martes, 22 de noviembre de 2016

EVANGELIO APÓCRIFO DE BERNABÉ (V)

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Entonces dijo Jesús: "La penitencia es regresarse de la vida malvada, puesto que debe darse vuelta a cada sentido al contrario el que tenía mientras pecaba. Pues en vez de placer debe haber lamento; en vez de risa, llanto; en vez de banquetes, ayunos; en vez de dormir, vigilias; en vez de descanso, actividad; en vez de lujuria, castidad; que el relato de historias divertidas sea cambiado en oración, y a la avaricia en caridad".



Entonces contestó el que escribe: "Pero si les preguntan cómo debemos lamentar, cómo debemos llorar, cómo debemos ayunar, cómo debemos mostrar actividad, cómo debemos permanecer castos, cómo debemos hacer oración y dar limosnas: ¿qué respuesta darán ellos ?. ¿Y cómo harán penitencia correctamente si ellos no saben como arrepentirse ?". Jesús respondió: "Bien has preguntado, oh Bernabé , y deseo contestar completamente a todo si Dios quiere. Así hoy te hablaré acerca de la penitencia en general, y lo que digo a uno lo digo para todos.



Sabed entonces que la penitencia más que cualquier cosa debe ser hecha por puro amor a Dios; de lo contrario será vano arrepentirse. Así que os hablaré por medio de una parábola. Todo edificio, si se quitan sus cimientos, cae arruinado; ¿es esto cierto ?". "Es cierto, contestaron los discípulos.



Entonces dijo Jesús: "El cimiento de nuestra salvación es Dios, sin El Cual no hay salvación. Cuando el hombre ha pecado, él ha perdido el cimiento de su salvación; así que es necesario que empiece desde los cimientos. Decídme, si vuestros esclavos os han ofendido, y vosotros sabéis que ellos no se apenan por haberos ofendido, sino que se apenan por haber perdido su recompensa, ¿los perdonáis? Ciertamente no. Os digo que así hará Dios a quienes se arrepienten por haber perdido el Paraíso. Satanás el enemigo de todo bien, tiene gran remordimiento por haber perdido el Paraíso y ganado el infierno, pero sin embargo él nunca encontrará misericordia, ¿y sabéis por qué? Porqué él no tiene amor a Dios. ¡No! él odia a su Creador.



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Verdaderamente os digo, que todo animal por su propia naturaleza, si pierde lo que desea, lamenta el bien perdido. entonces, el pecador que sea verdaderamente penitente debe tener gran deseo de castigarse por lo que ha obrado en oposición a su creador: en tal manera que cuando el rece no se atreva siquiera a anhelar el paraíso de Dios, ni que El lo libere del infierno, sino que en confusión de mente, se postre ante Dios y diga en su oración: "Mira al culpable, oh Señor, que te ha ofendido sin ninguna causa al mismo tiempo cuando debería haber estado sirviéndote. Por lo tanto aquí el busca que lo que él ha hecho sea castigado por tu mano, y no por la mano de Satanás, Tu enemigo: para que el impío no se regocije de Tus creaturas. Castiga, corrige como Te plazca, oh Señor, ya que Tú nunca me darás tanto tormento como el que este malvado merece". Entonces el pecador, asiéndose a esta manera (de pertinencia), encontrará mayor misericordia de Dios en proporción a su anhelo de Justicia. Ciertamente, un sacrilegio abominable es la risa del pecador; tanto que este mundo fue justamente llamado "Valle de Lágrimas" por nuestro padre David.



Hubo un rey que adoptó como hijo uno de sus esclavos, al cual él hizo dueño de todo lo que poseía. Ahora, sucedió que por engaño de un hombre malvado el miserable cayó de la gracia del rey, así que él sufrió grandes miserias, no solo en lo que poseía, sino que fue despreciado, y era privado de todo lo que ganaba cada día trabajando. ¿Pensáis un hombre así reiría alguna vez?. No, seguramente, contestaron los discípulos, ya que si el rey lo hubiese sabido habría provocado que lo matara, viéndolo reírse de la indignación del rey, sino que es probable que él llorase día y noche.



Entonces Jesús lloró diciendo: Ay del Mundo!, pues está seguro de un tormento eterno. Oh humanidad miserable!, ya que Dios te ha escogido como a un hijo, concediéndote el paraíso, opero tú, oh desgraciada, por operación de Satanás caíste de la gracia de Dios, y fuiste arrojada fuera del Paraíso y condenada al mundo sucio, donde consigues todas las cosas con esfuerzo, y toda buena obra te es quitada por el continuo pecar. Y el mundo tontamente ríe, y , lo que es peor, el que es mayor pecador se ríe más que el resto. Será, por lo tanto, como habéis dicho: que Dios dará la sentencia de muerte eterna para el pecador que se ríe de sus pecados y no llora por ellos.



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El llanto del pecador debe ser como el de un padre que llora por su hijo que está a punto de morir. Oh locura del hombre, que llora encima del cuerpo del cual ha partido el alma, pero no llora por el alma de la que , por el pecado, ha partido la misericordia de Dios! Decidme, si el marinero, cuando su barco ha sido hundido por una tormenta, pudiese, con llorar, recuperar todo lo que él perdió, ¿qué haría? Es cierto que él lloraría amargamente. Pero yo os digo en verdad, que en cada cosa por la que un hombre llora él peca, excepto solamente cuando él llora por su pecado. Puesto que cada miseria que llega al hombre viene a él de parte de Dios para su salvación, así que él debería alegrarse por ellas. Pero el pecado viene del Demonio para la condenación del hombre, pero de eso no se entristece el hombre. Ciertamente aquí os podéis dar cuenta de que el hombre busca la pérdida y no la ganancia.



Dijo Bartolomé: "Señor, ¿que hará el que no pueda llorar ya que su corazón es extraño al llanto?. Jesús contestó: No todos los que derraman lágrimas lloran, oh Bartolomé. Como que Dios vive, se hallan hombres de cuyos ojos no ha caído ni una lágrima, pero ellos han llorado más que mil de los que derraman lágrimas. El llanto de un pecador es un consumirse de aflicción terrenal por la vehemencia de la pena. Tanto que justo como la luz del sol conserva contra la putrefacción a lo que es expuesto a ella, así este consumirse conserva el alma contra el pecado. Si Dios concediese al verdadero penitente tantas lágrimas como agua tiene el mar, él desearía muchas más: y así ese deseo consume esa pequeña gota que él quisiese derramar, como un horno ardiente consume una gota de agua. Pero aquellos que rompen a llorar inmediatamente son como el caballo que corre más rápido entre más ligera sea su carga.



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Verdaderamente hay hombres que tienen tanto el sentimiento interno como las lágrimas externas. Pero quien sea así, será un Jeremías. Al llorar, Dios mide más el sufrimiento que las lágrimas. Entonces dijo Juan: "Oh maestro, ¿cómo pierde el hombre todas las otras cosas por las que llora, aparte del pecado, al llorar por ellas?".



Jesús contestó: "Si Herodes te diera un manto para que se lo guardases, y después te lo pidiese, ¿tendrías razón para llorar?". No, dijo Juan. Entonces, dijo Jesús: "¿tiene el hombre menos razón para llorar cuando pierde algo, o no tiene lo que él quisiera; pues todo viene de la Mano de Dios? ¿Acaso no tienes como tuyo propio al pecado; y por eso deberías llorar, y no por otra cosa".



Dijo Mateo: "Oh maestro, tú has confesado ante toda Judea que Dios no tiene similitud humana, y ahora tú has dicho que el hombre recibe de la Mano de Dios; entonces, si Dios tiene manos El tiene una similitud con el hombre.



Jesús respondió: "Estas en un error, oh Mateo, y muchos han errado así, al no saber el sentido de las palabras. Puesto que el hombre no debería considerar la (forma) exterior de las palabras, sino el sentido, viendo que el lenguaje humano es como si fuera un intérprete entre nosotros y Dios. Ahora, ¿no sabéis que cuando Dios quiso hablar a nuestros padres sobre el Monte Sinai, y nuestros padres gritaron: "Háblanos oh Moisés, y no dejes que Dios nos hable, o moriremos"? ¿Y que Dios a través de Isaias el profeta, sino que, tan lejos como está el cielo de la tierra, así están los caminos de Dios distantes de los caminos de los hombres, y los pensamientos de Dios de los pensamientos de los hombres?



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Dios es tan inconmesurable que tiemblo al describirlo. pero es necesario que os haga una proposición. Os digo, entonces, que los cielos son nueve y que ellos están distantes uno del otro desde la Tierra. Por lo tanto la Tierra está distante del cielo más alto un viaje de 4500 años. Yo os digo entonces, que (la Tierra) es en proporción al primer cielo como la punta de una aguja, y el primer cielo en manera similar es en proporción al segundo como un punto, y similarmente todos los cielos son inferiores cada uno al siguiente. Pero todo el tamaño de la Tierra con el de todos los cielos es en proporción al Paraíso como un punto, no!, como un grano de arena. ¿Es esta la grandeza inconmesurable?.



Los discípulos respondieron: "Si, seguro". Entonces dijo Jesús: Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, el Universo ante Dios es pequeño como un grano de arena, y Dios es tantas veces mayor (que él) como granos de arena tomaría llenar todos los cielos y el Paraíso, y más, ahora, considerad vosotros si Dios tiene cualquier proporción con el hombre, el cual es un pequeño trozo de barro que se para sobre la Tierra. Cuidáos entonces, de tomar el sentido y no las palabras llanas, si es que deseáis tener vida eterna. Los Discípulos contestaron: "Dios solo puede conocerse a sí mismo, y verdaderamente es como dijo Isaias el profeta: "El está oculto a los sentidos humanos".



Jesús respondió: "Así es cierto, cuando estemos en el Paraíso conoceremos a Dios, como aquí uno conoce al mar por una gota de agua salada. Volviendo a mi discurso, os digo que solamente por el pecado debería llorar uno, ya que al pecar el hombre traiciona a su Creador. ¿Pero cómo va a llorar el que asiste a banquetes y fiestas? El llorará tanto como el hielo da fuego! Es necesario que convirtáis los banquetes en ayunos si deseáis tener el dominio de vuestros sentidos, ya que aún así tienen dominio nuestro Dios".



Dijo Tadeo: "Así entonces, ¿tiene Dios sentidos sobre los cuales tener dominio?. Respondió Jesús: "Volvéis a decir: "¿Dios tiene esto?, ¿Dios es así?. Decidme, ¿tiene sentidos el hombre?". "Si", contestaron los discípulos. "os engañáis", Dijo Jesús, "porque el es ciego, sordo, mudo y mutilado, ¿donde esta su sentido? ¿Y cuando un hombre está desmayado?. Entonces estaban perplejos los discípulos; cuando Jesús dijo: "Tres cosas hay que forman un hombre: éstas son, el alma, el sentido y la carne, cada una por separado. Nuestro Dios creó el cuerpo y el alma como habéis oído, pero vosotros no habéis oído como creó el sentido. Por lo tanto mañana, si place a Dios, yo os contaré todo". Y habiendo dicho esto Jesús dio gracias a Dios, y oró por la salvación de nuestro pueblo, diciendo cada uno de nosotros: Amén".



