Ahora
me ocuparé de las cinco preguntas que he formulado, y las responderé
para el lector.
Pregunta
1. ¿ Qué es el alma? ¿ Podemos definirla? ¿ Cuál es su
naturaleza? Expondré aquí sólo cuatro definiciones que servirán
de base para todo lo demás.
A.
El Hijo del Padre-Espíritu y de la
Madre-Materia. El alma puede denominarse Hijo del Padre y de
la Madre -Espíritu- Materia-, por lo tanto es la
personificación de la vida de Dios, y encarna con el fin de
revelar la cualidad de la naturaleza de Dios -el amor esencial. Esta
vida al tomar forma nutre la cualidad del amor que existe dentro de
todos las formas y, finalmente, revela el propósito de toda la
creación. Esta es la definición más sencilla para la humanidad
común, expresada en el lenguaje del místico que vincula la verdad
tal como se encuentra en todas las religiones. Lógicamente es
inadecuada, porque no pone el énfasis sobre la verdad de que lo que
puede decirse del hombre también puede decirse de la realidad
cósmica) y así como una apariencia humana en la Tierra oculta tanto
la cualidad como el propósito (en diversos grados), así la síntesis
de todas las formas o apariencias, dentro de esa unidad que llamamos
el sistema solar, oculta la cualidad y el propósito de la Deidad.
Sólo cuando al hombre ya no lo engañan las apariencias y se ha
liberado del velo de la ilusión, llega a conocer la cualidad de la
conciencia de Dios y el propósito que ella revela, y esto en forma
triple:
a.
Descubre su propia alma, el producto de la unión de su Padre en el
cielo con la Madre, o naturaleza material, la personalidad. Después
de haber descubierto la personalidad, descubre la cualidad de la
propia vida egoica, y el propósito para el cual ha "aparecido".
b.
Encuentra que esta cualidad se expresa mediante siete aspectos o
diferenciaciones fundamentales, y que este septenario de cualidades
cobra esotéricamente las formas de todos los reinos de la
naturaleza, constituyendo la totalidad de las revelaciones del divino
propósito. Se da cuenta de que esto es esencialmente un conjunto
septenario de energías, y que cada energía produce
diferentes efectos y apariencias. Hace este descubrimiento cuando
halla que su propia alma está coloreada por una de las cualidades de
los siete rayos y que él se identifica con el propósito de su rayo
-cualquiera sea-. y expresa un tipo particular de energía divina.
c.
Desde ese punto reconoce entonces a todo el septenario, y en el
Sendero de Iniciación logra obtener una vislumbre de la Unidad,
hasta ahora desconocida, y ni siquiera presentida.
Así,
de ser consciente de sí mismo, el hombre llega a percibir la
interrelación que existe entre las siete energías fundamentales o
rayos; de allí avanza hasta llegar a comprender la triple Deidad,
hasta que en la última iniciación (la quinta) se fusiona
conscientemente con el intento divino unificado, el cual reside
detrás de todas las apariencias y cualidades. Podría agregar que
las iniciaciones superiores a la quinta, revelan un propósito más
amplio y más profundo que el que se está desarrollando en nuestro
sistema solar. El propósito de nuestros Logos manifestado es sólo
parte de un intento mayor. Podría también observarse que en el
cuarto reino de la naturaleza, en el sendero de evolución y de
probación, el hombre llega a un conocimiento de su alma individual y
vislumbra la cualidad y el propósito de esa alma. En el sendero del
discipulado y de la iniciación vislumbra la cualidad y el propósito
de su Vida planetaria, y se descubre a si mismo como parte de una
Vida de rayo que está apareciendo a través de la forma de un
planeta e incorpora un aspecto de la energía y propósitos divinos.
Después de la tercera iniciación percibe la cualidad y el propósito
del sistema solar y ve la vida y la energía de su rayo como parte de
un todo más grande. Éstos sólo son modos de expresar la cualidad
que surge y el propósito oculto en las Vidas graduadas que dan forma
a las apariencias y las coloran con la cualidad.
B.
