sábado, 16 de noviembre de 2019

IMBECILIDAD MORAL Y EL NEGOCIO DE LAS FARMACÉUTICAS IV Y ÚLTIMA

4. UNA CRISIS INTERNA
CAPACIDAD DE INNOVACIÓN TERAPÉUTICA SUBSTITUIDA POR MARKETING

En el bienio 1994-96, los grandes laboratorios estaban dispuestos a pagar 59 millones de dólares a un laboratorio menor para adquirir una molécula que hubiera completado con éxito las fases de estudio preclínicas, con la intención de llevar a cabo bajo su responsabilidad los necesarios estudios clínicos y poder patentar a su nombre y comercializar en beneficio propio los medicamentos obtenidos.

En el bienio 2000-02, la cifra que estos mismos grandes laboratorios estaban dispuestos a pagar había aumentado a 148 millones de dólares.70

70. PIGNARRE, p. 39
 
 4.1. CRISIS ACTUAL DE LAS COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS
Este dato revela el motivo de la gran crisis en que parece estar a punto de entrar la industria farmacéutica: su capacidad innovadora prácticamente ha desaparecido. Y, sin capacidad innovadora, la industria no tiene futuro.

Esto lo reflejó The Wall Street Journal en 2003 al constatar que las acciones de las empresas farmacéuticas habían estado perdiendo valor durante más de un año.71

71. En el momento de escribir estas líneas se publica la noticia de que el valor de las acciones de la compañía farmacéutica SkyePharma se ha reducido a la mitad en los últimos 5 años y que el año pasado la compañía fue incapaz de encontrar un socio financiero para poder promocionar su nuevo medicamento antiasmático Flutiform (KOLLEWE, J. “SkyePharma rebels lose vote to appoint Thian on board”. The Independent 10 marzo 2006).

El estudio prospectivo realizado por la consultoría de IBM concluyó que,
“El beneficio por acción ofrecido por los 20 primeros laboratorios mundiales a sus accionistas, que en el periodo 1993-98 había sido del 28% de promedio, cayó al 4-5% en los siguientes cinco años”.72
Otro dato significativo es la creciente frecuencia y el volumen de las fusiones que han tenido lugar entre las diferentes grandes compañías farmacéuticas los últimos años.

En el año 2002, Pfizer se convirtió en el primer laboratorio mundial tras fusionarse con Warner Lambert y Pharmacia (que, a su vez, había comprado Upjohn y Monsanto).

Pfizer pasó con tal fusión a poseer el 11% del mercado global. 5 años antes, Merck era el nº 1, pero sólo tenía el 5% del mercado mundial.73

Esta extraordinaria concentración de capital crea empresas-monstruo muy difíciles de gestionar, desestructura los equipos investigadores y los subordina a cargos administrativos no científicos que interfieren en sus líneas de investigación.

J. Drews, ex investigador de Hoffmann LaRoche, afirma:
“La industria farmacéutica está sustituyendo su antigua organización investigadora por un montaje técnico que todavía es capaz de realizar análisis, experiencias con animales y síntesis químicas, pero que se encuentra totalmente incapaz de desarrollar nuevas ideas o conceptos. Las divisiones de investigación de los grandes laboratorios han dejado de ser autónomas y ya no pueden autogestionarse.

Están dirigidas por juristas, financieros, vendedores y gerentes comerciales incapaces de imaginar el futuro si no es como sucesión lineal de los desarrollos ya existentes (...) La industria farmacéutica ha creado unas condiciones que eliminan la originalidad, la creatividad y la libertad y favorecen el consenso, la imitación, la sumisión y el espíritu repetitivo”.74
En el año 1990, un investigador eficiente podía llegara probar contra los “blancos biológicos” conocidos la capacidad reactiva de 2.000 moléculas nuevas en un año. En el año 2000, un robot como los que hoy están a disposición de los grandes laboratorios podía probar 6.000 moléculas en un solo día.75

72. LORELLE, Véronique. “Les industriels devront accelérer le lancement de médicaments plus ciblés”. Le Monde, 15 enero 2003., citado en PIGNARRE, p. 29.
73. PIGNARRE, p. 85
74. DREWS, Jürgen. In Quest of Tomorrow's Medicines. Springer: Nova York, 1998. p. 221, citado en PIGNARRE, p. 91.75. PIGNARRE, p. 105

Pero dicho incremento cuantitativo no se ha traducido en un aumento de la innovación, sino todo lo contrario. En cinco años (de 1998 a 2002) se aprobaron en EE.UU. 415 medicamentos nuevos.

