martes, 13 de diciembre de 2016

CAVILANDO EN LA NIEBLA

Hay niebla. Una niebla espesa. Sólo la niebla existe y nos rodea. Snoopy, junto a mí, no se sale hoy del camino, porque parece que el camino no tiene bordes. Me siento protegida, como si estuviera en la luz primordial y  mi mente funcionara sin saber nada de lo que me rodea. Imagino un Ser en esta situación, una Mente que despierta y sólo sabe que Ello existe. Y la Mente funciona y, aunque no sabe de otra existencia, sabe de su poder, de su soledad; también sabe de su plenitud, de su eternidad; y es consciente de que lo que quiera, lo puede crear, puede hacerlo aparecer sólo con pensarlo. Y piensa en Sí misma y el pensamiento se manifiesta como su reflejo en la neblina que le circunda y ama su imagen, amándose a sí mismo y se funden en un Uno que son Dos, Autogenes ambos. Su imagen sabe todo lo que su Igual sabe y piensan Juntos y ese Pensamiento se manifiesta en un amor tan sublime que provoca una explosión que alumbra más que mil soles juntos.

Hubiera sido majestuoso estar allí, aunque estábamos ya como parte del Plan que se llevaría a cabo. Todavía éramos una especie de sopa primordial, con un movimiento contínuo que crea el espacio y el tiempo según se va expandiendo el primer acto de Amor. Todo lo demás es Amor. Somos seres de amor con la luz de dónde salimos. Somos Seres de Luz y de Amor.

Interrumpo mis pensamiento porque una idea se cruza que me aparta del argumento. Y, sin venir a cuento o por algún mecanismo inconsciente, recuerdo a Platón y su convencimiento de que en un principio, en el Mundo de las Ideas en el que él cree, todos somos dobles. Somos El/Ella. Somos espíritus creados a imagen del creador y allí estuvimos en contacto amoroso y lo que deciden siempre es decisión del uno/doble. Sigo este hilo de pensamiento y me hace ilusión pensar que acabo de descubrir un principio casi metafísico. El pasar de aquel mundo al que pertenecemos a éste, en el que tendremos que ocupar una forma de vida, el uno/doble tiene que separarse y, aunque volverán a ser Endróginos en el reencuentro, el tiempo que pasen encarnados producirá en cada una de las partes una añoranza del Amor que sabemos que podemos dar pero no estamos nunca seguros de a quién. El amor del que hablamos es algo que siempre se nos escapa y no dejamos de buscar. Pero no buscamos la "media naranja", no buscamos nuestra "alma gemela"; en realidad nos estamos buscando a nosotros mismos en un "tú" cuya forma, lugar y cirunstancias desconocemos.

Aunque la Sabiduría, según se nos enseña empieza por un autoconocimiento valiente y descarnado, también conviene, a lo mejor, un pensamiento más atento y amoroso a todo lo que pase por nuestro lado. Pero encontrar al tú/yo, me parece más difícil que conformarse con la forma más aproximada que se nos presenta a veces.

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