miércoles, 31 de agosto de 2016

LA RELIGION PROHIBIDA 11

20. REBELDIA Y OPOSICION

Los Gnósticos, una vez delimitadas las diferencias absolutas e irreconciliables entre el dios creador y el Dios Incognoscible, consideran al dios creador del mundo como algo totalmente inferior al Dios Verdadero y Desconocido. Es lógico entonces, que sostengan que todos los mandatos, todas las leyes del dios creador del universo y del hombre deben ser desobedecidas, porque esa no es la palabra del Dios Verdadero sino la del otro, la del impostor, inferior e inepto. 

Para los Gnósticos, todo lo que está en los libros sagrados de las religiones no es la palabra del Dios Verdadero e Incognoscible, sino la del dios creador o demiurgo. En esos libros están sus mandamientos, lo que él desea que los hombres cumplan, cómo deben relacionarse entre ellos y cómo deben adorarlo y servirlo a él. Los Gnósticos concluyen que si esas leyes son las del demiurgo, pueden y deben ser desobedecidas. Los Gnósticos se oponen a priori, por principio, a todo lo que provenga del demiurgo. Todo lo que el creador declare, todo lo que ordene, todo lo que exija debe ser desobedecido, porque ese no es el Dios Verdadero sino un impostor que se cree “el Único”.

Vista desde afuera y superficialmente por un hombre común, esta posición Gnóstica parece una rebeldía abominable. El hombre común imagina que un dios bueno ha creado al hombre, ama al hombre, desea ayudarlo, ha puesto muchas esperanzas en él y necesita del hombre para perfeccionar y completar su obra. El hombre común vería con horror esta oposición Gnóstica contra “el padre bueno que lo ha traído al mundo”. El hombre, la mejor de las criaturas que dios ha creado, se estaría rebelando contra él, oponiéndose a él, renegando de él. ¡Que cosa horrible! Pero lo que el hombre común no sabe, es todo lo que hemos dicho hasta ahora sobre ese “padre bueno”, y sus obras y proyectos.Para la Gnosis, la rebelión contra el demiurgo no sólo libera al hombre de su esclavitud y servidumbre, también debilita y quita poder a aquél. Con su oposición permanente, el Gnóstico paulatinamente va adquiriendo un poder igual y luego superior al del dios creador. Si el hombre fuera sólo un cuerpo y un alma, si estas dos entidades creadas por el demiurgo fueran todo lo que constituye a un hombre, por supuesto que nunca habría rebelión alguna. Nada creado se rebela contra su creado

Lo que ocurre es que hay algo en el hombre que no ha sido creado por el dios creador: el Espíritu Eterno. El Espíritu ha sido traído de afuera, no pertenece a este mundo. Ha sido agregado al engendro cuerpo-alma, para hacerlo funcionar y evolucionar. Pero ha sido puesto allí contra su voluntad, se encuentra encarcelado en la materia. Es el Espíritu lo que se rebela. No se rebela contra su creador, se rebela contra su aprisionador. Escuchen bien: esta rebelión proviene del Espíritu. Es lo increado en el hombre lo que aborrece y se opone al satanás creador y a su obra.

Un hombre Gnóstico, un hombre que se haya transformado en su propio Espíritu, un hombre en quien su Espíritu se haya liberado y que apoderándose de su cuerpo y alma los utilice como instrumentos, ese hombre será un gran rebelde, un gran opositor. Sus acciones serán imponentes y demoledoras, como lo es todo Espíritu liberado. Y como en el caso de Caín, el demiurgo no tendrá poder sobre él. Un hombre semidormido, por el contrario, será un rebelde a medias. Buscará a ciegas una salida. Se opondrá casi inconscientemente al mundo creado que envuelve y asfixia a su Espíritu. Su accionar semiconsciente no permitirá una rebeldía u oposición capaces de poner en peligro al demiurgo y su obra.

Dijimos que en el proceso de liberación del Espíritu, el hombre va adquiriendo un poder igual y luego superior al del dios creador. Dijimos también que una rebeldía y oposición, fuertes y sostenidas, debilitan y quitan poder al demiurgo. Esto nos lleva a las cuatro posturas posibles sobre la idea que un hombre puede tener del dios creador. La primera de ellas: el demiurgo existe. El dios creador del cielo y de la tierra, existe. La segunda posición es: el demiurgo no existe. Es el ateísmo. El dios creador no existe. Todo lo que existe es producto de la evolución ciega de la materia. Estas dos primeras posiciones, dios existe-dios no existe, son las tradicionales en la historia de la humanidad.