El Principio Inteligencia. El alma puede ser considerada como
el principio inteligente -inteligencia
cuyas características son la mente y la percepción mental, que a su
vez se demuestran como el poder de analizar, discernir, separar,
distinguir, elegir o rechazar, y todas las implicaciones que estos
términos significan. Mientras un hombre se identifica con la
apariencia, estos aspectos del principio mental producen en él "la
gran herejía de la separatividad". La apariencia de la forma
produce la ilusión astral y lo alucina completamente. Se considera a
sí mismo como la forma, y después de comprenderse a sí mismo como
la forma material e identificarse con la apariencia externa, se da
cuenta que él es un deseo insaciable. Luego se identifica con su
cuerpo de deseos, sus apetitos buenos y malos, considerándose
también uno con sus estados de ánimo, sus sentimientos, sus
anhelos, aunque se irradien hacia el mundo material o internamente
hacia el mundo del pensamiento, o el reino del alma.
Está
atormentado por el sentido de la dualidad. Más tarde se identifica
con otra de las apariencias o naturaleza, el cuerpo mental. Sus
pensamientos llegan a ser tan tangibles que lo impelen, instigan e
influencian; y el mundo de las formas mentales se incorpora al mundo
de las apariencias materiales y al de la gran ilusión. Entonces está
sujeto a una triple ilusión, y él que es la vida consciente detrás
de la ilusión, comienza a unificar las formas en un conjunto
coordinado a fin de controlarlas mejor.
Así
aparece la Personalidad del alma. Está al borde del sendero de
probación. Entra en el mundo de las cualidades y de los valores,
comienza a descubrir la naturaleza del alma, y el énfasis puesto
sobre la apariencia lo transfiere a la cualidad de la Vida que la
produjo. Esta identificación de la cualidad con la apariencia se
acrecienta constantemente en el sendero, hasta que la fusión de la
cualidad y la apariencia, de la energía y aquello que ella
energetiza, es tan perfecta, que la apariencia ya no oculta la
realidad, y el alma se convierte en el factor dominante; entonces la
conciencia se identifica consigo misma o con su rayo, y no con su
apariencia fenoménica. Más adelante el alma misma es reemplazada
por la Mónada, y esa Mónada llega a ser en verdad el propósito
personificado.
El
proceso puede ser expresado por una simbología muy sencilla:
o.o.o,
o.o.. .o,
o.. .o.o,
representando
así la separatividad de los tres aspectos. La unión de los tres
aspectos de apariencia-cualidad-propósito o vida, da por resultado
una abstracción de la apariencia y, por lo tanto, la desaparición
de la existencia fenoménica. Reflexionen sobre la distribución
sencilla de estos signos, porque representan la vida y el progreso de
cada ente.
El
hombre no desarrollado o o o. apariencia -cualidad, vida.
El
discípulo o o. .o. apariencia -cualidad, vida.
El
iniciado o. .o o. apariencia.., cualidad -vida.
o
Finalmente.....................
. o o dentro del círculo de lo infinito.
Esto
es verdad respecto al ser humano, el Cristo en encarnación y también
respecto al Cristo cósmico, Dios encarnado en el sistema solar,
sistema en que se está llevando a cabo una fusión y mezcla similar,
y los aspectos separados están entrando en relación evolutiva, lo
cual tendrá como resultado una eventual síntesis de la apariencia y
la cualidad, y luego de la cualidad y el propósito. Se podría
observar aquí que la Jerarquía se caracteriza por el signo o. .o o;
el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo por el signo o o. .o, y las
masas no evolucionadas por o o o.
Recuerden
que en los tres grupos, así como en la naturaleza, existen las
etapas intermedias constituidas por quienes van hacia una realización
transitoria. La tarea de todos los que
estudian este Tratado sobre los Siete Rayos consiste
en fusionar la cualidad con la
apariencia y, por lo tanto, deben
estudiar la naturaleza de esa cualidad a fin de producir una
verdadera apariencia. En las antiguas reglas dadas a los místicos en
la época Atlante, hallamos estas palabras:
"Que
el discípulo conozca la naturaleza de Su Señor de Amor, Siete son
los aspectos del amor de Dios; siete los colores del Uno manifestado;
séptuple el trabajo; siete las energías, y séptuple el Sendero de
regreso al centro de paz. Que el discípulo viva en amor y ame en
vida."
