sábado, 24 de septiembre de 2016

CONVERSACIONES CON DIOS ( X )

Supongo que sí.

Entonces, sigue creciendo, hijo Mío. Sigue haciéndote. Y sigue decidiendo lo que quieres llegar a
ser en la siguiente - y superior - versión de Ti mismo. Sigue trabajando por ello. ¡Continua! Lo que
tenemos entre manos, tú y Yo, es la obra de Dios. ¡Continua, pues!

CAPÍTULO 10

Te amo. ¿Lo sabes?

Lo sé. Y Yo te amo a ti.


CAPÍTULO 11

Me gustaría volver a mi lista de preguntas. ¡Hay tantos detalles que quisiera añadir a cada una de ellas! Podríamos escribir un libro entero sólo sobre las relaciones, lo sé. Pero entonces nunca pasaríamos a mis otras preguntas.

Habrá otros momentos y otros lugares. Incluso otros libros. Yo estoy contigo. Sigamos, pues. Ya volveremos sobre ello si tenemos tiempo.

De acuerdo. Entonces, mi siguiente pregunta era: ¿Por qué parece que nunca en mi vida puedo conseguir el dinero suficiente? ¿Estoy destinado a estar siempre sin un duro y haciendo equilibrios? ¿Qué es lo que me impide realizar mi pleno potencial en lo que respecta al dinero?

Esta circunstancia no sólo se manifiesta en tu caso, sino en el de muchísimas personas.

Todo el mundo me dice que es un problema de autoestima; de falta de autoestima. He tenido a una docena de maestros "nueva era" diciéndome que esta carencia de todo siempre es consecuencia de una falta de autoestima.

Resulta una simplificación muy conveniente. En este caso, tus maestros están equivocados. Tú no padeces una falta de autoestima. En realidad, el mayor obstáculo de tu vida ha sido el control de tu ego. ¡Incluso se podría decir que tienes demasiada autoestima!

Bueno, de nuevo me siento turbado y disgustado, pero tienes razón.

Sigues diciendo que te sientes turbado y disgustado cada vez que te digo simplemente la verdad sobre ti. La turbación es la respuesta de una persona que todavía tiene un ego preocupado por cómo lo ven los demás. Invítate a ti mismo a ir más allá. Prueba una nueva respuesta. Prueba la risa.

De acuerdo.

Tu problema no es la autoestima. Has sido dotado de ella en abundancia. Como la mayor parte de la gente. Todos vosotros pensáis muy bien vosotros mismos; como debe ser. De modo que, para la gran mayoría de la gente, el problema no es la autoestima.

¿Cuál es, entonces?

El problema consiste en no entender los principios de la abundancia; unido, normalmente, a un juicio bastante equivocado acerca de lo que es "bueno" y lo que es "malo". Permíteme que te ponga un ejemplo.

No faltaría más.

Tienes la idea de que el dinero es malo. Tienes también la idea de que Dios es bueno. ¡Jesús! Por lo tanto, en tu sistema de pensamiento Dios y el dinero no son compatibles.

Bueno, en cierto sentido supongo que es exacto. Así es como pienso.

Esto pone las cosas muy interesantes; puesto que, en consecuencia, hace que te resulte difícil aceptar dinero a cambio de algo bueno. Quiero decir que, si consideras que algo es muy "bueno", su valor en términos de dinero es menor para ti. Así, cuanto "mejor" es algo (es decir, cuanto más merece la pena), menos dinero vale.

No eres el único que piensa así. Toda tu sociedad lo cree. Por eso los maestros ganan una miseria, y los artistas del porno una fortuna. Vuestros dirigentes ganan tan poco en comparación con las figuras del deporte, que consideran que tienen que robar para compensar la diferencia. Vuestros curas y rabinos viven a base de pan y agua, mientras llenáis de dinero a los artistas. Piensa en ello. Todo aquello a lo que le dais un valor intrínseco os empeñáis en que se debe poder obtener por poco dinero. El investigador científico solitario que busca un remedio para el SIDA tiene que mendigar el dinero, mientras que la mujer que escribe un libro sobre las cien nuevas maneras de practicar el sexo, edita casetes y crea seminarios de fin de semana sobre la materia... gana una fortuna.

Sois muy propensos a esta idea de "el mundo al revés", y ello es consecuencia de un pensamiento equivocado. El pensamiento equivocado es vuestra idea del dinero. Lo amáis, y sin embargo decís que es la raíz de todo mal. Lo adoráis, y no obstante lo llamáis "el vil metal". Decís que una persona es "asquerosamente rica". Y si alguien se hace rico haciendo cosas "buenas", inmediatamente os resulta sospechoso. Decís que es "injusto". Así un medico haría mejor no ganando demasiado dinero, o haría mejor aprendiendo a ser discreto al respecto. ¡Y no digamos un ministro! Realmente hará mejor en no ganar montones de dinero, o es seguro que tendrá problemas. Como puedes ver, según vuestro modo de pensar, la persona que elige la más alta vocación debe ser la peor pagada...

Hummm...

Sí, "hummm" es correcto. Debes pensar en ello, pues es un pensamiento equivocado.

Creía que no había nada que fuera equivocado o correcto.

No lo hay. Sólo hay lo que te sirve, y lo que no te sirve. Los términos "correcto" o "equivocado" son relativos, y siempre que los utilizo lo hago en ese sentido. En este caso, en relación a lo que te sirve - en relación a lo que dices que quieres -, tus pensamientos sobre el dinero son pensamientos equivocados.

Recuerda que los pensamientos son creadores. De modo que, si piensas que el dinero es malo, y sin embargo piensas que tu eres bueno... en fin, el conflicto es evidente. Ahora bien: tu particularmente, hijo Mío, muestras en este asunto una conciencia especialmente acusada. Para la mayoría de las personas el conflicto no es, ni mucho menos, tan enorme como para ti. La mayoría de la gente hace cosas que detesta para poder vivir, de modo que no les molesta ganar dinero con ello. "Mal por mal...", suelen decir. Pero tu amas lo que haces con los días de tu vida. Adoras las actividades con los que los llenas. En consecuencia, para ti obtener grandes cantidades de dinero por lo que haces sería, según tu sistema de pensamiento, obtener "mal"por  "bien", lo cual te resulta inaceptable. Antes preferirías morir de hambre que ganar "el vil metal" por un servicio que consideras puro... como si de algún modo el servicio perdiera su pureza si ganaras dinero con él.

He aquí, pues, la auténtica ambivalencia respecto al dinero. Una parte de ti lo rechaza, y una parte de ti siente no tenerlo. Ahora bien, el universo no sabe qué hacer con eso, puesto que recibe de ti dos pensamientos diferentes. De modo que tu vida, por lo que respecta al dinero, va a seguir funcionando a rachas porque tú sigues funcionando a rachas en relación al dinero.
No tienes un objetivo claro; no estas realmente seguro de qué es para ti lo verdadero. Y el universo viene a ser como una gran fotocopiadora: simplemente produce una serie de copias de tus pensamientos. Ahora bien: sólo hay una manera de cambiar todo esto. Tienes que cambiar tu pensamiento sobre ello.

¿Cómo puedo cambiar mi manera de pensar? Mi manera de pensar respecto a algo es mi manera de pensar. Mis pensamientos, mis actitudes, mis ideas no se han creado en un minuto. Tengo que suponer que son el resultado de años de experiencia, de toda una vida de dificultades. Tienes razón acerca de mi modo de pensar respecto al dinero, pero ¿cómo puedo cambiarlo?

Esta podría ser la pregunta más interesante de este libro. El método habitual de creación para la mayoría de los seres humanos es un proceso de tres etapas que comprende el pensamiento, la palabra y la obra o la acción.

Primero viene el pensamiento, la idea generadora, el concepto inicial. Luego viene la palabra. La mayoría de los pensamientos se transforman en palabras, que a menudo luego son escritas o pronunciadas. Esto proporciona energía añadida al pensamiento, lanzándolo al mundo, donde puede ser percibido por otros.

Finalmente, en algunos casos las palabras se convierten en acción, y se obtiene lo que se llama un resultado; una manifestación en el mundo físico de lo que empezó siendo un pensamiento. Todo lo que os afecta en vuestro mundo artificial surge de este modo, con pequeñas variaciones. Utilizando los tres centros de creación.

Pero aquí se plantea una pregunta: ¿cómo cambiar un Pensamiento Promotor?

Sí, realmente es una buena pregunta. Y es muy importante; puesto que, si los humanos no cambian algunos de sus Pensamientos Promotores, la humanidad podría verse destinada a extinguirse. El modo más rápido de cambiar un pensamiento raíz, o una idea promotora, es invertir el proceso pensamiento-palabra-obra.

Explícamelo.

Realiza la acción que quieras que lleve consigo el nuevo pensamiento. Luego pronuncia las palabras que quieras que lleve consigo tu nuevo pensamiento. Hazlo bastante a menudo, y enseñarás a tu mente a pensar de una nueva manera.

¿Enseñar a la mente? ¿Eso no es control de la mente? ¿No es simplemente manipulación mental?

¿Tienes idea de cómo tu mente ha llegado a tener los pensamientos que ahora tiene? ¿Sabes que
tu mundo ha manipulado a tu mente para que piense como lo hace? ¿No sería mejor que fueras tú quién manipulara tu mente, y no el mundo? ¿no sería mejor que pensaras los pensamientos que tú quieres pensar, y no los de los demás? ¿No estás mejor pertrechado con pensamientos creadores que con pensamientos reactivos?

Sin embargo, tu mente está llena de pensamiento reactivo, pensamiento que brota de la experiencia de otros. Muy pocos de tus pensamientos brotan de datos producidos por ti mismo, y aún menos de preferencias producidas por ti mismo.

Tu propio pensamiento raíz respecto al dinero constituye en primer ejemplo. Tu pensamiento respecto al dinero (el dinero es malo) va directamente en contra de tu experiencia (¡es estupendo tener dinero!). De modo que tienes que mentirte a ti mismo acerca de tu experiencia con el fin de justificar tu pensamiento raíz. Dicho pensamiento se halla tan arraigado, que ni siquiera se te ocurre la posibilidad de que tu idea respecto al dinero pueda ser inexacta. De modo que lo que nos interesa es que surjan datos producidos por nosotros mismos. Y así es como cambiamos un pensamiento raíz, y hacemos que sea tu pensamiento raíz, y no el de algún otro.
Por cierto: tienes otro pensamiento raíz respecto al dinero que aún no he mencionado.

¿Cuál es?

Que no hay bastante. En realidad, tienes este mismo pensamiento raíz respecto a todo. No hay bastante dinero, no hay bastante tiempo, no hay bastante amor, no hay bastante comida, agua, compasión en el mundo... De cualquier cosa que sea buena resulta que no hay bastante. Esta carrera consciente hacia el "nunca-hay-bastante" crea al mundo tal como lo ves.

De acuerdo. Entonces, tengo dos pensamientos raíz - dos Pensamientos Promotores - que cambiar respecto del dinero.

¡Bueno, dos como mínimo! Probablemente sean muchos más. Veamos... el dinero es malo... el dinero es escaso... no se puede recibir dinero por realizar la obra de Dios (en tu caso, este es importante)... el dinero nunca se da libremente... el dinero no crece en los árboles (cuando en realidad sí lo hace)... el dinero corrompe...

Veo que tengo mucho que hacer.

En efecto, dado que no estás contento con tu situación económica actual. Por otra parte, es importante entender que estás descontento con tú situación económica actual porque estás descontento con tu situación económica actual.

A veces se me hace difícil seguirte...