Siempre se pensó que no podía haber una tercera postura, pero vino Nietzsche y declaró “dios ha muerto”. Esta es la tercera idea que sobre el dios creador puede tener un hombre: dios existió, pero ahora está muerto. Esta idea parece ser algo intermedio entre existe-no existe. La cuarta posición es mi posición Gnóstica: el dios creador existe, pero debe ser eliminado por el hombre. Esta última posición parece ser la que más horror ha causado, a juzgar por la forma en que se la ha perseguido y ocultado. Los Gnósticos sostienen que el creador debe ser acorralado y debilitado, de forma tal que no pueda volver a crear nunca más nada y termine por desaparecer. La dualidad de mundos debe ser eliminada por el hombre. Habrá entonces un solo reino: el del Dios Incognoscible.

Los Gnósticos sostienen que los ataques deben ser dirigidos contra el dios creador, para romper el eterno retorno de manvantaras y pralayas, de ensayos y errores experimentales en ese Gran Plagio que jamás alcanzará la perfección.

Si una reacción atómica en cadena destruyera todo lo creado, el demiurgo nuevamente volvería a crearlo todo otra vez. Por esta razón la Gnosis afirma que es el dios creador quien debe ser vencido y eliminado. En un interesante film titulado “Warlock”, un brujo, que es “el malo de la película”, intenta encontrar las palabras exactas con las que el demiurgo ha creado el mundo.

Pronunciando al revés esa fórmula toda la creación desaparecería. No se trata de algo malo sino de una posible pérdida de tiempo: si así sucediera el demiurgo volvería a crearla nuevamente.

Otro tema importante es el del suicidio. El suicidio pareciera ser una rebelión contra el creador, pero no lo es. Quienes piensen que a través del suicidio lograrán escapar de las garras del demiurgo, están equivocados. Cuando un hombre comienza a despertar y empieza a ver las cosas tal como son, teme haberse vuelto loco. Se da cuenta que todo lo que le han enseñado han sido mentiras, que está rodeado de locos y sonámbulos, y que está inmerso en un gigantesco campo de concentración habitado por insanos. Si este hombre no encuentra rápidamente a otros hombres despiertos como él, es probable que piense en suicidarse, tratando de huir de esa prisión. Por eso la mayoría de los hombres prefiere continuar durmiendo. La mayoría no quiere conocer la verdad: que habitan un gigantesco manicomio ideado y controlado por el Loco Supremo.

Solo una minoría de hombres muy valientes buscará ese Conocimiento Especial capaz de despertarlos. Vimos que el intento de destrucción de la obra del demiurgo es algo inútil, pues éste volvería a crearla nuevamente. Así también, el suicidio es un error, una rebelión inútil, y en este caso todo lo contrario a una liberación. Cuando un hombre común y corriente se suicida, su alma es separada del cuerpo, llevándose consigo al Espíritu que está atado a ella y entregada al demiurgo. A continuación vienen el juzgamiento, el castigo y el karma. Esto es lo que sucede cada vez que un hombre muere, y en el caso del suicida no es una excepción. En el caso del suicidio, el
castigo infligido por el demiurgo será mayor: un prisionero ha intentado escapar y ha sido atrapado nuevamente. Doble castigo. El suicida no ha escapado de nada, no se ha liberado de nada. Allí está, nuevamente en las manos del demiurgo. Para el hombre común, el suicidio no es una salida ni una liberación. Al contrario, es un empeoramiento de su situación.

Pero en el caso de un hombre que se ha realizado en su Espíritu todo es diferente, pues él ya no es un hombre común y corriente. Él es un evadido de la cárcel del demiurgo. A él ya no pueden alcanzarlo el demiurgo y sus castigos. Las leyes del karma ya no existen para él. Él se ha transformado voluntariamente en algo increado dentro del mundo creado y puede hacer lo que quiera, incluso suicidarse. Su cuerpo y su alma impuros, han sido divinizados por el Espíritu y ya no pertenecen al demiurgo. Su cuerpo, alma y Espíritu se han convertido en una sola cosa: indestructible, inmortal y eterna. Para esta clase de hombre, el suicidio es simplemente una manera de trasladarse de un punto a otro del universo, o de una dimensión a otra.

