sábado, 21 de marzo de 2015

EL LIBRO PERDIDO DE ENKI. TABLILLAS 5 Y 6


LA QUINTA TABLILLA
El carro partió del planeta Lahmu; continuó su viaje hacia la Tierra.
Dieron vueltas alrededor de la Luna, para ver de hacer allí una estación de paso.
Dieron vueltas alrededor de la Tierra, decelerando hacia un amerizaje. Nungal hizo descender el carro en las aguas, junto a Eridú.

Desembarcaron en un muelle construido por Enlil; ya no hacían falta las embarcaciones.
Enlil y Enki recibieron con abrazos a su hermana; con Nungal, el piloto, estrecharon los brazos.
Los héroes, hombres y mujeres, fueron recibidos con vítores por los héroes presentes.
Todo lo que llevaba el carro se descargó con rapidez:
naves espaciales y naves celestes, y las herramientas diseñadas por Enki, y provisiones de todo tipo.
De todo lo que ocurría en Nibiru, de la muerte y el entierro de Alalu, les habló Ninmah a sus hermanos;
de la estación de paso de Lahmu y de la comandancia de Anzu les habló.
Enki expresó su visto bueno a esto, Enlil expresó palabras de desconcierto.
¡Es una decisión de Anu, su palabra es inalterable!, dijo Ninmah a Enlil.
He traído alivio para las enfermedades, dijo Ninmah a sus
hermanos.

Sacó de su bolsa un paquete de semillas, semillas para ser plantadas en la tierra;
multitud de matorrales brotarán de
las semillas, y producirán
frutos jugosos.
Con el jugo se hará un elixir, será bueno para que lo beban los héroes.
¡Esto ahuyentará las enfermedades; les pondrá contentos!
¡Hay que sembrar las semillas en un lugar fresco, necesitan calor y agua
para alimentarse!

Así habló Ninmah a sus hermanos. ¡Te voy a mostrar un sitio perfecto para ello!, le dijo Enlil. ¡Es donde se construyó el Lugar de Aterrizaje, donde construí una morada
de madera de cedro! En la nave celeste de Enlil se remontaron en el cielo los dos, Enlil y
Ninmah; Hermano y hermana fueron hasta el Lugar de Aterrizaje, en las montañas
cubiertas de nieve, junto al bosque de cedros.

En la gran plataforma de piedra aterrizó la nave celeste, fueron a la morada de Enlil.
Una vez dentro, Enlil la abrazó, con fervor besó a Ninmah. ¡Oh, hermana mía, amada mía!, susurraba Enlil. La tomó por el bajo vientre, no derramó el semen en su útero.
¡De nuestro hijo, Ninurta, te traigo noticias!, le dijo suavemente Ninmah. ¡Es un joven príncipe, está dispuesto para la aventura, está preparado para
unirse a ti en la Tierra! ¡Si te quedas tú aquí, que traigan a Ninurta, nuestro hijo!, le dijo Enlil
a ella.

Los héroes iban llegando al Lugar de Aterrizaje, las naves celestes llevaban naves espaciales hasta la plataforma. De la bolsa de Ninmah se sacaron las semillas, se sembraron en las tierras
del valle.
¡Un fruto de Nibiru crecería en la Tierra! . En la nave celeste, Enlil y Ninmah volvieron a Eridú.
De camino, Enlil le mostró el paisaje, le mostró el Edin en toda su extensión,
desde los cielos, Enlil le explicó sus planes. ¡He diseñado un plan imperecedero!, le decía. He dispuesto lo que determinará su construcción para siempre; lejos de Eridú, donde comienza la tierra seca, estará mi residencia, Laarsa será su nombre, se convertirá en un lugar de mando.

A orillas del Burannu, el Río de Aguas Profundas, estará ubicada,
una ciudad gemela de ella surgirá en el futuro, la nombraré Lagash.
Entre las dos, en las llanuras, he trazado una línea,
a sesenta leguas de allí, habrá una ciudad de sanación,
será tu propia ciudad, Shurubak, la Ciudad Refugio la nombraré.
En la línea central estará ubicada, dirigirá hacia la cuarta ciudad; Nibru-ki, Lugar del Cruce de la Tierra la nombraré, estableceré en ella un
Enlace Cielo-Tierra.

¡Albergará las Tablillas de los Destinos, controlará todas las misiones! Junto a Eridú, sumarán cinco ciudades, ¡existirán para toda la eternidad! En una tablilla de cristal, Enlil le mostró a Ninmah su plan; en la tablilla, ella vio más marcas, sobre ellas le preguntó a Enlil. Más allá de las cinco ciudades, construiré en un futuro un Lugar del Carro, ¡para que llegue directamente de Nibiru a la Tierra!, le respondió Enlil. Entonces comprendió Ninmah por qué el desconcierto de Enlil ante los
planes de Anu sobre Lahmu.

¡Hermano mío, es magnífico tu plan para las cinco ciudades!, le dijo Ninmah.
La creación de Shurubak, una ciudad de sanación, como morada mía, para mí misma,
es algo por lo que estoy agradecida;
¡más allá de ese plan, no transgredas a tu padre, no ofendas tampoco a tu hermano!
¡Eres tan sabia como hermosa!, le dijo Enlil.

En el Abzu, Enki también estaba concibiendo planes, dónde construir su casa,
dónde preparar moradas para los héroes, por dónde entrar en las entrañas de la Tierra.
En su nave celeste, midió la extensión del Abzu, inspeccionó cuidadosamente sus regiones.
El Abzu era una tierra distante, estaba más allá de las aguas del Edin; era una tierra rica, rebosante de riquezas, perfecta en su totalidad.

Poderosos ríos atravesaban la región, grandes aguas discurrían rápidamente; una morada junto a las aguas corrientes hizo Enki para sí mismo,
en medio del Abzu, en un lugar de aguas puras se puso Enki a sí mismo. En esa tierra, Enki determinó el Lugar de la Profundidad, para que los
héroes descendieran a las entrañas de la Tierra. Allí puso Enki el Agrietador de Tierra, para con él hacerle un corte a la Tierra,
llegar por medio de túneles a las interioridades de la Tierra, descubrir las venas doradas.
Muy cerca, emplazó Lo-Que-Parte y Lo-Que-Tritura,
para partir y triturar el mineral aurífero, para transportarlo en naves celestes,
llevarlo al Lugar de Aterrizaje en las montañas de cedros,
para desde allí transportarlo a la estación de paso de Lahmu con naves
espaciales. Más héroes iban llegando a la Tierra, unos eran asignados al Edin, a otros
se les daban trabajos en el Abzu.

Enlil construyó Laarsa y Lagash, fundó Shurubak para Ninmah. Un ejército de sanadoras vivía allí con ella, las jóvenes que dan auxilio. En Nibru-ki, Enlil estaba ensamblando un Enlace Cielo-Tierra, para
comandar todas las misiones desde allí.
Enki viajaba entre Eridú y el Abzu, iba y venía para supervisar. En Lahmu, la construcción seguía progresando; también iban llegando los
héroes para la Estación de Paso.

Un Shar, dos Shars duraron los preparativos; entonces, Anu dio la palabra. En la Tierra, era el séptimo día, un día de descanso decretado por Enki en
el principio. En todas partes, los héroes se reunieron para escuchar un mensaje de Anu
transmitido desde Nibiru;
En el Edin se reunieron, Enlil estaba allí al mando. Con él, estaba Ninmah; su ejército de jóvenes estaban a su lado reunidas. Alalgar, señor de Eridú, estaba allí; Abgal, que comandaba el Lugar de
Aterrizaje, también estaba.

En el Abzu estaban reunidos los héroes, ante la mirada de Enki se encontraban;
Con Enki, estaba su visir Isimud; Nungal, el piloto, también estaba. En Lahmu, estaban reunidos los héroes; con su orgulloso comandante, An-zu, estaban. Seiscientos había en la Tierra, trescientos se reunían en Lahmu.

En total, fueron novecientos los que escucharon las palabras de Anu, el rey:
¡Héroes, vosotros sois los salvadores de Nibiru! ¡La suerte de todos está en vuestras manos!
Vuestros logros serán recordados por toda la eternidad, se os llamará con nombres gloriosos.
¡Los que están en la Tierra serán conocidos como Anunnaki, Los Que del Cielo a la Tierra Vinieron!
¡Los que están en Lahmu, serán nombrados Igigi, Los Que Observan y Ven serán!
Todo lo que hace falta está dispuesto: ¡Que empiece a llegar el oro, que se salve Nibiru!
Viene ahora el relato de Enki, Enlil y Ninmah,
de sus amores y esponsales, y de las rivalidades por sus hijos.
Los tres líderes eran descendientes de Anu, de diferentes madres nacidos.
Enki fue el Primogénito; una concubina de Anu fue su madre.

