viernes, 28 de julio de 2017

SEXO Y EDAD, SEXO EN OCCIDENTE, SEXO EN ORIENTE (FILOSOFÍA ORIENTAL) OSHO


PARA MEDITAR

La sexta pregunta:
Me estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés en las mujeres. ¿Qué debo hacer?

Señor, ¡siga perdiendo su interés! Eso está perfectamente bien, no hay nada de malo en ello. Y tenga la seguridad de que ninguna mujer le echará de menos. Por el contrario, estarán todas muy contentas.

Pero, sobre todo en Occidente, desde que Freud abrió la caja de Pandora, ha surgido la idea de que hay que permanecer sexuales hasta el mismo fin, porque el sexo es un sinónimo de la vida. De manera que, incluso si tienes setenta u ochenta años, tienes que seguir interesado en el sexo. Si pierdes el interés en el sexo, eso significa que estás perdiendo el interés en la vida, eso significa que ya no eres necesario, eso significa que ahora eres inútil. Puedes caerte muerto o ir al parlamento, pero eres inútil.

Esta idea de que el sexo y la vida son sinónimos no tiene ningún fundamento. El sexo y la vida son sinónimos a cierta edad. En la infancia no son sinónimos, en la juventud son sinónimos, en la vejez vuelven a no ser sinónimos. Son fases. El niño no está interesado, el joven sí está interesado..., y su único interés es el sexo.

Pero en Occidente prosigue un esfuerzo por permanecer joven: no deberías envejecer. La gente sigue engañándose a sí misma de muchas maneras con que sigue siendo joven. Se encuentran una y otra vez nuevas panaceas, nuevos tipos de elixires que te mantendrán joven para siempre, y la gente es tan tonta que siempre está dispuesta a aceptar cualquier sandez para seguir siendo joven. La vejez es considerada como una especie de enfermedad. Ser viejo significa estar enfermo... en Occidente. Eso no es correcto.

La vejez tiene sus propias cosas bellas, sus propios tesoros, de igual manera que la juventud tiene sus propias cosas bellas y tesoros. Y ciertamente, los tesoros que encuentra una persona mayor son mucho más valiosos que los tesoros de la juventud, porque el anciano ha vivido su juventud. Ha conocido todo eso, ha visto eso, ha pasado por ello. Ha vivido la ilusión y ha conocido la desilusión de todo ello. Ahora es más sabio que nunca; se está volviendo inocente de nuevo. Cuando desaparece el sexo alcanzas un tipo de inocencia: te vuelves un niño de nuevo..., y un niño maduro.

En Oriente tenemos una visión de la vida totalmente diferente. En Oriente hemos respetado a los viejos, no a los jóvenes, porque los viejos están en su punto culminante: el viaje de la vida que llega a su objetivo. En Occidente los viejos son solo algo a desechar; los viejos solo sirven para echarlos a alguna chatarrería. Hacéis casas para los ancianos en las que vais amontonándolos, o en los hospitales. Nadie quiere tener nada que ver con los viejos..., como si fueran insignificantes, inútiles. Y han vivido toda su vida, y han aprendido muchos secretos de la vida: pueden ser grandes maestros; solo ellos pueden ser maestros.

En Oriente éste ha sido el camino tradicional, que la persona mayor debe ser la maestra de los jóvenes, porque ha vivido, crecido, comprendido. Puede darte una dirección mejor, con más madurez, con más claridad. La vejez es la edad para prepararse para la muerte. Y ésa es la mayor preparación, porque vas a emprender el viaje más largo... a lo desconocido. Si permaneces interesado en el sexo, te mantendrá distraído de la muerte. Eso es lo que está sucediendo en Occidente.

En Occidente la gente aún no ha aceptado que la muerte forma parte de la vida. La muerte es un tabú, igual que el sexo era un tabú hace cien años. Nadie hablaba del sexo hace cien años. Era imposible hablar de ello o escribir sobre ello. Era un tabú tal que en la era victoriana las damas solían cubrir también las patas de las sillas..., porque son piernas, y las piernas no debían ser mostradas.

Freud introdujo una gran revolución. El mundo está esperando otro Freud que destruya el tabú, aún más grande, de la muerte. Él destruyó el tabú del sexo, y el mundo es mucho mejor debido a ello. Freud es uno de los grandes benefactores. Es necesario otro Freud que destruya otro tabú... que es más grande.

Hay que aceptar la muerte. Al aceptar la muerte comienzas a aceptar la vejez. Y en la aceptación hay relajación. Y cuando ya no estás interesado en el sexo, puedes enfocar toda tu atención en la muerte. Recuerda, el sexo y la muerte son polos opuestos; si permaneces interesado en el sexo, ¿cuándo te prepararás para la muerte? Tu atención permanecerá enfocada en el sexo y morirás sin ninguna preparación.

La meditación es una preparación para la muerte. Ahora prepárate para la muerte: medita. Ya no estás interesado en las mujeres; bien. Ahora interésate en tu propio ser. La mujer está fuera de ti; ése es un interés en el otro. O, si eres una mujer, entonces el hombre está fuera de ti, y ése es su interés en el otro. Ahora interésate en ti mismo: ahora lánzate al descubrimiento de ti mismo, ahora emprende un viaje interior.

Preguntas: «Me estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés en las mujeres. ¿Qué debo hacer?» Pierde el interés. Deja que suceda. No intentes crearlo innecesariamente. Si se está yendo por sí mismo, es hermoso.

He oído que...

Al volver a su piso muy tarde, Max, de setenta y seis años, se sobresaltó al encontrar a una chica de unos dieciocho años saqueando el apartamento.
«¡Jovencita, eres una ladrona!», dijo. «Voy a llamar a la policía.»
«Señor», imploró ella, «si me detienen de nuevo, me encerrarán durante años. ¡Por favor, no llame a la policía!».
«Lo siento, pero tengo que hacerlo», contestó Max.
«Mire», sollozó ella, «haré cualquier cosa. Le entregaré mi cuerpo».
«De acuerdo», dijo el anciano, «quítate la ropa y métete en la cama».
La chica lo hizo y Max no tardó en seguirla. Lo intentó y lo intentó y lo intentó durante unos veinte minutos. Exhausto y vencido, al final desistió.
«Es inútil», suspiró Max. «No puedo hacerlo. Tendré que llamar a la policía.»

Y tú me preguntas qué hacer: «¿Qué debo hacer?» ¿Quieres llamar a la policía? Ya basta. Deja ya esas tonterías; abandona la obsesión. Ahora dirige tu energía hacia la muerte: ahora mira a la muerte cara a cara, ahora encuéntrate con la muerte. Y encontrarse con la muerte es la mayor experiencia de la vida. Y si puedes encontrarte con la muerte, llegarás a saber que eres inmortal, que solo el cuerpo muere y que tú nunca mueres. Y una vez que lo has sabido, estás listo, listo para el viaje. Y cuando llegue la muerte irás a ella riéndote y bailando y cantando.

Y un hombre que puede ir a la muerte riendo, bailando y cantando, con oración, con meditación, llega a conocer el mayor orgasmo que existe en el mundo. El orgasmo sexual no es nada, porque en el orgasmo sexual solo una parte minúscula de tu energía vital deja tu cuerpo y sientes una gran relajación. En la muerte toda tu energía vital deja el cuerpo. Ningún orgasmo sexual puede compararse a ese orgasmo cósmico, a ese orgasmo total que te trae la muerte.

No te pierdas la muerte. La muerte te va a dar el mayor regalo de la vida, el regalo de despedida. Pero solo unas pocas personas lo alcanzan, porque nadie está listo para él. La muerte te pilla desprevenido. Y estás tan asustado, y estás tan ocupado con el sexo que te aferras a la vida.

¿Sabes que sucede casi siempre...? En Oriente ha sido uno de los secretos para conocer a un hombre. Cuando muere un hombre, si se está aferrando demasiado a la vida y aún está interesado en el sexo, morirá con una erección. Eso muestra que el pobre hombre murió sin estar preparado; incluso en la muerte estaba lleno de fantasías sexuales. Sucede casi siempre. A menos que te hayas convertido en un gran meditador, te sucederá también a ti, que cuando te estés muriendo fantasearás con el sexo: estarás haciendo el amor, al menos en tu imaginación. Ésa no es la manera de morir. Eso insulta a la muerte e insulta a Dios y te insulta a ti mismo.

Deja que desaparezca el sexo; ya es hora. Relájate en la no-sexualidad. La no-sexualidad te centrará. Deja de perseguir a las mujeres y empieza a perseguirte a ti mismo; no puedes hacer las dos cosas. Y prepárate: la muerte puede abatirte en cualquier momento. Nunca se sabe cuándo va a llegar: prepárate, permítete disfrutar la meditación todo lo posible. Transforma tu energía sexual en energía meditativa. Es la misma energía, solo cambia la dirección: ya no fluye hacia abajo y hacia fuera, empieza a fluir hacia dentro y hacia arriba. Y esta misma energía abre en ti el capullo de la flor dorada. Este es todo el secreto.

