The
Nag Hammadi Library
El Evangelio de la Verdad
Translated
by Robert M. Grant
·
E v a n g e l i o d e l a V e r d a d ·
|
Prólogo
El
Evangelio de la Verdad es alegría para quienes han recibido de parte
del Padre de la Verdad el don de conocerlo por el poder de la Palabra
que ha venido desde el Pleroma, la que está en el Pensamiento y el
Intelecto del Padre, la que es llamada el Salvador, ya que es el
nombre de la obra que debe llevar a cabo para la salvación de
quienes eran ignorantes del Padre, pero el evangelio es la
manifestación de la esperanza que se descubre por quienes la buscan.
I.
SURGIMIENTO DE LA IGNORANCIA
Frustración
de la búsqueda y creación ilusoria
Puesto
que la Totalidad buscó a Aquel del que habían salido, y la
Totalidad estaba dentro de Él, el Incomprensible, el Impensable, que
está sobre todo pensamiento, ignorar al Padre produjo angustia y
terror. Pero la angustia se tornó densa como una bruma, de manera
que nadie podía ver; por este motivo se ha fortalecido el Error; ha
trabajado su materia vanamente, puesto que no conocía la Verdad.
Emprendió una obra disponiendo con esfuerzo y belleza algo semejante
a la Verdad. Esto, en realidad, no constituía una humillación para
el Incomprensible, el Impensable, puesto que eran nada, la angustia,
el olvido y la obra engañosa, en tanto que siendo firme la Verdad es
inmutable e inquebrantable y totalmente bella. Por esto, despreciad
el Error. De este modo no tenía raíz y estaba en una bruma respecto
del Padre, afanado en disponer actividades, olvidos y terrores, para
por medio de ellos atraer a los del medio y hacerlos cautivos.
El
olvido
El
olvido del Error no se manifestó. No es un [...] desde el
Padre. El olvido no tuvo lugar desde el Padre, aunque tuvo origen por
su causa. Pero lo que nace en él es el conocimiento que se manifestó
para que el olvido se disipara y el Padre fuese conocido. Ya
que el olvido existió a causa de que el Padre no fue conocido,
cuando el Padre sea conocido, el olvido a partir de ese momento
dejará de existir.
II.
EL DESCUBRIMIENTO DEL PADRE
Jesús
crucificado y la existencia en el Padre
Éste
es el evangelio del que se busca,
que se reveló a los que son perfectos por las misericordias del
Padre, el misterio oculto, Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó
a los que estaban en la oscuridad a causa del olvido. Los ha
iluminado y (les) ha mostrado un camino. El camino, sin embargo, es
la verdad que les ha enseñado. Por este motivo el Error se ha
irritado contra él, lo ha perseguido, lo ha maltratado y lo redujo a
nada. Lo clavó en un madero (y) fue un fruto del conocimiento del
Padre. Pero no fue motivo de destrucción porque fuese asimilado,
sino que a los que lo asimilan dio motivos para que sean felices por
el descubrimiento, pero Él los descubrió en sí mismo y ellos lo
descubrieron en ellos, al Incomprensible, al Impensable, al Padre, el
Perfecto, que produjo la Totalidad, en el que está la Totalidad y
del que la Totalidad necesita. Aunque ha conservado su perfección en
sí, la que no ha dado a la Totalidad, el Padre no era celoso. Pues
¿qué celo podría existir entre Él y sus miembros? Porque si
el Eón hubiera recibido así su perfección, no podrían llegar
[...] al Padre, el que conserva en sí su perfección, dándosela
como una conversión hacia Él y un conocimiento perfectamente único.
Él es el que ha producido la Totalidad, en el que está la Totalidad
y del que la Totalidad necesita. Como en el ejemplo de alguien al que
otros ignoran, que desea que lo conozcan y lo amen, del mismo modo
¿por qué motivo la Totalidad estaría necesitada a no ser que fuese
por el conocimiento del Padre? Él [Jesús]fue
un guía, silenciosamente y en reposo.
