"¿Dónde estamos?" la voz venía del asiento de atrás. A través del retrovisor vi la cara de mi madre. Pero había algo raro: el resto del cuerpo parecía trasparente, se veía perfectamente el asiento a través de una sombra diluida, "¿qué haces aquí, mamá?"; "nada, ya sabes que me gusta ir contigo en el coche", "pero mamá, hace mucho tiempo que te fuiste", "eso es lo que tú te crees, yo no me he ido a ninguna parte nunca", "oye, má... llevo años pensando que alguien me está conduciendo por caminos raros, ¿eres Tú ?", "somos muchos", "¿quiénes, má ?", "todos los que crees que te hemos dejado sola. Pero dime dónde estamos y a dónde vamos".
Me quedé mucho tiempo pensando y mirando alrededor. Yo estaba ante el volante del coche, pero estaba parada. Parecía un túnel verde, todos los colores del verde y, a los lados, algunos árboles sin hojas, mezclados con otros exuberantes, con más hojas de las que parecían poder soportar. Allá, a lo lejos, el túnel se estrechaba por la distancia. Parecía muy largo. En el suelo, dos vías oxidadas en algunas partes y, cubiertas de algo parecido al musgo. "Por aquí no ha pasado ni un tranvía en siglos", "eso parece", "mamá ¿me lees el pensamiento?", "algunas veces,cuando lo entiendo; porque, hija, la mitad de las veces ni me entero de lo que piensas. No es que no te oiga, es que, como siempre, no te entiendo".
Poco a poco me pareció reconocer el sitio. En algún sitio, alguna vez yo había visto esto. Y, cuando por fin, lo reconocí, aumentó mi asombro. "mamá, estamos en la pantalla", "qué pantalla", "nos hemos metido en el ordenador. Esta es la fotografía que tengo como fondo de escritorio.... pero ¿qué hacemos aquí?, ¿cómo lo hemos hecho?", "no, de "hemos" nada..... yo sólo me he subido al coche y ahora estamos aquí", " y..... ¿dónde vamos?", "eso te lo he preguntado yo antes", "ya... ¿y dónde hemos cogido el coche? ", "pues en el pueblo, ¿dónde si no?", "pero yo no recuerdo haber conducido hacia la pantalla del ordenado", "parece mentira que siendo tan lista, seas tan tonta", "¡vaya!, hacía mucho que no oía tu frase preferida. ¿Me puedes decir cómo hemos llegado aquí?", "no hemos llegado. Simplemente estamos aquí. Y no estamos en el ordenador, estamos en el sitio dónde se hizo la fotografía".
Me estaba entrando sueño y sólo quería dormir. Pero había algo que no me dejaba. Era la sensación de que estaba buscando un lugar determinado, pero era incapaz de saber qué sitio, ni hacia dónde ir.
"Tendremos que llegar al final del túnel", "No mujer, hija, piensa un poco", "Puedo pensar todo lo que quieras, pero no se me ocurre más que salir de aquí, yendo hasta el final", "quita la foto, tontona", "¿qué foto?". "La que tienes delante", "pero ¿no me has dicho que estamos en el sitio?", "¿y qué?. Yo no puedo, no tengo manos, por si no te has dado cuenta".
Yo quería dormir, sólo dormir. Pero la sensación de búsqueda alejaba el sueño. Salí del coche y, el paisaje se convirtió en un anuncio publicitario, que tapaba todo lo que pudiera haber detrás. Sin esfuerzo empujé el enorme cartel que salió volando y se desvaneció por el horizonte.
Y, de pronto llovía a mares, llovía como si nunca hubiera llovido, como si la lluvia hubiera rebasado alguna barrera que la mantenía sujeta. Dentro del coche, la lluvia contra el techo me iba inundando de una paz interior, como si hubiera vuelto de algún sitio al lugar dónde quería estar.
Delante, a través del parabrisas, se entreveía una calle empedrada. Las piedras relucían con el brillo que les daba el agua. Y una farola, había una farola que, con su escasa luz, era la que iluminaba toda la escena y, a la derecha, unas cuantas puertas con luces mortecinas. La escena tenía la belleza que da el misterio y la cortina de agua difuminaba toda la visión, como impidiendo miradas indiscretas. Era un bello cuadro. "mamá, dije de pronto, estamos en otra fotografía", "y... ¿no es aquí dónde querías venir? ", " creo que es un sitio por el que tenía que pasar, pero no es el sitio exacto", "pero, vamos a ver, hermosa mía. ¿Tú quieres ir a algún sitio o estamos haciendo turismo. No, es que la noche no está para muchos paseos", "creo que quiero ir a un sitio, pero no sé dónde está". "Pues cambia la foto", "es que las demás fotos no son de sitios", "¿Y ésto es todo lo que sabes de dónde vamos?", "éste es el único sitio del que tengo referencia". Y creo que pasó mucho tiempo mientras yo escuchaba la lluvia y miraba la desdibujada calle.
"Me gustaría que amaneciera", "¿por qué, hija", para tomar café con alguien", No lo dirás por mí,, hija, yo hace muchos tiempo que ni como ni bebo", "no, tengo la impresión de que debería tomarme un café","Oye, -la voz de mi madre me sacó de mi actitud contemplativa- déjame ver las otras fotos. A ver si puedo sacar algo en claro", "no, mamá, las otras fotos están ya en el baúl!", "¿en el baúl de los secretos?", "sí, en mi baúl de los secretos". "Entonces, hija, ¿por qué no te duermes tranquila?. Ya sabes que todo llega en la vida", "¿es verdad que todo llega en la vida?", "segurísima, lo que pasa es que no todo lo que llega es siempre bueno. Hala, duérmete"
Poco a poco, los párpados se fueron cerrando. Y, cuando ya iba a dormirme, noté algo en la cara. Snoopy me estaba lamiendo. Lo hace cuando siente que estoy alterada, porque hablo en alto. A veces él, en sueños, gime como si algo le asustara y yo pongo mi mano sobre su cabeza y se tranquiliza.
Miré el reloj. "Snoopy, si no hace ni una hora que nos hemos acostado. ¿Sabes Snoopy, es verdad que el tiempo es relativo...... y el espacio también". Snoopy me da el último mimo y se va a su esquina, se hace una bola y yo, me cambio de postura y poco a poco me vuelvo a dormir.
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