jueves, 15 de septiembre de 2016

CONVERSACIONES CON DIOS (II)

Están viviendo su vida del modo como la están viviendo, y Yo no tengo ninguna preferencia al respecto. Esa es la grandiosa ilusión de la que participan Que Dios se preocupa de un modo u otro por lo que hacen. Yo no me preocupo por lo que hacen, y eso les resulta difícil de aceptar. Pero ¿se preocupan ustedes por lo que hacen sus hijos cuando los dejan salir a jugar? ¿Es importante para ustedes si juegan al corre que te pillo, al escondite o a disimular? No, no lo es, porque saben que están perfectamente seguros, ya que los han dejado en un entorno que consideran favorable y adecuado. Por supuesto siempre confiaran en que no se lastimen. Y si lo hacen, harán bien en ayudarles, curarles, y permitirles que se sientan de nuevo seguros, que sean felices de nuevo, que vuelvan a jugar otro día. Pero tampoco ese otro día les preocupará si deciden jugar al escondite o a disimular.

Por supuesto, les dirán que juegos son peligrosos. Pero no podrán evitar que sus hijos hagan cosas peligrosas. Al menos, no siempre; no para siempre; no en todo momento desde ahora hasta su muerte. Los padres juiciosos lo saben. Pero los padres nunca dejan de preocuparse por el resultado. Esta dicotomía - no preocuparse excesivamente por el proceso, pero sí por el resultado - describe con bastante aproximación la dicotomía de Dios.

Pero Dios, en un sentido, no siempre se preocupa por el resultado. No por el resultado final. Y ello porque el resultado final está asegurado. Y esta es la segunda gran ilusión del hombre: que el resultado de la vida es dudoso. Es esta duda acerca del resultado final la que ha creado a su mayor enemigo: el temor. Si dudan del resultado, dudaran del Creador: dudaran de Dios. Y si dudan de Dios, entonces vivirán toda su vida en el temor y la culpa. Si dudan de las intenciones de Dios - y de su capacidad de producir este resultado final -, entonces ¿cómo podrán descansar nunca ¿Cómo podrán nunca hallar realmente la paz?

Sin embargo, Dios posee pleno poder para encajar las intenciones con los resultados. No pueden ni quieren creer en ello (aunque afirmen que Dios es todopoderoso), y, en consecuencia, han de crear en su imaginación un poder igual a Dios, con el fin de encontrar una manera de que la voluntad de Dios se vea frustrada. Así, han creado en su mitología al ser que llaman <>. Incluso han imaginado a Dios en guerra con ese ser (pensando que Dios resuelve sus problemas del mismo modo que ustedes). Por fin, han imaginado realmente que Dios podría perder esa guerra.

Todo eso viola lo que dicen que saben acerca de Dios, pero eso no importa. Viven su ilusión, y, de este modo, sienten su temor, debido a su decisión de dudar de Dios. Pero ¿qué ocurriría si tomaras una nueva decisión? ¿Cuál sería entonces el resultado? Deja que te diga algo: deberías vivir como Buda. Como Jesús. Como lo hicieron todos los santos que siempre han idolatrado. Sin embargo, como ocurrió con la mayoría de los santos, la gente no te entendería. Y cuando trataras de explicar tu sensación de paz, tu alegría de vivir, tu éxtasis interior, ellos oirían tus palabras, pero no te escucharían. Tratarían de convencerte de que eres tú quién no entiende a Dios.

Y si fracasaran a la hora de arrancarte tu alegría, tratarían de hacerte daño; tan enorme sería su rabia. Y cuando tú les dijeras que eso no te importaba, que ni siquiera la muerte podría privarte de tu alegría, ni cambiaría tu verdad, seguramente te matarían. Entonces, cuando vieran con qué paz aceptabas la muerte, te llamarían santo, y te amarían de nuevo. Y ello porque está en la naturaleza de las personas amar, luego destruir, y luego amar de nuevo aquello que más aprecian.

Pero ¿por qué? ¿Por qué lo hacemos?

Todos los actos humanos están motivados, a su nivel más profundo, por una de estas dos emociones: el temor o el amor. En realidad existen sólo dos emociones: sólo dos palabras en el lenguaje del alma. Son los extremos opuestos de la gran polaridad que Yo creé cuando produje el universo, y su mundo, tal como hoy lo conocen. Estos son los dos aspectos - Alfa y Omega - que permiten la existencia del sistema que llaman <>. Sin estos dos aspectos, sin estas dos ideas sobre las cosas, no podría existi ninguna otra idea.