El
Salvador Maestro
Apareció
en las escuelas, profirió la Palabra como un maestro. Se le
aproximaron los sabios, según propia estimación, para probarle.
Pero los confundió, porque eran vanos. Ellos lo odiaron, puesto que
no eran sabios verdaderamente. Después de todos éstos se
aproximaron a Él también los niños, a quienes pertenece el
conocimiento del Padre. Fortalecidos, aprendieron los aspectos del
rostro del Padre. Conocieron y fueron conocidos; fueron glorificados
y han glorificado.
III.
PREVISIÓN SALVÍFICA
El
libro del viviente y la crucifixión
Se
manifestó en su corazón el libro que vive del Viviente, el que está
escrito en el Pensamiento y el Intelecto [del] Padre
y que antes del establecimiento de la Totalidad estaba en su
Incomprensibilidad, el que nadie podía tomar, puesto que está
reservado para el que lo tomara para ser inmolado. Ninguno hubiera
podido manifestarse de cuantos creyeron en la salvación si no
hubiera aparecido ese libro. Por ese motivo el compasivo, el fiel,
Jesús, aceptó con paciencia los sufrimientos hasta que tomó este
libro, puesto que sabe que su muerte es vida para muchos. Del mismo
modo que en un testamento se ocultan antes de abrirse los bienes del
dueño de la casa fallecido, así sucede con la Totalidad, que
permanece oculta en tanto que el Padre de la Totalidad era invisible,
siendo un ser engendrado por sí mismo, del que provienen todos los
intervalos. Por este motivo apareció Jesús, revistió aquel libro,
fue clavado en un madero, y publicó el edicto del Padre sobre la
cruz. ¡Oh sublime enseñanza! Se humilló hasta la muerte, aunque la
vida eterna reviste. Después de despojarse de estos harapos
perecederos, se revistió de la incorruptibilidad que nadie puede
sustraerle. Habiendo penetrado en las regiones vacías de los
terrores, atravesó por los que estaban desnudos a causa del olvido,
siendo conocimiento y perfección, proclamando lo que hay en el
corazón [...] [...] enseñar a sus discípulos. Pero los
discípulos son el Viviente, los que están inscritos en el libro del
Viviente. Reciben la enseñanza sobre sí mismos, la reciben del
Padre, y se vuelven de nuevo hacia Él.
Previsión
paterna y llamada del elegido
Puesto
que la perfección de la Totalidad está en el Padre, es necesario
para la Totalidad subir hacia Él. Entonces, el
que posee el conocimiento adquiere lo que le es propio y lo atrae
hacia sí.
Porque el que es ignorante está menesteroso y falto de muchas cosas,
puesto que le falta lo que lo perfeccionará. Dado que la perfección
de la Totalidad está en el Padre, es necesario que la Totalidad
ascienda hacia Él y que cada uno adquiera lo que le es propio. Los
ha inscrito de antemano, habiéndolos preparado para darla a los que
han salido de Él. Aquellos cuyo nombre conoció de antemano han sido
llamados finalmente, de modo que el que posee el conocimiento es
aquel cuyo nombre ha sido pronunciado por el Padre, pues aquel cuyo
nombre no ha sido dicho es ignorante. Efectivamente, ¿cómo podrá
oír aquel cuyo nombre no ha sido convocado? Porque el que es
ignorante hasta el fin es una obra del olvido y será disuelto con
él, de lo contrario ¿cuál es el motivo de que estos desgraciados
carezcan de nombre y de que no exista para ellos una llamada?
Respuesta
a la llamada y contenido del Libro
De
esta manera el
que posee el conocimiento es
de lo Alto. Si es llamado, escucha, responde y se vuelve hacia quien
lo llama para ascender hacia Él. Y sabe
cómo se llama.
Poseyendo el conocimiento hace la voluntad de quien lo ha llamado,
quiere complacerle y recibe el reposo. Su nombre propio aparece. El
que llegue a poseer el conocimiento de este modo sabe de dónde viene
y a dónde va. Sabe como una persona que habiendo estado embriagada
ha salido de su embriaguez, ha vuelto a sí misma y ha corregido lo
que le es propio.