A veces se me hace difícil guiarte...

Escucha: eres Tú quién es Dios. ¿Por qué no lo pones de manera que sea más fácil de entender?

Ya lo he puesto de manera que sea fácil de entender.

Entonces, ¿por qué simplemente no haces que lo entienda, si es eso lo que realmente quieres?

Yo realmente quiero lo que tú realmente quieras; nada más y nada menos. ¿No ves que ese es el mayor don que te he dado? Si Yo quisiera para ti algo distinto de lo que tú quieres para ti, y luego llegara al extremo de hacer que lo tuvieras, ¿dónde queda tu libre albedrío? ¿Cómo puedes ser un ente creador si Yo dicto lo que vas a ser, hacer y tener? Mi alegría reside en tu libertad, no en tu obediencia.

De acuerdo. ¿Decías que no estoy contento con mi situación económica porque no estoy contento
con mi situación económica?

Tú eres lo que piensas que eres. Cuando el pensamiento es negativo, se trata de un círculo vicioso. Tienes que encontrar un modo de romper el círculo. Así, una gran parte de tu experiencia actual se basa en tu pensamiento previo. El pensamiento guía a la experiencia, que a su vez guía al pensamiento, que a su vez guía a la experiencia.

Cuando el Pensamiento Promotor es alegre, esto puede producir una alegría constante. Cuando el Pensamiento Promotor es infernal, puede producir - y de hecho produce - un continuo infierno. El truco consiste en cambiar el Pensamiento Promotor. Me disponía a ilustrarte acerca de cómo hacerlo.

Adelante.

Gracias.
Lo primero que hay que hacer es invertir el paradigma pensamiento-palabra-obra. ¿Recuerdas el
viejo adagio: <>?

Sí.

Bueno, pues olvídalo. Si quieres cambiar un pensamiento raíz, tienes que hacerlo antes de pensarlo. Por ejemplo: vas andando por la calle y te cruzas con una anciana que pide limosna. Te das cuenta de que está en los huesos y de que sobrevive día tras día. Instantáneamente sabes que, por poco dinero que lleves, seguramente tienes el suficiente como, para compartirlo con ella. Tu primer impulso es darle algunas monedas. Una parte de ti incluso está dispuesta a meter la mano en el bolsillo buscando algún billete de mil. ¡Que demonios! ¡Será estupendo para ella! ¡Ayúdala! Entonces, aparece el pensamiento. ¿Estás loco? ¡Sólo tenemos dos mil pesetas para pasar todo el día! ¿Y quieres darle mil a ella? Entonces tu mano empieza a vacilar. Otra vez el pensamiento: ¡Eh, venga ya! ¡No tienes tanto como para que vayas regalándolo! ¡Por lo que más quieras: dale algunas monedas y lárgate! Rápidamente buscas en tu otro bolsillo tratando de sacar algunas monedas. Pero tus dedos sólo tantean duros y pesetas. Te sientes turbado. ¡Tú, tan bien vestido y tan bien alimentado, vas a darle a está pobre mujer que nada tiene unos pocos duros y algunas pesetas! Tratas en vano de encontrar al menos una moneda de cien. ¡Ah!, aquí hay una, en el fondo del bolsillo. Pero entre tanto has pasado de largo, sonriendo tristemente, y ya es demasiado tarde para volver atrás. Ella no consigue nada; y tampoco tú consigues nada. En lugar de la alegría de ser consciente de tu abundancia y de compartirla, ahora te sientes tan pobre como la mujer. ¿Por qué simplemente no le diste el billete? Tú primer impulso fue ese, pero luego se interpuso tu pensamiento.

La próxima vez, decide actuar antes de pensar. Dale el dinero. ¡Adelante! Tienes suficiente, y conseguirás más. Ese es el único pensamiento que te diferencia de la mujer. Tú sabes con certeza que conseguirás más, mientras que ella no lo sabe.

Cuando quieras cambiar un pensamiento raíz, obra de acuerdo con la nueva idea que tengas. Pero debes actuar con rapidez, o tu mente matará la idea antes de que te des cuenta. Y lo digo literalmente. La idea, la nueva verdad, morirá ante ti antes de que hayas tenido la oportunidad de ser consciente de ella. Así pues, actúa con rapidez cuando surja la oportunidad; y, si lo haces bastante a menudo, tu mente pronto hará suya la idea. Y será tu nuevo pensamiento.

Creo que algo entiendo. ¿Es a esto a lo que alude el llamado Movimiento del Nuevo Pensamiento?

Si no lo es, debería serlo. El nuevo pensamiento en tú única posibilidad. Es tu única oportunidad real de evolucionar, de crecer, de ser de verdad Quién Realmente Eres. En este momento tu mente está llena de viejos pensamientos. No sólo de viejos pensamientos, sino, en su mayor parte, de viejos pensamientos de algún otro. Ahora, en este momento, lo importante es cambiar tu mente a este respecto. En esto consiste la evolución.

CAPÍTULO 12

¿Por qué no puedo hacer lo que realmente quiero y al mismo tiempo ganarme la vida?

¿Qué? ¿Quieres decir que realmente pretendes pasarlo bien en la vida, y al mismo tiempo ganar lo suficiente para vivir? ¡Muchacho, tú estás soñando!

¿Cómo...?

¡Era broma! Estaba respondiendo como lo haría una mente estrecha. Pero fíjate que ese ha sido tu pensamiento al respecto.

Esa ha sido mi experiencia.

Sí. Bueno, ya hemos hablado de esto varias veces. Las personas que se ganan la vida haciendo lo que les gusta son las personas que se empeñan en conseguirlo. No se rinden. Nunca ceden. Desafían a la vida si no les deja hacer lo que les gusta. Pero hay otro elemento que se debe mencionar aquí, pues se trata de un elemento que se halla ausente en el razonamiento de la mayoría de las personas cuando inician su vida laboral.

¿Cuál es?

Hay una diferencia entre ser y hacer, y la mayoría de la gente da más importancia a lo segundo.

¿Y no debería?

No es cuestión de si "debería" o "no debería". Es una cuestión de qué eliges, y como puedes conseguirlo. Si tú eliges la paz, la alegría y el amor, no conseguirás mucho a través de lo que hagas. Si escoges la felicidad y el contento, poco de eso lograrás por la vía del hacer. Sí eliges la unión con Dios, un conocimiento supremo, una profunda sabiduría, una compasión sin límites, una conciencia total, una plena realización, poco de eso lograrás como resultado de lo que hagas.

En otras palabras, si eliges la evolución - la evolución de tu alma -, no vas a conseguirlo a través de las actividades mundanas de tu cuerpo. Hacer es una función del cuerpo. Ser es una función del alma. El cuerpo siempre esta haciendo algo. Cada minuto de cada día tiene algo entre manos. Nunca se detiene, nunca descansa; constantemente está haciendo algo. O bien hace lo que hace por mandato del alma, o bien lo hace a pesar del alma. La calidad de tu vida depende de qué predomine en este equilibrio.

El alma siempre está siendo. Esta siendo lo que está siendo independiente de lo que haga el cuerpo, no a consecuencia de lo que haga el cuerpo. Si piensas que tu vida se basa en el hacer, no entiendes de qué se trata. A tu alma no le importa lo que hagas para ganarte la vida (y cuando tu vida termine, tampoco a ti te importará que hayas hecho). A tu alma sólo le importa qué eres mientras haces lo que hagas para ganarte la vida. Lo que el alma busca es el estado del ser; no el estado del hacer.

¿Qué quiere ser el alma?

Yo.

¿Tú?

Sí, Yo. Tu alma es Yo, y lo sabe. Lo que hace es tratar de experimentarlo. Y lo que recuerda es que la mejor forma de tener esta experiencia no es haciendo algo. Eso no tiene nada que ver con ser.

¿Con ser que?

Cualquier cosa que quieras ser. Feliz. Triste. Débil. Fuerte. Alegre. Vengativo. Perspicaz. Ciego. Bueno. Malo. Macho. Hembra. Lo que quieras. Lo digo literalmente lo que quieras.

Todo esto es muy profundo, ¿pero qué tiene que ver con mi ocupación? Trato de encontrar una
manera de seguir vivo, de sobrevivir, de mantenerme a mí mismo y a mí familia, haciendo lo que
me gustaría hacer.

Trata de ser lo que te gustaría ser.

¿Qué quieres decir?

Algunas personas ganan montones de dinero haciendo lo que hacen; otras apenas ganan, y hacen lo mismo. ¿Dónde está la diferencia?

Algunas personas tienen más capacidad que otras.

Ese es un primer aspecto; pero vamos al segundo. Imaginemos dos personas con unas capacidades relativamente iguales. Ambas se licenciaron en la universidad, ambas fueron el número uno de su promoción, ambas conocen lo esencial de su trabajo, ambas saben cómo utilizar sus instrumentos con gran facilidad; sin embargo, una lo hace mejor que la otra, una prospera mientras la otra sigue luchando. ¿A qué se debe?

A la situación.

¿A la situación?

Alguien me dijo una vez que, cuando uno inicia un nuevo negocio, sólo ha de tener en cuenta tres
cosas: la situación, la situación y la situación.

En otras palabras: no "¿qué vas a hacer?", sino "¿dónde vas a estar?".

Exactamente.

Eso suena también como mi respuesta a tu pregunta. Al alma sólo le preocupa dónde vas a estar. ¿Vas a estar en un lugar llamado temor, o en un lugar llamado amor? ¿Dónde estás - y d dónde vienes - cuando te encuentras con la vida?

Ahora bien: en el ejemplo de los dos trabajadores igualmente cualificados, uno tiene éxito y el otro no, no debido a lo que hace cualquiera de los dos, sino debido a lo que ambos son. Una persona es abierta, amistosa, cuidadosa, servicial, considerada, animada, confiada, y además está contenta con su trabajo, mientras que la otra es cerrada, distante, descuidada, desconsiderada, gruñona, y está resentida por hacer lo que hace.

¿Y si escogieras los estados más elevados del ser? ¿Y si eligieras la bondad, la misericordia, la compasión, el conocimiento, el perdón, el amor? ¿Qué pasaría si escogieras la santidad? ¿Cuál sería entonces tu experiencia?

Te lo aseguro:

El ser atrae al ser, y produce experiencia. No estás en este planeta para producir algo con tu alma. Tu cuerpo es, simple y llanamente, el instrumento de tu alma. Tu mente es la fuerza que hace que el cuerpo funcione. De modo que lo que tienes es una poderosa herramienta utilizada en la creación del deseo del alma.

¿Cuál es el deseo del alma?

¡Eso mismo!: ¿cuál es?

No lo sé. Te lo pregunto a ti.

No lo sé. Te lo pregunto a ti.

Podemos seguir así indefinidamente.

Sí.

¡Un momento! No hace mucho has dicho que el alma aspira a ser Tú.

Así es.

Entonces ese es el deseo del alma.

En un sentido amplio, sí. Pero ese Yo que aspira a ser es muy complejo, posee múltiples dimensiones, múltiples sentidos, múltiples facetas. Hay un millón de aspectos de Mí. Un billón. Un trillón. ¿Sabes? Incluye lo profano y lo profundo, lo más pequeño y lo más grande, lo más vacío y lo más sagrado, lo más horrible y lo más piadoso, ¿sabes?

Sí, sí, lo sé... el arriba y el abajo, la izquierda y la derecha, el aquí y el allí, el antes y el después, lo
bueno y lo malo...

Precisamente. Yo soy el Alfa y la Omega. Eso no era sólo una frase bonita, o un concepto
elegante. Era una verdad expresada.