Todo pensamiento humano, toda acción humana, se basa o bien en el amor, o bien en el temor. No existe ninguna otra motivación humana, y todas las demás ideas no son sino derivadas de estas dos. Son simplemente versiones distintas: diferentes variaciones del mismo tema. Piensa en ello detenidamente, y veras que es verdad. Eso es lo que he llamado Pensamiento Promotor. Es tanto un pensamiento de amor como de temor. Este es el pensamiento que se oculta detrás del pensamiento que, a su vez, se oculta detrás del pensamiento. Es el primer pensamiento.

Es la fuerza principal. Es la energía primaria que mueve el motor de la experiencia humana. Y he ahí como el comportamiento humano produce una experiencia repetida tras otra; he ahí por qué los humanos aman, luego destruyen, y luego aman de nuevo: siempre con ese movimiento pendular de una emoción a la otra. El amor promueve el temor, que promueve el amor, qu promueve el temor...

...Y la razón se halla en la primera mentira - una mentira que sostienen como si fuera la verdad sobre Dios - de que no se puede confiar en Dios; de que no se puede contar con el amor de Dios; de que el hecho de que Dios los acepte está condicionado; por tanto, de que el resultado final es dudoso. Entonces, si no pueden contar con que el amor de Dios está siempre ahí, ¿con el amor de quién pueden contar? Si Dios se retira y se aparta cuando ustedes no actúan correctamente, ¿no lo harán los simples mortales?

...Y así es como en el momento en que prometen su más elevado amor, abren la puerta a su mayor temor. Y ello, porque lo primero que les preocupa después de decir <> es si van a escuchar lo mismo. Y si lo escuchan, entonces empiezan inmediatamente a preocuparse por la posibilidad de perder ese amor que acaban de encontrar. Así, toda acción se convierte en reacción - de defensa ante la pérdida -, incluso cuando tratan de defenderse ante la pérdida de Dios. Pero si supieran Quiénes son - que son el ser más magnífico, notable y espléndido que Dios ha creado nunca, - no habrían de sentir temor nunca; ya que ¿quién puede negar esa maravillosa magnificencia? Ni siquiera Dios podría criticar a un ser así.

Pero no saben Quiénes son, y piensan que son mucho menos. ¿De dónde han sacado la idea de que son cualquier cosa menos magníficos? De las únicas personas cuya palabra aceptarían plenamente. De su madre y su padre.

Estas son las personas que más los aman. ¿Por qué habrían de mentirles? Sin embargo ¿no les han dicho que son demasiado tal cosa, y no suficientemente tal otra? ¿No les han recordado que tienen que pasar desapercibidos? ¿No los han regañado en algunos de sus momentos de mayor euforia? ¿Y no los han animado a desechar algunas de sus ideas más descabelladas? Estos son los mensajes que han recibido, y, aunque no satisfacen los criterios, y, por tanto, no son mensajes de Dios, también podían haberlo sido, puesto que proceden, sin duda alguna, de los dioses de su universo. Fueron sus padres quienes les enseñaron que el amor está condicionado - han sentido esas condiciones muchas veces -, y esa es la experiencia que han interiorizado en sus relaciones amorosas. 

Es también la experiencia que me aplican a Mí. Y a partir de esta experiencia extraen sus conclusiones sobre Mí. En este marco proclaman su verdad. <castigará con el destierro perpetuo y la condenación eterna.>> ¿Acaso no han experimentado el destierro de sus propios padres? ¿No conocen el dolor de su condenación? ¿Cómo, entonces, podrían imaginar que iba a ser distinto conmigo? Han olvidado qué era ser amado sin condiciones. No recuerdan la experiencia del amor de Dios. Y así, tratan de imaginar cómo debe de ser el amor de Dios basándose en cómo ven que es el amor del mundo.

Han proyectado en Dios el papel de << padre>>, y, en consecuencia, han salido con un Dios que juzga, y premia o castiga, en base a lo buenos que crea que han sido hasta ese momento. Pero esta es una visión simplista de Dios, basada en su mitología. No tiene nada que ver con Quién soy Yo.

