, quien se «envuelve» tanto en su creación mental que olvida casi completamente su propia existencia, pues en esos momentos «vive en su creación». Si en vez de la palabra «envolverse» empleáramos la de «absorberse», quizá se diera una idea más clara del significado que trata de sugerir. A este estado involucionario de la creación suele también llamársele la «Emanación» de la energía divina, así como el estado evolucionario se denomina «Absorción». Al polo más extremo del proceso creador, se le considera como el más separado del TODO, en tanto que el principio del estado evolutivo es mirado como un retorno de la oscilación del péndulo del Ritmo, como una vuelta al hogar.

La enseñanza es que durante la Efusión las vibraciones se van amortiguando gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por último, y entonces se produce el retorno de la oscilación pendular. Pero existe esta diferencia: que mientras en la efusión se manifiestan las fuerzas creadoras compactamente, como un todo desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de «reabsorción» se manifiesta la ley de la individualización; esto es, la tendencia a separarse en unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejó al TODO como no individualizada energía vuelve a su fuente originaria como innumerables unidades de vida, altamente desarrolladas, que se han ido levantando cada vez más alto en la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual.

Los antiguos herméticos empleaban la palabra «meditación» para describir el proceso de la creación mental del Universo en la mente del TODO, habiéndose empleado también frecuentemente la palabra «contemplación». Pero la idea que parece sugerir es la del empleo de la Atención Divina. «Atención» es una palabra derivada de raíz latina, que significa «alcanzar, llegar», y el acto de atención es realmente un «alcance, una extensión» de la energía mental; de manera, pues, que comprenderemos perfectamente el concepto si examinamos el verdadero significado de la atención.

La doctrina hermética concerniente a la evolución es que el TODO, habiendo meditado sobre el principio de la creación, y establecido así la base material del Cosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va despertándose de su meditación, y al hacerlo produce la manifestación del proceso evolutivo, en los planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden. Así empieza el movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse hacia el Espíritu. La materia se va haciendo menos densa, las unidades vienen a ser, las combinaciones se inician, la vida aparece y va manifestándose en formas cada vez más elevadas y la mente se va haciendo más evidente, vibrando todo cada vez más intensamente. En una palabra, el proceso entero de la evolución, en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de «absorción». Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada eón por millones de años; pero, según dice el iluminado, toda la creación, incluyendo la involución y la evolución de un universo, no es más que un abrir y cerrar de ojos para el TODO. Al final de innúmeros ciclos de eones de tiempo el TODO retira su atención (contemplación) o meditación del Universo, porque la Gran Obra ha terminado, y todo queda absorbido en Él de quien otrora emergiera.

Pero el misterio de los misterios es que el Espíritu de cada alma no queda aniquilado, sino que se
expande infinitamente, sumergiéndose uno en otro el Creador y el Creado. Ésa es la voz de la iluminación.

La iluminación expuesta sobre la meditación y el subsiguiente despertar de ella del TODO no es, por supuesto, más que un intento de descripción del proceso infinito, mediante un ejemplo finito. Pero, no obstante: «Como es arriba es abajo». La diferencia es sólo de grado. Y así, como el TODO se despierta de su meditación sobre el Universo, así también el hombre (a su debido tiempo) cesará de manifestarse sobre el plano material y se irá retirando cada vez más en el espíritu Interno, que, ciertamente, es el «Ego Divino».

Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y esto llega muy cerca del campo metafísico de especulación, aunque nuestro propósito es simplemente el mostrar la futilidad de tal especulación. Aludimos a la pregunta que inevitablemente se presenta ante la mente de todos los pensadores que se han aventurado a buscar la Verdad, la pregunta es: ¿Por qué creó el TODO al Universo? Esta pregunta podrá ser formulada en diferente forma, pero su esencia es siempre la misma. Mucho han luchado los hombres para contestársela, pero aún no se posee respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han imaginado que el TODO ganaría algo con ello, pero eso es absurdo, porque ¿qué es lo que podrá obtener el TODO que ya no posea? Otros dicen que el TODO desea amar a algo, o que lo había creado para divertirse, o porque estaba solo, o para manifestar su poder. Pero todas esas respuestas son pueriles e infantiles y pertenecen a la primera infancia del pensamiento. Algunos han tratado de explicar el misterio presumiendo que el TODO se vio «compelido» a crear, en razón de su «naturaleza interna», o su «instinto creador». Esa idea, si bien representa un adelanto sobre las otras, tiene un punto débil. Si su «naturaleza interna o instinto creador» lo impulsara a hacer algo, entonces la naturaleza interna o instinto creador sería el Absoluto, en vez del TODO, y de ahí que la proposición falle por su misma base. Sin embargo, el TODO crea y se manifiesta y parece encontrar cierta satisfacción al hacerlo. Y es muy difícil escapar a la conclusión de que en algún grado infinito tendría que tener algo que correspondiera a una naturaleza interna o instinto creador en el hombre, con un deseo y Voluntad correspondientemente infinito. No podría obrar si no quisiera hacerlo, no podría hacerlo a menos que lo deseara, y no lo desearía si no obtuviera con ello una satisfacción. Y todas estas cosas pertenecerían a una Naturaleza interna, y podría postularse su existencia de acuerdo con la Ley de Correspondencia, tanto interna como externa. Éste es el problema que yace en la raíz misma de la dificultad y la dificultad que se encuentra en la misma raíz del problema.

Estrictamente hablando, no puede decirse que haya ninguna «razón» para obrar, porque una razón implica una causa, y el todo está por encima de la causa y del efecto, salvo cuando su voluntad misma se convierte en una causa, en cuyo momento el principio se pone en movimiento. De manera, pues, que no puede pensarse en el mismo asunto, porque como el mismo TODO es incognoscible. Así como nos vemos obligados a decir simplemente: EL TODO ES, así también sólo podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en último término, el TODO es la razón en sí misma, y puede decirse en verdad que Él es su propia razón, su propia ley; su propio acto, mejor aún: Que el TODO, su razón, su acto y su ley, son uno, siendo las palabras diferentes nombres de la misma cosa. En opinión de los que esto escriben, la respuesta se halla encerrada en el íntimo ser del TODO, en su ser secreto. La Ley de correspondencia, en nuestra opinión, sólo llega al aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir o de estado. Tras ese aspecto está el de ser, en el cual todas las leyes se pierden en la Ley, todos los principios en el Principio y el TODO, el Principio y el Ser, son idénticos, uno y lo mismo. Por consiguiente, toda especulación metafísica sobre el punto es fútil. Si nos ocupamos aquí de la cuestión es sólo para mostrar que, si bien reconocemos el hecho, reconocemos también lo absurdo de las respuestas dadas por metafísicos y teólogos.

En conclusión, podrá ser de interés para los estudiantes el saber que en tanto que algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos se inclinan más bien a aplicar el Principio de Correspondencia a la cuestión, que da por resultado la «naturaleza interna», la leyenda dice que Hermes, el Grande, cuando le fue hecha esa pregunta por algunos de sus más avanzados estudiantes, contestó apretando los labios fuertemente y no diciendo una palabra, como si indicara que no había respuesta. Pero también puede ser que quisiera aplicar el axioma de esta filosofía que dice que «los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para los oídos del entendimiento», en la creencia de que aún sus más aventajados discípulos no poseían la comprensión necesaria que los calificara para esa enseñanza. De cualquier manera, si Hermes poseyó el Secreto no lo comunicó, y por lo menos en lo que al mundo concierne los labios de Hermes están cerrados al respecto. Y si Hermes el Grande vaciló en hablar, ¿quién sería el osado mortal que tratara de enseñarlo?

Pero, recordémoslo, cualquiera que sea la respuesta de este problema, si es que hay alguna, la verdad es que: «Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas». La proposición en este punto es enfática. Y, para terminar, repetiremos las palabras de la cita: «El que comprenda esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento».