Enlil, de Antu, la esposa de Anu, nació; convirtiéndose así en el Heredero Legal.
Ninmah fue hija de otra concubina, siendo hermanastra de los dos hermanastros.
Era la Primogénita de Anu, esto quedaba indicado por su título-nombre de Ninmah.
Era sumamente hermosa, llena de sabiduría, rápida en aprender.

Ea, como se le llamaba entonces a Enki, fue elegido por Anu para que se casara con Ninmah,
por lo cual el hijo de ambos se convertiría a partir de entonces en el sucesor legal.
Ninmah estaba enamorada de Enlil, un arrojado comandante;
ella se dejó seducir por él, en su vientre derramó él su simiente, de la simiente de Enlil, ella tuvo un hijo; Ninurta le nombraron los dos. Anu se enfureció con lo ocurrido; ¡como castigo, le prohibió a Ninmah que se casara con nadie!

Ea abandonó a la que, por decreto de Anu, tenía que ser su novia; y se casó en su lugar con una princesa llamada Damkina;
un hijo, un heredero, les nació; Marduk le pusieron por nombre, que significaba El Nacido en un Lugar Puro. En cuanto a Enlil, no tenía hijo alguno por matrimonio, no tenía a su lado
una esposa.

Fue en la Tierra, no en Nibiru, donde Enlil se casó; su historia es la historia de una violación, de un exilio y de un amor que
trajo el perdón,
y de más hijos que no fueron más que hermanastros. En la Tierra, era verano; Enlil se retiró a su morada en el bosque de cedros. Por el bosque de cedros iba Enlil paseando cuando refrescaba el día; en un frío torrente de montaña, estaban bañándose unas jóvenes de
Ninmah asignadas al Lugar de Aterrizaje. Enlil quedó hechizado por la belleza y la gracia de una de ellas, Sud era su
nombre.

Enlil la invitó a su morada en el bosque de cedros: ¡Ven y bebe conmigo del elixir del fruto de Nibiru que crece aquí!, le dijo
a ella.
Sud entró en la morada de Enlil; en una copa, le ofreció Enlil el elixir.
Sud bebió, Enlil también bebió; Enlil le habló de relaciones sexuales. No estaba dispuesta la muchacha. ¡Mi vagina es muy pequeña, no conoce
la cópula!, le dijo a Enlil.

Enlil le habló de besos; no estaba dispuesta la muchacha: ¡Mis labios son demasiado pequeños, no conocen los besos!, le dijo a Enlil. Enlil se echó a reír y la abrazó, él se rió y la besó; ¡Su semen derramó en su matriz!
A Ninmah, la comandante de Sud, se le informó de la inmoral acción. ¡Enlil, el inmoral! ¡Por tu acción, tendrás que afrontar un juicio! Así le dijo
la enfurecida Ninmah.

En presencia de cincuenta Anunnaki, se reunieron los Siete Que Juzgan, los Siete Que Juzgan decretaron un castigo para Enlil: ¡Quede desterrado Enlil de todas las ciudades, sea exiliado a una Tierra Sin
Retorno!

En una cámara celeste le hicieron abandonar el Lugar de Aterrizaje; Abgal era su piloto.
A una Tierra Sin Retorno se le llevó, ¡para no volver jamás!
Los dos viajaron en la cámara celeste, a otra tierra se dirigieron.
Allí, en medio de inhóspitas montañas, en un lugar de desolación, aterrizó
Abgal la cámara celeste.

¡Éste será tu lugar de exilio!, le dijo Abgal a Enlil.
¡No por casualidad lo he elegido!, le dijo a Enlil. Hay oculto aquí un secre
to de Enki;
en una cueva cercana, Enki ocultó siete Armas de Terror,
las sacó del carro celestial de Alalu.
¡Toma posesión de las armas, con las armas conseguirás la libertad!
Así le dijo Abgal a su comandante; ¡un secreto de Enki le reveló a Enlil!
Luego, Abgal partió del lugar secreto; Enlil quedó allí solo.

En el Edin, Sud le habló a Ninmah, su comandante:
¡De la simiente de Enlil estoy embarazada, he concebido en mi matriz a un hijo de Enlil!
Ninmah le transmitió a Enki las palabras de Sud; ¡él era el Señor de la Tierra, en la Tierra era supremo!
Convocaron a Sud ante los Siete Que Juzgan: ¿Tomarás a Enlil como esposo?, le preguntaron.
Ella pronunció palabras de consentimiento; Abgal le transmitió las palabras a Enlil en su exilio.
Enlil volvió de su exilio para casarse con Sud; de este modo, Enki y Ninmah le dieron el perdón.
Sud fue declarada esposa oficial de Enlil; se le concedió el título-nombre de Ninlil, Dama del Mandato.
Después de ello, un hijo les nació a Ninlil y Enlil; Nannar, el Brillante, le llamó Ninlil.
¡Fue el primero de los Anunnaki en ser concebido en la Tierra,
uno de la simiente real de Nibiru nacido en un planeta extraño!

Fue después de esto que Enki le habló a Ninmah: ¡Ven conmigo al Abzu!
En medio del Abzu, en un lugar de aguas puras, he construido una morada.
Con un metal brillante, plata es su nombre, la he embellecido,
con una piedra de un azul profundo, lapislázuli, está adornada;
¡ven, Ninmah, ven conmigo, abandona tu adoración por Enlil!
Al Abzu, a la morada de Enki, viajó Ninmah;
allí, Enki le habló palabras de amor,
de estar hechos el uno para el otro, dulces palabras le susurró.
¡Sigues siendo mi amada!, le dijo acariciándola.

La abrazó, la besó; ella hizo que su falo rebosara.
Enki derramó su semen en la matriz de Ninmah. ¡Dame un hijo! ¡Dame un
hijo!, gritaba.
Ella acogió el semen en su matriz, el semen de Enki la fecundó. Un día de Nibiru era un mes de la Tierra para ella, dos días, tres días, cuatro días de Nibiru, eran como meses de la Tierra, cinco, seis, siete y ocho días de meses se completaron; la cuenta novena de la maternidad se culminó; Ninmah estaba de parto. Dio a luz a una niña; la recién nacida era hembra; ¡a orillas del río, en el Abzu, nació una hija de Enki y Ninmah! Enki estaba decepcionado con la niña. ¡Besa a la pequeña!, le decía Ninmah. ¡Besa a la pequeña!, le dijo Enki a su visir Isimud: ¡Yo deseaba un hijo, he
de tener un hijo de mi hermanastra! De nuevo besó a Ninmah, por el vientre la tomó, su semen derramó en su matriz.

De nuevo dio a luz ella, de nuevo una hija le dio a Enki. ¡Un hijo ,un hijo he de tener un hijo contigo!, le gritaba Enki a Ninmah.
Después de lo cual, Ninmah pronunció una maldición sobre Enki, que todo alimento que coma sea veneno en sus entrañas; que le duela la
mandíbula, que le duelan los dientes, que le duelan las costillas. Isimud convocó a los Anunnaki, a Ninmah le rogaban alivio. Distanciarse de la vulva de Ninmah juró Enki con el brazo en alto; uno a uno, los achaques le quitó, Enki se liberó de la maldición de ella. Ninmah volvió al Edin, para no casarse nunca; ¡la orden de Anu se cumplió! Enki trajo a la Tierra a su esposa Damkina y a su hijo Marduk; Ninki, Dama de la Tierra, se le concedió a ella por título. Enki tuvo cinco hijos más, de ella y de concubinas, éstos fueron sus nombres: Nergal y Gibil, Ninagal y Ningishzidda, y Dumuzi el más joven. Enlil y Ninmah trajeron a la Tierra a su hijo Ninurta, con su esposa Ninlil, tuvo Enlil un hijo más, un hermano de Nannar; Ishkur fue su nombre.
Tres hijos en total tuvo Enlil, ninguno nacido de concubinas,
Dos clanes se establecieron así en la Tierra; sus rivalidades llevaron a las
guerras.