En
esos remotos días ningún propósito penetraba en las mentes de los
hombres porque la raza no era mental, ni existía la intención de
que lo fuese. Sólo se ponía de relieve la cualidad de la apariencia
en todos los preparativos para la iniciación, y el iniciado más
elevado de esa época se esforzaba por expresar únicamente la
cualidad del amor de Dios. El Plan era el gran misterio. El Cristo
cósmico e individual era presentido y conocido, pero el propósito
estaba oculto y no había sido revelado. No se conocía el "noble
óctuple sendero" y sólo se percibían siete peldaños dentro
del Templo. Con el advenimiento de la raza Aria el propósito y el
plan empezaron a revelarse. Sólo cuando la apariencia comienza a ser
dominada por la cualidad y la conciencia se expresa a sí misma por
la percepción dirigida a través de la forma, entonces el propósito
es sentido tenuemente.
Trato
de trasmitir de diversas maneras, mediante el simbolismo de las
palabras, la significación del alma. El alma es por lo tanto el hijo
de Dios, el producto de la unión entre espíritu y materia, la
expresión de la mente de Dios, porque mente e intelecto son términos
que expresan el principio cósmico de amor inteligente -amor que
produce la apariencia a través de la mente y es el constructor de
las formas separadas o apariencias. El alma mediante la cualidad de
amor produce también la fusión de apariencia y cualidad, percepción
y forma.
C.
La Luz y la Energía. El alma es (y aquí
las palabras limitan y deforman) una entidad de luz coloreada por una
vibración especial de rayo, un centro de energía vibratoria que se
halla dentro de la apariencia o forma, durante toda su vida de rayo.
Es una vida entre los siete grupos de millones de vidas que en su
totalidad constituyen la Vida Una. Debido a su naturaleza, el
alma percibe o es consciente en tres direcciones: consciente
de Dios, del grupo y de sí misma. Este aspecto de ser
consciente de sí misma llega a fructificar en la apariencia
fenoménica de un ser humano; el aspecto conciencia grupal retiene el
estado humano de conciencia, pero agrega a éste la percepción de su
vida de rayo que va desarrollándose progresivamente; entonces su
percepción es consciente del amor, de la cualidad y del espíritu
que existe en sus relaciones; sólo es potencialmente consciente de
Dios, y en ese desarrollo el alma encuentra su propio progreso en
forma ascendente y externa, después que ha perfeccionado su aspecto
de ser consciente de sí misma y ha reconocido su percepción grupal.
Por lo tanto, el alma tiene los siguientes aspectos o apariencias:
o
.... Conciencia de Dios, del sistema solar. Unidad.
El
Alma ooo .... o. Conciencia del rayo, uno de los siete rayos, de
cualidad divina. Conciencia grupal.
Aspirante
o..........Conciencia de sí misma, percepción de las apariencias.
Diversidad de la vida de la forma.
Los
aspirantes que estudian y se entrenan para vivir una vida de servicio
pueden considerarse como que han alcanzado el punto donde se
encuentra la línea. Para visualizar esto correctamente debe
considerarse el signo girando rápidamente, produciendo así una
rueda que da vueltas, la rueda de la vida. Permítaseme repetir:
1.
El alma es el hijo de Dios, producto de la unión del espíritu y la
materia.
2.
El alma es la personificación de la mente consciente, la expresión,
si puede decirse así, de la inteligente percepción divina.
3.
El alma es una unidad de energía que vibra al unísono con una de
las siete vidas de rayo, coloreada por una luz particular de rayo.
La
personalidad del alma, tiene por objeto personificar el amor,
aplicado con inteligencia, y producir esas formas "atractivas"
que servirán para expresar esa inteligencia amorosa. El alma a su
vez tiene por objeto personificar la voluntad o el propósito divino,
aplicado inteligentemente al gran trabajo creador producido por el
poder del amor creador.
Cada
hijo de Dios puede decir: He nacido del amor que el Padre siente por
la Madre, del deseo que siente la vida por la forma. Por lo tanto,
expreso el amor y la atracción magnética de la naturaleza de Dios y
la respuesta de la naturaleza de la forma y soy la conciencia misma,
consciente de la Deidad o Vida.