De éstos, sólo 133 (32%) estaban basados en moléculas nuevas, y de estos 133, sólo 58 eran moléculas nuevas con efectos diferentes de los efectos de medicamentos ya conocidos. La distribución de estos 58 medicamentos auténticamente nuevos fue: en 1998 se descubrieron 16; en 1999 se descubrieron 19; en 2000, sólo 9, y en 2001 y 2002, sólo 7 cada año.

Ésta es la productividad real de la industria más rentable económicamente en los EE.UU.: una productividad irrisoria si se tiene en cuenta el dinero invertido (unos 30 mil millones de dólares) y el volumen de las aproximadamente 35 empresas implicadas (en el año 2003 Pfizer contaba ella sola con más de 60 fábricas distribuidas en 32 países).76

Las consecuencias de esta política errónea han empezado a hacerse evidentes para todos los implicados. A raíz de las controversias sobre las patentes de los anti-SIDA en África, la política y los privilegios de la industria farmacéutica han sido cuestionados a escala internacional.

En el ámbito de EE.UU. (la mitad del mercado global de medicamentos), los dos factores más importantes que han desvelado la conciencia crítica han sido:
  1. la creciente diferencia de precios entre EE.UU. y Canadá en cuanto a los medicamentos protegidos por patente
  2. el carácter superfluo y potencialmente peligroso de los medicamentos de “yo también”
Veamos estos factores con algo más de detalle.
  1. El precio de un medicamento protegido por patente es en Europa o en Canadá la mitad o incluso un tercio del precio del mismo medicamento en EE.UU..

    Desde 1987, en EE.UU. es ilegal importar medicamentos de Canadá. A pesar de ello, en 2002, más de un millón de ciudadanos de EE.UU. compraban regularmente sus medicamentos en farmacias de Canadá (en muchas poblaciones cercanas a la frontera se organizaban autobuses con tal finalidad).

    Un año mas tarde, el 7% de los ciudadanos de EE.UU. compraban medicamentos a Canadá a través de Internet (el número de farmacias canadienses en Internet pasó de 10 en 1999 a 140 en 2003). La ciudad de Springfield (Massachussets) decidió que, para reducir gastos administrativos, compraría en Canadá todos los medicamentos de sus funcionarios públicos. Un desafío abierto realizado con la intención de denunciar los precios abusivos.

    Boston y representantes gubernamentales de 12 estados más se han adherido a la denuncia de Springfield y están buscando alternativas para adquirir los medicamentos a precios más razonables.77
     
  2. Las grandes compañías de seguros y un número creciente de estados han elaborado y aprobado formularios que excluyen los medicamentos de “yo también”. Esto significa que las compañías de seguros sólo cubren el coste de los medicamentos de sus asegurados si estos medicamentos constan en su formulario.

    En el caso de los estados, la elaboración de un formulario afecta a las personas de más de 65 años que tienen derecho a acogerse a un programa (Medicaid) que cubre en parte el coste de los medicamentos. Como en el caso de las compañías de seguros, los estados sólo cubrirán el coste de los medicamentos que consten en su formulario, y no los que consten en los listados oficiales de alcance federal controlados por la propia industria farmacéutica.

    En el año 2001 sólo dos estados tenían formulario; en el año 2003, la mitad de los estados de EEUU lo tenían.78
76. AGNELL, p. 221
77. AGNELL, pp. 220-21
78. AGNELL, p. 227

 



4.2. MARKETING VS. INNOVACIÓN TERAPÉUTICA
Un estudio oficial llevado a cabo por una comisión de expertos nombrada por el Congreso de EEUU estimó que el coste de producción de un nuevo medicamento era en 1993 de 802 millones de dólares.79

79. "Estudio OTA". Marketletter. 13 gener 1997, pp.24-25, citat a PIGNARRE, p. 24.

El Centro para el Estudio de una Legislación Responsable de Washington efectuó un contrainforme evaluando el coste de los medicamentos que eran financiados a partes iguales por las compañías farmacéuticas y por dinero público (los medicamentos llama-dos “huérfanos”, que representan el 20% de los medicamentos comercializados en EE.UU. y corresponden a medicamentos cuyo mercado potencial es demasiado pequeño para compensar los gastos de investigación).

