Y
DEL TODO, DEL DIOS DE DIOSES, SABEMOS LO QUE ÉL MISMO NOS DICE:
Soy
la voz del Dios de todos los hombres y la regla de sus corazones.
Tengo muchos aspectos y me manifiesto de muchas maneras. A mis
creados entrego estas palabras que pueden ser llevadas a todos los
hombres…. Deseo su amor y lealtad y su adherencia a mis planes,
pero no deseo su servilismo…. No soy sólo su Dios, sino también
su compañero y cuento con su obediencia y disciplina, como conviene
a los que se preparan para las ásperas batallas….
Mi
deseo está en su amor y no en sacrificios de ofrendas de fuego, pero
no un amor pasivo, sino al servicio de mi causa. Cierto conocimiento
de lo bueno y lo malo, con la opción libre de decidir, es mayor para
mí que una adoración ritualista insustancial. No obtengo ningún
placer de la derrochada sangre de un toro o un cordero. No gano nada
con la grasa de las ovejas y la carne de las cabras. Soy el creador
de todo, así que ¿qué pueden los hombres darme que aumente mi
grandeza? Engañan a los hombres si creen que sus pecados se pueden
purgar por rituales inútiles. Solamente sus acciones pueden borrar
la mancha del pecado.
Yo
soy la inmortalidad latente en todas las cosas mortales. La luz que
llena todas las cosas de resplandor, la Energía que lleva a cabo a
las cosas a su forma. Soy el intocable puro, invulnerable al mal, la
Mente Suprema del pensamiento, la Luz de la eternidad. Soy Aquel al
que el alma del hombre se relaciona. Soy su energía, su vida, su
fuerza. Soy Aquel ante quién responde.
Soy
la serenidad de las aguas refrescantes y el calor reconfortante del
sol. Soy la inocencia en la risa de la juventud, y la gentileza en el
suspiro de una doncella. Soy la alegría en la vida de todas las
cosas vivas y el contenido en los corazones de las almas despiertas.
Soy la belleza en lo hermoso y la fragancia en lo fragante. Soy el
dulzor de la miel y el olor del perfume. Soy la energía en un brazo
fuerte y la inocencia en una sonrisa. Y, aunque estoy en todo esto,
nada de ello me contiene, yo les contengo. ¡ qué lamentables son
las palabras de los hombres para representar cosas sublimes! ¿Cómo
puedo manifestarme a las almas de los hombres dormidos, sumidos en
las nubes de falsas ilusiones?
Yo
soy el hilo de tuerca eterno sobre el que se encadena toda la
creación. Soy el pensamiento eficaz de Dios, soy el que crea
mediante la palabra. Soy el Señor de las formas.
Soy
la energía que da la forma y su compañero confortante, doy
sustancia a las esperanzas y deseos de los hombres, consuelo a quien
acude a mí, soy la inspiración que proviene de la fuente eterna.
Yo
despliego el pergamino del tiempo y registro sus cambios. Soy el
lector del pasado y presente, el escribano del cambio. Soy la
victoria en la derrota, la calidad de los que son buenos, el logro
que permanece cuando todo se ha ido.
Soy
los misterios secretos, el guarda celoso de las cosas ocultas, el
conocimiento del sabio. Soy el movimiento de todo lo que se mueve.
Sin mí no existiría movimiento. Mis trabajo está fuera del
conocimiento de los hombres, más allá de su vista. Mis obras
maestras nunca serán contempladas por los ojos mortales. Estoy
detrás de todos los sentidos, aunque no tengo sentidos.
Soy
la gloria del señor que brilla de día, el destello apacible que
irradia amor en la noche, el resplandor reconfortante del fuego del
hogar, todas estas cosas están en mí. Mi amor penetra la tierra y
hace brotar la semilla. Soy la respiración dentro de la respiración
de todas las cosas vivas. Soy la esencia diferenciadora de todas las
cosas
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