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Cuando él hubo terminado la oración a la aurora, Jesús se sentó bajo una palmera, y allí sus discípulos se acercaron a él. Entonces dijo Jesús: "Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, muchos están engañados acerca de nuestra vida. Puesto que tan cercamente están unidos el alma y el sentido, que la mayor parte de los hombres afirmen que el alma y el sentido son la misma cosa, dividiéndolo por operación y no por esencia, llamándole el alma sensitiva, vegetativa e intelectual. Pero verdaderamente os digo, el alma es una, la cual piensa y vive. Oh tontos, ¿Donde va ha encontrar el alma intelectual sin vida? Seguramente, nunca. Pero la vida sin sentidos puede ser hallada fácilmente, como puede verse el inconsciente cuando lo abandona el sentido".



Tadeo contestó: "Oh maestro, cuando el sentido deja al hombre, un hombre no tiene vida". Jesús respondió: "Eso no es cierto, ya que el hombre es privado de la vida cuando el alma parte; ya que el alma no regresa más al cuerpo, excepto por milagro. Pero el sentido parte por razón del temor que recibe, o por razón de gran pena que el alma tiene. Para el sentido creó Dios el placer, y por eso sólo vive el, tal como el cuerpo vive por el alimento y el alma vive por el conocimiento y el amor. El sentido es entonces rebelde contra el alma, a través de la indignación que tiene al ser privado del placer del Paraíso debido al pecado. Por lo tanto hay la mayor necesidad de nutrirlo con placer espiritual para el que no quiera que viva de placer carnal. ¿Entendéis? en verdad os digo, que Dios habiéndolo creado lo condenó al infierno y a nieve y hielo intolerables; porque él dijo que era Dios; pero cuando El lo privó de sustento, quitándole su alimento, él confesó que era un esclavo de Dios y la obra de sus Manos. Y ahora decidme, ¿cómo obra el sentido en el impío? Ciertamente, es como Dios en ellos: viendo que ellos siguen al sentido, abandonando la razón y la Ley de Dios. Por lo tanto ellos se vuelven abominables, y no obran nada bueno.



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Y así la primera cosa que sigue a penar por el pecado es ayunar. Ya que él ve que un cierto alimento lo pone enfermo, como él teme a la muerte, después de lamentar haberlo comido, lo abandona, para que no lo vuelva a poner enfermo, Así debería hacer el pecador. Al darse cuenta de que el placer lo hizo pecar en contra de Dios su Creador al seguir al sentido en estas cosas buenas del mundo, que se apene por haber hecho eso, ya que ello lo privó de Dios, de su vida, y le da la muerte eterna del Infierno. Pero como el hombre mientras vive tiene necesidad de tomar estas cosas buenas del mundo, ayunar es necesario aquí, Así que proceda a mortificar al sentido y a reconocer a Dios como su Señor. Y cuando él ve que el sentido aborrece los ayunos, que le ponga enfrente la condición del infierno, donde no hay placer en absoluto, sino sólo se recibe sufrimiento infinito; que ponga ante él las delicias del Paraíso, que son tan grandes que un grano de las delicias es mayor que todas las del mundo. Y entonces así se calmará más fácilmente; porque es mejor contentarse con poco para recibir mucho que estar desbocado en lo poco y lo privado de todo y vivir en tormento.



Deberíais recordar al rico glotón para ayunar bien. Ya que él deseando aquí en la Tierra agasajarse deliciosamente cada día, fue privado eternamente incluso de una simple gota de agua; mientras que Lázaro, estando contento con migajas aquí en la tierra, vivirá eternamente en plena abundancia de las delicias del Paraíso. Pero que el penitente sea cauteloso: porque Satanás busca anular toda buena obra, y más en el penitente que en los demás, porque el penitente se ha revelado contra él, y el de ser su fiel esclavo se ha convertido en un rebelde enemigo. Por lo tanto Satanás tratará de provocar que él no ayune, de alguna manera como bajo el pretexto de enfermedad, y cuando esto no le valga él lo invitará al ayuno extremoso, para que él caiga enfermo y después viva deliciosamente. Y si él no triunfa en esto, el tratará de hacer que su ayuno sea simplemente abstención de alimento físico, para que sea cómo el mismo, que nunca come pero siempre peca.



Como que Dios vive, es abominable privar al cuerpo de alimento y llenar el alma con orgullo, despreciando a los que no ayunan, y considerándose uno mejor que ellos. Decidme, ¿presumirá el enfermo de la dieta que le fue impuesta por el médico, y llamará locos a los que no se ponen a dieta? Seguramente no, sino que el se sentirá apenado por la enfermedad por cuya razón tuvo que ser puesto a dieta. Así os digo, que el penitente no debería penar por el pecado de su ayuno, y despreciar a los que no ayunan; sino que él debería penar por el pecado por razón del cual el ayuna. Tampoco debe el penitente que ayuna procurarse (cuando rompe el ayuno) alimentos delicados, sino que debe contentarse con alimentos austeros. ¿Acaso un hombre le da alimentos delicados al perro que muerde y al caballo que patea? No, ciertamente, sino más bien al contrario. Y que sea suficiente para vosotros acerca del ayuno.



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Escuchad, entonces, a lo que os diré acerca de la vigilia. Justo como hay dos clases de sueño, es decir el del cuerpo y el del alma, también así debéis ser cuidadosos de vigilar que mientras que el cuerpo está en vigilia el alma no duerma, ya que esto sería un error gravísimo. Decidme, en parábola: hay un hombre que mientras camina se golpea contra una roca, y para evitar golpearla otra vez con el pie, él la golpea con su cabeza. ¿Cuál es el estado de ese hombre?>>. <>, contentaron los discípulos, <>.



Entonces dijo Jesús: <>.



Andrés respondió: <>.



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Jesús contestó: Así os digo que deberíamos mantener en vigilia con el alma a la luz de la justicia (la cual) es nuestro Dios, y no jactarnos de la vigilia del cuerpo. Es ciertísimo, por lo tanto, que el sueño corporal debe ser evitado tanto como sea posible, pero (evitarlo) completamente es imposible, estando pesados la carne y el sentido con alimento y la mente con negocios. Por lo tanto el que quiera dormir poco evite mucho negocio y mucha comida. Como que Dios vive, ante cuya Presencia comparece mi alma, es lícito dormir algo cada noche, pero nunca es lícito olvidar a Dios y a Su terrible Juicio: y el sueño del alma es ese olvido>>.



Entonces contestó el que escribe:"Oh maestro, ¿como podemos tener siempre a Dios en la memoria? Ciertamente, ello nos parece imposible". Dijo Jesús con un suspiro: Esta es la mayor miseria del hombre puede sufrir, oh Bernabé, ya que el hombre no puede aquí en la Tierra tener a Su Creador siempre en la memoria; excepto los que son santos, ya que ellos siempre tienen a Dios en mente, porque ellos tienen en ellos la luz de la gracia de Dios, así que ellos no pueden olvidar a Dios. Pero decidme, ¿habéis visto a aquellos que tallan piedras, como mediante la práctica constante han aprendido a golpear de manera que hablan unos con otros y al mismo tiempo están golpeando con la herramienta de hierro que labra la piedra sin mirar al hierro, y sin embargo no se golpean las manos? Haced vosotros de manera similar. Desead ser santos si queréis vencer completamente esa miseria de olvido. Cierto es que el agua horada las rocas más duras con una sola gota golpeándolas por un largo período.



¿Sabéis por qué vosotros no habéis vencido esa miseria? Porque no os habéis dado cuenta de que es pecado. Yo os digo entonces que es un error, cuando un príncipe te da un regalo, oh hombre, que cierres los ojos y le vuelves la espalda. Así se equivocan quienes olvidan a Dios, puesto que en todo tiempo el hombre recibe de Dios dones y misericordia.



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Ahora decidme, ¿os concede Dios en todo tiempo sus Favores? Sí, seguramente; ya que incesantemente El os proporciona el aliento por medio del cual vivis. En verdad, en verdad os digo, cada vez que vuestro cuerpo recibe aliento vuestro corazón debería decir: "Gracias a Dios!".



Entonces dijo Juan: Es muy cierto lo que dices, oh maestro; enséñanos por lo tanto la forma de llegar a esa bendita condición. Jesús respondió: "Verdaderamente os digo, uno puede alcanzar esa condición por poderes humanos, sino más bien por la misericordia de Dios nuestro Señor. Es verdad, ciertamente, que el hombre debería desear el bien para que Dios se lo dé. Decidme, cuando estáis a la mesa, tomarías esas carnes que ni siquiera quisieseis mirar?. No, seguramente. Así os digo que vosotros deseáis la santidad, haceros santos en menos tiempo que el guiñar de un ojo, pero para que el hombre pueda ser sensible del don y del donante, nuestro Dios quiere que esperemos y pidamos.



¿Habéis visto a quienes practican tirar al blanco? Seguramente tiran muchas veces en vano. Sin embargo, ellos nunca desean disparar en vano, sino que siempre tienen la esperanza de dar en el blanco. Ahora haced esto, vosotros los que queráis tener a nuestro Dios en mente, y cuando olvidéis, lamentádlo; porque Dios os dará gracia para lograr todo lo que he dicho.



El ayuno y la vigilia espiritual están tan unidos entre sí que, si uno rompe la vigilia, inmediatamente se rompe el ayuno. Puesto que al pecar el hombre rompe el ayuno del alma, y olvida a Dios. Así es que la vigilia y el ayuno en cuanto al alma son siempre necesarios para nosotros y para todos los hombres, ya que para nadie es lícito pecar. Pero el ayuno del cuerpo y sus vigilias, creedme, no son posibles en todo tiempo, ni para todas las personas. Porque hay gentes enfermas y ancianas, mujeres encintas, hombres que son puestos a dieta, niños y otros que son de complexión débil. Puesto que ciertamente todos, así como se visten de acuerdo a su propia medida, deberían escoger su (manera de) ayuno. Porque justos como las ropas de un niño no son adecuadas para un hombre de 30 años, tampoco los ayunos y vigilias de uno son adecuadas para el otro.



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Pero tened cuidado ya que Satanás usará toda su fuerza (para hacer lo que suceda) que vosotros (estéis) despiertos durante la noche, y después estés durmiendo cuando por orden de Dios deberíais estar rezando y escuchando la palabra de Dios. Decidme, ¿le gustaría a alguno de vosotros que un amigo suyo se comiera la carne y le diera los huesos?. Pedro contestó: No maestro, pues ése tal no debería ser llamado amigo, sino uno que se burla.



