viernes, 28 de julio de 2017

SEXO Y EDAD, SEXO EN OCCIDENTE, SEXO EN ORIENTE (FILOSOFÍA ORIENTAL) OSHO


PARA MEDITAR

La sexta pregunta:
Me estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés en las mujeres. ¿Qué debo hacer?

Señor, ¡siga perdiendo su interés! Eso está perfectamente bien, no hay nada de malo en ello. Y tenga la seguridad de que ninguna mujer le echará de menos. Por el contrario, estarán todas muy contentas.

Pero, sobre todo en Occidente, desde que Freud abrió la caja de Pandora, ha surgido la idea de que hay que permanecer sexuales hasta el mismo fin, porque el sexo es un sinónimo de la vida. De manera que, incluso si tienes setenta u ochenta años, tienes que seguir interesado en el sexo. Si pierdes el interés en el sexo, eso significa que estás perdiendo el interés en la vida, eso significa que ya no eres necesario, eso significa que ahora eres inútil. Puedes caerte muerto o ir al parlamento, pero eres inútil.

Esta idea de que el sexo y la vida son sinónimos no tiene ningún fundamento. El sexo y la vida son sinónimos a cierta edad. En la infancia no son sinónimos, en la juventud son sinónimos, en la vejez vuelven a no ser sinónimos. Son fases. El niño no está interesado, el joven sí está interesado..., y su único interés es el sexo.

Pero en Occidente prosigue un esfuerzo por permanecer joven: no deberías envejecer. La gente sigue engañándose a sí misma de muchas maneras con que sigue siendo joven. Se encuentran una y otra vez nuevas panaceas, nuevos tipos de elixires que te mantendrán joven para siempre, y la gente es tan tonta que siempre está dispuesta a aceptar cualquier sandez para seguir siendo joven. La vejez es considerada como una especie de enfermedad. Ser viejo significa estar enfermo... en Occidente. Eso no es correcto.

La vejez tiene sus propias cosas bellas, sus propios tesoros, de igual manera que la juventud tiene sus propias cosas bellas y tesoros. Y ciertamente, los tesoros que encuentra una persona mayor son mucho más valiosos que los tesoros de la juventud, porque el anciano ha vivido su juventud. Ha conocido todo eso, ha visto eso, ha pasado por ello. Ha vivido la ilusión y ha conocido la desilusión de todo ello. Ahora es más sabio que nunca; se está volviendo inocente de nuevo. Cuando desaparece el sexo alcanzas un tipo de inocencia: te vuelves un niño de nuevo..., y un niño maduro.

En Oriente tenemos una visión de la vida totalmente diferente. En Oriente hemos respetado a los viejos, no a los jóvenes, porque los viejos están en su punto culminante: el viaje de la vida que llega a su objetivo. En Occidente los viejos son solo algo a desechar; los viejos solo sirven para echarlos a alguna chatarrería. Hacéis casas para los ancianos en las que vais amontonándolos, o en los hospitales. Nadie quiere tener nada que ver con los viejos..., como si fueran insignificantes, inútiles. Y han vivido toda su vida, y han aprendido muchos secretos de la vida: pueden ser grandes maestros; solo ellos pueden ser maestros.

En Oriente éste ha sido el camino tradicional, que la persona mayor debe ser la maestra de los jóvenes, porque ha vivido, crecido, comprendido. Puede darte una dirección mejor, con más madurez, con más claridad. La vejez es la edad para prepararse para la muerte. Y ésa es la mayor preparación, porque vas a emprender el viaje más largo... a lo desconocido. Si permaneces interesado en el sexo, te mantendrá distraído de la muerte. Eso es lo que está sucediendo en Occidente.

En Occidente la gente aún no ha aceptado que la muerte forma parte de la vida. La muerte es un tabú, igual que el sexo era un tabú hace cien años. Nadie hablaba del sexo hace cien años. Era imposible hablar de ello o escribir sobre ello. Era un tabú tal que en la era victoriana las damas solían cubrir también las patas de las sillas..., porque son piernas, y las piernas no debían ser mostradas.

Freud introdujo una gran revolución. El mundo está esperando otro Freud que destruya el tabú, aún más grande, de la muerte. Él destruyó el tabú del sexo, y el mundo es mucho mejor debido a ello. Freud es uno de los grandes benefactores. Es necesario otro Freud que destruya otro tabú... que es más grande.

Hay que aceptar la muerte. Al aceptar la muerte comienzas a aceptar la vejez. Y en la aceptación hay relajación. Y cuando ya no estás interesado en el sexo, puedes enfocar toda tu atención en la muerte. Recuerda, el sexo y la muerte son polos opuestos; si permaneces interesado en el sexo, ¿cuándo te prepararás para la muerte? Tu atención permanecerá enfocada en el sexo y morirás sin ninguna preparación.

La meditación es una preparación para la muerte. Ahora prepárate para la muerte: medita. Ya no estás interesado en las mujeres; bien. Ahora interésate en tu propio ser. La mujer está fuera de ti; ése es un interés en el otro. O, si eres una mujer, entonces el hombre está fuera de ti, y ése es su interés en el otro. Ahora interésate en ti mismo: ahora lánzate al descubrimiento de ti mismo, ahora emprende un viaje interior.

Preguntas: «Me estoy haciendo viejo y estoy perdiendo todo mi interés en las mujeres. ¿Qué debo hacer?» Pierde el interés. Deja que suceda. No intentes crearlo innecesariamente. Si se está yendo por sí mismo, es hermoso.

He oído que...