Cada
ente inteligente de vida puede decir: Soy el producto de la voluntad
inteligente que actúa mediante la actividad inteligente y produce un
mundo de formas creadas que personifican u ocultan el propósito
amoroso de la Deidad.
Cada
vibrante unidad de energía puede decir: Soy parte del divino todo
que en su septenaria naturaleza expresa el amor y la vida de la
Realidad Una, coloreada por una de las siete cualidades del amor de
la Deidad que responde a las demás cualidades.
Para
los propósitos de este tratado, debemos captar el hecho de que el
mundo de las apariencias vibra y es energetizado por el mundo
de las cualidades o de los valores, que a su vez vibra y es
energetizado por el mundo del propósito o de la voluntad. En la
Doctrina Secreta y en Tratado sobre Fuego Cósmico, se dice que el
fuego eléctrico de la voluntad y el fuego solar del amor, en
colaboración con el fuego por fricción, producen el mundo de las
formas creadas y creadoras. Éstas siguen actuando bajo la ley del
amor atractivo magnético, hacia la realización evolutiva de un
propósito hasta ahora inescrutable. Este propósito permanece
desconocido únicamente debido a las limitaciones de las
"apariencias", que aún no responden a la cualidad. Cuando
la apariencia ilusoria y la cualidad velada de la vida sean conocidas
y comprendidas, emergerá con claridad el propósito subyacente. Hoy
se vislumbran tenuemente tales indicios y pueden observarse los
atributos de esta creciente percepción, en la tendencia del
pensamiento moderno a hablar sobre diseños, planos o anteproyectos,
a hacer formulaciones sintéticas de las ideas, y en la antología de
los desarrollos históricos -nacional, racial, humano y sicológico.
A medida que leemos, reflexionamos y estudiamos, aparecen en forma
indefinida los contornos del Plan, pero hasta que la conciencia no
trascienda todas las limitaciones humanas y abarque lo subhumano lo
mismo que lo superhumano, el verdadero Plan no podrá ser
correctamente captado. La voluntad que está detrás del propósito
no podrá ser comprendida hasta que sea trascendida la conciencia,
incluso la del hombre superhumano, y llegue a ser una con la
divinidad.
La
voluntad o energía de la vida, son términos sinónimos y es además
abstracción que está separada de toda expresión de la forma. La
voluntad de ser proviene de más allá del sistema solar. Es la
energía de Dios omnipenetrante que da forma con una fracción de sí
mismo al sistema solar, sin embargo, permanece fuera del sistema. El
plan y el propósito conciernen a las energías que emanan de esa
Vida central e involucran la dualidad -la voluntad o el impulso de
vida más el amor magnético atractivo, que a su vez es la respuesta
de la sustancia vibratoria universal al impacto de la energía de la
voluntad. Esta actividad inicial precede al proceso creador de la
construcción de formas; la acción de la voluntad divina sobre el
océano del espacio, materia o sustancia etérica, produjo la primera
diferenciación en los tres rayos mayores, y su mutua interacción
originó los cuatro rayos menores. De este modo vinieron a la
manifestación las siete emanaciones, las siete potencias y los siete
rayos.
Son los siete alientos de la Vida Una y las siete energías básicas;
emanaron desde el centro formado por el impacto de la voluntad de
Dios sobre la sustancia divina y se dividieron en siete corrientes de
fuerza. El radio de influencia de estas siete corrientes determinó
la extensión o el alcance de la actividad de un sistema solar, y
"demarcó" los límites de la forma del Cristo cósmico
encarnado. Cada una de estas siete corrientes o emanaciones de
energía, fue coloreada por una cualidad divina, un aspecto del amor,
siendo todas necesarias para el perfeccionamiento final del propósito
latente y no revelado.
La
voluntad de la Deidad coloreó la corriente de unidades de energías
que llamamos Rayo de Voluntad o Poder, el primer rayo, y el impacto
de esa corriente sobre la materia del espacio aseguró que el oculto
propósito de la Deidad seria oportuna e inevitablemente revelado.