Ahora has llegado naturalmente al punto apropiado, y me estás preguntando: «¿Qué debo hacer?» Estás pidiendo alguna receta para volver a crear la sexualidad que está desapareciendo. Estás pidiendo algún apoyo, estás pidiendo alguna ayuda, para poder seguir jugando el mismo juego tonto..., incluso en la vejez.

Está bien cuando eres joven, porque entonces eres tonto. Es muy raro volverse alerta, consciente y meditativo cuando se es joven. Si puedes hacerlo, tienes una genialidad excepcional. Pero si ni siquiera puedes volverte meditativo en la vejez, entonces eres simplemente estúpido, completamente estúpido. Está bien hacer el tonto cuando eres joven. Esa necedad forma parte del crecimiento, te ayuda. La mujer o el hombre externo se convierten en un espejo; te reflejan, te ayudan a ver quién eres. El amor es muy revelador. Pero al final uno tiene que llegar a verse a sí mismo dentro, no en un espejo. Hay que dejar incluso el espejo. Hay que estar solo. Y la pureza de la soledad es infinita. Y el gozo de la soledad es eterno.
Ahora ha llegado el momento. Deja que se vaya este interés en las mujeres y de pronto descubrirás que surge en ti otro interés...; es casi simultáneo: el interés en la meditación. Y entonces puedes tener el último regalo que puede darte la vida: una muerte meditativa, una muerte en satori, en samadhi, en éxtasis, y conocerás la experiencia orgásmica total. Esa experiencia es suficiente; entonces nunca volverás a la vida, al cuerpo, a esta prisión.
En Oriente éste ha sido nuestro objetivo: cómo no volver a nacer. Porque todo este proceso de nacer y morir una y otra vez es un proceso aburrido. Es absolutamente fútil. En último término, es solo un sueño, y ni siquiera es un sueño agradable, sino una pesadilla.

Mi sugerencia para ti es: has vivido tu vida, has visto los placeres del cuerpo, has sondeado las relaciones y has aprendido lo que se podía aprender de ello; ahora es el momento de ir hacia dentro.


POBRECITOS ANIMALES. SALVÉMOSLOS DE LA MALA GENTE

Pobres animalitos de Dios. Primero pensé que era una piedra blanca o un montón de arena. Pero un montón de arena o una piedra blanca no dice "miau, miau" con desesperación. Ni se mueven. Era un gato recién nacido, y no digo que fuera pequeño, no. Era recién nacido. Dudo hasta de que la gata madre los hubiera contado antes de que se los quitaran. Aquí no hay necesidad de matar a los gatos recién nacidos, pero se hacen verdaderas salvajadas con los animales. Se adopta un "galgo" para enseñarle a cazar. Si, cuando llega la temporada, el animal no muestra las dotes suficientes, el pueblo se llena de cachorros "galgos" abandonados. Durante la temporada de caza, todos los perros que se ven sueltos por el pueblo son abandonados. Quizá encuentren cobijo en alguna casa, pero es raro. La gente no quiere animales en casa, cuando nos hemos criado entre gallinas, conejos, burros, mulas y hemos dormido incluso en las cuadras porque se estaba caliente. Ahora, las casas son limpias, relucientes, en las cuadras se han hecho grandes cuartos de baño, en los corrales no hay gallinas; se han asfaltado de forma geométrica y los árboles y flores se han diseñado de acuerdo con revistas. Los suelos, antes de cemento, relucen ahora de plaquetas último modelo. No, no hay sitio para animales. Y, cuando la gata de casa, que por supuesto nunca entra porque para eso tiene el patio, pare una camada, se mete en un saco y se dan golpes contra las paredes. La sangre se me alborota sólo al escribirlo. ¡¡¡ Malditos seamos todos por lo que hemos llegado a ser!!!.

Así que recogí al gatito, al que desde el principio le hemos llamado "Bolita". Yo no sabía qué se hacía con un gato recién nacido. Eso lo han sabido siempre mis gatas, que para eso eran sus madres. Pero este pobre no tenía madre, así que a ver..... Antes de darme consejos y orientarme, nadie se privó de llamarme loca, advertirme que se moriría, que un gato recién nacido no vive sin la madre, que mejor lo hubiera dejado en el camino. A mí, como si me cantaran la Parrala. Yo quería que ese gatito no se muriera. y, no digo que los niños sean como los gatos, pero también los niños son recién nacidos y, algunos, si no encuentran a su madre, se agarran a un clavo ardiendo, porque la vida tiene mucha fuerza y, todo ser que nace, quiere vivir.

Con esta idea fuimos (Snoopy y yo) a la farmacia: biberón, leche en polvo para recién nacidos, pañales para dormir que esté calentito. Trapos viejos y limpios, de esos que todas las mujeres guardamos cuando se nos rompe alguna sábana. Toallitas de bidé. En fín, como si nos hubieran dejado en la puerta un niño en versión gato..

Y ya lleva tres días en casa. Snoopy, al principio, se llevó un susto de muerte cuando lo vió moverse. Pero lo debió ver tan pequeño, que le empezó a lamer para que no llorara (digo yo), bajo mi atentísima mirada. Ahora, se ha convertido en el guardián. Si se sale de su cesta, Snoopy me avisa, Si se despierta, Snoopy me avisa. Si se mea en el suelo, Snoopy me avisa. Snoopy parece que tampoco quiere que se muera "Bolita". Por Internet leo que si consigo que viva tres semanas, el gato se habrá librado de la muerte. Sigo todos los consejos que encuentro: no lo pongo bocarriba, lo pongo en diagonal para que tome el biberón, le pongo mi dedo para que ponga su mano mientras bebe, le doy masajes en la barriga para estimularle el pis y la caca y, sobre todo, porque es lo que más busca, le dejo que se acurruque en mi mano. No es que yo tenga las manos enormes, es que él es mínimo. Me suda la mano, pero, si la muevo se despierta. Tiene las uñas como alfileres y yo la mano llena de pinchazos como si me hubiera salido un salpullío.

Ahora, todo el vecindario está pendiente del gato. Todo el mundo me pregunta por el gato y, sobre todo cómo lo ha tomado Snoopy. Opinaban que me iba a ser muy difícil hacer que el perro lo aceptara. Pues lo ha aceptado. Yo procuro que mis atenciones al gato no mengüen sus derechos adquiridos.

Y, como no hace más que maullar, Snoopy y yo estamos muertos de sueño.

Ojalá, la vida triunfe. Ojalá quien lo tiró pase un verano lleno de ratones. Que esa es otra. Nadie quiere gatos en casa y se quejan de que se les meten los ratones de campo....... Te digo yo que.....

jueves, 27 de julio de 2017

EGO MASCULINO, EGO FEMENINO, (FILOSOFÍA ORIENTAL) OSHO


PARA MEDITAR

Me resulta casi imposible rendirme al ego masculino. En vez de ello, me vuelvo competitiva, dura con resistencia o asustada. ¿Puedes decir algo sobre esto?

Sagarpriya, el ego no es masculino ni femenino. El ego es simplemente el ego. Lo que se vuelve duro con resistencia al ego masculino es el ego femenino.

Eres consciente del ego masculino; no eres consciente de tu propio ego. ¿Quién se resiste a rendirse? Toma más consciencia de tu propio ego y entonces todo será más fácil. Todo el mundo es consciente el ego del otro, pero no se puede hacer nada con el ego del otro. Lo único que se puede hacer es solo con uno mismo.

Dices: «Me resulta casi imposible rendirme al ego masculino.» ¿Quién es ésta a la que le resulta casi imposible? ¡Descúbrelo! Y entonces te sorprenderás: el ego es el ego; no es masculino ni femenino. No lo dividas. Los egos no tienen sexo, no tienen género; es la misma enfermedad. Si una mujer tiene cáncer, es cáncer; si un hombre tiene cáncer, es cáncer. No es masculino y femenino. El ego es exactamente igual: el cáncer de la mente.

¿Y quién te dice que te rindas al ego masculino? La rendición, la entrega, nunca es al otro. Cuando dos personas se enamoran, ambas se rinden al amor, ninguna se rinde a la otra. Si el otro pone esfuerzo para que te rindas a él, evítalo: esto no es amor. El amor nunca exige rendición. La rendición, la entrega, sucede de manera natural en el amor. No se exige.

Si el hombre exige rendición por tu parte, no te ama. No te enredes en semejante aventura tan poco amorosa. Te odia; de lo contrario, ¿por qué iba a exigirte que te rindas? Quiere poseerte, quiere reducirte a una cosa. Quiere usarte, aprovecharse de ti. Te considera solo un cuerpo, un mecanismo. No te respeta como persona, como una presencia. Esto es humillante, esto no es amor. Evítalo.

Pero la rendición, la entrega, sucede cuando hay amor. Y nadie la exige, y nadie se rinde al otro: ni el hombre a la mujer ni la mujer al hombre. Ambos se rinden al dios del amor. Ambos se entregan a esta nueva apertura de su ser. Y cuando ambos se rinden al amor, hay belleza y hay libertad. No quedas reducido a un esclavo. De hecho, solo en el amor alcanzas dignidad, solo en el amor alcanzas tu grandeza, solo en el amor emites tu esplendor. Ésta es la indicación del amor verdadero: que te vuelves más de lo que eras antes, no menos, y eres más libre que nunca.