El coste total de producción de un medicamento huérfano fue hasta tres veces menor que el de un medicamento totalmente producido por una compañía farmacéutica. Esta disparidad se produce porque, en el caso de los medicamentos producidos por una compañía farmacéutica, en el apartado de “producción” se incluyen parte de los gastos que son propiamente de “promoción”.

En el caso de los medicamentos huérfanos, esto no puede hacerse porque el compromiso es repartir a partes iguales los gastos de “producción”, y no los de marketing.

La conclusión es que la mayor parte de los gastos de las compañías farmacéuticas son actualmente gastos de marketing, pero no se presentan como tales, sino que se disfrazan como gastos de investigación o de producción para poder encarecer así aún más los medicamentos.

En 2001, los médicos de EE.UU. recibieron las visitas de un total de 88.000 representantes de la industria farmacéutica que, además de repartirles 11 mil millones de dólares en muestras gratuitas de nuevos medicamentos para que “los probasen” con sus pacientes, les ofrecieron regalos personales, viajes y otras compensaciones.

EE.UU. y Nueva Zelanda son los dos únicos países industrializados en los que está permitido realizar propaganda directa a los pacientes de los medicamentos de receta.

En el resto de países está prohibido porque la vulnerabilidad del paciente puede ser manipulable y la probabilidad de que un médico tenga en cuenta los deseos de su paciente al recetar es también elevada, sobre todo cuando se trata de elegir entre medicamentos que tienen los mismos efectos terapéuticos, como los medicamentos de “yo también”.

Dos ejemplos de cómo puede ser manipulada esta vulnerabilidad son:
  1. los anuncios de medicamentos del “canal paciente” (un canal de TV que sólo se emite en hospitales). Hay que imaginar al paciente acostado en su cama del hospital, preocupado porque no se encuentra demasiado bien, oyendo toda clase de informaciones sesgadas sobre los nuevos medicamentos que podrían curarle, presentadas muchas veces por personajes famosos del mundo del espectáculo o los deportes
     
  2. el segundo ejemplo son los estudiantes de las escuelas secundarias y campus universitarios a los que se dirigió una campaña masiva de promoción de medicamentos antidepresivos; los centros docentes, a cambio de elevadas cantidades de dinero, permitían que médicos pagados por las compañías farmacéuticas dieran conferencias a los estudiantes y les animaran a pedir a sus médicos o a los médicos del campus que les recetaran antidepresivos para solventar los problemas de personalidad y crecimiento propios de los adolescentes y jóvenes
Un testimonio personal: recuerdo el gran impacto que tuvo en todos los residentes de medicina interna una conferencia, de asistencia obligatoria, que nos ofrecieron pocos meses después de nuestra llegada al hospital de Buffalo (Nueva York) donde tendríamos que llevar a cabo la residencia durante tres años.

Se nos informó de que la tasa de suicidios entre los residentes de primer año era muy alta y que haríamos bien en buscar cuanto antes el mejor tratamiento para nuestra depresión (todos estábamos muertos de sueño y exhaustos por tantas horas de guardias). Nos informaron también de que había salido un nuevo tratamiento que parecía que podía prevenir la depresión.

Tuve la suerte de que mi médico-tutor, un ex médico del ejército de cierta edad y con mucha experiencia me advirtió de los intereses que escondía aquel “acto académico”.

Me impresiona pensar que podría haber muerto o enfermado de por vida a causa de los efectos secundarios de un medicamento que había sido producido únicamente por ánimo de lucro, evaluado y aprobado con escaso rigor, que yo no necesitaba para nada y que me había sido promocionado en un momento especialmente vulnerable.

A mí no me pasó, pero a otros - a miles de otros - sí les ha pasado.



5. UNA OPORTUNIDAD PARA DESMANTELAR EL SISTEMA

Todas las fuentes consultadas para la elaboración de este cuaderno coinciden en afirmar que el mal funcionamiento de la industria farmacéutica puede corregirse (y debe corregirse con urgencia) en beneficio de los enfermos, tanto los del Primer como los del Tercer Mundo, y también en beneficio de la misma industria que, como hemos visto, ha entrado en crisis.

Resumiré a continuación las conclusiones de los autores más citados en este cuaderno.
 