Jesús contestó con un suspiro: Has dicho bien la verdad, oh Pedro, ya que verdaderamente todo el que guarda vigilia con el cuerpo más de lo que es necesario, durmiéndose o teniendo su cabeza pesada de cansancio cuando debería estar rezando o escuchando las Palabras de Dios, ese miserable se burla de Dios su Creador, y así es culpable de ese pecado. Más aún, él es un ladrón, viendo que él roba el tiempo que debería ser dado a Dios, y lo gasta cuando, y tanto como le place.



En un recipiente del mejor vino un hombre dio a sus enemigos a beber cuando el vino estaba en lo mejor, pero cuando el vino bajó a las heces él lo dio a su amo para que bebiera. ¿Qué, creéis, hará el amo a su sirviente cuando lo sepa todo, y el sirviente esté ante él?. Seguramente, él lo azotará y lo matará en justa indignación según las leyes del mundo. Y ahora, ¿que hará Dios al hombre que pasa lo mejor de su tiempo en negocios, y lo peor en oración y en el estudio de la Ley?. Ay del mundo, porque con esto y con mayor pecado está pensado su corazón!. Entonces, yo os digo que la risa debería convertirse en llanto, los banquetes en ayunos, y el sueño en vigilia, yo abarco en tres palabras todo lo que habéis oído - que aquí en la Tierra uno debería llorar, y que el llanto debería ser del corazón, porque Dios nuestro Creador fue ofendido; que deberíais ayunar para tener dominio sobre el sentido, y vigilar para no pecar; y que el llanto físico y el ayuno y la vigilia físicos deben ser tomados de acuerdo a la constitución de cada uno.



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Habiendo dicho esto Jesús dijo: "Es necesario que busquéis de las frutas del campo la sustancia para sostener vuestra vida, ya que hace ocho días que no hemos comido pan. Por lo tanto rezaré a nuestro Dios, y os esperaré con Bernabé. Así todos los discípulos y apóstoles partieron de cuatro en cuatro y de seis en seis según dijo Jesús. Se quedó allí con Jesús el que escribe; y entonces Jesús, suspirando, dijo: Oh Bernabé, es necesario que yo te revele grandes secretos, los cuales, después que parta del mundo, tu deberás revelárselos a este. Entonces contestó el que escribe, llorando, y dijo: Déjame llorar, maestro y otros hombres también, porque somos pecadores. Y tú que eres un santo y profeta de Dios, no es bueno para tí llorar tanto.



Jesús contestó: "Creeme Bernabé, que no puedo llorar tanto como debería. Porque si los hombres no me hubiesen llamado Dios, yo habría visto a Dios aquí como El será visto en el Paraíso, y habría estado a salvo para no temer el Día del Juicio. Pero Dios sabe que yo soy inocente, ya que nunca he tenido el pensamiento de ser tenido por más que un pobre esclavo. No, yo te digo que si yo hubiese sido llamado Dios yo habría sido llevado al Paraíso cuando parta el mundo, mientras que ahora ya no iré allí sino hasta el Día del Juicio. Debes saber, oh Bernabé, que por esto debo yo tener gran persecución, y seré vendido por uno de mis discípulos por 30 monedas. Por lo tanto estoy seguro de que el que me venderá será matado en mi lugar, ya que Dios me llevará de la Tierra, y cambiará la apariencia del traidor de manera tal que todos creerán que él es yo; no obstante, cuando él muera una muerte mala, yo viviré en ese deshonor por un largo tiempo en el mundo. Pero cuando Mohamed venga, el sagrado Mensajero de Dios, esa infamia será eliminada. Y esto lo hará Dios porque yo he confesado la verdad del Mesías; y El me dará esta recompensa, de que se sepa que yo esté vivo y que soy ajeno a esa muerte de infamia.



Entonces contestó el que escribe: Oh maestro, dime quién es el miserable, ya que quisiera ahorcarlo para que muera. Tómalo con calma, respondió Jesús, porque Dios así lo quiere, y él no puede hacer de otra manera; pero mira que cuando mi madre esté afligida por ese evento tú le digas la verdad, para que ella sea consolada. Entonces contestó el que escribe: todo esto haré, oh maestro, si Dios quiere.



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Cuando los discípulos vinieron, traían piñones, y por la Voluntad de Dios ellos hallaron una buena cantidad de dátiles. Así después de la oración del mediodía ellos comieron como Jesús. Entonces los apóstoles y los discípulos, viendo triste al que escribe, temieron que fuera necesario que Jesús partiese pronto del mundo. Pero entonces Jesús lo consoló, diciendo: No temáis, porque todavía no ha llegado mi hora de partir de vosotros. Yo viviré con vosotros todavía un poco más. Por lo tanto debo yo enseñarlos ahora, para que vayáis, como he dicho, a través de todo Israel predicando penitencia, para que Dios tenga misericordia del pecado de Israel. Que todos por lo tanto se cuiden del lujo, y hagan mucha más penitencia; porque todo árbol que no de buen fruto será cortado y arrojado al fuego.



Hubo un ciudadano que tuvo un viñedo, y en medio de él tenía un jardín, el cual tenía una hermosa higuera; entonces después de tres años el propietario se dio cuenta de que ésta no daba fruto, y viendo que los otros árboles daban fruto él dijo a su labrador: "Corta ese mal árbol ya que gasta el suelo".



El trabajador contestó: "No es así, mi señor, ya que es un árbol hermoso". "Ten cuidado", dijo el dueño, "porque a mi no me interesan las bellezas inútiles. Deberías saber que la palma y el bálsamo, los cuales hice rodear con vallas costosas, pero cuando éstos no dieron fruto, sino hojas que se amontonaban y pudrían el suelo enfrente de la casa, hice que ambos fueran quitados. ¿Y cómo perdonaré a una higuera lejos de la casa, que estorba en mi jardín y viñeda donde todos los demás árboles dan fruto? Ciertamente ya no la toleraré". Entonces dijo el trabajador: "Señor, el suelo es tan rico. Espera, por lo tanto, un año más, ya que yo podaré las ramas de la higuera, y le quitaré la tierra rica, poniéndola en tierra pobre con piedras, y así dará fruto". El dueño contestó: "Ahora ve y hazlo; ya que yo esperaré, y la higuera dará fruto".



¿Entendéis esta parábola?. Los discípulos contestaron: No señor; por lo tanto explícanosla.



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Jesús respondió: "En verdad os digo, que el dueño que es Dios, y el trabajador es su Ley. Dios, entonces, tenía en el Paraíso la palma y el bálsamo; ya que Satanás es la palma y el primer hombre el bálsamo. A ellos los arrojó fuera porque ellos no dieron fruto en buenas obras, sino que dijeron palabras impías que fueron la condenación de muchos angeles y muchos hombres. Ahora que Dios tiene al hombre en el mundo, en medio de sus Creaturas que adoran a Dios, todos ellos, de acuerdo a su precepto: y el hombre, digo, al no dar fruto, Dios lo cortará y lo entregará al infierno, viendo que él no disculpó al ángel ni al primer hombre, castigando al ángel eternamente, y al hombre por un tiempo. Pero entonces la ley de Dios dice que el hombre tiene demasiadas cosas buenas en esta vida, y así es necesario que sufra tribulaciones y sea privado de bienes terrenales, para que él pueda hacer buenas obras. Así que nuestro Dios espera al hombre a que sea penitente.



Verdaderamente os digo, que nuestro Dios ha condenado al hombre a trabajar, para que, como dijo Job, el amigo y profeta de Dios. "Como el pájaro nació para volar y el pez para nadar, así el hombre nació para trabajar". Por lo tanto que cada uno trabaje, de acuerdo a su cualidad. Ahora decidme, si David nuestro padre y Salomón su hijo trabajaron con sus manos, ¿que deben hacer los pecadores?". Dijo Juan: Maestro, trabajar es una cosa buena, pero eso deben hacer los pobres.



Jesús respondió: Sí, porque ellos no pueden hacer de otra forma. ¿Pero no sabes que el bueno, para ser bueno, debe estar libre de necesidad?. Así el sol y los otros planetas están fortalecidos por los preceptos de Dios de manera que ellos no puedan hacer de otra forma, así que ellos no tienen mérito. Decidme, ¿acaso dijo Dios cuando dio el precepto de trabajo: "el hombre podrá vivir del sudor de su frente"? ¿Y dijo Job que" como el pájaro nació para volar, así el hombre nació para trabajar". Por lo tanto (solamente) el que no sea hombre está libre de este precepto. Seguramente por ninguna otra razón son todas las cosas costosas, pero hay una gran multitud de ociosos: si éstos trabajasen, algunos atendiendo la tierra y algunos pescando en el agua, habría la mayor abundancia en el mundo. Y de la falta de ello será necesario rendir cuentas en el terrible Día del Juicio.



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Que el hombre me diga otra cosa. ¿Qué ha traído él al mundo, por razón de lo cual pueda él vivir del ocio?. Cierto es que él nació desnudo, e incapaz de cualquier cosa. Entonces, de todo lo que él ha hallado, el no es el dueño, sino el despensero. Y el tendrá que rendir cuentas de ello en ese terrible día. La lujuria abominable, que hace al hombre como las bestias brutas, debería ser temida grandemente; ya que el enemigo es de la propia casa de uno, así que no es posible entrar en ningún lugar sin que tu enemigo entre también. Ah, cuántos han perecido por la lujuria!. Por la lujuria vino el Diluvio, tanto que el mundo pereció ante la misericordia de Dios y sólo fueron salvados Noé y 83 personas humanas.



Debido a la lujuria castigó Dios a las tres malvadas ciudades de donde escaparon solo Lot y sus dos hijas. Por la lujuria de la tribu de Benjamín fue casi extinguida. Y yo os digo verdaderamente que si yo os narrase cuántos han perecido debido a la lujuria, el espacio de cinco días no sería suficiente.



Santiago dijo: Oh maestro, ¿qué significa la lujuria?. Jesús contestó: La lujuria es un deseo desbocado de amor, el cual, no estando dirigido por la razón, rompe los límites del intelecto y afecto humanos; así que el hombre, no conociéndose así mismo, ama lo que él debería odiar. Creedme, cuando un hombre ama una cosa, no porque Dios le haya dado esa cosa, sino como su dueño, él es un fornicador; porque el alma, que debería vivir en unión con su Creador, él la ha unido a la creatura. Y así Dios lamenta a través de Isaías, el profeta, diciendo: "Tú has cometido fornicación, con muchos amantes; no obstante, regresa a mí y yo te recibiré". Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, si no hubiera lujuria interna dentro del corazón del hombre, él no caería en la externa; ya que si se quita la raíz del árbol muere rápidamente. Que el hombre se contente por lo tanto con la esposa que el Creador le dio, y que olvide a toda otra mujer.



Andrés contestó: "Cómo puede un hombre olvidar a las mujeres si vive en la ciudad donde hay tantas de ellas?. Jesús replicó: Oh Andrés, cierto es que el que vive en la ciudad ella le hará daño; ya que la ciudad es una esponja que absorbe toda iniquidad.