Él [Jesús] ha
desviado a muchos del Error. Les ha precedido hasta sus lugares, de
los que se habían alejado cuando aceptaron el error, a causa de la
profundidad del que abarca a todos los intervalos, mientras que
ninguno existe que lo abarque a Él. Era una gran maravilla que
estuvieran en el Padre sin conocerlo y que fuesen capaces de
autogenerarse, puesto que no podían comprender ni conocer a Aquel en
el que estaban. Porque de este modo su voluntad no había emergido de
Él. En efecto, la reveló en consideración a un conocimiento que
persuada a todas sus emanaciones. Éste es el conocimiento del libro
viviente que reveló a los eones, por fin, como [sus
le]tras,
revelando cómo no son vocales ni consonantes, para que el que las
lea piense en algo vano, sino que son letras de la Verdad que sólo
pronuncian los que las conocen. Cada letra es un
pen[samiento] completo,
porque son letras escritas por la Unidad, habiéndolas escrito el
Padre, para que los eones por medio de sus letras conozcan al Padre.
IV.
LIBERACIÓN SALVÍFICA
Advenimiento
de la Palabra y reintegración del elegido
Su
sabiduría contempla a la Palabra, su enseñanza la pronuncia y su
conocimiento la ha revelado. Su clemencia es una corona sobre ella.
Su alegría está en armonía con ella; su gloria la ha exaltado; su
imagen la ha manifestado; su reposo la ha recibido en sí mismo; su
amor hizo un cuerpo sobre ella; su fe la ha rodeado. De esta manera
la Palabra del Padre surge en la Totalidad, como el fruto [de] su
corazón y como impronta de su voluntad. Pero sostiene a la Totalidad
eligiéndola y recibe también el aspecto de la Totalidad. Jesús el
de infinita dulzura la purifica, le da vuelta hacia el Padre y la
Madre. El Padre descubre su seno. Pero su seno es el Espíritu Santo.
Descubre su secreto, su secreto es su Hijo, para que por la
misericordia del Padre los eones dejen de inquietarse buscando al
Padre y descansen en él sabiendo que es el reposo. Después de haber
colmado la deficiencia,
ha abolido la forma. Su forma es el mundo en el que fue esclavo.
Disolución
del mundo y de lo múltiple
Porque
la región en donde hay envidia y discordia es deficiente, pero la
región en la que hay Unidad es perfecta. Puesto
que la deficiencia se produjo porque se ignoró al Padre, entonces
cuando se conoce al Padre la deficiencia dejará de existir.
Como sucede con la ignorancia de una persona, que una vez que conoce
se desvanece su ignorancia, como se desvanece la oscuridad cuando
aparece la luz, del mismo modo también se desvanece la
deficiencia ante la perfección. Así desde ese momento no se
manifiesta más la forma, sino que se disolverá en la fusión de la
Unidad, porque ahora sus obras yacen dispersas, a la vez que la
Unidad dará perfección a los intervalos. En la Unidad cada uno se
realizará; en el conocimiento se purificará de la multiplicidad en
la Unidad, consumiendo la materia en sí mismo, como una llama, y la
oscuridad por la luz y la muerte por la vida. Si estas cosas
verdaderamente han sobrevenido a cada uno de nosotros, debemos
vigilar sobre todo para que la morada sea santa y esté en silencio
para la Unidad.
Parábola
de los vasos y juicio de la Palabra
Es
lo mismo que en el caso de ciertas personas que han dejado los
lugares que tenían vasos en sus puestos que no eran buenos. Si los
hubieran roto, tampoco habría sufrido daño el dueño de casa. Sin
embargo queda satisfecho, pues en lugar de los vasos deteriorados,
los hay llenos, que son de manufactura perfecta. Porque así es el
juicio que ha venido de lo alto. Ha juzgado a cada uno, como una
espada desenvainada, de doble filo, que corta por ambos lados. Cuando
la Palabra apareció, la que está en el corazón de quienes la
pronuncian, ella no es sólo un sonido, sino que tomó un cuerpo, una
gran turbación sobrevino entre los vasos, porque algunos habían
sido vaciados y otros estaban llenos; es decir, algunos habían sido
provistos, pero otros derramados, unos purificados, pero otros
quebrados.