100

AQUELLOS GRANDES Y AZULES OJOS QUE LLORABAN, LLORABAN Y LLORABAN.......

Ya sé que mis historias van a saltos, no siguen una cronología, porque mi memoria tampoco la sigue y cuento las cosas cuando necesito echarlas fuera y según lo necesito. En realidad, lo escribo para ellas que hacen que el teléfono suene cada vez que intento reflejar nuestra realidad, aquella que nos hizo como somos y de la que yo soy sólo la "voz que quiere hablar". Sobre todo, cuando intuyen que la cosa no va bien y captan mi alma a través de lo que vierto, oigo por el teléfono la voz de mi pequeña Némesis, la memoria colectiva de todo lo que digo y más. A veces, bastantes, está fuera de España y no importa, es capaz de colgarse media hora al teléfono, primero para asegurarse que la explosión es la de siempre y, de paso completar mi relato con su memoria. Yo he sido siempre dada a una visión general, yo soy capaz de describir el aire que hay en una habitación, capto el silencio impuesto y lo distingo del aquel que se produce por pura placidez y lo distingo cuando se puede cortar con un cuchillo y sé que hay silencios que hablan más que las palabras. Algunos de estos últimos no te influyen. Pero otros, todavía siguen partiéndome el alma. Mi pequeña Némesis rellena con datos concretos cada una de las situaciones que describo; ella recuerda fechas, nombres, circunstancias, el por qué, y los nombres propios que yo soy incapaz de recordar.

El primer día de la recta final de nuestro deambular, creíamos que todas veníamos de otros Hogares y así como nosotros éramos cinco, dimos por hecho que las demás tendrían la misma procedencia. Pero no. Mientras se ponía un poco de orden en aquel maremagnum que encontramos y del que la Sita Concha tuvo que hacerse cargo, porque por allí no se veía nadie con un poco de autoridad. Las escaleras eran un contínuo subir y bajar, unas cantaban en un rincón, otras jugaban al balón por los pasillos, un grupo exploraba el edificio y transmitían los descubrimientos a voces. No sólo era día de entrada; era día de reemplazo: La Sección Femenina era sustituída por "Sus Caridades" a quién nadie conocía y de las que no había ni rastro. Y mientras, un manicomio era más tranquilo que lo que veían nuestros ojos. Todas histéricas,, unas buscando dónde colocar sus cosas,, otras tratando de buscar una cama porque venían de un largo viaje nocturno y su cuerpo necesitaba reposo.

Y, en un rincón, bajo el recodo que formaba una escalera, vimos a una chiquilla mirando hacia todas partes, sola, asustada; de vez en cuando bajaba la cabeza y por el temblar de su cuerpo sabíamos que estaba llorando; era un lloro silencioso, abundante, de esos que dejan salir el alma con las lágrimas.

Es curioso, pero no absurdo, que las cinco dirigiéramos nuestra mirada al mismo tiempo. Veníamos con las alas tan rotas que, sin necesidad, sabíamos distinguir el verdadero dolor. Nos volvimos a Sita Concha, que, sin preguntar, supo lo que ella también había visto.

"Voy a ver si me entero de lo que pasa y podemos poner un poco de orden en este pandemonium. Vosotros, id a ver qué tiene esa chiquilla,, que parte el alma verla...."

¡¡¡Cómo estaría la chiquilla para que Sita Concha nos diera permiso, que era lo que estábamos esperando!!!

Lo malo es que aunque perros apaleados, no teníamos mucha idea de cómo se cortaba un llanto tan hondo. No podíamos freírla a preguntas, ni preguntar por qué lloraba, o engañarla diciéndole que "si aquí lo vamos a pasar muy bien, anda no llores, venga, ven a jugar"; no, en esas circunstancias eso es casi un insulto. Así nos mirábamos unas a otras, mientras nos habíamos colocado alrededor de la muchacha,, como si fuéramos sus ángeles guardianes. Pero, como no sabíamos qué hacer ni qué decir, la verdad es que la situación era incómoda, sobre todo para la pequeña que, de pronto levantó su cara y recorrió una por una  aquel "grupo salvaje" que la tenía rodeada. Tenía los ojos más grandes y azules que había visto nunca, ahora rojos por el llanto; y la situación se prologaba, yo ya temía que la pobre echara a correr de puro susto; no sabía lo que estaba pasando por su cabeza, pero el llanto se reanudó más triste, si cabe. Así que hice lo único que se me ocurrió, para que no pensara que la íbamos a atacar o algo así. Me puse en cuclillas y, sacando mi pañuelo, se lo tendí. Ella me miró con mucho miedo; así que, como mi madre hacía cuando yo lloraba, le empecé a secar las lágrimas. Las demás se sentaron en el suelo, alrededor, lo que tranquilizó un poco a la chica. Poco a poco el miedo pasó, pero fueron horas las que nos mantuvimos a su lado, usando por turno todos los pañuelos y dejando que llorara hasta que se hartara. Cuando nos llamaron al comedor, alguna la cogió la mano y las seis elegimos mesa. Las mesas eran para cuatro. 

Colocamos a la pequeña junto a la pared y tres de nosotras nos colocamos en su mesa. Las otras dos en los sitios más cercano a nosotros.

Pronto íbamos a saber que el simple hecho de secar las lágrimas a alguien, constituía una acción sospechosa para mentes que no tenían ni el don de la Compasión (Así, con mayúscula). Y yo tampoco sabía la de castigos que me caerían por hacer de "abogada de causas perdidas"

Y, ahora es ella la que me llama ante la más mínima sospecha de que necesito hablar con mis hermanas, porque sólo quien ha convivido en situaciones límite, puede captar en la distancia un ser que sufre.

Así que cuando me dicen "te entiendo", "te comprendo", "sé lo que sientes", siempre, mientras se lo agradezco, me dan ganas de chillar: "Tú qué coño sabrás..........". Pero hay que agradecer por lo menos que lo intenten.









viernes, 23 de septiembre de 2016

LA LUCHA DEL BIEN CONTRA EL MAL (TÍO KURT I )

Hemos cambiado de tiempo y de personaje. Las cartas de Belicena Villca han llevado al doctor a una serie de aventuras hasta encontrar al tío kurt, que es ahora quién os cuenta su historia, aunque no entera. La cogemos, más o menos, a la mitad.


Pasaron los minutos y todo se fue calmando en el refugio de la Orden Ofita. Los árabes estaban entregados a alguna clase de preparativo, y Yo, entusiasmado con el serpentino obsequio y tranquilizado por el buen trato del Maestro Naaseno, no desconfié cuando éste me acercó un vaso de refrescante menta. Pocos minutos después caía presa de profundo sopor, seguramente a causa de un narcótico echado en la bebida.

Cuando desperté estaba con mis padres, en el Sanatorio Británico de El Cairo, junto a un médico, de blanco guardapolvo, que trataba inútilmente de convencerlos de que Yo simplemente dormía.

Con el paso de los años, fui reconstruyendo las acciones que llevaron a mi liberación. Al parecer el Jefe de Policía se movió rápidamente, temiendo que el secuestro de un miembro de la rica e influyente familia Von Sübermann, concluyera con una purga en el Departamento de Policía cuya cabeza –sería la primera en rodar– era él. Por intermedio de confidentes, mendigos, vagos o simples testigos, se enteraron sin lugar a dudas que los autores del secuestro eran los fanáticos miembros de la milenaria Orden gnóstica “Ofita”, considerados como inofensivos e incluso muy sabios.

Esto desconcertó en un comienzo a los policías, que no alcanzaban a vislumbrar el móvil del secuestro pero, siguiendo algunas pistas, llegaron a la casa del Maestro Naaseno. Los árabes, en la euforia por transportarme hasta allí, se habían comportado imprudentemente, penetrando todos juntos en medio de gritos y exclamaciones. Un mendigo, testigo presencial de la extraña procesión, tan deseoso de ganar la recompensa que mi familia había ofrecido, como de evitar las porras policiales, dio los datos de la casa donde entraron los raptores. Esta fue rodeada por las autoridades, pero, como nadie respondía a los llamados, se procedió a forzar la puerta, encontrándose con una humilde vivienda, totalmente vacía de gente. Luego de una prolija inspección, se descubrió, disimulada bajo una alfombra, la puerta trampa que conducía, mediante una mohosa escalera de piedra, al soterrado templo del Dios Serpiente.

Un espectáculo macabro sorprendió a los presentes pues, tendido sobreun almohadón de seda, yacia mi cuerpo exánime rodeado de cadáveres con expresión convulsa que, como último gesto, dirigían los rígidos brazos hacia mí. Todos los secuestradores habían muerto con veneno de cobra. El Maestro Naaseno y el ídolo se habían esfumado.

La impresión que recibieron los recién llegados fue muy mala puespensaron que Yo también estaba muerto, pero salieron de inmediato de su error y fui transportado al Sanatorio Británico junto con mis padres.

Aún conservaba colgada del cuello la serpiente de plata, siendo ésta guardada celosamente por Papá, aunque a veces, años después, me la solía mostrar cuando recordábamos aquella aventura. En aquel momento, mientras escuchaba a Papá y Rudolph Hess hablar de los Ofitas, todos estos sucesos se agolpaban en mi mente. Me había situado de costado contra la ventana, de manera que sólo podía verlos de reojo conversar, pero la voz llegaba nítida a mis oídos.

–Esta es la joya de plata –decía Papá– con la imagen de Ophis-Lúcifer. La conservé con el cordón original; toma, ahora deberás guardarla tú.

Era una revelación extraordinaria, –no pude evitar volverme un poco para ver mejor– pues Papá nunca dio importancia al pequeño ídolo y Yo, que no comprendía su significado, tampoco. Incluso hacía años que se había borrado de mi mente.

¡Y resultaba allí que Papá había simulado y restado importancia al asunto, pero en realidad atribuía cierto valor desconocido al ídolo de plata! Y lo más extraño era que lo hubiese traído oculto a Alemania, ofreciéndoselo en custodia a Rudolph Hess. Esto para mí no tenía sentido. Por otra parte hablaban del Signo como los árabes, ¿qué Signo? Años después del secuestro, todavía me miraba en el espejo buscando al bendito Signo que había llevado a aquellos desgraciados a la muerte; y jamás hallé nada anormal. Tampoco sospeché que Papá creyera en la existencia de aquella señal –¿o estigma?–.

En mi cabeza un torbellino de ideas giraban desordenadas, mientras distraídamente veía a Rudolph Hess examinar la serpiente de plata. De pronto, introduciendo la mano por el escote del rompevientos, extrajo un cordón que le rodeaba el cuello. ¡Colgando del mismo había una serpiente de plata, exactamente igual a la mía! Rudolph Hess las había reunido en su mano para la contemplación de mi Padre y, luego de unos minutos, se colocó la suya y guardó la otra en el bolsillo. Instantes después ambos ingresaban al cálido livingroom sin hacer mención del tema de su conversación precedente.

Esta actitud reservada me convenció de la inconveniencia de abordar de algún modo el asunto, pues delataría el censurable espionaje cometido. No lo pensé mucho: callaría hasta tanto no se me hablara directamente, pero me prometí hacer lo imposible para obtener información sobre el misterioso Signo.

Eran las dos de la mañana y tío Kurt se paró con intención de marcharse a su habitación. No le reprochaba esa actitud pues había estado hablando varias horas, pero el relato despertó inquietudes e interrogantes en mi Espíritu, tornándome impaciente y desconsiderado.

–Tío Kurt –dije– es tarde, lo sé y sé también que mañana podremos continuar la charla, pero de veras necesito que respondas a dos preguntas antes de irte.