El amor da libertad. Ése es el sabor mismo del amor. Si falta eso, si va en contra de la libertad, entonces evítalo como evitarías la peste. No entres en eso: es otra cosa que se hace pasar por amor. Pero cuando hay amor verás que la entrega ya ha sucedido; es simultánea. En el momento en que sientes amor por alguien, la rendición ya ha sucedido. Eso es el amor: no una rendición al otro permíteme repetirlo, sino una rendición a una fuerza desconocida que ha tomado posesión de vosotros dos. Pero eso es totalmente diferente de ti y totalmente diferente del otro. Ambos os habéis doblegado ante una energía desconocida. Os volvéis pilares separados el uno del otro, pero sustentando el mismo techo: sustentáis algo que está más allá de ambos, por encima de ambos, que os transciende; pero permanecéis separados.

El amor hace que seas más un individuo. No borra tu individualidad. Te da tu individualidad, te da tu unicidad. El amor es muy respetuoso.

Sagarpriya, dices: «Me resulta casi imposible rendirme al ego masculino. En vez de ello, me vuelvo competitiva, dura con resistencia o asustada.»

Ésas son las maneras del ego. Puede que el otro tenga ego, puede que no no conozco al otro, ¿quién es ese otro?, pero una cosa es segura: tú tienes un ego muy sutil. Ese ego se vuelve competitivo. El ego es competitivo, intrínsecamente competitivo. El ego se llena de resistencia o se asusta, y en el miedo, en la resistencia, en la lucha, en la competitividad, se destruye el amor.

Una cosa es segura: tienes que tomar consciencia de tu actitud sutilmente egoísta en la vida. Deséchalo. Al menos deja que desaparezca por tu parte. Y entonces te sorprenderás: puede que el otro no estuviera exigiendo ninguna rendición; era solo tu ego que proyectaba eso en el otro. Si es así, ahora puedes rendirte al amor. Si no es así y el otro sigue exigiendo y solo podrás saberlo acertadamente cuando no haya resistencia en ti, cuando no haya miedo en ti ni competitividad en ti, entonces tendrás claridad, tendrás transparencia, serás capaz de ver el trasfondo de todo y sabrás inmediatamente si el otro te está exigiendo que te rindas a él o si la exigencia viene de algo que está más allá de ambos. Si es de más allá de ambos, ríndete. Si viene del otro, evítalo; esa otra persona está loca. Necesita toda tu compasión; compadécele, pero no te enamores, porque enamorarse de un ególatra es peligroso: te destruirá.

Al menos eso te lo debes a ti misma.

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El hombre no es una isla; nada lo es. Todo está interrelacionado. La independencia, la palabra misma, es falsa; y también la dependencia. La realidad es interdependencia.

Todo está tan profundamente conectado con todo lo demás que nada puede existir aparte. Si puedes comprender una pequeña rosa en su totalidad, con la raíz y todo, habrás comprendido todo el cosmos, porque todo el cosmos está involucrado en esa pequeña flor. En la más pequeña hoja de hierba está contenido todo. Pero recuerda, como Fa Tsang le dijo a la emperatriz: todas las ilustraciones, todas las descripciones, son estáticas, y la existencia es un flujo mecánico. Es un río. Cada cosa sigue moviéndose en cada una de las demás cosas. Es imposible trazar líneas en las que acabe una cosa y comience otra; no hay líneas de demarcación; no puede haberlas. De manera que todas las distinciones existen tan solo con propósitos prácticos; no tienen valor existencial.

Esto es lo primero que hay que comprender. Esto es fundamental para la alquimia taoísta. Una vez que se comprende esto, entonces toda la alquimia del taoísmo se vuelve comprensible. Entonces lo inferior puede transformarse en lo superior, porque lo inferior ya contiene a lo superior. El metal base puede ser transformado en oro porque nada está separado: el metal base ya contiene el oro: como es arriba es abajo, como es abajo es arriba.

La idea misma de que todo está interconectado hace posible la transformación. Si las cosas no están interconectadas, entonces no hay posibilidad de ninguna transformación. Si el mundo consiste en las mónadas del filósofo Liebnitz individuos atómicos, separados, sin ventanas, sin conectarse mutuamente en absoluto porque no tienen ventanas, entonces no hay posibilidad de ninguna transformación.

La transformación solo es concebible porque tú eres yo, yo soy tú; nos interpenetramos. ¿Puedes considerarte separado incluso un solo momento? Ni siquiera puedes imaginarte separado. La flor no puede estar separada del árbol; en el momento en que lo está, muere. El árbol no puede estar separado de la tierra, la tierra no puede estar separada de sol, el sol no puede estar separado de las demás estrellas, y así sucesivamente. Separas la hoja y la hoja muere. Separas la flor, la flor muere. Separas el árbol de la tierra, el árbol muere. Separas la tierra del sol y la tierra muere.

La muerte significa separación; la vida significa no-separación. Por eso el ego está destinado a morir, porque ésa es tu idea de la separación. Considerarse a uno mismo desde el punto de vista del ego es la única causa de la muerte, porque el ego ya está muerto. Puedes seguir azotando al caballo muerto, pero ¿durante cuánto tiempo? Va a morir. Ya está muerto, por eso va a morir. Lo que está vivo en ti no puede morir: la vida es eterna. Pero la vida no es tuya, no puedes poseerla. La vida le pertenece a todo. La vida tiene enormidad, infinitud. La muerte es diminuta, la muerte es individual; la vida es universal. De manera que cuando vives formas parte del universo, y cuando mueres, solo mueres porque piensas que estás separado. Cuanto más te sientas parte de la totalidad, más vida tendrás.

Jesús dice: «Ven a mí y te daré vida abundante.» ¿Cuál es el secreto de la vida abundante? El secreto es: muere como ego, desaparece como entidad separada, y todo el universo y todo lo que contiene es tuyo. Deja de poseer y todo es tuyo. Posee y eres minúsculo y limitado, y vas a morir. El secreto de estar más vivo consiste en un fenómeno simple de abandonar la idea de la separación. Y cuando sucede, sientes que la vida se vuelve ardiente en ti. Incluso si sucede en pequeña medida...

Si te enamoras de alguien, la vida es ardiente en ti. Y no es que haya sucedido gran cosa: simplemente dos personas que se sienten una. Aprende la lección del amor: simplemente dos personas que se sienten una, ¡y qué alegría y qué éxtasis! Piensa, si te enamoras de la totalidad, cuánto éxtasis y cuánta alegría van a suceder. Eso es la vida abundante, la vida infinita.

Sepárate... Hay personas que viven de una manera tan egoísta que no pueden amar; son las personas más desgraciadas del mundo. Mi definición del infierno es: vivir separado es el infierno. Vivir sin separación es el cielo; desaparecer completamente, absolutamente en la totalidad, es moksha, nirvana: es la libertad suprema.

Lo segundo que hay que comprender: que la vida es polar. Eso es también fundamental en el enfoque taoísta. Pero la polaridad no es la de la oposición. La polaridad significa que los opuestos son complementarios el uno del otro, se apoyan mutuamente. La vida no puede existir sin la muerte; por eso la muerte no es el enemigo. ¿Cómo va a ser la muerte la enemiga de la vida si la vida no puede existir sin ella? Tiene que ser la amiga: le prepara el terreno a la vida, ayuda a la vida, provoca a la vida, desafía a la vida.

Simplemente piensa: si tu cuerpo fuera a vivir eternamente, no vivirías en absoluto, porque tendrías un infinito para posponerlo todo. «¿Por qué amar hoy si hay mañana? Y si el mañana es infinito, entonces ¿para qué molestarse? ¿Por qué bailar hoy? Ya veremos mañana.» Simplemente imagina: si tu vida corporal fuera a ser eterna, tu postergación se volvería eterna.

No puedes postergar, porque no estás seguro de si va a haber un mañana o no. Nadie sabe si llegará la siguiente respiración o no, por eso solo los tontos postergan. El sabio vive, y el sabio vive aquí-ahora. No puede permitirse la postergación, porque sabe: «Solo este momento es mío, solo este mismo momento es mío. El momento siguiente puede que lo sea, puede que no. ¿Cómo voy a posponer? ¿Cómo voy a decir "mañana"?»

El tonto posterga hasta mañana, el sabio vive ahora. El sabio no conoce otro tiempo que ahora ni otro espacio que aquí, y el tonto se mete en cosas que podían haberse postergado eternamente...; las vive ahora mismo. Si está enfadado, lo vive ahora mismo. Si está amoroso, dice: «Ya veremos mañana.» Todo lo que es estúpido lo sigue viviendo, y todo lo que es luminoso lo sigue postergando. El sabio también posterga, pero solo posterga las estupideces.