Perturbación
cósmica y derrota del Error
Todas
las regiones se agitaron y conmovieron, porque carecían de orden y
estabilidad. El Error se desconcertó, ignorando qué hacer; se
afligió, lamentándose, y quedó vacilante, porque no sabía nada,
después que se le aproximó el conocimiento que es su destrucción y
el de todas sus emanaciones, el Error es vano, al no tener nada
adentro. La Verdad apareció, todas sus emanaciones la conocieron.
Saludaron al Padre verdaderamente con una potencia perfecta que las
une con el Padre. Porque cada una ama a la Verdad, puesto que la
Verdad es la boca del Padre y su lengua es el Espíritu Santo. El que
se une a la Verdad se une a la boca del Padre por su lengua,
cuando llegue a recibir el Espíritu Santo, puesto que tal es la
manifestación del Padre y su revelación a sus eones. Ha revelado lo
que de Él estaba oculto y lo ha explicado. Pues ¿quién existe,
sino el Padre solamente?
Seres
ocultos y descubiertos
Todos
los intervalos son sus emanaciones. Han sabido que proceden de Él
como hijos provenientes de un hombre perfecto. Sabían que todavía
no habían recibido forma y que todavía no habían recibido un
nombre, cada uno de los cuales engendra el Padre. En ese momento
reciben una forma por su conocimiento, pues aunque estén en Él, no
le conocen. Pero el Padre es perfecto, conociendo todo intervalo que
está en Él. Si quiere, manifiesta a quien quiere, dándole una
forma y dándole un nombre y lo llama y motiva que ellos vengan a la
existencia los que antes de venir a la existencia, ignoran a quien
los ha formado. No digo, por lo tanto, que no son nada los que
todavía no existen, sino que están en Él que querrá que
vengan a la existencia cuando quiera, como el tiempo conveniente por
venir. Antes de que todas las cosas se manifiesten, sabe lo que
producirá. Pero el fruto que todavía no se ha manifestado, nada
sabe, ni nada hace. De este modo también cada intervalo que es en el
Padre proviene del que es, que lo ha establecido desde lo que no es.
Pues el que carece de raíz, tampoco tiene fruto, pero por más que
piense interiormente «He comenzado a existir», sin embargo, será
destruido por sí mismo. Por este motivo el que no ha existido en
absoluto nunca existirá. Entonces ¿qué quiso para pensar de sí
mismo? Esto: «He existido como las sombras y los fantasmas de la
noche». Cuando la luz ilumina el terror que esa persona ha
experimentado, comprende que no es nada.
El
estado de pesadilla y el despertar
De
este modo eran ignorantes del Padre, al que no veían. Puesto
que existía terror, turbación, inestabilidad, vacilación y
discordia, eran muchas las ilusiones y las vacuas ficciones que los
ocupaban, como si estuvieran sumergidos en el sueño y convivieran
con sueños inquietantes. Bien huían a algún lugar, bien se daban
vuelta extenuados, después de perseguir a otros, bien daban golpes,
bien los recibían, bien caían desde grandes alturas, o bien volaban
por el aire, aunque sin poseer alas. A veces (les) sucede
como si alguien fuese a matarlos, aunque nadie los persiga, o bien
como si ellos mismos mataran a sus vecinos, porque se encontraron
manchados con su sangre. Una vez que los que pasan por estas cosas se
despiertan, nada ven, aunque estaban en medio de todas estas
confusiones, puesto que ellas no existen. Semejante es el modo de los
que han rechazado la ignorancia lejos de sí, igual que no tienen en
ninguna consideración el sueño, así tampoco consideran
sus acciones como algo sólido, sino que las abandonan como un
sueño tenido en la noche. El conocimiento del Padre lo aprecian como
el amanecer. De esta manera ha actuado cada uno de ellos, como cuando
estaban dormidos mientras que eran ignorantes. Y éste es el modo
como ha (llegado el conocimiento), como si se despertara. ¡Feliz
será el que llegue a darse vuelta y a despertarse! Y bienaventurado
es el que ha abierto los ojos del ciego. Y el Espíritu ha corrido
tras él, dándose prisa para despertarle. Habiendo tendido la mano
al que yacía sobre la tierra, lo afirmó sobre sus pies, pues
todavía no se había levantado.