Viene ahora el relato del motín de los Igigi,
y de cómo se le dio muerte a Anzu, en castigo por robar las Tablillas de los Destinos.
Desde el Abzu, se llevaba el oro de las venas de la Tierra hasta el Lugar de Aterrizaje,
de allí, los Igigi lo transportaban en naves espaciales hasta la estación de paso en Lahmu.
Desde el planeta Lahmu, el metal precioso se llevaba a Nibiru en carros celestiales;
en Nibiru, el oro se convertía en el más fino polvo, se empleaba para proteger la atmófera.
¡Lentamente se curó la brecha en los cielos, lentamente se salvó Nibiru! En el Edin, las cinco ciudades se perfeccionaron.

Enki se hizo una morada deslumbrante en Eridú, desde la tierra la elevó hacia el cielo,
como una montaña la elevó por encima del suelo, en un buen lugar la construyó.
Su esposa Damkina moraba en ella; y allí le enseñó Enki la sabiduría a su
hijo Marduk.

Enlil estableció en Nibru-ki el Enlace Cielo-Tierra, era digno de ver.
En su centro, un alto pilar el mismo cielo alcanzaba,
se puso sobre una plataforma que no se podía derrumbar;
con esto, las palabras de Enki llegaban a todos los asentamientos, en
Lahmu y en Nibiru se podían escuchar. Desde allí se elevaron rayos, podían buscar en el corazón de todas las tierras;
sus ojos podían explorar todas las tierras, su red hacía imposible una aproximación no deseada.
En su elevada casa, una cámara como una corona era el centro, miraba con
atención los cielos distantes;
miraba fijamente hacia el horizonte, perfeccionó el cénit celestial.

En su santificada cámara oscura, con doce emblemas estaba marcada la
familia del Sol,
en los ME estaban registradas las fórmulas secretas del Sol y la Luna,
Nibiru y la Tierra, y los ocho dioses celestiales.
Las Tablillas de los Destinos emitían sus tonos de colores en la cámara,
con ellas, Enlil supervisaba todas las idas y venidas.

En la Tierra, los Anunnaki trabajaban sin descanso, se quejaban del traba-
jo y del sustento. Estaban trastornados por los rápidos ciclos de la Tierra, y del elixir sólo se
les daban pequeñas raciones. En el Edin, los Anunnaki trabajaban sin descanso; en el Abzu, el trabajo
era aún más extenuante. Por equipos, se enviaban Anunnaki de vuelta a Nibiru; por equipos, otros
nuevos llegaban.

Los Igigi, que moraban en Lahmu, eran los que más ruidosamente se quejaban:
demandaban un lugar de descanso en la Tierra, para cuando bajaban de
Lahmu a la Tierra.
Enlil y Enki intercambiaron palabras con Anu, al rey consultaron: ¡Dejad que el líder vaya a la Tierra, discutidlo con Anzu! Así les dijo Anu. Anzu descendió de los cielos a la Tierra, entregó los términos de las quejas a Enlil y Enki.
¡Deja que Anzu conozca el mecanismo!, le dijo Enki a Enlil.
¡Yo le mostraré el Abzu, revélale tú el Enlace Cielo-Tierra!
Enlil consintió con las palabras de Enki.

Enki le mostró el Abzu a Anzu, el agotador trabajo en las minas le mostró;
Enlil invitó a Anzu a Nibru-ki, en la sagrada cámara oscura le dejó entrar;
En lo más profundo del santuario, le explicó a Anzu las Tablillas de los Destinos.
Le mostró a Anzu lo que los Anunnaki estaban haciendo en las cinco ciudades;
prometió alivio a los Igigi que llegaban al Lugar de Aterrizaje.
Volvió después a Nibru-ki para discutir las quejas de los Igigi.

Anzu era un príncipe entre los príncipes, de simiente real era su ascendencia;
malvados pensamientos llenaron su corazón cuando volvió al Enlace Cielo-Tierra.
Estaba planeando llevarse las Tablillas de los Destinos;
en su corazón, estaba planeando tomar el control de los decretos del cielo y la Tierra.
¡Concibió en su corazón arrebatar.la Enlildad, su objetivo era gobernar a Igigi y a Anunnaki!
Sin albergar sospechas, Enlil dejó a Anzu que se instalara en la entrada del santuario;
sin albergar sospechas, Enlil dejó el santuario, se fue a darse un baño refrescante.

Con malvadas intenciones, Anzu se apoderó de las Tablillas de los Destinos;
huyó en una cámara celeste, se fue rápidamente a la montaña de las cámaras celestes;
allí, en el Lugar de Aterrizaje, le estaban esperando Igigi rebeldes, ¡se estaban preparando para declarar a Anzu rey de la Tierra y de Lahmu!

En el santuario de Nibru-ki, el resplandor se desvaneció, el zumbido se acalló,
el silencio prevalecía en el lugar, las fórmulas sagradas habían quedado suspendidas.
En Nibru-ki, Enlil se quedó sin palabras; estaba abrumado por la traición. Palabras furiosas profirió contra Enki, dudó de la ascendencia de Anzu.

Se reunieron los líderes en Nibru-ki, los Anunnaki que decretan los hados consultaron con Anu.
¡Hay que detener a Anzu, las Tablillas deben volver al santuario!, decretó Anu.
¿Quién se enfrentará al rebelde? ¿Quién recuperará las Tablillas?, se preguntaban entre sí los líderes.
¡Estando en posesión de las Tablillas de los Destinos, Anzu es invencible!, se decían uno a otro.
Ninurta, animado por su madre, se adelantó entre los reunidos: ¡Seré el guerrero de Enlil, venceré a Anzu! Así habló Ninurta. Ninurta se dirigió hacia la ladera de la montaña, se comprometió a vencer al fugitivo Anzu.
Anzu se mofaba de Ninurta desde su escondrijo: ¡Las Tablillas son mi protección, soy invencible! Dardos relampagueantes le dirigió Ninurta a Anzu; las flechas no pudieron
acercarse a Anzu, volvieron hacia atrás.

¡La batalla se detuvo, las armas de Ninurta no vencerían a Anzu! Entonces, Enki le dio un consejo a Ninurta: ¡Levanta una tormenta con tu
Torbellino, que el rostro de Anzu se cubra de polvo, que las alas de su pájaro celeste
se encrespen!

Enlil forjó una poderosa arma para su hijo, era un proyectil Tillu;
¡sujétalo a tu Arma-Tormentosa, cuando se acerquen ala con ala, dispáraselo a Anzu!
Así instruyó Enlil a su hijo Ninurta.
¡Cuando se acerquen ala con ala entre sí, deja que el proyectil vuele como un rayo!
De nuevo se remontó en el cielo Ninurta con su Torbellino; Anzu se elevó con su pájaro celeste para hacerle frente.

¡Ala con ala!, gritó Anzu enfurecido. ¡Esta batalla será tu destrucción!
Ninurta siguió el consejo de Enki; con su Torbellino creó una tormenta de
polvo. El polvo cubrió el rostro de Anzu, quedaron al descubierto los piñones de
su pájaro celeste;
en medio de ellos, dejó ir Ninurta el proyectil, los piñones de Anzu se vieron sumidos en un resplandor de fuego.

Sus alas comenzaron a aletear como mariposas; Anzu cayó hasta el suelo.
La Tierra se sacudió, los cielos se oscurecieron;
Ninurta hizo cautivo al caído Anzu, de él recuperó las Tablillas.
Los Igigi estaban observando desde la cima de la montaña;
cuando Ninurta llegó al Lugar de Aterrizaje, temblaron y le besaron los pies.
Ninurta liberó al cautivo Abgal y a los Anunnaki, anunció su victoria a Anu y a Enlil.
Después, volvió a Nibru-ki, y las Tablillas se reinstalaron en la cámara más
profunda. De nuevo volvió el resplandor allí dentro, se restableció el zumbido de los
ME en las Tablillas.

Anzu fue sometido a juicio ante los Siete Que Juzgan;
Enlil y Ninlil, su esposa, Enki y su esposa Ninki, a la que anteriormente se conocía como Damkina,
y los hijos Nannar y Marduk estaban allí, Ninmah también estaba en el juicio.
Ninurta habló de los malvados actos: ¡No hay justificación, que la muerte sea su pena!, dijo.
¡Los Igigi se quejaban con razón, necesitan un lugar de descanso en la Tierra!, argüyó Marduk en contra.
¡Por su malvada acción, Anzu puso en peligro a todos los Anunnaki y a los Igigi!, dijo Enlil.

Enki y Ninmah dieron la razón a Enlil; ¡el mal debe ser extinguido!, dijeron. Los siete sentenciaron a Anzu a muerte por ejecución;
con un rayo mortal fue extinguido el aliento vital de Anzu. ¡Dejadle su cuerpo a los buitres!, dijo Ninurta.
¡Dejad que sea enterrado en Lahmu, que se le ponga en una cueva junto a Alalu para su descanso!, dijo Enki.
¡De la misma simiente ancestral eran ambos!
¡Que Marduk lleve su cuerpo a Lahmu, que Marduk se quede allí como
comandante!