CAPÍTULO VIII

LOS PLANOS DE CORRESPONDENCIA

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»
El Kybalion.

El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los diversos planos de manifestación de la vida y del ser una armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es porque todo cuanto hay en el Universo emanó de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una manifiesta su propio fenómeno en su propio plano.
Para facilitar la meditación y el estudio, la Filosofía hermética considera que el Universo puede dividirse en tres grandes clases de fenómenos, conocidas como los tres Grandes Planos:

I.EL PLANO FÍSICO.
II.EL PLANO MENTAL.
III.EL PLANO ESPIRITUAL.

Estas divisiones son más o menos artificiales y arbitrarias, porque la verdad es que las tres divisiones no son más que grados ascendentes en la gran escala de la vida, siendo el punto más bajo la materia indiferenciada, y el más elevado el del Espíritu. Y, además, los diferentes planos se esfuman unos en otros, de manera que no puede establecerse una división firme y nítida entre la parte superior del Plano Físico y la inferior del Mental.

En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como tres grandes grupos de grados de vida en manifestación. Y aunque el propósito de este libro no nos permite entrar en una explicación extensa de los mismos, daremos una descripción general de ellos. Para principiar podemos considerar la pregunta tan a menudo formulada por el neófito, que desea saber lo que significa realmente la palabra «Plano», término que se usa libremente, y que apenas ha sido explicado, en muchas obras de ocultismo. La pregunta se formula generalmente así: «¿Un Plano es un lugar que tiene dimensiones, o no es más que una condición o estado?» Y podemos contestar «No, no es un lugar ni una dimensión ordinaria del espacio; pero, sin embargo, es más que un estado o condición». Puede ser considerado como un estado o condición; pero, no obstante, el estado o condición es un grado dimensional, es una escala, y está sujeto a medida. Parecerá esto quizá una paradoja, pero examinemos el punto. Una «dimensión» es una medida en línea recta, relacionada con una medida base, etc. Las dimensiones ordinarias del espacio son longitud o largo, latitud o ancho, y grosor o altura. Pero existe otra dimensión de las cosas creadas, o medida en línea recta, conocida por los ocultistas y también por los hombres de ciencia, aunque estos últimos no le hayan dado todavía el nombre de dimensión. Esta nueva dimensión, que por el momento es la base de muchas especulaciones bajo el nombre de Cuarta Dimensión, es el tipo usado para determinar los «grados» o planos.

Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la «Vibración». Es un hecho bien conocido por la ciencia moderna, así como por los hermetistas, quienes han encerrado esa verdad en su tercer principio, que «todo está en movimiento, todo vibra, nada está en reposo». Desde la más elevada manifestación hasta la más baja, todas las cosas vibran. Y no solamente vibran con diferente intensidad, sino en diferentes dimensiones y de diferente manera. Los grados de «intensidad» vibratoria constituyen los grados para medir en la escala de vibraciones, o sea los grados de la Cuarta Dimensión. Todos estos grados forman lo que los ocultistas llaman «planos». Cuanto más elevado es el grado de vibración, tanto más elevado es el plano. De manera, pues, que aunque un plano no es un lugar, ni estado o condición, posee, sin embargo, cualidades comunes a ambos. Algo más tendremos que decir sobre las vibraciones en los próximos capítulos, en los que estudiaremos el principio hermético de Vibración.

Se recordará, no obstante, que los tres grandes planos no son divisiones actuales y reales de los fenómenos del Universo, sino simples medios arbitrarios empleados por los herméticos para ayudar al pensamiento y al estudio de los diversos grados y formas de la actividad y de la vida universales. El átomo de la materia, la unidad de fuerza, la mente del hombre y el ser del arcángel, no son más que grados de una sola y misma escala, y todos son fundamentalmente los mismos, siendo la diferencia sólo cuestión de grado y de intensidad vibratoria: todos son creaciones del TODO, y tienen su existencia dentro de su mente infinita.

Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete planos menores, y cada uno de éstos en siete subplanos, siendo estas divisiones más o menos arbitrarias, esfumándose unas en otras, pero han sido adoptadas por conveniencias del estudio científico.

El Gran Plano Físico, y sus siete planos menores, es la división que comprende todos los fenómenos del universo que se refieren a las cosas, fuerzas y manifestaciones físicas. Incluye todas las formas de lo que conocemos como materia, y todas las formas de lo que llamamos energía o fuerza. Pero se debe recordar que la Filosofía Hermética no reconoce la materia como una cosa en sí misma, o como si tuviera una existencia separada de la mente del TODO. La proposición es que la materia no es más que una forma de energía, esto es, energía de una intensidad vibratoria inferior de cierta clase. Y de acuerdo con ello, los herméticos clasifican la materia bajo el título de energía, y le adjudican tres de los siete planos menores del Gran Plano Físico. Dichas siete divisiones menores son las siguientes:

I.El plano de materia (A)
II.El plano de materia (B)
III.El plano de materia (C)
IV.El plano de sustancia etérea.
V.El plano de energía (A)
VI.El plano de energía (B)
VII.El plano de energía (C)

El Plano de Materia A comprende las formas materiales sólidas, líquidas y gases, tal como lo reconocen generalmente las obras de texto físicas. El Plano de Materia B comprende ciertas formas
más elevadas y sutiles de la existencia que la ciencia recién comienza a conocer: los fenómenos de la materia radiante, bajo sus fases de radium, etc., que pertenecen a la subdivisión más inferior de este plano menor. El Plano de la Materia C comprende formas de la materia más sutil y tenue, cuya existencia ni siquiera sospechan los hombres de ciencia actuales. El Plano de la sustancia Etérea comprende lo que la ciencia denomina «éter», sustancia de tenuidad extrema y de prodigiosa elasticidad, que compenetra todo el Espacio Universal y que obra como medio para la transmisión de ondas de energía tales como la luz, el calor, la electricidad, etc. Esta sustancia etérea es el eslabón de unión entre la llamada materia y la energía, participando de la naturaleza de ambas. La doctrina hermética dice que ese plano tiene siete subdivisiones (como las tienen los demás planos menores), y que, en realidad, hay siete éteres en vez de uno.

Inmediatamente después viene el Plano de la Energía A, que comprende las formas de energía que la ciencia conoce corrientemente, siendo sus siete subdivisiones respectivamente: Calor, Luz,
Magnetismo, Electricidad, Atracción (gravitación, cohesión, afinidad química, etc.) y otras varias formas de fuerza que revelan los experimentos científicos, pero que aún no han sido denominadas o clasificadas. El Plano de la Energía B comprende siete subdivisiones de las más elevadas modalidades de energía, que aún no ha descubierto la ciencia, pero que han sido llamadas «Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza», cuya manifestación se provoca mediante ciertos fenómenos mentales, cuyos fenómenos son posibles merced a ellas. El Plano de la Energía C comprende siete subdivisiones de energía tan elevadamente organizada que tiene muchas de las características de la vida, pero no son reconocidas por el hombre en el actual estado de desarrollo, siendo utilizables solamente para los seres del Planeta Espiritual. Esa energía es inconcebible y puede ser considerada casi como «poder divino». Los seres que la emplean son como dioses, aun comparándolos con el tipo humano más elevado que conozcamos.

El Gran Plano Mental comprende esas formas de cosas vivientes que conocemos en la vida ordinaria, así como otras formas no tan bien conocidas, salvo por los ocultistas. La clasificación de los siete planos mentales menores no es muy satisfactoria sino más bien arbitraria (salvo que se acompañara por complicadas explicaciones que son ajenas al propósito de este libro), pero la mencionaremos.

I.El plano de la mente mineral
II.El plano de la mente elemental (A)
III.El plano de la mente vegetal
IV.El plano de la mente elemental (B)
V.El plano de la mente animal
VI.El plano de la mente elemental (C)
VII.El plano de la mente humana.