PRINCIPALES CONCLUSIONES DE M. AGNELL, 2005 80

80. La Dra. Marcia Agnell ha sido editora jefe durante casi 20 años de la revista médica de más impacto, el New England Journal of Medicine.
  1. Las compañías farmacéuticas producen demasiados medicamentos de "yo también" y demasiado pocos medicamentos auténticamente nuevos.
  2. La agencia reguladora más influyente del mundo (la FDA de EE.UU.) está demasiado vinculada a la industria que tiene por obligación regular.
  3. Las compañías farmacéuticas tienen demasiado control sobre los ensayos clínicos que sirven para evaluar la eficacia y la seguridad de sus propios productos.
  4. Las patentes y otros derechos de monopolio tienen una duración excesiva y disfrutan de demasiada elasticidad. Los medicamentos son patentados antes de haberse realizado los ensayos clínicos que tienen que demostrar su eficacia y confirmar su seguridad. Con ello, la duración de la patente empieza a contar cuando todavía no puede comercializarse el medicamento. Así, a la duración de 20 años prevista en la legislación actual tienen que restársele normalmente de 3 a 5 años para completar los estudios clínicos. Debería modificarse esta legislación de forma que el reloj empiece a contar en el momento de comercialización del medicamento y no antes. (...) La duración de la patente podría ser de 6 años. (...) Los múltiples trucos legales mediante los que las compañías farmacéuticas propietarias de una patente bloquean rutinariamente la entrada en el mercado de los medicamentos genéricos durante 30 meses después de que haya expirado su patente tienen que denunciarse y tiene que modificarse la legislación para que tal abuso no sea posible.
  5. Las compañías farmacéuticas tienen demasiada influencia en la educación médica que tiene que ver con sus productos (...).
  6. Existe importante información sobre la investigación, el desarrollo, el marketing y la determinación del precio de los medicamentos que se mantiene en secreto.
  7. Los precios de los medicamentos son demasiado elevados y variables.


PRINCIPALES CONCLUSIONES DE P. PIGNARRE 81

81. Philippe Pignarre ha sido directivo durante diecisiete años de una gran compañía farmacéutica y actual-mente es profesor de la Universidad de Paris-VIII.

Los ciudadanos tienen que intervenir en los siguientes niveles:
  1. Definición de las prioridades de investigación y de asignación de recursos.
  2. Desarrollo de la investigación (sb. los ensayos clínicos)
  3. Comercialización: política de patentes y precios, para conseguir los siguientes objetivos:
    1. Abrir licitaciones según prioridades nacionales e internacionales definidas de la forma más democrática posible (se podrían, entonces, garantizar unas condiciones de comercialización extraordinarias para quien encuentra una curación para una de estas enfermedades prioritarias)
    2. Dar valor a los principios activos y no a los nombres comerciales (que las cajas de medicamentos - al revés de como se hace ahora - tuvieran bien visible el nombre genérico y muy pequeño el nombre comercial)
    3. Premiar el valor añadido real y no de promoción (¡un progreso de curación del 5% no tiene por qué comportar un precio 10, 15 o hasta 100 veces superior!)
    4. Negociar la duración de las patentes; por ejemplo, podrían prolongarse en los países riscos a cambio de eliminarlas en los países pobres (Bristol-Myers Squibb en el año 2001 anunció que, cada 5 años, realizaría una donación de 100 millones de euros para luchar contra el SIDA en África…, pero no liberó sus patentes)
    5. Crear un observatorio de la investigación, un registro independiente de los procesos reales que han conducido al hallazgo de un nuevo medicamento (para poder racionalizar la inversión y evitar engaños). (...)
    6. Decidir democráticamente. Esto debería ser una constante en toda la dinámica económica, pero en el caso de la industria farmacéutica es plenamente operativo y factible y de implementación inmediata, porque para desarrollar un nuevo medicamento, son necesarios ensayos clínicos, y los ensayos clínicos se hacen con gran número de pacientes (o sea, de ciudadanos), que han de dar su consentimiento informado (su aprobación)