Eso sugirió Enki a los jueces. ¡Así sea!, dijo Enlil.
Viene ahora el relato de cómo se fundó Bad-Tibira, la Ciudad del Metal,
y de cómo, en el cuadragésimo Shar, los Anunnaki se amotinaron en el Abzu.
Anzu fue juzgado y ejecutado en el vigésimoquinto Shar,
esto sojuzgó el malestar de los Igigi, aunque siguió hirviendo lentamente.
Marduk fue enviado a Lahmu para levantar los espíritus de los Igigi, para prestar atención a su bienestar.
En la Tierra, Enlil y Enki discutieron cambios, estuvieron reflexionando sobre cómo evitar el malestar en la Tierra.

Las estancias en la Tierra son demasiado prolongadas, se decían uno a otro.
Pidieron consejo a Ninmah; quedaron alarmados por el cambio de semblante en ella. ¡El oro debe fluir con más rapidez a Nibiru, hay que proveer de salvación
con más rapidez!, coincidieron todos. Ninurta era un experto en las interioridades de los planetas; dijo palabras
sabias a sus mayores: Que se establezca una Ciudad del Metal, para que allí se funda y se refine
el mineral aurífero,
allí se podrán disponer cargamentos menos pesados desde la Tierra. Cada nave espacial podrá llevar más oro, y quedará espacio para que los
Anunnaki regresen a Nibiru, ¡que los agotados regresen a Nibiru, que otros frescos los sustituyan en la
Tierra! Enlil, Enki y Ninmah consideraron favorablemente la sugerencia de Ninurta,
se le consultó a Anu y dio su aprobación.

¡En el Edin, se planificó una Ciudad del Metal, en esa ubicación insistió
Enlil! Se construyó con materiales de Nibiru, se equipó con herramientas de
Nibiru.

Tres Shars llevó su construcción, se le dio por nombre Bad-Tibira. Ninurta, que hizo la sugerencia, fue su primer comandante. De esta forma, el flujo de oro a Nibiru se hizo más fácil y rápido, aquellos que habían venido a la Tierra y a Lahmu al principio de los
Tiempos Previos
volvieron a Nibiru; Alalgar, Abgal y Nungal estaban entre ellos. Los recién llegados que los sustituyeron eran más jóvenes y entusiastas; no estaban acostumbrados a los ciclos de la Tierra y de Lahmu ni a otros
rigores. En Nibiru, de donde habían venido, la brecha en la atmósfera se estaba
curando; los más jóvenes no habían conocido las grandes calamidades que habían
tenido lugar en el planeta y en sus cielos. ¡De su misión dorada albergaban especialmente el anhelo de emociones y
aventuras! Tal como había concebido Ninurta, los minerales se traían desde el Abzu,
en Bad-Tibira se fundían y se refmaban, con naves espaciales se enviaban a Lahmu;
el oro puro se llevaba de Lahmu a Tibiru en carros celestiales. Tal como había concebido Ninurta, el oro fluía desde el Abzu hasta Nibiru; ¡lo que no había concebido era el malestar de los Anunnaki recién llegados que trabajaban sin descanso en el Abzu!

La verdad sea dicha, Enki no tuvo en cuenta lo que se estaba fraguando, ponía su atención en otros asuntos del Abzu. Había llegado a fascinarse con lo que crece y vive en el Abzu; deseaba aprender de las diferencias entre lo que había aparecido en la Tierra y lo que había aparecido en Nibiru,
quería descubrir cómo se causaban las enfermedades por la atmósfera y los ciclos de la Tierra.
En el Abzu, junto a las chorreantes aguas, erigió un magnífico lugar de estudio,
lo dotó con todo tipo de herramientas y de equipos.

Llamó al lugar Casa de la Vida, a ella invitó a su hijo Ningishzidda.
Configuraron fórmulas sagradas, diminutos ME, la posesión de los secretos de la vida y la muerte,
buscaban desentrañar los misterios de la vida y la muerte de las criaturas de la Tierra.
Enki estaba especialmente enamorado de algunas criaturas vivas;
éstas vivían entre los árboles altos, utilizaban sus patas delanteras como manos.
En las altas hierbas de las estepas se veían extrañas criaturas; parecían caminar erectas.
Enki estaba absorbido con estos estudios; pero no se daba cuenta de lo que
se estaba fraguando entre los Anunnaki. El primero en darse cuenta del problema fue Ninurta: en Bad-Tibira había
observado una disminución en mineral de oro.

Enlil envió a Ninurta al Abzu para averiguar lo que estaba sucediendo.
Ennugi, el oficial jefe, lo acompañó en las excavaciones,
con sus propios oídos escuchó las quejas de los Anunnaki;
murmuraban y se lamentaban, refunfuñaban en las excavaciones; ¡El trabajo es insoportable!, le dijeron a Ninurta.
Ninurta dio cuenta de esto a su tío Enki. ¡Convoquemos a Enlil!, dijo Enki. Enlil llegó al Abzu, se instaló en una casa cercana a las excavaciones. ¡Vamos a enervar a Enlil en su morada!, gritaron los héroes que trabajaban
en las minas.

¡Que nos libere del duro trabajo!
¡Proclamemos la guerra, nos liberaremos a través de las hostilidades!, gritaban otros.
Los Anunnaki de las excavaciones prestaron oídos a las palabras de instigación,
prendieron fuego a sus herramientas, quemaron sus hachas. Se enfrentaron a Ennugi, oficial jefe de las minas, lo apresaron en los
túneles; lo llevaron con ellos, se abrieron paso hasta la puerta de la morada de Enlil.
Era de noche, en mitad de la vigilia;
rodearon la morada de Enlil, sostenían en alto sus herramientas a modo de
antorchas.
Kalkal, el guardián de la entrada, atrancó la puerta y despertó a Nusku; Nusku, el visir de Enlil, despertó a su señor, lo sacó de la cama, diciéndo-
le así: ¡Mi señor, la casa está rodeada, hasta la puerta han llegado los hostiles
Anunnaki!

Enlil convocó a Enki, Enlil convocó a Ninurta a su presencia: ¡Qué es lo que están viendo mis ojos! ¿Es contra mí contra quien se está
haciendo esto?
Así les dijo Enlil: ¿Quién es el instigador de las hostilidades? Los Anunnaki se mantuvieron unidos: ¡Cada uno de nosotros ha declarado las hostilidades!
¡El trabajo es excesivo, nuestro trabajo es duro, grande es nuestra aflicción! Así le dijeron a Enlil. Enlil le transmitió a Anu palabras de lo que estaba sucediendo. ¿De qué se
acusa a Enlil?, inquirió Anu.

¡El trabajo, no Enlil, es la causa del problema!, le dijo Enki a Anu. ¡Graves son los lamentos, todos los días podemos escuchar las quejas! ¡Hay que obtener oro!, dijo Anu. ¡El trabajo debe continuar! ¡Liberad a Ennugi para consultas!, dijo Enki a los hostiles Anunnaki.
Ennugi fue liberado; a los líderes les dijo:
¡Desde que ha aumentado el calor en la Tierra, el trabajo es insoportable, inaguantable!
¡Que los rebeldes vuelvan a Nibiru, y que otros nuevos vengan en su lugar!, dijo Ninurta.
¿No podrías forjar nuevas herramientas?, dijo Enlil a Enki. ¿Para que los héroes Anunnaki evitaran los túneles?

¡Llamemos a mi hijo Ningishzidda, deseo que me asesore él!, respondió Enki.
Convocaron a Ningishzidda, vino desde la Casa de la Vida; Enki se apartó con él, intercambiaron palabras entre ellos. ¡Es posible una solución!, dijo Enki.
¡Creemos un Lulu, un Trabajador Primitivo, para que se ocupe del trabajo más duro,
que ese ser cargue sobre su espalda el duro trabajo de los Anunnaki!
Asombrados quedaron los líderes asediados, ciertamente se quedaron sin palabras.
¿Quién había oído hablar antes de un ser creado de nuevo, un trabajador que pudiera hacer el trabajo de los Anunnaki?