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El hombre debe vivir en la ciudad tal como el soldado vive cuando tiene enemigos alrededor de la fortaleza, defendiéndose contra todo asalto y siempre temiendo la traición por parte de los ciudadanos. Aun así, digo, que rechace toda tentación externa de pecado, y tema al sentido, ya que éste tiene un deseo supremo de cosas impuras. ¿Pero cómo se va a defender si él no controla al ojo, el cual es el origen de todo pecado carnal? Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, el que no tenga ojos corporales está seguro de no recibir castigo excepto sólo en tercer grado, mientras que el que tiene ojos lo recibe hasta séptimo grado.



En el tiempo del profeta Elías sucedió que Elías vio un hombre ciego que lloraba, un hombre de buena vida, y le preguntó diciéndole: "¿Por qué lloras, oh hermano?". El ciego contestó: "Lloro porque no puedo ver a Elías el profeta, el santo de Dios". Entonces Elías lo reprendió, diciendo: "Cesa de llorar, oh hombre, porque al llorar tú pecas". El ciego contestó: "Ahora dime, ¿es pecado ver a un santo profeta de Dios, que resucita al muerto y hace que descienda fuego del cielo?". Elías respondió: "Tú no dices la verdad, ya que Elías no es capaz de hacer nada de lo que dices, ya que él es un hombre como tú, ya que todos los hombres del mundo no pueden hacer que nazca una mosca".



Dijo el ciego: "Tú dices esto, un hombre, porque Elías debe haberte reprendido por algún pecado tuyo, así que lo odias". Elías contestó: "Quiera Dios que digas la verdad; ya que, oh hermano, si yo odiase a Elías yo amaría a Dios, y entre más odie yo a Elías más amo a Dios". Entonces el hombre ciego se enojó grandemente, y dijo: "Vive Dios que tú eres un hombre impío! ¿Puede entonces ser amado Dios mientras que uno odia a los profetas de Dios? Lárgate porque ya no te escucharé!.



Elías contestó: "Hermano, ahora puedes ver con tu intelecto cuán mala es la vista física. Porque tú deseas vista para ver a Elías, y odias a Elías con tu corazón". El ciego respondió: "Ahora vete porque tú eres el diablo, que me haría pecar contra el santo de Dios". Entonces Elías dio un suspiro, y dijo con lágrimas: "Tú has hablado la verdad, oh hermano, ya que mi carne, que tú deseas ver, te separa de Dios". Dijo el ciego: "Yo no deseo verte; no, si tuviera ojos los cerraría para no verte".



Entonces dijo Elías: "Sabe hermano que yo soy Elías!". el ciego contestó: "Tú no dices la verdad". Entonces dijeron los discípulos de Elías: "hermano, él es en verdad el profeta de Dios, Elías". “Que me diga", dijo el ciego, "si él es el profeta, ¿de qué linaje soy, y cómo me volví ciego?".



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Elías respondió: "Tú eres de la tribu de Leví; y porque tú, al entrar al templo de Dios, miraste lujuriosamente a una mujer, estando tú cerca del santuario, nuestro Dios te quitó la vista". Entonces el ciego dijo llorando: "Perdóname, oh santo profeta de Dios, porque he pecado al hablar contigo; puesto que si yo te hubiera visto hubiera pecado".



Elías contestó: "Que Dios te perdone, oh hermano, porque en cuanto a mí yo se que tú me dijiste la verdad, viendo que entre más me odio más amo a Dios. Porque Elías no es tu Creador, sino Dios; por lo tanto, en lo que a ti respecta, yo soy el diablo", dijo Elías llorando, "porque yo tengo que alejarte de tu Creador. Llora entonces, oh hermano, porque tú no tienes la luz que podía hacerte distinguir la verdad de lo falso, y que si tu hubieses tenido eso tú no habrías despreciado mi doctrina. Por lo tanto te digo, que muchos desean verme y vienen desde lejos para verme, pero desprecian mis palabras. Por lo tanto sería mejor para ellos, para su salvación, que no tuviese ojos, viendo que todo el que encuentra placer en la creatura, sea él quien sea, y no buscar encontrar placer en Dios, ha hecho un ídolo en su corazón, y ha abandonado a Dios".



Entonces dijo Jesús, suspirando: Habéis entendido todo lo que dijo Elías?. Los discípulos contestaron: En general, hemos entendido, y estamos asombrados por el conocimiento de aquí en la Tierra hay muy pocos que no son idólatras.



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Entonces dijo Jesús: Decís la verdad, porque ahora estaba Israel deseos de establecer la idolatría que ellos tienen en sus corazones, al considerarme Dios; muchos de los cuales han despreciado ahora mi enseñanza, al decir que yo podía hacerme soñar todo de Judea, si yo me confesase a Dios, y que estoy loco por querer vivir en pobreza entre lugares desiertos, y no vivir continuamente entre príncipes en la vida delicada. Oh hombre infeliz, que aprecias la luz que es común en las moscas y hormigas y desprecias la luz que es común sólo a los ángeles y profetas y amigos de Dios!



Si, entonces, uno no cuida al ojo, oh Andrés, yo te digo que es imposible no caer de cabeza en la lujuria. Por eso Jeremías el profeta, llorando vehementemente, dijo en verdad: "Mi ojo es un ladrón que se roba mi alma". Por eso David nuestro padre rezaba con el mayor anhelo a Dios nuestro Señor que dirigiese su vista a otra parte para que no viera la vanidad, ya que en verdad todo lo que tiene un fin es vano. Decidme, entonces, si uno tuviese dos monedas para comprar pan, ¿las gastaría para comprar humo?. Seguramente que no, viendo que el humo lastima los ojos y no da sustento al cuerpo. Que así haga entonces el hombre, ya que con la vista externa de sus ojos y la vista interna de su mente él trate de conocer a Dios su Creador y complacer su Voluntad, y no haga de las creaturas su fin, lo cual lo hace perder al Creador.



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Porque verdaderamente cada vez que un hombre mira una cosa y olvida a Dios, el cual la hizo para el hombre, él ha pecado; ya que si un amigo tuyo te diese algo para guardarlo en memoria suya, y tú lo vendieses y olvidases a tu amigo, tú has pecado contra tu amigo. Así hace el hombre; ya que cuando él mira a la creatura y no tiene en la memoria al Creador , Quien la creó por amor al hombre, él peca contra Dios su Creador, por ingratitud.



Por lo tanto el que mire a las mujeres y olvide a Dios, quién creó a la mujer por el bien del hombre, él la amará y deseará. Y hasta tal grado irrumpirá esta lujuria suya, que él amará todo como la cosa amada; así que entonces viene ese pecado del cual es una vergüenza acordarse. Si, entonces, el hombre pone una venda ante sus ojos, él será el amo del sentido, el cual no puede desear lo que no le es mostrado. Ya que así estará la carne sujeta al espíritu, porque así como el barco no puede moverse sin el viento, así la carne sin el sentido no puede pecar.



Entonces que sea necesario para el penitente el relato de historias divertidas en oración, lo muestra la razón misma, aún cuando no fuera también un precepto de Dios. Porque en cada palabra vana el hombre peca, y nuestro Dios borra el pecado gracias a la oración. Porque la oración es el abogado del alma; la oración es la medicina del alma; la oración es la defensa del corazón; la oración es el alma de la fé; la oración es la rienda del sentido; la oración es la sal de la carne que no la deja corromperse por el pecado. Y os digo que la oración es la mano de nuestra vida, con la cual el hombre que reza se defenderá en el Día del Juicio: ya que él cuidará a su alma del pecado aquí en la tierra, y preservará su corazón para que no sea tocado por los malos deseos; ofendiendo a Satanás ya que él mantendrá a su sentido dentro de la Ley de Dios y su carne caminará en rectitud, recibiendo de Dios todo lo que pida.



Como Dios vive, ante Cuya Presencia estamos, un hombre sin oración no puede ser un hombre de buenas obras, tal como un hombre mudo no puede apelar por su causa ante un hombre ciego; tal como una llaga no puede ser curada sin ungüento; como un hombre no puede defenderse sin movimiento, ni atacar a otro sin armas, navegar sin timón, o preservar la carne muerta sin sal. Porque verdaderamente el que no tiene mano no puede recibir. Si el hombre pudiera convertir el estiércol en oro y el barro en miel, ¿qué haría?. Entonces, quedándose Jesús callado, los discípulos contestaron: Nadie haría otra cosa más que hacer oro y miel.



Entonces dijo Jesús: ¿Entonces por qué no cambiaría el hombre las pláticas vanas por la oración?. ¿Acaso le ha sido dado tiempo por Dios para ofender a Dios?. Ya que ¿qué príncipe le daría a su súbdito una ciudad para que éste pudiera hacerle la guerra?. Como que Dios vive, si el hombre supiese de qué manera es transformada el alma por las pláticas vanas, él se morderá la lengua con sus dientes para cortársela antes que hablar. ¡Oh mundo miserable!, ya que hoy los hombres no se congregan a rezar, pero en los porches del templo y en el templo mismo tiene Satanás allí el sacrificio de la plática vana, y lo que es peor, de cosas de las que no pueden hablar sin vergüenza.



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El fruto de las palabras vanas es éste: que debilita el intelecto de tal manera que no está listo para recibir al verdad; así como un caballo acostumbrado a cargar sólo una onza de lana no puede cargar 100 libras de piedras. Pero lo que es peor es el hombre que pasa su tiempo en bromas y chistes. Cuando él está dispuesto a rezar, Satanás pondrá en su memoria esos mismos chistes, tanto que cuando él debería llorar por sus pecados para hacer que Dios tenga misericordia y ganar el perdón por sus pecados, al reírse él hace que Dios se enoje; El Cual lo castigará y expulsará.



Entonces, ¡hay de los que bromean y hablan vanamente! Pero si nuestro Dios odia a los que bromean y platican vanamente, ¿cómo considerará a los que murmuran y calumnian a sus prójimos, y en qué condición estarán los que tratan con el pecado como un negocio sumamente necesario? ¡Oh mundo impuro, no puede concebir cuán gravemente serás castigado por Dios! Por lo tanto, aquel que quiera hacer penitencia, algo, debe dar sus palabras a precio de oro.



Sus discípulos contestaron: Pero cómo va alguien a comprar las palabras de un hombre a precio de oro? Seguramente nadie. ¿Y cómo hará el penitencia? ¡Es cierto que él se volverá codicioso!. Jesús respondió: Vosotros tenéis vuestros corazones tan pesados que yo no soy capaz de levantarlos. Por ello en cada palabra es necesario que yo os diga el significado. Pero dad gracias a Dios, Quien os ha dado la gracia de conocer los misterios de Dios. Yo no digo que el penitente deba vender sus palabras, sino que yo digo que cuando él hable él debe pensar que él está arrojando oro. Ya que ciertamente, haciéndolo así, tal como el oro es gastado en cosas necesarias, así el hablará (solamente) cuando sea necesario hablar. Y justo como nadie gasta oro en una cosa que le hará daño a su cuerpo, así que no hable él de algo que pueda hacerle daño a su alma.