Este tipo de hombre es el que está descrito en el mito cristiano. Se dice que cuando fueron a buscar el cuerpo de Cristo no lo encontraron, la tumba estaba vacía. Claro, ¡Si el Espíritu se había llevado al cuerpo y al alma con él! Después de la “muerte”, el cuerpo y el alma Espiritualizados,
transformados en una unidad indisoluble con el Espíritu, se marchan con él. Veamos el ejemplo de un suicida famoso, ahora que hablamos del cristianismo. Ese suicida es Judas, el hombre que traicionó a Jesucristo. Un hombre común, desinformado y confundido, diría que Judas es un monstruo, que por su culpa Jesucristo fue crucificado. Judas es el malo de esta historia ¿Quién podría quererlo a Judas? Sin embargo, para los Gnósticos Judas es un héroe, un benefactor de la humanidad, que con su traición ayudó a que se cumpla la misión de Jesucristo. Incluso existió un “Evangelio de Judas”, que narraba todos estos sucesos desde el punto de vista de él. Ya pueden imaginar lo que ocurrió con ese evangelio.

Según los Gnósticos, Judas vino a ayudar a Cristo en su misión. La traición de Judas es lo que condujo directamente a Jesucristo a su crucifixión. La muerte del Mesías redimió al mundo. La muerte redentora del Salvador, sin Judas no hubiera sucedido. Sin Judas, el cristianismo no hubiera triunfado como religión. Que distinta hubiera sido la historia humana si no hubiera existido Judas, “el mejor de los discípulos del Señor”. Qué podía importarle a Judas el hecho de que generaciones posteriores dijeran de él que era un monstruo. ¡Si ése es el destino de los héroes, de los grandes hombres, aquí, en el infierno del demiurgo! Sin duda Judas sabía que posteriormente se hablaría mal de él, que se lo desprestigiaría sin piedad, que sería odiado y despreciado por todos. Pero, ¿Qué podía importarle eso a quien vino a cumplir una misión imprescindible, nada menos que junto a uno de los salvadores del mundo? Por eso Cristo dijo a Judas: “Judas, lo que tienes que hacer hazlo ahora”. Su “traición” fue fundamental para el futuro del cristianismo.
¿Qué podría hacer Judas después de cumplir con éxito su misión? Debía abandonar el mundo del demiurgo, pues ya no tenía nada que hacer aquí. Cumplida su misión, debía retornar a su hogar en el mundo incognoscible. Judas se suicidó. Cuentan las tradiciones que Judas se dirigió a un árbol y se ahorcó. Una vez cumplida su misión, un Guerrero del Espíritu puede recurrir al suicidio como una forma de salir rápidamente del infierno del demiurgo. Puede hacerlo porque él no pertenece a este mundo y, como dijimos, ni el creador ni sus leyes tienen poder sobre él.

Pero una cosa es el suicidio en un guerrero, en un superhombre del Espíritu, y otra cosa es el suicidio en un hombre dormido. Por eso no es lo mismo el suicidio de Judas que el suicidio de un hombre común y corriente, que se desespera por cualquier tontería del mundo de la materia y un buen día se mata. Afirman los Gnósticos que el árbol en el que Judas se colgó, no era otro que el árbol del Edén.

21. LA INICIACION GNOSTICA 

La iniciación es una ceremonia, generalmente un acto grupal, en el cual se le transmiten a un aspirante conocimientos secretos que producirán grandes cambios en él. Una vez iniciado, el aspirante nunca volverá a ser el mismo. Cuando una iniciación es verdadera, es un punto de inflexión en la vida del aspirante. Hay un antes y un después de la iniciación, porque ha ocurrido algo en esa ceremonia que ha cambiado espectacularmente su vida, algo que no podrá olvidar nunca más. He conocido personas que han recibido iniciaciones en distintos lugares, pero en ninguna de ellas notaron nada especial. Indudablemente, no se trató de iniciaciones verdaderas. Pero cuando alguien recibe una verdadera iniciación, su experiencia es realmente impresionante y jamás la olvidará. Algunos comparan estaexperiencia con la de haber sido alcanzados por una especie de rayo, en medio de la ceremonia. Esa “especie de rayo” es lo que produce el cambio terrible que marcará para siempre la vida del aspirante. Ya nunca más volverá a ser el de antes. Por el resto de su vida quedará encausado hacia una meta, el objetivo particular de la iniciación recibida.
Todo hombre, tarde o temprano deberá optar por uno de los dos únicos caminos, opuestos e irreconciliables, que existen para él: la realización de su alma o la realización de su Espíritu. No hay una tercera posibilidad. El camino de la mano derecha, hacia el demiurgo, a través del perfeccionamiento del alma, o el Camino de la Mano Izquierda, hacia el Incognoscible, a través de la liberación del Espíritu. El alma o el Espíritu son lo que constituye la meta u objetivo particular de una iniciación, y por ello sólo existen iniciaciones del alma e iniciaciones del Espíritu. Ambas tienen por finalidad facilitar el acceso del aspirante hacia el destino escogido por él.