Llamaron a Ninmah, que en curación y ayuda era experta.
Le repitieron las palabras de Enki: ¿Acaso hay alguien que haya oído hablar de eso?, le preguntaron.
¡No se había oído hablar de algo así!, le dijo ella a Enki. Todos los seres descienden de una simiente,
¡Cada ser se desarrolló a lo largo de eones a partir de otro, ninguno vino nunca de la nada!
¡Cuánta razón tienes, hermana!, dijo Enki sonriendo.
Dejadme que os revele un secreto del Abzu:
¡El ser que necesitamos existe ya!

Todo lo que tenemos que hacer es ponerle la señal de nuestra esencia,
¡así se creará un Lulu, un Trabajador Primitivo! Así les dijo Enki.
Tomemos pues una decisión, dadle la bendición a mi plan:
¡Crear un Trabajador Primitivo, forjarlo por la señal de nuestra esencia!
LA SEXTA TABLILLA
¡Crear un Trabajador Primitivo, forjarlo por la señal de nuestra esencia!
Así dijo Enki a los líderes.
¡El ser que necesitamos existe ya!
Así les reveló Enki un secreto del Abzu.

Asombrados escucharon los demás las palabras de Enki; se quedaron fascinados con sus palabras.
Existen criaturas en el Abzu, dijo Enki, que caminan erectas, sobre dos piernas,
las patas delanteras las utilizan como brazos, de manos están dotados. Viven entre los animales de las estepas. No saben vestirse, comen plantas con la boca, beben agua de los lagos y de las zanjas. Tienen todo el cuerpo peludo, el pelo de la cabeza es como el de un león; ¡retozan con las gacelas, disfrutan con las criaturas prolífícas en las aguas! Los líderes escucharon las palabras de Enki con sorpresa.
¡En el Edin no se había visto ninguna criatura como esa!, dijo Enlil sin podérselo creer.
¡Hace eones, en Nibiru, nuestros predecesores quizá fueron así!, dijo Ninmah.
¡Es un ser, no una criatura!, dijo Ninmah. ¡Debe ser emocionante contemplarlo!
Enki les llevó a la Casa de la Vida; en fuertes jaulas había
unos de estos seres.

Al ver a Enki y a los demás, se pusieron a saltar, golpeaban con los puños en las barras de la jaula.
Gruñían y resoplaban; no decían
palabras.
¡Son macho y hembra!, dijo Enki; tienen masculinidad y femineidad,
procrean como nosotros, los venidos de Nibiru.

Ningishzidda, mi hijo, ha comprobado su Esencia de Elaboración;
es similar a la nuestra, como dos serpientes entrelazadas;
nuestra esencia vital se combinará con la de ellos, nuestra señal se pondrá
sobre ellos,
¡se creará un Trabajador Primitivo! Comprenderá nuestras órdenes, manejará nuestras herramientas, llevará a cabo los trabajos duros en las
excavaciones;
¡dará alivio a los Anunnaki en el Abzu!
Así hablaba Enki, con entusiasmo, sus palabras sonaban excitadas. Enlil vacilaba ante las palabras: ¡Es un asunto de gran importancia! ¡Hace mucho que se abolió la esclavitud en nuestro planeta, los esclavos
son las herramientas, no otros seres!

Quieres traer a la existencia a una nueva criatura, no existente previamente;
¡la creación sólo está en manos del Padre de Todo Principio! Así dijo Enlil, oponiéndose; sus palabras eran severas. Enki le respondió a su hermano: ¡No esclavos, sino ayudantes es mi plan! ¡El ser ya existe!, dijo Ninmah. ¡El plan consiste en darle más capacidad! ¡No se trata de hacer una nueva criatura, sino de hacer más a nuestra imagen una ya existente!, dijo Enki persuasivamente.
¡Con pocos cambios se puede conseguir, sólo se necesita una gota de nuestra esencia!
¡Es éste un asunto grave, y no es de mi agrado!, dijo Enlil. Va en contra de las reglas del viaje de planeta en planeta, se prohibió por las reglas de la venida a la Tierra. ¡Nuestro objetivo era obtener oro, no era reemplazar al Padre de Todo
Principio!

Después de hablar así Enlil, Ninmah fue la que le respondió: ¡Hermano mío!, le dijo Ninmah a Enlil,
el Padre de Todo Principio nos ha dotado de sabiduría y entendimiento, ¿para qué propósito se nos perfeccionó de este modo, si no es para hacer el máximo uso de ello?

El Creador de Todo llenó nuestra esencia vital de sabiduría y entendimiento,
para que fuéramos capaces de hacer cualquier uso de ello, ¿no es eso para
lo que hemos sido destinados? Así fueron las palabras que Ninmah le dirigió a su hermano Enlil.
¡Con eso que se nos concedió en nuestra esencia, hemos perfeccionado herramientas y carros,
hemos hecho añicos las montañas con las armas de terror, y los cielos hemos curado con oro!
Así le dijo Ninurta a su madre.

¡Con la sabiduría no vamos crear nuevos seres, sino a forjar nuevas herramientas,
vamos a aliviar el trabajo con nuevos equipos, no con esclavos!
¡Allá donde nuestro entendimiento nos lleve, a eso hemos sido destinados!
Así dijo Ningishzidda, estaba de acuerdo con Enki y con Ninmah.
¡No podemos impedir que se usen los conocimientos que poseemos!, dijo
Ningishzidda.

¡Ciertamente, el Destino no puede ser alterado, desde el Principio hasta el
Final ha sido determinado!
Les dijo Enlil a ellos. ¿Es Destino, o es Hado,
lo que nos ha traído a este planeta, a sacar oro de las aguas,
a poner a trabajar en las excavaciones a los héroes Anunnaki, a estar
neando la creación de un Trabajador Primitivo?
¡Ésa, parientes míos, es la cuestión! Así, con gravedad, dijo Enlil.
¿Es Destino, es Hado? Eso es lo que hay que decidir,
¿Está ordenado desde el Principio, o es algo por lo que debemos decidirnos?
Decidieron exponer el asunto ante Anu; Anu presentó el asunto ante el consejo.
Se consultó a los ancianos, a los sabios, a los comandantes.
Las discusiones fueron largas y amargas, se dijeron palabras de Vida y Muerte, de Hado y Destino.
¿Hay alguna otra forma de obtener oro? ¡La supervivencia está en peligro! ¡Si hay que obtener oro, que se elabore al ser!, decidió el consejo.

¡Que Anu deje a un lado las reglas de los viajes planetarios, que se salve Nibiru!
La decisión se transmitió desde el palacio de Anu hasta la Tierra; a Enki
encantó. ¡Que Ninmah sea mi ayudante, tiene conocimientos de estos asuntos!
Así dijo Enki. Miraba a Ninmah con anhelo.
¡Así sea!, dijo Ninmah. ¡Así sea!, dijo Enlil.
A través de Ennugi se anunció la decisión a los Anunnaki en el Abzu: ¡Hasta que se consiga el ser, tenéis que volver voluntariamente al trabajo!,
dijo.

Hubo decepción; no hubo rebelión; los Anunnaki volvieron al trabajo. En la Casa de la Vida, en el Abzu, Enki le explicó a Ninmah cómo elaborar el ser.
Llevó a Ninmah a un lugar entre los árboles, era un lugar de jaulas. En las jaulas había extrañas criaturas, algo que nadie había visto en libertad:
tenían la parte superior de una especie, la parte inferior de otra criatura; ¡Enki le mostró a Ninmah criaturas de dos especies combinadas por sus
esencias!

Volvieron a la Casa de la Vida, la llevaron a un lugar limpio con un brillante resplandor.
En el lugar limpio, Ningishzidda le explicó a Ninmah los secretos de la
esencia vital,
cómo se puede combinar la esencia de dos especies, él a ella le mostró. ¡Las criaturas de las tres jaulas son muy extrañas, son monstruosas!, dijo
Ninmah.
¡Sí, lo son!, respondió Enki. ¡Lograr la perfección, para eso se te necesita! ¿Cómo combinar las esencias, cuánto de ellas, cuánto de eso reunir, en qué útero comenzar la concepción, en qué útero deberá dar a luz? Para eso se necesitan tus conocimientos de ayuda y curación; ¡se necesitan los conocimientos de alguien que haya dado a luz, de alguien
que sea madre! En el rostro de Ninmah había una sonrisa; recordaba bien las dos hijas que
había tenido con Enki.

Ninmah supervisó con Ningishzidda las fórmulas sagradas que se guardaban secretamente en los ME,
le preguntaba cómo se había hecho esto y aquello.
Examinó a las criaturas de las tres jaulas, contempló a las criaturas bípedas.
Las esencias se transmiten por inseminación de un macho a una hembra,
las dos hebras entrelazadas se separan y combinan para forjar una descendencia.
¡Que un varón Anunnaki fecunde a una hembra bípeda, que nazca una descendencia de combinación! Así dijo Ninmah.