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Cuando el gobernador ha arrestado a un prisionero el cual examina mientras el notario escribe el caso, decidme, ¿cómo habla ese hombre?. Los discípulos contestaron: El habla con temor y va al grano, para no hacerse sospechoso, y él tiene cuidado de no decir algo que pudiera desagradar al gobernador, sino que trata de decir algo que pudiera hacerlo quedar libre. Entonces contestó Jesús: Esto debe hacer el penitente, entonces, para no perder su alma. Porque Dios le ha dado dos ángeles a cada hombre como notarios: uno escribe lo bueno, y el otro lo malo que el hombre hace. Si entonces un hombre quiere recibir misericordia que mida sus palabras más que como se mide el oro.



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En cuanto a la avaricia, debe ser convertida en limosnas. En verdad os digo, que así como la plomada tiene el centro como su fin, así el avaro tiene el infierno como su fin, ya que es imposible para los avaros que posean cualquier bien en el Paraíso. ¿Sabéis por qué?. Yo os lo diré. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, el avaro, aunque esté silencioso con su lengua, con sus obras dice: "No hay otro dios más que yo". Tanto que como todo lo que él tiene está dispuesto a gastarlo para su propio placer, sin considerar su principio ni su fin: que él nació desnudo y que al morir deja todo.



Ahora decidme; si Herodes os diese un jardín que cuidar, y quisieseis consideraros como dueños, sin enviarle fruto alguno a Herodes enviase por frutas vosotros corrieseis a sus mensajeros, decidme, ¿estaríais haciéndoos reyes de ese jardín? Claro que sí. Ahora os digo que así el hombre avaro se hace así mismo dios sobre las riquezas que Dios le ha dado.



La avaricia es una sed del sentido, el cual habiendo perdido a Dios a través del pecado ya que él vive por el placer, y siendo incapaz de deleitarse con Dios Quien está oculto para él se rodea de cosas temporales a las cuales considera sus dioses; y entre más se fortalece más se ve privado de Dios. Y así la conversión del pecado viene de Dios, Quien le da la gracia para arrepentirse. Como dijo nuestro padre David: "Este cambio viene de la diestra de Dios".



Es necesario que yo os diga de qué clase es el hombre, si queréis saber como debe hacerse la penitencia. Y así hoy demos gracias a Dios, Quien nos dio la gracia de comunicar Su Voluntad por mi palabra.



Entonces el levantó sus manos y rezó diciendo: Señor Dios Todopoderoso y Misericordioso, Quien en misericordia nos creó, dándonos el rango de hombres, Tus siervos, con la fe de tu Verdadero Mensajero, Te agradecemos por Tus beneficios y quisiéramos solamente adorarte todos los días de nuestra vida, lamentando nuestros pecados, rezando y dando limosnas, ayunando y estudiando Tu palabra, instruyendo a quienes son ignorantes de Tu Voluntad, soportando al mundo por amor a Ti y por amor a Tu mensajero para quien Tú nos creaste, y por amor a todos los santos y profetas. Los discípulos contestaban siempre: Así sea. Así sea Señor. Así sea, oh nuestro Dios Misericordioso.



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Cuando fue el día, el viernes en la mañana, Jesús, después de la oración, reunió a sus discípulos y les dijo: Sentémonos; ya que así como en este Día Dios creó al hombre del barro de la tierra; así os diré que cosa es el hombre, si Dios quiere. Cuando todos estuvimos sentados, Jesús dijo otra vez: Nuestro Dios para mostrar a Sus creaturas Su Bondad y Misericordia y Su Omnipotencia, con Su Generosidad y Justicia, hizo una composición de cuatro cosas contrarias la una a la otra, y las unió en un objeto final, el cual es el hombre - y esas cosas son la tierra, el aire, el agua y el fuego - para que cada uno pudiera templar a la opuesta. Y Él hizo de estas cuatro cosas un recipiente, el cual es el cuerpo del hombre, de carne, de huesos, sangre, médula y piel, con nervios y venas, y con todas sus partes internas; y allí Dios colocó el alma y el sentido, como las dos manos de esta vida: dando como alojamiento al sentido cada parte del cuerpo, ya que él se difunde allí como aceite. Y el alma le dio él como alojamiento el corazón, donde, unida con el sentido, debe gobernar la vida entera.



Dios, habiendo creado así al hombre, puso en él una luz que se llama razón, la cual debía unir la carne, el sentido y el alma en un solo fin - trabajar para el servicio de Dios. Entonces, poniendo El esta obra en el Paraíso, y siendo reducida la razón por el sentido por operación de Satanás, la carne perdió su reposo, el sentido perdió la delicia por la cual vivía, y el alma perdió su belleza.



Habiendo llegado el hombre a tal situación, el sentido, que no encuentra reposo en el trabajo, sino que busca el deleite, al no ser controlado por la razón, siguió la luz que los ojos le mostraban; pero, no siendo los ojos capaces de ver sino las vanidades, él se engañó a sí mismo, y así, escogiendo cosas terrenales, pecó. Así es necesario que por la misericordia de Dios la razón del hombre sea nuevamente iluminada, para distinguir el bien del mal y para distinguir el verdadero deleite: sabiendo lo cual, el pecado se convierte a la penitencia. Por lo tanto os digo verdaderamente, que si Dios nuestro Señor no ilumina el corazón del hombre, los razonamientos de los hombres no sirven de nada.



Juan contestó: ¿Entonces para qué fin sirve el habla del hombre. Jesús replicó: El hombre como hombre no vale nada para convertir al hombre a la penitencia; sino que el hombre como un medio que Dios usa convierte al hombre; así que viendo que Dios obró en una manera secreta en el hombre para la salvación del hombre, uno debería escuchar a todo hombre, para que entre todos pueda ser recibido aquél en quien Dios nos habla.



Santiago contestó: Oh maestro, si acaso viniere un falso profeta y un maestro embustero pretendiendo instruirnos, ¿qué debemos hacer?.



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Jesús respondió en parábola: Un hombre va a pescar con una red, y allí atrapa él muchos peces, pero aquellos que son malos él los arroja a lo lejos.Un hombre salió a sembrar, pero solo el grano que cayó en buena tierra dio semilla. Así debéis hacer vosotros, escuchando a todos y recibiendo sólo la verdad, viendo que sólo la verdad da fruto para la vida eterna.



Entonces dijo Andrés: ¿Pero cómo puede distinguirse la verdad?. Jesús respondió: Todo lo que esté de acuerdo en el libro de Moisés, eso recibidlo como cierto; viendo que Dios es uno, la verdad es una; por lo tanto se sigue que la doctrina es una y el significado de la doctrina es uno; y por lo tanto la fe es una. En verdad os digo que si la verdad no hubiese sido borrada del libro de Moisés, Dios no habría dado a David nuestro padre el segundo. Y si el libro de David no hubiese sido contaminado, Dios no me habría encomendado el Evangelio; ya que el Señor nuestro Dios es incambiable, y sólo ha hablado un mensaje a todos los hombres. Por lo tanto, cuando el Mensajero de Dios venga, el vendrá a limpiar todo con lo que los impíos hayan contaminado mi libro.



Entonces contestó el que escribe: Oh maestro, ¿qué ha de hacer un hombre cuando la Ley sea hallada contaminada y hable un falso profeta?. Jesús respondió: Grande es tu pregunta, oh Bernabé: por lo tanto te digo que en un tiempo así pocos se salvan, viendo que los hombres no consideran su fin, el cual es Dios. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, toda doctrina que haga al hombre desviarse de su fin, el cual es Dios, es una doctrina muy mala. Por lo tanto hay tres cosas que debes considerar en una doctrina - a saber, amor hacia Dios, piedad hacia el prójimo, y odio hacia uno mismo, el cual ha ofendido a Dios, y lo ofende cada día. Por lo tanto toda doctrina que sea contraria a estas tres cosas principales, evítala, porque es malísima.



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Regresaré ahora a hablar acerca de la avaricia; y os digo que cuando el sentido quiera adquirir una cosa o guardarla tenazmente, la razón debe decir: "Esa cosa tendrá fin". Es cierto que si ella tendrá fin es una locura quererla. Por lo tanto es más adecuado para uno querer y conservar aquello que no tendrá fin.



Que la avaricia sea cambiada a limosnas, distribuyendo justamente lo que un hombre haya adquirido injustamente. Y que él haga tal lo que su mano derecha dé, la mano izquierda no lo sepa. Porque los hipócritas cuando dan limosnas desean ser vistos y elogiados por el mundo. Pero verdaderamente ellos son vanos, viendo que para quien un hombre trabaja él recibe su salario. Si, entonces, un hombre quiere recibir algo de Dios, debe él servir a Dios solamente. Y ved que cuando hagáis caridad, consideréis que estáis dándole a Dios todo lo que dais por amor de Dios. Por lo tanto no seáis lentos en dar, y dad de lo mejor que tengáis, por amor de Dios.



Decidme, ¿deseáis vosotros recibir algo que sea malo? Ciertamente no. ¡Oh polvo y cenizas! Entonces ¿como tenéis fe en vosotros si dais algo malo por amor a Dios?. Sería mejor no dar nada que dar una cosa mala; porque al no dar tendréis alguna excusa según el mundo; pero al dar una cosa sin valor, dejando lo mejor para vosotros mismos, ¿cuál será la excusa?. Y esto es todo lo que tengo para deciros acerca de la penitencia.



Bernabé contestó: ¿Cuánto debe durar la penitencia?. Jesús respondió: En tanto que un hombre está en el estado de pecado él siempre debe arrepentirse y hacer penitencia por ello. Por lo tanto como la vida humana siempre peca, así siempre se debe hacer penitencia; a menos que toméis más en cuenta a vuestros zapatos que a vuestra alma, ya que cada vez que vuestros zapatos están rotos vosotros los remendáis.



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Habiendo reunido Jesús a sus discípulos, los envió de dos en dos por la región de Israel, diciendo: Id y predicad como lo habéis oído. Entonces ellos se inclinaron y él puso sus manos sobre las cabezas, diciendo: En el nombre se Dios, dad saludos a los enfermos, expulsad a los demonios, y desengañad a Israel acerca de mí, diciéndoles lo que yo dije ante el sumo sacerdote.



Ellos partieron entonces, todos ellos excepto el que escribe, con Santiago y Juan: y fueron todos por la Judea, predicando penitencia tal como Jesús les había dicho, curando todo tipo de enfermedades, tanto que en Israel fueron confirmadas las palabras de Jesús de que Dios es Uno y Jesús es profeta de Dios. Cuando ellos vieron a tal multitud, hacían lo que Jesús hacía en cuanto a curar a los enfermos.



Pero los hijos del demonio encontraron otra manera de perseguir a Jesús, y esto fue los sacerdotes y escribas. Así que ellos empezaron a decir que Jesús aspiraba a la monarquía sobre Israel. Pero ellos temían a la gente común, así que conspiraban contra Jesús secretamente.