–Ja, Ja, Ja, Ja –rió con su terrible carcajada– eres igual que Yo a tu edad: necesitas obtener respuestas para poder vivir. Es como una sed. Te comprendo neffe ¿qué quieres saber?

–Sólo dos cosas –dije–. Primero: ¿Hay posibilidad que ese Signo que los árabes veían en ti, sea igual al que Belicena Villca vio en mí?

–Sin ninguna duda neffe –respondió–. El Signo significa muchas cosas, pero también es una Sanguine Signum18 y ambos tenemos la misma sangre. La sangre no es factor determinante para la aparición del Signo pero sí es “condición de calidad”; si aparece un signo en miembros de nuestra familia es el mismo signo. 18 Sanguine Signum: marca de sangre.

Yo había ignorado hasta hoy que hubiese otro Von Sübermann vivo con dicha marca. Papá, con quien hablé finalmente sobre ello, me contó que según una tradición familiar, un antepasado nuestro “demostró” a sus contemporáneos mediante ciertas señales, “ser un elegido del Cielo”, en virtud de lo cual el Rey Alberto II de Austria le otorgó el título de Barón en el siglo XV. A partir de esa Epoca, se registraron los anales familiares, siendo todo lo anterior oscuro y desconocido. En los siglos posteriores, la familia siempre se dedicó a la producción de azúcar, como dice Belicena Villca en su carta, y se mantuvo atenta a la aparición de descendientes con “aptitudes especiales”. De hecho, hubo varios integrantes de la Estirpe que demostraron poseer dones sobrenaturales, pero nadie logró resolver el enigma familiar. Solamente las últimas generaciones de la rama egipcia, pudieron acercarse a la solución del misterio, al descubrir la existencia de una marca o signo de aparición cíclica entre los miembros de la familia a través de las edades. Pero salvo esta noticia, obtenida gracias a los contactos realizados con ciertos ulemas, sabios del Islam, poco es lo que pudo saberse con más precisión.

Para mi desesperación tío Kurt seguía acercándose a la puerta, con la firme intención de marcharse.

–Te haré la segunda pregunta –dije–. ¿Has podido saber qué es el Signo?

Tío Kurt hizo un gesto de fastidio.

–¿Crees que una respuesta que Yo mismo busqué durante años puede resumirse en dos palabras? Supongo que tu pregunta apunta al Símbolo del Origen, que es la causa metafísica de nuestro signo. Si es así, sólo te diré que todo cuanto pude averiguar al respecto es menos de lo que expone Belicena Villca en su carta. Coincido plenamente con ella, y de acuerdo a lo que me fue revelado en la Orden Negra , que el Símbolo del Origen está ligado al Misterio del encadenamiento espiritual. El Símbolo del Origen, neffe, es análogo a un Marco Carismático: quien es abarcado por dicho marco, consciente o no, “orientado” o no hacia él, permanece inevitablemente encadenado a la Materia; quien logra en cambio abarcar al marco, comprenderlo o trascenderlo, logra liberarse del encadenamiento, “es libre en el Origen”. Y quienes procuran mantener al Espíritu Eterno encadenado bajo tal marco, o Símbolo del Origen, son los Maestros de la Kâlachakra, la Fraternidad Blanca de Chang Shambalá. Y quienes tratan de que el Espíritu trascienda el Símbolo del Origen, tal vez comprendiendo a la Serpiente, son los Iniciados de la Sabiduría Hiperbórea, los Dioses Liberadores de Agartha. Esto es, en síntesis, lo que sé sobre el Símbolo del Origen. Ahora bien, si tu pregunta se refiere al Signo como marca, te diré que aún sé menos, pues al Signo sólo pueden reconocerlo quienes ya lo conocen. Es básico neffe, para distinguir una cosa de otra, hay que conocerla primero; el mismo principio vale para el Signo; sólo lo “ven” aquellos que tienen la Verdad en su interior, pues sólo así es posible reconocer la Verdad exterior, por eso tú y Yo no podemos ver el Signo aunque lo llevemos con nosotros, porque aún nos falta llegar a la Verdad.

Escuchaba a tío Kurt desolado pues había abrigado la secreta esperanza de que él sabría lo concerniente al Signo y que tal vez accedería a confiarme su secreto, pero su respuesta negativa era simple y lógica: la revelación del Signo debía ser interior.
Mi cara reflejaba el desaliento y esto hizo reír nuevamente a tío Kurt.

–No te preocupes neffe, no es tan importante que nosotros veamos el Signo sino que lo reconozcan quienes nos deben ayudar. Y esto siempre ocurre como lo prueba tu propia experiencia. Pero hay algo que quizás compense la curiosidad que sientes. En los años que estuve en el Asia, obtuve una información precisa sobre nuestro Signo: su ubicación corporal.

–¿Dónde está? –pregunté sin disimular la impaciencia.

–En un lugar curioso neffe –respondió con evidente regocijo– en las orejas. Miró el reloj y sin esperar respuesta dijo –Hasta mañana neffe Arturo –y salió.

En un primer momento pensé que tío Kurt se burlaba de mí, pero luego fui hasta el baño, al espejo, a mirarme las orejas. No había nada anormal en ellas, pequeñas, sin lóbulo, pegadas a la cabeza, eran, eso sí iguales a las de tío Kurt. Definitivamente Yo no era capaz de “ver” el famoso Signo; y me fui a dormir.

Capítulo IX

La siguiente mañana desperté con el recuerdo presente de los últimos conceptos expuestos por tío Kurt la noche anterior, que iban aclarando lenta pero efectivamente el Misterio en que me hallaba inmerso. Por de pronto, era ya seguro que mi tío compartía la misma filosofía oculta de Belicena Villca, la “Sabiduría Hiperbórea”, y que la misma le fue revelada durante su carrera como oficial de las Waffen : ¡esto era más de cuanto Yo podía soñar al venir a Santa María!

Y además estaba la cuestión del Signo: ¡no sólo tío Kurt conocía la existencia del Signo sino que me confirmaba que tanto él como Yo éramos portadores del mismo! No cabían dudas entonces que, al igual que los Ofitas, Belicena Villca lo había percibido, en mis orejas o donde quiera que estuviese plasmado, y ello la había decidido a redactar su increíble carta. ¡Y tanto en el caso de los Ofitas como en el de Belicena Villca, la muerte había intervenido implacablemente, como si Ella fuese un actor insoslayable en el drama de los señalados por el Signo!

–Buen día Señorcito, vengo a curarle la cabeza. –dijo la vieja Juana, circunstancial enfermera–. Traje lo que me pidió. Mire, señorcito...

Enarbolaba una navaja de refulgente filo, utensilio que había solicitado con la intención de afeitarme la cabeza, ya depilada en parte por el Dr. Palacios en torno a la herida. Concluída la cura, que consistía en lavar la cicatriz y teñirla con una tintura roja a base de iodo, la vieja Juana se entregó a la tarea de afeitarme la cabeza, concesión hecha al comprobar la imposibilidad de poder hacerlo Yo mismo, con una mano sola. Media hora después, luciendo el cráneo perfectamente rasurado como un bonzo de Indochina, tomaba el nutrido desayuno que me sirviera la solícita vieja.

–A este paso pronto estará bien Señorcito –dijo la vieja, deleitada por la forma en que devoraba las vituallas.

–Sí, pero con varios kilos de más –repliqué sin dejar de comer.

A las nueve en punto subió tío Kurt a mi habitación.

–¿Cómo estás neffe? ¿dispuesto a escuchar otra parte de mi historia?

–Sí tío Kurt –respondí– estoy ansioso, realmente ansioso por escuchar lo que tienes que contar.

Se acomodó en su sillón hamaca y comenzó a hablar.

–Bien; habíamos quedado en que luego de sorprender la conversación de mi padre con Rudolph Hess sobre el Signo, decidí no hablar de ello hasta que alguno de los dos tomara la iniciativa.

Asentí con la cabeza mientras tío Kurt retomaba el hilo del relato.

–Al finalizar la primera semana de Agosto de 1933, partimos hacia Berlín en tren. Rudolph Hess e Ilse, en cambio, irían hasta Munich en automóvil y desde allí arribarían a Berlín en un avión, junto con el Führer, Goering y varias personalidades del Tercer Reich, que finalizaban sus vacaciones. En Berlín nos hospedamos en el hotel Kaiserhof, antiguo cuartel general del N.S.D.A.P.19 y esperamos, de acuerdo a lo convenido en Berchtesgaden, noticias de Rudolph Hess. Estas llegaron a mediados de Agosto en forma de una citación para encontrarnos con Rudolph Hess en el Ministerio de Educación y Ciencia. Deberíamos estar preparados a las 7 hs. del día siguiente en el hotel, pues seríamos recogidos por un vehículo oficial.

A las 7 en punto llegó el oficial Papp, a quien conocíamos por ser custodia de Rudolph Hess en Berchtesgaden, en un coche con chofer uniformado de las S.A.

–Herr Hess los espera en el Ministerio de Educación y Ciencia. Lo he dejado allí antes de venir a buscarlos. –Dijo el .

Llegamos en unos minutos y fuimos conducidos por el hasta una puerta en la que se leía “NAPOLA Dirección Nacional”. Entramos. En un amplio recinto, sobriamente amueblado, encontramos a Rudolph Hess con el uniforme de las S.A., a un hombre de aspecto severo y a una secretaria que tecleaba una máquina de escribir. Todos se pararon cuando llegamos.

–Profesor Joachim Haupt, le presento al Barón Reinaldo Von Sübermann – dijo Rudolph Hess.

–Barón Von Sübermann, estás frente a Joachim Haupt, Director Nacional de los NAPOLA –completó la presentación Rudolph Hess.

Mientras se daban la mano Rudolph tomó la palabra. 

–He estado discutiendo el ingreso de Kurt con Herr Profesor y, pese a la falta de vacantes, llegamos a un acuerdo. Será incorporado al primer NAPOLA en Lissa para integrar el “Cuerpo Selectivo de Estudios Orientales”.

Mi Destino estaba por lo visto resuelto. El Profesor Haupt me observaba con detenimiento; al fin habló.

–Joven Von Sübermann, tengo entendido que domina Ud. varias lenguas. ¿Me podría decir cuáles son? –preguntó.

–Sí Herr Profesor. Aparte de mis lenguas natales árabe, inglés y alemán, hablo francés y griego –contesté tímidamente.

 –Cinco idiomas es más que suficiente para ingresar al NAPOLA de Lissa – dijo el Profesor Haupt– pero a nosotros nos interesa su dominio del árabe. ¿Estaría Ud. dispuesto a estudiar otras lenguas del Medio Oriente o del Asia, digamos por ejemplo, turco o ruso?

–Sí. Me gustaría aprender otras lenguas y estoy dispuesto a estudiar aquello que mejor convenga para servir a la patria, –respondí un tanto perplejo pues jamás se me hubiera ocurrido que en el NAPOLA recibiría un entrenamiento tan específico.

–Entonces no hay más que hablar, –dijo el Profesor Haupt–. Le haré extender una orden de incorporación. El próximo lunes debe presentarse en Lissa.

Se dirigió a Papá.