Éste es un rayo de intensidad tan dinámica que se lo denomina Rayo
del Destructor, Aún no está en plena actividad, y lo estará sólo
cuando pueda revelarse sin peligro el propósito. Son muy pocas las
unidades de energía de este rayo que existen en el reino humano.
Como dije anteriormente, todavía no ha encarnado un verdadero tipo
de primer rayo. Su principal potencia se encuentra en el reino
mineral y la clave del misterio del primer rayo
se halla en el radio.
El
segundo rayo se encuentra peculiarmente activo en el reino vegetal;
produce entre otras cosas la atracción magnética de las flores. El
misterio del segundo rayo está oculto en el significado del perfume
de las flores. Perfume y radio se relacionan,
y son expresiones que emanan de los efectos producidos por los rayos
al actuar sobre las diversas agrupaciones de sustancias materiales.
El
tercer rayo se relaciona especialmente a su vez con el reino animal,
y produce la tendencia a la actividad inteligente que se observa en
los animales domésticos más evolucionados. A la analogía que
existe entre la radioactividad y el perfume que emana de los reinos
mineral y vegetal, la denominamos devoción,
característica de la interacción atractiva entre los animales
domésticos y el hombre.
Quienes
sienten devoción por las personalidades podrían trasmutar más
rápidamente esa devoción en su analogía más elevada -amor a los
principios- si se dieran cuenta que sólo exhalan emanaciones
animales. El deseo de la Deidad se expresa mediante el segundo rayo
de Amor- Sabiduría. Deseo es una palabra que ha sido tergiversada
para significar la tendencia de la humanidad a desear cosas
materiales, o placeres que traen satisfacción a la naturaleza
sensual. Se aplica a esas condiciones que satisfacen a la
personalidad, pero en último análisis, deseo es esencialmente amor,
el cual se expresa mediante la atracción y la capacidad de atraer
hacia sí y dentro de su radio de influencia a lo que es amado. Es el
vínculo de coherencia y ese principio de cohesión magnética que
reside detrás de todo trabajo creador, hace surgir a la luz de la
manifestación esas formas o apariencias, por las cuales es posible
satisfacer el deseo. Este segundo rayo es preeminentemente el rayo de
la conciencia aplicada, y trabaja mediante la creación y el
desarrollo de esas formas que existen en todo el universo. Son
esencialmente mecanismos para desarrollar la respuesta o la
percepción, y también mecanismos sensitivos que responden al medio
ambiente circundante. Esto atañe a todas las formas, desde un
cristal hasta un sistema solar. Han sido creadas durante el gran
proceso de satisfacer el deseo y proveer el medio de contacto que
garantice una progresiva satisfacción. En la familia humana el
efecto de esta interacción dual de la vida (que desea la
satisfacción) y de la forma (que proporciona el campo de
experiencia), produce una conciencia que tiende a amar lo sin forma
en vez de desear la forma, y a aplicar inteligentemente toda
experiencia al proceso de trasmutar el deseo en amor. De allí que
este rayo sea, por excelencia, el rayo dual del Logos Solar Mismo,
porque colorea todas las formas manifestadas y dirige la conciencia
de todas las formas en los reinos de la naturaleza y en todos los
campos de desarrollo; conduce la vida a través de las innumerables
formas hacia esa búsqueda o impulso básico, hasta alcanzar la
bienaventuranza por la satisfacción del deseo. Este impulso e
interacción de los pares de opuestos produjeron los distintos modos
de reaccionar conscientemente a la experiencia, que en las
principales etapas se denomina conciencia, conciencia animal, y
diferenciadoras frases afines.
El
segundo rayo es el de la Deidad Misma y está matizado por los
característicos aspectos del amor o el deseo. Produce la totalidad
de las formas manifestadas, animadas por la Vida que determina la
cualidad. El Padre, Espíritu o Vida, ejerce la voluntad para
satisfacer el deseo. La Madre o materia satisface el deseo y es
atraída también por el Padre. Su mutua respuesta inicia el trabajo
creador, y nace el Hijo, heredando del Padre el impulso a desear o
amar, y de la Madre la tendencia a crear continuamente formas. Así,
en lenguaje simbólico, vinieron a la existencia los mundos de la
forma, y mediante el trabajo evolutivo continúa el proceso de
satisfacer el deseo del espíritu. De esta manera en los dos rayos
principales de Voluntad y de Amor, tenemos las dos características
más importantes de la naturaleza divina, latentes en las miríadas
de formas. Los eones verán que estas dos energías dominarán
constantemente a todas las apariencias e impulsarán al mundo creado
a un total despliegue de la naturaleza divina. Esto es verdad
respecto a los dioses y a los hombres.