El Plano de la Mente Mineral comprende los estados o condiciones de las unidades o entidades, o grupos y combinaciones de las mismas, que animan las formas conocidas bajo el nombre de minerales, substancias químicas, etc. Estas entidades no deben ser confundidas con las moléculas, átomos y corpúsculos siendo estos últimos sólo el cuerpo material de dichas entidades, así como el cuerpo del hombre no es más que su forma material y no él mismo. A esas entidades se las puede llamar «almas» en cierto sentido, y son seres vivientes de escaso grado de desarrollo, vida y mentalidad, apenas un poco más que las unidades de «energía viviente» que comprenden las subdivisiones superiores del más elevado plano físico. El hombre corriente no suele atribuir mente, alma o vida al reino mineral, pero todos los ocultistas reconocen la existencia del mismo, y la ciencia moderna se está encaminando rápidamente hacia este punto de vista. Las moléculas, átomos y corpúsculos tienen sus «odios y amores», gustos y desagrados, atracciones y repulsiones, afinidades y no-afinidades, etc., y algunos hombres de ciencia han expresado la opinión de que el deseo y la voluntad, las emociones y sentimientos de los átomos sólo difieren en grado de los del hombre. No tenemos espacio para discutir el asunto aquí. Todos los ocultistas saben que es un hecho, y otros se refieren a los descubrimientos científicos más recientes para que se vea su corroboración. Este plano tiene las siete subdivisiones habituales.

El Plano de la Mente Elemental A comprende el estado o condición y grado de desarrollo mental y
vital de una clase de entidades desconocidas para el hombre corriente, pero que el ocultista conoce. Son invisibles para los sentidos ordinarios del hombre, pero, no obstante, existen y desempeñan su papel en el Drama del Universo. Su grado de inteligencia es intermedio entre las entidades minerales y químicas por una parte y las entidades del reino animal por la otra. Hay siete subdivisiones en este plano también.

El Plano de la Mente Vegetal y sus siete subdivisiones comprende los estados o condiciones de las entidades que encierra el mundo vegetal, los fenómenos mentales y vitales que se conocen corrientemente. Muchas e interesantes obras científicas se han escrito últimamente sobre la mente y la vida en las plantas. Los vegetales tienen vida, mente y alma, tanto como los animales, el hombre y el superhombre.

El Plano de la Mente Elemental B y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones de una forma de elementales o entidades invisibles, que hacen su obra en el Universo, cuya mente y vitalidad forma parte de la escala entre el Plano de la Mente Vegetal y el Plano de la mente Animal, participando dichas entidades de la naturaleza de ambos.

El Plano de la Mente Animal y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones de las
entidades, seres o almas, que animan los cuerpos vivientes de los animales y que son familiares a todos. No es necesario entrar en detalles concernientes a este reino o plano de vida, porque el mundo animal nos es tan familiar como el nuestro propio.

El Plano de la Mente Elemental C y sus siete subdivisiones comprende las entidades o seres invisibles, que participan de la naturaleza de la vida animal y humana, en determinado grado y combinación. Los elementos pertenecientes a este plano y que están en el grado más elevado del mismo, son semihumanos en inteligencia.
El Plano de la mente Humana y sus siete subdivisiones comprende las manifestaciones de la vida y mentalidad que son comunes al hombre en sus varios grados y divisiones. En este punto debemos indicar el hecho de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivisión del Plano de la mente Humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdivisión. Millones de años ha empleado la raza para alcanzar este estadio, y tardará muchos años más en llegar a las subdivisiones sexta y séptima. Pero debemos recordar que ha habido razas anteriores a las nuestras que han pasado por esos grados y después más allá de ellos. Nuestra propia raza es la quinta (con más los rezagados de la cuarta) que huella el Sendero. En ella ha habido unas cuantas almas avanzadas que han sobrepasado a la masa y han llegado a la sexta y hasta la séptima subdivisión, y algunos un poco más allá todavía. El hombre de la sexta subdivisión será el superhombre, y el de la séptima el ultra hombre.