Habiendo pasado por Judea los discípulos regresaron a Jesús, el cual los recibió como un padre recibe a sus hijos, diciendo: Decidme, ¿cómo ha obrado el Señor nuestro Dios?. ¡Ciertamente he visto a Satanás caer bajo vuestros pies y a vosotros pisotéandolo como el viñador pisando las uvas!.



Los discípulos respondieron: Oh maestro, hemos sanado a incontables personas enfermas, y expulsamos a muchos demonios que atormentaban a los hombres. Dijo Jesús: Dios os perdone, oh hermanos, porque habéis pecado al decir "hemos sanado", viendo que es Dios quien ha hecho todo. Entonces dijeron ellos: "Hemos hablado tontamente; por lo tanto, enséñanos como hablar".



Jesús contestó: En toda obra buena decid: "Dios ha hecho" y en toda mala decid: "Yo he pecado". Así haremos, le dijeron los discípulos. Entonces dijo Jesús: Qué dijo entonces Israel, habiendo visto que Dios hace por manos de tantos hombre lo que Dios hizo por mis manos?.



Los discípulos contestaron: Ellos dicen que hay un Dios solamente y que tú eres el profeta de Dios.



Jesús respondió con cara alegre: ¡Bendito sea el Santo Nombre de Dios, el Cual no ha despreciado el deseo de mí, Su siervo!. Y cuando él hubo dicho esto ellos se retiraron a descansar.



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Jesús partió del desierto y entró a Jerusalén; y así que todas las gentes corrieron al templo para verlo. Entonces después de la lectura de los Salmos Jesús subió al pináculo donde los escribas solían subir, y, habiendo hecho señal de silencio con la mano, dijo: Bendito sea el santo Nombre de Dios - oh hermanos - Quien nos creó del barro de la tierra, y no de espíritu llameante. Porque cuando nosotros pecamos encontramos misericordia ante Dios, la cual Satanás nunca encontrará, ya que por su soberbia él es incorregible, diciendo que él es siempre noble, ya que él es espíritu llameante.



¿Habéis oído, hermanos, lo que dijo nuestro padre David acerca de nuestro Dios, que El recuerda que somos polvo y que nuestro espíritu se va y no regresa de nuevo, por lo tanto El tiene misericordia de nosotros? Benditos sean los que conozcan estas palabras, ya que ellos no pecarán contra su Señor eternamente, ya que después de que pecan ellos se arrepienten, así que su pecado no permanece. Ay de los que se ensalzan, porque ellos serán humillados a los carbones ardientes del infierno. Decidme hermanos, ¿cuál es la causa de la autoexaltación? ¿Hay acaso bien alguno aquí en la Tierra? No, por seguro, ya que como dijo Salomón, el profeta de Dios: "Todo lo que hay bajo el sol es vanidad". Pero si las cosas del mundo no nos dan razón para ensalzarnos en nuestro corazón, mucho menos nos da razón nuestra vida; ya que está cargada de muchas miserias, ya que todas las creaturas inferiores al hombre pelean contra nosotros. ¡Oh, cuantos han sido matados por el calor ardiente del verano; cuántos han sido por la escarcha y el frío del invierno; cuántos han sido matados por el relámpago y el granizo; cuántos se han ahogado en la mar por la furia de los vientos; cuantos han muerto de peste, de hambre, o porque han sido devorados por las bestias salvajes, mordidos por las serpientes, ahogados por el alimento! ¡oh hombre infeliz, que se exalta a sí mismo habiendo tanto que lo aqueja, estando las creaturas acechándolo en todo lugar! ¿Pero que diré de la carne y el sentido, que desean sólo iniquidad; del mundo, que no ofrece más que pecado, de los malvados, que, sirviendo a Satanás, persiguen a quien vive de acuerdo con la Ley de Dios?. Cierto es, hermanos, que si el hombre, como dijo nuestro padre David, considerase con sus ojos la eternidad, él no pecaría.



Ensalzarse en el corazón no es sino poner un candado a la piedad y la misericordia de Dios, para que él no perdone. Porque nuestro padre David dijo que nuestro Dios recuerda que no somos más que polvo y que nuestro espíritu se va y no regresa otra vez. El que se ensalza a sí mismo, entonces, niega que él es polvo, y por lo tanto, no conociendo su origen, él no pide ayuda, y así hace enojar a Dios, Quien puede ayudarlo. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, Dios perdonaría a Satanás si Satanás conociese su propia miseria y pidiese misericordia a su Creador, Quien es Bendito eternamente.



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Entonces, hermanos, yo, un hombre, polvo y barro, que camina sobre la Tierra, os digo: Haced penitencia y conoced vuestros pecados, Yo digo, hermanos, que Satanás, por medio de los soldados romanos, os engañó cuando dijisteis que yo era Dios. Por lo, tanto tened cuidado y no los creáis, viendo que ellos han caído bajo la maldición de Dios, adorando a los dioses falsos y mentirosos; así como nuestro padre David invocó una maldición sobre ellos, diciendo: "Los dioses de las naciones son plata y oro, la obra de sus manos; que tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, tienen nariz y no huelen, tienen boca y no comen, tienen lengua y no hablan, tienen manos y no tocan, tienen pies y no caminan". Por lo tanto dijo David nuestro padre, rezando a nuestro Dios vivo: "Que como ellos sean los que los hacen y los que en ellos confían".



¡Oh soberbia sin precedente, este orgullo del hombre, que siendo creado por Dios de la tierra olvida su condición y quisiera hacer a Dios a su propio gusto! Así él silenciosamente se burla de Dios, tal como si dijera: "No tiene caso servir a Dios". Porque así lo muestran los sus obras. A esto desea Satanás reduciros, oh hermanos, al hacer que creáis que yo soy Dios; ya que, no siendo capaz de crear una mosca, y siendo temporal y mortal, no os puedo dar nada de utilidad, viendo que yo mismo tengo necesidad de todo. ¿Cómo, entonces, podría yo ayudaros en todas las cosas, como es propio de Dios?.



¿Podremos entonces nosotros, que tenemos como nuestro Dios al gran Dios que creó al Universo con su Palabra, burlarnos de los gentiles y sus dioses?. Hubo dos hombres que vinieron aquí al templo a rezar: uno era un fariseo y el otro un publicano. El fariseo se acercó al santuario, y rezando con su cara levantada decía: "Gracias te doy, oh Señor Dios mío, porque no soy como otros hombres, pecadores, que hacen toda maldad, y especialmente este publicano; ya que yo ayuno dos veces a la semana y doy el diezmo de lo que poseo". El publicano permanecía alejado, postrado en el suelo, y golpéandose al pecho decía con la cabeza agachada: "¡Señor, yo no soy digno de mirar al cielo ni a Tu Santuario, porque yo he pecado mucho; ten misericordia de mí".



Verdaderamente os digo que el publicano salió del templo en mejor estado que el fariseo, ya que nuestro Dios lo justificó, perdónale todos sus pecados. Pero el fariseo salió en peor estado que el publicano, porque nuestro Dios lo rechazó, viendo sus obras como una abominación.



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¿Acaso el hacha se jacta de haber cortado el bosque donde un hombre ha puesto un jardín?. No, seguramente, ya que el hombre hizo todo, sí, e hizo el hacha, con sus manos. Y tú, oh hombre, ¿te jactarías de haber hecho algo que es bueno, viendo que es nuestro Dios te creó de barro y obró en tí todo el bien que es hecho?. ¿Y por qué desprecias tú a tu prójimo? ¿Qué no sabes que si Dios no te hubiese protegido de Satanás tú serías peor que Satanás?



¿No sabes acaso que un sólo pecado cambio al ángel más bello en el demonio más repulsivo; y que al hombre más perfecto que ha existido en el mundo - el cual fue Adán - el pecado lo cambió en un ser miserable, sometiéndolo a lo que nosotros sufrimos, junto con toda su descendencia? ¿Que decreto, entonces, tienes tú, en virtud del cual puedas vivir a tu placer sin ningún temor? ¡ay de ti, oh barro!, porque ya que tú has exaltado a tí mismo por encima de Dios, Quien te creó, tú serás humillado bajo los pies de Satanás, el cual está acechándote.



Y habiendo dicho esto, Jesús rezó, levantando sus manos al Señor, y las gentes dijeron: Así sea! ¡Así sea!. Cuando el hubo terminado su oración descendió del pináculo. Entonces fueron traídos ante él muchos enfermos a los cuales él curó, y partió del templo. Entonces Simón, un leproso a quien Jesús había sanado, lo invitó a comer pan. Los sacerdotes y escribas, quienes odiaban a Jesús, reportaron a los soldados romanos lo que Jesús había dicho contra sus dioses. Porque ciertamente ellos estaban buscando cómo matarlo, pero no encontraban cómo, ya que ellos temían a la gente.



Jesús, habiendo entrado a la casa de Simón, se sentó a la mesa. Y mientras él estaba comiendo, he aquí una mujer llamada María, una pecadora pública, entró a la casa, y se dejó caer al suelo atrás de los pies de Jesús, y los lavó con sus lágrimas, los untó con un precioso ungüento, y los secó con los cabellos de su cabeza. Simón se escandalizó, con todos los comensales, y ellos dijeron: Si este hombre fuera un profeta él sabría quién y de qué clase es esta mujer, y no le permitiría tocarlo. Entonces dijo Jesús: Simón, tengo una cosa que decirte. Simón respondió: Habla maestro, ya que yo deseo tu palabra.



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Jesús dijo: Hubo un hombre que tenía dos deudores. Uno le debía a su acreedor 50 monedas y el otro 500. Entonces, cuando ninguno de los dos tenía con qué pagar, el acreedor, movido a compasión, le perdonó la deuda a cada uno. ¿Cuál de ellos amará más a su acreedor?. Simón contestó: Aquel al que le fue perdonada la deuda mayor.



Dijo Jesús: Has dicho bien; yo te digo, por lo tanto, mira a esa mujer y a ti mismo; porque vosotros dos eráis deudores de Dios; uno por la lepra del cuerpo, y la otra por la lepra del alma, que es el pecado. Dios nuestro Señor, movido a compasión a través de mis oraciones, quiso sanar tu cuerpo y su alma. Tú, por lo tanto, me amas poco, porque tú has recibido poco como regalo. Y así, cuando yo entré a tu casa tú no me besaste ni ungiste mi cabeza. Pero esta mujer inmediatamente al entrar yo en tu casa se puso a mis pies, los cuales ella lavó con lágrimas y los ungió con ungüento preciosos. Por lo tanto en verdad te digo, que muchos pecados le son perdonados a ella, porque ella amó mucho. Y volviéndose a la mujer él dijo: Vete en paz, porque el Señor nuestro Dios ha perdonado tus pecados; pero vé que no peques más. Tu fe te ha salvado.



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Sus discípulos se acercaron a Jesús después de la oración de la noche, y dijeron: Oh maestro, ¿cómo debemos escapar de la soberbia?. Jesús contestó: Habéis visto a un hombre pobre invitado a comer pan en la casa de un príncipe?. Juan contestó: Yo he comido pan en la casa de Herodes. Porque antes de conocerte yo iba a pescar, y solía vender el pescado a la familia de Herodes. Entonces, un día cuando él estaba en un banquete, habiendo llevado yo un buen pescado, él me hizo quedarme y comer allí.