Así pues, habiendo creado todo un sistema de pensamiento acerca de Dios basado en la experiencia humana más que en las verdades espirituales, después crearon toda una realidad en torno al amor. Se trata de una realidad basada en el temor, arraigada en la idea de un Dios terrible y vengativo. Ese Pensamiento Promotor es erróneo, pero rechazarlo supondría desbaratar toda su teología. Y aunque la nueva teología que podría reemplazarla sería realmente su salvación, no pueden aceptarla, puesto que la idea de un Dios al que no haya que temer, que no va a juzgar, y que no tiene ningún motivo para castigar, resulta sencillamente demasiado magnífica para incluirla ni siquiera en su más grandiosa noción de Quien y Qué es Dios.

Esta realidad del amor basada en el temor domina su experiencia de aquél; más aún, en realidad la crea, ya que no sólo hace que consideren que reciben un amor condicionado, sino también que piensen que lo das del mismo modo. E incluso mientras negocian y establecen sus condiciones, una parte de ustedes sabe que eso no es realmente el amor. Aún así, parecen incapaces de cambiar la manera de dispensarlo. Se dicen a ustedes mismos que han aprendido la manera difícil, y ¡qué se condenan si se hacen de nuevo vulnerables! Pero lo cierto es que deberían decir ¡qué se condenan si no lo hacen!

[Debido a sus propios (y equivocados) pensamientos sobre el amor, sí que se condenan realmente a no experimentarlo nunca en toda su pureza. Del mismo modo, se condenan a no conocerme nunca como realmente soy. Al menos mientras obren así, ya que no pueden rechazarme para siempre, y llegará el momento de nuestra Reconciliación.]

Cualquier acción emprendida por los seres humanos se basa en el amor o el temor, y no simplemente las que afectan a las relaciones. Las decisiones relativas a los negocios, la industria, la política, la religión, la educación de sus jóvenes, la política social de sus naciones, los objetos económicos de su sociedad, las decisiones que implican guerra, paz, ataque, defensa, agresión, sometimiento; las determinaciones de codiciar o regalar, de ahorrar o compartir, de unir o dividir: cualquier decisión libre que tomen se deriva de uno de los dos únicos pensamientos posibles que existen: un pensamiento de amor o un pensamiento de temor.

El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, oculta, acumula y daña.

El amor es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela, comparte y sana.

El temor cubre sus cuerpos de ropa; el amor les permite permanecer desnudos. El temor se aferra a todo lo que tienen; el amor lo regala. El temor prohibe; el amor quiere. El temor agarra; el amor deja ir. El temor duele; el amor alivia. El temor ataca; el amor repara. Cualquier pensamiento, palabra o acto humano se basa en una emoción o la otra. No tienen más elección al respecto, puesto que no existe nada más entre que elegir. Pero tienen libre albedrío respecto a cuál de las dos escoger.

Haces que parezca muy fácil, y, sin embargo, en el momento de la decisión el temor vence mucho más a menudo. ¿Por qué?

Han aprendido a vivir en el temor. Se les ha hablado de la supervivencia de los más capacitados, y de la victoria de los más fuertes y el éxito de los más inteligentes. Pero se les ha dicho muy poco sobre la gloria de quienes más aman. De este modo, se esfuerzan por ser los más capacitados, los más fuertes, los más inteligentes - de una u otra manera -, y si en una situación determinada perciben que ustedes lo son menos, tienen miedo de perder, puesto que se les ha dicho que ser menos significa perder. Así, evidentemente, eligen la acción promovida por el temor, porque eso es lo que les han enseñado. Pero Yo les enseño esto: cuando escojan la acción promovida por el amor, entonces harán algo más que tener éxito Entonces experimentaran plenamente la gloria de Quienes Realmente Son, y quienes pueden ser. Para hacer esto, deben dejar de lado las enseñanzas de sus bienintencionados, aunque mal informados, profesores mundanos, y escuchar las enseñanzas de aquellos cuya sabiduría proviene de otra fuente.