Al considerar los siete planos mentales menores nos hemos referido a los tres planos elementales
en un sentido general. No deseamos entrar en mayores detalles en esta obra, porque el asunto no
pertenece a este plano de la filosofía y enseñanzas generales. Pero hemos dicho esto para dar una idea un poco más clara de las relaciones de estos planos con los que nos más familiares. Los Planos Elementales guardan la misma relación en mentalidad y vitalidad con los Planos Mineral, Vegetal, Animal y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas. Las teclas blancas bastan para producir música, pero hay ciertas escalas, melodías y armonías en las que las teclas negras desempeñan su parte, siendo necesaria su presencia. Son también necesarias como eslabones de unión en las condiciones anímicas, o estados de ser diversos, entre los demás planos, alcanzándose así ciertas formas de desenvolvimiento. Y este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas una luz nueva sobre el proceso de la evolución, una nueva clave para la secreta puerta de la vida que se oculta entre reino y reino. Todos los ocultistas conocen perfectamente esos grandes reinos de Elementales, y las obras esotéricas están llenas de alusiones a los mismos. Los que hayan leído Zanoni, de Bulwer Lytton, y otras leyendas similares, reconocerán a esas entidades pertenecientes a los mencionados planos de la vida.

Pasando del gran Plano Mental al Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que podríamos decir?, ¿Cómo
podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a mentes que son todavía incapaces de comprender las subdivisiones más elevadas del Plano de la Mente Humana? Esa tarea es imposible. Sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo podría describirse la luz a un hombre que haya nacido ciego?, ¿Cómo explicar el azúcar a quien nunca ha probado algo dulce?, ¿Cómo hablar de armonía a un sordo?.

Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran Plano Espiritual (cada uno de
los cuales tiene las usuales siete subdivisiones), comprenden seres tan superiores al hombre actual como este último es superior al gusano o quizás a formas aún inferiores. La vida de esos seres trasciende tanto a la nuestra que ni siquiera podemos pensar en los detalles de las mismas. Su mente es tan elevada que, por ellos, nosotros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales les parecen puros procesos materiales. La materia que forma sus cuerpos es del plano más elevado, y algunos se dicen que están envueltos por pura energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres?

En los siete planos menores del Gran Plano Espiritual existen seres de quienes hablamos como Ángeles, Arcángeles o semi-dioses. En los planos menores inferiores viven aquellos a quienes damos el nombre de Maestros y Adeptos. Sobre ellos están las grandes jerarquías de huestes angélicas, inconcebibles para el hombre, y sobre ellas están los que sin irreverencia alguna podrían llamarse dioses, pues su grado de elevación en la escala es tan alto, tan grande su poder e inteligencia, que sobrepasan a todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la Deidad. Esos hombres están de todo cuanto se pueda imaginar, siendo la palabra «Divino» la única que se les podría aplicar. Muchos de esos seres, incluso las huestes angelicales, tienen sumo interés por las cosas del Universo y desempeñan un papel importantísimo en sus procesos. Esas invisibles divinidades y auxiliares angélicas ejercen su influencia libremente y poderosamente en la obra de la evolución y del progreso cósmico. Su intervención ocasional y auxilio directo en los asuntos humanos han dado origen a muchas leyendas, creencias, religiones y tradiciones de las razas pasadas y actuales. Han superpuesto su conocimiento y poder sobre el mundo una y otra vez, todo bajo la ley del TODO, por supuesto.