Es importante conocer las características principales de ambos tipos de iniciaciones, a fin de poder discriminar sin errores entre unas y otras. Por desconocer estos detalles, muchos incautos caen en las trampas que los conducirán directamente a las fauces del demiurgo. Es fácil equivocarse, pues a la falta de libros e información deben sumarse los enmascaramientos y falsificaciones. Veamos qué cosas es necesario tener en cuenta, para rechazar con eficacia la fruta envenenada que nos ofrecen los sirvientes del demiurgo.

En primer lugar, el objetivo de las iniciaciones del alma es la fusión final con el demiurgo. Esto debe ser tomado muy en cuenta. Si alguien nos habla de la “unión con Dios”, de “perderse en Dios”, de la “fusión de la conciencia individual con la Conciencia Una”, del samadhi (disolución
en el demiurgo), etc., sabremos que estamos frente a una religión, secta o movimiento esotérico encolumnado tras el demiurgo. Por supuesto que las iniciaciones que puedan otorgar allí, serán las iniciaciones del alma y no las del Espíritu. Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu jamás se habla de fusión con ningún dios. Al final del camino, cuando se produce el enfrentamiento total con el demiurgo, el iniciado deberá resistirlo y rechazarlo, excluirlo y excluirse para siempre. En estos casos no se hablará del samadhi sino del kaivalya: separación absoluta. Pero un kaivalya especial, no sólo una separación total con respecto a todo lo creado por el demiurgo. No. El verdadero kaivalya comprende inevitablemente la separación total y absoluta con el demiurgo mismo.

En segundo lugar, en las iniciaciones que conducen al demiurgo se procura en el aspirante un debilitamiento del yo y su posterior renuncia a él. Todo movimiento religioso que trabaje a favor del demiurgo le dará una gran importancia a la necesidad de anular el yo en los aspirantes. Para que la fusión con el demiurgo tenga éxito, es fundamental que el aspirante renuncie a su yo. Una vez que el yo se haya desintegrado, la cáscara vacía en que el iniciado se ha convertido será llenada presurosamente por el demiurgo. Ese hombre se ha entregado al demiurgo como animal de sacrificio, ha alcanzado la nada y la nada ha sido llenada por el demiurgo. Se ha cumplido la meta del demiurgo, ese hombre ha recorrido un largo camino para terminar disolviéndose en aquel que lo creó. A la inversa, en las iniciaciones del Espíritu se procura siempre un agrandamiento del yo y una acumulación de poder. Agrandar el yo es acercar el Espíritu. Si no existe el yo, el Espíritu no puede manifestarse. Renunciar al yo es renunciar al Espíritu.

En tercer lugar, en las iniciaciones del alma se habla de evolución, de futuro y de progreso. “El alma debe evolucionar hasta fundirse con Dios”. “Toda la creación evoluciona hacia Dios”. “La sociedad humana continuará evolucionando hasta llegar a ser una comunión universal de almas”. “Cada día que pasa el mundo está mejor”. Al contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla de retorno y de pasado. El mundo marcha hacia su empeoramiento y su destrucción. Nada bueno nos espera en el futuro. Es imprescindible la restauración de Algo que existió en el pasado. Para reparar la Gran Injusticia cometida por el demiurgo y sus secuaces, es preciso retornar hacia ese pasado para desactivar todo, para liberar lo que haya que liberar y para destruir lo que haya que destruir.