Hay muchos de estos profesores entre ustedes, como siempre los ha habido, ya que nunca he querido privarlos de aquellos que les mostraran, les enseñaran, los guiaran y les recordaran esas verdades. No obstante, el mayor recordatorio no se halla fuera de ustedes, sino que es su propia voz interior. Esta es la primera herramienta que utilizo, puesto que es la más accesible. La voz interior es la voz más fuerte con la que hablo, puesto que es la más cercana a ustedes. Es la voz que les dice si todo lo demás es verdadero o falso, correcto o equivocado, bueno o malo, según su definición. Es el radar que señala el rumbo, dirige el barco y guía el viaje, si dejan que lo haga. Es la voz que te dice ahora mismo si las propias palabras que estás leyendo son palabras de amor o palabras de temor. Con este patrón puedes determinar si son palabras que hay que tener en cuenta o palabras que hay que ignorar.

Dices que, si yo elijo siempre la acción impulsada por el amor, entonces experimentaré plenamente la gloria de quien soy y quien puedo ser. ¿Quieres explicármelo con más detalle, por favor?

Existe únicamente un propósito para toda la vida, y es, para ustedes y para todo lo que vive, experimentar la gloria más plena. Todo lo que dicen, hacen o piensan está subordinado a esta función. Su alma no tiene que hacer nada más que eso, y no quiere hacer nada más que eso. Lo maravilloso de este propósito es que nunca termina. Un fin es una limitación, y el propósito de Dios carece de este límite. Debe llegar un momento en el que se experimenten a ustedes mismos en su gloria más plena, y en ese instante imaginaran una gloria aún mayor. Cuanto más sean, más llegaran a ser, y cuanto más lleguen a ser, más podran ser todavía. El secreto más profundo es que la vida no es un proceso de descubrimiento, sino un proceso de creación.

No se descubren a ustedes mismos, sino que se crean a ustedes mismos de nuevo. Tratan, por lo tanto, no de averiguar Quienes Son, sino de determinar Quienes Quieren Ser. 

Hay quienes dicen que la vida es una escuela, que estamos aquí para aprender unas determinadas lecciones, que una vez <> podremos continuar con otros objetivos mayores, liberados ya de las cadenas del cuerpo. ¿Es eso cierto?

Es otra parte de su mitología, basada en la experiencia humana.

¿La vida no es una escuela?

No.

¿No estamos aquí para aprender?

No.

Entonces ¿por qué estamos aquí?

Para recordar y re-crear Quiénes Son.Se los he dicho una y otra vez, y no Me creen. Pero así ha de ser; ya que, verdaderamente, si no se creen como Quienes Son, no pueden ser.

Bueno, me he perdido. Volvamos a lo de la escuela. He escuchado a un maestro tras otro decirnos que la vida es una escuela. Francamente, me choca oírte negarlo.

La escuela es un lugar adonde uno va si hay algo que uno no sabe y quiere saber. No es un lugar adonde uno va si ya sabe algo y simplemente quiere experimentar su sabiduría. La vida (como la llaman) es una oportunidad para ustedes de saber experimentalmente lo que ya saben conceptualmente. No necesitan aprender nada al respecto. Necesitan simplemente recordar lo que ya saben, y obrar en consecuencia.

No estoy seguro de entenderlo.

Empecemos por aquí. El alma - tu alma - ya sabe todo lo que se puede saber en todo momento. Nada se le oculta, nada desconoce. Pero saberlo no es suficiente. El alma aspira a experimentarlo. Pueden saber que son generosos, pero a menos que hagan algo que demuestre generosidad, no tienen sino un concepto. Pueden saber que son amables, pero a menos que hagan algo que demuestre amabilidad con alguien, no tienen sino una idea sobre ustedes mismos. El único deseo de su alma es convertir ese magnífico concepto de sí misma en su mayor experiencia. En tanto el concepto no se convierta en experiencia, todo lo que hay es especulación.Yo he estado especulando sobre Mí mismo durante mucho tiempo. Más del que tú y Yo podríamos recordar conjuntamente. Más que la edad del universo multiplicada por sí misma. ¡Ve, pues, qué joven es - qué nueva es - Mi experiencia de Mí mismo!

Me he perdido de nuevo. ¿Tu experiencia de Ti mismo?

Sí Permíteme que te lo explique de este modo: En el principio, lo que Es era todo lo que había, y no había nada más. Pero Todo Lo Que Es no podía conocerse a sí mismo, pues Todo Lo Que Es era todo lo que había, y no había nada más. Así, Todo Lo Que Es... no era, ya que, en ausencia de cualquier otra cosa, Todo Lo Que Es no es. Este es el gran <> al que han aludido los místicos desde el principio de los tiempos.

