LAS DISTINTAS MUERTES
Hay muertes de bombo y platillo, con el coche fúnebre acercándose a lo lejos por las calles màs anchas de las ciudades, franqueado por seis uniformados que no dejan su postura hierática aunque tengan que aguantar la canícula del verano. El pueblerío gusta de estos entierros y hasta llevan a los niños sobre sus hombros para que no se pierdan el espectáculo y los niños se emocionan por lo bonito que es todo, lo brillante del coche, los uniformes adornados con medallas y cintas blancas. Los niños no tienen sentido de muerte y todo les maravilla.
Hay muertes de pandereta y castañuelas, en las que predomina el andaluz, a veces imitado y en el que siempre oyes que el muerto, aparte de muchas virtudes, "era amigo de sus amigos". Esta es la frase de moda. Si lo analizas, es una expresión vacía y tonta. Una verdadera virtud sería que el muerto era tan bueno que era "amigo incluso de sus enemigos".
Hay otras muertes de las que sólo se enteran las familias reunidas junto a su ser querido que se acaba de ir. Predomina el silencio y los suspiros, no hay boato ni pompas, a veces ni fúnebres siquiera. En estas puedes ver lo que más conmueve a una mujer: llorar a un hombre. Ver llorar a cinco hombres entre los que el pequeño ha pasado la cuarentena te da una idea, sin preguntar, de la talla moral del muerto.
A mi muerto de hoy lo incluyo en el tercer grupo. Ha muerto un hombre bueno y sus hijos le lloran con esos lagrimones que salen del fondo del alma. Descanse en paz.
Y, después, dígase lo que se diga, qué solos se quedan los muertros,
No hay comentarios:
Publicar un comentario