En cuarto lugar, en las iniciaciones del alma se hablará de compasión, devoción, amor, generosidad y servicio. Compasión por todos los seres creados por el demiurgo. Amor al demiurgo y a los demás hombres. “Amor a todo lo que el Aliento de Vida Divina ha traído a la existencia” (este “Aliento de Vida Divina” no es otro que el aliento del demiurgo). Servir a los demás, a los “maestros” de la logia blanca y al demiurgo, “para que se cumpla el Plan de la Tierra”. También hacen hincapié en la culpa y en el arrepentimiento. Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla del aspirante como de un guerrero que ha declarado la guerra total a las fuerzas de la materia. No se habla de paz sino de espada, se habla de lucha por la libertad y de asaltar el cielo. No se habla de amor ni de devoción, ni de culpa ni de arrepentimiento, sino de deber, de honor y de venganza. Hay que tener en cuenta que a medida que el aspirante se va Espiritualizando, aumentan en él la agresividad y la repulsión contra todo lo que es anti-Espiritual e impuro, material y creado. Es esta la hostilidad natural del Espíritu hacia el demiurgo y su obra. Si el Espíritu sintiera amor hacia el demiurgo y su creación, no sería un Espíritu, sería un alma. El alma es amor puro (al demiurgo y su obra). El Espíritu es odio puro (al demiurgo y su obra).

Estos detalles que hemos enunciado, nos permitirán identificar mejor de qué bando están las personas o grupos religiosos que pretenden ayudar a otros. Al escucharlos o al leer sus libros, rápidamente sabremos si están con Dios o con el diablo. En esta era de tinieblas, en que sólo se habla de la “realización del alma”, de “los poderes del alma”, del “perfeccionamiento del alma”, es bueno recordar que, aunque perseguida y negada, existe también la liberación y realización del Espíritu.

Una vez definidos los dos tipos posibles de iniciación, veremos a continuación otras características. En las iniciaciones Gnósticas, la persona recibe un cierto conocimiento secreto. Este no es un conocimiento cualquiera sino un conocimiento que produce cambios notables en el aspirante. Se trata de un conocimiento especial que tiene el poder de transformar a quien lo escucha. Los Gnósticos dan una importancia capital a este tipo de conocimiento (ya vimos que Gnosis significa eso: conocimiento). Por ello, para todo Gnóstico la salvación no se alcanza por la fe, sino por el conocimiento. Este conocimiento secreto, transmitido durante la iniciación, no es el final del camino sino el principio. Este conocimiento tiene el poder de despertar y encausar al aspirante hacia su meta final: la liberación del Espíritu. Una vez recibido y estudiado, este conocimiento va transformando al iniciado paulatinamente, por etapas. Para alcanzar el cambio radical al que aspira, la transmutación final por el Espíritu, el iniciado deberá luchar permanentemente y sin descanso. El recuerdo y el impacto de la iniciación le darán fuerzas para no retroceder jamás ni olvidar su meta. En una antigua obra Gnóstica recientemente recuperada,
a la que han titulado “El pensamiento trimorfo”, se dice que la iniciación “es una experiencia de conocimiento que aporta la realidad espiritual” (la realidad del Espíritu). Dice también que es “un proceso de ascensión que es derrota del cosmos y consolidación de lo verdadero” (el cosmos es la obra del demiurgo y lo verdadero es el Espíritu). Habla del conocimiento que libera y purifica. Habla de “los hombres que persiguen el mundo del Espíritu”, y de “los hombres que caminan en la materia”. Habla de las iniciaciones por etapas que paulatinamente van purificando y allanando el camino de ascensión hacia el Espíritu. En esta obra, el demiurgo es llamado “el gran demonio”. Generalmente, las iniciaciones son tres. Después de las transformaciones que produce la primera iniciación, y cuando se lo considera preparado, el iniciado recibirá la segunda iniciación, la cual producirá en él otro tipo de cambios. Y así sucederá con la tercera iniciación, con la cual el camino hacia su transmutación final quedará allanado completamente.
Otra característica de las iniciaciones es que pueden ser individuales o colectivas. Hasta ahora hemos hablado de iniciaciones individuales, cuando un hombre decide transponer el umbral y ser iniciado. En el segundo caso es ya un pueblo o una comunidad entera, cuyos miembros persiguen esta transformación como en un solo bloque. Estos casos son más bien raros, pero ha habido varios en la historia.
También puede darse el caso de una auto-iniciación, cuando el aspirante se siente preparado y decide iniciarse a sí mismo. También está el caso de iniciaciones recibidas durante el sueño. Más adelante veremos con mayor detalle estos dos últimos casos. ¿Cuáles serían las características de las iniciaciones Gnósticas en la antigüedad? Todos los libros Gnósticos que las describían han sido destruidos. Busquemos entre los enemigos de los Gnósticos, quienes sí pudieron leer esas obras. Ireneo de Lyon fue uno de ellos. Escribió una obra en cinco tomos titulada “Adversus Haereses” (“Contra las herejías”). Sólo se ha traducido el tomo I, el cual es más o menos fácil de conseguir y en el que Ireneo se burla de las ideas Gnósticas. El resto de los tomos están en griego y latín, ocultos en alguna biblioteca de difícil acceso. Es comprensible, pues el tomo II está referido a las ideas del gran Gnóstico Marción, y se ha tratado de que nadie conozca sus ideas, de que nadie lea su inmortal obra “Antithesis”, por ejemplo. Se ha procurado que ningún hombre pueda ser esclarecido por él, despertado por él, no sea que alguna de las religiones del demiurgo se venga abajo. Pero el tomo III, el más ocultado, es el que describe las ceremonias Gnósticas de iniciación. Si estos libros, contrarios a la Gnosis, escritos nada menos que por San Ireneo, llenos de calumnias e ironías contra ella, son tan celosamente ocultados… ¡Que podría esperarse de un libro auténticamente Gnóstico!