¡Eso hemos intentado, pero ha habido fallos!, le respondió Enki.
¡No hubo concepción, no hubo parto!
Viene ahora el relato de cómo se creo al Trabajador Primitivo,
de cómo Enki y Ninmah, con la ayuda de Ningishzidda, forjaron al ser.
Hay que intentar conseguir otra forma de mezclar las esencias, dijo Ninmah.
Hay que encontrar otra forma de combinar las dos hebras de las esencias,
para que no resulte dañada la porción de la Tierra.

¡Se tiene que configurar para que reciba nuestra esencia gradualmente,
sólo se podría intentar poco a poco a partir de las fórmulas ME de la esencia de Nibiru!
Ninmah preparó una mezcla en un recipiente de cristal, puso con mucho cuidado el óvalo de una hembra bípeda,
con ME que contenía simiente Anunnaki, fecundó el óvalo;
insertó de nuevo el óvalo en la matriz de la hembra bípeda.

¡Esta vez había concepción, había un parto en ciernes!
Los líderes esperaron el tiempo previsto para el nacimiento, esperaban los resultados con el corazón lleno de ansiedad.
¡El tiempo previsto se cumplió, pero no hubo nacimiento!
Desesperada, Ninmah hizo un corte, lo que había sido concebido extrajo
con tenazas. ¡Era un ser vivo! Enki exclamó con regocijo. ¡Lo conseguimos!, gritó Ningishzidda jubiloso.
Ninmah sostenía en sus manos al recién nacido, pero ella no estaba llena de gozo:
el recién nacido tenía pelo por todas partes, su parte superior era como las de las criaturas de la Tierra,
las partes inferiores se parecían más a las de los Anunnaki.

Dejaron que la hembra bípeda cuidara del recién nacido, que mamara su
leche. El recién nacido creció rápido, lo que en Nibiru era un día, era un mes en
el Abzu. El niño de la Tierra se hizo más alto, no era a imagen de los Anunnaki;
¡sus manos no se adaptaban a las herramientas, y no emitía más que gruñidos!
¡Tenemos que volver a intentarlo!, dijo Ninmah. Hay que ajustar la mezcla;
¡Dejadme ensayar con los ME, dejad que haga el esfuerzo con este o aquel ME! Con la ayuda de Enki y de Ningishzidda repitieron los procedimientos,
Ninmah consideró cuidadosamente las esencias de los ME,
tomó un poco de uno de ellos, tomó un poco de otro de ellos,
luego fecundó en el cuenco de cristal el óvalo de la hembra de la Tierra.

¡Hubo concepción, cuando se cumpliera el tiempo habría nacimiento!
Éste se parecía más a los Anunnaki;
dejaron que la madre le diera de mamar, dejaron que el recién nacido se
convirtiera en niño.

Por su aspecto, era atractivo; sus manos estaban conformadas para sostener herramientas;
pusieron a prueba sus sentidos, los encontraron deficientes: el niño de la Tierra no podía oír, su visión era vacilante. Una y otra vez, Ninmah reajustó las mezclas, de las fórmulas ME tomó
pizcas y trozos; un ser tenía los pies paralizados, a otro le goteaba el semen, a otro le temblaban las manos, a otro le funcionaba mal el hígado; otro tenía las manos demasiado cortas para alcanzarse la boca, otro no tenía los pulmones adecuados para respirar. Enki estaba decepcionado con los resultados. ¡No conseguimos el
Trabajador Primitivo!, le dijo a Ninmah.

¡Estoy descubriendo a través de ensayos lo bueno o malo en este ser! Respondió Ninmah a Enki. ¡Mi corazón me anima a que siga intentándolo! Una vez más, Ninmah hizo una mezcla; una vez más, el recién nacido era deficiente.
¡Quizás el déficit no se encuentre en la mezcla!, le dijo Enki.

¡Quizás el impedimento no esté ni en el óvulo de la hembra ni en las esencias!
¡De lo que la Tierra misma está forjada, quizá sea eso lo que falta!
¡No uses un recipiente de cristales de Nibiru, hazlo de la arcilla de la Tierra!
Así dijo Enki, en posesión de gran sabiduría, a Ninmah.

¡Quizá se requiera lo que es la propia mezcla de la Tierra, de oro y cobre!
Así animó Enki, el que sabe cosas, a Ninmah, para que usará la arcilla del Abzu.
En la Casa de la Vida, Ninmah hizo un recipiente, lo hizo con la arcilla del Abzu.
Como un baño purificador conformó el recipiente, para hacer dentro de él la mezcla.
Puso con cuidado el óvalo de una hembra terrestre, de una bípeda, en el recipiente de arcilla,
puso en el recipiente la esencia vital extraída de la sangre de un Anunnaki,
a través de las fórmulas ME se dirigió la esencia y poco a poco y con mesura fueron añadidas al recipiente,
después, insertó el óvalo así fertilizado en la matriz de la hembra terrestre.

¡Hay concepción!, anunció alegre Ninmah. Esperaron el tiempo del nacimiento.
Cuando se cumplió el tiempo, la hembra terrestre comenzó a parir,
¡un niño, un recién nacido estaba a punto de llegar!
Ninmah extrajo al recién nacido con las manos; ¡era un varón!

En sus manos sostuvo al niño; Enki y Ningishzidda estaban presentes.
Los tres líderes se echaron a reír alegremente,
Enki y Ningishzidda se daban palmadas en la espalda, Ninmah y Enki se
abrazaron y se besaron. ¡Tus manos lo han hecho!, le dijo Enki con un destello en los ojos.
Dejaron que la madre diera de mamar al recién nacido; éste creció más
rápido que un niño de Nibiru.

El recién nacido progresó de mes en mes, pasó de bebé a niño.
Sus miembros eran adecuados para el trabajo, hablar no sabía,
¡no comprendía las palabras, emitía gruñidos y resoplidos! Enki valoró el asunto, tomó en consideración lo que se había hecho en
cada paso y en cada mezcla. ¡De todo lo que hemos intentado y cambiado, hay una cosa que nunca se
ha alterado!, le dijo a Ninmah: siempre se ha insertado el óvalo fertilizado en la matriz de una hembra
terrestre;
¡Quizás sea la obstrucción que queda! Así dijo Enki. Ninmah miró a Enki, lo contempló desconcertada. ¿Qué, en verdad, estás diciendo? De él, exigía ella una respuesta. ¡Estoy hablando de la matriz que da a luz!, le respondió Enki. De quién nutre el óvalo fertilizado, de quién da a luz; para que sea a nuestra imagen y semejanza, ¡quizás se necesite una matriz
Anunnaki! En la Casa de la Vida hubo silencio; ¡Enki estaba pronunciando palabras
nunca antes escuchadas! Se miraron uno a otro, estaban pensando en lo que podría estar pensando
el otro.

¡Sabias son tus palabras, hermano mío!, dijo Ninmah por fin. Quizás se insertó la mezcla correcta en la matriz equivocada; Ahora bien, ¿dónde está la hembra entre los Anunnaki que ofrezca su
matriz, para crear quizás al Trabajador Primitivo perfecto, para llevar quizás un
monstruo en su vientre? Así dijo Ninmah, con la voz temblorosa. ¡Deja que le pregunte a Ninki, mi esposa!, dijo Enki. Convoquémosla a la Casa de la Vida, para exponer el asunto ante ella. Se estaba volviendo para marcharse cuando Ninmah le puso la mano en el
hombro:
¡No! ¡No!, le dijo a Enki.
¡Yo hice las mezclas, la recompensa y el peligro deben ser míos! ¡Seré yo la que proporcione la matriz Anunnaki, la que afronte el buen
o el mal hado!

Enki inclinó la cabeza, la abrazó suavemente. ¡Así sea!, le dijo. Hicieron la mezcla en el recipiente de arcilla,
unieron el óvalo de una hembra terrestre con la esencia masculina Anunnaki;
Enki insertó el óvulo fertilizado en la matriz de Ninmah; ¡hubo concepción!
¿El embarazo, concebido por una mezcla, cuánto durará?, se preguntaron uno a otro.
¿Serán nueve meses de Nibiru? ¿Será nueve meses de la Tierra?
Después que en la Tierra, antes que en Nibiru, llegó el parto; ¡Ninmah dio a luz a un varón!
Enki sostuvo entre sus manos al niño; era la imagen de la perfección.