Así
como el Padre le imparte al Hijo las divinas cualidades de voluntad y
amor, también la Madre contribuye grandemente a ello, para
acrecentar la dualidad inicial y realzar las cualidades agregando
otra cualidad, inherente a la materia misma –la cualidad o rayo de
Actividad Inteligente. Éste es el tercero de los divinos atributos
que completa, si así puedo expresarlo, el equipo de las formas que
aparecen, y predispone a toda la creación a que valore en forma
inteligente el verdadero objetivo del deseo y a que emplee
inteligentemente la técnica de construir la forma, a fin de revelar
el propósito divino. El Conocedor (hombre) es el custodio de esa
sabiduría que le permitirá desarrollar el Plan divino y hace
fructificar la voluntad de Dios. El campo del conocimiento está
constituido de tal manera que vibra con inteligente respuesta a la
voluntad que emerge lentamente. Conocimiento es aquello que conoce
sus propios fines y trabaja para lograrlos mediante el experimento,
la expectativa, la experiencia, el examen y la exaltación, que
produce la desaparición final. Palabras como éstas son símbolos
sintéticos que imparten un relato cósmico en forma breve y
constructiva.
Así
los tres rayos de Voluntad, de Amor y de Inteligencia producen
apariencia, aportan cualidad y, mediante el principio vida, el
aspecto subyacente en la unidad, aseguran la continuidad del progreso
hasta el momento en que la voluntad de Dios se evidencia como poder,
atrayendo hacia si lo deseado, aplicando con sabiduría la
experiencia de una gradual y creciente satisfacción, y utilizando
inteligentemente lo adquirido en la experiencia para producir formas
más sensibles y hermosas que expresen más plenamente la cualidad de
la vida.
Técnicamente,
el segundo rayo es dual, pero cuando se considera desde el punto de
vista de la abstracción final. En su dualidad temporaria puede
verse, en cada uno de ellos, la interacción que denominamos causa y
efecto.
ler.
Rayo La voluntad, aplicada dinámicamente, surge en la manifestación como
poder.
2do,
Rayo El amor, actuando magnéticamente, produce sabiduría.
3er.
Rayo La inteligencia, que se halla en potencia en la sustancia,
produce actividad.
El
resultado de la interacción de estos tres rayos mayores puede verse
en la actividad de los cuatro rayos menores. La Doctrina Secreta
habla de los Señores de Amor y Conocimiento y también de los
Señores de la Incesante Devoción. A fin de comprender con más
claridad el significado místico de estos nombres, podríamos señalar
que la constante voluntad dinámica del Logos se expresa a sí misma
mediante los señores de la Incesante Devoción. La devoción no es
aquí la cualidad a que me referí anteriormente en este tratado,
sino que es la persistente voluntad de Dios dirigida unilateralmente,
personificada en una vida que es la del Señor del primer rayo. Los
Señores de Amor y Conocimiento son las dos grandes Vidas que
personifican o animan al Amor-Sabiduría y a los aspectos de la
inteligencia creadora de los dos rayos mayores. Los tres son la suma
total de todas las formas o apariencias, los dadores de todas las
cualidades y el aspecto Vida que emerge detrás de la manifestación
tangible. Corresponden, en la familia humana, a los tres aspectos:
Personalidad, Alma y Mónada. La Mónada es voluntad dinámica o
propósito, pero no es revelada hasta la tercera iniciación. La
Mónada es Vida, fuerza sustentadora, Señor de la devoción
perseverante e incesante por alcanzar un objetivo determinado y
visualizado. El alma es el Señor de Amor y sabiduría, mientras que
la personalidad es el Señor del conocimiento y de la actividad
inteligente. Estos términos implican la comprensión de la meta
lograda, lo cual no puede aplicarse en la etapa actual, en lo que
respecta a su expresión, porque es una etapa intermedia. No existe
aún quien actúe con plena actividad inteligente, aunque algún día
cada uno lo hará. Nadie se ha manifestado todavía como Señor de
amor, pero presienten el ideal y se esfuerzan por expresarlo. Nadie
es aún un Señor de incesante voluntad y nadie comprende todavía el
plan de la mónada ni la verdadera meta hacia la cual todos se
esfuerzan. Algún día todos lo harán. Pero cada ente humano
constituye potencialmente tal triplicidad y también algún día las
apariencias que fueron llamadas personalidades, que ocultan o velan
la realidad, revelarán plenamente las cualidades de la Deidad.