PRINCIPALES CONCLUSIONES DEL INFORME 'DESEQUILIBRIO FATAL' DE MÉDICOS SIN FRONTERAS, 2001
  1. Las enfermedades que afectan principalmente a los pobres no se investigan porque su investigación no resulta rentable para la industria farmacéutica.
  2. La OMS debe elaborar un plan de acción eficaz para resolver este problema.
  3. Los gobiernos de los países ricos y de los países pobres tienen que invertir para compensar las deficiencias de la actual economía de mercado.
  4. Debe llevarse a cabo un análisis completo y ajustado del coste real de producción de un nuevo medicamento.
  5. A cambio del dinero público invertido en el estudio y desarrollo de un nuevo medicamento, debe exigirse que este medicamento sea accesible y asequible económicamente para los enfermos.
  6. Deben potenciarse las capacidades de investigación y producción de medicamentos de los países pobres.
  7. Es preciso un análisis independiente del impacto a largo plazo de las actuales políticas sobre la capacidad de producir medicamentos de los países pobres.
  8. Debe crearse un nuevo organismo que trabaje para que las enfermedades olvidadas puedan de dejar de serlo algún día. (...).


PRINCIPALES CONCLUSIONES DEL COMITÉ DE EXPERTOS DEL PARLAMENTO INGLÉS, 2005:
  1. Los medicamentos de “yo también” ha llegado a ningún acuerdo sobre es-son un problema, pero la comisión no te punto.
  2. Es preciso establecer un centro independiente para llevar a cabo los ensayos clínicos, porque el sistema actual está demasiado sesgado.
  3. La agresividad del marketing inmediato a la comercialización de un nuevo medicamento, el alud de información que se distribuye y el encubrimiento de esta información haciéndola pasar por educación médica contribuyen a que se receten medicamentos de forma inadecuada.
  4. La falsificación de artículos científicos y la ocultación de los resultados de los ensayos no favorables a la industria provoca la proliferación de recetas inadecuadas.
  5. La culpa de las recetas inadecuadas no es sólo de las compañías farmacéuticas, sino también de médicos y otros profesionales que no son lo suficientemente críticos y se muestran demasiado dispuestos a aceptar los regalos de las compañías farmacéuticas y a dar por buena la información que éstas les suministran.
  6. El marketing de la industria farmacéutica es implacable y ubicuo y se dirige no sólo a los profesionales si-no también a los pacientes y al público en general.
  7. Debe elaborarse un folleto para los pacientes con información general y completa que indique cuál es el papel de los medicamentos en el tratamiento de las enfermedades.
  8. La publicidad dirigida directamente a los pacientes es inadecuada e innecesaria en el Reino Unido. Esta publicidad tiene un alto contenido emocional (...).
  9. La publicidad indirecta a través de campañas educativas no está lo suficientemente bien regulada.
  10. A menudo, se desconoce qué tipo de apoyo reciben los grupos de pacientes por parte de las compañías farmacéuticas. Esta información tiene que ser pública.
  11. La vigilancia de los medicamentos ya comercializados es insuficiente.
  12. El gobierno tiene que financiar el estudio de las alternativas terapéuticas no farmacológicas que la industria farmacéutica ignora porque no son rentables para ella.
  13. Los médicos y otros profesionales con derecho a recetar tienen que asumir su parte de culpa por los problemas resultantes de la prescripción inadecuada de antidepresivos del tipo SSRI y de anti-inflamatorios del tipo inhibidores COX-2. Estos medicamentos han sido recetados a gran escala de forma indiscriminada. Esto ha sido debido en parte a la intensa actividad de promoción, especialmente en el momento de su comercialización, pero también es consecuencia de haber mantenido en secreto información importante y de haber aceptado de forma poco crítica la propaganda de las compañías farmacéuticas. El marketing agresivo ha llegado a convencer a demasiados profesionales del hecho que pueden receptar impunemente. (...) No tenemos ningún mecanismo efectivo para temperar la explosión de recetas de la que viene acompañada la comercialización de un nuevo producto. Éste es el periodo más importante para promocionar un nuevo medicamento, pero es preciso hacer notar que es también el periodo en que menos cosas sabemos de sus efectos reales.
  14. Recomendamos que el registro de ensayos clínicos lo mantenga un organismo independiente y que los resultados de todos los estudios - los favorables y los desfavorables - sean hechos públicos como condición previa a la comercialización.
  15. Que se limite la cantidad de muestras gratuitas que reciben los profesionales que pueden recetar, especial-mente durante los primeros seis meses de comercialización de un nuevo medicamento (...).