Palmeó las partes traseras del niño; ¡el recién nacido emitió los sonidos adecuados!
Le pasó el recién nacido a Ninmah; ella lo levantó entre sus manos.
¡Mis manos lo han hecho!, exclamó victoriosa.

Viene ahora el relato de cómo se le puso por nombre Adamu,
y de cómo se hizo Ti-Amat para él, una contraparte hembra.
Los líderes examinaron con atención el aspecto y los miembros del recien nacido:
sus orejas tenían buena forma, no tenía los ojos obstruidos,
tenía los miembros adecuados, conformados como piernas en la parte inferior y como manos en la parte superior.

No era peludo como los salvajes, su cabello era negro oscuro, su piel era tersa, tersa como la piel de los Anunnaki,
el color de su sangre era rojo oscuro, del mismo tono que la arcilla del Abzu.
Miraron su hombría: su forma era extraña, la parte delantera estaba envuelta con una piel,
¡A diferencia de la hombría de los Anunnaki, le colgaba una piel de la parte delantera!
¡Que el Terrestre se distinga de nosotros, los Anunnaki, por esta piel!, dijo Enki.
El recién nacido empezó a llorar; Ninmah lo estrechó contra su pecho;
le dio el pecho, el niño se puso a chupar del pecho.

¡Hemos conseguido la perfección!, dijo Ningishzidda eufórico.
Enki miraba fijamente a su hermana; no estaba viendo a Ninmah y a un
ser, sino a madre e hijo.

¿Le pondrás un nombre?, preguntó Enki. ¡Es un ser, no una criatura! Ninmah puso su mano sobre el cuerpo del recién nacido, acarició con sus
dedos su roja y oscura piel. ¡Le llamaré Adamu!, dijo Ninmah. ¡El Que Como Arcilla de la Tierra Es,
ése será su nombre! Hicieron una cuna para el recién nacido Adamu, lo pusieron en un rincón
de la Casa de la Vida. ¡Verdaderamente, hemos conseguido un modelo del Trabajador Primitivo!,
dijo Enki. ¡Ahora se necesita un ejército de trabajadores como él!, les recordó
Ningishzidda a sus mayores. ¡En verdad, será un modelo; por lo que a él se refiere, será tratado como
un primogénito,
del duro trabajo se le protegerá, su sola esencia será como un molde! Así dijo Enki; Ninmah quedó muy complacida con su decreto. ¿Qué matrices llevarán los óvalos fertilizados a partir de ahora?, preguntó
Ningishzidda.

Los líderes ponderaron el asunto; Ninmah ofreció una solución. Ninmah reunió a las sanadoras de su ciudad, Shurubak; les explicó el trabajo que se requería de ellas, las llevó hasta la cuna de Adamu, para que apreciaran al recién nacido
Terrestre. ¡No es un mandato llevar a cabo este trabajo!, les dijo Ninmah: ¡Vuestro
propio deseo es la decisión!

De las Anunnaki reunidas, siete se adelantaron, siete aceptaron la tarea. ¡Que se recuerden sus nombres para siempre!, le dijo Ninmah a Enki. ¡Su trabajo es heroico, gracias a ellas nacerá una raza de Trabajadores
Primitivos! Las siete que se adelantaron, cada una anunció su nombre;
Ningishzidda registró los nombres:
Ninimma, Shuzianna, Ninmada, Ninbara, Ninmug, Musardu y Ningunna,
Éstos fueron los nombres de las siete que, por deseo propio, madres de nacimiento iban a ser,
para concebir y llevar Terrestres en sus matrices, para crear Trabajadores Primitivos.
En siete recipientes, hechos de arcilla del Abzu, Ninmah puso óvalos de las hembras bípedas,
Ninmah extrajo la esencia vital de Adamu, la insertó poco a poco en los recipientes.
Después, hizo una incisión en las partes masculinas de Adamu para dejar salir una gota de sangre;
¡Sea esto un Signo de Vida; proclámese siempre que Carne y Alma se han combinado!
Apretó las partes masculinas para que sangraran, una gota de sangre añadió en cada recipiente para la mezcla.

¡En esta mezcla de arcilla, lo Terrestre y lo Anunnaki se enlazarán! Así dijo Ninmah, un encantamiento pronunció:
¡ A la unidad las dos esencias, una del Cielo, una de la Tierra, juntas se llevarán,
la de la Tierra y la de Nibiru, se enlazarán por parentesco sanguíneo! Esto pronunció Ninmah; Ningishzidda también tomó nota de sus palabras.
Los óvalos fertilizados se insertaron en las matrices de las heroínas alumbradoras.
Hubo concepción; por anticipado, se calculó el tiempo previsto.
¡En el tiempo previsto, tuvieron lugar los partos!

En el tiempo previsto, nacieron siete Terrestres varones,
sus rasgos eran los adecuados, emitían buenos sonidos; fueron amamantados por las heroínas.
¡Se han creado siete Trabajadores Primitivos!, dijo Ningishzidda. ¡Repítase el procedimiento, que siete más asuman el trabajo!
¡Hijo mío!, le dijo Enki. ¡Ni siquiera de siete en siete será suficiente,
harían falta demasiadas heroínas sanadoras, su trabajo de este modo se haría eterno!
¡Ciertamente, es un trabajo demasiado exigente, es poco menos que insoportable!, les dijo Ninmah.
¡Tenemos que hacer hembras!, dijo Enki, para que sean las parejas de lo»
varones.

Que se conozcan, para que los dos se hagan una sola carne.
¡Que procreen por sí solos, que hagan su propia prole, que por sí mismos hagan nacer Trabajadores Primitivos, para relevar a las
mujeres Anunnaki! ¡Tienes que cambiar las fórmulas ME, ajustarías de varón a hembra! Así
le dijo Enki a Ningishzidda. ¡Para hacer una pareja para Adamu, es necesaria la concepción en la matriz
de una Anunnaki!
Así le respondió Ningishzidda a su padre Enki. Enki dirigió su mirada hacia Ninmah; antes de que ella pudiera hablar, él
levantó la mano.

¡Deja que esta vez llame a mi esposa Ninki!, dijo con voz poderosa, ¡Si está dispuesta, que ella cree el molde para la hembra Terrestre! Al Abzu, a la Casa de la Vida, llamaron a Ninki, le mostraron a Adamu, se lo explicaron todo, le dieron explicaciones del trabajo que se requería, le dieron cuenta del
éxito y del peligro.

Ninki estaba fascinada con el trabajo. ¡Hágase!, les dijo. Ningishzidda hizo los ajustes de las fórmulas ME, con la mezcla se fertilizó un óvalo,
Enki lo insertó en la matriz de su esposa; lo hizo con mucho cuidado. Hubo concepción; en el tiempo previsto, Ninki se puso de parto; no hubo
nacimiento.
Ninki contó los meses, Ninmah contó los meses; El décimo mes, un mes de malos hados, empezaron a llamar. Ninmah, la dama cuya mano había abierto matrices, hizo una incisión con
un cortador.

Llevaba la cabeza cubierta, llevaba protecciones en las manos; hizo la abertura con destreza, la cara se le iluminó de pronto: lo que había en la matriz, de la matriz salió.
¡Una hembra! ¡Has dado a luz a una hembra!, le dijo con regocijo a Ninki. Examinaron con atención el aspecto y los miembros de la recién nacida, sus orejas tenían buena forma, no tenía los ojos obstruidos,
tenía los miembros adecuados, conformados como piernas en la parte inferior
y como manos en la parte superior.

No era peluda, como las arenas de la playa era el color de su cabello,
su piel era tersa, era como la de los Anunnaki en tersura y en color.
Ninmah sostuvo en sus manos a la niña. Le dio una palmada en la parte trasera;
¡La recién nacida emitió los sonidos adecuados!
Le pasó la recién nacida a Ninki, la esposa de Enki, para que la amamantara, la nutriera y la cuidara.
¿Le pondrás nombre?, le preguntó Enki a su esposa. Es un ser, no una criatura.
¡Está hecha a tu imagen y semejanza,
está hecha a la perfección, has logrado un modelo para trabajadoras hembras!

Ninki puso la mano sobre el cuerpo de la recién nacida, acarició su piel con los dedos.
¡Ti-Amat será su nombre, la Madre de la Vida!, dijo Ninki.
Será llamada como el planeta de antaño, del cual se forjaron la Tierra Luna,
de las esencias vitales de su matriz se moldearán otras alumbradoras,
¡dará así la vida a una multitud de Trabajadores Primitivos!
Así dijo Ninki; los demás pronunciaron palabras de acuerdo.
Viene ahora el relato de Adamu y Ti-Amat en el Edin,
y de cómo se les dio el Conocimiento de la procreación y al Abzu fueron
expulsados.