V.
INTERVENCIÓN PATERNA
Mediación
del Hijo
Les
dio los medios de conocerlo, el conocimiento del Padre y la
manifestación de su Hijo. Porque cuando lo han visto y lo han oído,
les hizo gustarlo y sentirlo y tocar al Hijo bienamado. Cuando
apareció, instruyéndoles sobre el Padre, el Incomprensible, cuando
les hubo insuflado lo que está en el Pensamiento, cumpliendo su
voluntad, cuando muchos hubieron recibido la luz, se dieron
vuelta hacia él. Porque los materiales eran extraños y no
vieron su semejanza, tampoco lo habían conocido. Pues él vino en
una forma carnal, sin encontrar ningún obstáculo a su
desplazamiento, puesto que la incorruptibilidad es irresistible. De
nuevo, dijo cosas nuevas, hablando sobre lo que está en el corazón
del Padre, habiendo proferido la Palabra sin defecto. Una vez que la
luz habló por su boca y su voz engendró la Vida,
les dio pensamiento e intelecto, la misericordia y la salvación y el
espíritu poderoso proveniente de la infinitud y de la dulzura del
Padre.
Habiendo detenido los castigos y las torturas, puesto que desviaban
de su rostro a muchos que estaban en el error y los lazos necesitados
de misericordia, ha destruido a ambos con poder y los confundió con
el conocimiento.
Parábola
de la oveja perdida
Ha
llegado a ser un camino para los que iban descarriados y conocimiento
para los ignorantes, descubrimiento para los que buscaban y
confirmación para los vacilantes e incontaminación para los
manchados. Es el pastor que ha dejado las noventa y nueve ovejas
que no estaban perdidas y ha ido a buscar a la que estaba extraviada.
Se regocijó cuando la encontró, porque noventa y nueve es un número
que está en la mano izquierda, que lo contiene. Pero cuando se
encuentra el uno, el número entero pasa a la mano derecha. Del mismo
modo sucede al que le falta el uno, es decir, la mano derecha
completa, que atrae a lo que era deficiente y lo toma del lado de la
mano izquierda y lo lleva a la derecha, y de este modo también el
número llega a ser una centena. Se trata del signo del que está en
su sonido, o sea, del Padre. Incluso en sábado ha trabajado por la
oveja que encontró caída en el pozo. Ha reanimado a la oveja
subiéndola desde el pozo para que sepáis íntimamente, vosotros,
los hijos del conocimiento interior, cuál es el sábado, en el que
no es conveniente que la salvación descanse, para que podáis hablar
del día de lo alto, que carece de noche, y de la luz que no se
oculta, porque es perfecta. Decid, pues, desde el corazón que sois
el día perfecto y que en vosotros mora la luz que no desfallece.
Hablad de la verdad con los que la buscan y [del] conocimiento
a los que han pecado en su error.
VI. DEBERES DEL ELEGIDO
Afirmad
el pie de los que vacilan y tended vuestra mano a los débiles.
Alimentad a quienes tienen hambre y consolad a los que sufren.
Levantad a los que quieren levantarse y despertad a los que duermen,
porque sois el entendimiento que atrae. Si actuáis así como
fuertes, seréis también más fuertes. Prestaos
atención a vosotros mismos y
no os preocupéis de las otras cosas que habéis apartado de
vosotros. No
volváis a lo que habéis vomitado para comerlo.
No seáis polillas. No seáis gusanos, porque ya lo habéis
rechazado. No seáis un lugar para el diablo, porque ya lo habéis
destruido. No consolidéis vuestros obstáculos, los que sois
vacilantes, aunque seáis como un apoyo(para
ellos).