Gurdjieff solía decirles a sus discípulos: «Cuando murió mi padre, yo tenía solo nueve años. Me llamó para que me acercara a su lecho de muerte y me susurró al oído.» Debió haber amado inmensamente a este niño. Debió haber visto el potencial del chico. Le susurró al oído: «No tengo nada que darte más que un pequeño consejo, y no sé si serás capaz de comprenderlo ahora mismo o no. ¡Pero recuérdalo! Puede que algún día seas lo suficientemente capaz, lo suficientemente maduro para comprenderlo. Simplemente recuérdalo. Y es un consejo sencillo: si quieres hacer algo malo, postérgalo durante veinticuatro horas, y si quieres hacer algo bueno, no lo pospongas nunca ni un solo momento. Si quieres estar enfadado, violento, agresivo, postérgalo durante veinticuatro horas. Si quieres ser amoroso, compartir, no lo pospongas ni un solo momento, ¡Vívelo ahora mismo, inmediatamente!»

Y Gurdjieff solía decirles a sus discípulos: «Ese simple consejo transformó toda mi vida.»

¿Cómo vas a enfadarte si puedes postergarlo durante veinticuatro horas? Es imposible. Estar tan calmado y sosegado como para posponerlo durante veinticuatro horas es garantía suficiente de que no te vas a enfadar. ¿Y quién puede enfadarse si puede postergarlo durante veinticuatro horas? Veinticuatro horas de contemplación y todo el absurdo te resultará obvio, y todo te parecerá ridículo. Y Gurdjieff se transformó realmente con este simple mensaje. A veces, mensajes muy simples pueden transformarte..., pero tienes que vivirlos.

La vida existe porque hay muerte. La muerte le da intensidad a la vida, la muerte desafía a la vida. Te provoca para que vivas y para que vivas al máximo, de manera óptima; porque, ¿quién sabe...?, puede que no haya mañana. La muerte siempre está provocándote, acuciándote a vivir, y a vivir con totalidad. Entonces la muerte no está en contra de la vida, sino que es una amiga.

Lo mismo sucede con todas las polaridades: lo negativo y lo positivo, el amor y el odio, la belleza y la fealdad, el día y la noche, el verano y el invierno, y también es el caso del hombre y la mujer. El hombre no puede existir sin la mujer y la mujer no puede existir sin el hombre. Forman parte de un proceso dialéctico. Entre estos dos polos hay tanta atracción como repulsión, porque la atracción y la repulsión no pueden existir separadas. Por eso te sientes atraído hacia la mujer o hacia el hombre y, al mismo tiempo, repelido. Una parte de ti quiere estar con la mujer, una parte de ti quiere estar solo. Siempre estás titubeante.

Si estás con la mujer o con el hombre, empiezas a anhelar libertad: estar a tu aire, estar solo. De pronto te interesa mucho estar solo y ser libre, y no sabes de dónde viene este deseo de ser libre. La mujer o el hombre, la otra persona, lo está provocando. En cuanto hayas dejado al otro, este deseo, este anhelo, este gran anhelo de estar solo desaparecerá. Y entonces te sorprendes, estás realmente sorprendido: cuando estas solo simplemente te sientes solo. No sientes esa alegría que habías imaginado, no ves ninguna libertad; simplemente ves que te rodea la soledad y toda tu existencia se vuelve fría, helada, oscura. Surge de nuevo el deseo de estar con el otro. Ahora anhelas amor, unión.

Éste es el problema entre el hombre y la mujer: se sienten atraídos y repelidos a la vez, simultáneamente. Quieren llegar a estar juntos y quieren estar separados y solos, a su aire. De ahí el conflicto constante entre el hombre y la mujer.

El matrimonio es un asunto de amor-odio, una historia de atracción-repulsión. Si el matrimonio dura mucho, solo puede durar si hay mini-divorcios que suceden cada día; solo entonces puede durar. Si el hombre y la mujer han decidido no luchar, entonces es un matrimonio plástico. Estarán juntos, se las arreglarán para estar juntos, pero nunca estarán realmente juntos; nunca conocerán esos momentos de unidad. Están solo fingiendo. Están siendo corteses, pero no son reales, auténticos.

El matrimonio es una especie de enemistad íntima. Es una enemistad íntima, es una lucha amistosa, es una guerra. Sí, entre dos guerras hay también momentos pacíficos, y son bellos debido a las dos guerras.

Las parejas siguen luchando; así es como mantienen viva la llama del amor. Cuando luchan, se separan. Cuando están lejos el uno del otro en su psicología, empiezan a anhelar al otro, empiezan a echar de menos al otro. Entonces empiezan a buscar y a ir a tientas al otro. Entonces se acercan, y se acercan mucho... porque han probado algo de la soledad. Ahora quieren estar muy cerca el uno del otro. Una vez que han probado la cercanía, quieren volver a estar separados.

Así que no te preocupes por ello. Es un fenómeno fundamental. No puedes escapar de él. La única manera de escapar es tener un matrimonio fingido, que no sea un verdadero matrimonio: permaneced corteses el uno con el otro. Es una especie de contrato en el que: «Te necesito y tú me necesitas a mí», en el que: «Yo te rascaré la espalda y tú me la rascarás a mí», eso es todo, «porque te necesito y tú me necesitas a mí. Eres mi seguridad, yo seré tu seguridad». Es un contrato legal, pero no es un matrimonio.

Ésta es la segunda cosa fundamental que hay que comprender antes de poder adentrarte en los sutras.

Y lo tercero y fundamental: la tercera cosa fundamental es que ningún hombre es solo hombre y ninguna mujer es solo mujer. El hombre es las dos cosas, la mujer es las dos cosas; ambos son ambas cosas. El hombre contiene una mujer dentro de él y lo mismo sucede con la mujer: la mujer contiene un hombre dentro de ella. De manera que no es solo una cuestión del hombre externo o la mujer externa; es también un fenómeno interno, porque lo externo y lo interno se corresponden. Igual que dije: «como es abajo es arriba», puedo decir: «como es fuera es dentro».

Tu realidad interna es también la misma que tu realidad externa: se corresponden, se equilibran. Ahora surgen más complejidades, porque cada hombre tiene una mujer dentro de él y tiene que convenirse con ella. No es solo una cuestión de tener fuera una mujer a la que amas; de ser así, las cosas habrían sido menos complicadas.

Cuando dos personas están enamoradas, en realidad hay cuatro personas. En cada cama hay cuatro personas...; puedes entender la complejidad. Cuando dos personas hacen el amor, hay cuatro personas haciendo el amor, ¡siempre es sexo en grupo!, porque el hombre tiene una mujer dentro de él y la mujer tiene un hombre dentro de ella. Y tiene que ser así, porque cada uno nace del matrimonio de un hombre y una mujer. Habrá en ti algo del padre, el cincuenta por ciento; habrá en ti algo de la madre, el cincuenta por ciento. En cada persona contribuye el padre y contribuye la madre. Puede que biológicamente seas un hombre; eso muestra solo que físicamente tienes el mecanismo del hombre, pero en lo profundo de tu psique no eres ni hombre ni mujer, eres ambas cosas. Por eso digo que tenemos que usar una palabra para ambos, hombre y mujer...

Hasta ahora hemos estado usando «hombre»; eso significa que abarca a ambos. Esto es solo porque el hombre ha sido muy dominante en el pasado. Pero en el futuro puede que el péndulo se balancee al otro polo, y eso será mucho más verdadero, porque [en inglés] la palabra man [hombre] no contiene la palabra woman [mujer], pero la palabra woman contiene man. Será mejor usar woman como palabra general para ambos. Y lo mismo sucede con «él» y «ella». «Ella» contiene «él», pero «él» no contiene «ella». Será mejor usar «ella» y woman para ambos. Será mejor usar «ella» para Dios que «él».

Ambos contienen al otro. Debido a esto, existe la posibilidad de la homosexualidad; debido a esta dualidad fundamental interna. Puedes ser un hombre por fuera y puede que armonices con tu mujer interna. No hay problema en ello. Tu espíritu permanece libre. Por dentro puede identificarse con el hombre interno o puede identificarse con la mujer interna. Si eres un hombre físicamente y te identificas con la mujer interna, la consecuencia será la homosexualidad. Puede suceder de muchas maneras; puede suceder por muchas razones. De modo que la homosexualidad es posible debido a esta dualidad interna.

Y ahora la ciencia es capaz incluso de cambiar tu sexo físico. Eso también es posible, porque se ha descubierto que el hallazgo taoísta es también científicamente cierto. Ahora, cambiando simplemente las hormonas y tu química un poco, el hombre puede convertirse en una mujer y la mujer puede convertirse en un hombre..., incluso fisiológicamente. Eso muestra sencillamente que eres ambos. Incluso la diferencia en el cuerpo es solo de énfasis.