Ahora bien, Todo Lo Que Es sabía que era todo lo que había; pero eso no era suficiente, puesto que sólo podía conocer su total magnificencia conceptualmente, no experiencialmente. Sin embargo es la experiencia de sí mismo lo que anhelaba, puesto que quería saber que le apetecía ser tan magnífico. Aún así, eso era imposible, ya que el propio término magnífico es un termino relativo. Todo Lo Que Es no podía saber que le apetecía ser magnífico a menos que lo que no es lo descubriera. En ausencia de lo que no es, lo que Es no es. ¿Lo entiendes?

Creo que sí. Continúa.

De acuerdo. Lo único que Todo Lo Que Es sabía es que no había nada más. Así no podía, ni lograría, nunca conocerse a Sí mismo desde un punto de referencia exterior a Sí mismo: dicho punto de referencia no existía. Sólo existía un punto de referencia, y era el único lugar interior. El <>. El <>. Aún así, el Todo de Todo decidió conocerse experimentalmente. Esta energía - pura, invisible, inaudible, inobservada y, por lo tanto, desconocida - por - cualquier - otra energía - decidió experimentarse a Sí misma como la total magnificencia que era. Para ello, se dio cuenta de que habría de utilizar un punto de referencia interior.

Se hizo el razonamiento, totalmente correcto, de que cualquier parte de Sí mismo había de ser necesariamente menos que el total, y, por tanto, si simplemente se dividía a sí mismo en partes, cada parte, al ser menos que el total, podía mirar al resto de Sí mismo y ver su magnificencia. Así, Todo Lo Que Es se dividió a Sí mismo, convirtiéndose, en un momento glorioso, en lo que es esto y lo que es aquello. Por primera vez, existían esto y aquello, completamente separados lo uno de lo otro. Y aun así, existían simultáneamente; tal como sucedía con todo lo que no era ninguno de los dos.
Así de repente existían tres elementos: lo que está aquí; lo que está allí, y lo que no está ni aquí ni allí, pero que debe existir para que aquí y allí existan Es la nada lo que sostiene al todo. Es el no-espacio el que sostiene al espacio. Es el todo el que sostiene a las partes. ¿Lo entiendes?¿Me sigues?

Creo que sí, realmente. Lo creas o no, lo has ilustrado de una forma tan clara que creo que verdaderamente lo entiendo. 

Voy a ir más lejos. Esa nada que sostiene al todo es lo que algunas personas llaman Dios. Pero eso tampoco resulta acertado, puesto que sugiere que existe algo que Dios no es; a saber, todo lo que no es <>. Pero Yo soy Todas las Cosas - visibles e invisibles -, de modo que esta descripción de Mí como el Gran Invisible, la Nada, el No - Espacio, una definición de Dios esencialmente mística, al modo oriental, no resulta más acertada que la descripción esencialmente práctica, al modo occidental, de Dios como todo lo visible. Quienes creen que Dios es Todo lo Que Es y Todo lo Que No Es son quienes lo entienden correctamente. Ahora bien, al crear lo que está <> y lo que está <>, Dios hizo posible que Dios se conociera así mismo. En el momento de está gran explosión de su interior, Dios creó la relatividad, el mayor don que se hizo nunca a sí mismo. De este modo, la relación es el mayor don que Dios les hizo nunca; pero discutiremos este aspecto más adelante. Así pues, a partir de la Nada surgió el Todo; por cierto, un acontecimiento espiritual del todo coherente con lo que sus científicos llaman la teoría del Big Bang.

Como todos los elementos se hallaban en movimiento, se creó el tiempo, puesto que algo que primero estaba aquí luego estaba allí, y el período que empleaba en ir de aquí a allí resultaba mensurable. Exactamente como las partes de Sí mismo visibles empezaron a definirse por sí mismas, unas <> con las otras, así sucedió también con las partes invisibles. Dios sabía que, para que existiera el amor - y se conociera así mismo como puro amor -, había de existir también su contrario. Así, Dios creó voluntariamente la gran polaridad: el opuesto absoluto del amor - todo lo que el amor no es -, que ahora llamamos temor. Desde el momento en que existía el temor, el amor podía existir como algo que se podía experimentar. Es a esta creación de dualidad entre el amor y su contrario a la que se refieren los humanos, en sus diversas mitologías, como el nacimiento del diablo, la caída de Adán, la rebelión de Satán, etc."