Pues al licencioso se lo debe tratar incluso como más nocivo que al
justo. Efectivamente el primero actúa como una persona sin ley, pero
el último actúa como una persona justa entre los demás. Así pues,
vosotros haced la voluntad del Padre, puesto que le pertenecéis.
VII.
EL PADRE Y LOS ELEGIDOS
El
elegido como fragancia del Padre
Porque
el Padre es dulce y lo que hay en su voluntad es bueno. Ha tomado
conocimiento de lo que es vuestro para que podáis reposar en Él.
Porque por los frutos se toma el conocimiento de las cosas que son
suyas, ya que los hijos del Padre son su fragancia, pues existen
desde la gracia de su rostro. Por esta razón el Padre ama su
fragancia y la manifiesta en toda región, y si la mezcla con la
materia, da su fragancia a la luz y en su Silencio la hace superar
toda forma (y) todo
sonido, pues no son los oídos los que perciben la fragancia, sino
que es el hálito que tiene el sentido del olfato y atrae la
fragancia hacia sí y se sumerge en la fragancia del Padre, de manera
que así lo protege y lo lleva al lugar de donde vino, de la
fragancia primera que se ha enfriado como algo en una obra psíquica,
semejante al agua fría que se congela sobre la tierra que no es
firme y que los que la ven piensan que es tierra, pero después de
nuevo se disuelve. Las fragancias, pues, que se han enfriado
provienen de la división. Por este motivo vino la fe, disolvió la
división y aportó el Pleroma cálido de amor para que el frío no
vuelva de nuevo, sino que exista la unidad del pensamiento perfecto.
Perfeccionamiento
en el Padre
Ésta
es la Palabra del evangelio del descubrimiento del Pleroma, para los
que esperan la
salvación que viene de lo alto. Mientras que su esperanza, por la
que esperan, está en expectativa, ellos cuya imagen es luz, sin
ninguna sombra, entonces, en ese momento, el Pleroma sobreviene. La
deficiencia material no proviene de la infinitud del Padre, el que
viene a dar tiempo para la deficiencia, aunque nadie podría sostener
que lo incorruptible pudiera venir de esta manera. Pero la
Profundidad del Padre se multiplicó y el pensamiento del Error no
existía con él. Es algo que declina, es algo que fácilmente se
pone derecho de nuevo con el descubrimiento de Aquel que ha venido
hacia él al que recuperará. Porque este retorno es llamado
arrepentimiento. Por este motivo la incorruptibilidad ha soplado y ha
ido detrás del que ha pecado para que pueda descansar. Porque la
clemencia es lo que queda para la luz en la deficiencia, la Palabra
del Pleroma. En efecto, el médico va ligero hacia el lugar en donde
hay un enfermo, porque ahí está la voluntad que hay en él. El que
es deficiente, entonces, no se oculta, porque uno posee lo que al
otro le falta. De esta manera el Pleroma que no es deficiente, pero
que colma la deficiencia, es lo que Él suministró desde sí
mismo para completar lo que le falta, para que así reciba la gracia.
Cuando era deficiente, no tenía la gracia. Por esto había
deficiencia en el lugar en donde no había gracia. Una vez que
aquélla, que estaba disminuida, se recibió, reveló lo que le
faltaba, siendo(ahora) Pleroma,
es decir, el descubrimiento de la Luz de la Verdad que apareció
sobre él porque ésta es inmutable.