La gran erudita del Gnosticismo, Elaine Pagels, tuvo acceso al tomo III de Ireneo de Lyon, y en su libro “Los evangelios gnósticos” nos describe algunos detalles de la iniciación Gnóstica. Nos dice Pagels que el aspirante ha tomado conciencia de que antes adoraba y servía al demiurgo, a quien hasta ese momento había confundido con el verdadero Dios. Durante la ceremonia de iniciación, el aspirante se dirige al demiurgo declarando su independencia con respecto a él y a su creación, comunicándole que ya no pertenece a su esfera de autoridad y que ha trascendido todo eso. El iniciado reconoce al Dios Incognoscible, rechaza la autoridad del dios creador y sus mandamientos, y declara que ha sido liberado para siempre del poder del demiurgo. A partir de allí su relación con el demiurgo será completamente distinta. A través de la iniciación, el iniciado ha cambiado radicalmente su relación con el dios creador. Se ha separado del demiurgo y de toda la creación. Se ha separado de su cuerpo y de su alma. Ha quedado fuera de las leyes que rigen el mundo de la materia y del tiempo. Ha quedado fuera de todo, menos de su Espíritu.
Con esto volvemos al tema de la auto-iniciación. Hay hombres que han despertado un poco y buscan desesperadamente el camino hacia la liberación de sus Espíritus. Esos hombres pueden auto-iniciarse, producir por sí mismos el cambio trascendente que los lleve hacia el Espíritu.

A continuación voy a relatarles la fórmula de autoiniciación que elaboré y apliqué sobre mí mismo. Por la noche, estando acostado y listo para dormir, cualquiera que lo desee puede repetirla mentalmente hasta quedarse dormido. Dice así: “Quiero separarme del dios creador y de su creación, quiero separarme de la materia y del tiempo, quiero separarme de mi cuerpo y de mi alma, quiero unirme a mi Espíritu, quiero que se libere mi Espíritu, quiero ser mi Espíritu, yo soy mi Espíritu”.
Esta fórmula de auto-iniciación produce resultados increíblemente impresionantes, por lo que debe ser aplicada con cuidado. Al menos en los comienzos, es conveniente no aplicarla todas las noches.
Este tipo de auto-iniciación nocturna nos lleva a los casos en que las iniciaciones son recibidas durante el sueño. En estos casos el aspirante se halla fuera de su cuerpo físico y la ceremonia es llevada a cabo en otras dimensiones del universo creado. Hay iniciados que han recibido una, dos y hasta tres iniciaciones durante el sueño. Otros han recibido la primera en el plano físico y las restantes fuera de él. Cada caso es particular, no hay dos iguales. Durante las ceremonias de iniciación efectuadas durante el sueño, el aspirante, aunque alejado de su cuerpo físico, está plenamente consciente de todo lo que ocurre. No sólo las iniciaciones del Espíritu, también las del
alma pueden ser recibidas en otras dimensiones. En mi caso, busqué por todo el mundo y por muchos años a quien pudiera darme la verdadera iniciación Gnóstica. Al final, supe que ¡Ese iniciado había vivido todos esos años a menos de cien metros de mi casa! Yo buscaba por lejanos países aquello que estaba al alcance de mi mano. Cuando fui a golpear su puerta me comunicaron que hacía poco tiempo se había marchado de este mundo. Fue tan grande mi decepción que pensé que la única manera de acceder a la iniciación Gnóstica auténtica sería autoiniciarme durante el sueño, en otras dimensiones del mundo creado.