Cuando llegue ese momento, el propósito que toda la creación espera
irrumpirá ante la despierta visión y todos conoceremos el verdadero
significado de la bienaventuranza y por qué cantaron las estrellas
matutinas. La alegría es la fuerte nota
básica de nuestro sistema solar.
Uno
de los septenarios fundamentales de los rayos personifica en si el
principio armonía; este cuarto rayo de
armonía da a todas las formas lo que produce belleza y actúa para
lograr la armonización de todos los efectos que emanan del mundo de
las causas, el mundo de los tres rayos mayores. El rayo de belleza,
arte y armonía produce la cualidad de la organización mediante la
forma. En último análisis, es el rayo de la exactitud matemática y
no el rayo del artista, como muchos creen. El artista se encuentra en
todos los rayos, al igual que el ingeniero, el médico, el hombre que
forma su hogar o el músico. Quiero aclarar esto porque existen
muchos falsos conceptos sobre este tema.
Cada
uno de los grandes rayos tiene una forma particular de enseñar la
verdad a la humanidad, lo cual es su contribución excepcional y el
modo de desarrollar al hombre mediante un sistema o técnica,
cualificado por la cualidad del rayo que es por lo tanto específico
y excepcional. Permítanme proporcionar los métodos para esta
enseñanza grupal:
1er. Rayo
- Expresión superior: La ciencia de los estadistas y de los gobiernos.
- Expresión inferior: La Política y la diplomacia moderna.
2do.
Rayo
- Expresión superior: El proceso de la iniciación, tal como lo enseña la jerarquía de adeptos.
- Expresión inferior: Religión.
3er.
Rayo
- Expresión superior: Medios de comunicación o interacción.Radio, teléfono, telégrafo y transporte.
- Expresión inferior: El empleo y la distribución del dinero y del oro,
4to. Rayo
- Expresión superior: El trabajo masónico basado en la formación de la jerarquía y relacionado con el segundo rayo.
- Expresión inferior: Construcción arquitectónica. Planeamiento moderno de las ciudades.
5to. Rayo
- Expresión superior: La ciencia del alma. La sicología esotérica.
- Expresión inferior: Sistemas educativos modernos y ciencia mental.
6to.
Rayo
- Expresión superior: Cristianismo y religiones diversas.(Obsérvese aquí la relación que tiene con el segundo Rayo.)
- Expresión inferior: Las iglesias y las religiones organizadas.
7mo.
Rayo
- Expresión superior: Todo tipo de magia blanca.
- Expresión inferior: Espiritismo "fenoménico".
El
cuarto rayo es esencialmente el refinador, el que produce la
perfección en la forma y el principal manipulador de las energías
de Dios; lo hace de tal modo que el Templo del Señor es
verdaderamente conocido en su exacta naturaleza como aquello que
alberga la Luz. Así el Shekinah brillará dentro del lugar secreto
del Templo en su plena gloria. Es el trabajo de los siete
Constructores. Este rayo se expresa primordialmente en el primero de
los planos amorfos contando desde abajo hacia arriba, y su verdadero
propósito no puede emerger hasta que el alma haya despertado y la
conciencia registrado adecuadamente lo conocido. Los planos o las
esferas de expresión son influenciados en la manifestación por
orden numérico:
1º Rayo Voluntad o Poder Plano de la divinidad.