Unción
del elegido y el paraíso como lugar del reposo
Por
esto se habló de Cristo en su medio para los que estaban angustiados
pudieran retornar y él pudiera ungirlos con el ungüento. Éste es
la misericordia del Padre que tendrá misericordia de ellos. Pero
aquellos a los que ha ungido son los perfectos. Porque los vasos
llenos son los que habitualmente se untan. Pero cuando la untura de
un vaso se disuelve, está vacío y el motivo de su deficiencia es la
causa por la que su untura desaparece. Porque en ese momento lo atrae
un soplo, algo por el poder de lo que está con él. Pero de aquel
que carece de deficiencia ningún sello es levantado, ni nada se
derrama, sino que aquello de lo que está falto el Padre perfecto una
vez más lo llena. Él es bueno. Conoce a sus simientes, porque es el
que las ha sembrado en su paraíso. Pero su paraíso es su lugar de
reposo. Éste es la perfección en el pensamiento del Padre, y
éstas son las palabras de su reflexión. Cada una de sus palabras es
la obra de su voluntad única en la revelación de su Palabra.
Mientras estaban todavía en la profundidad de su pensamiento, la
Palabra que fue la primera en adelantarse las reveló junto con el
Intelecto que profiere la Palabra única en la gracia silenciosa. Ha
sido llamado Pensamiento, porque estaba en Él antes de revelarse. Le
correspondió, pues, adelantarse la primera cuando la voluntad de
Aquel que quiso lo determinó.
La
voluntad inescrutable del Padre
Pero
la voluntad es que el Padre esté en reposo y complacido. Nada
sucede sin la voluntad del Padre, pero su voluntad es inescrutable.
Su huella es la Voluntad y nadie puede conocerla ni es posible a
nadie escudriñarla para comprenderla. Pero cuando quiere, lo que
quiere ahí está,
aun cuando el espectáculo no les agrade del modo que sea ante Dios,
cuando el Padre quiere.
Porque conoce el comienzo de todos y su final. Al final,
efectivamente, los interpelará directamente. Pero
el fin consiste en conocer al que está oculto, y Éste es el
Padre, del que ha salido el principio y hacia el que retornarán
los que han salido de Él.
Ellos, por otra parte, han aparecido para la gloria y la alegría de
su nombre.
VIII.
EL NOMBRE DEL PADRE ES EL HIJO
El
nombre del Padre, empero, es el Hijo. Es Él el que en el Principio
dio un nombre al que ha salido de sí, que era Él mismo y al que
engendró como Hijo. Le ha dado su nombre, el que le perteneció; es
aquel al que le pertenece todo lo que existe en torno al Padre. Suyo
es el nombre; suyo es el Hijo. Es posible para éste verlo. Pero el
nombre es invisible porque sólo él es el secreto del Invisible que
viene a los oídos que están completamente llenos de él por él.
Porque, realmente, el nombre del Padre no es dicho, sino que se
revela por medio del Hijo. Entonces y siendo así ¡grande es el
nombre! ¿Quién, entonces, podrá pronunciar un nombre para Él, el
gran nombre, salvo Él solo al que pertenece el nombre y los hijos
del nombre, en los que descansó el nombre del Padre, los que a su
vez descansaban en su nombre? Puesto que el Padre es inengendrado, Él
solo es el que lo engendró como nombre para sí mismo antes de
producir los eones, para que el nombre del Padre estuviese sobre sus
cabezas como Señor, el que es el nombre verdadero, firme en su
autoridad por la potencia perfecta. Porque el nombre no pertenece a
las palabras ni su nombre forma parte de las denominaciones sino que
es invisible. Se dio un nombre para sí solo, puesto que Él solo se
contempla y solo tiene capacidad para darse un nombre. Porque el que
no existe carece de nombre. Pues ¿qué nombre se puede dar al que no
existe? Pero El que es, es asimismo con su nombre, y el único que le
conoce y el solo que sabe darle un nombre es el Padre. El Hijo es su
nombre. Por lo tanto no lo ha ocultado, sino que ha existido y en
cuanto es el Hijo, sólo Él dio un nombre. El nombre, por lo tanto,
es del Padre, igual que el nombre del Padre es el Hijo. Puesto que
¿en dónde la misericordia encontraría este nombre, si no es junto
al Padre? Pero seguro que alguno dirá a su vecino: «¿Quién dará
un nombre al que existía antes que él, como si los niños no
recibieran un nombre de los que los han engendrado?» Primero,
entonces, nos conviene entender acerca de este tema: «¿qué es el
nombre?». Éste es el nombre auténtico; por lo tanto no es el
nombre que deriva del Padre, puesto que es el nombre propio. No ha
recibido, por consiguiente, el nombre en préstamo como los demás,
según el modo como cada uno es producido, sino que éste es el
nombre propio. No hay ningún otro al que se lo haya dado. Pero él
es innominable e indescriptible, hasta el momento en que éste, que
es perfecto, sólo lo expresó. Y él es el que tiene el poder para
proclamar su nombre y contemplarlo. Por consiguiente, cuando le ha
parecido bien que su nombre amado sea su Hijo y le dio el nombre a
él, este que salió de la profundidad, expresó sus realidades,
sabiendo
que el Padre es carente de mal.