Entonces dijo Jesús: Ahora, ¿cómo pudiste comer pan con infieles? ¡Que Dios te perdone, Juan! pero dime, ¿Cómo te comportaste a la mesa? ¿Trataste de tener el lugar más honorable? ¿Pediste la comida más delicada? ¿Hablaste a la mesa cuando no te preguntaban? ¿Te consideraste más digno de sentarte a la mesa que los demás?. Juan contestó: <.



Jesús gritó: Detente Juan, porque temo que Dios te arroje al abismo, como a Abiram por tu soberbia!. Los discípulos temblaron de temor por las palabras de Jesús; cuando el dijo otra vez: Temamos a Dios, que él no nos arroje al abismo por nuestra soberbia. Oh hermanos, ¿habéis oído de Juan qué es lo que se hace en la casa de un príncipe? ¡Ay de los hombre que entran al mundo, ya que como ellos viven en soberbia ellos mueren en desprecio y entrarán a la confusión!. Porque este mundo es una casa donde Dios agasaja a los hombres, donde han comido todos los santos y profetas de Dios. Y verdaderamente os digo, todo lo que un hombre recibe, él lo recibe de Dios. Por lo tanto el hombre debería comportarse con la más profunda humildad; conociendo su propia vileza y la grandeza de Dios, con la gran generosidad con que El nos sustenta. Por lo tanto no es lícito para el hombre decir: "Ah, ¿porque se hace y se dice esto en el mundo?", sino más bien considerarse a sí mismo como él es en verdad, indigno de pararse en el mundo ante la mesa de Dios. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, no hay nada tan pequeño recibido aquí en el mundo de la mano de Dios, sino que en pago el hombre debería pasar su vida para el amor de Dios.



Como que Dios vive, tú no pecaste, oh Juan, al comer con Herodes, ya que fue la disposición de Dios que así lo hicieras, para que tú pudieses ser nuestro maestro y el maestro de todo el que tema a Dios, Haced así, dijo Jesús, ara que podáis vivir en el mundo como Juan vivió en la casa de Herodes cuando el comió pan con él, ya que así estaréis en verdad libres de toda soberbia.



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Caminando Jesús a lo largo del mar de Galilea fue rodeado por una gran multitud de gente, así que él se subió a un pequeño bote que estaba solo a corta distancia de la costa, y ancló cerca de la tierra para que la voz de Jesús pudiese ser escuchada. Entonces todos se acercaron al mar, y sentándose esperaron su palabra. El entonces abrió la boca y dijo: He aquí que un sembrador fue a sembrar, y entonces cuando el sembraba algunas de las semillas cayeron en el camino, y estas fueron pisoteadas bajo los pies de las gentes y comidas por los pájaros; algunas cayeron sobre las rocas, y entonces cuando germinaron, como no tenían humedad, fueron quemadas por el sol; algunas cayeron en el seto, y entonces cuando germinaron las espigas ahogaron a la semilla; y algunas cayeron en buena tierra, y entonces dieron fruto, hasta 30, 60 y 100 veces.



Otra vez habló Jesús: He aquí que el padre de una familia sembró buena semilla en su campo; entonces, cuando los sirvientes del buen hombre dormían, vino el enemigo del hombre su amo y sembró malas hierbas sobre la buena semilla. Entonces, cuando el grano germinó, se vió brotar entre el grano una gran cantidad de malas hierbas. Los sirvientes vinieron al amo y dijeron: "Oh señor, ¿no sembraste tu buena semilla en tu campo? ¿Por qué entonces ha brotado allí una gran cantidad de cizaña?" El amo respondió: "Buena semilla sembré yo, pero mientras los hombres dormían el enemigo del hombre vino y sembró malas hierbas sobre el grano".



Dijeron los sirvientes: "¿Quieres que vayamos y arranquemos la cizaña de entre el grano?". El amo respondió: "No lo hagáis, porque podríais arrancar el grano con ellas; pero esperad hasta que llegue el tiempo de la cosecha. Porque entonces iréis y arrancaréis la cizaña de entre el grano, y arrojaréis las hierbas al fuego para quemarlas, pero el grano lo pondréis en mi granero">>.



Otra vez dijo Jesús: Salieron muchos hombres a vender higos. Pero cuando ellos llegaron al mercado, he aquí que las gentes no buscaban buenos higos sino hojas bonitas. Por lo tanto los hombres no fueron capaces de vender sus higos. Y viendo esto, un malvado ciudadano dijo: "En verdad puedo volverme rico". Entonces él llamó a sus dos hijos y dijo: "Id y colectad una gran cantidad de hojas con higos malos". Y éstas ellos vendieron por su peso en oro, porque los hombres estaban muy complacidos con las hojas. Entonces las gentes, comiendo los higos (malos), se enfermaron de una grave enfermedad.



Otra vez dijo Jesús: He aquí que un ciudadano tenía una fuente, de la cual todos los ciudadanos vecinos tomaban agua para lavar sus impurezas; pero el ciudadano dejaba que sus propias ropas se pudrieran.



Otra vez dijo Jesús: Salieron dos hombres a vender manzanas. Uno escogió vender la cáscara de las manzanas por su peso en oro, no importándole nada la sustancia de las manzanas. El otro quiso dar las manzanas, recibiendo sólo un poco de pan por su viaje. Pero las gentes compraban las cáscaras de las manzanas por su peso en oro, no importándoles el que estaba dispuesto a dárselas, no, incluso lo despreciaban.



Y así ese día habló Jesús a la multitud en parábolas. Entonces habiéndolos despedido, él fue con sus discípulos a Naím, donde él había resucitado al hijo de la viuda; el cual, con su madre, lo recibió en su casa y lo atendió.



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Sus discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron, diciendo: Oh maestro, dínos el significado de las parábolas que tu hablaste a las gentes. Jesús respondió: La ora de la oración se acerca; por lo tanto cuando haya terminado la oración de la noche yo os diré el significado de las parábolas.



Cuando la oración hubo terminado, los discípulos se acercaron a Jesús y él les dijo: El hombre que sembró la semilla, sobre el camino, sobre las rocas, sobre las espinas, sobre la buena tierra, es el que enseña la Palabra de Dios, la cual cae sobre un gran número de hombres. Cae sobre el camino cuando llega a los caminos de los marineros y los mercaderes, los cuales por la razón de los largos viajes que hacen, y la variedad de naciones con quienes tienen trato, tienen la Palabra de Dios borrada de su memoria por Satanás. Cae sobre las piedras cuando llega a los oídos de los cortesanos, ya que por razón de la gran ansiedad con que ellos sirven al cuerpo de un príncipe la Palabra de Dios no se hunde en ellos. Puesto que, aunque quizás ellos tengan algo de memoria de ella, tan pronto como tienen alguna tribulación la Palabra de Dios se va de sus memorias: ya que, como ellos no sirven a Dios, ellos no pueden esperar ayuda de Dios.



Cae entre espinas cuando llega a los oídos de los que aman su propia vida, porque, aunque la palabra de Dios crezca ante ellos, cuando crecen los deseos carnales ellos ahogan la buena semilla de la palabra de Dios, ya que los placeres carnales hacen que los hombre olviden la Palabra de Dios. La que cae en buena tierra es cuando la Palabra de Dios llega a los oídos del que teme a Dios, y entonces da el fruto de la vida eterna. Verdaderamente os digo, que en toda condición cuando el hombre teme a Dios la Palabra de Dios fructificará en él.



De la parábola del padre de una familia, en verdad os digo que él representa a Dios nuestro Señor; padre de todas las cosas, ya que El creó todas las cosas. Pero El no es un padre a la manera de la naturaleza, porque El es incapaz del movimiento, sin el cual la generación es imposible. Es entonces, nuestro Dios, a quien pertenece este mundo; y el campo dónde él siembra es la Humanidad, y la semilla es la Palabra de Dios. Así cuando los maestros son negligentes al predicar la Palabra de Dios, al estar ocupados en los negocios del mundo, Satanás siembra el error en el corazón de los hombres, de donde vienen incontables sectas de doctrina impía. Los santos y profetas gritan: "Oh Señor, ¿no les diste tú, entonces, buena doctrina a los hombres? ¿Por qué entonces, hay tantos errores?".



Dios contesta: "Yo he dado buena doctrina a los hombres, pero mientras que los hombres han desistido de la vanidad Satanás ha sembrado errores para anular mi Ley". Los santos dicen: "Oh Señor, nosotros dispersaremos estos errores destruyendo a los hombres". Dios responde: "No lo hagáis, porque los fieles están íntimamente unidos a los infieles por parentesco que los justos serán perdidos con los infieles. Pero esperad hasta el Juicio, porque en ese tiempo los infieles serán reunidos por mis ángeles y serán arrojados al fuego con Satanás, mientras que los buenos fieles vendrán a Mi Reino". Cierto es, muchos padres infieles engendrarán hijos fieles, por bien de los cuales Dios espera al mundo que se arrepienta.



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Los que llevan buenos higos son los verdaderos maestros que predican la buena doctrina, que se complace en las mentiras, busca de los maestros hojas de palabras bellas y adulación. Viendo lo cual, Satanás se une con la carne y el sentido, y trae una gran cantidad de hojas; o sea, una cantidad de cosas mundanas, con lo cual él cubre el pecado; recibiendo lo cual, el hombre se pone enfermo y listo para la muerte eterna.



El ciudadano que tiene agua y da agua a los demás para que laven sus impurezas, pero deja que sus propias ropas se pudran, es el maestro que a los demás predica la penitencia pero él mismo vive todavía en pecado. ¡Oh hombre miserable, porque no los ángeles sino su propia lengua escribe en el aire el castigo que es adecuado para él!



Si uno tuviera la lengua de un elefante, y el resto de su cuerpo fuera tan pequeño como una hormiga, ¿no sería esto algo monstruoso? Sí, seguramente. Ahora yo os digo, verdaderamente, que más monstruoso es el que predica penitente a los demás, pero él mismo no se arrepiente de sus pecados.



Los dos hombres que venden manzanas son: el uno, el que predica por amor a Dios, por lo que él no adula a nadie, sino que predica la verdad, buscando sólo los medios de vida como un hombre pobre. Como que Dios vive, ante Cuya Presencia comparece mi alma, dicho hombre no es recibido por el mundo, sino más bien que despreciado. Pero el que vende la cáscara por su peso en oro, y tira la manzana, es el que predica para complacer a los hombres; y, así adulando al mundo, él arruina el alma que sigue su adulación. ¡Ah, cuántos han perecido por esta causa!.