Y a veces sucede también por sí mismo. Se ha descubierto que una mujer se convierte en un hombre o un hombre se convierte en una mujer. La diferencia no debe de haber sido mucha; puede que haya sido muy ligera: cincuenta y uno por ciento hombre, cuarenta y nueve por ciento mujer; la proporción es un poco mayor en el lado de ser un hombre. Puede cambiar en el curso de la vida. Nuevas hormonas, nueva comida, nuevo clima, nueva atmósfera, nuevas emociones, enfermedades o cualquier cosa puede cambiar la proporción, y el hombre puede convertirse en una mujer o la mujer puede convertirse en un hombre. Y ahora la ciencia sabe que puede hacerse muy fácilmente.

Existen todas las posibilidades de que en el futuro la gente se cambie de sexo más a menudo, porque si puedes vivir ambas polaridades en una vida, ¿por qué no? Si puedes disfrutar ambas visiones, ¿por qué no? Tendrás más libertad. Has vivido como hombre treinta y cinco años, y ya es suficiente. Y te gustaría ver cómo es desde el otro lado, porque no hay otra manera de saber cómo es desde el otro lado que estar en ese lado.

Mi propia observación de miles de personas ha sido ésta: que si una persona es un hombre en esta vida, en la próxima vida nace como mujer, y viceversa. Y la razón es simple: se cansa de ser un hombre o se cansa de ser una mujer y empieza a anhelar el otro polo en lo hondo de sí. Y naturalmente, en la siguiente vida, debido a este gran deseo de ser el otro, nace como el otro.

Estos son los tres fundamentos. Primero: todo es interdependiente. Segundo: la vida es polar y las polaridades no son opuestas, sino complementarias. Y tercero: todo es doble por dentro, nada es uno.

En India tenemos el concepto de ardhanarishwar. Eso se corresponde con el enfoque taoísta. Shiva ha sido esculpido, pintado como ambos: mitad hombre, mitad mujer. La mitad de su cuerpo es el de un hombre y la mitad de su cuerpo es el de una mujer. Cuando Occidente descubrió esas estatuas por primera vez, Occidente se rió: parecía muy absurdo. ¿Qué quiere decir? Ahora lo han comprendido. Es una de las cosas más fundamentales de la vida. Así eres tú, igual que Shiva: mitad y mitad.

Estos sutras se ocupan de la polaridad interna, y a menos que transciendas esta polaridad interna no llegarás a lo uno; permanecerás dos. La meditación es una manera de transcender esta polaridad dentro de ti. La meditación te aleja de todos los dualismos.

En la vida corriente permaneces dual y en el espacio de veinticuatro horas cambias muchas veces de un polo al otro. Observa. Puede que seas un hombre, pero a veces eres muy femenino, muy vulnerable. Puede que seas una mujer, pero a veces, durante el día, eres muy masculina. Cuando la mujer es masculina se vuelve muy, muy agresiva; más agresiva de lo que pueda serlo ningún hombre, porque su agresividad está muy fresca, sin usar, de la misma manera que la tierra no usada es muy fértil. Y lo mismo sucede con el hombre. Si un hombre es tierno, es muy tierno; más que la mujer, porque eso es un terreno no usado. Esa parte de su ser no ha sido usada; está fresca, muy viva. De modo que este extraño fenómeno se observa una y otra vez si te vuelves un poco observador.

Generalmente la mujer es amorosa; generalmente el hombre no es amoroso. La mujer solo a veces es beligerante, pero cuando lo es, entonces lo es realmente. El hombre solo es amoroso a veces, pero cuando lo es, lo es realmente. Son partes no usadas de su ser. Cuando se usan tienen frescor.

Esta polaridad interna te mantiene en una especie de angustia, conflicto; sin ella no puedes existir. Lo uno permanece invisible; por eso Dios es invisible. Para volverse visible lo uno tiene que volverse dos. Tienes que escribir con tiza blanca en una pizarra; solo entonces se pueden ver esas letras.

Para existir, uno necesita contraste. Por eso de día no puedes ver las estrellas; por la noche sí puedes: la oscuridad de la noche se convierte en el trasfondo. Las estrellas están ahí tanto como por la noche, no se van a ninguna parte, no pueden irse a ninguna parte. Están donde están. No empiezan a llegar por la noche, no empiezan a esconderse en alguna parte de día; están donde están, pero de día falta el contraste. No puedes verlas, son invisibles.

Dios es invisible. Si quiere volverse visible tendrá que convertirse en hombre y mujer; tendrá que convertirse en dos. Tendrá que volverse materia y espíritu, tendrá que volverse cuerpo y alma, tendrá que volverse esto y lo otro. Solo los dos son visibles. El mundo consta de los dos, el mundo es dual. Y en el momento en que puedas arreglártelas para hacer que esta dualidad desaparezca en la unidad, te volverás invisible. Ése es el significado del dicho taoísta, que parece muy misterioso, de que el hombre del Tao se vuelve invisible. Es muy significativo, pero es una metáfora. No significa que no puedas ver a Lao Tse o que no me puedas ver a mí. Ya me estás viendo; sin embargo, no me estás viendo a mí. Esa parte se ha vuelto invisible. La polaridad ha desaparecido dentro, la dualidad ya no existe. Solo lo dual puede verse, lo no-dual permanece no visto.

Dios tiene que volverse dos; solo entonces es posible el juego, la obra. Las antiguas escrituras indias dicen: «Se sintió muy solo.» Se refieren a Dios. Se sintió muy solo, anheló al otro y por eso se volvió dos. Se volvió hombre y mujer, vaca y toro, y así sucesivamente. Toda la existencia es sexual; con «sexual» quiero decir dual. Toda la existencia es sexual. Tarde o temprano la ciencia va a descubrir que hay planetas que son masculinos y que hay planetas que son femeninos. Tiene que ser así. La astrología antigua dice eso, y estoy totalmente de acuerdo con ella: todo es dual. Por eso se representa al sol como masculino y a la luna como femenina. No es poesía, es un hecho. Puede que la ciencia no lo haya descubierto todavía, pero tiene que ser así. Si todo es dual, entonces no puede haber excepciones.

Tu atracción por la mujer o por el hombre te mantiene en manifestación. Ahora serás capaz de comprender por qué los grandes místicos a lo largo de los tiempos han venido enseñándote cómo ir más allá del sexo: porque a menos que vayas más allá del sexo no entrarás en Dios, a menos que vayas más allá del sexo nunca irás más allá de los dos; permanecerás sujeto a la dualidad del mundo. El «mundo» significa Dios manifiesto, y «Dios» significa el mundo desapareciendo de nuevo en la no-manifestación. Eso también es una dualidad: manifestación, no-manifestación.

En la teología cristiana las cosas no son tan profundas, son muy superficiales. En la teología cristiana solo tienes la creación. ¿Qué hay de la des-creación? ¿Cómo puede haber creación sin des-creación? En la teología oriental ambas están juntas: srushti significa creación, pralaya significa des-creación. Hay un momento en el que Dios se vuelve manifiesto, y luego hay un momento en el que Dios vuelve a ser no-manifiesto: todo desaparece en la nada; llega el cero. Igual que tú, como te dije al principio: estás con tu amado, te cansas, quieres meditar, quieres irte a los Himalayas; Dios también se cansa del mundo, naturalmente, y entonces quiere pasar al retiro, entonces desaparece en la unidad. Llega la disolución, todo desaparece. Pero, una vez más, ¿cuánto tiempo puedes sentarte en una cueva del Himalaya? Incluso Dios se cansa de ello. Empieza a buscar y a indagar y a crear al otro de nuevo.

Y sucede exactamente lo mismo en cada alma individual: vives la vida y entonces te cansas, entonces quieres ir más allá de la vida; has vivido tu cuerpo y estás cansado. Ahora quieres ir más allá del cuerpo. Y entonces puedes comprender mi insistencia, por qué digo que no le tengas miedo al mundo y que no te escapes del mundo, porque el mundo es el lugar mismo en el que sucede la renunciación; es una polaridad. Por eso digo que no te escapes de la mujer o del hombre. Si te escapas, puede que permanezcas interesado.

No te escapes. Vívelo completamente. Disfruta el mundo sin freno, y ese mismo desenfreno se convertirá en renunciación. Solo con ese desenfreno empezarás a sentir que ha llegado la hora de desaparecer en la soledad absoluta. Y solo si estás realmente cansado puedes entrar en esa soledad absoluta.

La gente está abocada a malentenderme. En India soy uno de los hombres peor comprendidos. Piensan que le enseño desenfreno a la gente. Estoy enseñando renunciación. Piensan que estoy enseñando un tipo mundano de sannyas. No lo comprenden. Estoy enseñando el verdadero sannyas, porque el sannyas auténtico surge solo de la experiencia mundana. El verdadero sannyas no es posible en una cueva de los Himalayas. Será irreal, impuesto, y en lo hondo de ti seguirás siendo mundano y continuarás anhelando y soñando con el mundo.

Vive en el mundo. Vive realmente en él para cansarte, para agotarte, para acabar completamente con él..., tanto, que un día de pronto pierda todo sentido para ti, y entonces ha sucedido la renunciación. Para mí, la verdadera renunciación sucede en el mercado y solo en el mercado.

Ahora los sutras.

En el cuerpo está el anima. El anima es femenina, yin; es la sustancia de la consciencia.