Por esto también lo ha enviado para que hablase del lugar y de su
lugar de reposo desde el que ha venido y glorificase al Pleroma,
la grandeza de su nombre y la dulzura del Padre.
IX.
EL REPOSO DEL PADRE
Sobre
el lugar de donde ha venido cada uno hablará y hacia la región en
la que ha recibido su constitución retornará con prisa y abandonará
esta región, la región donde se halló recibiendo gusto de aquel
lugar, nutriéndose y creciendo. Y
su lugar propio de reposo es su Pleroma.
De este modo todas las emanaciones del Padre son plenitudes, y la
raíz de todas estas emanaciones está en que a todas las hizo crecer
en Él mismo. Él les ha asignado sus destinos. Cada una de ellas se
ha manifestado, para que por su propio pensamiento [...]. Porque el
lugar hacia el que extienden su pensamiento, ese lugar, su raíz, es
la que las eleva en todas las alturas hacia el Padre. Toman posesión
de su cabeza, que es reposo para ellas, y son sostenidas,
uniéndosele, de manera que dicen que han participado de su rostro
con sus besos. Pero no se manifiestan de esta manera, ya que no
fueron elevadas por sí mismas; tampoco han sido privadas de la
gloria del Padre ni lo concibieron como pequeño ni duro, ni
irascible, sino como carente de mal, imperturbable, dulce, conociendo
todos los intervalos antes de que existieran y sin haber tenido
necesidad de instruirse. Ésta es la manera de ser de los que
poseen (algo)de
lo alto de la grandeza inconmensurable, en tanto que esperan al Uno
solo y perfecto, que está allí para ellos. Y no descienden al Hades
ni hay para ellos celos ni lamento ni muerte, sino que descansan en
el que permanece en reposo, sin esforzarse ni dar vueltas en torno a
la verdad. Por el contrario, ellos
mismos son la verdad y el Padre está en ellos y ellos están en el
Padre, siendo perfectos, siendo indivisibles en el verdaderamente
bueno, de nada necesitan, sino que permanecen en reposo, refrescados
por el Espíritu.
Y tendrán en cuenta su raíz. Se interesarán por estas cosas en las
que encontrarán su raíz y no sufrirán pérdida para su alma.
Conclusión
Tal
es el lugar de los bienaventurados. En cuanto a lo demás, sepan en
sus lugares que no me es conveniente, habiendo estado en el
lugar de reposo, decir nada más. Pero es en él en el que estaré, y
para consagrarme por entero al Padre de la Totalidad y a los
verdaderos hermanos, aquellos sobre los que el amor del Padre se
derrama y en cuyo medio nada de Él falta. Son ellos los que se
manifiestan verdaderamente, puesto que existen en la vida verdadera y
eterna, y hablan de la luz que es perfecta y colmada de la simiente
del Padre, y que está en su corazón y en el Pleroma, mientras que
su Espíritu se recogija en esto y glorifica a Aquel en el que ha
existido porque es bueno. Y sus hijos son perfectos y dignos de su
nombre, porque Él es el Padre y son hijos de este tipo los que Él
ama.*
* Fuente: Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi II. Evangelios.Hechos, Cartas. Antonio Piñero, Francisco García Bazán, José Montserrat, Editorial Trotta, 2009, ISBN: 978-84-8164-885-0
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