Del mismo modo que han decidido personificar el amor puro en el personaje que llamáis Dios, también han decidido personificar el temor abyecto en el personaje que llaman el demonio. En la Tierra, algunos han establecido mitologías algo más elaboradas en torno a este acontecimiento, completadas con argumentos de batallas y guerras, soldados angélicos y guerreros diabólicos, las fuerzas del bien y del mal, de la luz y de la oscuridad.

Esta mitología ha constituido el primer intento por parte de los hombres de entender, y explicar a los demás de manera que pudieran entenderlo, un acontecimiento cósmico del que el alma humana es profundamente consciente, pero que la mente apenas puede concebir. Al dar el universo como una versión dividida de Sí mismo, Dios produjo, a partir de la energía pura, todo lo que ahora existe; tanto lo visible como lo invisible.

En otras palabras, no sólo se creaba de este modo el universo físico, sino también el universo metafísico. La parte de Dios que forma el segundo término de la ecuación <explotó también en un infinito número de unidades más pequeñas que el conjunto. A estas
unidades de energía las llamarían espíritus. En algunas de sus mitologías religiosas se afirma que <> tiene muchos hijos espirituales. Este paralelismo con la experiencia humana de la vida que se multiplica parece ser el único modo de que las masas puedan captar en realidad la idea de la súbita aparición - la súbita existencia - de innumerables espíritus, comprendiendo la totalidad de Mí, son, en un sentido cósmico, Mí descendencia. Mi divino propósito al dividirme era crear suficientes partes de Mí como para poder conocerme a Mí mismo experimentalmente. Sólo hay una manera en que el Creador puede conocerse experiencialmente en cuanto Creador, y es creando. Así, di a cada uno de las innumerables partes de mí (a todos mis hijos espirituales) el mismo poder de crear que Yo poseo en su totalidad. A eso es a lo que se refiere su religión cuando afirma que fueron creados <de Dios>>. Esto no significa, como han dicho algunos, que sus cuerpos físicos sean iguales (aunque Dios puede adoptar cualquier forma física que quiera para un determinado propósito). Significa que su esencia es la misma. Estamos hechos de la misma sustancia. ¡SOMOS la <>! Con las mismas propiedades y capacidades, incluyendo la capacidad de crear realidad física de un soplo.

Mí propósito al crearlos a ustedes, Mi descendencia espiritual, era conocerme a Mí mismo siendo Dios. No tenía modo de hacerlo, salvo a través de ustedes. Así, se puede decir (y se ha dicho muchas veces) que Mi propósito respecto a ustedes es que ustedes se conozcan siendo como Yo. Esto parece extraordinariamente simple, pero resulta muy complejo, ya que sólo hay un modo de conocerse siendo como Yo, y es conocerse primero no siendo como Yo. Ahora trata de seguirme - esfuérzate por no perder el hilo -, ya que el asunto se hace más sutil. ¿Listo?

Creo que sí.

Bien. Recuerda que me has pedido esta explicación. Has estado esperándola durante años. Y me la has pedido en términos profanos, no en doctrinas teológicas o teorías científicas.

Sí; soy consciente de lo que te he pedido.

Y tal como la has pedido te la voy a dar. Ahora bien, para simplificar las cosas, voy a utilizar su modelo mitológico de los hijos de Dios como La base de Mi exposición, ya que se trata de un modelo con el que están familiarizados, y en muchos aspectos no resulta tan lejano. Así, volvamos a cómo se desarrolla este proceso de auto-conocimiento. Sólo había un modo de que Yo motivara a todos Mis hijos espirituales a conocerse a sí mismos como partes de Mí, y era simplemente diciéndoselo. Y eso hice. Pero, como puedes ver, no era suficiente para el Espíritu conocerse simplemente como Dios, o parte de Dios, o hijo de Dios, o heredero del Reino (o cualquier mitología que quieras utilizar). Como ya he explicado, conocer algo y experimentarlo son dos cosas distintas. El Espíritu anhelaba conocerse experiencialmente (¡como Yo hice!). La conciencia conceptual no era suficiente para ustedes. Así, ideé un plan. Es la idea más extraordinaria de todo el universo; y también la colaboración más espectacular. Digo <> porque todos ustedes están en esto conmigo. Con este plan, ustedes, en cuanto espíritu puro, entrarían en el universo físico recién creado. Y ello por que lo físico es la única manera de conocer experiencialmente lo que se conoce conceptualmente. Esta es, en efecto, la razón por la que he creado el cosmos físico para empezar, así como el sistema de relatividad que lo gobierna, y toda la creación. Una vez en el universo físico, ustedes, Mis hijos espirituales, pueden experimentar lo que saben de ustedes mismos; pero primero han de pasar por conocer lo contrario. Para explicarlo de una manera sencilla, no pueden conocerse a ustedes mismos en su grandeza a menos que - y hasta que - sean conscientes de su pequeñez. No pueden experimentar lo que ustedes llaman importante a menos que también pasen por conocer lo insignificante. Llevado a sus últimas consecuencias lógicas, no pueden experimentarse a ustedes mismos como lo que son hasta que se hayan enfrentado a lo que no son. Este es el propósito de la teoría de la relatividad y de toda la vida física. Por eso es por lo que no son tal como ustedes se han definido.

