Hoy he estado en la celebración de un Comunión colectiva, o sea, que doce neófitos han recibido por primera vez el cuerpo y la sangre de Cristo. Puede parecer una contradicción en una persona como yo, que cree en muy pocas cosas y sobre todo rechaza las tres cuartas partes de lo que el sacerdote les dijo a los niños. Pero, a veces tienes que transigir con la participación en algún rito en el que no crees, y asentir en aquellas cosas que para tí están claras. YO CREO EN UN UNICO DIOS, CREADOR DE TODAS LAS COSAS.
Además, no es una fiesta familiar el mejor sitio para una reivindicación, del tipo que sea. Los críos, que seguro habían soñado con sus trajes de almirante, marinero, princesa, hada, estaban radiantes de alegría y te miraban con media sonrisa esperando que les dijeras lo guapísimos que iban todos.
Si Sto. Tomás dice que no puede haber fe y conocimiento de una misma cosa, ¿Por qué se empeña tanto en demostrar la existencia de Dios con sus cinco vías, con las que no convence a nadie y además copia y desvirtúa la doctrina de Aristóteles? Si la existencia de Dios es cuestión de fe, pues es cuestión de fe y no lo toques más, que así es la rosa. Y se LE conoce por la intuición, esa vía de conocimiento tan alabada por unos y tan denostada por otros.
Mientras la ceremonia continuaba, yo me metí en mí misma porque al hilo de lo que estaba sucediendo fuera de mí, recordé un articulo que había leído el día anterior. En él, el autor se quedaba encantado de haberse conocido porque pretendía haber demostrado en un plisplás la NO EXISTENCIA DE UN DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO. Estoy segura de que él mismo sabía que su demostración no demostraba nada, aparte de su intento de admirar a algún tonto con su sabiduría. La cosa era así, puesta en forma de silogismo:
- SI EXISTE UN DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, NO DEBERÍA EXISTIR EL MAL
- EL MAL EXISTE,
- (conclusión). NO EXISTE UN DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO.
Y, como os he dicho, se quedó tan telendo, mirando con orgullo al tendido y pasó a otro asunto.
El caso es que la forma del razonamiento es válida. Un condicional con el consecuente negado, nos permite negar el antecedente. Con un ejemplo de andar por casa, lo entenderemos muy bien:
- SI LLUEVE, LA CALLE SE MOJA
- LA CALLE NO ESTÁ MOJADA
- (conclusión) NO HA LLOVIDO
Es evidente que, si bien este ejemplo no nos llama la atención, el razonamiento del autor que nos ocupa no nos deja satisfechos, huele un poco a chamusquina. Algo le pasa que no nos convence.
Lo que no nos convence, no es cómo lo expone, sino qué expone. Algo le pasa a las premisas.
Este señor nos birla información, o sea, no nos dice que el esquema formal de un razonamiento lo hace válido o no-válido, pero no lo convierte en verdadero o falso. Ahí está la trampa. Una cosa es la lógica formal (formas válidas de un razonamiento) y otra, muy distinta, es la lógica del silogismo (que ya nos explicó muy bien Aristóteles), que se centra en la verdad o la falsedad de las premisas.
En un condicional, se supone que el antecedente (la caída de la lluvia) y el consecuente (la calle mojada) guardan una relación de causa-efecto, o sea, que el antecedente es la causa sificiente de se dé el consecuente.
Esa relación causa-efecto es lo que nos huele a chamusquina en el razonamiento de nuestro autor. No existe semejante relación. Porque es una pura tontería, que nos permitiría sacar como conclusiones, verdaderas sandeces. Por ejemplo,
- SI EXISTE UN DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, A MI NO ME DOLERÍAN LOS RIÑONES.
- ME DUELEN LOS RIÑONES
- NO EXISTE UN DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO
Mi intención con este repaso es hacer ver que hay que tener mucho cuidado con las conclusiones de algunos argumentos, que pueden estar muy bien hechos, pero encerrar grandes mentiras o, por lo menos, llevarnos a conclusiones engañosas.
Me gustaría tratar un tema implícito, que es el de la naturaleza y el origen del MAL. Pero ahora tengo que dejar las elucubraciones para otro día porque todo el mundo se pone de pie para rezar el Padrenuestro, la oración más completa y hermosa que se ha inventado jamás. Y luego vendrá la comida y la orquesta con la que bailaremos hasta que tengamos el cuerpo desconyuntado y dislocado.
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