A continuación voy a relatar algunas experiencias que me sucedieron. Una noche, en que había estado leyendo el libro “El rostroverde”, de Gustav Meyrink, antes de dormirme repetí mentalmente varias veces “quiero la liberación de mi Espíritu”, durmiéndome a continuación. Habría transcurrido media hora, cuando me despertó una potente luz. Yo permanecía con los ojos cerrados pero veía una gran luz, todo era luz para mí. Abrí lentamente los ojos y pude comprobar que esa intensa luz llenaba toda la habitación. Pensé que alguien había entrado en mi casa y había encendido las luces. Pero no, las luces estaban apagadas, esta era una luz diferente, una extraña luz que nunca había visto antes. Sin moverme, recorrí con la mirada toda la habitación y descubrí que se originaba en un rincón de la misma. Fluía desde allí un chorro de luz que ya había llenado la habitación, a borbotones, como una niebla luminosa que lo inundaba todo. Ante estos fenómenos debemos tratar de no asustarnos, recordando que el miedo no existe para el Espíritu. El Espíritu no teme a nada porque es indestructible, inmortal y eterno. Otra noche, después de leer unas páginas del libro “La teoría de la vida eterna”, de Rodney Collin, resolví repetir mentalmente, hasta dormirme, las palabras “quiero recibir la iniciación del Espíritu”. Unos cuarenta minutos después me despertó nuevamente la misma luz de la vez anterior, pero ahora había además dos personas en la habitación. Yo continuaba con los ojos cerrados, pero “sentía” que había dos hombres allí, junto a mi cama. Pensé, “¿Cómo pudieron entrar, si las puertas y ventanas están cerradas y solo yo tengo las llaves de esta casa?”. Yo temía abrir los ojos, temía mirarlos y que se percaten de que yo había despertado. Oí una voz extraña y fuerte: “Nos llamaste y hemos venido ¡Y ahora tienes miedo!”. Yo continué sin abrir los ojos y nada respondí. Hubiera deseado escapar de allí, pero temía ser atacado por ellos si lo intentaba. Después escuché “no estabas preparado del todo”, y luego “no hay otra manera”. Inmediatamente clavaron en mi cabeza una especie de aguja, sin darme tiempo a reaccionar ni defenderme.

Sentí que estaban inyectando una especie de líquido en mi cráneo, con lo que me pareció era un tipo de jeringa de metal, o algo así. A continuación me dormí. Desde ese día en adelante, percibí en mí una especie de alejamiento con respecto al mundo y supe desde entonces con exactitud y claridad cuál era la meta a la que debía dedicar todos mis esfuerzos por el resto de mi vida. También noté que mis dudas y fluctuaciones, con respecto a cuál era el camino más directo hacia el Espíritu, habían desaparecido.

El miedo en un hombre es señal de que está aún compenetrado con el mundo creado y con sus leyes. Señal de que aún ama lo material, su cuerpo y su alma, y no quiere perderlos. Por esa razón su separación con respecto a todo lo creado debe ser paulatina. A medida que avanza en su Espiritualización el miedo va disminuyendo, a la vez que, como ya dijimos, va aumentando su hostilidad hacia todo lo impuro y efímero. Estas son las pruebas de que un hombre se está acercando a su Espíritu.

Años después, viví una experiencia similar después de las repeticiones mentales previas al sueño. Apareció la misma luz y los mismos hombres. Esta vez la misma voz dijo: “Ya no hay miedo”. Y a continuación apoyaron en mi cabeza un extraño instrumento que emitía una especie de rayo láser, con el cual grabaron en mi cráneo un extrañosigno de forma romboidal. Después de esta segunda experiencia, menos invasiva que la primera, advertí que estaba avanzando hacia mi Espíritu sin mirar atrás ni a los costados. El camino había sido allanado completamente, se había transformado en una vía directa a la que sólo restaba transitar. La tercera experiencia iniciática tiene por finalidad facilitar y favorecer la transmutación final, la Salvación Verdadera.











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