martes, 6 de septiembre de 2016

HABLANDO CONMIGO MISMA

El sol, que parecía que entraba en razón y se acomodaba a las fechas en las que estamos, una vez más nos ha engañado. Durante unos días, la temperatura bajó lo suficiente como para hacer de un paseo una experiencia satisfactoria. La gente volvía a llenar los paseos y los bancos, respirando y saludándose con cara sonriente. Pero, como digo, era sólo una pausa. Otra vez ha vuelto el calor, yo diría que ampliado. Hay que cerrar ventanas, puertas y cualquier abertura por dónde se pueda meter el aire, porque lo que entra es un chorro de calor, como si el mundo entero estuviera ardiendo, como si el sol no quisiera ver a nadie.

El paseo matutino, del que no queremos prescindir Snoopy y yo, nos ha obligado a adelantar la hora de salida, si queremos regresar con vida a casa. Otra vez salimos como ladrones a robarle a la madrugada un poco de aire fresco. Ya sé,  y me ha dado pena, que los girasoles cabizbajos habrá que recogerlos tal como están porque el dueño los plantó con retraso y su maduración se ha producido contra corriente. Hemos comprobado, efectivamente, que los que están más allá del túnel de la carretera, siguen verdes, con sus troncos rectos y sus corolas esperando al sol a la ida y totalmente bañados de luz a la vuelta. De pronto y sin aviso previo, el Sol se ha levantado por el horizonte izquierdo sin ni siquiera una nube que, con su tono rosáceo, nos indicara su inminente llegada. Se ha levantado como si quisiera comerse el mundo él solo, con ganas de guerra, retándonos con su fuerza a una rebelión que sabemos perdida de antemano.

Los martes es día de mercado. En uno de los paseos laterales se levantan los tenderetes de frutas, verduras, cosas de limpieza, ropa.... en fin, lo que es un mercado de pueblo. No llevábamos mucho tiempo en casa y ya empezaban a subir la calle los que volvían del mercado, tirando de los carritos y quejándose del calor. Hoy, ni el aire transmitía vida. El pueblo está callado, ni siquiera se escucha la voz de niños en la calle. El mundo puede estar deshabitado y puedes hacerte a la idea de que te han dejado atrás y sola. Se han olvidado de llamarnos o, a lo mejor, no se admiten animales de compañía que puedan ensuciar sus brillantes naves que, en un despiste, han partido hacia otros lugares. Intentarán llegar a uno de esos cuatro planetas de los que ayer nos hablaban. Como huyen del calor, se dirigen a un sistema con el sol frío y muerto. Ha sido tan repentina su marcha que no se han parado a pensar que un sol sin luz no puede dar vida.

Me he despertado y he visto que estaba escribiendo en estado sonámbulo. No es que me haya dado un rapto, sino que transpasaba al papel todo lo que estaba pensando, o sea, que ¿qué importa descubrir cuatro planetas, si su sol está frío y muerto? y además. estoy completamente segura de que todas esas noticias son maniobras de distracción. Lo que están tramando debe ser muy grave, cuando nos inundan con información absurda. Dentro de ciento y pico de años, un asteroide de no sé cuantos metros de diámetro, chocará con la Tierra si no se logra desviarlo. ¿Pero cómo han detectado a ese y se les coló anteayer uno, cuya imagen daba miedo? Seguro, seguro, seguro que el cascote de la foto era falso y lo del que viene de camino también. Y tanto hablar de los malditos agujeros negros como si fueran desagües de tanto retal de materia que le quedó a D. Manazas. Porque todas esas fotos que, según los intermediario, son cúmulos de materia, nebulosas, galaxia que se han deshecho hace mucho, a mí me parece que son una guarrada cuando las enfocan las cámaras, no soy yo capaz de ver la pureza de los cielos de la que hablaban los antiguos. Claro que alguno de los antiguos no hablaban precisamente de éste cielo, sino de los lugares Hiperbóreos, que vaya vd. a saber dónde quedan

Hablando de lugares y del Universo, eso de las ondas gravitatorias, que nos han presentado como el último asombroso descubrimiento del verano, es más antiguo que el mear. Pero su existencia me plantea a mí algunas preguntas. Vamos a ver: sabemos que todo cuerpo sólido en el espacio, deforma lo que sea que tenga alrededor (yo, para aclararme un poco, veo el espacio como una de esas bolsas en las que nos venden las naranjas. Se adaptan a las naranjas y se estiran y se encogen según el peso), lo que intriga es que no sólo curva lo inmediato, sino que produce un movimiento ondulatorio muy parecido al que se produce cuando tiramos una piedra en una superficie de agua tranquila. Lo que yo no sé es "hasta dónde llegan esas ondas. Si tiras una piedra grande, las olas son grandes al principio y se van apaciguando conforme se alejan del centro (la piedra), porque parece que se producen en figuras más o menos circulares. O sea, cuánto tiempo tardan en llegar al sitio en el que ya no hay ondas y cuánta distancia abarcan. Pero, además otra pregunta relacionada: ¿qué distancia mínima debe de haber entre dos cuerpos en el espacio para que sus ondas no interfieran entre sí? ¿y qué pasa si chocan dos ondas gravitatorias de distintas procedencias? ¿rebotan y forman una especie de sutnami de materia? Mejor que andar buscando agujeros negros que, como son negros no se pueden ver, deberíamos buscar lugares en el Universo (nuestra Galaxia) que estén libres de ondas gravitacionales y permitan el paso a, por ejemplo, una nave. Porque, si no recuerdo mal, algunos de los textos asirios (p.e. El libro de Enki) nos cuenta que una de las cosas que hicieron en primer lugar fue establecer los doce caminos, que no tengo ni idea de hacia dónde. Pero, si hay caminos, quizá tanto el tiempo requerido como el espacio recorrido queden reducidos bastante. O quizá sean los caminos que nos permitan viajar por el hiperespacio (no por el Hiperbóreo, que ese no existe).

Bueno, voy a merendar que hoy no me apetece más que agua fría, muy fría.



No hay comentarios:

Publicar un comentario