–Hemos convenido con Herr que ésta sería la mejor carrera para su hijo. Normalmente en la Escuela NAPOLA se dicta el plan de estudio de segunda enseñanza oficial con especialización en letras, ciencias naturales, lenguas modernas, etc., pero por un decreto reservado del Führer, acabamos de crear una división especial de estudios asiáticos. Esta división se llamará “Cuerpo Selectivo de Estudios Orientales” y allí se formarán los futuros Ostenführer  quienes, más adelante, servirán en misiones especiales en el Asia. El Reichführer Himmler ha presentado un proyecto sobre el plan de estudios, y uno de los requisitos a cumplir es el dominio de lenguas asiáticas. Tenemos ya Profesores de dialectos tibetanos y mongoles, y de sánscrito. El joven Kurt puede ser un buen auxiliar para el Profesor de árabe, lo que es una ventaja para todos. Serán tres años intensivos en el NAPOLA, que luego se complementarán, si nuestros planes se realizan, con un posterior entrenamiento en la . Esta es una información confidencial que revelo a Ud. por el solo hecho de que Herr Hess avala su discreción. Entiendo que estando Ud. en Egipto, no podrá velar debidamente por el bienestar de su hijo ¿Pensó a quién delegará la responsabilidad de la Tutoría? – preguntó el Profesor Haupt.

Se miraron Papá y Rudolph Hess y, acto seguido, éste movió la cabeza en muda aceptación.

–Yo me haré cargo del joven Kurt –dijo Rudolph Hess–. Disponga los papeles necesarios para cumplir esta formalidad.

–Entonces está todo solucionado –dijo el Profesor Haupt– ¿Está Ud. de acuerdo Barón Von Sübermann?

–Totalmente de acuerdo. No podría hallar otro tutor mejor para mi hijo, ni hay en Alemania nadie en quien confíe más que en Rudolph –dijo Papá, que aún estaba conmovido por el gesto de Rudolph Hess.

Momentos después una eficiente secretaria, preparaba un Legajo Personal a mi nombre, archivaba las declaraciones Juradas de Rudolph Hess y de mi padre y me entregaba un sobre cerrado que debía entregar en Lissa al presentarme el lunes siguiente.

–¡Heil Hitler! –dijeron al unísono el Profesor Joachim Haupt y Rudolph Hess, al despedirse intercambiando el antiguo saludo romano, consistente en alzar el brazo derecho y chocar los talones.

En las escaleras de piedra del Ministerio de Educación y Ciencia se produjo otra despedida, pero esta vez más dolorosa, pues Papá y Rudolph Hess se apreciaban profundamente. Las múltiples ocupaciones de Rudolph Hess, hacían a éste muy difícil concretar otra entrevista, por lo que decidieron despedirse allí mismo.

–Hasta pronto estimado Reinaldo –dijo Rudolph a Papá, incapacitado por su habitual timidez de ser más expresivo. –Te echaré de menos. Eres de los pocos amigos verdaderos que tengo y siempre es una gran alegría estar contigo.

No te preocupes por Kurt, Yo cuidaré de él; como su tutor, seré avisado de inmediato sobre cualquier novedad que pueda surgir.

–Y tú Kurt –dijo Rudolph Hess dirigiéndose a mí– no dejes de avisarme de las necesidades o problemas que tengas. Toma esta tarjeta; –me extendió un rectángulo de cartulina con el águila del Tercer Reich en relieve –puedes llamar al teléfono que allí figura y solicitar mi presencia o transmitir tu pedido al Obersturmführer Papp, a quien ya conoces.

Descendió un escalón, según su costumbre de tomar distancia para observar a sus interlocutores, y nos miró con ojos tristes, mientras en su boca apenas se esbozaba una sonrisa tímida.

–Hasta pronto familia Von Sübermann, ¡Heil Hitler! –dijo y, previo abrazo con Papá, partimos en direcciones opuestas.

Empleamos el resto de la semana en adquirir ropa y diversos elementos que necesitaría para mi internación en el NAPOLA de Lissa. El siguiente lunes, luego de efectuar la presentación correspondiente a un secretario con uniforme pardo de las S.A., me despedí de mi padre para comenzar una nueva vida.

Capítulo X

Tres años permanecí en Lissa perfeccionándome en el “Cuerpo Selectivo”, durante los cuales sólo vi a mi familia en las ocasiones en que podía viajar a Egipto; esto es, una vez cada año en las vacaciones de verano. A Rudolph Hess me propuse molestarlo lo menos posible, pero las pocas veces que llamé al número telefónico que él me diera, no logré hablarle directamente sino por intermedio del oficial Papp.

De todos modos, nunca fui desatendido en mis escasas solicitudes, a todas las cuales accedió amablemente dicho oficial. Pero Rudolph Hess era mi tutor y, por lo tanto, el responsable de firmar las planillas de calificaciones y otros trámites burocráticos, como corresponde a cualquier padre. Jamás me enteré que esto no se cumpliera, por lo que Yo suponía que Rudolph Hess habría previsto un mecanismo automático, por el cual sería informado sobre el desarrollo de mis estudios. 
Finalmente verifiqué que esta teoría era correcta. Para algunas navidades y celebraciones especiales, que la familia Hess pasaba en la intimidad, fui invitado a estar con ellos, lo que me producía mucha alegría, pues constituían mi única familia en Alemania.

Durante esos tres años, aparte de la instrucción secundaria normal, aprendí religiones, lenguas y costumbres del Asia y recibí intenso entrenamiento en prácticas expedicionarias y de exploración. Montañismo, equitación y técnicas de supervivencia, nos apartaban de las prácticas de deportes convencionales que realizaban los demás cuerpos estudiantiles del NAPOLA.

Era “vox populi” entre los estudiantes del “Cuerpo Selectivo de Estudios Orientales”, que se nos entrenaba para futuras misiones en el Asia, pero nadie sabía dar noticias del carácter que tendrían aquellas.

En 1936, tercer año de estudios en una carrera que duraba cuatro, fui seleccionado para recibir instrucción aérea y transferido a las Flieger H. J. (Flieger Hitlerjugen) división de las juventudes Hitlerianas especializada en vuelo de planeador. Sin embargo –éramos veinte en las mismas condiciones– se nos instruyó en el manejo de aviones Messerschmitt y perfeccionó nuestra deficiente práctica con armas ofensivas.

También recibimos por esa época un cursillo sobre “El Graal y el destino de Alemania” dictado por el Coronel Otto Rahn, prestigioso erudito en Historia de la Edad Media y autor en 1931 del libro “La Cruzada Contra el Graal”. Llegó, por fin, el egreso del NAPOLA en 1937 y la consiguiente posibilidad de encauzar una exitosa carrera profesional.

Las opciones que se ofrecían a los graduados iban desde hacer carrera en el ejército o el partido, hasta la incorporación a la administración, la industria, o la vida académica. Quienes seguían carreras no militares, cursaban la Universidad y se doctoraban en Filosofía y Letras, en Leyes, o en Matemática y Ciencias Exactas.

Gran parte de los graduados, aspiraban a incorporarse a la Waffen para lo cual debían someterse a rigurosas pruebas de ingreso. Pero para el Cuerpo Selectivo, este ingreso era automático, pues muy grande había sido el esfuerzo que la patria depositara en nuestro entrenamiento. Y, además, éramos solamente noventa egresados los que aspirábamos al grado de Ostenführer de la .

Se podría pensar que una gran alegría embargaba a todos, y eso era cierto en lo que respecta a mis ochenta y nueve compañeros. Yo, en cambio, sentía empañada mi felicidad por un extraño suceso que merece ser mencionado en este relato, por las implicaciones posteriores que tuvo.

Al completar el plan de estudios la primera promoción del Cuerpo Selectivo, –del cual Yo formaba parte– uno de nuestros Profesores, Ernst Schaeffer, se abocó a la tarea de seleccionar un pequeño grupo para una “operación especial”. Comenzó a circular entre nosotros, el rumor de que dicha operación era en realidad una importante misión en el Asia, por lo que se produjo un consecuente estado de excitación general. No había quien no anhelara participar en la ultraconfidencial misión que, se decía, había sido encomendada por el Reichführer Himmler en persona.

El Profesor Ernst Schaeffer dictaba cátedras de religiones orientales, especialmente Budismo, Vedismo y Brahmanismo con singular erudición, pero no era oficial de la sino de la Abwer, el Servicio Secreto del Almirante Canaris. Por esta razón las conjeturas indicaban que la misión en el Asia sería una operación de espionaje, quizás en India o Rusia.

Nuestro pequeño grupo de pilotos de la Flieger –H.J. no había sido incluidoen la selección por alguna razón que ignorábamos y, aunque la rígida disciplina interna exigía absoluta obediencia y subordinación, Yo no creía faltar a ningún reglamento si me ofrecía como voluntario. No sabía el destino de la misteriosa misión, pero el entusiasmo por ser admitido me hacía pensar que el conocimiento de diez lenguas orientales sería un buen argumento para lograr mis propósitos. Conforme a esta convicción fui un día al encuentro de Ernst Schaeffer. Se encontraba en un aula con un grupo de seis camaradas del Cuerpo Selectivo, dándoles algún tipo de instrucción. Una sola mirada al pizarrón, de donde pendían láminas con dibujos de cuerpos humanos cubiertos de flores de loto, me bastó para saber que daba explicaciones sobre los antiquísimos conceptos fisiológicos del Tantra Yoga.

La cara de disgusto que puso al verme fue como un presagio de que en algo me había equivocado al suponer que el Profesor podría incluirme en sus planes. No obstante el mal presentimiento que tenía, decidí jugar mi carta.

–Heil Hitler –dije por todo saludo.

–¿Qué desea Von Sübermann? –dijo ignorando el saludo político.

–Perdón Herr Profesor. He sabido que Ud. selecciona personal para una importante misión en el Asia y, si bien no sé gran cosa de ella, deseo que se considere la posibilidad de incluirme. Es decir, me ofrezco voluntariamente.

–¿Ud. Von Sübermann? –Me miraba aguzando la vista, con una expresión cínica–. ¿Y para qué desea Ud. ir al Asia Von Sübermann?

–Creo que no me ha comprendido Herr Profesor. Yo deseo ser útil a la patria y ésta es una forma de demostrarlo. Tal vez mis conocimientos de las costumbres y lenguas de Medio Oriente, puedan servir en su misión. O mi licencia de piloto. O las lenguas del Lejano Oriente. Tengo voluntad de servir y por eso me ofrezco –dije con convicción.

El gesto, en un principio sardónico, en la cara del Profesor, se estaba tornando agresivo y en sus ojos se traslucía un brillo de ira. Yo tampoco las tenía todas conmigo y ya sentía hervir la sangre en las venas. Al fin de cuentas, en ese 1937, yo tenía 19 años y el orgulloso Profesor, no más de 25 ó 26, es decir, edades en las que conviene medir las palabras y los gestos...

–Von Sübermann –dijo con violencia– debo agradecer su buena voluntad, pero Ud. es la última persona que Yo llevaría al Asia ¿me entendió?

–No, Herr Profesor –contesté, pues realmente no comprendía el motivo por el cual el Profesor Schaeffer me odiaba hasta llegar al extremo de no poder disimularlo.

–¿No entiende Von Sübermann? –comenzó a gritar en forma descontrolada–. Pues bien, se lo diré con todas las letras. Ud. es una persona siniestra, portadora de una marca infamante. Su presencia es una afrenta en cualquier ámbito espiritual, una afrenta a Dios, que en su infinita misericordia le permite vivir entre los hombres. Debería ser marginado, apartado de nosotros o, mejor, exterminado como una rata, porque Ud., Von Sübermann, contamina de pecado todo cuanto le rodea, Ud. ... –continuaba Ernst Schaeffer con sus insultos, totalmente fuera de sí y Yo, que en un primer momento había quedado asombrado al oír una alusión al Signo, estaba reaccionando rápidamente.