  16. Es preciso que las evaluaciones de la agencia reguladora y la información y los criterios que ha utilizado para llevarlas a cabo sean públicos. Que se incluyan ciudadanos en las comisiones de estudio y se les ofrezca la formación y el apoyo suficientes para que puedan jugar un papel activo en la toma de decisiones.
  17. Deben investigarse mejor los efectos secundarios. Los observados en los ensayos clínicos previos a la comercialización son insuficientes.
  18. Que la agencia reguladora contrate más personal para monitorizar los nuevos medicamentos durante los primeros meses. Que todos los nuevos medicamentos sean re-evaluados por la agencia reguladora de forma sistemática cinco años después de su entrada en el mercado.
  19. Recomendamos que la agencia reguladora posea la misma autoridad para restringir los usos de un medicamento que la que tiene para autorizar su comercialización.
  20. Recomendamos que se haga efectivo en todo el país el sistema de registro de los efectos secundarios, que se investiguen todos los casos y que ello se realice con transparencia y sin dar falsas seguridades.
  21. Recomendamos que exista un proceso público siempre que un medicamento sea retirado del mercado debido a sus efectos secundarios.
  22. El marketing excesivo alienta a recetar medicamentos de forma inadecuada. Las actuales estrategias para dar a conocer información no sesgada son insuficientes. Recomendamos que la agencia reguladora tenga derecho a veto sobre todo el material promocional de los nuevos productos farmacéuticos y que se limite el derecho a recetar nuevos medicamentos durante los dos primeros años de su comercialización (...). Si al cabo de dos años no han existido señales de alarma en cuanto a efectos secundarios peligrosos, puede entonces ampliarse el derecho a recetarlos.
  23. Recomendamos una mejor coordinación y prontitud en las tareas de investigación de las quejas de marketing ilegal. En caso de que sea preciso corregir la información engañosa, de-be asegurarse que la corrección recibe tanta publicidad como recibió el engaño (...).
  24. El mercado de genéricos es importante. Debe evitarse que las compañías farmacéuticas manipulen la legislación de patentes para alargarlas indebidamente.
  25. Recomendamos que a los estudiantes de medicina se les enseñe a evaluar de forma crítica los resultados de los ensayos clínicos, a reconocer los efectos secundarios de los medicamentos y a relacionarse adecuadamente con los representantes de las farmacéuticas. Deben existir cursos de postgrado obligatorios para todos los profesionales con derecho a recetar para que estén al día. Deben regularse más estrictamente las prácticas de receta de los profesionales.
  26. Recomendamos que las asociaciones profesionales mantengan un registro público de todos los regalos, dinero, honores y otros beneficios que estas asociaciones y cada uno de sus miembros reciban de parte de las compañías farmacéuticas. Cada miembro debería ser responsable de mantener actualizado dicho registro (...).
  27. Que se endurezcan las normas relativas a las campañas de salud promocionadas por los laboratorios de modo que quede claro y sea explícito para todos que aquella campaña ha si-do financiada por una compañía que tiene en ello intereses económicos directos.
  28. Que los grupos de pacientes declaren sus fuentes de financiación y los favores que reciben y lo hagan público.
  29. Que la incidencia, el coste y las implicaciones de las enfermedades causadas por los medicamentos sean investigadas de forma sistemática por el Departamento de Sanidad junto con la agencia reguladora de los medicamentos.
  30. Que el gobierno cree un nuevo pro-grama que asegure el acceso a los medicamentos a todos los enfermos, que garantice adecuadamente la seguridad y la eficacia de estos medicamentos y su uso racional, y vele para que los tratamientos farmacológicos se estudien comparativamente con relación a los tratamientos no farmacológicos.
  31. Que el sistema nacional de salud modifique su normativa y que los tratamientos no farmacológicos se consideren de igual categoría que los farmacológicos.
  32. Que la responsabilidad de representar los intereses de la industria farmacéutica sea transferida al Departamento de Comercio e Industria para que el Departamento de Salud pueda dedicarse exclusivamente, como es su obligación, a la regulación de los medicamentos y a la promoción de la salud.

Tras haber estudiado el tema de los crímenes de las compañías farmacéuticas, mi conclusión no es que la economía tiene que ser regulada por la política…porque ya lo está siendo.

Como hemos visto, sin las leyes favorables del Congreso estadounidense y sin los acuerdos de la OMC no podría haber proliferado esta industria de la forma en que lo ha hecho. Lo que es preciso es que la política que necesariamente regula el mercado sea una política justa, una política del bien común, una política que tenga en cuenta a todo el mundo y no sólo a los más privilegiados.



Una política democrática no sólo de forma.
 

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