Al volver a su piso muy tarde, Max, de setenta y seis años, se sobresaltó al encontrar a una chica de unos dieciocho años saqueando el apartamento.
«¡Jovencita, eres una ladrona!», dijo. «Voy a llamar a la policía.»
«Señor», imploró ella, «si me detienen de nuevo, me encerrarán durante años. ¡Por favor, no llame a la policía!».
«Lo siento, pero tengo que hacerlo», contestó Max.
«Mire», sollozó ella, «haré cualquier cosa. Le entregaré mi cuerpo».
«De acuerdo», dijo el anciano, «quítate la ropa y métete en la cama».
La chica lo hizo y Max no tardó en seguirla. Lo intentó y lo intentó y lo intentó durante unos veinte minutos. Exhausto y vencido, al final desistió.
«Es inútil», suspiró Max. «No puedo hacerlo. Tendré que llamar a la policía.»

Y tú me preguntas qué hacer: «¿Qué debo hacer?» ¿Quieres llamar a la policía? Ya basta. Deja ya esas tonterías; abandona la obsesión. Ahora dirige tu energía hacia la muerte: ahora mira a la muerte cara a cara, ahora encuéntrate con la muerte. Y encontrarse con la muerte es la mayor experiencia de la vida. Y si puedes encontrarte con la muerte, llegarás a saber que eres inmortal, que solo el cuerpo muere y que tú nunca mueres. Y una vez que lo has sabido, estás listo, listo para el viaje. Y cuando llegue la muerte irás a ella riéndote y bailando y cantando.

Y un hombre que puede ir a la muerte riendo, bailando y cantando, con oración, con meditación, llega a conocer el mayor orgasmo que existe en el mundo. El orgasmo sexual no es nada, porque en el orgasmo sexual solo una parte minúscula de tu energía vital deja tu cuerpo y sientes una gran relajación. En la muerte toda tu energía vital deja el cuerpo. Ningún orgasmo sexual puede compararse a ese orgasmo cósmico, a ese orgasmo total que te trae la muerte.

No te pierdas la muerte. La muerte te va a dar el mayor regalo de la vida, el regalo de despedida. Pero solo unas pocas personas lo alcanzan, porque nadie está listo para él. La muerte te pilla desprevenido. Y estás tan asustado, y estás tan ocupado con el sexo que te aferras a la vida.

¿Sabes que sucede casi siempre...? En Oriente ha sido uno de los secretos para conocer a un hombre. Cuando muere un hombre, si se está aferrando demasiado a la vida y aún está interesado en el sexo, morirá con una erección. Eso muestra que el pobre hombre murió sin estar preparado; incluso en la muerte estaba lleno de fantasías sexuales. Sucede casi siempre. A menos que te hayas convertido en un gran meditador, te sucederá también a ti, que cuando te estés muriendo fantasearás con el sexo: estarás haciendo el amor, al menos en tu imaginación. Ésa no es la manera de morir. Eso insulta a la muerte e insulta a Dios y te insulta a ti mismo.

Deja que desaparezca el sexo; ya es hora. Relájate en la no-sexualidad. La no-sexualidad te centrará. Deja de perseguir a las mujeres y empieza a perseguirte a ti mismo; no puedes hacer las dos cosas. Y prepárate: la muerte puede abatirte en cualquier momento. Nunca se sabe cuándo va a llegar: prepárate, permítete disfrutar la meditación todo lo posible. Transforma tu energía sexual en energía meditativa. Es la misma energía, solo cambia la dirección: ya no fluye hacia abajo y hacia fuera, empieza a fluir hacia dentro y hacia arriba. Y esta misma energía abre en ti el capullo de la flor dorada. Este es todo el secreto.

Ahora has llegado naturalmente al punto apropiado, y me estás preguntando: «¿Qué debo hacer?» Estás pidiendo alguna receta para volver a crear la sexualidad que está desapareciendo. Estás pidiendo algún apoyo, estás pidiendo alguna ayuda, para poder seguir jugando el mismo juego tonto..., incluso en la vejez.

Está bien cuando eres joven, porque entonces eres tonto. Es muy raro volverse alerta, consciente y meditativo cuando se es joven. Si puedes hacerlo, tienes una genialidad excepcional. Pero si ni siquiera puedes volverte meditativo en la vejez, entonces eres simplemente estúpido, completamente estúpido. Está bien hacer el tonto cuando eres joven. Esa necedad forma parte del crecimiento, te ayuda. La mujer o el hombre externo se convierten en un espejo; te reflejan, te ayudan a ver quién eres. El amor es muy revelador. Pero al final uno tiene que llegar a verse a sí mismo dentro, no en un espejo. Hay que dejar incluso el espejo. Hay que estar solo. Y la pureza de la soledad es infinita. Y el gozo de la soledad es eterno.
Ahora ha llegado el momento. Deja que se vaya este interés en las mujeres y de pronto descubrirás que surge en ti otro interés...; es casi simultáneo: el interés en la meditación. Y entonces puedes tener el último regalo que puede darte la vida: una muerte meditativa, una muerte en satori, en samadhi, en éxtasis, y conocerás la experiencia orgásmica total. Esa experiencia es suficiente; entonces nunca volverás a la vida, al cuerpo, a esta prisión.
En Oriente éste ha sido nuestro objetivo: cómo no volver a nacer. Porque todo este proceso de nacer y morir una y otra vez es un proceso aburrido. Es absolutamente fútil. En último término, es solo un sueño, y ni siquiera es un sueño agradable, sino una pesadilla.

Mi sugerencia para ti es: has vivido tu vida, has visto los placeres del cuerpo, has sondeado las relaciones y has aprendido lo que se podía aprender de ello; ahora es el momento de ir hacia dentro.


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