Sin pensarlo, disparé el puño derecho a la cara del Profesor, dándole de pleno en el mentón. El golpe fue bastante fuerte, pues lo envió trastabillando varios metros más allá, sobre los pupitres del aula. Los seis estudiantes, alertados por los gritos de Schaeffer, concurrieron apresuradamente en su socorro y, mientras cuatro de ellos lo ayudaban a levantarse, otros dos me sujetaban para evitar que volviese a pegarle.

Estaba envuelto en furia pues la agresión del Profesor, me había herido en lo más profundo. Yo era inocente; nada sabía de Marcas ni Signos; estudiaba con mis esfuerzos puestos en buscar el bien de la patria y eso era sin ninguna duda un fin noble. No entendía el odio del Profesor Schaeffer ni su deseo de que me “exterminaran como una rata”.

–Sin duda está loco –pensaba mientras era arrastrado hasta la puerta por los alumnos escogidos de Ernst Schaeffer.

–¡Llévenselo! ¡Quítenlo de mi vista! –gritaba completamente fuera de sí–. ¡Es un mentiroso y un homicida! ¡Dice no entender pero en el fondo de su corazón todo lo sabe, porque él es la imagen de Lúcifer tentador! ¡Su propósito es destruir nuestra misión con su presencia maldita...!

Minutos después todavía sonaban en mis oídos, las absurdas acusaciones de Ernst Schaeffer: Homicida, mentiroso, marca infamante, Lúcifer... ¿Dios, qué es esto?

–¿Estás bien Kurt? –Uno de los “elegidos” me sacudía por los hombros, tratando de hacerme reaccionar. Lo miré, cegado aún por la furia y el desconcierto que la actitud del Profesor me había provocado, y recién lo reconocí. Era Oskar Feil, un buen camarada originario de Vilna, Letonia. Ambos trabamos amistad en los primeros años del NAPOLA, cuando por nuestro carácter de “extranjeros” éramos objeto de la burla de nuestros camaradas alemanes.

–Kurt, tranquilízate –dijo Oskar–. Debo volver al aula, pero tengo que hablar contigo. Espérame en el gimnasio dentro de media hora.

Lo miré alejarse y sacudí la cabeza tratando de despejarme de esa pesadilla. No sabía que Oskar formaba parte del grupo seleccionado por Ernst Schaeffer ni sospechaba sobre qué quería hablar, pero lo esperaría pues él era uno de los pocos amigos que tenía en Lissa. Sin embargo esa media hora de espera sería tan larga como un siglo, pues mi estado de ánimo me impulsaba a irme inmediatamente de allí y retornar a Berlín, asiento de la Flieger H.J. Luego de lavarme la cara con agua fría y dispuesto a aguardar a Oskar, me situé en un rincón solitario del enorme gimnasio. Estaba más tranquilo cuando llegó mi kamerad.

–Hola Kurt –dijo– veo que estás mejor.

–Sí Oskar. Ya pasó todo. Siento haberme descontrolado, pero los insultos del Profesor no me dejaron otra alternativa. ¿De qué querías hablarme? – pregunté fríamente, pues ignoraba su posición sobre lo ocurrido.

–Escúchame bien Kurt, –dijo–. Tú eres mi amigo, el único en quien puedo confiar. He sido elegido por Ernst Schaeffer probablemente por equivocación, pues nada me une a él y a su grupo. Cada día que pasa, más me doy cuenta que hay algo raro en todo esto, pero vivo simulando, llevado por el deseo egoísta de compartir la misión en Asia y obtener el beneficio profesional que reportará a todos sus miembros. Quisiera hablar con plena confianza contigo para que me aconsejes, pero debes prometerme que no dirás a nadie lo que te cuente. ¿Lo harás Kurt? ¿Puedo confiar en ti?

–Sabes que sí Oskar –dije aliviado– ten la seguridad que nadie se enterará de nuestra conversación ni de su contenido.

–Acepto tu palabra, Kurt –me dio la mano para sellar el pacto–. Hay en todo este asunto varios puntos extraordinarios. El primero es el lugar de la misión: El Tíbet. Evidentemente nos equivocábamos cuando presumíamos que se trataría de espionaje. En el Tíbet no hay nada para espiar; allí se va a buscar otra cosa. Y eso no es todo. Tampoco es claro el criterio puesto en la selección de nuestro grupo, pues no se han elegido los mejores sino los más obsecuentes
con el Profesor Ernst Schaeffer. ¿Qué dices a todo esto Kurt?

–Después del incidente que he tenido hoy, no podría opinar imparcialmente sobre el Profesor Schaeffer, pero admito que hay algo anormal en todo esto –dije reflexionando sobre lo que me confiaba Oskar.

–Si alguna duda tenía –continuó– ésta se disipó hace un rato, cuando discutió contigo. El no te rechazó por algún motivo profesional, sino porque algo 
en ti, algo espiritual, podría hacer fracasar la misión. Y ese algo es para él 
sumamente odioso. No me gusta nada toda esta locura. ¿Crees que debería 
renunciar al grupo?


–No sé distinguir ya lo bueno de lo malo –dije con tristeza– pero veo una 
buena razón para que continúes en la misión al Tíbet: ¡eres la única persona 
cuerda de ese grupo y alguien debe contar las cosas como son a la vuelta del 
viaje!

Rió Oskar con mi respuesta.

–Creo que te haré caso –dijo– pero será a ti a quien tenga al tanto de todo 
lo que ocurra.

Me sentía halagado por la confianza de Oskar.

–Otra cosa Kurt –continuó–. Sé que dejarás pasar lo de hoy y pronto lo 
olvidarás, pues así es tu carácter generoso, pero esta vez seré Yo quien te 
aconseje: ¡habla con tu Tutor y cuéntale todo lo ocurrido hoy! Se dicen cosas 
increíbles sobre los poderes espirituales de Rudolph Hess; nadie mejor que él 
para analizar la incalificable actitud de Ernst Schaeffer. Prométeme que lo 
pensarás, por lo menos.

–Lo pensaré, lo pensaré –dije sorprendido por la sugerencia de Oskar–. Te 
lo prometo, aunque recién veré al taufpate dentro de un mes, para la graduación.

Nos despedimos y una hora más tarde, abordaba el tren a Berlín sumido 
en sombrías cavilaciones.

CONVERSACIONES CON DIOS (IX)

Si ambos estáis de acuerdo a un nivel consciente de que el objetivo de vuestra relación consiste en crear una oportunidad, no una obligación; una oportunidad de crecimiento, de autoexpresión plena, de elevar vuestras vidas a su más alto potencial, de subsanar cualquier falso pensamiento o idea que hayáis tenido de vosotros mismos, y de la unión final con Dios a través de la comunión de vuestras dos almas; si asumes este compromiso, en lugar de los compromisos que has asumido hasta ahora, la relación se habrá iniciado con muy buen pie, habrá tenido un muy buen principio.

Sin embargo, eso no garantiza el éxito.

Si quieres garantías en la vida, entonces no quieres la vida. Quieres ensayar un guión que ya haya sido escrito. Por su propia naturaleza, la vida no puede tener garantías; de ser así, todo su propósito se vería frustrado.

Esta bien de acuerdo. Supongamos que he iniciado mi relación con este "muy buen `principo".
¿Cómo puedo mantenerla?

Sabiendo y entendiendo que vendrán pruebas y momentos difíciles. No trates de evitarlos. Dales la bienvenida. Agradécelos. Considéralos como unos magníficos dones de Dios; oportunidades gloriosas de hacer lo que has venido a hacer en la relación, y en la vida. En esos momentos, esfuérzate en no ver a tu pareja como el enemigo, como la oposición. En realidad, procura no ver a nadie, ni a nada, como el enemigo, o como el problema. Cultiva la técnica de contemplar todos los problemas como oportunidades; oportunidades de...

... lo sé, lo sé: "saber y decidir Quién Realmente Eres"

¡Exacto! ¡Veo que lo vas entendiendo!

Sin embargo, todo eso me sugiere una vida bastante aburrida.

Entonces es que tienes la mira muy baja. Ensancha tu horizonte. Aumenta la profundidad de tu visión. Trata de ver más en ti de lo que crees que se puede ver. Trata también de ver más en tu pareja. Nunca perjudicará en nada a tus relaciones - ni a nadie - el hecho de que veas en los otros más de lo que ellos te muestran, puesto que hay más. Mucho más. Es únicamente su miedo lo que le impide mostrártelo. Si los demás notan que tú ves más en ellos, no temerán mostrarte lo que tú, evidentemente, ya veías.

Las personas tienden a cumplir las expectativas que los demás tenemos acerca de ellas.

Algo parecido. No me gusta usar aquí la palabra "expectativas";. Las expectativas arruinan la relación. Digamos que las personas tienden a ver en sí mismas lo que los demás vemos en ellas. Cuando más grandiosa sea nuestra visión, más grandiosa será su voluntad de manifestar la parte de ellos que nosotros les hemos mostrado.

¿No es así como funcionan todas las relaciones auténticamente dichosas? ¿No forma esto parte
del proceso de curación, el proceso por el cual permitimos a las personas "desprenderse" de
cualquier falso pensamiento que hayan tenido acerca de sí mismas? ¿No es esto acaso lo que Yo estoy haciendo aquí, en este libro, contigo?

Sí.

Pues esa es la obra de Dios. La obra del alma consiste en darse cuenta de quién es ella misma. La obra de Dios consiste en que todos los demás se den cuenta de quiénes son. Y lo hacemos en la medida en que vemos a los otros como Quienes Son, en la medida en que les recordamos Quiénes Son.

Podéis hacerlo de dos maneras: recordándoles Quienes Son (lo que resulta muy difícil, puesto que no os creerán), y recordando Quiénes Sois Vosotros (mucho más fácil, puesto que no necesitáis que ellos os crean; basta que lo creáis vosotros); al manifestar esto último constantemente, al final recordáis a los demás Quienes Son, pues se ven a sí mismos en vosotros. Muchos Maestros han sido enviados a la Tierra para manifestar la Verdad Eterna. Otros, como Juan el Bautista, han venido en calidad de mensajeros, describiendo la Verdad con vivos colores, hablando de Dios con inconfundible claridad.

Estos mensajeros tan especiales han sido dotados de extraordinaria perspicacia y de un poder muy especial para ver y acoger la Verdad Eterna, además de la capacidad de comunicar conceptos complejos de manera que las masas puedan entenderlos. Tú eres uno de esos mensajeros.

¿Yo?

Sí. ¿Lo crees?

¡Es algo tan difícil de aceptar! Quiero decir, que todos queremos ser especiales...

... todos sois especiales...

... y aquí interviene el ego - al menos a mí me sucede -, y trata de hacernos sentir de algún modo  "elegidos" para una tarea extraordinaria. Constantemente tengo que luchar contra este ego, y tratar de depurar una y otra vez cada uno de mis pensamientos, palabras y obras, procurando mantener con ello mi crecimiento personal. De modo que resulta muy difícil oír lo que dices, puesto que soy consciente de que ello afecta a mi ego, y he pasado toda mi vida luchando contra él.

Sé que lo has hecho. Y a veces con no demasiado éxito.

Lamento tener que estar de acuerdo en eso.

Sin embargo, siempre que has acudido a Dios, has dejado a tu ego de lado. Más de una noche has rogado y suplicado claridad e implorado inspiración al cielo, y no para poder enriquecerte o verte colmado de honores, sino desde la profunda pureza de la simple ansia de conocimiento.

Sí.