Ahora bien, en el caso del conocimiento último - en el caso del conocimiento de ustedes mismos siendo como el Creador -, no pueden experimentar su propio Yo como creador a menos que - y hasta que - creen. Y no pueden crearse a ustedes mismos en tanto no se des-creen a ustedes mismos. En cierto sentido, tienen primero que <>, con el fin de ser. ¿Me sigues?

Creo...

Quédate con esa idea.

Por supuesto, no hay ninguna manera de que no sean quienes son y lo que son; simplemente lo son (espíritu, puro, creador), siempre lo han sido y siempre lo serán. Así pues, hicieron lo mejor que podían hacer. Procuraron olvidar Quienes Son Realmente. Una vez entrados en el universo físico, renunciaron a su recuerdo de ustedes mismos. Eso les permite decidir ser Quienes Son, en lugar de encontrarse simplemente siéndolo, por así decir. Es en el acto de decidir ser, y no en estar siendo simplemente lo que son, una parte de Dios, en el que se experimentan a ustedes mismos siendo como con tal decisión, que es lo que, por definición, es Dios. Sin embargo, ¿cómo pueden decidir respecto a algo sobre lo que no hay ninguna decisión? No pueden no ser Mi descendencia por mucho que se empeñen; pero sí pueden olvidarlo.

Ustedes son, siempre han sido y siempre serán, una parte divina del todo divino, un miembro del cuerpo. He aquí por qué el acto de reunirse con el todo, de volver a Dios, se llama remembranza. Verdaderamente deciden recordar Quienes Realmente Son, o reunirse junto con las diversas partes de ustedes para experimentar el todo de ustedes; es decir, el Todo de Mí. Su tarea en la Tierra, por lo tanto, no es aprender (puesto que ya saben), sino recordar Quienes Sois. Y recordar quienes son todos los demás. He aquí por qué una parte importante de su tarea consiste en recordar a los demás (es decir, recordarles a ellos y acordarse de ellos), de modo que también puedan recordar. Todos sus maravillosos maestros espirituales han hecho precisamente esto. Este es su único objetivo. Es el único objetivo de su alma.

 ¡Dios mío, es tan simple! ¡Y tan... simétrico! Quiero decir, ¡qué todo encaja! ¡De repente, todo cuadra! Ahora veo un panorama que nunca antes había visto entero del todo.

Bien. Eso está bien. Ese es el propósito de este diálogo. Me has pedido respuestas. Y te he prometido que te las daría. Harás un libro con este diálogo, y harás que Mis palabras resulten accesibles a muchas personas. Esto forma parte de tu trabajo. Ahora bien, tú tienes más preguntas que formular acerca de la vida.

Ya hemos colocado los cimientos; hemos preparado el terreno para nuevos conocimientos. Vayamos a esas otras preguntas. Y no te preocupes. Si hay algo en relación a lo que acabamos de tratar que no entiendes en profundidad, muy pronto lo verás todo claro.

¡Hay tanto que quiero preguntarte! ¡Hay tantas preguntas! Supongo que puedo empezar por las
más importantes, las más obvias. Por ejemplo, ¿por qué el mundo es tal como es?