Después de que fuera hecha Ti-Amat en la matriz de Ninki, en siete recipientes hechos de arcilla del Abzu puso Ninmah óvalos de
hembras bípedas.

Extrajo la esencia vital de Ti-Amat y la insertó en los recipientes. En los siete recipientes, hechos de arcilla del Abzu, Ninmah formó la
mezcla;
pronunció encantamientos, como requería el procedimiento. En las matrices de las heroínas alumbradoras se insertaron los óvalos fertilizados;
Hubo concepción, en el tiempo previsto hubo alumbramientos,
en el tiempo previsto, nacieron siete hembras Terrestres.
Sus rasgos eran los adecuados, emitían buenos sonidos.
Así se crearon las siete homologas femeninas de los Trabajadores Pri
mitivos;
los cuatro líderes crearon siete varones y siete hembras.
¡Después de ser así creados los Terrestres,
inseminen los varones a las hembras, que los Trabajadores Primitivos ten
gan descendencia por sí mismos!

Así dijo Enki a los demás. ¡Después del tiempo previsto, los descendientes tendrán otros descendientes, abundante será el número de Trabajadores Primitivos, ellos llevarán los
trabajos duros de los Anunnaki!
Enki y Ninki, Ninmah y Ningishzidda estaban contentos, bebieron del elixir del fruto.
Se hicieron jaulas para los siete y siete, las pusieron entre los árboles; ¡Que crezcan juntos, alcancen la virilidad y la femineidad, inseminen los varones a las hembras, tengan descendencia por sí mismos!
Así se decían unos a otros.

¡En cuanto a Adamu y a Ti-Amat, se les protegerá de los duros trabajos de
las excavaciones,
llevémosles al Edin, para mostrar allí nuestra obra a los Anunnaki! Así dijo Enki a los demás; con esto coincidieron los demás.
A Eridú, la ciudad de Enki en el Edin, fueron llevados Adamu y Ti-Amat,
se les construyó una morada en un recinto, para que pudieran vagar por allí.
Los Anunnaki del Edin vinieron a verlos, vinieron del Lugar de Aterrizaje.
Enlil vino a verlos; su disgusto disminuyó ante su visión.
Ninurta vino a verlos; Ninlil también.

Desde la estación de paso en Lahmu, Marduk, el hijo de Enki, también
bajó a ver.
¡Era una visión de lo más sorprendente, una maravilla de maravillas!
Vuestras manos lo han hecho, dijeron los Anunnaki a los forjadores.
Los Igigi, que iban y venían entre la Tierra y Lahmu, estaban todos expectantes también.
¡Se han hecho Trabajadores Primitivos, nuestros días de esfuerzos llegarán a un fin! Así decían todos.
En el Abzu, los recién nacidos crecieron, los Anunnaki esperaban ansiosamente su maduración.
Enki era el supervisor, Ninmah y Ningishzidda también llegaron.
En las excavaciones, los Anunnaki se quejaban, cediendo el paso la paciencia a la impaciencia.
Enki preguntaba a menudo a Ennugi, el supervisor; éste le transmitía las protestas, pidiendo Trabajadores Primitivos.

Las vueltas de la Tierra crecieron en número, se retrasaba la madurez de los Terrestres;
¡Se observó que entre las hembras no había concepción, no había nacimientos!
Ningishzidda se hizo un diván de hierba junto a las jaulas de entre los árboles;
estuvo observando a los Terrestres día y noche para determinar sus acciones.
¡En verdad, los vio emparejarse, los varones inseminaban a las hembras!
Pero no había concepción, no había nacimientos. '

Enki ponderó el asunto en profundidad, reflexionó sobre las criaturas com
binadas;
¡Ninguna, ninguna de ellas ha tenido descendencia!
¡Al combinar dos especies, se ha creado una maldición!, dijo Enki a Id
demás.
¡Examinemos de nuevo las esencias de Adamu y Ti-Amat!, dijo NÜ-gishzidda.
¡Estudiemos poco a poco sus ME para averiguar lo que está mal!

En Shurubak, en la Casa de Sanación, se contemplaron las esencias de
Adamu y Ti-Amat,
se compararon con las esencias vitales de varones y hembras Anunnaki. Ningishzidda separó las esencias como dos serpientes entrelazadas,
las esencias estaban dispuestas como veintidós ramas en un Árbol de la Vida,
sus porciones eran comparables, determinaban adecuadamente las imágenes y semejanzas.
Veintidós eran en número; ¡no incluían la capacidad de procrear!

Ningishzidda les mostró a los demás otras dos porciones de la esencia presentes en los Anunnaki. Una masculina, otra femenina; ¡sin ellas, no había procreación! Así les
explicaba él a ellos.

¡En los moldes de Adamu y Ti-Amat, en la combinación no se incluyeron! Ninmah escuchó esto y se quedó muy turbada; Enki se vio inundado de
frustración. ¡El clamor en el Abzu es grande, se está preparando de nuevo el motín! Así
les dijo Enki. ¡Hay que procurar Trabajadores Primitivos, para que no se deje de extraer
oro!
Ningishzidda, experto en estos asuntos, propuso una solución; a sus mayores, Enki y Ninmah, les dijo en un susurro en la Casa de
Sanación.

Entre todos, hicieron salir a las heroínas que ayudaban a Ninmah, cerraron las puertas tras ellos, y se quedaron los tres a solas con los dos
Terrestres. Ningishzidda hizo descender un profundo sueño sobre los otros cuatro,
a los cuatro hizo insensibles. De la costilla de Enki extrajo la esencia vital, en la costilla de Adamu insertó la esencia vital de Enki; de la costilla de Ninmah extrajo la esencia vital, en la costilla de Ti-Amat insertó la esencia vital.

Allí donde se hicieron las incisiones, Ningishzidda cerró la carne después. Luego, Ningishzidda los despertó a los cuatro. ¡Ya está hecho!, declaró
con orgullo.
¡Al Árbol de la Vida de ellos se le han añadido dos ramas, con fuerzas procreadoras se han entrelazado ahora sus esencias vitales! ¡Dejémosles vagar libremente, que se conozcan entre sí como una sola
carne!, dijo Ninmah. En los huertos del Edin se puso a Adamu y a Ti-Amat para que vagaran
libremente.

Tomaron conciencia de su desnudez, se hicieron conscientes de su virilidad y su femineidad.
Ti-Amat se hizo un mandil de hojas, para distinguirse de las bestias salvajes.
Enlil paseaba por el huerto con el calor del día, disfrutaba de las sombras.
Se encontró de improviso con Adamu y con Ti-Amat, se dio cuenta de los mandiles con los que cubrían su bajo vientre.

¿Qué significa esto?, preguntó Enlil; Enki le convocó para explicárselo. Enki le explicó a Enlil el asunto de la procreación: Los siete y siete han fracasado, le admitió a Enlil;
Ningishzidda examinó las esencias vitales, ¡hacía falta una combinación adicional!
Grande fue el enfado de Enlil, furiosas eran sus palabras:
Nada de todo esto era de mi agrado, yo me oponía a que actuáramos como Creadores.
¡El ser que necesitamos ya existe! Eso dijiste tú, Enki.

¡Todo lo que tenemos que hacer es poner nuestra señal en él, para así forjar a los Trabajadores Primitivos!
¡A las mismas heroínas sanadoras se las ha hecho correr riesgos, a Ninmah y a Ninki se les ha puesto en peligro,
todo en vano, tu obra era un fracaso!
¡Ahora les has dado a estas criaturas las últimas porciones de nuestra esencia vital,
para que sean como nosotros en el conocimiento de la procreación, quizás para conferirles a ellos nuestros ciclos vitales!

Así, con palabras iracundas, habló Enlil.
Enki llamó a Ninmah y a Ningishzidda para apaciguar con sus palabras a Enlil.
¡Mi señor Enlil!, dijo Ningishzidda. ¡Han recibido el conocimiento de la procreación,
pero no se les ha dado la rama de la Larga Vida en su árbol esencial! Después habló Ninmah, le dijo a su hermano Enlil:
¿Qué elección teníamos, hermano mío? ¿Que acabara todo en el fracaso, que afrontara Nibiru su fatídica suerte,
intentar, intentar, intentar, y hacer que asuman el trabajo los Terrestres a
través de la procreación?

¡Entonces, que estén donde se les necesita!, dijo Enlil furioso. ¡Al Abzu, lejos del Edin, sean expulsados!




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