Y me has prometido, una y otra vez, que te obligarías a ti mismo a conocer, que pasarías el resto de tu vida - todos los momentos de lucidez - compartiendo la Verdad Eterna con los demás... no por la necesidad de gloria, sino debido al profundo deseo de tu corazón de poner fin al dolor y al sufrimiento de los demás; de llevarles el júbilo y la alegría, de ayudarles y sanarles; de despertar de nuevo en ellos el sentimiento de unión con Dios que tu siempre has experimentado.

Sí, es cierto.

De modo que te he elegido para que seas Mi mensajero. A ti, y a muchos otros. Por ahora, en el futuro más inmediato, el mundo requerirá muchas trompetas para que la llamada suene con
potencia. El mundo necesitará muchas voces para declarar la palabra de la verdad y la reconciliación a tantos millones. El mundo necesitará muchos corazones unidos en la obra del alma y preparados para realizar la obra de Dios.
¿Puedes afirmar honradamente que no eres consciente de ello?

No.

¿Puedes negar honradamente que es por eso por lo que has venido?

No.

¿Estás dispuesto, pues, a decidir y declarar por medio de este libro tu propia Verdad Eterna, y a
anunciar con claridad la gloria de la Mía?

¿Debo incluir estos últimos cambios en el libro?

No debes hacer nada. Recuerda que en nuestras relaciones no tienes ninguna obligación. Sólo oportunidades. ¿Acaso no es esta la oportunidad que habías estado esperando toda tu vida? ¿Acaso no te has consagrado a esta misión - y a la preparación necesaria para realizarla - desde los primeros momentos de tu juventud?

Sí.

Entonces, no hagas lo que estés obligado a hacer, sino lo que tengas oportunidad de hacer. En cuanto a poner todo esto en nuestro libro, ¿por qué no ibas a hacerlo? ¿Crees acaso que quiero que seas un mensajero en secreto?

No, supongo que no.

Se necesita mucho valor para declararse uno mismo un hombre de Dios. ¿Entiendes que el mundo te aceptará más fácilmente como cualquier otra cosa antes que como un hombre de Dios, un auténtico mensajero? Cada uno de mis mensajeros ha sido humillado. Lejos de alcanzar la gloria, no han alcanzado sino la congoja en su corazón.

¿Estas dispuesto? ¿Aceptará tu corazón la congoja de proclamar la verdad sobre Mí? ¿Estas dispuesto a aguantar la burla de los demás seres humanos? ¿Estas preparado para renunciar a la gloria en la Tierra a cambio de plena realización de la mayor gloria del alma?

De repente, Dios, haces que todo esto parezca bastante difícil.

¿Quieres que lo tomemos a broma?

Bueno, podríamos quitarle un poco de hierro.

¡Eh, que Yo soy partidario de quitar hierro a las cosas! ¿Por qué no terminamos este capítulo con
un chiste?

¡Buena idea! ¿Sabes alguno?

No; pero tú sí. Explica aquel de la niña que esta dibujando un retrato...

¡Ah, sí, ese! De acuerdo. Allá va: una madre entra un día en la cocina, y encuentra a su hija
pequeña sentada a la mesa, rodeada de lápices de colores, profundamente concentrada en un
retrato que está dibujando. "Hija, ¿qué estás dibujando con tanto interés?, pregunta la madre.
"es un retrato de Dios, mamá", responde la niña con ojos brillantes. "¡Oh, cariño, que
encantador! - dice la madre, tratando de ser útil -; pero, ¿sabes?, nadie sabe realmente como es
Dios". "Bueno, pero déjame terminarlo".

Es un bonito chiste. ¿Sabes qué es lo más bonito? ¡Que la niña no tenía ninguna duda de que sabía exactamente cómo dibujarme!

Cierto.

Ahora te explicaré Yo a ti una historia, y con ella podremos dar por terminado este capítulo.

De acuerdo.

Había una vez un hombre que un buen día se dio cuenta de que estaba dedicando una serie de horas cada semana a escribir un libro. Día tras día, corría a coger su lápiz y su cuaderno - a veces en mitad de la noche - para plasmar cada nueva inspiración. Finalmente, alguien le pregunto qué tenía entre manos.
"¡Oh, bueno! - respondió -, estoy poniendo por escrito una larga conversación que estoy
manteniendo con Dios".
"¡Qué encantador! - le respondió su amigo, con indulgencia -; pero, ¿sabes?, nadie sabe
realmente con certeza lo que diría Dios"-
Bueno - respondió el hombre- pero déjame terminarlo

CAPÍTULO 9

Puedes pensar que todo este asunto de "Ser quien realmente Eres" es fácil, pero es el mayor reto con el que te enfrentarás en toda tu vida. En realidad, puede que nunca lo consigas. Muy poca gente lo logra. Y no en una sola vida; ni en muchas.

Entonces, ¿para qué intentarlo? ¿Para qué complicarse la vida? ¿Qué falta hace? ¿Por qué no vivir sencillamente la vida como si fuera lo que, en cualquier caso, aparentemente es: un simple ejercicio sin sentido que no conduce a ningún lugar en particular; un juego que no puedes perder juegues como juegues; un proceso que, al final, lleva al mismo resultado para todo el mundo? Dices que no hay infierno, que no hay castigo, que no hay modo de perder; entonces, ¿para qué demonios esforzarse en ganar? ¿Qué incentivo hay, puesto que resulta tan difícil ir adonde dices que tratamos de ir? ¿Por qué no tomamos tranquilamente nuestro tiempo y descansar de todo eso de la esencia de Dios y de "Ser quien realmente Eres"?

¡Vaya! Estamos frustrados, ¿no?...

Bueno. Estoy cansado de intentarlo, intentarlo e intentarlo, sólo para que ahora vengas y me digas qué difícil va a ser todo, y que, en cualquier caso, sólo uno entre un millón lo consigue.

Sí, sé que lo estás. Déjame ver si puedo ayudarte. En primer lugar, me gustaría señalar que ya te has tomado "tranquilamente tu tiempo" respecto a este asunto. ¿Crees que este es tu primer intento?

No tengo ni idea.

¿No te parece como si ya hubieras estado aquí antes?

De vez en cuando.

Bueno, pues has estado. Muchas veces.

¿Cuántas?

Muchas

¿Se supone que eso va a estimularme?

Se supone que va a inspirarte.

¿Cómo?

En primer lugar, hace que alejes de ti la preocupación. Aporta el elemento de "no poder fracasar" del que antes hablabas. Te asegura que el propósito es que no fracases; que tendrás tantas oportunidades como quieras y necesites. Puedes volver una vez, y otra, y otra. Si das el siguiente paso, si evolucionas al siguiente nivel, será porque quieres, no porque tengas que
hacerlo. ¡No tienes que hacer nada! Si disfrutas de la vida a este nivel, si sientes que para ti es el nivel mayor, ¡puedes tener esta experiencia una vez y otra vez! ¡En realidad, la has tenido una y otra vez, precisamente por esta razón! Tú amas el drama. Amas el dolor. Amas el "no saber", el
misterio, el suspenso. ¡Amas todo eso! !Y por ello es por lo que estas aquí!

¿Te burlas de mí?

¿Me burlaría de ti en un asunto como este?

No lo sé. No sé de qué se burla Dios.

No de esto. Esto es algo demasiado cercano a la Verdad; demasiado cercano al Conocimiento Último. Nunca me burlo de "cómo es". Demasiadas personas han elucubrado acerca de ello. Yo no estoy aquí para provocarte más confusión, sino para ayudarte a tener las cosas más claras. ¡Y tan claras! 

¿Me estás diciendo que estoy aquí porque quiero estar?

Por supuesto.

¿Porque he decidido estar?

Sí.

¿Y he tomado esta opción muchas veces?

Muchas.

¿Cuántas?

Volvemos al asunto. ¿Quieres un cálculo exacto?

Dame sólo una cantidad aproximada. ¿Hablamos de puñados o de docenas?

De centenares.

¿Centenares? ¿He vivido centenares de vidas?

Sí.

¿Y esto es todo lo que he conseguido?

En realidad, has avanzado bastante.

¿Ah, sí?

Totalmente. ¡Vaya! En realidad, en vidas anteriores has matado a gente.

¿Y qué tiene eso de malo? Tú mismo has dicho que a veces la guerra es necesaria para acabar
con el mal.

Vamos a tener que aclarar esta afirmación, pues veo que puede utilizarse mal - como tú estas haciendo ahora - para tratar de defender toda clase de argumentos o de racionalizar toda clase de locuras.

Según los más altos valores que he observado que los humanos han ideado, nunca se puede justificar el asesinato como medio de expresar cólera, manifestar hostilidad, "deshacer entuertos" o castigar a un infractor. La afirmación de que a veces la guerra es necesaria para acabar con el mal sigue siendo cierta, puesto que vosotros lo habéis establecido así. Vosotros habéis determinado, en la creación del Yo, que el respeto de toda vida humana es, y debe ser, el valor principal y más elevado. Me complace vuestra decisión, ya que Yo no he creado la vida para que sea destruida.

Es el respeto por la vida lo que hace que a veces la guerra resulte necesaria, ya que es precisamente a través de la guerra contra el mal más inmediato, a través de la defensa frente a la amenaza más inmediata a otra vida, como afirmáis Quienes Sois Realmente en relación con ello. Desde el punto de vista de la más alta ley moral, tenéis el derecho - en realidad, la obligación - de detener la agresión a cualquier persona, o a vosotros mismos. Esto no significa que el asesinato como castigo resulte apropiado, ni tampoco como desquite, ni como medio de resolver mezquinas diferencias.

En tu pasado, has matado en duelos por el cariño de una mujer, y lo has hecho para defender tu honor, cuando precisamente era el honor lo que perdías al hacerlo. Es absurdo utilizar la fuerza de la muerte como resolución de disputas. Todavía hoy, muchos humanos utilizan la fuerza - la fuerza del asesinato - para resolver disputas ridículas. Rayando en la hipocresía, algunos humanos incluso matan en nombre de Dios; y esa es la mayor blasfemia, pues ello no se aviene con Quienes Sois.

¡Ah, entonces el asesinato sí tiene algo de malo... !

Volvamos a ello. Nada tiene nada de "malo". "Malo", "equivocado". "incorrecto", son términos relativos, que indican lo opuesto a lo que llamáis "bueno" o "correcto"Pero ¿qué es lo "correcto"? ¿Se puede ser realmente objetivo en estas cuestiones? ¿O bien "correcto" e "incorrecto" son simplemente descripciones con las que ocultáis los acontecimientos o las circunstancias, y que surgen de vuestras decisiones respecto a ellos? 

Y, dime, ¿qué es lo que constituye la base de vuestras decisiones? ¿Vuestra propia experiencia? No. En la mayoría de los casos, habéis decidido aceptar la decisión de algún otro. Alguien que llegó antes que vosotros, y se supone que sabía más. Muy pocas de vuestras decisiones cotidianas respecto a lo que resulta "correcto" o "incorrecto" las habéis tomado vosotros mismos, basándoos en vuestro propio entendimiento.

Esto resulta especialmente cierto en asuntos importantes. En realidad, cuanto más importante sea
el asunto, menos probable es que escuchéis a vuestra propia experiencia y más dispuestos estaréis a hacer vuestras las decisiones de otros.

Ello explica por qué prácticamente habéis renunciado al control total de determinadas áreas de vuestra vida y de determinadas cuestiones que surgen en el seno de la experiencia humana.

A menudo, dichas áreas y cuestiones incluyen los temas más vitales para vuestra alma: la naturaleza de Dios; la naturaleza de la auténtica moralidad; la cuestión de la realidad última; las cuestiones de la vida y la muerte en torno a la guerra, la medicina, el aborto o la eutanasia; el
fondo de la cuestión de los valores, estructuras y juicios personales. Os habéis desentendido de la mayoría de estos temas, adjudicándoselos a otros. No queréis tomar vuestras propias decisiones al respecto.