2º
Rayo Amor-Sabiduría Plano de la mónada.
3º
Rayo Inteligencia Activa Plano del espíritu, alma.
4º
Rayo Armonía Plano de la intuición.
5º
Rayo Conocimiento Concreto Plano mental.
6ª
Rayo Devoción, Idealismo Plano astral.
7º
Rayo Orden Ceremonial Plano físico.
El
quinto rayo actúa activamente en el plano de mayor importancia para
la humanidad, siendo para el hombre el plano del alma y de la mente
superior e inferior. Personifica el principio del conocimiento, y
debido a su actividad y a su íntima relación con el tercer Rayo de
Inteligencia Activa, podría considerárselo especialmente en estos
momentos como el rayo que tiene mayor relación vital con el hombre.
Es el rayo que produce la individualización -como cuando estaba
activo en la época lemuriana- lo cual significa textualmente el
cambio de la vida evolucionante de Dios en una nueva esfera de
percepción. Al principio, esta particular trasferencia a formas más
elevadas de percepción, tiende a la separatividad. El quinto rayo ha
producido lo que llamamos ciencia. En la ciencia encontramos una
condición extremadamente rara. La ciencia es separatista en su modo
de encarar los diferentes aspectos de la divina manifestación que
denominamos el mundo de fenómenos naturales, pero de hecho no es
separatista porque existe poco antagonismo entre las ciencias y poca
competencia entre los científicos. Los trabajadores del campo
científico se diferencian profundamente en esto de los del campo
religioso. La razón reside en el hecho de que el verdadero
científico, por ser una personalidad coordinada que trabaja en
niveles mentales, actúa muy cerca del alma. Una personalidad
desarrollada esclarece las diferenciaciones de la mente inferior
predominante, pero la proximidad del alma (si se puede emplear una
expresión tan simbólica) niega una actitud separatista. El hombre
religioso es preeminentemente astral o emocional, y actúa en forma
muy separatista, especialmente en la era pisciana, que va
desapareciendo. Al decir hombre religioso me refiero al místico y a
aquel que presiente la visión beatífica, y no a los discípulos ni
a los llamados iniciados, porque éstos agregan a la visión mística
una captación mental entrenada.
El
sexto rayo de devoción personifica el principio de reconocimiento.
Con esto quiero significar la capacidad de ver la ideal realidad que
reside detrás de la forma; implica que se debe aplicar en forma
concentrada el deseo y la inteligencia, a fin de expresar la idea
presentida. Es responsable de la mayor parte de las formulaciones de
ideas que han hecho avanzar al hombre y de gran parte del énfasis
puesto sobre la apariencia que ha velado y ocultado esos ideales. En
este rayo -a medida que entra y sale cíclicamente de la
manifestación- se lleva a calo principalmente la tarea de
diferenciar la apariencia y la cualidad, lo cual tiene su campo de
actividad en el plano astral. Por lo tanto es evidente la complejidad
de este tema y la agudeza del sentimiento implicado.
El
séptimo Rayo de Orden Ceremonial o Magia, personifica una curiosa
cualidad, característica sobresaliente de la Vida especial que anima
este rayo. La cualidad o principio, constituye el factor coordinador
que unifica la cualidad interna con la forma, o la apariencia
tangible externa. Este trabajo se desarrolla principalmente en los
niveles etéricos e incluye energía física. Tal el verdadero
trabajo mágico. Quisiera indicar que cuando el cuarto y el séptimo
rayos vengan juntos a la encarnación, tendremos un período muy
peculiar de revelación y portador de luz. Se ha dicho que en ese
período "el Templo del Señor adquirirá más gloria y los
Constructores se regocijarán". Espiritualmente comprendido,
éste será el momento culminante del trabajo masónico. La Palabra
Perdida será recuperada y expresada para que todos la escuchen, y el
Maestro se levantará y caminará entre sus constructores en la plena
luz de la gloria que brilla desde Oriente. La espiritualización de
las formas puede considerarse como el trabajo principal del séptimo
rayo, y este principio de fusión, coordinación y unión, está
activo en los niveles etéricos cada vez que un alma encarna y nace
un niño en la Tierra.
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