Entonces contestó el que escribe y dijo: ¿Cómo debería escuchar la palabra de Dios; y como puede uno conocer al que predica por amor a Dios?. Jesús contestó: El que predica debería ser escuchado como si fuera Dios quien hablase, cuando él predique buena doctrina; porque Dios está hablando a través de su boca. Pero el que no reprueba los pecados, teniendo respeto de personas, adulando a los hombres en particular, debe ser evitado como una horrible serpiente, ya que en verdad él envenena el oído humano. ¡Entendéis vosotros? Verdaderamente os digo, que así como un hombre herido no tiene necesidad de vendas bonitas para envolver sus heridas, sino más bien de un buen ungüento, así tampoco el pecador tiene necesidad de palabras bellas, sino más bien de unos buenos reproches, para que él pueda cesar de pecar.



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Entonces dijo Pedro: Oh maestro, dime cómo los perdidos serán atormentados, y cuánto tiempo estarán en el infierno, para que el hombre pueda huir del pecado. Jesús respondió: Oh Pedro, es una gran cosa lo que has preguntado, no obstante, si place a Dios, yo te contestaré. Sabed, por lo tanto, que el infierno es uno, sin embargo tiene siete centros, ya que siete son las puertas del infierno que Satanás ha generado; así hay siete castigos allí.



Porque el soberbio, que es el más alto en corazón, será hundido en el centro más bajo, pasando por todos los centros encima de él, y sufriendo en todos ellos todos los dolores que hay allí. Y como aquí buscaba él ser más alto que Dios, al desear actuar según su propia manera, contrario a lo que Dios ordena, y no deseando reconocer a nadie por encima de él, así allí será puesto él bajo los pies de Satanás y sus demonios, los cuales le pisotearán como son pisadas las uvas cuando se hace el vino, y él será siempre burlado y despreciado por los diablos.



El envidioso, que aquí se disgusta por el bienestar de su prójimo y se regocija por su desgracia, bajará al sexto centro, y allí será mordido por las fauces de un gran número de serpientes infernales. Y le parecerá que todas las cosas en el Infierno se alegran de su tormento, y se quejan de que él no haya caído hasta el séptimo centro. Porque aunque los condenados sean incapaces de alegría alguna, así la Justicia de Dios hará que así le parezca al miserable hombre envidioso, Como cuando le parece a uno en un sueño que es espoleado por alguien y siente tormento por ello - así será el objeto puesto ante el miserable hombre envidioso. Ya que cuando no hay alegría en absoluto le parecerá a él que todos se regocijan por su desgracia, y lamentan que no le haya ido peor.



El codicioso descenderá al quinto centro, donde él sufrirá suma pobreza, como sufrió el rico festejador. Y los demonios, para mayor tormento, le ofrecerán lo que él desee, y cuando él lo tenga en sus manos otros demonios con violencia se lo arrebatarán de las manos con estas palabras: "Recuerda que tú no dabas por amor de Dios, así Dios no quiere que tú ahora recibas". ¡Oh hombre infeliz!, ahora él se encontrará en esa condición en la que él recordará la pasada abundancia y mire la penuria del presente; ¡y que con los bienes que entonces él no tenga él podría haber adquirido delicias eternas!



Al cuarto centro irá el lujurioso, donde los que transforman el camino que les fue dado por Dios estarán como el grano que se cuece en el estiércol ardiente del demonio. Y allí serán ellos abrazados por horribles serpientes infernales. Y los que hubieren pecado con rameras, todos estos actos de impureza serán transformados para ellos en unión carnal con las furias infernales; las cuales son demonios como mujeres, cuyo cabello es serpientes, cuyos ojos son azufre llameante, cuya boca es venenosa, cuya lengua es cortante, cuyo cuerpo está rodeado todo con ganchos de púas como los que se usan para atrapar a los peces tontos, cuyas garras son como las de dos grifos, cuyas uñas son navajas, y cuyos órganos genitales tienen dentro fuego. Entonces con éstas todos los lujuriosos gozarán las brasas infernales que serán su lecho.



Al tercer centro bajará el perezoso que no trabaja ahora. Aquí hay ciudades construidas y palacios inmensos, que tan pronto como son terminados tienen que ser demolidos inmediatamente, porque una sola piedra no está colocada correctamente. Y estas piedras enormes son colocadas sobre los hombros del perezoso, el cual no tiene libre las manos para refrescar su cuerpo al caminar y aliviar la carga, ya que la pereza le habrá quitado la fuerza a sus brazos, y sus piernas están encadenadas con serpientes infernales. Y lo que es peor, detrás de él están los demonios, quienes lo empujan, y lo hacen caer muchas veces al suelo bajo el peso; ni nadie lo ayuda a levantarlo; no, siendo demasiado para levantar, una doble cantidad es colocada sobre él.



Al segundo centro descenderá el glotón. Ahora hay allí escasez de alimento, en tal grado que no habría nada para comer sino escorpiones vivos y serpientes vivas, los cuales dan tal tormento que sería mejor nunca haber nacido para comer ese alimento. En verdad le son ofrecidas por los demonios, en apariencia, carnes delicadas; pero ya que ellos tienen sus manos y pies atados con grilletes de fuego, ellos no pueden extender la mano en la ocasión que la carne le es presentada. Pero lo que es peor, esos mismos escorpiones que él come devorarán su estómago, y no siendo capaces de salir rápidamente, abrirán las partes internas del glotón. Y cuando ellos salen sucios e impuros, como ellos son, ellos son comidos otra vez.



El colérico desciende al primer centro, donde él es insultado por todos los demonios y por todos los condenados que van más bajo que él. Ellos lo golpean y pinchan, haciéndole yacer sobre el camino por donde ellos pasan, plantándole sus pies en la garganta. Sin embargo no es capaz de defenderse, ya que él tiene sus manos y pies atados. Y lo que es peor, él no es capaz de dar escape a su ira insultando a otros, ya que su lengua está atrapada por un gancho, como el que usa el vendedor de pescado.



En este maldito lugar habrá un castigo general, común a todos los centros, como la mezcla de varios granos para hacer una hogaza. Ya que el fuego, el hielo, la tormenta de truenos, relámpagos, azufre, frío, viento, frenesí, terror, serán todos unidos por la Justicia de Dios, y en tal manera que el frío no templará al calor ni el fuego al hielo, sino que cada uno dará tormento al miserable pecador.



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En este lugar maldito vivirán los infieles eternamente; tanto que si el mundo estuviera lleno con granos de mijo, y un sólo pájaro una vez en cien años se llevase un solo grano para vaciar el mundo - si cuando estuviera vacío fuera posible que los infieles fueran a ir al Paraíso, ellos descansarían felices. Pero no hay esta esperanza, ya que su tormento no puede tener fin, ya que ellos no estuvieron dispuestos por amor de Dios a poner fin a su pecado. Pero los fieles tendrán consuelo, porque su tormento tendrá fin.



Los discípulos se atemorizan al oír esto, y dijeron: Señor, ¿entonces los fieles deben entrar al infierno?. Jesús respondió: Todos, sean quienes sean, deben entrar al infierno. Es cierto, sin embargo, que los santos y profetas de Dios irán allí para mirar, sin sufrir castigo alguno; y los justos, sólo sufriendo temor. ¿Y qué digo yo? Os digo que allí irá incluso el Mensajero de Dios,para contemplar la Justicia de Dios. Entonces en Infierno arderá ante su presencia. Y ya que el tiene carne humana, todos los que tengan carne humana y estén siendo castigados, en tanto que el Mensajero de Dios permanezca allí para contemplar el infierno, durante ese tiempo estarán ellos sin castigo. Pero él permanecerá allí solo lo que toma cerrar y abrir los ojos. Y esto lo hará Dios para que toda creatura sepa que ella ha recibido beneficio del Mensajero de Dios.



Cuando el vaya allí todos los demonios gritarán, y tratarán de esconderse debajo de las brasas ardientes, diciendo unos a otros: "Volad, volad, que aquí viene Mohammed nuestro enemigo!". Al oír lo cual Satanás se golpeará la cara con ambas manos, y gritando dirá: "¡Tú eres más noble que yo, a mi pesar, y eso es injusto!".



En cuanto a los fieles, los cuales son en 72 grados, aquellos de los últimos dos grados, los cuales hayan tenido la fe sin obras - uno entristeciéndose por las buenas obras, y el otro deleitándose en el mal - ellos vivirán en el infierno 70.000 años. Después de esos años vendrá al infierno el Angel Gabriel, y los oirá diciendo: "Oh Mohammed, donde están tus promesas hechas a nosotros, diciendo que quienes tengan tu fe no vivirán en el infierno eternamente?". Entonces el ángel de Dios regresará al Paraíso, y habiéndose acercado con reverencia al Mensajero de Dios le marrará lo que oyó. Entonces su Mensajero le hablará a Dios y dirá: "Señor, Dios mío, recuerda la promesa hecha a mí, Tu siervo, acerca de los que recibieron mi fe, de que ellos no vivirán eternamente en el Infierno". Dios responderá: "Pide lo que quieras, oh Mi amigo, ya que Yo te daré todo lo que pidas".



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Entonces el mensajero de Dios dirá: "Oh Señor, hay entre los fieles quienes han estado en el Infierno 70.000 años. ¿Donde, Señor, está tu misericordia? Te ruego, Señor, que los libres de esos amargos castigos". Entonces Dios ordenará a los cuatro ángeles favoritos de Dios que vayan al infierno y saquen a todo el que tenga la fe de Su Mensajero, y los conduzca al paraíso. Y esto ellos harán. Y será tal la ventaja de la religión del Mensajero de Dios, que quienes hayan creído en él, aún cuando no hayan hecho ninguna buena obra, ya que ellos murieron en esta fe, irán al Paraíso después del castigo del que he hablado.



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Cuando la mañana llegó, temprano, todos los hombre de la ciudad, con las mujeres y los niños, acudieron a la casa donde estaba Jesús con sus discípulos, y le rogaron diciendo: Señor, ten piedad de nosotros, porque este año los gusanos se han comido el grano, y no recibiremos pan alguno en nuestra tierra.



Jesús contestó: Oh qué miedo el vuestro! ¿No sabéis que Elías, el siervo de Dios, mientras continuó la persecución de Ahab durante tres años, no vio pan, alimentándose sólo de hierbas silvestres? David nuestro padre, el profeta de Dios, por dos años comió frutas y hierbas silvestres, andando perseguido por Saúl, tanto que solamente dos veces comió pan él.



Los hombres respondieron: Señor, ellos eran profetas de Dios, alimentados de placer espiritual, y por lo tanto ellos soportaron bien; pero ¿como vivirán estos pequeños?, y ellos le mostraron la multitud de sus hijos. Entonces Jesús tuvo compasión de su miseria, y dijo: ¿Cuánto falta para al cosecha?. Ellos respondieron: Veinte días. Entonces dijo Jesús: Ved que durante estos veinte días nos dediquemos al ayuno y la oración; ya que Dios tendrá misericordia de vosotros. En verdad os digo, Dios ha provocado esta escasez porque aquí empezó la locura de los hombres y el pecado de Israel cuando ellos dijeron que yo era Dios, o hijo de Dios.



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