Pero sin embargo, aún esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del TODO y están sujetos a los procesos cósmicos y a las leyes universales. Son todavía mortales, podemos llamarlos «dioses» si nos agrada, pero no son más que nuestros hermanos mayores: las almas avanzadas que han sobrepasado a sus compañeras y que han renunciado temporalmente al éxtasis de la absorción en el TODO, para poder ayudar a la raza en su ascendente jornada en el Sendero. Pero pertenecen al Universo y están sujetos a sus condiciones —son mortales y su plano es inferior al del Espíritu Absoluto.
Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las enseñanzas secretas concernientes al estado de existencia y a los poderes manifestados en los planos espirituales. El fenómeno es tan superior al que se produce en los Planos Mentales que cualquier intento de descripción sólo serviría para producir una gran confusión de ideas. Únicamente aquellos cuya mentalidad ha sido cuidadosamente educada en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído consigo, de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente, pueden comprender adecuadamente lo que significan las enseñanzas referentes a los planos espirituales. Y muchas de ellas las guardan celosamente los herméticos por considerarlas demasiado sagradas, importantes y hasta peligrosas, como para divulgarlas públicamente. El estudiante inteligente comprenderá lo que esto significa si dijéramos que el significado de la palabra «Espíritu», tal como lo usan los herméticos, es sinónimo de «poder viviente», de fuerza animada, de esencia interna o vital, etc., significación que no debe confundirse con lo que generalmente se atribuye al término en cuestión: «religioso, eclesiástico, espiritual, etéreo, santo, etc.». El ocultista emplea la palabra Espíritu en el sentido de «principio animador», lo que lleva consigo la idea de poder, de energía viviente, de fuerza mística, etc. El ocultista sabe muy bien que lo que él conoce como poder espiritual puede ser empleado con fines buenos o malos (de acuerdo con el principio de polaridad), hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las religiones en sus concepciones de Satanás, Belcebú, el Diablo, Lucifer, Ángeles caídos, etc. por esta razón el conocimiento referente a esos planos ha sido mantenido en el secreto, en el Santuario de los Santuarios de todas las fraternidades esotéricas y órdenes ocultas. Ha sido guardado en la más secreta cámara del Templo. Pero, y esto si podemos decirlo, los que han alcanzado grandes poderes espirituales y los han empleado mal se han creado un Destino terrible, y la oscilación del péndulo del Ritmo inevitablemente los llevará al otro extremo de la existencia material, desde cuyo punto tendrán que volver nuevamente a hacer el mismo camino a lo largo de las múltiples espirales del Sendero, pero siempre tendrán como castigo el recuerdo vibrante de las cumbres donde cayeron debido a su mal obrar. Las leyendas sobre los ángeles caídos tienen una base real, como saben todos los ocultistas. La lucha interesada por el poder en los planos espirituales inevitablemente produce que el alma egoísta pierda su equilibrio espiritual y caiga tan abajo como había ascendido. Pero, aun a estas almas, se les presenta la oportunidad de volver sobre sus pasos y hacen la jornada de vuelta pagando la tremenda penalidad, de acuerdo con la invariable ley.

Para concluir, recordamos que, de acuerdo con el principio de Correspondencia que encierra la verdad de que «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba», todos los siete principios herméticos están en plena operación en los diversos planos, físico, mental y espiritual. El Principio de la Sustancia Mental se aplica, por supuesto, a todos los planos, porque todos están en la mente del TODO. El Principio de Correspondencia se manifiesta en todos, porque existe analogía, acuerdo, correspondencia y concordancia entre los varios planos. El Principio de Vibración se manifiesta también en todos los planos, pues las diferenciales que los dividen son consecuencia de la vibración, como ya hemos explicado. El Principio de Polaridad se manifiesta en cada plano, siendo los extremos o polos aparentemente opuestos y contradictorios. El Principio del ritmo se manifiesta en cada plano, con flujo y reflujo, ascenso y descenso, ingreso y egreso. El Principio de Causa y Efecto se manifiesta en cada plano, teniendo todo efecto su causa y toda causa su efecto. El Principio de Género se manifiesta en cada plano, estando siempre expresada la energía creadora y operando mediante los aspectos masculino y femenino.
«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba». Los milenarios axiomas herméticos encierran los grandes principios de los fenómenos universales. Conforme vayamos considerando los restantes principios, veremos cada vez más clara la verdad de la naturaleza universal de este gran Principio de Correspondencia.

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