De todas las preguntas que el hombre le ha hecho a Dios, esta es la más frecuente. Desde el principio de los tiempos el hombre se ha formulado esta pregunta. Desde el primer momento han querido saberlo: ¿por qué tiene que ser así? Normalmente, el planteamiento clásico de la cuestión es más o menos éste: si Dios es infinitamente perfecto y nos ama infinitamente, ¿por qué crear el hambre y la peste, la guerra y la enfermedad, los terremotos, los tornados, los huracanes y todo,tipo de desastres naturales; por qué los estados de profunda frustración personal y las
calamidades mundiales?

La respuesta a esta pregunta reside en el más profundo misterio del universo y el más alto sentido de la vida. Yo no manifiesto Mi bondad si sólo creo lo que llamáis perfección en torno a ustedes. Yo no demuestro Mi amor sino permito que ustedes demuestren el suyo. Como ya he explicado, no se puede demostrar amor en tanto no se haya demostrado no amor. Una cosa no puede existir sin su contraria, excepto en el mundo de lo absoluto. Sin embargo, la esfera del absoluto no era suficiente ni para ustedes ni para Mí. Yo existía allí, en el siempre, y de ahí proceden también ustedes. En el absoluto no hay experiencia; sólo conocimiento. El conocimiento es un estado divino, pero la más grandiosa alegría esta en el ser. Ser es algo que se alcanza únicamente por la experiencia. En esto consiste la evolución: conocimiento, experiencia, ser. Esta es la Santísima Trinidad; Dios Trino.

Dios Padre es conocimiento: el padre de toda comprensión, el engendrador de toda experiencia, ya que no se puede experimentar lo que no se conoce.

Dios Hijo es experiencia: la encarnación, la realización, de todo lo que el Padre sabe de Sí mismo, ya que no se puede ser lo que no se ha experimentado.

Dios Espíritu Santo es ser: la des-encarnación de todo lo que el Hijo ha experimentado de Sí
mismo; el simple y exquisito existir, posible sólo a través de la memoria del conocimiento y la experiencia.

Este simple ser es la felicidad. Es el estado de Dios, después de haberse conocido y experimentado a Sí mismo. Es lo que Dios anhelaba en el principio. Por supuesto, no hace falta que te explique que las descripciones de Dios como padre e hijo no tienen nada que ver con el hecho de engendrar. Utilizo aquí la pintoresca forma de hablar de sus más recientes escrituras. Otros escritos sagrados mucho más antiguos situaban esta metáfora en el contexto de madre e hija. Ninguna de ellas es correcta. Su mente puede entender mejor la relación como: progenitor - descendencia; o bien: lo-que-da-origen, y lo-que-es-originado. Al añadir la tercera parte de la Trinidad, se produce esta relación: Lo que da origen / Lo que es originado / Lo que es.

Esta Realidad Trina es la firma de Dios. Es la pauta divina. Esta característica de <uno>> se encuentra por doquier en las esferas de lo sublime. No se puede escapar a ella en las cuestiones que tratan del tiempo y el espacio, Dios y la consciencia, o cualquier relación sutil. Por otra parte, no se puede hallar esta Verdad Trina en ninguna de las relaciones ordinarias de la vida. La Verdad Trina es reconocida en las relaciones sutiles de la vida por todo aquel que se ocupe de tales relaciones. Algunos de sus teóricos de la religión han descrito la Verdad Trina como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Algunos de sus psiquiatras utilizan los conceptos de superconsciente, consciente y subconsciente. Algunos de sus espiritualistas hablan de mente, cuerpo y espíritu. Algunos de sus científicos aluden a energía, materia y éter. Algunos de sus filósofos dicen que una cosa no es verdadera hasta que lo es de pensamiento, palabra y obra. Cuando hablan del tiempo, se refieren sólo a tres tiempos: pasado, presente y futuro. Del mismo modo, su percepción se compone de tres momentos: antes, ahora y después. En términos de relaciones espaciales, tanto si consideran distintos puntos en el universo como si en su propia habitación, reconocen tres aspectos: aquí, allí y el espacio intermedio entre ambos. En cuanto a las relaciones ordinarias, no reconocen ningún <>. Y ello por que las relaciones ordinarias son siempre díadas, mientras que las relaciones de ámbito superior son invariablemente tríadas. Así tienen: derecha - izquierda, arriba - abajo, grande - pequeño, rápido - lento, caliente - frío, y la mayor díada jamás creada: macho - hembra. En tales díadas no existen intermedios. Cualquier cosa es o una cosa o la otra, o una versión mayor o menor en relación con una de esas polaridades.

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