Hay anima en cada ser. Anima significa el principio femenino, el principio pasivo, el principio inactivo, la mujer, «... yin; es la sustancia de la consciencia». No es la consciencia misma, sino la sustancia: sin ella no puede existir la consciencia. Es la materia misma. Es la casa en la que vive la consciencia; sin ella la consciencia no puede vivir. La mujer..., y recuerda que con «mujer» no me refiero solo a la mujer, sino al principio femenino. Y eso tienes que recordarlo continuamente, de lo contrario empezarás a sentir que estos taoístas parecen estar contra la mujer. No lo están. No están diciendo nada en contra o a favor; simplemente están describiendo. Y no están diciendo nada a favor del hombre o a favor de la mujer; están hablando de los principios de femineidad y masculinidad.

En el cuerpo está el anima. El anima es femenina..., es la sustancia de la consciencia.

Por eso, debido al principio femenino, las mujeres permanecen demasiado apegadas a su cuerpo. El hombre no está tan apegado a su cuerpo; en realidad, es descuidado con su cuerpo. Si no hay ninguna mujer cerca, el hombre se vuelve sucio, polvoriento; la habitación se ensucia como si él no se diera cuenta de todo esto. Cada vez que entras en una habitación puedes ver si el hombre vive solo o si hay una mujer en la casa. Es así de simple. Puedes ver si el hombre está soltero o no con solo ver su habitación. Los libros han almacenado polvo durante meses. No es cuidadoso con su cuerpo, su parte material. Pero la mujer es muy cuidadosa, inmensamente cuidadosa, por eso pasa tanto tiempo delante del espejo.

Un día, Mulla Nasruddin estaba cazando moscas. Cazó unas cuantas y le dijo a su mujer: «He encontrado dos moscas hembra y dos moscas macho.»

La mujer dijo: «Eso es asombroso. ¿Cómo descubriste el sexo de las moscas?»

Él dijo: «¡Dos estaban sentadas sobre el espejo y dos estaban leyendo el periódico!»

Es muy sencillo. La mujer está intensamente sujeta al cuerpo, a la sustancia, a la casa. Si se hubiera dejado solo al hombre, como mucho habría habido tiendas de campaña, pero no casas. Es la mujer la que ha creado toda la civilización, porque sin casas no habría habido civilización, recuerda. Sin casas no habría ciudades, y la civilización crece en las ciudades. La misma palabra «civilización» viene de «civiles», las personas que viven en las ciudades. La mujer ha creado toda la civilización. El hombre habría seguido siendo un vagabundo, un peregrino, un viajero, un cazador: se habría apresurado de un sitio a otro. Puedes verlo de muchas maneras. Eso tiene muchas manifestaciones.

Occidente está orientado a lo masculino, por eso ves tantos turistas occidentales viajando alrededor del mundo. No ves tantos turistas orientales. Oriente es muy femenino.

La mujer permanece apegada a la propiedad: la casa, el coche, la tierra, sus ornamentos, su ropa. Esto se debe al principio interno: ella es la sustancia de la consciencia. Y recuerda: sin una mujer el espíritu no puede ascender muy alto. A través del hombre nace poesía muy buena, pero la causa es siempre la mujer.

No encuentras grandes poetisas. He examinado la poesía que escriben las mujeres. Ponen mucho empeño, pero no sucede gran cosa. Madhuri escribe muy buena poesía, pero no es realmente poesía. La mujer no puede escribir poesía. Puede inspirar poesía; eso es verdad: nunca llega al mundo poesía muy buena sin que haya una mujer en el trasfondo. Ella inspira. Su presencia, su amor, su afecto la crea. No necesita escribirla, el hombre la escribirá. Pero ella es la inspiración, la causa..., una causa muy sutil. Las mujeres no son grandes pintoras. No es que no pinten. Particularmente en la era moderna, hacen todo lo que hacía el hombre...; hay una gran competición. Piensan que tienen que hacer todas las cosas que ha venido haciendo el hombre. Piensan que el hombre se ha vuelto importante debido a esas cosas. La lógica es falaz. Se convertirán tan solo en hombres de imitación; perderán su propia alma y siempre seguirán siendo de segunda mano. En el mundo de los hombres, para competir con los hombres, seguirán siendo secundarias. Nunca serán primarias. Ésa no es la manera de competir.

Si te vuelves como un hombre, nunca serás tan competente como un hombre; ¿cómo vas a serlo? Su principio masculino le respalda. Te volverás fea, te volverás ruda, perderás toda la suavidad. Por eso el Movimiento de Liberación de las Mujeres se ha convertido en una de las cosas más desastrosas que le han sucedido a las mujeres. Y la razón de ello no es que su ideología sea errónea: su implementación es errónea.

La mujer es igual al hombre, pero no es lo mismo que el hombre...; y no debería serlo. Debería seguir su propia naturaleza, debería escuchar a su propia alma. Ella tiene una vibración diferente, tiene una función diferente que desempeñar en el mundo, un destino diferente. Si sigue al hombre e imita, está perdida. Y cuanto más perdida esté, más desarraigada estará de su ser. Cuanto más falsa, plástica, sintética se vuelva, más desesperada estará. Por eso están tan enfadadas las mujeres del Movimiento de Liberación, continuamente encolerizadas. La rabia es porque se sienten frustradas. No son como quieren ser, no pueden serlo; va en contra de la naturaleza. Tampoco hay necesidad.

En el cuerpo está el anima. El anima es femenina, yin; es la sustancia de la consciencia.

Medita sobre las palabras, «sustancia de la consciencia», el fundamento mismo de la consciencia. No es la consciencia misma, sino la casa en la que vive la consciencia.

Pero, además de esto, existe el animus en el que el espíritu se cobija.

El animus es el principio masculino, yang.

El animus vive en los ojos: ve, sueña.


El principio femenino vive en el cuerpo, es muy material. Por eso las mujeres son siempre materialistas. Sus consideraciones son muy prácticas, son muy pragmáticas.


Mulla Nasruddin me dijo un día que él nunca discute con su mujer.

Le pregunté: «¿Cómo te las arreglas? Es casi imposible, o prácticamente imposible.»

Él dijo: «Nos las hemos arreglado perfectamente bien durante muchos años. En la primera noche dispusimos un principio sencillo y lo hemos seguido. Y el principio es: ella decide acerca de las cosas pequeñas y yo decido acerca de las cosas grandes.»

Le pregunté: «¿Qué quieres decir con cosas pequeñas y cosas grandes?»

Él dijo: «Por ejemplo, qué coche comprar, en qué casa vivir, a qué escuela hay que llevar a los niños, qué comida hay que comer, qué ropa hay que comprar... Todas estas cosas pequeñas las decide ella.»

Y yo dije: «¿Qué decides tú?»

Él dijo: «Si Dios existe o no, si existen o no el cielo y el infierno. Todos los grandes problemas..., eso es para mí. Y el principio ha funcionado perfectamente bien. Ella nunca interfiere en las cosas grandes, yo nunca interfiero en las cosas pequeñas. Soy el amo de mi propio mundo y ella es el ama de su propio mundo. Nunca nos inmiscuimos.»

El principio femenino está enraizado en la materia, enraizado en el cuerpo. Pero el hombre sueña.

El hombre es un soñador. El principio masculino es el principio del soñar. Ninguna mujer puede comprender por qué la gente está tan interesada en ir a la luna. Le parece una tontería. ¿Para qué? ¿Qué vas a hacer allí? ¿Ir de compras? Mejor ir a M. G. Road que ir a la luna. ¿Qué harás allí? ¿Para qué? ¿Y arriesgando tu vida? Ninguna mujer puede comprender por qué el hombre quiere subir al Everest. ¿Qué vas a hacer allí? Le parece ridículo. Y en el fondo todas las mujeres saben que todos los hombres son infantiles: «Déjales que jueguen, que vayan y hagan sus cosas.» Ella sabe muy bien que los hombres están interesados en tonterías. El partido de fútbol, de cricket..., todo tonterías; sin sentido. Tiras la pelota a ese lado y ellos tiran la pelota a tu lado, y esto sigue y sigue... ¿Qué sentido tiene?

La mujer es práctica, tiene los pies en la tierra. Es terrenal. El principio masculino es como el cielo y el principio femenino es como la tierra. El hombre sueña, planea, desea, aspira a cosas desconocidas. El hombre es un aventurero, dispuesto a arriesgar su vida por cualquier sueño que tome posesión de él.

La mujer vive en los oídos y el hombre vive en los ojos, de ahí el deseo de cotillear que tienen las mujeres. La inmensa alegría de cotillear... Observa a dos mujeres cotilleando: parecen estar en éxtasis.

He oído que...

Una vez hubo una competición en China, una competición para decidir quién era el mayor mentiroso del país, y vino mucha gente y dijo muchas mentiras. Pero el hombre que ganó el premio fue el que dijo: «He visto a dos mujeres en el parque sentadas en un banco en silencio durante media hora.»
Él ganó el premio. ¡Es imposible!