¡Que decida otro! ¡Yo estoy de acuerdo! - exclamáis -. ¡Que sea otro quien me diga qué es lo
correcto y qué lo incorrecto!

Por cierto: he ahí por qué las religiones humanas son tan populares. Apenas importa de qué sistema de creencias se trate, mientras sea firme, consistente, claro en cuanto a qué espera de sus seguidores, y rígido. Dadas esas características, se puede encontrar gente que crea en casi todo. Se pueden atribuir - y se han atribuido - a Dios las conductas y creencias más extrañas. Es el camino de Dios, dicen. La palabra de Dios. Y habrá quienes lo aceptarán. Con mucho gusto. Porque elimina la necesidad de pensar.

Ahora bien: pensemos en el asesinato. ¿Puede haber una razón justificable para matar a alguien? Piensa en ello. Encontrarás que no necesitas que ninguna autoridad externa te dé la pauta, que ninguna fuente superior te proporcione las respuestas. Si piensas en ello, si observas lo que sientes al respecto, las respuestas te resultarán evidentes, y actuarás de acuerdo con ellas. A esto se le llama actuar según la propia autoridad.

Es cuando actúas según la autoridad de los demás es cuando vienen los problemas. ¿Deben los Estados y naciones utilizar el asesinato para lograr sus objetivos políticos? ¿Deben las religiones utilizar el asesinato para hacer cumplir sus imperativos teológicos? ¿Deben las sociedades utilizar el asesinato como respuesta ante aquellos que violan los códigos de conducta?
¿Constituye el asesinato un remedio político apropiado, un instrumento de convencimiento espiritual, un modo de resolver los problemas de la sociedad?
Ahora bien: ¿puedes matar en el caso de que alguien trate de matarte a ti? Matarías para defender la vida de alguien a quien amas? ¿O la de alguien a quien ni siquiera conozcas? ¿Constituye el asesinato una forma apropiada de defensa frente a aquellos que, de no impedírselo de algún modo, matarían?

¿Hay alguna diferencia entre matar y asesinar a sangre fría?

El Estado quiere que creáis que el asesinato resulta perfectamente defendible cuando responde a
una necesidad puramente política. En realidad, el Estado necesita que lo creáis para poder existir
como entidad de poder.

Las religiones quieren que creáis que el asesinato resulta perfectamente defendible para extender y mantener el conocimiento de, y la adhesión a, su verdad particular. En realidad, las religiones requieren que lo creáis para poder existir como entidad de poder.

La sociedad quiere que creáis que el asesinato resulta perfectamente defendible para castigar a
aquellos que cometen determinados delitos (que han ido cambiando a lo largo del tiempo). En
realidad, la sociedad depende de que lo creáis para poder existir como entidad de poder.

¿Crees que estas posturas son correctas? ¿Crees lo que otros afirman al respecto? ¿Qué tienes
Tú que decir?

No hay nada "correcto" o "incorrecto" en estas cuestiones.

Pero vuestras decisiones al respecto configuran un retrato de Quiénes Sois.

En realidad, las decisiones de vuestros Estados y naciones han configurado ya tales retratos. A través de sus decisiones, vuestras religiones han dejado unas huellas duraderas e imborrables. También vuestras sociedades, mediante sus decisiones, han creado sus propios autorretratos.

¿Os complacen tales retratos? ¿Son esas las huellas que queréis dejar? ¿Representan esos retratos Quienes Sois?

Ten cuidado con estas preguntas: pueden requerir que pienses.

Pensar es difícil. Hacer juicios de valor es difícil. Te coloca en una situación de pura creación, puesto que muchas veces tendrás que decir:"no lo sé, simplemente no lo sé". Sin embargo, tendrás que decidir. Y, por lo tanto, tendrás que elegir. Tendrás que elegir una opción arbitraria.

Esta opción - una decisión que no proviene de ningún conocimiento personal previo - se denomina
creación pura. Y el individuo es consciente, profundamente consciente, de que mediante la toma de tales decisiones se crea el Yo.

La mayoría de vosotros no estáis interesados en esta importante tarea. La mayoría de vosotros preferís dejarla para los demás. Y la mayoría de vosotros no sois auto-creadores, sino criaturas de la costumbre, criaturas de otros creadores.

Entonces, cuando los otros os han dicho lo que debéis sentir, y esto va directamente en contra de lo que vosotros sentís, experimentáis un profundo conflicto interior. Algo dentro de vosotros os dice que lo que otros os han dicho no coincide con Quienes Sois. ¿A dónde acudir, pues? ¿Qué hacer?
A los primeros que acudís es a vuestros religiosos, a las personas que situáis en primer lugar. Acudís a vuestros curas, rabinos, ministros, y pastores, y éstos os dicen que dejéis de escucharos a vosotros mismos. Los peores de entre ellos tratarán de ahuyentar en vosotros lo que
intuitivamente sabéis.

Os hablarán del diablo, de Satanás, de todos los demonios y espíritus del mal, del infierno y de la condenación, y de cualquier cosa espantosa que ellos crean que os hará ver que todo lo que intuitivamente pensáis y sentís está equivocado, y que el único lugar en el que hallaréis consuelo es su pensamiento, su idea, su teología, sus definiciones de lo correcto y lo equivocado, y su concepto de Quienes Sois.

Lo más seductor del asunto es que todo lo que tenéis que hacer para lograr su aprobación instantánea es aceptarlo. Aceptadlo, y obtendréis su aprobación al momento. Algunos incluso cantarán, chillarán y bailarán, agitando los brazos y exclamando: ¡Aleluya!

Es difícil resistirse a esas manifestaciones de aprobación, de regocijo porque habéis visto la luz; ¡porque habéis sido salvados!

Pero tal aprobación y tales demostraciones rara vez se acompañan de una decisión interna. Tales celebraciones rara vez se ven acompañadas de la decisión de seguir una verdad personal. En realidad, sucede todo lo contrario. No sólo es posible que los demás no lo celebren, sino que realmente te pongan en ridículo. ¿Piensas por ti mismo? ¿Decides por ti mismo? ¿Aplicas tus
propios criterios, tus propias opiniones, tus propios valores? ¿Quién te crees que eres? Y en realidad, esa es precisamente la pregunta a la que respondes. Pero la tarea debe realizarse de un modo mucho más solitario; sin recompensas, sin aprobaciones, quizás incluso sin que nadie tenga noticia. De modo que tu pregunta era muy buena. ¿Para qué seguir? ¿Para qué siquiera ponerse en camino? ¿Qué se gana emprendiendo en este viaje? ¿Qué incentivo hay? ¿Qué razón hay? La razón es ridículamente simple:
NO SE PUEDE HACER OTRA COSA.
¿Qué significa eso?

Significa que es el único juego al que puedes jugar. No hay otra cosa que hacer. En realidad, no puedes hacer otra cosa. Vas a seguir haciendo lo que haces durante el resto de tu vida, tal como has estado haciendo desde tu nacimiento. La única cuestión es sí lo harás consciente o inconscientemente.

Fíjate: no puedes dejar de emprender este viaje. Lo emprendiste antes de nacer. Tu nacimiento fue simplemente una señal de que el viaje ha empezado. De modo que la pregunta no es: ¿para qué ponerse en camino? Ya te has puesto en camino. Lo hiciste con el primer latido de tu corazón. La pregunta es: ¿quiero recorrer este camino conscientemente, o inconscientemente? ¿Con conocimiento o sin él? ¿Cómo causa de mi experiencia, o como efecto de ella? La mayor parte de tu vida has vivido como efecto de tus experiencias. Ahora, te invito a que seas la causa de ellas. Eso es lo que se conoce como vida consciente. Es lo que se denomina caminar con consciencia.

Ahora bien: muchos de vosotros han recorrido bastante distancia, como ya he dicho. Tú no has
avanzado poco. De modo que no debes pensar que, después de todas esas vidas, "sólo"has llegado hasta aquí. Algunos de vosotros sois criaturas muy evolucionadas, con un sentido del Yo muy certero. Sabéis Quiénes Sois, y sabéis quiénes os gustaría llegar a ser.
Además, sabéis incluso el modo de pasar de lo uno a lo otro.
Esto constituye una gran señal; una indicación segura.

¿De qué?

Del hecho de que os faltan ya muy pocas vidas.

¿Eso es bueno?

Lo es para ti en este momento. Y ello es así porque tu dices que es así. No hace mucho tiempo todo lo que querías hacer era permanecer aquí; ahora todo lo que quieres hacer es irte. Esto es una muy buena señal.

No hace mucho tiempo matabas las cosas: insectos, plantas, árboles, animales, personas; ahora no puedes matar sin saber exactamente lo que estás haciendo, y por qué. Y esto es una muy buena señal.

No hace mucho tiempo vivías la vida como si pensaras que no tiene objetivo alguno. Ahora sabes que no tiene ningún objetivo, salvo el que tú le des. Y esto es una muy buena señal.

No hace mucho tiempo aspirabas a ser rico y famoso. Ahora aspiras a ser, sencilla y maravillosamente, Tú mismo. Y no hace mucho tiempo Me temías. Ahora Me amas, lo suficiente como para considerarme tu igual.
Y todo esto es una muy, muy buena señal.

Bueno, ¡cielos...! Haces que me sienta bien.

Tienes que sentirte bien. ¡Nadie que utilice la palabra "cielos" en una frase puede sentirse mal!

¡Realmente tienes sentido del humor!, ¿sabes?...

¡Yo inventé el humor!

Sí, ya me lo habías dicho. De acuerdo. Entonces, la razón para continuar es que no puedes hacer otra cosa. Esto es lo que está pasando ahora.

Exactamente.

Entonces, ¿puedo preguntarte si, al menos, será un poco más fácil?

¡Ah, mi querido amigo! Ni siquiera puedo decirte si es mucho más fácil para ti ahora que hace tres vidas.

Pero sí... será más fácil. Cuanto más recuerdes, más podrás experimentar y más sabrás, por decirlo así. Y cuanto más sepas, más recordarás. Se trata de un círculo. De modo que sí: cada vez es más fácil, cada vez es mejor; incluso cada vez produce mayor alegría.

Pero recuerda: ninguna de esas vidas ha sido en vano. Quiero decir, que las has amado todas. ¡Cada minuto pasado! ¡Ah! ¡Es delicioso eso que llaman vida! ¡Es una experiencia de "rechupete"!, ¿no?

Bueno, sí, supongo...

¿Supones? ¿Podía haberla hecho mejor? ¿Acaso no os permite experimentarlo todo: las lagrimas, la alegría, el dolor, el regocijo, la exaltación, la depresión, la victoria, la derrota, el empate...? ¿Qué más puede haber?

Quizás un poco menos de dolor.

Menos dolor sin más sabiduría frustraría vuestro propósito; no os permitiría experimentar la alegría infinita, que es lo Que Yo Soy.

Sé paciente. Estás ganando en sabiduría. Y tus alegrías cada vez resultan más asequibles sin dolor. También eso es una muy buena señal.

Estas aprendiendo a (recordando cómo) amar sin dolor; a dejarte llevar sin dolor; a crear sin dolor; incluso a llorar sin dolor. Sí, incluso puedes experimentar tu dolor sin dolor, si sabes lo que
significa.

Creo que lo hago. Incluso disfruto más de los dramas de mi propia vida. Puedo distanciarme y
verlos tal como son. E incluso reír.

Exacto. ¿Y no llamarías a eso crecimiento?
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