Debido a la mujer sucedió la caída, el pecado original. La serpiente debió haberlo intentado primero con Adán. Pero Adán no está en los oídos, está en los ojos; debió haber visto a la serpiente tramposa, y debió decir: «Déjame en paz. No me molestes. Tengo mis propios sueños.» Pero la serpiente convenció a Eva. Debió de cotillear con ella. Era el cotilleo de «¿Qué estás haciendo? Aquí está el árbol del conocimiento y Dios te ha engañado. Si comes la fruta de este árbol te volverás tan inmortal como Dios. Si comes la fruta de este árbol sabrás todo lo que sabe Dios. Serás omnisciente, omnipotente, omnipresente.»

Naturalmente, se despertó la curiosidad de la mujer: una cosa tan práctica. La serpiente la convenció. La serpiente es el primer vendedor. Los vendedores no van a los hombres; solo llaman a la puerta cuando el hombre se ha ido a la oficina. Hay que persuadir a la mujer. Solo la mujer tiene oídos.

Los oídos son la parte pasiva de tu ser, la parte receptiva. Algo puede entrar por los oídos. Los ojos son la parte agresiva. No puedes ser agresivo con los oídos, recuerda. Pero con los ojos puedes ser agresivo. Puedes mirar a una persona como si tus ojos fueran dagas. Puedes ofender a la gente con tus ojos o puedes amar a la gente con tus ojos. Puedes llegar a la gente con los ojos o puedes volverte inaccesible. Alguien puede mirarte a los ojos de una manera tan distante que se vuelve inasequible. Alguien puede mirarte tan distraídamente que resulta inaccesible. O alguien puede mirarte con tanto deseo, tanta pasión, tanto anhelo, tanto afecto, que sus ojos casi empiezan a acariciar tu cuerpo. Los ojos son las partes agresivas; pueden proyectar, pueden hacer mella.

En India, a la persona que se queda mirando a las mujeres ofensivamente se le llama luchcha. Y te sorprenderá: la palabra luchcha viene de lochan. Lochan significa «ojos». Está violando con los ojos; sus ojos se convierten casi en sus órganos genitales. Los ojos son peligrosos.

Los oídos son inocentes. Solo reciben. Son femeninos.

El animus vive en los ojos: ve, sueña. Pero quien está en una disposición oscura y retraída, y encadenado a su forma corporal, está sujeto por el anima.

Pero cuando estás en una disposición retraída, en un humor pasivo, entonces estás encadenado al cuerpo y estás encadenado por el anima. No importa que seas hombre o mujer. Si una mujer está usando sus ojos y trata de ver en vez de tratar de escuchar, se vuelve animus. Si un hombre está tratando de escuchar, se vuelve anima. Un discípulo se vuelve anima; tiene que volverse, porque un discípulo necesita volverse todo oídos y nada más. El maestro es todo ojos y el discípulo es todo oídos. El maestro tiene que ver y tiene que ver lo más profundo que hay en ti, tiene que penetrar hasta tu mismo núcleo. Y el discípulo tiene que escuchar, estar atento, estar disponible..., para permitir que el maestro llegue al núcleo más hondo de su ser.

El discípulo se vuelve femenino. Ésa es la razón por la que las mujeres son las mejores discípulas del mundo. El hombre encuentra una pequeña dificultad en ser un discípulo. Incluso si lo es, lo es a regañadientes. Se resiste, lucha, duda, crea muchísimas maneras para escapar de alguna forma. Si no puede, entonces se relaja sin poder defenderse..., pero porque no puede defenderse. La mujer salta con alegría. Los mayores discípulos han sido mujeres, y la proporción ha permanecido siempre la misma. Si hay cinco discípulos, uno será un hombre, cuatro serán mujeres; ésa ha sido la proporción. Fue así con Mahavira, fue así con Buda, es así conmigo. Siempre ha sido así.

El hombre piensa que las mujeres están aleladas, que son sugestionables, susceptibles a la hipnosis. Ésas son recriminaciones de hombre. El hombre piensa que él mismo no puede ser hipnotizado. Las mujeres están muy dispuestas para ser hipnotizadas, piensa. En cierto sentido, tiene razón, y en cierto sentido está también equivocado. Si la mujer se encuentra con la serpiente, será convertida por la serpiente. Si la mujer se encuentra con un buda, será convertida por un buda. Sí, es sugestionable; todo depende de con quién se encuentre. Si un hombre escucha a la serpiente, no se convertirá; se salvará de la serpiente. Pero si viene a escuchar a Buda, tampoco se convertirá ahí. Ahora se ha perdido su salvación.

Por tanto, la concentración del animus se lleva a cabo con la circulación de la luz, y de esta manera se mantiene el espíritu, y el anima subyugada.

La luz tiene que circular en los ojos. Los ojos son la parte más alumbrada de tu ser. Los taoístas dicen que tus ojos son paralelos al sol. Si no tienes ojos no puedes ver la luz, y solo lo similar puede ver a lo similar. Tus ojos son luz condensada, por eso puedes ver la luz por tus ojos. Tus oídos son sonido condensado, por eso puedes oír por los oídos.

Hay que subyugar el anima en todos, ya sean hombre o mujer. ¿Por qué? Porque es la forma, es el cuerpo, es la materia. El espíritu tiene que ser el amo, el espíritu tiene que elevarse por encima del cuerpo. El espíritu tiene que hacer que el cuerpo le siga, no viceversa. De manera que no importa que seas un hombre o una mujer; hay que hacer que el anima siga al animus por dentro, porque solo el animus puede buscar e indagar. Y si la mujer viene detrás, el animus puede entrar perfecta y profundamente en la realidad.

Si el poeta sabe que la mujer está detrás de él, apoyándole, su poesía puede elevarse muy alto. Si el hombre sabe que la mujer está siempre con él, tiene una gran fortaleza, puede ir a cualquier aventura; en el momento en que siente que la mujer no está con él, pierde su energía. Entonces solo tiene sueños, pero son impotentes; ya no tienen energía, no pueden cumplirse.

El factor materializador es la mujer, el factor soñador es el hombre. En la búsqueda de Dios o de la verdad, el hombre tiene que dirigir a la mujer y la mujer tiene que seguir. Dentro de ti, el animus tiene que volverse el maestro y el anima tiene que volverse el discípulo; y recuerda de nuevo: no importa que seas hombre o mujer.

El método utilizado por los antepasados para escapar del mundo consistía en deshacer completamente la chatarra de oscuridad para volver a lo puramente creativo.

La mujer es estática, el hombre es dinámico. Por eso ves que las mujeres parecen tan apacibles y que los hombres parecen tan inquietos. Incluso cuando eras un niño, un niño pequeño, un bebé, ya existía la diferencia. El bebé niño es muy inquieto, está tratando de agarrar esto, de agarrar lo otro, tratando de llegar a alguna parte; es un latoso. Y la bebé niña nunca es latosa; se sienta en silencio abrazando a su muñeca. Ella también es una muñeca, una tremenda apacibilidad. El principio del descanso es femenino y el principio de la inquietud es masculino, de ahí la redondez y la belleza de la mujer y el constante estado febril del hombre.

Pero para crecer necesitarás el principio de la inquietud en ti, porque crecimiento significa cambio. La mujer es básicamente ortodoxa, el hombre es básicamente no convencional. La mujer siempre apoya el statu quo y el hombre siempre está dispuesto a apostar por cualquier revolución estúpida. Ante cualquier cosa que cambia él está a favor. Que sea cambiar para bien o para mal, eso no es tan importante: el cambio es bueno. La mujer siempre es partidaria de lo viejo, lo establecido; que sea bueno o malo no es la cuestión: como siempre ha sido así, tiene que ser así.

El crecimiento necesita que se funda en ti el principio estático. La mujer en ti está congelada; tiene que fundirse para que puedas volverte un río. Pero el río también necesita el apoyo de las orillas, que son estáticas, recuerda. Si el río no tiene orillas, nunca llegará al océano. Y si el río está congelado nunca llegará al océano. De modo que el río tiene que fundirse, volverse agua, y sin embargo, tiene que aceptar el apoyo de las orillas, que son estáticas. El hombre perfecto es el que ha usado su dinamismo como río y su estabilidad como orillas. Éste es el equilibrio perfecto. Entonces has usado tu animus para crecer y has usado tu anima para hacer que tu crecimiento sea un hecho establecido, no solo un fenómeno momentáneo.

Esto no es nada más que una reducción del anima y una consumación del animus.


Pero por lo común, los hombres, las mujeres..., todo el mundo se ha vuelto estático. Incluso los hombres son muy ortodoxos. Cristianos, hindúes, mahometanos, jainas..., incluso los hombres, son muy ortodoxos. Han caído víctimas de su anima; su animus ha sido subyugado. Tiene que ser liberado.

Ése es todo mi esfuerzo aquí: liberar tu animus de la sujeción del anima. Una vez que el animus es liberado de la sujeción de tu anima, entonces puedes usar también el anima, pero no antes. De ahí mi insistencia en los métodos dinámicos de meditación. Solo muy de vez en cuando sugiero a la gente que vaya a zazen, a vipassana; solo cuando veo que su animus está fluyendo, entonces pueden usar su anima. El vipassana, el zazen son métodos del anima, métodos femeninos. La danza sufí, la meditación dinámica, el nataraj, son métodos del animus.

Primero tienes que volverte un río; solo entonces pueden usarse tus orillas como apoyos.

Y la circulación de la luz es el medio mágico para reducir la oscuridad y adquirir dominio sobre el anima. Si se sigue este método, se presentará por si misma mucha agua seminal; se encenderá el espíritu del fuego y el pensamiento de la tierra se solidificará y cristalizará. Y así madura el fruto sagrado.

El fruto sagrado no es ni masculino ni femenino. El fruto sagrado madura solo en la totalidad, cuando tu anima y tu animus se apoyan mutuamente como las dos alas de un pájaro. Entonces se libera el eros, se libera el logos, se libera la intuición. Entonces empiezas a volar en el cielo y, sin embargo, permaneces enraizado en la tierra.

Un árbol, para elevarse a lo alto del cielo, necesitará raíces profundas en la tierra. La tierra es anima, el cielo es animus. Y cuanto más alto se eleva el árbol en el cielo, más profundamente tiene que entrar en la tierra: en la misma proporción.

La naturaleza única, cuando desciende a la casa de lo creativo, se divide en animus y anima.


Dios es uno, pero cuando se vuelve creativo, se divide en dos: el animus y el anima. Sin ello no hay posibilidad de manifestación, sin ello no habrá dialéctica. Dios se divide a sí mismo en tesis y antítesis, porque solo mediante la tesis y la antítesis se produce el desafío, el conflicto, la lucha. Y mediante la lucha, mediante la fricción, se crea energía. Es como cuando golpeas dos piedras y surge el fuego. Es como cuando bates las dos manos y se crea sonido.

Los maestros Zen dicen: «Encuentra el sonido de batir una mano.» ¿Qué quieren decir? Quieren decir que vayas más allá del dos para poder encontrar el Uno. Pero ese Uno es el Dios no manifiesto; ese Uno es la fuente misma de la que hemos venido. Y solo podemos llegar a la fuente cuando ha desaparecido nuestra «dos-idad». Ahora esta dos-idad hay que usarla de una manera tal que la tesis y la antítesis se vuelvan síntesis. Ése es todo el arte de la vida y eso es lo que os estoy enseñando.

Mi sannyasin tiene que ser una síntesis del hombre y la mujer, del día y la noche, del mundo y de la renunciación, de la materia y el espíritu, de la tierra y el cielo.

El animus está en el corazón celestial, en el tercer ojo. Es de la naturaleza de la luz; es el poder de la ligereza y la pureza. Es lo que hemos recibido del gran vacío, el gran cielo, lo que es idéntico en forma al principio primordial. El anima comparte la naturaleza de lo oscuro.


De ahí el misterio de la mujer. Ningún hombre ha sido nunca capaz de descifrar el misterio. Solo si uno ha ido más allá de ambos, solo si uno se ha vuelto un buda, puede conocer el misterio del hombre y la mujer. De lo contrario, ningún hombre ha sido nunca capaz de sondear las profundidades de una mujer; la mujer permanece misteriosa, oscura, una noche oscura... No puedes ver claramente, como mucho puedes andar a tientas. Nunca puedes ser lógicamente claro acerca de la mujer. Ella nunca sigue la lógica. Su camino es muy zigzagueante; saca conclusiones directamente sin seguir nunca el proceso. El hombre va paso a paso por todo el proceso; es metódico.

La mujer es una poetisa en el sentido de que es intuitiva. Puede que no cree poesía...; es una poetisa sin crear poesía. Su vida es su poesía, y es tan oscura como la poesía: misteriosa, difusa, ambigua. Nada está claro, nada puede estar nunca claro: la mujer no puede ser desmitificada, sigue siendo siempre un signo de interrogación.

El hombre es claro, como la luz. Por eso el hombre parece superficial; la mujer parece profunda. Por eso el hombre parece estar completamente en la superficie: puedes conocerle. Si le conoces, puedes predecirle; pero nunca puedes predecir a una mujer. Ella sigue siendo impredecible; de ahí la oscuridad. Éstas son metáforas.

Es la energía de lo pesado y lo turbio...

Y la mujer, el principio de lo femenino, te mantiene sujeto a la tierra; es la gravitación.

... está ligada al corazón carnal corpóreo. El animus ama la vida. El anima busca la muerte.

La mujer es más como la muerte. No te sientas ofendida, esto es solo una descripción. Si las palabras anima y animus, hombre y mujer, te producen disgusto, puedes sustituirlas por X e Y. Pero eso es lo que está haciendo El secreto de la Flor Dorada. Son solo metáforas. Hacerlas antropomórficas ayuda a comprenderlas más claramente.

El hombre está interesado en la vida, la mujer está interesada en la certidumbre. El hombre está interesado en el amor, la mujer está interesada en la seguridad. El hombre está interesado en la aventura, la mujer está interesada en la comodidad, en la conveniencia. La mujer es la muerte. Al decir «muerte» no se da a entender ni se supone una condena, solo que la cualidad de la muerte es la seguridad. Solo estás seguro cuando estás muerto, solo estás seguro cuando no eres: entonces ya no te puede pasar nada.

Pero el hombre quiere buscar e indagar, arriesgar. Por eso el marido sigue buscando otras mujeres y la mujer sigue observando al marido. Ella no puede concebir por qué está interesado él en otras mujeres: «¡Yo estoy aquí!» Pero el principio masculino siempre está interesado en algo nuevo, en lo sensacional, en la nueva emoción. Y a veces sucede que su propia esposa puede ser una belleza y puede que él empiece a tontear con una mujer fea. Nadie entiende... lo que está pasando. «Tienes una mujer tan guapa, y ¿qué estás haciendo?»

Pero no comprendes el principio masculino. El principio masculino es básicamente polígamo y el principio femenino es monógamo. Ella quiere asentarse. Ella está más interesada en el matrimonio que en el amor. Ella solo está interesada en el amor para casarse, y el hombre solo se casa porque está interesado en el amor.

Hay un dicho antiguo que dice que el mundo estaría inmensamente alegre si todos los hombres permanecieran solteros y todas las mujeres estuvieran casadas. Pero ¿cómo hacerlo? Es imposible.

El animus ama la vida. El anima busca la muerte. Todos los deseos sensuales y los impulsos de la ira son efectos del anima. Pero el discípulo comprende cómo hay que destilar completamente el anima oscura para que se transforme en pura luz.


Pero la alquimia consiste en comprender estos dos principios en cada uno de vosotros, hombre o mujer, y en transformar el anima, la parte oscura en ti, en la parte luminosa; en ayudar a que se mueva la parte oscura, en ayudar a la parte oscura a que ayude a la parte luminosa y no luche con ella.

Si tu anima puede ayudar a tu animus, ése el verdadero matrimonio, el matrimonio interno. Entonces empiezas a estar integrado; entonces tu luz ya no es superficial, tiene la profundidad de la oscuridad; y tu oscuridad ya no es oscura, tiene la luminosidad de la luz. Entonces el anima y el animus se funden el uno en el otro. Y cuando se funden completamente, el mundo ha desaparecido, vuelves a ser uno. Y ser uno es conocer a Dios; permanecer dos es permanecer en el mundo. Y el secreto, el experimento, tiene que suceder dentro de ti; no tiene nada que ver con el mundo externo.

Estos dos principios están luchando continuamente dentro de ti. Llámalos vida/muerte, oscuridad/luz, hombre/mujer, X/Y, lo que quieras, pero estos dos principios están ahí, luchando continuamente. Y ésa es tu angustia, tu desdicha, tu infierno.

Deja que se hagan amigos. Deja que tu energía circule en ellos, no el uno contra el otro. Deja que se acerquen más el uno al otro. Deja que haya un orgasmo interno, una cópula interna entre la mujer y el hombre. Eso es lo que en Tantra se llama yuganaddha, el encuentro del hombre y la mujer dentro de ti. Eso es el Tantra real. El encuentro del hombre y la mujer en el exterior es solo una introducción.

Sudha dirige el grupo de Tantra. Eso es solo una introducción. El verdadero Tantra está aún por empezar. Ella solo os está preparando. El verdadero grupo de Tantra empezará pronto, cuando yo vea que estás listo para entrar en tu interior y encontrarte ahí con tu mujer interna y tu hombre interno. Cuando vea que tu interés externo ya no es tan fuerte para mantenerte fuera, ya no te ata la cadena se ha roto, entonces comenzará el verdadero grupo de Tantra. Estoy esperando a que suceda la nueva comuna, porque el nuevo grupo de Tantra requerirá un tipo de clima totalmente diferente, un tipo de atmósfera totalmente diferente.

Éste es el mayor experimento por el que puede pasar un hombre. Y este experimento libera en ti el éxtasis cósmico, el orgasmo total.

Suficiente por hoy.